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sábado, 6 de septiembre de 2025

El auge de Azov en Ucrania

 

Periodista independiente que ha visitado o vivido en Ucrania desde su infancia. Actualmente reside en el extranjero y cubre la historia y la política ucranianas.



Los medios de comunicación liberales han glorificado a Biletsky y a las brigadas Azov como los poseedores de una respuesta única a todos los problemas de Ucrania. Desde esos medios se ataca a Zelensky como el causante de todos los males del país



     Ne tak stalosya, yak hadalosya ('Las cosas no ocurren como se planearon', proverbio ucraniano)

1933. Los partidos burgueses tradicionales se ven desesperadamente superados en el parlamento. Forman una coalición con el partido nacionalsocialista de Adolf Hilter. Lo nombran canciller. Los grandes empresarios creen que será fácil controlar a este exaltado intelectual pequeño-burgués y a sus seguidores lumpen.


Una fábrica alemana destruida, 1945.

2013. El presidente de Ucrania anti-nacionalista, favorable a la neutralidad con respecto a la OTAN y a las buenas relaciones con Rusia, Viktor Yanukovych, decide financiar a los etnonacionalistas de Ucrania occidental del partido Svoboda. Eran un buen ardid electoral para convencer a los ucranianos sur-orientales, cansados de Yanukovych, de que apoyarlo era la única manera de evitar la toma del poder por parte de los fascistas. Para Yanukovich habría de ser fácil manipular a estos paletos campesinos.


Svoboda en las protestas Euromaidán contra Yanukovych de 2013 sosteniendo retratos del líder fascista de la década de 1940, Stepan Bandera.

2019. Igor Komoloisky, el magnate artero hasta extremos arquetípicos, hace todo lo posible para llevar al poder a su empleado: el comediante Volodímir Zelensky. Kolomoisky estaba cansado de las presiones sobre su imperio empresarial ejercidas tanto por el FMI como por el presidente y oligarca rival, el pro-occidental Petró Poroshenko. Para el todopoderoso Kolomoisky habría de ser fácil controlar a este showman con la cabeza vacía.


Zelensky y Kolomoisky durante su único encuentro público en 2020.

Excepto que Hitler arrastró a la burguesía alemana a una guerra que no podía ganar, Svoboda y sus organizaciones hermanas derrocaron al gobierno de Yanukovich en el sangriento invierno de la revolución del Euromaidán y Zelensky encarceló a su antiguo jefe y supuesto titiritero en 2023.


Las últimas fotos de Kolomoisky muestran que no se ha adaptado bien a la vida en cautiverio.

Y ahora, 2025.

Los liberales y líderes de opinión de los medios de comunicación pro-occidentales están cansados del teatrillo geopolítico de Zelensky y la corrupción de su séquito. Representantes del mayor partido pro-occidental de la oposición, 'Solidaridad Europea', del ex-presidente Poroshenko, expresan abiertamente su preocupación por que los EEUU se “estén lavando las manos” por lo que hace a Ucrania y culpan a Zelensky de incompetencia. Otro diputado de este partido afirmó el 20 de mayo que la ayuda militar estadounidense a Ucrania se terminaría a finales de este verano ya que Trump no ha aprobado nuevos envíos de armamento.

A medida que el frente continúa derrumbándose lenta pero inexorablemente, todo lo que Zelensky puede declarar es su negativa a aceptar la demanda de Rusia de que Ucrania abandone su deseo, fijado constitucionalmente, de entrar en la OTAN. Los medios occidentales también confían ciegamente en el comediante en jefe.

Si todo sigue así, Ucrania está acabada. Éste es el mensaje que el segmento liberal nacional de los medios de comunicación ucranianos repite de manera constante. Pero es una preocupación que tiene una respuesta.

Hay una unidad del ejército que tiene un talento único y dispone de tecnología avanzada. Se presenta de continuo como la antítesis a la corrupción endémica al viejo y “soviético” ejército ucraniano y al séquito de Zelensky. Medios liberales como Ukrainska Pravda o Bihus, antes subvencionados por USAID, publican con regularidad historias sobre la corrupción de otras unidades militares, o la corrupción de oficiales próximos a Zelensky como Tatarov, Tymoshenkov o Reznikov, pero jamás sobre esta unidad en particular.

Y esta unidad en el ejército no es sólo una unidad: es un “movimiento”, una “familia”, como se denomina a sí misma. Está al frente de la reforma del ejército para que se ajuste a los estándares organizativos de la OTAN. Está dirigida por un líder carismático que no para de dar entusiastas entrevistas a los medios liberales.

Por supuesto, esta unidad es Azov.




En Ucrania y fuera de ella hay influyentes fuerzas de corte liberal que agitan a favor del movimiento Azov, para que tome el control del ejército ucraniano. Por la manera en que miran a su líder, Andriy Biletsky, y critican a Zelensky, parece difícil creer que quieran otra cosa para Azov a que se haga también con el control de la esfera política.


Azovitas erigiendo un monumento pagano en una de sus bases, 2017.

Sin duda, deben creer que serán capaces de cabalgar este tigre. Azov y los liberales ucranianos tienen en verdad muchas cosas en común. Ambos están compuestos por la pequeña “clase media” de Ucrania, que se ve a sí misma combatiendo una guerra sagrada por la “civilización” tanto contra las masas ucranianas, ignorantes y fácilmente manipulables, como contra la amenaza “asiática” rusa. Los liberales de Ucrania han pedido incrementar la censura antimilitarista tanto como los nazis de Azov.

La gran burguesía alemana hizo mucho dinero de la guerra, antes y después de 1945. Huelga decir que no fue el caso del pueblo alemán.

En el pasado he escrito sobre los conflictos entre los liberales “sorosianos” y los nacionalistas azovitas. Pero por ahora mantienen una clara alianza táctica contra un enemigo mayor. Quién sabe qué deparará el futuro cuando sus caminos diverjan.

