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martes, 9 de septiembre de 2025

Los dilemas de Donald Trump: entre la amenaza del repliegue y la posibilidad de la escalada

 

 Por Manolo Monereo   
      Abogado, politólogo y político español.



La estrategia global de Trump divide a Estados Unidos, Europa y Rusia



Para Manolo Sacristán, desde la memoria vivida

    Aparentemente, del Presidente norteamericano depende la próxima decisión estratégica y sus consecuencias. Haga lo que haga tendrá costes; algunos pueden ser muy graves y lo fundamental es que delimitará la fase. La partida está ya muy definida. El núcleo duro de la Unión Europea (AlemaniaFrancia y el Reino Unido desde fuera) está dispuesto a aceptar todas las exigencias de Trump (incluida las más humillantes) siempre que continúe la guerra y, claro está, seguir escalando. El supuesto básico es que los rusos no se atreverán a usar armas nucleares; se les puede, si no ganar, sí al menos, conseguir una paz asumible, vendible. En esto tampoco hay que equivocarse, debe ser un acuerdo que no se puede interpretarse como una derrota de la OTAN y de la UEZelenski no tiene autonomía y sus márgenes de maniobra se estrechan dramáticamente. La guerra en sus actuales dimensiones, repito, en sus actuales dimensiones, la tiene perdida. El frente está al borde del derrumbe y la retaguardia, incluidos los sectores más duros de la extrema derecha, están cansados y con una moral muy debilitada. Su fuerza es la alianza (la coalición de los “necesitados” de Trump) con Von der LeyenMerzMacron y Stamer.


Donald Trump en el Despacho Oval.

El papel de Rusia es más complejo. Putin se sabe fuerte. Está ganando en el frente político-militar, las sanciones no han debilitado la estructura económico-productiva de Rusia; más bien al contrario, ha reforzado el papel dirigente y estratégico del Estado, reduciendo el peso de los sectores oligárquicos y propiciando una reindustrialización del país al servicio de su autonomía estratégica. Su liderazgo se ha fortalecido mucho en estos años. Si algo caracteriza al Presidente ruso es su prudencia y no dejarse llevar por las buenas noticias. Tarda en decidir e intenta, previamente, sopesar todas las variables desde una información meticulosa y detallada. ¿Cómo interpreta a Trump? No es fácil saberlo. Mi hipótesis es que lo piensa como el reflejo de bloque de fuerzas contradictorio, en pugna constante y en conflicto con, lo diremos así, el “Estado profundo” norteamericano. Putin cree que hay posibilidades de un acuerdo con él, más allá de Ucrania y, hasta cierto punto, de esta Europa que representa la UE. Dicho esto, hay que matizar inmediatamente: la posibilidad de un pacto en estas condiciones nunca estará garantizado del todo y siempre será reversible. No es personal, no es Trump, es una superpotencia en crisis y sus (contradictorias) dinámicas.


Banderas de la Unión Europea y de Ucrania ondeando en Bruselas.

La personalidad política del Presidente de los EE.UU. es (auto)conscientemente contradictoria. Su obsesión por controlar la agenda pública, su afición a la maniobra, a los golpes bajos y un estilo de negociación propio de una banda marsellesa no le impide, más bien al contrario, tener posición política y fortalecerse en ella. Su problema es otro, a saber, neutralizar a una parte sustancial del poder, de los poderes, que se oponen a su política y que están presentes en su propio equipo. ¿Qué política de Trump entre amenazas, desplantes y aranceles? Los EEUU, como toda potencia en declive, tiene dos grandes alternativas, moduladas -es fundamental- por el factor tiempo. Una, oponerse con todo su poder a los que cuestionan su hegemonía e intentan revisar el orden y las reglas impuestas, no lo olvidemos, por una victoria político-militar, económica y cultural. Dos, aprovechar su ventaja relativa para gobernar la transición hacia un mundo multipolar; es decir, hacia un Nuevo Orden Internacional. Mi opinión es que el Presidente, a trancas y barrancas, está desde siempre por esta última posición. Otra cosa es que la pueda llevar a cabo o que se lo consientan. Esto siempre lo supieron Biden y Hilary Clinton.

