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domingo, 7 de septiembre de 2025

Europa no puede seguir ignorando las advertencias rusas

 

      Fue corresponsal de La Vanguardia en Moscú, Pekín y Berlín. Autor de varios libros; sobre el fin de la URSS, sobre la Rusia de Putin, sobre China, y un ensayo colectivo sobre la Alemania de la eurocrisis.


Sobre el último artículo del profesor ruso Sergei Karagánov


     Un reciente artículo del profesor ruso Sergei Karagánov nos recuerda, en los términos más inquietantes, que Europa no puede seguir ignorando las advertencias del establishment ruso de la seguridad nacional. Hace tres años esa actitud culminó con la invasión rusa de Ucrania. Hoy no se puede anunciar desde Europa una guerra contra Rusia para los próximos años y ponerle incluso fecha, como han hecho algunos importantes jefes militares alemanes, y pretender que no haya consecuencias. Esa actitud que sugiere una profecía autocumplida, equivale a una invitación a que Rusia ataque preventivamente para evitar daños mayores, es decir a una repetición, ahora en grande, de lo que determinó la invasión de Ucrania hace tres años.


Sergei Karagánov.

El artículo, titulado “Una mala ruptura con Europa”, aquí traducido con sus enlaces en ruso de fácil traducción automática para profundizar en su amplio contexto argumental Una mala ruptura con Europa – Rafael Poch de Feliu , debería ser lectura obligatoria para los ignorantes y desprestigiados energúmenos que gobiernan hoy en Berlín, Londres y París, por no hablar de Bruselas. Condensa muy bien una advertencia a esa Europa que ha renegado de la diplomacia y del diálogo más elemental con una superpotencia nuclear y que se niega siquiera a escuchar los argumentos y puntos de vista de su adversario, apostándolo todo a una “derrota estratégica” tan ilusoria como temeraria y demencial, teniendo en cuenta la capacidad de destrucción masiva en presencia.




El artículo recuerda, de nuevo, que nos estamos metiendo en un enredo sumamente peligroso, como se ha repetido profusamente desde estas páginas, y que estamos gobernados por irresponsables personajes completamente ajenos a esos peligros.

El militarismo y el peligro de una guerra mayor están aumentando en el mundo. En términos históricos las potencias emergentes ganan peso y Occidente, el mundo euroatlántico, lo pierde. La creciente tensión militar mundial se deriva, fundamentalmente, de ese desplazamiento del poder global hacia Oriente y el Sur en detrimento del Norte. En este gran cambio, Rusia es la bisagra. Como país del Norte y parte de Europa, sufre el problema de su declive igual que Estados Unidos y las viejas potencias europeas, pero su dualidad euro-asiática permite a su elite gobernante y a su sociedad un particular juego de adaptación al nuevo mundo que se perfila. Quienes mandan en Rusia no solo pueden permitirse una ruptura con Europa y un enfoque hacia Asia, sino que han concluido que ese tránsito es lo mejor para preservar la independencia y soberanía nacional así como el monopolio de su élite gobernante sobre sus inmensas riquezas ante los embates de la globalización y el militarismo occidental que empalma una guerra con otra desde el fin de la bipolaridad, hace más de tres décadas.


Mark Rutte, secretario general de la OTAN, durante una visita en Alemania el pasado mes de agosto.

El profesor Sergei Karagánov es uno de los principales intelectuales orgánicos del régimen ruso. Presidente honorario del Consejo de Política Exterior y de Defensa, el principal laboratorio de ideas ruso, Karagánov no marca la línea del Kremlin, pero es uno de los que mejor definen la reflexión rusa en este dramático tránsito. Hace dos años, las observaciones de Karagánov fueron determinantes para que el Kremlin enmendara la doctrina nuclear rusa.

Los ingredientes de Karagánov son un nacionalismo ruso a la Solzhenitsyn (el escritor fue el primero en decir en los noventa que la “salvación” y regeneración de Rusia estaba en Siberia), abierto al cosmopolitismo multicultural soviético que se deriva del universo multinacional de la Federación Rusa, y un gran énfasis en el tradicional militarismo reactivo ruso-soviético, que la estupidez occidental alimentó al ignorar durante décadas los intereses del mayor país de Europa en población y del mundo en territorio. El tercer rasgo es una fuerte autoafirmación de gran potencia que ha ido creciendo a lo largo de los años como reacción a lo que los rusos han vivido como una creciente agresividad y avasallamiento occidental, y que ha tomado el relevo al occidentalismo que dominó el colapso y la humillación del país en los años noventa.