Por ahora, por una parte, los medios de comunicación liberales han glorificado a Biletsky y a Azov como los poseedores de una respuesta única a todos los problemas de Ucrania. No hay más que entregarles las llaves del castillo. Por la otra, los mismos medios de comunicación liberales han pasado a la ofensiva contra el cese de los “nuevos y patrióticos comandantes de élite” a manos de “los viejos generales soviéticos corruptos”. Los “nuevos y patrióticos comandantes de élite”, simbolizados por Azov, quieren minimizar las bajas luchando en una “guerra de alta tecnología”, mientras que “los viejos generales soviéticos corruptos” malgastan incontables vidas y sólo se preocupan por sus futuras pensiones.


Andriy Biletsky, lider del movimiento Azov ucraniano.

Zelensky a veces aparece nombrado como el único responsable de estas pérdidas sin sentido, pero aún más como responsable directo por la corrupción recientemente revelada en la construcción de fortificaciones. Finalmente, han planteado las mismas preguntas por las últimas masacres de tropas ucranianas recién movilizadas.

Los medios de comunicación ucranianos y sus patrocinadores

Antes de entrar en materia, un par de palabras sobre los periodistas y grupos mediáticos que describo como “medios de comunicación liberales de Ucrania”.

En primer lugar, sus publicaciones. Ukrainska Pravda (UP) es el medio de comunicación liberal más influyente del país. Estuvo subvencionado por USAID desde comienzos de los 2000. Por supuesto, UP y otras publicaciones liberales, como Bihus y Slidstvo, han estado pidiendo donaciones desde que Trump cerró el grifo de USAID.

En segundo lugar, sus patrocinadores. Tomas Fiala: este empresario checo, socio de George Soros, adquirió UP en 2021, y posee o tiene participaciones en otras tantas cabeceras liberales, incluyendo el Kyiv Post, NV Radio y Forbes Ukraine. Aparte de figuras como Fiala, la UE militarista también ha dado un paso al frente para llenar el hueco dejado por Trump. Bruselas anunció el 20 de mayo que había enviado sus primeros cinco millones de euros para ayudar a las emisiones de Radio Free Europe en Ucrania.

Finalmente, Yury Butusov. Éste es un nombre que veréis a menudo en las discusiones sobre el periodismo de guerra en Ucrania. Butusov es el periodista de guerra más conocido del país, aunque en otro lugar ya he hablado de cómo ha esquivado el reclutamiento. Butusov ha sido desde siempre un crítico feroz de Zelensky y, como la mayor parte de los liberales, era mucho más cercano al expresidente Petró Poroshenko. Butusov es entrevistado con frecuencia por UP, aunque también tiene su propio proyecto comunicativo en Censor.net. Este periodista fanático es originario de Ucrania oriental, rusoparlante y también dirige unos cuantos proyectos relacionados con el periodismo desde el frente usando el idioma ruso y con el objetivo de desmoralizar a las tropas rusas.

Ahora ya podemos pasar a la guerra informativa como tal, la que dirige Azov contra la élite militar del país y Zelensky.

El auge de Azov

Hubo una época en la que Andriy Biletsky era más conocido como el líder de una banda de hooligans de fútbol neonazis de la ciudad oriental de Járkov, en la que organizaban ataques racistas contra los vendedores vietnamitas en los mercados. Entonces se hacían llamar “Asamblea Social Nacional” y “Patriotas de Ucrania”. Su discurso sobre la misión de Ucrania a la hora de “liderar las razas blancas del mundo en la cruzada final contra los subhumanos semíticos” ha sido citado en múltiples ocasiones.

Biletsky es ahora el comandante del III Cuerpo del Ejército, una de las primeras unidades del ejército ucraniano de la muy cacareada transición hacia los estándares organizativos de la OTAN. Las acciones de Biletsky en el frente mediático no son menos impresionantes.

El 14 de mayo Yury Butusov publicó su última entrevista con Biletsky, titulada 'La doctrina Biletsky'. En ella, Biletsky esboza su plan maestro sobre cómo podría reformarse el ejército siguiendo las directrices de Azov. Después de todo, como ha repetido en varias ocasiones, Azov es la unidad más tecnológicamente avanzada, más motivada, mejor organizada y, en definitiva, la mejor unidad del ejército ucraniano. Éste es un sentimiento compartido por los medios de comunicación liberales ucranianos.

Según Biletsky, costaría dos mil millones de dólares estadounidenses anuales actualizar el resto del ejército a los niveles de Azov. Sin embargo, también afirma que sería financieramente sostenible, puesto que una reforma de este calado supuestamente salvaría las vidas de miles de soldados, y la familia de cada soldado fallecido ha de ser compensada por el gobierno. Lo que se dice una lógica atractiva.

Hay muchas cosas a comentar de esta entrevista, incluyendo las quejas habituales de Biletsky de que el gobierno no está proporcionando a Azov los suficientes drones y su protesta contra los generales corruptos e indiferentes que quieren que sacrifique a sus hombres en misiones que no conducen a ninguna parte. También se queja de que Azov sea utilizada como una “unidad de bomberos”, yendo constantemente de aquí para allá para cubrir los agujeros en el frente. Para él, la solución es clara: todo el ejército ha de convertirse en Azov.

La parte más interesante de la entrevista, con todo, es cuando resume su vida: “En cuanto a mi carrera, está construida sobre la guerra”. Biletsky recuerda cómo a comienzos de 2014 él y sus matones eran los únicos dispuestos a matar a otros ucranianos que se opusiesen a la nueva vía nacionalista del país. El ejército regular desertó y no quería disparar contra sus conciudadanos.

Sus azovitas se contraponían al “viejo y corrupto ejército”, el de entonces y el de ahora. Su vida, como la de los nacionalistas liberales de Butusov, depende de una atmósfera de amenazas violentas y existenciales constantes.

Por supuesto, Biletsky está lejos de ser un actor totalmente independiente. El medio strana.ua, que favorece una posición de neutralidad respecto a la OTAN, recoge rumores que corren desde hace tiempo de que 'camisas viejas' del movimiento como Biletsky o Denis Prokopenko están patrocinados por Rinat Akhmetov, el hombre más rico del país. Este rumor fue probado a comienzos de este año, cuando se reveló que Akhmetov había comprado varios apartamentos de lujo para los altos mandos de Azov en la capital.

