Economista
agrario.
Es
moneda corriente pensar que el cambio de rumbo de la política
estadounidense está condicionado por el estado psíquico de su
presidente. En este mismo medio hace unos días (15/02/2025) Rafael
Poch escribió: “Lo más probable es que la guerra comercial contra
todos se vuelva contra la economía de Estados Unidos, acelerando la
inflación y la desindustrialización… Queriendo “hacer América
grande de nuevo”, este presidente imbécil va a acelerar el declive
de Estados Unidos.” (1)

Tanto
las propuestas republicanas, que han hecho suyas las orientaciones
del actual mandatario, calificado por muchos de tirano, dictador,
loco, etc., como las del partido demócrata, representado por el
carismático Obama, o el senil Biden no son en ningún caso producto
de las ocurrencias o caprichos individuales de los mandatarios,
exactamente igual que la guerra de Ucrania no fue resultado del mal
humor de un Putin con aspiraciones de engullirse Europa, ni como
aspirante a ser sucesor de Pedro El Grande o el mismísimo Stalin.
Todas
las políticas de presidentes con características tan distintas son
siempre el resultado de una lucha de tendencias de los diferentes
intereses existentes en un mismo mundo capitalista que no está
controlado, ni dirigido ni dominado por nadie en particular, ya que
la acumulación del capital es un hecho objetivo resultado de las
aspiraciones de los sujetos económicos, empresarios, políticos,
banqueros, militares, cuyo único objetivo es ampliar su influencia
sobre los demás para conseguir más dinero, más patrimonio, más
poder. En todos los países hegemónicos existe la fantasía de que
nunca perderán esa condición. Pero la realidad termina
imponiéndose. Porque el cambio es permanente. Y si todos los
perdedores en ese juego nunca serán ganadores, todos los ganadores
sí serán perdedores. Es más, el factor de éxito de una empresa,
corporación, ejército o gobierno, en cuanto alcanza un grado de
dominio suficiente como para considerarse el mejor, el mismo factor
que le permitió alcanzar esa posición los lleva a perder su
condición de privilegiados.
Toda
esta digresión es para mostrar que en la sociedad capitalista no hay
posibilidad de que un hombre, por más imbécil o genio que parezca
cuando actúa como gobernante, pueda ser algo distinto a
representante de las distintas facciones o sectores que están
permanentemente en disputa, ya sea como expresión de la lucha de
clases o de la competencia entre capitalistas.
Remitiéndonos
al caso que nos ocupa, en lugar de centrarnos en aspectos de la
personalidad de los políticos debemos preguntarnos ¿cómo pudo
haber semejante cambio de estrategia después de las últimas
elecciones?,¿por qué EEUU pasa de ser el campeón de la
globalización y la desregulación, a hacer el eje de su política la
guerra económica, aplicando aranceles a todos los países y en la
mayoría de los sectores?. Y aún más, ¿cómo es posible que en el
plano internacional pase de una defensa de una política
intervencionista, como han hecho todas las administraciones
demócratas, (Corea, Vietnam, Irak, Afganistán, Siria) que les llevó
a apoyar la guerra contra Rusia, a un reconocimiento de la derrota de
Ucrania, sin que Zelensky ni siquiera pueda participar en la mesa de
negociaciones?
Para
entender la nueva política estadounidense tenemos que partir de que
hay dos elementos principales que definen la situación mundial. Por
un lado, la crisis ecológica, marcada por el calentamiento global y
la aparición clara de signos de limitación de los recursos
naturales necesarios para continuar con un capitalismo basado en el
crecimiento sin fin de la producción y el consumo que aseguren la
generación de beneficios. Por el otro, la pérdida por parte de EEUU
de su papel hegemónico que fue casi exclusivo desde el derrumbe de
la URSS y los otros países del llamado “socialismo real”
Esta
pérdida de hegemonía fue en favor de China, que de un país agrario
muy pobre, incapaz de alimentar a sus más de 500 millones de
habitantes al terminar la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en la
primer potencia industrial en la actualidad que asegura un
crecimiento del nivel de vida de forma permanente de los casi 1.500
millones actuales, con tasas de crecimiento que la economía
occidental no puede ni soñar desde mediados de los setenta del siglo
pasado.