El Donald Trump del segundo mandato sabe algo más: oponerse política y militarmente a la emergencia de un nuevo orden ha sido un fracaso, ha debitado aún más a los EEUU, mostrado todas sus carencias industriales, tecnológicas y, lo peor, ha dividido duramente a la sociedad norteamericana. En el centro del debate, la globalización neoliberal y su paradoja, al menos para el Presidente, ha fortalecido el control del capitalismo norteamericano sobre el Occidente colectivo y está destruyendo a los EEUU como Nación y Estado. Esto es tan evidente, que hay voces significativas en su equipo que cuestionan el seguir defendiendo el dólar como moneda de reserva internacional.


El presidente Donald Trump, junto al vicepresidente JD Vance y el presidente de la FIFA Gianni Infantino, en el Despacho Oval.

La apuesta por gobernar la transición tiene fundamentos racionales; significa, en primer lugar, partir de la ventaja, relativa pero real, de los norteamericanos tanto por su control de las finanzas internacionales como por la amplitud y consistencia de sus alianzas y, sobre todo, por su fortaleza político-militar. Occidente colectivo, hoy por hoy, es el poder establecido y luchara hasta el final por él. Olvidar esto es confundir los sueños con la realidad. En segundo lugar, gobernar la transición no hace al mundo más seguro ni menos peligroso, más bien al contrario: Trump sabe que tiene que contar con las otras potencias y que tendrá que establecer relaciones basadas en el conflicto y en la cooperación, donde los compromisos serán flexibles y muchas veces volátiles, y que los enfrentamientos armados y las guerras estarán siempre presentes, como realidad o como posibilidad; más guerras “calientes” que “frías”.

El tiempo de las grandes declaraciones ideológicas de nuestros políticos y de nuestros sesudos analistas está pasando. Siguen ahí, pero el tono está cambiando, es verdad, entre lágrimas y lamentos. Ahora el enemigo favorito es Trump, él es el culpable de todo. ¡Con lo bien que nos iba antes!, ¡cuánta unidad había con Biden! Este es el problema. Ir en alianza con una gran potencia, subordinarse a su estrategia político-militar siempre es problemático, sobre todo cuando se está, como ahora, en un cambio de época. Los EEUU tienen la costumbre de defender sus intereses, girar cuando le es conveniente y de cobrarse, además, unos tributos cada vez más vastos en pago a su protección pasada, presente y futura. Los aliados europeos (la coalición de los necesitados, sobre todo) exigen que esa protección sea efectiva, clara, rotunda, continuando la guerra iniciada por la anterior Administración para derrotar al enemigo existencial ruso.

Seria bueno escuchar los consejos del siempre lucido Marco d’Eramo. Comienza: ”Ninguna clase dirigente que detenta el poder está dispuesta a cederlo o a ver como disminuye y, mucho menos, a presenciar como desaparece”; continua: “El debate entre las diferentes facciones de las clases dirigentes siempre girará en torno al modo de gestionar el imperio, a la estrategia para fortalecerlo y a las tácticas para expandirlo” Concluye “Y, por regla general, cada una de las facciones enfrentadas acusará a la otra de aplicar políticas que debilitan al imperio y conducen a su desaparición”. El razonamiento, se entenderá, va dirigido contra aquellos sectores de la opinión pública europea que se esfuerzan en distinguir entre malos y menos malos imperialistas o, diríamos nosotros, entre liberales y autoritarios de un país-continente en crisis. El artículo del conocido analista italiano (Diario Red 24/8/25. ”No existe algo así como la sociedad estadounidense) daría para más comentarios, para acuerdos y para algún desacuerdo, pero enseña más que un manual de relaciones internacionales al uso y da perspectiva para situarse en este mundo en transición. No es poco.