Más allá de Akhmetov, se cree que la administración Zelensky tiene esperanzas de usar el movimiento Azov como un partido nacionalista controlable en el escenario político de posguerra. Quizá pueda usarse para hacer fracasar las oportunidades electorales del supuestamente popular exgeneral Zaluzhny si decide presentarse como candidato a la presidencia.

¿Pero hasta qué punto puede controlarse al movimiento Azov, que no para de crecer? Su expansión constante ha desafiado todos los pronósticos. En 2014 era una banda de hooligans con pasamontañas. La invasión rusa de 2022 le proporcionó un enorme impulso para crecer. Actualmente Azov está representada por dos unidades. La primera es el III Cuerpo del Ejército (hasta marzo de 2025 conocido como 3a Brigada de Asalto Separada), bajo el mando del coronel Andriy Biletseky. La segunda es la 12a Brigada Operativa 'Azov' en la Guardia Nacional, bajo el mando del teniente coronel Denys Prokopenko. Y aún hay otras tantas unidades vinculadas al ejército y los servicios de inteligencia, como Kraken, vinculada a la Dirección Principal de Inteligencia (HUR). Pero más allá de eso, el resto de unidades nacionalistas en el ejército mira con envidia a Azov e intenta emularlo.


Fuente: EL SALTO

sábado, 24 de mayo de 2025

Sin alternativa progresista

 

 Por Michael Roberts  
      Economista británico seguidor de la visión marxista de la sociedad.


Cada vez más economistas avisan de que el capitalismo nos lleva al desastre, por decirlo de una manera suave. Las diferencias están en cómo salir de la trampa: ¿modificando el capitalismo “de la nube” realmente existente o rompiendo la baraja?



     La semana pasada asistí a una conferencia de un día organizada por el Progressive Economy Forum (PEF). El PEF es un think tank económico británico de izquierdas que asesoró a la dirección laborista de Corbyn-McDonnell cuando estaban al frente del Partido Laborista británico. El objetivo del PEF es «reunir un consejo de economistas y académicos eminentes para desarrollar un nuevo programa macroeconómico para el Reino Unido». El consejo del PEF quiere «promover políticas macroeconómicas que aborden los retos modernos del colapso medioambiental, la inseguridad económica, las desigualdades sociales y económicas y el cambio tecnológico, y fomentar la aplicación de estas políticas colaborando con responsables políticos progresistas y mejorando la comprensión de la economía por parte de la ciudadanía». La única propuesta política concreta que pude encontrar en su declaración de intenciones es que el PEF «se opone a la austeridad y a la ideología y el discurso actuales del neoliberalismo, y hace campaña para poner fin a la austeridad y garantizar que nunca más se utilice como instrumento de política económica».


Sede del Progressive Economy Forum.

El exabogado Patrick Allen es el fundador, presidente y principal financiador del PEF. Considera que su tarea es «reunir a los mejores economistas progresistas y académicos afines del país para que se unan a los políticos progresistas con el fin de demostrar el fracaso del neoliberalismo y la inutilidad de la austeridad, y proporcionar políticas creíbles inspiradas en Keynes para lograr una economía estable, equitativa, verde y sostenible, libre de pobreza».

La mención específica de la economía keynesiana identifica claramente el origen del PEF. Se trata de una economía «progresista», no socialista y, desde luego, no marxista. Esto quedó claro en las numerosas intervenciones de los eminentes ponentes de la conferencia del PEF titulada «La política económica en la era de Trump». Todos los ponentes eran conocidos economistas keynesianos o poskeynesianos. El único atisbo de marxismo provino de un vídeo pregrabado con el que se inauguró la conferencia, en el que aparecía Yanis Varoufakis desde su casa en Grecia. Exministro de Finanzas del Gobierno griego de izquierda Syriza durante la crisis de la deuda de 2014-2015, Varoufakis se autodenomina «marxista errático», como él mismo se definió en una ocasión.


Política económica en la era de Trump.


En su breve discurso, esbozó su conocida tesis de que las fallas del capitalismo se deben a los desequilibrios globales en el comercio y los flujos de capital, y al desmoronamiento del imperialismo estadounidense en su intento por mantener su posición hegemónica como «minotauro global», consumidor de todo lo que se produce. También mencionó brevemente su última tesis de que el capitalismo tal y como lo hemos conocido ha muerto y ha sido sustituido por el «tecnofeudalismo» en forma de megacompañías tecnológicas y mediáticas estadounidenses, conocidas como los Siete Magníficos, que extraen «rentas de la nube» del resto del capitalismo. Las alternativas políticas de Varoufakis a este nuevo feudalismo percibido eran impulsar un banco «verde» que proporcionara crédito para inversiones destinadas a detener el calentamiento global, etc.; introducir más democracia en el lugar de trabajo corporativo; y proporcionar una renta básica universal para todos. No se mencionó la toma del control de los Siete Magníficos, o los principales bancos mundiales, de las empresas de combustibles fósiles.




Pero eso encajaba con el tema de la conferencia del PEF. Esta partía de la premisa de que el capitalismo tenía que «reorientarse», no sustituirse, y que había que limitar el «rentismo» y revisar la protección social. A continuación, se sucedieron una serie de ponentes que hablaron de los fracasos y las desigualdades del capitalismo «rentista» (PEF); o del capitalismo «extractivo» (Stewart Lansley) o «distópico» (Ozlem Onaran), como si estas variaciones hubieran sustituido al capitalismo «productivo» original, tal y como lo conocíamos en los años cincuenta y sesenta, que entonces funcionaba para todos, o al menos lo hacía si era gestionado por gobiernos que aplicaban políticas macroeconómicas keynesianas. Todo iba bien bajo la gestión global de las «instituciones de Bretton Woods» de la posguerra (el FMI, el Banco Mundial, la OMC, etc.). Solo cuando el neoliberalismo y el rentismo tomaron el relevo a partir de la década de 1980, el capitalismo se volvió destructivo y dejó de ser «progresista», con crisis, crecientes desigualdades, calentamiento global y conflictos mundiales emergentes.

