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miércoles, 25 de junio de 2025

Del Nord Stream a Irán: geopolítica de un imperio en declive

 

 Por Irene Calvé,   
      Gerente de Programa, Alianzas de Acceso a la Energía, Energía Sostenible para Todos (SEforALL).

      Físico, matemático y experto en Energía del CSIC.

Y

      Guionista, periodista y activista en Extinction Rebellion y València en Transició.


El ‘fracking’ estadounidense solo puede sobrevivir si el precio del barril de petróleo sube mucho. Y eso depende, en buena medida, de las decisiones que tome Teherán


     El petróleo se está agotando y, con él, se agota también la ficción de un imperio sostenido a base de rentas energéticas. En concreto, el fracking –la técnica que permitió a Estados Unidos convertirse en exportador neto de hidrocarburos– está comenzando su declive. Washington lo sabe, y está dispuesto a hacer lo que sea para estirar unos años más esa supremacía energética. Por eso, el ataque a Irán no es un desliz, sino un movimiento estratégico: necesitan que el petróleo suba de precio para que el fracking vuelva a ser rentable, aunque eso implique incendiar Oriente Medio. Porque no se trata de ganar, sino de no hundirse todavía.




Desde que en 1972 llegó al máximo de producción convencional, EEUU ha sido un país dependiente de las importaciones de petróleo. Pero todo cambió con el auge del fracking: una tecnología agresiva que permitió explotar yacimientos no convencionales, arañando gotas dispersas en rocas porosas a fuerza de reventarlas a pura presión (de ahí el término “fracking”). Gracias a esta tecnología, EEUU pasó de ser un importador masivo de hidrocarburos a convertirse en el mayor productor mundial de petróleo y gas natural (dejando atrás a Arabia Saudita y a Rusia) y el mayor exportador mundial de gas natural y gasolina. Es cierto que consiguió más que abastecer sus necesidades de gas natural (EEUU continúa siendo un país muy carbonífero, así que no usa tanto gas para la producción de electricidad), pero nunca dejó de comprar petróleo, aunque las importaciones cayeron de más del 60% a menos del 40% actualmente. En todo caso, EEUU se ha vuelto demasiado dependiente del fracking para garantizar la estabilidad de la economía productiva. Sin embargo, los sweet spots del fracking hace tiempo que se agotaron, y todo apunta a que el declive terminal de la producción comenzará en los próximos años.


Extractores de petróleo.

¿Por qué, entonces, montar este caos, si igualmente el fracking tiene los días contados? No estamos hablando de una estrategia sostenible a largo plazo, sino de una huida hacia adelante alimentada por tipos de interés bajos, estímulos financieros y petróleo caro. Una economía entera reconfigurada para vender energía fósil al mundo, especialmente en un contexto de declive del petróleo convencional.

Pero, como hemos dicho, ese milagro está llegando a su fin. El fracking tiene un problema físico: es intensivo en energía y materiales, económicamente costoso y se agota rápidamente (al cabo de cinco años la mayoría de los pozos cierran). Desde hace tiempo se alerta de que los mejores pozos están cerrando, que las proyecciones han sido infladas, y que muchos campos ya han entrado en declive. Desde 2022, el fracking en Estados Unidos ha entrado en una fase crítica. Uno de cada tres pozos ha cerrado, y la actividad perforadora ha caído a mínimos no vistos en años, con apenas 442 equipos operativos en todo el país. Esta crisis está directamente relacionada con la caída del precio del petróleo, que ha tocado fondo recientemente, por debajo del umbral de rentabilidad para el fracking, estimado – con cierta dosis de optimismo – entre 60 y 65 dólares por barril. A diferencia de ciclos anteriores en los que la OPEP –y en particular Arabia Saudí– restringía la producción para estabilizar precios, ahora ha optado por mantener una producción bastante elevada. La estrategia saudí, según algunos analistas, busca expulsar del mercado a competidores con mayores costes de extracción, como el fracking estadounidense, y recuperar cuota de mercado perdida. Esta ofensiva petrolera, combinada con una demanda débil –los aranceles de Trump han hecho mucho daño– no solo ha tumbado el precio del crudo, sino que también ha devuelto a la OPEP a una posición central en el control del mercado, poniendo a EEUU en una encrucijada: o fuerza una subida del precio global –mediante inestabilidad o bloqueo de suministro en otras regiones– o asume su lenta pérdida de hegemonía energética y económica. En este contexto, el fracking estadounidense solo puede sobrevivir si el precio del barril de petróleo sube mucho. Y aquí entra la Tasa de Retorno Energético (TRE).


Plataforma petrolífera en las costas de Groenlandia.

La TRE mide cuánta energía se obtiene por cada unidad de energía invertida en la extracción. El petróleo convencional llegó a tener, a principios del siglo XX, TREs de hasta 100:1, es decir, por cada unidad de energía invertida se obtenían 100, una relación que hacía posible todo el desarrollo industrial del siglo XX. En cambio, el fracking nació ya con rendimientos mucho menores, entre 6:1 y 12:1 en sus inicios, y hoy ha caído hasta el rango de 3:1 o incluso menos a medida que los pozos envejecen y se agotan rápidamente. Es como recoger manzanas: al principio bastaba con alargar el brazo para alcanzar las que cuelgan en las ramas bajas, usando muy poca energía (alta TRE), pero ahora solo quedan las del extremo superior del árbol, que requieren esfuerzo y riesgo, y puedes acabar consumiendo más kilocalorías para cogerlas que las que las propias manzanas te aportan. Aunque el fracking siga siendo rentable si el precio del barril sube, desde el punto de vista físico se aproxima al absurdo: extraer energía gastando casi la misma cantidad, o incluso más. Pero el capitalismo no funciona según criterios científicos. Funciona por el valor de cambio: si el precio del barril sube lo suficiente, cualquier aberración energética se vuelve negocio. De ahí la paradoja: una técnica energéticamente absurda puede sobrevivir si los mercados permiten venderla cara (y hay otras fuentes para apuntalarla, o se extrae energía embebida de otro sitio, por ejemplo, no manteniendo infraestructuras). La economía capitalista degrada sistemáticamente la TRE porque no extrae energía para sostener la vida, sino para alimentar el ciclo de acumulación. Y ese ciclo hoy depende, literalmente, de provocar guerras.

La implicación es brutal. Estados Unidos no puede permitirse volver a ser un importador neto de petróleo. No solo por razones energéticas, sino porque toda su arquitectura económica reciente se ha basado en convertirse en una suerte de “emirato fósil”: exportador de energía, receptor de renta internacional, sostén artificial de su hegemonía militar. El crecimiento económico derivado del fracking ha sostenido regiones enteras, sobre todo en estados como Texas, Dakota del Norte o Nuevo México. Todo ello mientras su industria productiva sigue de capa caída desde la crisis de 2008, que mantiene la manufactura muy por debajo de los niveles de hace 30 años y con una parte de la industria intensiva en energía dependiente de precios bajos del crudo. El turismo internacional –uno de los grandes motores no energéticos– se ha desinflado desde la pandemia y no ha remontado a niveles ni siquiera de prepandemia, con un marcado empeoramiento en 2025 debido a tensiones políticas y medidas migratorias restrictivas. Por último, la agricultura aún sigue siendo competitiva en exportaciones, pero enfrenta problemas estructurales como la concentración, las sequías crecientes y, por supuesto, la dependencia del petróleo. El fracking no era un mero complemento para Estados Unidos; era su apuesta y su tabla de salvación.

Pero ahora que los pozos se están agotando, ¿existe algún tipo de plan? Evidentemente, no; existe únicamente la lógica electoralista cortoplacista propia de las “democracias liberales”: no centrarse en una solución sostenible, sino en retrasar las consecuencias de lo inevitable hasta después de agotar la legislatura. Por eso hicieron saltar por los aires el Nord Stream: para forzar a Europa a depender del gas estadounidense, aunque se vendiese más caro. Por eso también, en las negociaciones comerciales, EEUU condicionó la retirada de aranceles a que la UE consumiera ingentes cantidades de energía fósil made in USA (en concreto 350.000 millones de dólares). Esos movimientos no fueron anecdóticos: forman parte de una guerra comercial y energética planificada para sostener el precio del crudo y estirar el tiempo antes de confrontar la realidad material: Estados Unidos dejará de ser un gran exportador de hidrocarburos (principalmente, gas natural y gasolina).