Volvamos al principio. Parece que Trump marcará la orientación y el sentido de la partida (estratégica) en juego. Insisto, no hay que dejarse confundir por las palabras. Los necesitados (Merz y compañía) no quieren sentarse a negociar y aspiraban, antes que nada, a un alto el fuego incondicional e inmediato. Tiene su lógica: están perdiendo en el campo de batalla, el frente emite señales inquietantes y, lo decisivo, Trump, una vez más, cambió de opinión; todo ello, después de las denigrantes concesiones hechas. Sentarse a negociar significa partir de una agenda rusa, ellos lo saben, ganada política y militarmente. Públicamente, no pueden negarse; tampoco enfrentarse a un Trump siempre colérico y mandón. Su táctica es más fina: centrarse en las condiciones de seguridad de Ucrania, hacerlas tan sobresalientes que las hagan inaceptables para Rusia e impidan la negociación de una salida pacífica al conflicto entre la OTAN y Rusia, que es de lo que se trata. Es decir, escalar y ampliar los “limites” de una guerra cada vez menos limitada.


El presidente Donald Trump junto al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky en la Casa Blanca, 18 de agosto de 2025.

La diplomacia rusa está al tanto de la jugada y maniobra. Quiere cumplir lo acordado en Alaska con Trump y, a la vez, no dejarse enredar por las fintas que sabiamente les prepara el MI6. Zelenski entiende perfectamente que no habrá, ni a dos ni a tres, una reunión con Putin, por eso la pide; de haberla, sería solo para concretar los últimos detalles de un acuerdo ya muy perfilado. Es más, para los rusos la legalidad de un pacto firmado con el actual Presidente ucraniano es algo más que dudosa si se atiende el sistema jurídico-constitucional ya que no prevé la suspensión de las elecciones presidenciales en situaciones de emergencia. Los rusos, después de los (incumplidos) acuerdos Minsk 1 y 2, se han vuelto muy, digámoslo así, meticulosos con las formalidades. Lavrov seguirá exigiendo negociaciones con Ucrania, la fijación de una agenda clara y un calendario adecuado. La otra parte, intentará agradar al Presidente estadounidense, proseguirá con sus acusaciones de que Putin no quiere negociar y, lo fundamental, ganar tiempo para hacer fracasar lo pactado de Alaska. Mientras, la ofensiva rusa continuará. La situación no durará mucho.

La amenaza del Presidente de los EEUU es clara: replegarse y que la UE y Rusia resuelvan sus problemas. Si nos atenemos a las declaraciones de los dirigentes europeos sería el mayor de los males ¿Consecuencias? La guerra se generalizaría y el gobierno ucraniano usaría las armas disponibles para atacar a Rusia en profundidad, incluidas instalaciones nucleares estratégicas (militares y energéticas) infraestructuras claves y centros de decisión fundamentales ¿La respuesta de Rusia? Mejor no elucubrar demasiado. Sabemos que será algo más que proporcional. Con un detalle añadido: la revolución tecnológico-militar que está desarrollando Rusia, supera, en muchos sentidos, la rígida separación entre armas nucleares y armas convencionales cuando se trata misiles de nivel intermedio; dicho de otra forma, los resultados de un ataque, por ejemplo, con un Oreshnik equipado con ojivas convencionales pueden tener militarmente las mismas consecuencias que si portara dispositivos nucleares. Este se probó ya en Ucrania.

Si Trump se repliega, habrá escalada militar; si no se llega a un acuerdo con Rusia, también. ¿Será esta la jugada de los dirigentes de la Unión Europea? Pronto se verá.


Fuente: Nortes

sábado, 6 de septiembre de 2025

El auge de Azov en Ucrania

 

Periodista independiente que ha visitado o vivido en Ucrania desde su infancia. Actualmente reside en el extranjero y cubre la historia y la política ucranianas.



Los medios de comunicación liberales han glorificado a Biletsky y a las brigadas Azov como los poseedores de una respuesta única a todos los problemas de Ucrania. Desde esos medios se ataca a Zelensky como el causante de todos los males del país



     Ne tak stalosya, yak hadalosya ('Las cosas no ocurren como se planearon', proverbio ucraniano)

1933. Los partidos burgueses tradicionales se ven desesperadamente superados en el parlamento. Forman una coalición con el partido nacionalsocialista de Adolf Hilter. Lo nombran canciller. Los grandes empresarios creen que será fácil controlar a este exaltado intelectual pequeño-burgués y a sus seguidores lumpen.


Una fábrica alemana destruida, 1945.