Como adelanto algunos extractos del artículo:

Desmoronándose por dentro, las élites europeas ya hace una década y media tomaron el rumbo de exagerar la imagen de Rusia como enemigo mortal. Luego, con entusiasmo, se dedicaron a intentar infligir una derrota estratégica a través de Ucrania. Y ahora se han embarcado abiertamente en la preparación para una gran guerra dentro de 5 – 7 años”(…)La línea está marcada: dentro de 5-10 años, si no se detiene el proceso, pueden tener muchas más fuerzas armadas. Por ahora no hay que temerles en el ámbito militar, pero si se fortalecen y se envalentonan, volveremos a encontrarnos en una situación de riesgo. No podemos permitir que eso ocurra”.

Con ese “volveremos a encontranos”, Karaganov se refiere a las recurrentes invasiones occidentales sufridas por Rusia a lo largo de su historia y en especial a la última de ellas que ahora se recuerda fue no solo “alemana”, sino “europea”:

Durante mucho tiempo mostramos una nobleza que resultó ser miope, enfatizamos el papel de los pequeños grupos partisanos antifascistas, en su mayoría comunistas, cerrando los ojos ante el hecho de que Hitler contaba con el apoyo de decenas, si no cientos, de veces más europeos”. Ahora, no habrá seguridad mientras no se rompa la voluntad de confrontación de las élites europeas y su esperanza de vencer en tal confrontación”. Para ello, Rusia debería optar por una mucho mayor contundencia militar con “respuestas desproporcionadas”:

Cualquier provocación en el Báltico, en las fronteras con la OTAN contra Rusia, debe ser respondida de manera desproporcionada”, dice. La argumentación es meridiana:

Nuestra indecisión, nuestra falta de preparación para responder con dureza
a los ataques contra nuestras ciudades y nuestras fuerzas estratégicas,
 se interpreta como debilidad, lo que refuerza la sensación de impunidad y la agresividad. Con nuestra cautela, estamos jugando a favor de la estrategia del enemigo, que espera arrastrarnos a una guerra prolongada y, tarde o temprano, agotarnos, provocar una división entre las élites y socavar el apoyo a nuestra máxima autoridad
(…). “Por eso, en respuesta a esos ataques hay que golpear las fuerzas estratégicas del Reino Unido o incluso de Francia. Anunciando, por supuesto, que en caso de «respuesta», nuestra represalia será nuclear”.

Tras el ataque a Irán del pasado junio que pisoteó todas las líneas rojas, intentando decapitar al grupo dirigente iraní en medio de una negociación, “no quedan dudas” sobre los métodos del adversario, dice Karaganov, “pero el objetivo principal somos nosotros”. Occidente debe volver a temer a Rusia, de lo contrario los riesgos de una guerra nuclear serán mucho mayores, y para ello Moscú debe hacer valer su músculo nuclear:


Estados Unidos bombardea Irán. JR MORA.

Hay que advertir de nuevo a Londres y París de que, en caso de que envíen tropas al territorio de Ucrania, serán consideradas participantes directas del conflicto, y Rusia se verá obligada a comenzar a lanzar ataques contra sus activos y bases, primero en el extranjero y con municiones no nucleares”. Alemania ocupa un lugar central en esa advertencia:

Berlín debe saber que si recurre a las armas nucleares y sigue luchando de facto contra Rusia no habrá piedad. Y Alemania por fin responderá por su culpa histórica ante una humanidad que intenta olvidar: por desencadenar dos guerras mundiales, por el Holocausto, el más terrible de los muchos genocidios cometidos por los europeos, y por el genocidio de los pueblos de la URSS. La nobleza de los dirigentes soviéticos, que impidieron la liquidación de Alemania, resultó contraproducente. No se puede permitir que Alemania vuelva a ser una amenaza para la paz y para nuestro país(…)