China
se convirtió, primero, en la “fábrica del mundo” concentrando,
con la ayuda de las inversiones extranjeras, la mayor producción de
manufacturas. A continuación se convirtió en una potencia
tecnológica invadiendo el mercado mundial con teléfonos móviles y
coches, como el eléctrico donde ahora no tiene rival. Por último,
con el desarrollo de internet y de la informática, sus plataformas
comparten con EEUU la propiedad de la nube, que concentra los datos
de la población mundial, condicionando y manipulando los deseos de
los consumidores. Así, Ali Baba, Temu, Tiktok, Huawei y otros tantos
conglomerados se han convertido en parte de la vida cotidiana de los
habitantes del mundo “occidental”. Cómo último ejemplo tenemos
el triunfo de Deep Seek en el campo de la inteligencia artificial,
donde China ha conseguido un mejor producto y a un precio muy
inferior,desarmando las fantásticas inversiones que sus competidoras
occidentales pensaban realizar.
Un
solo dato refleja el extraordinario crecimiento de la economía
china. Desde 1978 hasta 2011, el PIB creció a un promedio del diez
por ciento anual, multiplicándose el valor nominal por 52. (2)
Mientras tanto, como consecuencia de este desplazamiento del sector
más dinámico de la economía mundial hacia Oriente EEUU pasó de
representar del 50 % del PIB mundial en 1945 a sólo el 25 % en la
actualidad contra 18% de China. (3) Esto en cuanto al PIB nominal.
Pero si vemos el PPA, producto bruto interno basado en la paridad de
poder adquisitivo, en 2024 podemos comprobar que China con el 19% del
total ha sobrepasado al de EEUU, que apenas superó el 15%.(4)
PIB Nominal por paises.
En
ese marco, Putin decide actuar ante el incumplimiento por parte de
EEUU de la promesa de no aumentar la influencia de la OTAN en los
países vecinos de la actual Rusia. A pesar de todas las
fanfarronadas del gobierno ucraniano, de la administración
norteamericana y de sus satélites europeos, sobre que someterían al
gobierno ruso con sanciones económicas primero y en el campo de
batalla después con ayuda económica, asesoramiento militar,
utilización de toda la inteligencia y con una participación gradual
con la provisión de armas cada vez más sofisticadas, mientras nos
amenazaban con que cada uno de esos pasos iba a generar una
conflagración mundial, finalmente el nuevo gobierno de Trump está
dispuesto a aceptar las principales demandas de Putin: no ingreso a
la OTAN de Ucrania, no presencia de tropas norteamericanas en su
frontera y mantenimiento de la principal zona con población rusófona
fuera del control de Kiev.
Mientras
la administración Biden trató de conseguir sus objetivos mediante
la confrontación para lograr el debilitamiento de Rusia, y sobre
todo de Europa, obligándola a comprar su gas mucho más caro del que
proporcionaba Rusia, la estrategia de Trump busca otros caminos.
Es
claro tanto para demócratas como republicanos que el verdadero
competidor de EEUU es China. Aunque desafortunada la declaración de
Borrell sobre que Rusia es poco más que una gran gasolinera con
armas nucleares, a los efectos de este análisis tiene cierta dosis
de verdad. Salvo el gas y el petróleo no hay un sólo producto que
forme parte de nuestra vida cotidiana. Y Rusia, como país
capitalista ha recibido el pleno apoyo de China, a pesar de que
cuando formaban parte ambos del “campo socialista” eran enemigos
irreconciliables.