2013. El presidente de Ucrania anti-nacionalista, favorable a la neutralidad con respecto a la OTAN y a las buenas relaciones con Rusia, Viktor Yanukovych, decide financiar a los etnonacionalistas de Ucrania occidental del partido Svoboda. Eran un buen ardid electoral para convencer a los ucranianos sur-orientales, cansados de Yanukovych, de que apoyarlo era la única manera de evitar la toma del poder por parte de los fascistas. Para Yanukovich habría de ser fácil manipular a estos paletos campesinos.


Svoboda en las protestas Euromaidán contra Yanukovych de 2013 sosteniendo retratos del líder fascista de la década de 1940, Stepan Bandera.

2019. Igor Komoloisky, el magnate artero hasta extremos arquetípicos, hace todo lo posible para llevar al poder a su empleado: el comediante Volodímir Zelensky. Kolomoisky estaba cansado de las presiones sobre su imperio empresarial ejercidas tanto por el FMI como por el presidente y oligarca rival, el pro-occidental Petró Poroshenko. Para el todopoderoso Kolomoisky habría de ser fácil controlar a este showman con la cabeza vacía.


Zelensky y Kolomoisky durante su único encuentro público en 2020.

Excepto que Hitler arrastró a la burguesía alemana a una guerra que no podía ganar, Svoboda y sus organizaciones hermanas derrocaron al gobierno de Yanukovich en el sangriento invierno de la revolución del Euromaidán y Zelensky encarceló a su antiguo jefe y supuesto titiritero en 2023.


Las últimas fotos de Kolomoisky muestran que no se ha adaptado bien a la vida en cautiverio.

Y ahora, 2025.

Los liberales y líderes de opinión de los medios de comunicación pro-occidentales están cansados del teatrillo geopolítico de Zelensky y la corrupción de su séquito. Representantes del mayor partido pro-occidental de la oposición, 'Solidaridad Europea', del ex-presidente Poroshenko, expresan abiertamente su preocupación por que los EEUU se “estén lavando las manos” por lo que hace a Ucrania y culpan a Zelensky de incompetencia. Otro diputado de este partido afirmó el 20 de mayo que la ayuda militar estadounidense a Ucrania se terminaría a finales de este verano ya que Trump no ha aprobado nuevos envíos de armamento.

A medida que el frente continúa derrumbándose lenta pero inexorablemente, todo lo que Zelensky puede declarar es su negativa a aceptar la demanda de Rusia de que Ucrania abandone su deseo, fijado constitucionalmente, de entrar en la OTAN. Los medios occidentales también confían ciegamente en el comediante en jefe.

Si todo sigue así, Ucrania está acabada. Éste es el mensaje que el segmento liberal nacional de los medios de comunicación ucranianos repite de manera constante. Pero es una preocupación que tiene una respuesta.

Hay una unidad del ejército que tiene un talento único y dispone de tecnología avanzada. Se presenta de continuo como la antítesis a la corrupción endémica al viejo y “soviético” ejército ucraniano y al séquito de Zelensky. Medios liberales como Ukrainska Pravda o Bihus, antes subvencionados por USAID, publican con regularidad historias sobre la corrupción de otras unidades militares, o la corrupción de oficiales próximos a Zelensky como Tatarov, Tymoshenkov o Reznikov, pero jamás sobre esta unidad en particular.

Y esta unidad en el ejército no es sólo una unidad: es un “movimiento”, una “familia”, como se denomina a sí misma. Está al frente de la reforma del ejército para que se ajuste a los estándares organizativos de la OTAN. Está dirigida por un líder carismático que no para de dar entusiastas entrevistas a los medios liberales.

Por supuesto, esta unidad es Azov.




En Ucrania y fuera de ella hay influyentes fuerzas de corte liberal que agitan a favor del movimiento Azov, para que tome el control del ejército ucraniano. Por la manera en que miran a su líder, Andriy Biletsky, y critican a Zelensky, parece difícil creer que quieran otra cosa para Azov a que se haga también con el control de la esfera política.


Azovitas erigiendo un monumento pagano en una de sus bases, 2017.

Sin duda, deben creer que serán capaces de cabalgar este tigre. Azov y los liberales ucranianos tienen en verdad muchas cosas en común. Ambos están compuestos por la pequeña “clase media” de Ucrania, que se ve a sí misma combatiendo una guerra sagrada por la “civilización” tanto contra las masas ucranianas, ignorantes y fácilmente manipulables, como contra la amenaza “asiática” rusa. Los liberales de Ucrania han pedido incrementar la censura antimilitarista tanto como los nazis de Azov.