La moderación y la buena voluntad son contraproducentes y se impone un realismo militar tan frio como demencial:

Es necesario renunciar, al menos a nivel de expertos, a la tontería heredada de la época de Gorbachov y Reagan: la afirmación de que «en una guerra nuclear no puede haber vencedores y no debe desencadenarse». Por supuesto, hay que tomar todas las medidas para evitar una gran guerra. Pero esta postura no solo contradice las doctrinas sobre el uso de armas nucleares y la lógica elemental, sino que también allana el camino para la agresión no nuclear, que es lo que hemos obtenido(…). Así que la conclusión que se impone es de un brutal realismo, digno de los “estrategas” americanos de la guerra fría:

Vale la pena pasar a una táctica de amenazas directas, respaldadas por la disposición a recurrir, en caso extremo, a ataques preventivos, inicialmente con armas no nucleares (…). Si todas las medidas no sirven de nada, habrá que pasar a la siguiente fase y empezar a lanzar ataques contra centros logísticos y bases militares en los países que apoyan la agresión contra Rusia”(…). En caso de que se llegue —Dios no lo quiera— a la necesidad de lanzar ataques desarmadores y decapitadores contra Gran Bretaña e incluso Francia, será necesario activar el sistema de defensa antimisiles, la defensa civil, y advertir de que si una sola ojiva del adversario llega a nuestro territorio o al de Bielorrusia, estos países serán borrados de la faz de la tierra”.


Todos contra Rusia.

Europa no puede seguir ignorando las advertencias rusas y tiene que regresar a la diplomacia y el diálogo con su adversario.


Del blog personal de

Rafael Poch-de-Feliu

sábado, 6 de septiembre de 2025

El auge de Azov en Ucrania

 

Periodista independiente que ha visitado o vivido en Ucrania desde su infancia. Actualmente reside en el extranjero y cubre la historia y la política ucranianas.



Los medios de comunicación liberales han glorificado a Biletsky y a las brigadas Azov como los poseedores de una respuesta única a todos los problemas de Ucrania. Desde esos medios se ataca a Zelensky como el causante de todos los males del país



     Ne tak stalosya, yak hadalosya ('Las cosas no ocurren como se planearon', proverbio ucraniano)

1933. Los partidos burgueses tradicionales se ven desesperadamente superados en el parlamento. Forman una coalición con el partido nacionalsocialista de Adolf Hilter. Lo nombran canciller. Los grandes empresarios creen que será fácil controlar a este exaltado intelectual pequeño-burgués y a sus seguidores lumpen.


Una fábrica alemana destruida, 1945.

2013. El presidente de Ucrania anti-nacionalista, favorable a la neutralidad con respecto a la OTAN y a las buenas relaciones con Rusia, Viktor Yanukovych, decide financiar a los etnonacionalistas de Ucrania occidental del partido Svoboda. Eran un buen ardid electoral para convencer a los ucranianos sur-orientales, cansados de Yanukovych, de que apoyarlo era la única manera de evitar la toma del poder por parte de los fascistas. Para Yanukovich habría de ser fácil manipular a estos paletos campesinos.


Svoboda en las protestas Euromaidán contra Yanukovych de 2013 sosteniendo retratos del líder fascista de la década de 1940, Stepan Bandera.

2019. Igor Komoloisky, el magnate artero hasta extremos arquetípicos, hace todo lo posible para llevar al poder a su empleado: el comediante Volodímir Zelensky. Kolomoisky estaba cansado de las presiones sobre su imperio empresarial ejercidas tanto por el FMI como por el presidente y oligarca rival, el pro-occidental Petró Poroshenko. Para el todopoderoso Kolomoisky habría de ser fácil controlar a este showman con la cabeza vacía.


Zelensky y Kolomoisky durante su único encuentro público en 2020.

Excepto que Hitler arrastró a la burguesía alemana a una guerra que no podía ganar, Svoboda y sus organizaciones hermanas derrocaron al gobierno de Yanukovich en el sangriento invierno de la revolución del Euromaidán y Zelensky encarceló a su antiguo jefe y supuesto titiritero en 2023.