No se explicó por qué este capitalismo «progresista» de la década de 1960 fue sustituido por el capitalismo neoliberal, extractivo y rentista actual. ¿Por qué los capitalistas y sus estrategas políticos cambiaron cosas que les funcionaban tan bien? No se mencionó el declive mundial de la rentabilidad del capital productivo en la década de 1970 y, por lo tanto, el cambio hacia la inversión financiera y la especulación; ni el traslado de la inversión del Norte Global por parte de las multinacionales hacia la explotación de la mano de obra en el Sur Global. Stewart Lansley presentó algunos datos alarmantes sobre la desigualdad de la riqueza desde la década de 1980 con el auge de los multimillonarios y las finanzas. «En los años de la posguerra, las élites financieras y económicas aceptaron, con renuencia, las políticas de igualación y los niveles de extracción de antes de la guerra disminuyeron. Una vez agotada la paciencia del capital, la extracción ha vuelto». Así pues, fue la «falta de paciencia» lo que provocó el cambio, y no la falta de rentabilidad.


Trabajadores en una mina artesanal de cobalto en Shabara, cerca de Kolwezi, en la República Democrática del Congo, el 12 de octubre de 2022.


Varios ponentes destacaron la forma en que el capital estadounidense se había apoderado de gran parte de la economía británica, convirtiéndola en lo que Angus Hanton denominó un «Estado vasallo» y lo que Will Hutton, economista y autor, consideró que había destruido el desarrollo técnico de la industria británica. Europa y el Reino Unido se estaban quedando cada vez más atrás con respecto a los niveles de productividad estadounidenses. Pero, ¿cuál fue la respuesta a esta toma de control estadounidense? Al parecer, fue el nacionalismo, no la nacionalización. Hanton: «compre británico»; Hutton, desarrolle un «banco empresarial británico», pero no nacionalicé los servicios públicos, los bancos y las grandes empresas que ahora son propiedad y están controlados por capital extranjero (principalmente estadounidense).

En otra sesión, los ponentes esbozaron los enormes desequilibrios en el comercio y los flujos de capital a nivel mundial, los signos del debilitamiento de la hegemonía estadounidense y del dólar como moneda internacional, y el auge de China como potencia económica rival. ¿Cuál era la respuesta a esto? Bueno, la esperanza de que tal vez el grupo BRICS+ pueda reducir los desequilibrios y restaurar el multilateralismo frente al nacionalismo impulsado por los aranceles de Trump.

En esta sesión, Ann Pettifor argumentó que las crisis del capitalismo eran el resultado de un endeudamiento excesivo (no se mencionaron las tendencias de los beneficios o la inversión) y que deberíamos fijarnos en el trabajo del economista izquierdista estadounidense y premio Nobel Joseph Stiglitz y en su reciente libro, «The road to freedom», en el que Stiglitz reitera su llamamiento a la creación de un «capitalismo progresista». «Las cosas no tienen por qué ser así. Hay una alternativa: el capitalismo progresista. El capitalismo progresista no es un oxímoron; efectivamente, podemos canalizar el poder del mercado para servir a la sociedad» (Stiglitz). Verán, el problema no es el capitalismo, sino los «intereses creados», especialmente entre los monopolistas y los banqueros. La respuesta es volver a los días del «capitalismo gestionado» que, según Stiglitz, existió en la edad de oro de los años cincuenta y sesenta. Stiglitz: «La forma de capitalismo que hemos visto en los últimos cuarenta años no ha funcionado para la mayoría de la gente. Tenemos que tener un capitalismo progresista. Tenemos que domesticar el capitalismo y reorientarlo para que sirva a nuestra sociedad. Ya sabe, no es la gente la que debe servir a la economía, sino la economía la que debe servir a la gente».

En otra sesión se debatieron las impactantes desigualdades de ingresos y riqueza. Curiosamente, algunos ponentes, como Ben Tippett, argumentaron que la introducción de un impuesto sobre el patrimonio en Gran Bretaña contribuiría poco a reducir la desigualdad o a proporcionar ingresos al Gobierno. El impuesto sobre el patrimonio no era una «solución milagrosa». Tippett tenía razón. Un impuesto sobre el patrimonio no resolvería la desigualdad ni proporcionaría fondos suficientes para la inversión pública. Pero nadie se preguntó: ¿por qué tenemos multimillonarios y una gran desigualdad en primer lugar? La desigualdad es el resultado de la explotación del trabajo por parte del capital antes de la redistribución. Los impuestos intentan redistribuir la riqueza o los ingresos después del hecho, con un éxito limitado.

En la misma línea, Josh Ryan-Collins nos dijo que construir más viviendas no resolvería la crisis de la vivienda en Gran Bretaña porque esta estaba impulsada por los bajos tipos hipotecarios (préstamos baratos) que solo aumentaban la demanda. Su respuesta: animar a las personas mayores con casas grandes a «reducir su tamaño» y liberar el parque inmobiliario existente para los compradores más jóvenes. Al parecer, un programa financiado por el Estado para construir viviendas de alquiler de propiedad pública, como se hizo con gran éxito en los años cincuenta y sesenta, no era la solución ahora.

Jo Michell arremetió contra las ridículas normas fiscales autoimpuestas que el Gobierno laborista está aplicando para «equilibrar las cuentas públicas». Pero se opuso a ellas únicamente porque eran demasiado «cortoplacistas». La implicación era que no existían alternativas radicales para aumentar los ingresos que evitaran que el Gobierno de Starmer siguiera adelante con la imposición de la austeridad fiscal mediante recortes previstos en las prestaciones a las personas mayores, los discapacitados y las familias.

El Banco de Inglaterra fue criticado por su mala gestión de la flexibilización cuantitativa y ahora de la restricción, que estaba generando unos costes equivalentes a 20 000 millones de libras para las finanzas públicas (Frances Coppola). Pero parecía que nadie estaba a favor de poner fin a la sumisión del Banco de Inglaterra a la City de Londres revirtiendo su supuesta «independencia». Verán, la función del Banco de Inglaterra era «preservar la estabilidad de los precios» (Frances Coppola), una visión extraña dado el fracaso total de los bancos centrales a la hora de gestionar el repunte inflacionista posterior a la COVID. Al parecer, mantener a los bancos centrales al margen del control democrático de los gobiernos elegidos garantizaba que ningún gobierno «derrochador» (aunque fuera elegido democráticamente) pudiera jugar con los tipos de interés, etc.., y provocar así una crisis financiera en los mercados. Al fin y al cabo, los mercados mandan y no se puede hacer nada al respecto, al parecer. La nacionalización de los principales bancos e instituciones financieras no figuraba en la agenda de ningún ponente.