La gran burguesía alemana hizo mucho dinero de la guerra, antes y después de 1945. Huelga decir que no fue el caso del pueblo alemán.

En el pasado he escrito sobre los conflictos entre los liberales “sorosianos” y los nacionalistas azovitas. Pero por ahora mantienen una clara alianza táctica contra un enemigo mayor. Quién sabe qué deparará el futuro cuando sus caminos diverjan.

Por ahora, por una parte, los medios de comunicación liberales han glorificado a Biletsky y a Azov como los poseedores de una respuesta única a todos los problemas de Ucrania. No hay más que entregarles las llaves del castillo. Por la otra, los mismos medios de comunicación liberales han pasado a la ofensiva contra el cese de los “nuevos y patrióticos comandantes de élite” a manos de “los viejos generales soviéticos corruptos”. Los “nuevos y patrióticos comandantes de élite”, simbolizados por Azov, quieren minimizar las bajas luchando en una “guerra de alta tecnología”, mientras que “los viejos generales soviéticos corruptos” malgastan incontables vidas y sólo se preocupan por sus futuras pensiones.


Andriy Biletsky, lider del movimiento Azov ucraniano.

Zelensky a veces aparece nombrado como el único responsable de estas pérdidas sin sentido, pero aún más como responsable directo por la corrupción recientemente revelada en la construcción de fortificaciones. Finalmente, han planteado las mismas preguntas por las últimas masacres de tropas ucranianas recién movilizadas.

Los medios de comunicación ucranianos y sus patrocinadores

Antes de entrar en materia, un par de palabras sobre los periodistas y grupos mediáticos que describo como “medios de comunicación liberales de Ucrania”.

En primer lugar, sus publicaciones. Ukrainska Pravda (UP) es el medio de comunicación liberal más influyente del país. Estuvo subvencionado por USAID desde comienzos de los 2000. Por supuesto, UP y otras publicaciones liberales, como Bihus y Slidstvo, han estado pidiendo donaciones desde que Trump cerró el grifo de USAID.

En segundo lugar, sus patrocinadores. Tomas Fiala: este empresario checo, socio de George Soros, adquirió UP en 2021, y posee o tiene participaciones en otras tantas cabeceras liberales, incluyendo el Kyiv Post, NV Radio y Forbes Ukraine. Aparte de figuras como Fiala, la UE militarista también ha dado un paso al frente para llenar el hueco dejado por Trump. Bruselas anunció el 20 de mayo que había enviado sus primeros cinco millones de euros para ayudar a las emisiones de Radio Free Europe en Ucrania.

Finalmente, Yury Butusov. Éste es un nombre que veréis a menudo en las discusiones sobre el periodismo de guerra en Ucrania. Butusov es el periodista de guerra más conocido del país, aunque en otro lugar ya he hablado de cómo ha esquivado el reclutamiento. Butusov ha sido desde siempre un crítico feroz de Zelensky y, como la mayor parte de los liberales, era mucho más cercano al expresidente Petró Poroshenko. Butusov es entrevistado con frecuencia por UP, aunque también tiene su propio proyecto comunicativo en Censor.net. Este periodista fanático es originario de Ucrania oriental, rusoparlante y también dirige unos cuantos proyectos relacionados con el periodismo desde el frente usando el idioma ruso y con el objetivo de desmoralizar a las tropas rusas.

Ahora ya podemos pasar a la guerra informativa como tal, la que dirige Azov contra la élite militar del país y Zelensky.

El auge de Azov

Hubo una época en la que Andriy Biletsky era más conocido como el líder de una banda de hooligans de fútbol neonazis de la ciudad oriental de Járkov, en la que organizaban ataques racistas contra los vendedores vietnamitas en los mercados. Entonces se hacían llamar “Asamblea Social Nacional” y “Patriotas de Ucrania”. Su discurso sobre la misión de Ucrania a la hora de “liderar las razas blancas del mundo en la cruzada final contra los subhumanos semíticos” ha sido citado en múltiples ocasiones.