Las últimas fotos de Kolomoisky muestran que no se ha adaptado bien a la vida en cautiverio.

Y ahora, 2025.

Los liberales y líderes de opinión de los medios de comunicación pro-occidentales están cansados del teatrillo geopolítico de Zelensky y la corrupción de su séquito. Representantes del mayor partido pro-occidental de la oposición, 'Solidaridad Europea', del ex-presidente Poroshenko, expresan abiertamente su preocupación por que los EEUU se “estén lavando las manos” por lo que hace a Ucrania y culpan a Zelensky de incompetencia. Otro diputado de este partido afirmó el 20 de mayo que la ayuda militar estadounidense a Ucrania se terminaría a finales de este verano ya que Trump no ha aprobado nuevos envíos de armamento.

A medida que el frente continúa derrumbándose lenta pero inexorablemente, todo lo que Zelensky puede declarar es su negativa a aceptar la demanda de Rusia de que Ucrania abandone su deseo, fijado constitucionalmente, de entrar en la OTAN. Los medios occidentales también confían ciegamente en el comediante en jefe.

Si todo sigue así, Ucrania está acabada. Éste es el mensaje que el segmento liberal nacional de los medios de comunicación ucranianos repite de manera constante. Pero es una preocupación que tiene una respuesta.

Hay una unidad del ejército que tiene un talento único y dispone de tecnología avanzada. Se presenta de continuo como la antítesis a la corrupción endémica al viejo y “soviético” ejército ucraniano y al séquito de Zelensky. Medios liberales como Ukrainska Pravda o Bihus, antes subvencionados por USAID, publican con regularidad historias sobre la corrupción de otras unidades militares, o la corrupción de oficiales próximos a Zelensky como Tatarov, Tymoshenkov o Reznikov, pero jamás sobre esta unidad en particular.

Y esta unidad en el ejército no es sólo una unidad: es un “movimiento”, una “familia”, como se denomina a sí misma. Está al frente de la reforma del ejército para que se ajuste a los estándares organizativos de la OTAN. Está dirigida por un líder carismático que no para de dar entusiastas entrevistas a los medios liberales.

Por supuesto, esta unidad es Azov.




En Ucrania y fuera de ella hay influyentes fuerzas de corte liberal que agitan a favor del movimiento Azov, para que tome el control del ejército ucraniano. Por la manera en que miran a su líder, Andriy Biletsky, y critican a Zelensky, parece difícil creer que quieran otra cosa para Azov a que se haga también con el control de la esfera política.


Azovitas erigiendo un monumento pagano en una de sus bases, 2017.

Sin duda, deben creer que serán capaces de cabalgar este tigre. Azov y los liberales ucranianos tienen en verdad muchas cosas en común. Ambos están compuestos por la pequeña “clase media” de Ucrania, que se ve a sí misma combatiendo una guerra sagrada por la “civilización” tanto contra las masas ucranianas, ignorantes y fácilmente manipulables, como contra la amenaza “asiática” rusa. Los liberales de Ucrania han pedido incrementar la censura antimilitarista tanto como los nazis de Azov.

La gran burguesía alemana hizo mucho dinero de la guerra, antes y después de 1945. Huelga decir que no fue el caso del pueblo alemán.

En el pasado he escrito sobre los conflictos entre los liberales “sorosianos” y los nacionalistas azovitas. Pero por ahora mantienen una clara alianza táctica contra un enemigo mayor. Quién sabe qué deparará el futuro cuando sus caminos diverjan.

Por ahora, por una parte, los medios de comunicación liberales han glorificado a Biletsky y a Azov como los poseedores de una respuesta única a todos los problemas de Ucrania. No hay más que entregarles las llaves del castillo. Por la otra, los mismos medios de comunicación liberales han pasado a la ofensiva contra el cese de los “nuevos y patrióticos comandantes de élite” a manos de “los viejos generales soviéticos corruptos”. Los “nuevos y patrióticos comandantes de élite”, simbolizados por Azov, quieren minimizar las bajas luchando en una “guerra de alta tecnología”, mientras que “los viejos generales soviéticos corruptos” malgastan incontables vidas y sólo se preocupan por sus futuras pensiones.


Andriy Biletsky, lider del movimiento Azov ucraniano.