Fuga de gas de los oleoductos Nord Stream en el Mar Báltico, el 29 de septiembre de 2022.

Y ahora llega Irán. Una pieza clave, porque si Teherán responde al asesinato de sus militares bloqueando el Estrecho de Ormuz –por donde pasa casi el 20% del petróleo mundial, que representa el 40% de las exportaciones mundiales del oro negro–, el precio del crudo se dispararía.


Un petrolero cruza el estrecho de Ormuz.

Justo lo que necesita el fracking estadounidense. ¿Representa una solución a largo plazo? En absoluto. ¿Y una solución para este mandato? Tal vez. Esa es la lógica desesperada: si el fracking vuelve a respirar unos años, se gana tiempo, se salvan elecciones, se sostiene el dólar, se aplaza la caída.

La alternativa –no hacer nada– implicaría mantener precios bajos del petróleo, lo que haría económicamente inviable seguir explotando el fracking en muchos de los campos clave. Eso significaría, en términos prácticos, una aceleración de la desindustrialización, especialmente en los estados del interior y del sur, ya devastados por décadas de deslocalización, abandono y declive de la inversión pública. La pérdida del fracking dejaría a muchos territorios sin su última fuente de empleo directo e indirecto. La tensión social escalaría: una población armada, empobrecida, políticamente polarizada y con una fe menguante en las instituciones podría ser el caldo de cultivo para estallidos violentos, revueltas locales o incluso una guerra civil difusa. Esta no es una hipótesis apocalíptica lanzada al azar: sectores del propio Departamento de Defensa norteamericano y del establishment energético han advertido de que la desestabilización interna por el colapso energético es uno de los principales riesgos estratégicos a medio plazo. El fin del fracking no es simplemente una cuestión económica: es una amenaza existencial para la arquitectura política, territorial y militar de Estados Unidos.

Así que la disyuntiva es clara: si no hacen nada, el colapso llegará desde dentro. Si actúan, pueden desatar una escalada global, pero al menos retrasan su propia caída. Puede que Oriente Medio arda. Puede que la guerra se descontrole. Pero eso es un precio asumible si sirve para sostener artificialmente el valor de cambio de su energía fósil. Mientras tanto, la TRE sigue cayendo. El planeta se calienta. La energía útil se agota. Pero el capital, como un zombi ciego, solo responde a la rentabilidad inmediata, aunque eso implique dinamitar las bases de la vida.

Frente a esa lógica suicida, urge una ruptura: poner la energía al servicio de la vida y no del mercado, entender que la transición energética solo puede basarse en reorganizar radicalmente nuestra relación con la energía, con la producción, con el planeta. Utilizar el valor de uso y no el de cambio.

Y en esa disyuntiva brutal –hundirse solo o incendiar el mundo–, el imperio, una vez más, ha hecho su elección.


Fuente: ctxt

jueves, 27 de febrero de 2025

La racionalidad del imbécil

 

  Economista agrario.

     Es moneda corriente pensar que el cambio de rumbo de la política estadounidense está condicionado por el estado psíquico de su presidente. En este mismo medio hace unos días (15/02/2025) Rafael Poch escribió: “Lo más probable es que la guerra comercial contra todos se vuelva contra la economía de Estados Unidos, acelerando la inflación y la desindustrialización… Queriendo “hacer América grande de nuevo”, este presidente imbécil va a acelerar el declive de Estados Unidos.” (1)




Tanto las propuestas republicanas, que han hecho suyas las orientaciones del actual mandatario, calificado por muchos de tirano, dictador, loco, etc., como las del partido demócrata, representado por el carismático Obama, o el senil Biden no son en ningún caso producto de las ocurrencias o caprichos individuales de los mandatarios, exactamente igual que la guerra de Ucrania no fue resultado del mal humor de un Putin con aspiraciones de engullirse Europa, ni como aspirante a ser sucesor de Pedro El Grande o el mismísimo Stalin.

Todas las políticas de presidentes con características tan distintas son siempre el resultado de una lucha de tendencias de los diferentes intereses existentes en un mismo mundo capitalista que no está controlado, ni dirigido ni dominado por nadie en particular, ya que la acumulación del capital es un hecho objetivo resultado de las aspiraciones de los sujetos económicos, empresarios, políticos, banqueros, militares, cuyo único objetivo es ampliar su influencia sobre los demás para conseguir más dinero, más patrimonio, más poder. En todos los países hegemónicos existe la fantasía de que nunca perderán esa condición. Pero la realidad termina imponiéndose. Porque el cambio es permanente. Y si todos los perdedores en ese juego nunca serán ganadores, todos los ganadores sí serán perdedores. Es más, el factor de éxito de una empresa, corporación, ejército o gobierno, en cuanto alcanza un grado de dominio suficiente como para considerarse el mejor, el mismo factor que le permitió alcanzar esa posición los lleva a perder su condición de privilegiados.

Toda esta digresión es para mostrar que en la sociedad capitalista no hay posibilidad de que un hombre, por más imbécil o genio que parezca cuando actúa como gobernante, pueda ser algo distinto a representante  de las distintas facciones o sectores que están permanentemente en disputa, ya sea como expresión de la lucha de clases o de la competencia entre capitalistas.

Remitiéndonos al caso que nos ocupa, en lugar de centrarnos en aspectos de la personalidad de los políticos debemos preguntarnos ¿cómo pudo haber semejante cambio de estrategia después de las últimas elecciones?,¿por qué EEUU pasa de ser el campeón de la globalización y la desregulación, a hacer el eje de su política la guerra económica, aplicando aranceles a todos los países y en la mayoría de los sectores?. Y aún más, ¿cómo es posible que en el plano internacional pase de una defensa de una política intervencionista, como han hecho todas las administraciones demócratas, (Corea, Vietnam, Irak, Afganistán, Siria) que les llevó a apoyar la guerra contra Rusia, a un reconocimiento de la derrota de Ucrania, sin que Zelensky ni siquiera pueda participar en la mesa de negociaciones?

Para entender la nueva política estadounidense tenemos que partir de que hay dos elementos principales que definen la situación mundial. Por un lado, la crisis ecológica, marcada por el calentamiento global y la aparición clara de signos de limitación de los recursos naturales necesarios para continuar con un capitalismo basado en el crecimiento sin fin de la producción y el consumo que aseguren la generación de beneficios. Por el otro, la pérdida por parte de EEUU de su papel hegemónico que fue casi exclusivo desde el derrumbe de la URSS y los otros países del llamado “socialismo real”

Esta pérdida de hegemonía fue en favor de China, que de un país agrario muy pobre, incapaz de alimentar a sus más de 500 millones de habitantes al terminar la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en la primer potencia industrial en la actualidad que asegura un crecimiento del nivel de vida de forma permanente de los casi 1.500 millones actuales, con tasas de crecimiento que la economía occidental no puede ni soñar desde mediados de los setenta del siglo pasado.

China se convirtió, primero, en la “fábrica del mundo” concentrando, con la ayuda de las inversiones extranjeras, la mayor producción de manufacturas. A continuación se convirtió en una potencia tecnológica invadiendo el mercado mundial con teléfonos móviles y coches, como el eléctrico donde ahora no tiene rival. Por último, con el desarrollo de internet y de la informática, sus plataformas comparten con EEUU la propiedad de la nube, que concentra los datos de la población mundial, condicionando y manipulando los deseos de los consumidores. Así, Ali Baba, Temu, Tiktok, Huawei y otros tantos conglomerados se han convertido en parte de la vida cotidiana de los habitantes del mundo “occidental”. Cómo último ejemplo tenemos el triunfo de Deep Seek en el campo de la inteligencia artificial, donde China ha conseguido un mejor producto y a un precio muy inferior,desarmando las fantásticas inversiones que sus competidoras occidentales pensaban realizar.