En las sesiones finales se consideró una alternativa más amplia al capitalismo «rentista», «extractivo» o «distópico». Guy Standing, miembro del consejo del PEF y autor de «Precariado», planteó el riesgo creciente del fascismo y su amenaza para la «agenda progresista». Según su teoría, la clase obrera tradicional está siendo sustituida a nivel mundial y en Gran Bretaña por una clase «precaria» que no tiene trabajo fijo ni salarios y condiciones dignas y que está siendo «abandonada». Esta clase en crecimiento es receptiva a las ideas reaccionarias que la «plutocracia» pretende fomentar y promover, y existe un peligro real de colaboración de clases entre los extremadamente ricos y el precariado contra los «asalariados» (término que entiendo como la clase obrera tradicional). ¿Cuál es la respuesta?: acoger al precariado, dice Standing, en lugar de a la clase obrera; y desmantelar el «capitalismo extractivo», sustituyéndolo por los «bienes comunes». Standing no explicó realmente qué significaban los bienes comunes, aparte de su término histórico de «tierras comunales». ¿Se refería al socialismo? No estoy seguro, porque a lo largo de toda la conferencia no se pronunció ni una sola vez la palabra «socialismo» (que creo que es el verdadero significado de «bienes comunes»).

John McDonnell y Nadia Whittome son dos de los mejores políticos laboristas de izquierda de Gran Bretaña. McDonnell dijo en la conferencia que nunca había estado tan deprimido por la situación en Gran Bretaña y en el mundo en sus 50 años de carrera política. ¿Qué hacer? Debemos intentar que el gobierno de Starmer «vuelva al buen camino» y adopte políticas que ayuden a los trabajadores. En mi opinión, es una esperanza vana. Whittome también describió el terrible impacto del capitalismo en el país y en el extranjero. Pero, ¿cuál era la respuesta? ¿Acaso una mejor gestión del capitalismo? Quizás la respuesta la proporcionó el propio eslogan de William Beveridge en 1942, utilizado por el PEF en la documentación de la conferencia: «Un momento revolucionario en la historia del mundo es un momento para revoluciones, no para parches». ¡Cierto! Pero, por ahora, el PEF aboga por los parches.

Fuente: EL VIEJO TOPO

sábado, 10 de mayo de 2025

¿De qué lado está la India?

 

 Por Ricardo Martins  
      Periodista de New Eastern Outlook.


     La India se encuentra hoy en una encrucijada geopolítica, caminando por una precaria cuerda floja entre alianzas globales rivales. Con un pie firmemente plantado tanto en la estrategia de contención liderada por Estados Unidos contra China como en la coalición BRICS liderada por China y Rusia, el acto de equilibrio de la India plantea serias preguntas: ¿Hasta cuándo podrá Nueva Delhi continuar con esta doble mirada diplomática? ¿Puede realmente Washington contar con la India en sus esfuerzos por contener a China? ¿Puede la India seguir reivindicando con credibilidad un papel de liderazgo en el Sur global, incluso mientras se alinea cada vez más estrechamente con las potencias occidentales?

En última instancia, la India busca desempeñar un papel más importante en el escenario mundial. Como dijo recientemente el Ministro de Asuntos Exteriores, S. Jaishankar, ante el Carnegie Endowment for Peace, India aspira a convertirse en una verdadera “potencia mundial”.

Para lograr este objetivo, el gobierno del primer ministro Narendra Modi ha esbozado un ambicioso plan: impulsar la economía digital, aumentar la fabricación de hardware y desarrollar doce zonas industriales con un mayor enfoque en el capital humano.

Pero la ambición de una gran potencia a menudo exige tomar decisiones difíciles. Y cada vez más, las opciones de la India parecen inclinarse hacia Washington.


JUGANDO EL JUEGO DE ESTADOS UNIDOS, POR AHORA

La reciente visita del vicepresidente estadounidense J.D. Vance a la India marcó un punto de inflexión significativo. India acordó apoyar a Estados Unidos en su guerra económica contra China imponiendo un arancel de salvaguardia del 12% al acero chino. A cambio, India obtuvo concesiones clave: vías de inmigración más fáciles para el talento indio, mayores oportunidades para las empresas de servicios indias en Estados Unidos y promesas de una mayor inversión extranjera directa estadounidense.

La participación de la India en el ring, junto con Estados Unidos, Japón y Australia, consolida aún más su inclinación estratégica a contrarrestar militarmente a China en el Indo-Pacífico. Desde la perspectiva de Nueva Delhi, fortalecer los lazos con Washington ofrece acceso a la tecnología, la inversión, la cooperación en defensa y una mayor participación en la gobernanza global.



J.D. Vance, un duro crítico de la globalización tradicional, imagina un nuevo tipo de relación económica que, paradójicamente, revive la vieja lógica colonial de extracción de talento. La India, orgullosa de su ethos nacionalista bajo Modi, está en verdadero peligro de caer en la trampa de la “fuga de cerebros”, donde sus mejores y más brillantes son desviados para apuntalar la economía estadounidense.

Esta tensión entre el orgullo nacionalista y el pragmatismo económico global es una contradicción que la India debe abordar.


¿Y LOS BRICS?

Por otra parte, India sigue siendo miembro integral de los BRICS y de la Organización de Cooperación de Shanghai, alianzas cada vez más vistas como polos alternativos al poder occidental. Estos bloques, especialmente después de Ucrania, se han acercado bajo el liderazgo de China y Rusia.



Sin embargo, el comportamiento de la India dentro de los BRICS es cada vez más divergente de la orientación geopolítica más amplia del bloque.

Por ejemplo:

    Conflicto en Ucrania: A pesar de la declaración de neutralidad, los proyectiles de artillería de fabricación india llegan a Ucrania a través de intermediarios europeos.