Zelensky a veces aparece nombrado como el único responsable de estas pérdidas sin sentido, pero aún más como responsable directo por la corrupción recientemente revelada en la construcción de fortificaciones. Finalmente, han planteado las mismas preguntas por las últimas masacres de tropas ucranianas recién movilizadas.

Los medios de comunicación ucranianos y sus patrocinadores

Antes de entrar en materia, un par de palabras sobre los periodistas y grupos mediáticos que describo como “medios de comunicación liberales de Ucrania”.

En primer lugar, sus publicaciones. Ukrainska Pravda (UP) es el medio de comunicación liberal más influyente del país. Estuvo subvencionado por USAID desde comienzos de los 2000. Por supuesto, UP y otras publicaciones liberales, como Bihus y Slidstvo, han estado pidiendo donaciones desde que Trump cerró el grifo de USAID.

En segundo lugar, sus patrocinadores. Tomas Fiala: este empresario checo, socio de George Soros, adquirió UP en 2021, y posee o tiene participaciones en otras tantas cabeceras liberales, incluyendo el Kyiv Post, NV Radio y Forbes Ukraine. Aparte de figuras como Fiala, la UE militarista también ha dado un paso al frente para llenar el hueco dejado por Trump. Bruselas anunció el 20 de mayo que había enviado sus primeros cinco millones de euros para ayudar a las emisiones de Radio Free Europe en Ucrania.

Finalmente, Yury Butusov. Éste es un nombre que veréis a menudo en las discusiones sobre el periodismo de guerra en Ucrania. Butusov es el periodista de guerra más conocido del país, aunque en otro lugar ya he hablado de cómo ha esquivado el reclutamiento. Butusov ha sido desde siempre un crítico feroz de Zelensky y, como la mayor parte de los liberales, era mucho más cercano al expresidente Petró Poroshenko. Butusov es entrevistado con frecuencia por UP, aunque también tiene su propio proyecto comunicativo en Censor.net. Este periodista fanático es originario de Ucrania oriental, rusoparlante y también dirige unos cuantos proyectos relacionados con el periodismo desde el frente usando el idioma ruso y con el objetivo de desmoralizar a las tropas rusas.

Ahora ya podemos pasar a la guerra informativa como tal, la que dirige Azov contra la élite militar del país y Zelensky.

El auge de Azov

Hubo una época en la que Andriy Biletsky era más conocido como el líder de una banda de hooligans de fútbol neonazis de la ciudad oriental de Járkov, en la que organizaban ataques racistas contra los vendedores vietnamitas en los mercados. Entonces se hacían llamar “Asamblea Social Nacional” y “Patriotas de Ucrania”. Su discurso sobre la misión de Ucrania a la hora de “liderar las razas blancas del mundo en la cruzada final contra los subhumanos semíticos” ha sido citado en múltiples ocasiones.

Biletsky es ahora el comandante del III Cuerpo del Ejército, una de las primeras unidades del ejército ucraniano de la muy cacareada transición hacia los estándares organizativos de la OTAN. Las acciones de Biletsky en el frente mediático no son menos impresionantes.

El 14 de mayo Yury Butusov publicó su última entrevista con Biletsky, titulada 'La doctrina Biletsky'. En ella, Biletsky esboza su plan maestro sobre cómo podría reformarse el ejército siguiendo las directrices de Azov. Después de todo, como ha repetido en varias ocasiones, Azov es la unidad más tecnológicamente avanzada, más motivada, mejor organizada y, en definitiva, la mejor unidad del ejército ucraniano. Éste es un sentimiento compartido por los medios de comunicación liberales ucranianos.

Según Biletsky, costaría dos mil millones de dólares estadounidenses anuales actualizar el resto del ejército a los niveles de Azov. Sin embargo, también afirma que sería financieramente sostenible, puesto que una reforma de este calado supuestamente salvaría las vidas de miles de soldados, y la familia de cada soldado fallecido ha de ser compensada por el gobierno. Lo que se dice una lógica atractiva.