Trump,
que es plenamente consciente de esta situación, ya está negociando
con Putin acuerdos que puedan beneficiar a las dos partes. Por lo
tanto, a pesar de las declaraciones furibundas, en ningún caso,
“Trump quiere tomar el control estadounidense de la economía
mundial dejando claro que todo el beneficio debe ser para Estados
Unidos. En cierta forma lo que está afirmando es un regreso a las
relaciones comerciales del siglo XIX basadas en la pura confrontación
y el “todo `para mi”,” como afirma Poch en el mismo artículo.
No hay que confundir sus declaraciones, con sus actuaciones, como
demostró en su primer mandato. Con la máscara de las agresiones
verbales, Trump trata de esconder su disposición al acuerdo. No hay
que dejarse llevar por sus declaraciones altisonantes Siempre hay que
analizar qué es lo que está detrás de sus exabruptos.
La
herencia de su primer mandato es clara. No solo no abrió nuevos
frentes de guerra sino que preparó la salida de las tropas de
Afganistán, acción que fue una repetición del abandono de Corea,
Vietnam, Laos, Camboya, e Irak. No solo Trump, todo el
establecimiento en Washington sabe que no resuelven problemas
invadiendo países. Una cosa es que el complejo militar industrial
quiera seguir vendiendo armas, y otra que busque el enfrentamiento
militar a cualquier precio. Rusia es actualmente la primera potencia
nuclear y China está a punto de ocupar el primer lugar en potencia
económica. Por lo tanto, suponer que pueden derrotarlos
militarmente, no tiene ningún sentido. Lo que es una imbecilidad es
pensar que lo pueden lograr cuando no lo han conseguido con pequeños
países pobres.
Lo
que intentará Trump es no seguir perdiendo espacio a la velocidad
actual. Por eso, en primer lugar, pretende no perder su mejor arma
con la que todavía posee gran control en el mercado mundial: el
papel del dólar como principal moneda de intercambio. Y es en ese
área donde más daño ha sufrido el poder estadounidense.
Ranking de los 20 países con la mayor proporción del producto interior bruto (PIB) mundial basado en paridad de poder adquisitivo (PPA) en 2024.
Con
el crecimiento de los BRICS, que representan en torno al 37 % del PIB
mundial,(5) frente al 26% de EEUU, la tendencia a utilizar otros
mecanismos de pago internacionales es cada vez mayor. A pesar de ello
Estados Unidos tiene margen para negociar, y seguramente será una de
las cuestiones que tratarán Trump y Putin en su acercamiento.
BRICS+ 2025.
Teniendo
en cuenta que salvo en el gas y petróleo, y en torno al Ártico.
donde tienen intereses contradictorios, en el resto de los sectores
no tienen por qué enfrentarse directamente, y hay muchos temas sobre
los cuales pueden negociar e “intercambiar favores”.
A
Rusia le interesa que se eliminen las sanciones económicas, que
aunque le han permitido mantenerse en pie, le obstaculiza su
inserción en el mercado mundial para poder seguir penetrando en él.
Un papel muy importante cumple, en ese sentido, la devolución de los
más de 300 mil millones de dólares que les tienen retenidos. Aunque
su mayor parte está en Europa, es un tema a resolver si Trump quiere
que Rusia vuelva al G8. A pesar de todas las amenazas de Borrell y
cía. (6) en su momento, esos capitales deberán ser devueltos. Los
intereses comunes se manifiestan también con China. Siendo EEUU el
mayor cliente de los productos chinos, en los cuales participan
muchas empresas norteamericanas, y que por lo tanto gran parte de la
deuda externa está en manos del gobierno chino, la negociación es
necesaria mientras ninguno esté en condiciones de obtener una
victoria militar.
Otro
tema que está en la mesa de negociaciones es el acceso a los
minerales críticos. “Vemos a los minerales como la motivación más
importante de nuestra estrategia en el exterior”, afirmó Gracelin
Baskaran, directora del Programa de Seguridad de Minerales Críticos
del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales”(7). Trump
estima en unos 500 mil millones el valor de las tierras raras de las
que quiere apoderarse para compensar la ayuda norteamericana. Pero al
estar la mayor parte de las mismas en el territorio controlado ahora
por el ejército ruso es fácil comprender que este será uno de los
temas centrales de la negociación.