Biletsky es ahora el comandante del III Cuerpo del Ejército, una de las primeras unidades del ejército ucraniano de la muy cacareada transición hacia los estándares organizativos de la OTAN. Las acciones de Biletsky en el frente mediático no son menos impresionantes.

El 14 de mayo Yury Butusov publicó su última entrevista con Biletsky, titulada 'La doctrina Biletsky'. En ella, Biletsky esboza su plan maestro sobre cómo podría reformarse el ejército siguiendo las directrices de Azov. Después de todo, como ha repetido en varias ocasiones, Azov es la unidad más tecnológicamente avanzada, más motivada, mejor organizada y, en definitiva, la mejor unidad del ejército ucraniano. Éste es un sentimiento compartido por los medios de comunicación liberales ucranianos.

Según Biletsky, costaría dos mil millones de dólares estadounidenses anuales actualizar el resto del ejército a los niveles de Azov. Sin embargo, también afirma que sería financieramente sostenible, puesto que una reforma de este calado supuestamente salvaría las vidas de miles de soldados, y la familia de cada soldado fallecido ha de ser compensada por el gobierno. Lo que se dice una lógica atractiva.

Hay muchas cosas a comentar de esta entrevista, incluyendo las quejas habituales de Biletsky de que el gobierno no está proporcionando a Azov los suficientes drones y su protesta contra los generales corruptos e indiferentes que quieren que sacrifique a sus hombres en misiones que no conducen a ninguna parte. También se queja de que Azov sea utilizada como una “unidad de bomberos”, yendo constantemente de aquí para allá para cubrir los agujeros en el frente. Para él, la solución es clara: todo el ejército ha de convertirse en Azov.

La parte más interesante de la entrevista, con todo, es cuando resume su vida: “En cuanto a mi carrera, está construida sobre la guerra”. Biletsky recuerda cómo a comienzos de 2014 él y sus matones eran los únicos dispuestos a matar a otros ucranianos que se opusiesen a la nueva vía nacionalista del país. El ejército regular desertó y no quería disparar contra sus conciudadanos.

Sus azovitas se contraponían al “viejo y corrupto ejército”, el de entonces y el de ahora. Su vida, como la de los nacionalistas liberales de Butusov, depende de una atmósfera de amenazas violentas y existenciales constantes.

Por supuesto, Biletsky está lejos de ser un actor totalmente independiente. El medio strana.ua, que favorece una posición de neutralidad respecto a la OTAN, recoge rumores que corren desde hace tiempo de que 'camisas viejas' del movimiento como Biletsky o Denis Prokopenko están patrocinados por Rinat Akhmetov, el hombre más rico del país. Este rumor fue probado a comienzos de este año, cuando se reveló que Akhmetov había comprado varios apartamentos de lujo para los altos mandos de Azov en la capital.

Más allá de Akhmetov, se cree que la administración Zelensky tiene esperanzas de usar el movimiento Azov como un partido nacionalista controlable en el escenario político de posguerra. Quizá pueda usarse para hacer fracasar las oportunidades electorales del supuestamente popular exgeneral Zaluzhny si decide presentarse como candidato a la presidencia.

¿Pero hasta qué punto puede controlarse al movimiento Azov, que no para de crecer? Su expansión constante ha desafiado todos los pronósticos. En 2014 era una banda de hooligans con pasamontañas. La invasión rusa de 2022 le proporcionó un enorme impulso para crecer. Actualmente Azov está representada por dos unidades. La primera es el III Cuerpo del Ejército (hasta marzo de 2025 conocido como 3a Brigada de Asalto Separada), bajo el mando del coronel Andriy Biletseky. La segunda es la 12a Brigada Operativa 'Azov' en la Guardia Nacional, bajo el mando del teniente coronel Denys Prokopenko. Y aún hay otras tantas unidades vinculadas al ejército y los servicios de inteligencia, como Kraken, vinculada a la Dirección Principal de Inteligencia (HUR). Pero más allá de eso, el resto de unidades nacionalistas en el ejército mira con envidia a Azov e intenta emularlo.


Fuente: EL SALTO

miércoles, 3 de septiembre de 2025

Cómico y desgarrador - Notas sobre el final de Europa

 

    Escritor y filósofo italiano. Activista de la izquierda.