Hay muchas cosas a comentar de esta entrevista, incluyendo las quejas habituales de Biletsky de que el gobierno no está proporcionando a Azov los suficientes drones y su protesta contra los generales corruptos e indiferentes que quieren que sacrifique a sus hombres en misiones que no conducen a ninguna parte. También se queja de que Azov sea utilizada como una “unidad de bomberos”, yendo constantemente de aquí para allá para cubrir los agujeros en el frente. Para él, la solución es clara: todo el ejército ha de convertirse en Azov.

La parte más interesante de la entrevista, con todo, es cuando resume su vida: “En cuanto a mi carrera, está construida sobre la guerra”. Biletsky recuerda cómo a comienzos de 2014 él y sus matones eran los únicos dispuestos a matar a otros ucranianos que se opusiesen a la nueva vía nacionalista del país. El ejército regular desertó y no quería disparar contra sus conciudadanos.

Sus azovitas se contraponían al “viejo y corrupto ejército”, el de entonces y el de ahora. Su vida, como la de los nacionalistas liberales de Butusov, depende de una atmósfera de amenazas violentas y existenciales constantes.

Por supuesto, Biletsky está lejos de ser un actor totalmente independiente. El medio strana.ua, que favorece una posición de neutralidad respecto a la OTAN, recoge rumores que corren desde hace tiempo de que 'camisas viejas' del movimiento como Biletsky o Denis Prokopenko están patrocinados por Rinat Akhmetov, el hombre más rico del país. Este rumor fue probado a comienzos de este año, cuando se reveló que Akhmetov había comprado varios apartamentos de lujo para los altos mandos de Azov en la capital.

Más allá de Akhmetov, se cree que la administración Zelensky tiene esperanzas de usar el movimiento Azov como un partido nacionalista controlable en el escenario político de posguerra. Quizá pueda usarse para hacer fracasar las oportunidades electorales del supuestamente popular exgeneral Zaluzhny si decide presentarse como candidato a la presidencia.

¿Pero hasta qué punto puede controlarse al movimiento Azov, que no para de crecer? Su expansión constante ha desafiado todos los pronósticos. En 2014 era una banda de hooligans con pasamontañas. La invasión rusa de 2022 le proporcionó un enorme impulso para crecer. Actualmente Azov está representada por dos unidades. La primera es el III Cuerpo del Ejército (hasta marzo de 2025 conocido como 3a Brigada de Asalto Separada), bajo el mando del coronel Andriy Biletseky. La segunda es la 12a Brigada Operativa 'Azov' en la Guardia Nacional, bajo el mando del teniente coronel Denys Prokopenko. Y aún hay otras tantas unidades vinculadas al ejército y los servicios de inteligencia, como Kraken, vinculada a la Dirección Principal de Inteligencia (HUR). Pero más allá de eso, el resto de unidades nacionalistas en el ejército mira con envidia a Azov e intenta emularlo.


Fuente: EL SALTO

sábado, 23 de agosto de 2025

Un paso adelante y otro atrás

 

 

Por Rafael Poch-de-Feliu

Fue corresponsal de La Vanguardia en Moscú, Pekín y Berlín. Autor de varios libros; sobre el fin de la URSS, sobre la Rusia de Putin, sobre China, y un ensayo colectivo sobre la Alemania de la eurocrisis.



La delegación europea que viajó a Washington quiere “garantías de seguridad para Ucrania” pero la única garantía para el país es su neutralidad. Los europeos todavía no lo han entendido



     Las tropas de países de la OTAN en Ucrania son garantía de que el conflicto continúe. Moscú inició la guerra para evitarlas y no las va a bendecir ahora que se ha hecho con el 20% del territorio ucraniano pagando un gran precio en todos los terrenos, pero los europeos no tienen un plan de paz, ni están preparados para ello.

La escenificación que Trump organizó en la cumbre de Alaska con Putin el viernes 15 de agosto, quiso mostrar un encuentro entre iguales. Alfombra roja, cordialidad y respeto. Eso es algo que provoca erecciones a los machos de la elite rusa, que recuerdan con nostalgia los tiempos en los que la URSS era temida y respetada, y sus intereses tomados en serio en Washington, lo que no ocurre desde hace más de treinta años.


Donald J. Trump habla por teléfono con Putin en la Oficina Oval, el pasado 19 de agosto.