Un solo dato refleja el extraordinario crecimiento de la economía china. Desde 1978 hasta 2011, el PIB creció a un promedio del diez por ciento anual, multiplicándose el valor nominal por 52. (2) Mientras tanto, como consecuencia de este desplazamiento del sector más dinámico de la economía mundial hacia Oriente EEUU pasó de representar del 50 % del PIB mundial en 1945 a sólo el 25 % en la actualidad contra 18% de China. (3) Esto en cuanto al PIB nominal. Pero si vemos el PPA, producto bruto interno basado en la paridad de poder adquisitivo, en 2024 podemos comprobar que China con el 19% del total ha sobrepasado al de EEUU, que apenas superó el 15%.(4)


PIB Nominal por paises.

En ese marco, Putin decide actuar ante el incumplimiento por parte de EEUU de la promesa de no aumentar la influencia de la OTAN en los países vecinos de la actual Rusia. A pesar de todas las fanfarronadas del gobierno ucraniano, de la administración norteamericana y de sus satélites europeos, sobre que someterían al gobierno ruso con sanciones económicas primero y en el campo de batalla después con ayuda económica, asesoramiento militar, utilización de toda la inteligencia y con una participación gradual con la provisión de armas cada vez más sofisticadas, mientras nos amenazaban con que cada uno de esos pasos iba a generar una conflagración mundial, finalmente el nuevo gobierno de Trump está dispuesto a aceptar las principales demandas de Putin: no ingreso a la OTAN de Ucrania, no presencia de tropas norteamericanas en su frontera y mantenimiento de la principal zona con población rusófona fuera del control de Kiev.

Mientras la administración Biden trató de conseguir sus objetivos mediante la confrontación para lograr el debilitamiento de Rusia, y sobre todo de Europa, obligándola a comprar su gas mucho más caro del que proporcionaba Rusia, la estrategia de Trump busca otros caminos.

Es claro tanto para demócratas como republicanos que el verdadero competidor de EEUU es China. Aunque desafortunada la declaración de Borrell sobre que Rusia es poco más que una gran gasolinera con armas nucleares, a los efectos de este análisis tiene cierta dosis de verdad. Salvo el gas y el petróleo no hay un sólo producto que forme parte de nuestra vida cotidiana. Y Rusia, como país capitalista ha recibido el pleno apoyo de China, a pesar de que cuando formaban parte ambos del “campo socialista” eran enemigos irreconciliables.

Trump, que es plenamente consciente de esta situación, ya está negociando con Putin acuerdos que puedan beneficiar a las dos partes. Por lo tanto, a pesar de las declaraciones furibundas, en ningún caso, “Trump quiere tomar el control estadounidense de la economía mundial dejando claro que todo el beneficio debe ser para Estados Unidos. En cierta forma lo que está afirmando es un regreso a las relaciones comerciales del siglo XIX basadas en la pura confrontación y el “todo `para mi”,” como afirma Poch en el mismo artículo. No hay que confundir sus declaraciones, con sus actuaciones, como demostró en su primer mandato. Con la máscara de las agresiones verbales, Trump trata de esconder su disposición al acuerdo. No hay que dejarse llevar por sus declaraciones altisonantes Siempre hay que analizar qué es lo que está detrás de sus exabruptos.

La herencia de su primer mandato es clara. No solo no abrió nuevos frentes de guerra sino que preparó la salida de las tropas de Afganistán, acción que fue una repetición del abandono de Corea, Vietnam, Laos, Camboya, e Irak. No solo Trump, todo el establecimiento en Washington sabe que no resuelven problemas invadiendo países. Una cosa es que el complejo militar industrial quiera seguir vendiendo armas, y otra que busque el enfrentamiento militar a cualquier precio. Rusia es actualmente la primera potencia nuclear y China está a punto de ocupar el primer lugar en potencia económica. Por lo tanto, suponer que pueden derrotarlos militarmente, no tiene ningún sentido. Lo que es una imbecilidad es pensar que lo pueden lograr cuando no lo han conseguido con pequeños países pobres.

Lo que intentará Trump es no seguir perdiendo espacio a la velocidad actual. Por eso, en primer lugar, pretende no perder su mejor arma con la que todavía posee gran control en el mercado mundial: el papel del dólar como principal moneda de intercambio. Y es en ese área donde más daño ha sufrido el poder estadounidense.


Ranking de los 20 países con la mayor proporción del producto interior bruto (PIB) mundial basado en paridad de poder adquisitivo (PPA) en 2024.

Con el crecimiento de los BRICS, que representan en torno al 37 % del PIB mundial,(5) frente al 26% de EEUU, la tendencia a utilizar otros mecanismos de pago internacionales es cada vez mayor. A pesar de ello Estados Unidos tiene margen para negociar, y seguramente será una de las cuestiones que tratarán Trump y Putin en su acercamiento.


BRICS+ 2025.

Teniendo en cuenta que salvo en el gas y petróleo, y en torno al Ártico. donde tienen intereses contradictorios, en el resto de los sectores no tienen por qué enfrentarse directamente, y hay muchos temas sobre los cuales pueden negociar e “intercambiar favores”.

A Rusia le interesa que se eliminen las sanciones económicas, que aunque le han permitido mantenerse en pie, le obstaculiza su inserción en el mercado mundial para poder seguir penetrando en él. Un papel muy importante cumple, en ese sentido, la devolución de los más de 300 mil millones de dólares que les tienen retenidos. Aunque su mayor parte está en Europa, es un tema a resolver si Trump quiere que Rusia vuelva al G8. A pesar de todas las amenazas de Borrell y cía. (6) en su momento, esos capitales deberán ser devueltos. Los intereses comunes se manifiestan también con China. Siendo EEUU el mayor cliente de los productos chinos, en los cuales participan muchas empresas norteamericanas, y que por lo tanto gran parte de la deuda externa está en manos del gobierno chino, la negociación es necesaria mientras ninguno esté en condiciones de obtener una victoria militar.

Otro tema que está en la mesa de negociaciones es el acceso a los minerales críticos. “Vemos a los minerales como la motivación más importante de nuestra estrategia en el exterior”, afirmó Gracelin Baskaran, directora del Programa de Seguridad de Minerales Críticos del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales”(7). Trump estima en unos 500 mil millones el valor de las tierras raras de las que quiere apoderarse para compensar la ayuda norteamericana. Pero al estar la mayor parte de las mismas en el territorio controlado ahora por el ejército ruso es fácil comprender que este será uno de los temas centrales de la negociación.

Al haberse comprobado con el conflicto una vez más la escasez en esos recursos que tiene la UE, lo que la ha llevado a disminuir los controles existentes en la actividad extractivista, las autoridades comunitarias no tienen posibilidades de participar en esa negociación, lo que sumado al seguidismo ante la estrategia de Biden, silencio ante la destrucción del Nord Stream incluído, demuestra el papel totalmente secundario que han jugado en el conflicto. Por lo cual no merecen mayor comentario.

La principal amenaza que está utilizando Trump es la aplicación de aranceles. Pero esto confirma que su estrategia no puede ser ofensiva, ya que los aranceles siempre han sido la forma de defenderse de los países con economías no competitivas. Gran parte del electorado que lo llevó a volver a ganar son los perdedores de la etapa declinante de EEUU cuya consecuencia fue el déficit comercial de los últimos decenios del otrora hegemón mundial. Siempre teniendo en cuenta que ese es un problema estructural que ha convertido a muchas regiones y trabajadores en actores secundarios ante la mayor productividad de los países que producen más barato. Aunque es muy difícil que puedan recuperar su antiguo esplendor, la política de Trump tendrá que dedicar parte de su presupuesto a realizar inversiones en este campo, así como en la renovación de las deterioradas infraestructuras públicas.

Además de las exigencias de mantenimiento de gastos militares por parte del complejo militar industrial y la necesidad de modernización de la industria, Trump debe tener en cuenta los planes de las nuevas grandes empresas tecnológicas propietarias de la nube que también necesitan seguir haciendo fuertes inversiones para seguir la lucha contra las potentes empresas chinas.