     CNN muestra imágenes del funeral de un joven soldado ucraniano. Su esposa llora frente al ataúd y pone flores.

Banderas rojas y negras, una gran A en un círculo en primer plano.

Recuerdo que, desde los primeros días de esta guerra, Vasyl, un amigo ucraniano que se autodenomina anarco-socialista, me escribió: “Si Putin gana, el fascismo prevalecerá en todo el mundo”.

Tenía razón, y hoy el triunfo del fascismo se ve por todas partes.

El problema es que el fascismo habría prevalecido en todo el mundo incluso si Zelenski hubiera ganado la guerra.

Pero ver imágenes de un joven anarquista que podría haber sido mi alumno si hubiera dado clases en Kiev es desgarrador; ver el llanto de esa chica que fue su pareja es desgarrador.

La cumbre de Washington, por otro lado, con Trump saludando a los perdedores con una sonrisa sardónica, fue cómica.

Zelenski, con un traje oscuro alquilado para la ocasión, resultó ridículo.

Sentado en la misma silla que ocupó en febrero cuando Vance lo insultó y Trump lo humilló frente a mil millones de espectadores, el perdedor agradece, agradece y agradece.

No me queda claro por qué les agradece.

El hombre a quien agradece acaba de regresar de una reunión con Putin, buscado por una sentencia penal internacional. En Alaska acordaron temas relacionados con la división del Ártico y también, marginalmente, sobre la rendición incondicional de Ucrania.

De eso trató la cumbre de Alaska, aunque los comediantes europeos (el tío Macron, la tía Meloni, la abuela Ursula y los demás familiares del perdedor ucraniano) finjan hablar de las garantías que se le brindarán a su nieto. Nadie menciona la palabra “Donbás” o la palabra “Crimea”; sería de mal gusto.


Zelenski y Trump, junto a otros líderes europeos, durante la reunión en Washington, del pasado 19 de agosto.

Lo que pasará a la historia como la guerra de Ucrania (si es que en el futuro existen historiadores, cosa que dudo) comenzó como una genialidad del gobierno de Biden. Causar una masacre en la frontera oriental de Europa pretendía destruir Europa y debilitar a Rusia simultáneamente.

El primer objetivo se logró a la perfección. Si quieren entender la importancia de Europa hoy, basta con ver a Macron sentado junto a Trump, quien recientemente lo trató públicamente como un idiota que habla de cosas que desconoce. Sin embargo, Macron finge que todo está bien con el Padrino y, con una expresión bastante nerviosa, dice algo irrelevante mientras el Padrino sonríe con sorna.

El primer objetivo se ha cumplido a la perfección: se han roto las relaciones económicas entre Rusia y Alemania y se ha interrumpido el gasoducto North Stream 2. Vance ha degradado a la Unión: “Primero eran súbditos, ahora son enemigos”, declaró el número dos en Múnich.

Castigados con aranceles que pronto hundirán la economía europea, los súbditos convertidos en enemigos deben ahora invertir su capital en el país que los humilla y comprar armas a quienes traicionaron a Ucrania para abastecer a una Ucrania mutilada.

La guerra interblanca se encamina hacia una conclusión (temporal) con el siguiente resultado: la civilización blanca está dominada por las potencias nucleares del Ártico (EEUU y Rusia), la Unión Europea es un muerto viviente y Ucrania se ha convertido en un país destruido, empobrecido y despoblado, obligado a entregar sus recursos a quienes primero la empujaron a la guerra, luego la engañaron y finalmente la traicionaron.

En cuanto al segundo objetivo (debilitar a Rusia), se falló por completo, porque los estadounidenses, como sabemos, son volubles. Empiezan guerras en lugares lejanos como Afganistán, luego olvidan por qué lo hicieron y dejan a sus protegidos (especialmente sus protegidas) en manos de asesinos.

Así que, en lugar de Biden, el enemigo de los rusos, llegó el mejor amigo de Vladímir Putin, y medio millón de ucranianos (¿más?, ¿menos?, Nunca lo sabremos) murieron por nada. Es decir, para defender las fronteras sagradas de la patria y, como siempre, para dejarse engañar por el nacionalismo de los payasos.



Fuente: CTXT