La cumbre fue una debacle para los europeos. “No se habló de sanciones contra quienes compren petróleo ruso, desaparecieron los ultimatums y la exigencia de un alto el fuego que Rusia rechaza”, resumía el mismo día 15 The New York Times. “Putin no dio a entender ninguna renuncia respecto de sus posiciones anteriores”, asombrábase el Frankfurter Allgemeine Zeitung. “En las últimas semanas parecía que Trump se había desengañado de Putin y que aumentaba su desagrado, pero el viernes no vimos ninguna señal de todo eso”, constataba, desolado, el Neue Zürcher Zeitung.

Para los europeos, el gran peligro de la cumbre era que “pueda salir algo de ella” , decía uno de los chihuahuas mediáticos de Madrid. Al día siguiente casi todos esos medios respiraban aliviados enfatizando que, afortunadamente, no se había alcanzado acuerdo alguno. Pero sí que hubo algo.

El encuentro de Alaska mostró que Trump cambiaba, desde la exigencia de un alto el fuego, a una perspectiva de acuerdo de paz que tenga en cuenta los “motivos profundos” del conflicto alegados por Rusia: Ucrania sin OTAN y cediendo territorios. Ambos aspectos eran considerados “innegociables” por los europeos, así que el lunes siguiente, primer día hábil, la “delegación europea” (el inglés, el francés, el alemán, el ahijadito holandés de la OTAN, la italiana, el finlandés que juega al golf y la Presidenta de la Comisión Europea) más Zelenski, corrieron a Washington. No hubo alfombra roja. Una funcionaria de tercer orden les recibió en la puerta de la Casa Blanca. No fue un “encuentro entre iguales”, sino una recepción del vanidoso emperador a sus humildes vasallos que le expresaron, uno tras otro, su agradecimiento de forma tan reiterada como exagerada. La delegación intentaba salvar los muebles. “Garantías de seguridad” para Ucrania, se llamaba su alarmado propósito.

Como cualquier persona informada sabe, o debería saber, la única garantía de seguridad de Ucrania es su neutralidad. Esa neutralidad, que Ucrania no participe en bloques, ni pueda albergar tropas ni armas que amenacen a Rusia, es también una garantía de seguridad para Rusia. Por haber roto esa neutralidad, animado por la OTAN y sus socios europeos, y por imponer su etnonacionalismo a la mitad del país que no lo compartía, Ucrania deberá pagar ahora un elevado precio territorial. Pero todo eso es algo que los dirigentes europeos, sus medios de comunicación y sus laboratorios de ideas, todavía no han llegado a comprender, pese a que Moscú lo viene repitiendo desde hace muchos años. El ministro ruso de exteriores, Sergei Lavrov, repetía, una vez más, el mensaje el día 19:

Para nosotros nunca se trató de hacernos con territorios. Ni Crimea, ni el Donbas, ni Novorrosía fueron nunca nuestro objetivo. Todo el mundo sabe que esos territorios eran parte de la República Socialista Soviética de Ucrania y después pasaron a serlo de la Ucrania independiente. Quedaron en la Ucrania independiente en base a la declaración de soberanía que los dirigentes ucranianos adoptaron ya en 1990 en la que se proclamaba con toda claridad que Ucrania sería para siempre un estado desnuclearizado, neutral y no alineado en bloques. Precisamente esa circunstancia era el fundamento del reconocimiento internacional de Ucrania como estado independiente. Si ahora el régimen de Zelenski renuncia a todos esos principios y ya habla de armas nucleares, ingresar en la OTAN y de renunciar a la neutralidad, entonces ese fundamento del reconocimiento de Ucrania como estado independiente, desaparece”.