En ese sentido, a Amazon, Facebook, X, Google y los grandes fondos de inversión lo que menos les interesa son políticas proteccionistas como las de Trump o las de la UE en el campo de las redes sociales o la cobertura satelital. Las contradicciones de Trump en ese plano se expresan al máximo con el nombramiento de Musk como el encargado de aplicar todos los programas de ajuste en el Estado. Como propietario de Tesla, X y Starlink y gran inversor en China, su objetivo fundamental es que los estados tengan el menor poder posible.

Visto de esta forma, la estrategia de Trump parece cualquier cosa menos las acciones de un imbécil. Menos aún si nos atenemos a la RAE, que lo define cómo “Tonto o falto de inteligencia”. Por sus acciones se lo puede definir como golpista, antidemocrático, extremista, de derecha obviamente, delincuente o asesino, con sus posiciones sobre Palestina, pero imbécil no. Ojalá lo fuera. Quizás se asemeje más a esa definición la política militarista a ultranza de los señores de buenos modales como Obama y Biden, o los inoperantes políticos europeos que no han hecho más que seguidismo de una estrategia que era imposible de alcanzar teniendo en cuenta la fortaleza de los dos principales rivales con los que tendrán que convivir en un nuevo mundo multipolar.



  1. https://rafaelpoch.com/2025/02/08/lo-que-anuncian-los-ruidos-de-trump

  2. http://www.clubderoma.net/jornadas/2015

  3. https://es.m.wikipedia.org/wiki/Anexo:Pa%C3%ADses_por_PIB_(nominal)

  4. https://es.statista.com/estadisticas/635353/paises-con-la-mayor-proporcion-del-producto-interior-bruto-pib-global/

  5. https://es.m.wikipedia.org/wiki/BRICS

  6. https://elpais.com/internacional/2022-05-09/la-ue-promueve-la-confiscacion-de-bienes-rusos-para-pagar-la-reconstruccion-de-ucrania.html

  7. https://www.pagina12.com.ar/804241-victoria-rusa-capitulacion-occidental


Fuente: Rebelión

jueves, 12 de septiembre de 2024

La idea de que la empresa rusa Gazprom se benefició del sabotaje del gasoducto Nord Stream es errada

 

Único periodista que ha viajado a los cuatro lugares de las explosiones del sabotaje del Nord Stream. Escribe la columna "Un americano en España" en Diario16+


     El 26 de septiembre de 2022, cuatro explosiones submarinas rompieron tres de los cuatro tramos de los gasoductos Nord Stream 1 y 2, de 20.000 millones de dólares, que atraviesan el fondo del mar Báltico desde Rusia hasta Alemania.




Ese mismo día, Suecia y Dinamarca, en cuyas zonas económicas exclusivas se produjeron las explosiones, las calificaron de acciones deliberadas.

A las 48 horas de detectarse las fugas más recientes en los gasoductos, la OTAN las atribuyó a actos de sabotaje, mientras que la Unión Europea advirtió de que cualquier perturbación deliberada de las infraestructuras energéticas europeas es absolutamente inaceptable y será respondida con firmeza y unidad”.

Los gasoductos llegan hasta Alemania. Se iniciaron investigaciones por separado en Suecia, Dinamarca y Alemania. Tanto Estocolmo como Copenhague cerraron sus indagaciones sin identificar al autor. Berlín ha obtenido una orden de detención contra un ciudadano ucraniano sospechoso de formar parte del equipo que voló los gasoductos, según informan los principales medios de comunicación alemanes.

Varios “altos funcionarios de defensa y seguridad ucranianos no identificados que participaron o tuvieron conocimiento directo del complot” declararon supuestamente al Wall Street Journal que, aunque el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky aprobó inicialmente el ataque, la CIA se enteró y le instó a detenerlo, cosa que supuestamente hizo. Pero a pesar de la orden de Zelensky de detener el plan, su entonces comandante en jefe, Valeriy Zaluzhniy, que supervisaba la misión, “siguió adelante”.




En febrero de 2023, el veterano periodista de investigación Seymour Hersh publicó un reportaje, basado en una fuente anónima “con conocimiento directo de la planificación operativa”, en el que afirmaba que el sabotaje era una operación encubierta de la CIA.

Sin embargo, los saboteadores siguen en libertad, y aún no se han publicado pruebas concluyentes del Estado o Estados que planearon, ordenaron y ejecutaron la operación.




Casi inmediatamente después de las explosiones, el público medio estadounidense y europeo de los principales medios de comunicación se vio inundado de titulares y mensajes en los que se afirmaba contundentemente la culpabilidad rusa por la única razón de que el Kremlin era intrínsecamente diabólico. El presidente ruso Vladimir Putin, se afirmó sin pruebas, voló su propia infraestructura vital para “dañar, confundir, asustar, debilitar y dividir a los Estados objetivo, a la vez que mantenía una negación plausible”, y para “desestabilizar” la “seguridad energética” de Europa.

Las declaraciones de Roderich Kiesewetter, antiguo coronel alemán que ocupa un escaño en el Parlamento por la conservadora Unión Cristianodemócrata, ejemplifican esta limitada línea de pensamiento. “Se trata, pues, ante todo de una cuestión psicológica”, declaró a los medios de comunicación alemanes. “Rusia quiere sembrar dudas sobre el Gobierno y el Estado en su conjunto”.

Al pedirle más aclaraciones, la oficina del Sr. Kiesewetter dijo en un correo electrónico que «sólo intercambiamos información sobre este tema con los periodistas que conocemos.»

Por el contrario, la profundidad analítica de algunas de las acusaciones sin pruebas dirigidas a Rusia trascendía una mera evaluación manipuladora del presunto autor del ataque, argumentando que el gigante energético ruso Gazprom (propietario mayoritario de los gasoductos) se beneficiaba financiera y legalmente de la destrucción de los gasoductos.




Pero los acontecimientos ocurridos desde aquel fatídico día de septiembre de 2022 han puesto en duda las afirmaciones de que la empresa estatal Gazprom o Rusia se beneficiarían de la destrucción de los gasoductos.


Datos financieros


La mayoría de los expertos de think tanks y políticos que afirmaron que el sabotaje beneficiaría a Gazprom señalaron que la empresa energética rusa posee el 51% de Nord Stream 1, junto a cuatro empresas europeas, y el 100% de Nord Stream 2. Pocos detallaron lo crucial que es Gazprom para la salud fiscal del Estado ruso. Ninguno, al parecer, ha incorporado a su teoría anterior los recientes acontecimientos financieros y jurídicos que socavan la idea de que el sabotaje beneficiaría a Rusia o a Gazprom.

Hay pruebas de que la destrucción de los gasoductos ha contribuido significativamente a los problemas financieros de Gazprom. En mayo, Gazprom anunció unas pérdidas de 6.900 millones de dólares para 2023, lo que supone su primera pérdida anual en más de dos décadas. Reuters señaló que la sustancial pérdida se produjo “en medio de un menguante comercio de gas con Europa, antaño su principal mercado de ventas”.

El gasoducto Nord Stream 1 era la mayor fuente de suministro de gas ruso a Europa. Por sí solo, Nord Stream 1 era una vasta fuente de energía para las naciones de la UE, suministrándoles la nada despreciable cifra del 35% de todas las importaciones de gas ruso.

En 2021, Rusia exportó 155.000 millones de metros cúbicos (Bcm) de gas natural a la Unión Europea, lo que supuso aproximadamente el 45% de las importaciones de gas de la UE y casi el 40% de su consumo total de gas. En comparación, China, con más del triple de población que la UE, sólo importó 22.000 millones de Bcm de gas ruso por gasoducto en 2023.

En 2022, los ingresos del presupuesto federal ruso ascendieron a 407.000 millones de dólares. Gazprom, como mayor contribuyente de Rusia, aportó ese año 80.000 millones de dólares a las arcas públicas del país. Dada esta importante contribución, parece muy poco plausible que Rusia ponga en peligro una parte tan importante de sus ingresos presupuestarios federales, especialmente en un momento en el que está en guerra con Ucrania y, por extensión, con Occidente.