    Conflicto de Gaza: Mientras gran parte del Sur Global condena las acciones de Israel como coloniales, de apartheid y genocidas, India ha virado hacia el apoyo a Israel, impulsada en parte por su política interna y su difícil relación con su minoría musulmana.

    La membresía de la India en el BRICS parece, a veces, más transaccional que ideológica. A diferencia de Brasil o Sudáfrica, Nueva Delhi no parece ansiosa por alinearse completamente con el tono cada vez más antioccidental del bloque.

Y China, el supuesto socio BRICS de la India, no es ningún amigo. Las tensiones fronterizas con Ladakh, la rivalidad económica y la desconfianza hacia la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de China han hecho que las relaciones entre los dos gigantes sean muy tensas.

Así, aunque India permanece oficialmente en el BRICS, está claro que Nueva Delhi ya no comparte la visión subyacente del grupo de un frente unificado del Sur Global como alternativa a Occidente. La India no se ve a sí misma en esta ecuación.


LA RELACIÓN DE LA INDIA CON CHINA Y LOS BRICS SIGUE SIENDO VENTAJOSA

En términos de relaciones comerciales, China sigue siendo el principal socio comercial de la India. A pesar de las tensiones, el volumen comercial entre India y China es impresionante: 118,4 mil millones de dólares en el año fiscal 2023-24. India importa bienes chinos clave, especialmente productos electrónicos, maquinaria, productos farmacéuticos y materias primas necesarias para sus industrias, y depende en gran medida de China para productos como microprocesadores, chips de memoria y semiconductores.

La India tiene que depender de la cadena de suministro de China, por lo que un desacoplamiento completo aún no es posible. Muchos sectores de la India, como las telecomunicaciones, la fabricación de productos electrónicos y los productos químicos, dependen en gran medida de los bienes intermedios chinos.

A través de los BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), India comparte con China una plataforma desde la que puede influir en los debates sobre gobernanza global (por ejemplo, impulsando reformas del FMI, el Banco Mundial y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas) y presentarse como líder del Sur Global junto con China.

La presencia de la India en los BRICS y la OCS ofrece una forma de “seguro” contra un aislamiento total si las tensiones con Estados Unidos aumentaran aún más. La India mantiene cierta influencia al mantener canales abiertos con China y Rusia.


¿QUÉ TAN SOSTENIBLE ES EL EQUILIBRIO QUE MANTIENE LA INDIA?

La pregunta central sigue siendo: ¿puede la India seguir “jugando un doble juego” indefinidamente?

A corto plazo, sí. La India se beneficia de la ambigüedad estratégica. Obtiene concesiones tanto de Washington como de Pekín, manteniendo al mismo tiempo su autonomía estratégica. Pero a largo plazo, a medida que se intensifique la competencia global entre Estados Unidos y China, el margen para mantener posturas indecisas se reducirá.

Washington acabará exigiendo una alineación más explícita: militar, tecnológica y política. Los responsables políticos estadounidenses ya ven a la India no sólo como un socio económico, sino como un potencial “eje” de cualquier coalición futura para contrarrestar el ascenso de China.

De la misma manera, China y Rusia pueden volverse cada vez más cautelosas ante la duplicidad de la India dentro de los BRICS. Si India se percibe cada vez más alejada de los objetivos del BRICS, podría aumentar la presión para aislar diplomáticamente a Nueva Delhi, o incluso expulsarla.


CONCLUSIONES: ¿SUCUMBIRÁ LA INDIA A LA PRESIÓN DE LA ELECCIÓN?

Hoy en día, India se mantiene hábilmente “al margen” mediante una diplomacia de primer nivel, que utiliza para maximizar sus opciones estratégicas. Pero las cercas no son viviendas permanentes. A medida que la rivalidad entre Estados Unidos y China se intensifica hasta convertirse en una nueva Guerra Fría, India enfrentará una presión cada vez mayor para elegir bando o correr el riesgo de perder la confianza de ambos.

Aunque India aspira a convertirse en una “potencia mundial”, las verdaderas grandes potencias se definen no sólo por su tamaño y su economía, sino por su capacidad de liderar, de elegir y de defender.

Sin embargo, la India no percibe la urgencia de hacer una elección estratégica definitiva entre profundizar su asociación con Occidente liderado por Estados Unidos, con el riesgo inherente de convertirse en un socio menor, o enfatizar su papel dentro de los BRICS.

Por el contrario, India está decidida a resistir la presión externa y mantener su doble alineación durante el mayor tiempo posible, siguiendo jugando en ambos frentes para maximizar sus intereses nacionales mientras redobla sus credenciales en solitario.


Fuente: New Eastern Outlook

miércoles, 16 de abril de 2025

Una «bomba atómica» arancelaria

 

 Por Valerio Arcary  
      Historiador y profesor universitario doctorado en Historia. Integrante de la dirección nacional del Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU) de Brasil.


Es imposible entender el «momento Trump» de la actual guerra arancelaria sin tener en cuenta la presión de más de cuarenta años de crónicos y gigantescos déficits comerciales y fiscales en Estados Unidos



     Estados Unidos ha desatado una ola de choque en la economía mundial sin parangón en los últimos cuarenta años: una contraofensiva en gran escala para defender la supremacía de Washington en el mercado mundial y en la comunidad internacional de Estados. Quienquiera que subestime las consecuencias de semejante contraofensiva está cometiendo un error imperdonable.




El impacto de esa contraofensiva podría compararse sólo con el «momento Nixon» de 1971, cuando Washington subvirtió los Acuerdos de Bretton Woods y puso fin a la convertibilidad fija del dólar en oro, para lo cual procedió a devaluar la moneda de reserva a fin de poder hacer frente al crecimiento alemán y japonés, al aumento del déficit comercial estadounidense y a la necesidad de financiar la guerra de Vietnam[i].

O con el «momento Reagan», cuando la Reserva Federal elevó al 21,5 % la tasa de interés de referencia para combatir una inflación superior al 13,5 %, el escalamiento de la deuda pública, que alcanzó entonces por primera vez el billón de dólares, la necesidad de financiar la carrera armamentística contra la URSS tras el triunfo revolucionario en Nicaragua —que amenazaba con extenderse a toda Centroamérica—, así como en Irán —que a su vez amenazaba con desatar una ola de radicalización islámica contra Israel—, y la caída de las dictaduras en el cono sur de América Latina[ii].