Los dirigentes europeos ignoran eso y prefieren apuntarse a las leyendas de la amenaza rusa, la ampliación del imperio ruso hacia el oeste, la recreación de la URSS y la maldad intrínseca de Putin, pero eso cambia poco la realidad del problema: sin entender ni reconocer los “motivos profundos” del conflicto no se saldrá de el. Para los occidentales reconocer eso supone una marcha atrás demoledora, pues tales motivos ya estaban perfectamente expuestos en el documento de diciembre de 2021 que Moscú hizo llegar a la OTAN y a Washington y que ni siquiera fueron considerados. Si ahora se reconocen, Trump puede alegar con todo cinismo, y lo hace, que esa fue la “guerra de Biden”, su predecesor, pero, ¿los europeos? Imposible retroceder sin perder la cara ni responder a la pregunta de los tres años de barbarie y sufrimiento bélico entonces perfectamente evitables. Así que lo que ahora toca son las “garantías de seguridad” para Ucrania, entendidas como tropas de países de la OTAN en suelo ucraniano. Sin ayuda e implicación americana eso es imposible. A los europeos les faltan recursos, sobre todo de defensa antiaérea, aviación e inteligencia, así que la delegación le pidió el lunes a Trump que participe en el asunto.

Las tropas de países de la OTAN en Ucrania son garantía de que el conflicto continúe. Moscú inició la guerra para evitarlas y no las va a bendecir ahora que se ha hecho con el 20% del territorio ucraniano pagando un gran precio en todos los terrenos, pero los europeos no tienen un plan de paz, ni están preparados para ello.

Ha habido demasiados vítores y fanatismo de cambio de régimen en el ámbito político y mediático europeo, con muchos titulares recientes insistiendo en que la agresión rusa no debe ser premiada, claro que ninguno de esos autores tiene una estrategia militar para la victoria, porque pensamiento estratégico no es precisamente lo que abunda entre los europeos formados”, dice el analista Wolfgang Munchau. Trump ha respondido a la petición de sus chihuahuas con una declaración que les ha aliviado:

Ucrania no formará parte de la OTAN, pero están los países europeos que ya están implicados en el proceso. Algunos de ellos, Francia, Alemania e Inglaterra, de momento tres de ellos, quieren tener tropas allá. No creo que eso sea un problema. Estamos dispuestos a ayudar en eso, especialmente en lo que respecta a apoyo aéreo, porque nadie dispone dela capacidad que tenemos”, ha dicho.

La declaración borra para Moscú todo lo que se ganó, o se creyó ganar, en Alaska. Pero, ¿hay que tomarse esa declaración en serio?

El analista ruso Dmitri Trenin dice que lo dicho por Trump sobre tropas europeas con apoyo aéreo americano como “garantía de seguridad” es “un caramelo de consuelo para los europeos que no cambiará la posición del Presidente”. Trump sabe que los europeos no disponen de las tropas necesarias para brindar a Ucrania lo que ellos consideran que es seguridad y que en realidad no es más que una promesa de mantener el conflicto. Como tantas otras veces, donde dijo “digo”, dirá “Diego”, sin el menor problema y se concentrará en lo suyo que el sociólogo filipino Walden Bello enuncia así:

Trump parece imprevisible pero hay una tendencia que se mantiene a través de los zig zags de su acción. Simplemente reconoce lo que sus predecesores no reconocían: que el Imperio está desbordado por sus obligaciones y que ya no tiene recursos para sostener sus múltiples compromisos”.

Si este extraño acuerdo de paz, en el que su propiciador es parte principal del conflicto pero actúa como si fuera mediador, se demuestra imposible, el Presidente quizá se desentienda de Ucrania transfiriéndole el muerto a los europeos que en su estupidez multiplicarán por cien sus compras de armas a Estados Unidos para realizar la quimera militar que les está convirtiendo en irrelevantes en el mundo a marchas forzadas… Estados Unidos gana en cualquier caso y por partida doble.

Todo esto, evidentemente, es de lo más inestable e inseguro y los rusos son conscientes de ello. Como dice el comentarista anglo-italiano Thomass Fazi (En Trump’s Ukraine endgame – UnHerd), “probablemente no se hagan ilusiones sobre los verdaderos objetivos del establishment imperialista estadounidense. Y saben perfectamente que cualquier acuerdo alcanzado con Trump podría ser revocado en cualquier momento. Sin embargo, los objetivos a corto plazo de Putin coinciden con los de Trump. Se podría decir que Rusia y Estados Unidos son adversarios estratégicos cuyos líderes, no obstante, comparten un interés táctico en la cooperación”.



Del blog personal de

Rafael Poch-de-Feliu