Incluso mientras Gazprom se enfrentaba a pérdidas récord debido a su fuerte descenso en las ventas a Europa, Rusia dijo que aumentaría los impuestos sobre la empresa energética. Hasta 2025 deberá pagarse al Estado un gravamen mensual de 500 millones de dólares, lo que pone de manifiesto la continua dependencia de Gazprom como fuente de ingresos. El aumento de los impuestos estaba destinado en parte a reforzar el presupuesto, que se enfrentaba a un déficit récord de 1,8 billones de rublos en enero de 2023.

A pesar de los datos financieros, que refutan la afirmación de que el ataque beneficiaría a Rusia o a Gazprom, numerosos expertos sostuvieron lo contrario. Entre ellos, Sergey Vakulenko, experto en energía del grupo de investigación Carnegie Endowment for International Peace. Vakulenko también fue jefe de estrategia e innovaciones de Gazprom Neft, filial de Gazprom, hasta febrero de 2022.

Una ironía del ataque es que la empresa rusa Gazprom sale potencialmente beneficiada: ya no tendrá que inventar excusas para no abastecer a Europa a través del Nord Stream 1”, escribió Vakulenko cuatro días después de las explosiones. “Ahora puede alegar fuerza mayor, lo que reducirá drásticamente el riesgo de reclamaciones de indemnización por volúmenes no suministrados”.

Pero es la propia destrucción de los gasoductos lo que probablemente se considere el golpe de gracia al suministro de gas ruso a través de gasoductos a Europa por al menos tres razones. En primer lugar, las sanciones occidentales impuestas anteriormente habrían obstaculizado las reparaciones. En segundo lugar, la reparación de los gasoductos llevaría meses, sino años. En tercer lugar, las reparaciones no podrían haber comenzado hasta que Alemania, Suecia y Dinamarca finalizaran sus investigaciones. “Por lo tanto, las explosiones cerraron por tiempo indefinido la posibilidad de que el gasoducto ruso regresara a Europa”, concluyen los autores de un estudio publicado en junio por el Oxford Institute for Energy Studies.

Esta clausura de la posibilidad de que el gas ruso fluya de nuevo a Europa a través del Nord Stream 1 y el amordazamiento de la potencialidad de suministros a través del Nord Stream 2 no han evolucionado en beneficio financiero de Gazprom.

Además del Sr. Vakulenko, al parecer otros innumerables expertos sostuvieron que el ataque beneficiaría a Gazprom o a Rusia. Dos casos son Mikhail Krutikhin, analista de la industria rusa del petróleo y el gas, y Andriy Kobolyev, fundador de la empresa energética Eney.

Al inutilizar los gasoductos, Rusia protege a Gazprom de demandas judiciales por no suministrar gas a sus clientes europeos”, declaró Kobolyev.

El Sr. Krutikhin hizo eco de la valoración del Sr. Kobolyev, declarando a The Odessa Journal que el sabotaje “sólo beneficia a un actor”, ya que “Gazprom se arriesga a que se presenten contra él, primero, casos de arbitraje y, después, litigios, y le quitará varios miles de millones de dólares en multas por contratos incumplidos.”

Otros expertos que sostienen que el ataque beneficiaría a Gazprom o a Rusia son, entre otros: Ariel Cohen, investigador principal del Atlantic Council; Emily Holland, del US Naval War College; Szymon Kardaś, investigador principal del European Council on Foreign Relations; Olga Khakova, subdirectora de seguridad energética europea del Atlantic Council; Agata Łoskot-Strachota, coordinadora del proyecto Energía en Europa del Center for Eastern Studies; Aura Sabadus, investigadora principal del Center for European Policy Analysis; y Simone Tagliapietra, investigadora de energía del think tank Bruegel.

Al igual que Vakulenko, Kobolyev y Krutikhin, ninguno de los expertos mencionados respondió a la solicitud de comentarios.


Evolución jurídica desfavorable para Gazprom


Puede comprobarse que el panorama jurídico actual, al igual que la evolución financiera, no ha sido propicio para Gazprom ni para Rusia. El sabotaje no fue reconocido como fuerza mayor por un tribunal de arbitraje, lo que contradice las valoraciones de los Sres. Kobolyev, Krutikhin y Vakulenko, que escribieron que “una fuerza mayor” reduciría “drásticamente el riesgo de reclamaciones de indemnización por volúmenes no entregados”. Uniper, una empresa energética alemana, anunció en junio que un tribunal de arbitraje con sede en Estocolmo le había concedido 13.000 millones de euros en concepto de daños y perjuicios por la no entrega de gas y el derecho a rescindir sus contratos con Gazprom, poniendo fin formalmente a su relación, que habría estado contractualmente en vigor hasta mediados de la década de 2030.




La sentencia del tribunal es trascendental y claramente desfavorable para Gazprom. Puede conducir a la exclusión de la empresa del mercado europeo: sus suministros a Europa se redujeron un 55,6% en 2023, según Reuters. Mientras tanto, la sentencia de 13.000 millones de euros supera significativamente el coste estimado de reparación de las dos tuberías de Nord Stream 1 y 2 hasta entre 10 y 20 veces, y es comparable al coste total de construcción de cualquiera de los dos gasoductos.

La sentencia no se ha hecho pública. Por lo tanto, la justificación del tribunal para recompensar una cantidad tan elevada por un corto periodo de no entrega, así como la gravedad de la terminación del contrato, quedan ocultas al escrutinio público. Pero la severidad de la decisión atestigua los enormes volúmenes que Nord Stream 1 había sido capaz de suministrar desde 2011: Uniper afirmó que ya había incurrido en al menos 11.600 millones de euros en pérdidas por los volúmenes de gas no entregados en el periodo aproximado de seis meses comprendido entre mediados de junio y noviembre de 2022.

Según el informe de junio del Oxford Institute for Energy Studies, “el alivio en forma de derechos de terminación concedido por el tribunal Uniper-Gazprom y, posiblemente, otros tribunales se traduce en efectos más inmediatos (pero también potencialmente graves desde el punto de vista financiero) para Gazprom en términos de pérdida de ingresos”.

Sobre todo, la sentencia del tribunal deja claro que invocar la fuerza mayor no sólo no protegió a Gazprom de la responsabilidad de compensación durante todo el período comprendido entre mediados de junio y agosto de 2022, cuando alegó que las sanciones eran un impedimento para las entregas, sino también después del sabotaje del Nord Stream en septiembre de 2022. “Esto, a su vez, confirma que ninguno de los dos acontecimientos fue reconocido por el tribunal como fuerza mayor”, aclaran los autores del informe del Oxford Institute for Energy Studies. En otras palabras, Gazprom fue considerada responsable de los volúmenes no entregados, a pesar de que sus gasoductos ya habían sido volados por un grupo, aún no identificado, de saboteadores de un Estado-nación desconocido.

El no reconocimiento en junio por parte del tribunal arbitral con sede en Estocolmo de la declaración de fuerza mayor de Gazprom también puede tener consecuencias de largo alcance para la empresa. “Si otros tribunales de arbitraje llegan a conclusiones similares a las del tribunal Uniper-Gazprom (permitiendo de esta manera a los clientes rescindir sus contratos) y si los compradores deciden hacerlo, el futuro del gasoducto ruso en Europa quedaría en gran medida excluido”, según el informe del Oxford Institute for Energy Studies.

Sentencias judiciales similares “significarían el fin de importantes exportaciones de gas ruso a Europa”, concluye el informe de Oxford.

Junto a estos acontecimientos jurídicos perjudiciales para Gazprom existe la posibilidad de otra repercusión negativa: el embargo de sus activos. Al día siguiente de que Uniper anunciara su indemnización de 13.000 millones de euros, el consejero delegado de la empresa energética austriaca OMV, financiadora de Nord Stream 2 y propietaria parcial del yacimiento ruso de gas de Yuzhno Russkoye, afirmó que “los pagos de cualquiera a Gazprom en Europa podrían ser embargados”.