Al
haberse comprobado con el conflicto una vez más la escasez en esos
recursos que tiene la UE, lo que la ha llevado a disminuir los
controles existentes en la actividad extractivista, las autoridades
comunitarias no tienen posibilidades de participar en esa
negociación, lo que sumado al seguidismo ante la estrategia de
Biden, silencio ante la destrucción del Nord Stream incluído,
demuestra el papel totalmente secundario que han jugado en el
conflicto. Por lo cual no merecen mayor comentario.
La
principal amenaza que está utilizando Trump es la aplicación de
aranceles. Pero esto confirma que su estrategia no puede ser
ofensiva, ya que los aranceles siempre han sido la forma de
defenderse de los países con economías no competitivas. Gran parte
del electorado que lo llevó a volver a ganar son los perdedores de
la etapa declinante de EEUU cuya consecuencia fue el déficit
comercial de los últimos decenios del otrora hegemón mundial.
Siempre teniendo en cuenta que ese es un problema estructural que ha
convertido a muchas regiones y trabajadores en actores secundarios
ante la mayor productividad de los países que producen más barato.
Aunque es muy difícil que puedan recuperar su antiguo esplendor, la
política de Trump tendrá que dedicar parte de su presupuesto a
realizar inversiones en este campo, así como en la renovación de
las deterioradas infraestructuras públicas.
Además
de las exigencias de mantenimiento de gastos militares por parte del
complejo militar industrial y la necesidad de modernización de la
industria, Trump debe tener en cuenta los planes de las nuevas
grandes empresas tecnológicas propietarias de la nube que también
necesitan seguir haciendo fuertes inversiones para seguir la lucha
contra las potentes empresas chinas.
En
ese sentido, a Amazon, Facebook, X, Google y los grandes fondos de
inversión lo que menos les interesa son políticas proteccionistas
como las de Trump o las de la UE en el campo de las redes sociales o
la cobertura satelital. Las contradicciones de Trump en ese plano se
expresan al máximo con el nombramiento de Musk como el encargado de
aplicar todos los programas de ajuste en el Estado. Como propietario
de Tesla, X y Starlink y gran inversor en China, su objetivo
fundamental es que los estados tengan el menor poder posible.
Visto
de esta forma, la estrategia de Trump parece cualquier cosa menos las
acciones de un imbécil. Menos aún si nos atenemos a la RAE, que lo
define cómo “Tonto o falto de inteligencia”. Por sus acciones se
lo puede definir como golpista, antidemocrático, extremista, de
derecha obviamente, delincuente o asesino, con sus posiciones sobre
Palestina, pero imbécil no. Ojalá lo fuera. Quizás se asemeje más
a esa definición la política militarista a ultranza de los señores
de buenos modales como Obama y Biden, o los inoperantes políticos
europeos que no han hecho más que seguidismo de una estrategia que
era imposible de alcanzar teniendo en cuenta la fortaleza de los dos
principales rivales con los que tendrán que convivir en un nuevo
mundo multipolar.
https://rafaelpoch.com/2025/02/08/lo-que-anuncian-los-ruidos-de-trump
http://www.clubderoma.net/jornadas/2015
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Anexo:Pa%C3%ADses_por_PIB_(nominal)
https://es.statista.com/estadisticas/635353/paises-con-la-mayor-proporcion-del-producto-interior-bruto-pib-global/
https://es.m.wikipedia.org/wiki/BRICS
https://elpais.com/internacional/2022-05-09/la-ue-promueve-la-confiscacion-de-bienes-rusos-para-pagar-la-reconstruccion-de-ucrania.html
https://www.pagina12.com.ar/804241-victoria-rusa-capitulacion-occidental
Fuente:
Rebelión