Es imposible entender el «momento Trump» de la guerra arancelaria sin tener en cuenta la presión que ejercen más de cuarenta años de crónicos y gigantescos déficits comerciales y fiscales que son el talón de Aquiles de Estados Unidos, aun cuando no hayan impedido un miniboom con Ronald Reagan en los ochenta, Bill Clinton en los noventa y George Bush hijo en la primera década del siglo XXI. Cualquier otro país, incluso entre las grandes potencias, se habría sumido en una espiral de inflación, desinversión, recesión y desgobierno. Por su comportamiento, tales déficits constituyen una distorsión, una «excepcionalidad» o una «anomalía».

Ningún país puede mantener indefinidamente una disfuncionalidad o un patrón de consumo dependiente de un endeudamiento «infinito» que descansa en las reservas de capital de otros Estados y de fracciones de la burguesía extranjera que compran bonos del Tesoro yanqui. Ello ha sido posible sólo porque Estados Unidos, la mayor potencia mundial, tiene casi el monopolio de la emisión de moneda de reserva, ya que el papel del euro, la libra o el franco suizo es mucho menor.

Paradójicamente, Estados Unidos funge como «aspiradora» de la acumulación capitalista al tiempo que mantiene sobrevalorado el dólar, haciendo menos competitiva la economía estadounidense. El desafío estratégico se ha hecho evidente en los últimos diez años: el contraste entre el estancamiento de los centros imperialistas tras la crisis de 2007/08 y el salto cualitativo del fortalecimiento de China ha hecho sonar las alarmas de una fracción de la burguesía estadounidense.




En 2024, el déficit comercial de Estados Unidos rondaba los 918.400 millones de dólares, mientras el déficit fiscal alcanzaba los 1,8 billones de dólares[iii]. La deuda pública es de 36 billones de dólares y solamente el pago de intereses consumirá 1 billón de dólares, cifra superior al presupuesto militar total del Pentágono[iv]. El Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos ascendía para esa fecha a 29,16 billones de dólares, todavía un 26,5 % del total mundial, pero en declive[v].


La deuda del gobierno federal estadounidense asciende a 36 billones de dólares.

En teoría, esos déficits gemelos no deberían ser posibles. Pero así es. El orden de Bretton Woods, surgido a raíz de la catástrofe de las dos guerras mundiales, dio paso a la creación del Fondo Monetario Internacional (FMI), precisamente para evitar que esos desequilibrios fueran sólo transitorios y susceptibles de mantenerse bajo control, y no el detonante de un nuevo crash mundial como el ocurrido en 1929. Aún así, Estados Unidos rompió con Bretton Woods en 1971 para preservar intacto su estatus de potencia, y de nuevo en 1981, para arrinconar a la URSS e imponerle la restauración del capitalismo.

Entre 2001 y 2005, América Latina se vio convulsionada por una ola revolucionaria provocada por una década de ajustes neoliberales. La crisis mundial de 2007/08 fue una señal de que la financiarización tenía límites inevitables y de que su costo era políticamente insostenible. En el Magreb, la oleada revolucionaria se extendió de Túnez a Egipto y a Siria.

¿Qué puede explicar esa «excepcionalidad» estadounidense? El hecho de que Estados Unidos emita la moneda de reserva mundial sin respaldo y sin reglas. El derecho de señoreaje del dólar enfrentó límites hasta 1971, pues Bretton Woods había condicionado el papel de moneda de reserva a la paridad fija de convertibilidad con el oro. Pero esa regla expiró hace más de medio siglo.

La superioridad de Estados Unidos se impuso en el mundo porque ese privilegio fue decisivo para mantener una maquinaria bélica que hacía las veces de «paraguas atómico» que protegía a la Tríada. Al mismo tiempo, el papel del gigantesco mercado interior estadounidense como «importador de último recurso» permitió a Europa y a Japón, pero también a China, entre otros, acumular superávits comerciales que financiaron el déficit fiscal por medio de la adquisición de títulos de deuda estadounidenses. Así funcionó durante décadas en el período posterior a 1989/91. La estrategia neoliberal de financiarización garantizó la supremacía unipolar tras la restauración capitalista en la exURSS. Pero con el tiempo se habría de agudizar una contradicción.

Desde la crisis de 2007/08 y la transición de Bush hijo a Barack Obama, hasta el primer mandato de Donald Trump, Estados Unidos ha practicado la estrategia del QE (Quantitative Easing), es decir, de la «flexibilización cuantitativa» o relajación monetaria. La llamada Quantitative Easing consistió en la adopción de tipos de interés negativos o inferiores a la inflación para estimular el consumo y la producción. De esa forma, se producía una «fuga hacia delante» —combatiendo el exceso de liquidez con más liquidez— y se mantenía a raya las perspectivas de una depresión mundial como la de los años treinta del siglo XX, sin que por ello se llegase a impedir lo que se conoce como la década perdida, tras lo cual vino la pandemia.

Entretanto, inevitablemente se sobrevalorizó el dólar y se exacerbó el desplazamiento industrial hacia Asia. El capitalismo mundial ganó «tiempo histórico», pero tanto en Europa como en Estados Unidos aumentaron la pobreza y la desigualdad social. Black Lives Matter se convirtió en el mayor fenómeno de movilización social en Estados Unidos en décadas, y echó a andar a toda una nueva generación. El choque arancelario de Donald Trump tiene como objetivo explícito internalizar las cadenas de producción. Pero también está dirigido a ejercer presión para que se devalúe el dólar, se reduzca la tasa de interés de referencia de la Reserva Federal —que ha aumentado con la inflación pospandémica— y se prorrogue el perfil de la deuda pública estadounidense.

La «ironía dialéctica» de la historia ha estribado en el hecho de que durante la etapa de la globalización, o del apogeo de la supremacía estadounidense, el país que más creció, se modernizó e industrializó fue China, que está empezando a desdolarizarse por medio de la articulación de los BRICS. China mantiene ya un sistema de pagos en su propia moneda con Rusia, desde que las sanciones por la guerra de Ucrania provocaran una ruptura con el sistema SWIFT[vi].