Ese mismo mes, Reuters informó que Orlen, la mayor empresa energética de Polonia, advirtió que otras empresas productoras de gas europeas podrían embargar sus pagos por importaciones de Gazprom.

Parece lógico, pues, que Gazprom tenga derecho a saber quién está detrás del ataque a su infraestructura. Sin embargo, irónicamente, el gigante energético podría depender de Alemania para obtener respuestas. Alemania no sólo es el único país con una investigación aún abierta, sino que también se hizo con el 99% de Uniper en diciembre de 2022, rescatando a la empresa con 13.500 millones de euros de fondos públicos. Aunque al parecer Uniper ha estado reembolsando al gobierno, los contribuyentes alemanes, que soportaron los gastos de calefacción más caros de la historia en el invierno de 2022-2023, merecen igualmente que se les diga quién planeó y ejecutó el sabotaje del Nord Stream.

Llama la atención que Estados Unidos haya llenado el vacío, convirtiéndose en el mayor exportador mundial de gas natural licuado en el primer semestre de 2022 y manteniendo su primera posición en 2023.


Parlamentarios y funcionarios europeos afirmaron que el sabotaje beneficiaría a Rusia


Políticos y funcionarios del gobierno afirmaron que el sabotaje beneficiaría a Rusia. Entre ellos, Gerhard Schindler, antiguo jefe de la agencia federal de inteligencia alemana.

Rusia “es la que más gana con este acto de sabotaje”, afirmó Schindler. “La interrupción del suministro de gas puede justificarse ahora simplemente señalando a los gasoductos defectuosos, sin tener que esgrimir supuestos problemas en las turbinas u otros argumentos poco convincentes para romper los contratos de suministro.”

Ine Eriksen Søreide, presidenta del Comité Permanente de Asuntos Exteriores y Defensa del Parlamento noruego, se mostró de acuerdo con Schindler. “Es justo decir que hay un país que tiene interés en hacer lo que se ha hecho”, dijo. “Se trata de Rusia”.

Resulta significativo que Noruega suministre actualmente más del 30% del gas de la UE. Gazprom suministraba alrededor del 35% del gas europeo antes de la guerra de Ucrania, pero Bloomberg informó en mayo de que la empresa estatal noruega Equinor “desempeña ahora un papel destacado en los altibajos de los precios del gas en el continente”.

Del mismo modo, Marie-Agnes Strack-Zimmermann, presidenta de la Comisión de Defensa del Parlamento Europeo, dijo que Rusia podría haber atacado “para sacudir nuestros mercados”.

La Sra. Strack-Zimmermann, que mantiene relaciones muy estrechas con los lobbies que representan a los fabricantes de armas y ha sido descrita como una “halcón de la defensa”, ha exigido aumentos del gasto militar alemán e incluso ha insistido en que las fuerzas armadas de Alemania activen a 900.000 reservistas.

Considerada “una estrella emergente” de la política europea, Strack-Zimmermann tampoco es nueva en la difusión de desinformación. Tras el impacto de un misil en territorio polaco, publicó un post en X en el que culpaba a Rusia sin pruebas. “Esta es la Rusia con la que algunos aquí absurdamente todavía quieren negociar”, escribió. “El Kremlin y sus presidiarios deben dar explicaciones inmediatamente”. Sin embargo, cuando quedó claro que el misil había sido disparado por las fuerzas ucranianas, borró el post.

A pesar de las acusaciones de estos políticos y funcionarios, los investigadores suecos y alemanes han desechado la teoría de que Rusia tuviera algo que ver con el sabotaje del Nord Stream. La relevancia de los buques rusos observados ha sido “descartada” por los investigadores alemanes y sus movimientos “han podido ser excluidos de la investigación”, informó el diario sueco Expressen. Las posiciones de los barcos “han sido cartografiadas y la conclusión es que no han estado en un lugar en el que pudieran haber llevado a cabo la acción”.

Mats Ljungqvist, fiscal jefe de la investigación sueca, declaró a The Guardian que ya estaba “al corriente” de los movimientos de los barcos rusos. “No se trata de información nueva para nosotros”, afirmó.

Ljungqvist declaró anteriormente a The New York Times: “¿Creo que fue Rusia quien voló Nord Stream? Nunca lo he pensado. No es lógico”.

Los reportajes han atribuido el ataque a Estados Unidos o a Ucrania.

En dos ocasiones, en febrero y luego en marzo de 2023, Estados Unidos bloqueó una petición rusa en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para establecer una investigación internacional sobre las explosiones.

Ninguno de los datos, obtenidos durante la única expedición independiente a los cuatro lugares de las explosiones (en la que participé), incluidas imágenes submarinas de drones, vídeos e imágenes de sonar, sugiere la implicación de Rusia.

Occidente y Estados Unidos en particular, con su Sistema Integrado de Vigilancia Submarina mundial y su preeminente recopilación de información de inteligencia, pueden identificar al autor. El propio Vakulenko escribió: “Si el autor fuera Rusia”, Occidente “sabría sin duda que Rusia está detrás de las explosiones”.

Sin embargo, a la vista de los acontecimientos financieros, jurídicos y geopolíticos, de las declaraciones públicas de los investigadores suecos y alemanes, así como de los datos de nuestra expedición y de las capacidades de vigilancia de Occidente, el Sr. Schindler afirmó que “hay muchos indicios de que se trata de una operación encubierta por parte de los rusos” tan recientemente como el mes pasado.

Cabe destacar que, durante su etapa como jefe del espionaje alemán, Schindler fue objeto de críticas tras las revelaciones filtradas en 2013 por Edward Snowden, ex colaborador de los servicios de inteligencia estadounidenses, de que la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos había estado espiando a sus aliados, incluso interviniendo el teléfono de la entonces canciller alemana Angela Merkel.

Schindler, Søreide y Strack-Zimmermann no respondieron a las solicitudes de comentarios.


Los gasoductos seguían teniendo un gran valor para Rusia y Gazprom


Muchos analistas y expertos han afirmado que los gasoductos ya no tienen un valor significativo para Rusia, señalando con precisión que la propia Gazprom había cortado, en agosto de 2022, el flujo de gas a través del gasoducto Nord Stream 1.




Pero, al igual que las afirmaciones de que Rusia o Gazprom se beneficiarían del sabotaje de los gasoductos, los argumentos esgrimidos por el Sr. Vakulenko y otros parecen haber fallado con una contundencia comparable.

En primer lugar, los gasoductos constituían una sólida baza geopolítica para el Kremlin. En segundo lugar, Rusia había empezado a “calcular el coste de reparar el gasoducto y restablecer el flujo de gas”. Por último, la reparación de los gasoductos no había sido descartada por los accionistas europeos.

Por otra parte, las empresas del consorcio Nord Stream y, en última instancia, Gazprom podrían incluso esperar cobrar algún seguro por los gasoductos dañados”, escribió Vakulenko. “Dado que ya parecían destinados a convertirse en un activo varado, eso estaría lejos de ser el peor resultado para la gigantesca empresa”.

En estos puntos, la lógica de Vakulenko sólo se sostiene en parte. En marzo, Gazprom y los demás accionistas interpusieron una demanda de 400 millones de euros contra sus aseguradoras por negarse a pagar una indemnización por las explosiones que destrozaron Nord Stream 1. Sin embargo, esta suma, que presumiblemente se repartiría entre los accionistas, es una mera fracción de los miles de millones que Gazprom se embolsó por las entregas de gas a través de Nord Stream 1. También es una nimiedad al lado de la asombrosa pérdida de 6.900 millones de dólares de Gazprom, los aproximadamente 13.000 millones de indemnización que puede tener que pagar a Uniper y, sobre todo, la posible desvinculación de la empresa energética rusa del mercado europeo.

Según el análisis del Sr. Vakulenko, el valor de 10.000 millones de dólares de Nord Stream 2 se vio muy disminuido porque, en febrero de 2022, Alemania puso fin a su proceso de certificación, impidiendo que las entregas de gas llegaran a iniciarse. Pero también aquí su lógica es deficiente: La oferta de Rusia de suministrar gas a través del tubo B de Nord 2, el único ramal que no resultó dañado en el ataque, fue rechazada por Occidente. Además, Gazprom aún no ha presentado una demanda por daños y perjuicios relacionados con Nord Stream 2.

Dañar irreparablemente sus propios gasoductos parece “especialmente absurdo si Moscú quiere reservarse la opción de reanudar las entregas de gas natural a Europa en algún momento en el futuro, y seguir utilizando la energía como palanca política”, informó Der Spiegel.


A diferencia del Nord Stream 2, Gazprom ha demandado por daños y perjuicios al Nord Stream 1


En marzo, Nord Stream AG (un consorcio en el que Gazprom tiene una participación mayoritaria del 51%, junto con cuatro empresas energéticas europeas) presentó una demanda de 400 millones de euros contra Lloyd's of London y Arch Insurance por negarse a pagar una indemnización por las explosiones submarinas que destrozaron Nord Stream 1.

Lloyd's of London y Arch Insurance, con sede en las Bermudas, se negaron a pagar la indemnización, alegando que sus pólizas no cubren las explosiones submarinas que rompieron los tubos A y B del Nord Stream 1 porque los daños fueron infligidos por “un gobierno”.

En junio, Nord Stream AG respondió alegando que corresponde a los demandados, las aseguradoras occidentales, aportar pruebas que identifiquen al Estado-nación responsable de planificar, ordenar y ejecutar el sabotaje.

El caso del demandante [Nord Stream AG]... se basa en que se establezca el caso de los demandados, es decir, que los daños constituyen destrucción o daños a la propiedad por o bajo la orden de cualquier gobierno”, declaró Nord Stream AG en su Respuesta a la solicitud de información adicional de los Demandados. “Por lo tanto, el Demandante se basará a este respecto en los hechos y cuestiones que alegue y pueda probar el Demandado a este respecto”.

Esta dinámica del pleito es potencialmente incómoda para Occidente. Para evitar el pago de una indemnización sustancial, las aseguradoras occidentales pueden verse obligadas legalmente a identificar al país responsable de ese ataque, que inevitablemente será un país o países occidentales.

De lo contrario”, afirmaba la respuesta de Nord Stream AG, “la información adicional solicitada [prueba de qué “gobierno” es el autor del atentado] no es razonablemente necesaria y proporcional para posibilitar que los demandados preparen su propio caso o comprendan el caso al que tienen que hacer frente”.

(La respuesta de Nord Stream AG fue hecha pública por el ingeniero sueco Erik Andersson, que dirigió la única expedición de investigación privada, en la que yo participé, a los cuatro lugares de explosión de los gasoductos de Nord Stream).

Si las aseguradoras occidentales no consiguen identificar al “gobierno” culpable, podrían ser responsables de 400 millones de euros, una mera fracción de los más de 13.000 millones de euros en daños y perjuicios que un tribunal ha dictaminado que Gazprom debe pagar a Uniper. Para ellos, identificar al gobierno o gobiernos responsables equivaldría a admitir que el país (Ucrania, al que Occidente apoya en el conflicto con Rusia) cometió un acto de sabotaje contra las infraestructuras críticas a las que daban cobertura. A la inversa, si Estados Unidos es el autor, significa que el supuesto garante de la seguridad europea ha ejecutado un ataque contra sus protectorados. Cualquiera de las dos revelaciones sería mortificante para la OTAN y Occidente.


Suministro de gas: ¿Influencia geopolítica rusa o aniquilado por las sanciones occidentales?


Gazprom ha culpado a las sanciones occidentales de la reducción y posterior interrupción del suministro de gas a través de Nord Stream 1. El 14 de junio de 2022, Gazprom anunció que reducía el flujo, justificando la reducción “debido a que la alemana Siemens no ha devuelto a tiempo las unidades compresoras de gas tras su reparación”. Un mes después, el 14 de julio de 2022, Gazprom informó a varios compradores europeos en una carta, con fecha anterior al 14 de junio, de que declaraba retroactivamente fuerza mayor en las entregas. Por último, el 2 de septiembre de 2022, Gazprom anunció el cierre total de las entregas de gas a través de Nord Stream 1, alegando que las sanciones occidentales le habían impedido recibir las piezas necesarias para el mantenimiento y reparación de una turbina necesaria para el funcionamiento seguro del gasoducto.

Occidente replicó, acusando a Rusia de chantajear a Europa con energía en medio de la guerra de Ucrania y en el apogeo de la crisis energética europea. En julio de 2022, Alemania declaró que, dado que las piezas retrasadas debían utilizarse a partir de septiembre, su ausencia no podía estar relacionada con la reducción del flujo de gas. Al mes siguiente, el canciller alemán, Olaf Scholz, dijo que la turbina podría enviarse a Rusia en cuanto aceptara su recepción. “Las sanciones actuales no afectan ni a la importación de la turbina a Europa ni a su exportación a Rusia”, afirmaba un comunicado de prensa del gobierno. Aún no está claro si la turbina y las piezas designadas para septiembre son las mismas.

Del mismo modo, el suministro de gas ruso no estaba sometido a sanciones de la UE en ese momento, lo que llevó a Fatih Birol, director de la Agencia Internacional de la Energía, a rebatir que Moscú podía aumentar los suministros en un tercio si así lo decidía.

Antes de que la turbina pudiera ser devuelta a Rusia, el Presidente Vladimir Putin respondió que Gazprom exigiría documentación legal que confirmara que el equipo no estaba sujeto a sanciones y que cualquier mantenimiento futuro no se vería afectado por las sanciones.

¿Qué motivó realmente la declaración de fuerza mayor de Gazprom, su decisión de reducir y finalmente cortar el flujo de gas, y su aparente negativa a recibir la turbina? ¿Pretendía Rusia proteger el valor de su moneda y limitar su exposición a la congelación de activos, como decretó en marzo de 2022, exigiendo a los compradores que pagaran en rublos por el gas ruso? De ser así, estas medidas probablemente habrían salvaguardado las entregas de gas ruso en lugar de ponerlas en peligro.

O bien, ¿estaba Gazprom manipulando intencionadamente los volúmenes de gas para utilizarlos como moneda de cambio con Europa, con el objetivo de obtener concesiones geopolíticas sobre Ucrania?

Las respuestas a estas preguntas no están claras y puede que haya algo de cierto en ambas. Aunque las sanciones, la falta de una turbina y otros problemas de mantenimiento hicieron “inevitable” la reducción de los suministros, la “presión que la reducción de los flujos ejercía sobre Europa probablemente tampoco pasó desapercibida para la empresa”, según un informe de julio de 2022 del Oxford Institute for Energy Studies.


Acciones sospechosas de Gazprom


Aunque todas las evidencias se están revisando cuidadosamente, parece razonable esperar que algunas de ellas se desclasifiquen pronto”, escribió el Sr. Vakulenko el 30 de septiembre de 2022, cuatro días después de que se detectaran las fugas en los gasoductos.

Ahora, casi dos años después, no se ha desclasificado absolutamente nada.

Para ser justos, el Sr. Vakulenko y otros no han pretendido atribuir una responsabilidad concluyente por el ataque; simplemente han contribuido a la propagación generalizada del argumento falaz de que el sabotaje jugaría a favor de Gazprom o de Rusia. Esta forma de enmarcar la saga del Nord Stream ha inclinado sin fundamento el argumento hacia un engañoso desenlace de escasa culpabilidad rusa con el más endeble de los pretextos.




Pero algunos aspectos del comportamiento de Gazprom parecen sospechosos. La empresa dejó pasar 30 días antes de declarar fuerza mayor, enviando una carta a sus compradores europeos antedatada al 14 de junio. No hay pruebas de que realmente invocara fuerza mayor, aunque el procedimiento de arbitraje puede haber sido un “caso de manual” de fuerza mayor. Además, parece que Gazprom no dedicó amplios recursos legales para su defensa.