La sobrevaloración del dólar hizo que los costos de producción fueran muy elevados en Estados Unidos, y la estrategia de globalización favoreció la transferencia industrial a Asia. La libre circulación de capitales financió la industrialización acelerada de China. Lo gigantesco del mercado interior estadounidense le aseguró el papel de «importador mundial». Pero al mismo tiempo, la supremacía estadounidense pasó a depender de su superioridad financiera y militar. Los costos del mantenimiento de las fuerzas armadas como «paraguas atómico» llegaron a ser desproporcionados. El choque de Trump responde a esa amenaza. Los aranceles son una movida táctica que obedece a una estrategia mucho más amplia. Parece una «locura», pero sigue un «método».

Donald Trump tiene un plan y su estrategia es coherente con ese plan. En cuanto a la economía, apuesta a que la presión inflacionista que supondrán los aranceles pueda compensarse con la devaluación del dólar. Richard Nixon rompió con Bretton Woods para contener a Alemania y a Japón, Ronald Reagan rompió con la coexistencia pacífica para tender un cerco a la URSS, Donald Trump ha roto con la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Tratado de París y hasta con la Organización Mundial de la Salud (OMS), y desafía a la OTAN y a las Naciones Unidas.

También promueve abiertamente una ofensiva nacional-imperialista neocolonial: amenaza con anexarse a Groenlandia e intimida a Dinamarca, ha recuperado el control sobre el Canal de Panamá, humilla a Canadá y ha hecho suya la línea de la extrema derecha sionista de Israel que propugna la depuración étnica en la franja de Gaza. Entretanto, exige a la Unión Europea que se alinee incondicionalmente con Estados Unidos contra China y maniobra para separar a Moscú de Pekín.

Han sido sólo los primeros pasos, que se han dado incluso antes de que se cumplan los primeros 100 días de su gobierno. Irán y Venezuela se verán amenazados. Cuba estará en la mirilla. México se salvará relativamente porque es una semicolonia con un estatus privilegiado. Estados Unidos apuesta por la recuperación de una mayor cohesión social interna en el país y por la industrialización de sectores estratégicos. Apoya la intensificación de las prospecciones petroleras para garantizar la soberanía energética. Pero sabe que necesita mantener la superioridad en las nanotecnologías, la biomedicina, el complejo industrial militar y los servicios, empezando por las grandes tecnológicas.

El «momento Trump» será muy grave, quizás peor que las contraofensivas de Richard Nixon y Ronald Reagan, y ello por tres razones. La primera es que supone la existencia de un liderazgo neofascista en la Casa Blanca. La segunda es que nos enfrentamos a una crisis medioambiental inevitable, respecto de la cual Donald Trump es un negacionista. La tercera es que China no parece dispuesta a dar marcha atrás y ceder al chantaje.

La ofensiva de Donald Trump se apoya internamente en una corriente supremacista blanca, misógina y homófoba que abraza una ideología nacionalista exaltada y tiene una fuerza social de choque, como dejó claro el asalto al Capitolio. La respuesta al calentamiento global depende de una estrategia global coordinada que no es posible sin Estados Unidos y ya ha quedado claro que el Tratado de París caducó.

La respuesta de China será decisiva ante una carrera armamentística que ya se ha puesto en marcha en Europa contra Rusia, un asedio inminente a Irán y la perspectiva de una amenaza a la soberanía de Venezuela. La tormenta ha cambiado de categoría y el mundo se ha vuelto más imprevisible. 


Fluctuaciones del mercado de valores chino en Beijing el 8 de abril de 2025.

El declive histórico de Estados Unidos ha engendrado un monstruo.


Notas


[i] Entre 1870 y 1970, Estados Unidos registró superávits comerciales ininterrumpidos de una media del 1,1 % del PIB. A partir de 1970, empezó a registrar déficits comerciales constantes. El cambio en el patrón de la balanza comercial a largo plazo mantiene una correlación estable con la inversión del papel de la industrialización en el contexto internacional.

https://www.stlouisfed.org/on-the-economy/2019/may/historical-u-s-trade-deficits

[ii] Antes de que Reagan lo hiciera en 1981, los presidentes que venían de prestar juramento no solían pronunciar un discurso oficial sobre el Estado de la Unión en su primer año de mandato. Reagan dijo a los legisladores: «Nuestra deuda nacional se acerca al billón de dólares. ¿Cuánto es realmente un billón? Mejor digamos que si tuviera en la mano una pila de billetes de 1.000 dólares de sólo 10 centímetros de alto, sería millonario. Un billón de dólares sería una pila de billetes de 1.000 dólares de 67 millas de altura.»

https://www.politico.com/story/2018/02/18/this-day-in-politics-february-18-1981-415852

[iii] Sobre la base de datos proporcionados por la Junta de la Reserva Federal y del Departamento del Tesoro, se encontraron las siguientes cifras: la deuda del gobierno federal estadounidense asciende a 36 billones de dólares; la deuda estatal y local, a 3 billones de dólares; la deuda de los núcleos familiares, a 20,2 billones de dólares; la deuda empresarial, a 21,4 billones de dólares; y la deuda interna de los sectores financieros, a 19,8 billones de dólares.

https://valor.globo.com/mundo/noticia/2024/10/08/dficit-fiscal-dos-eua-alcana-us-18-trilhes-em-2024.ghtml

[iv] https://www.infomoney.com.br/mercados/divida-de-us-36-tri-dos-eua-pode-inviabilizar-promessas-de-trump-dizem-analistas/

[v] El PIB de China se estimó en 18,27 billones de dólares; el de Alemania, en 4,71 billones; y el de Brasil, en 2,18 billones, el décimo más grande del mundo.

https://www.bea.gov/data/gdp/gross-domestic-product

[vi] El sistema SWIFT es una red de comunicación que permite el intercambio de mensajes financieros entre bancos e instituciones financieras de todo el mundo. Se utiliza para enviar y recibir pagos internacionales, transferencias y otras transacciones financieras.


Fuente: Jacobin