Estos esfuerzos superficiales de Gazprom (parece que no se molestó en nombrar a un árbitro, por ejemplo) pueden explicarse por la falta de previsión de la empresa ante una “sentencia sorprendente” e “histórica” en su contra. Desde el principio, la intención de Gazprom pudo haber sido hacer caso omiso de las sentencias de los tribunales internacionales y, en su lugar, “apostar por lo que parece ser una suposición general del mercado de que las perspectivas de que los compradores de gas puedan hacer cumplir cualquier sentencia contra Gazprom parecen sombrías”, según el informe de Oxford de junio. El trabajo también señala que la ejecución contra los activos de Gazprom es “probablemente una lucha cuesta arriba por motivos como las sanciones, la posible ocultación de activos y los procedimientos judiciales paralelos”.

A la sospecha de que Gazprom podía haber sabido en todo momento que no tenía intención de hacer frente a ninguno de los pagos por daños y perjuicios, y confiaba en que sus activos permanecerían a salvo, se añade la posibilidad de que el sabotaje no haya sido el acto masoquista que algunos acusaron a Rusia de cometer. No es “obvio que otros tribunales tampoco vayan a reconocer las explosiones del Nord Stream como casos de fuerza mayor”, escribieron los autores del informe de Oxford.

Por último, es posible que el sabotaje no haya perjudicado significativamente a la economía rusa. El Fondo Monetario Internacional espera que Rusia crezca un 3,2% en 2024, más rápido que todas las economías avanzadas. En comparación, se prevé que Alemania, el país que más dependía del gas ruso barato, sea la economía avanzada con peores resultados por segundo año consecutivo, según el FMI y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.



Los medios de comunicación y los expertos de los think tanks hacen propaganda


Los medios de comunicación y los expertos se han adjudicado el poder de inculpar a Rusia. “Rusia vuela gasoductos y declara una guerra energética total que ya puede haber perdido”, tituló la revista Time un artículo descaradamente arrogante pero profundamente infundado tres días después de la detonación de las bombas. “El ataque de Rusia a los gasoductos Nord Stream significa que Putin ha convertido la energía en un arma”, titulaba con total confianza 19FortyFive.Forbes siguió su ejemplo, informando sin fundamento de que “Rusia ha sido implicada en el ataque, aunque el Kremlin lo niega”.




¿Qué demonios está pasando en el sector energético? Sí, así es, podemos incluir una referencia a TikTok en un artículo sobre los mercados mundiales de materias primas”, continuaba extrañamente el artículo de Forbes. “Así es como lo hacemos”.

¿“Hacer” exactamente qué?, parece justamente una pregunta para Forbes. El medio de comunicación ofrece una respuesta, aunque perpleja: “Pero en serio... Es como un episodio de Jerry Springer. El único problema es que nos afecta a todos”. Así que si “todo esto le confunde, no se preocupe”, se dice a los lectores, porque Forbes “va a explicarle de lo que va, los problemas que se avecinan y cómo los inversores pueden navegar por estas aguas inexploradas”.

En el momento de escribir estas líneas, ni Forbes, ni 19FortyFive ni Time han escrito una corrección para abordar o rectificar las tergiversaciones e inexactitudes de sus artículos. Tampoco lo ha hecho la multitud de medios de comunicación que publican artículos falsos o sin fundamento.

La cobertura del sabotaje en los principales medios de comunicación y en las revistas del establishment se ha negado casi invariablemente a vincularlo con los problemas financieros y legales de Gazprom o con la disminución de la influencia geopolítica de Rusia en Occidente. El único medio que ha roto la omertà ha sido el Financial Times, que en febrero escribió que “Gazprom parecía estar en una posición mucho mejor”, pero que “sus perspectivas cambiaron en septiembre de 2022 cuando las explosiones submarinas rompieron los gasoductos Nord Stream... reduciendo drásticamente la capacidad de Moscú de utilizar el combustible como palanca”.

Tal admisión de que el sabotaje perjudicó tanto a Rusia como a Gazprom debilita la idea, expuesta por el Sr. Vakulenko y otros, de que destruir su propia infraestructura les beneficiaría. Irónicamente, el propio Vakulenko no sólo aparece citado en el artículo de febrero del Financial Times, sino que también ha sido citado en el periódico siete veces y ha escrito dos artículos de opinión para el periódico desde que los explosivos perforaron los gasoductos hace más de 600 días: tiempo de sobra para ajustar su análisis en función de ello.

El Sr. Valenko fue citado por última vez en el periódico el 22 de julio de 2024, pero no ha utilizado ninguna plataforma para conciliar sus afirmaciones iniciales con los hechos ahora disponibles. (Al parecer, lo más cerca que Vakulenko estuvo de reconocer que el sabotaje perjudicó a Rusia o a Gazprom fue en junio de 2023, cuando se refirió a las inversiones en los gasoductos como meros “costes irrecuperables”, pero no ofreció más detalles, aparte de señalar que la venta de gas por gasoducto a China nunca podrá reemplazar el diezmado suministro de gas ruso”.


Gazprom y Rusia salieron perjudicados, no beneficiados, del sabotaje al Nord Stream


A raíz de los acontecimientos financieros y jurídicos ocurridos desde el sabotaje, que ha durado casi dos años, algunos expertos han tomado medidas para rectificar, admitiendo que Rusia y Gazprom se vieron afectadas, y no favorecidas, por la destrucción de los gasoductos Nord Stream 1 y 2.

En septiembre de 2023, Andreas Umland, analista del Stockholm Center for Eastern European Studies, dijo que Rusia pudo haber intentado “matar dos pájaros de un tiro” al volar los gasoductos.

Al preguntársele a qué se refería, Umland explicó que un pájaro era debilitar el apoyo occidental a Ucrania. Las «acusaciones» que implican a Ucrania pueden hacer creer a los europeos que «los ucranianos no son mucho mejores que los rusos porque volarían gasoductos», me dijo.

El segundo pájaro, según Umland, es que el sabotaje puede facilitar que Gazprom evite las reclamaciones de indemnización por volúmenes no entregados. Sin embargo, cuando se le preguntó si, a la luz de las dificultades financieras de Gazprom y de la sentencia desfavorable del tribunal, reconoció que sólo uno de esos pájaros puede seguir siendo cierto hoy en día.

«Creo que [el sabotaje] sigue siendo una fuente de discordia», me dijo Umland. «Pero está claro que toda esta guerra no beneficiaba a Gazprom».


El mayor daño tanto a Rusia como a Gazprom 

se sigue omitiendo


El mayor daño tanto para Rusia como para Gazprom fue doble: En primer lugar, es probable que el sabotaje haya asestado el golpe definitivo al gasoducto ruso en Europa. En segundo lugar, la sentencia del tribunal de arbitraje que permite a Uniper rescindir sus contratos vigentes con Gazprom (y posiblemente sentencias similares de otros tribunales) cerrará en gran medida el futuro de las ventas rusas de gas por gasoducto al continente europeo.

Blandir los suministros de gas para ocupar un terreno geopolítico más elevado es muy diferente de colocar bombas en tus propias infraestructuras críticas y cortar permanentemente el acceso a tu mayor mercado. Esto por sí solo subraya la deficiencia y lo incompleto de los argumentos que afirman que las luchas de Gazprom y la consiguiente pérdida de ingresos para el Estado ruso son “totalmente autoinfligidas”.

Sin embargo, a pesar de los numerosos hechos que han surgido desde el ataque, el daño causado a Rusia y a Gazprom por el sabotaje sigue siendo ignorado voluntariamente. Los políticos y expertos que afirmaban que el sabotaje sería beneficioso para Rusia o Gazprom desde el punto de vista financiero, jurídico o geopolítico parecen haberse limitado a hojear los primeros capítulos de la historia del Nord Stream. Hasta ahora, casi ninguno de ellos se ha autocorregido públicamente tras familiarizarse precipitadamente con su compleja trama. Pero, como el autor del sabotaje aún no ha sido desenmascarado, todavía tienen la oportunidad de encargar por adelantado la secuela inacabada del libro. Quizá acabe siendo un bestseller internacional.


Fuente: Diario 16+