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domingo, 31 de agosto de 2025

Documentos de EEUU revelan cómo prepara una “acción militar” contra Venezuela

 

 Por Bruno Sgarzini   
      Periodista argentino especializado en asuntos internacionales.


     La designación de carteles del narcotráfico como organizaciones terroristas estuvo precedida por una serie de informes, previos a la asunción de Donald Trump, que iluminan el accionar de Estados Unidos en la actualidad. Sobre todo cuando hay informes que indican preparativos para acciones militares en México y existe un despliegue marítimo estadounidenses fuera de las aguas venezolanas.

Una de las justificaciones de todo este andamiaje por parte de los organismos de seguridad estadounidenses es la consideración de que Washington enfrenta “una invasión” que convierte a la “migración masiva en un arma”, a través del tráfico de personas, de drogas, organizados por carteles (y organizaciones criminales), según el periodista estadounidense Ken Klippenstein. “En otras palabras, la gente no viene a Estados Unidos para escapar de la pobreza o la represión o en busca de oportunidades; son soldados de infantería de un ataque orquestado contra el país”, según Klippenstein.




Para Joseph Humire, subsecretario de Defensa para América Latina: “la migración armada se produce cuando actores estatales y no estatales catalizan, manipulan o inducen la migración masiva para lograr objetivos políticos y geopolíticos. En el contexto actual, estos objetivos van más allá de la coerción y se centran en erosionar las fronteras soberanas y expandir la captura y el control territorial. La migración armada busca desestabilizar las estructuras sociales y gubernamentales de Estados Unidos. Establecer una 'cabeza de puente' de personal subversivo disponible para ataques dirigidos dentro de Estados Unidos y contra infraestructura crítica y objetivos de alto valor para generar miedo y paralización. Las Organizaciones Criminales Transnacionales funcionan como agentes de Estados-nación adversarios que buscan la expansión territorial. La erosión de las fronteras soberanas es un pretexto para expandir las economías ilícitas, conquistar nuevos territorios y desdibujar las fronteras entre el control estatal y no estatal”.

Una de las justificaciones de todo este andamiaje por parte de los organismos de seguridad estadounidenses es la consideración de que Washington enfrenta “una invasión” que convierte a la “migración masiva en un arma”

Humire es un estadounidense, hijo de bolivianos, partidarios de calificar a los movimientos progresistas como partidos corruptos aliados de Irán y Hezbollah. También quien como integrante de la red Atlas, una fundación de extremo derecha, y del Center for a Secure Free Society, promovió la idea de que los líderes del chavismo eran partes del Cartel de los Soles, recién designado como una “entidad terrorista” por el gobierno estadounidense. Bajo este concepto de migración armada, sostenido por Pam Bondi, la secretaría de Estados Unidos, los carteles latinoamericanos, elegidos por la Administración estadounidenses, son agentes de “Estados Nación adversos” para atacar Estados Unidos.


Documento del Centro Nacional de Inteligencia de Estados Unidos sobre las nuevas amenazas a la seguridad estadounidenses.

Los documentos internos de los organismos de seguridad estadounidenses también demuestran cómo la “amenaza narco chavista” ha sido pre fabricada para alinear una narrativa con los objetivos de política exterior de Marco Rubio (y el propio Trump), quien hoy está a cargo de delinear la política de seguridad (y exterior) de Estados Unidos como secretario del Departamento de Estado y jefe del Consejo de Seguridad Nacional (que concentra todas las ramas estatales del poder militar, financiero y diplomático estadounidense). Según un memorándum del Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos, ni Maduro usa la migración como un “arma”, ni existen pruebas de que coopere con organizaciones narcos como el Tren de Aragua, tipificada como “terrorista”. Mientras que del Cartel de los Soles brilla por su ausencia en los informes de la DEA y otros organismos internacionales.


Informe del Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos del 7 de abril de 2025.

Por esos días de 2023, una de las propuestas que le alcanzaron fue un trabajo de Ken Cuccinelli, ex subsecretario del Departamento de Seguridad Nacional en la primera Administración Trump, titulado “Es hora de declarar la guerra a los cárteles transnacionales de la droga”, y publicado en el Center For Renewing de America, un tanque de pensamiento de derecha. Cucinelli, además, fue el responsable de escribir el Capítulo de Seguridad del Proyecto 2025, una hoja de ruta para el gobierno trumpista creado por la Fundación Heritage.

En ese documento, Cuccinelli, por ejemplo, habla de crear una nueva “definición estatutaria para los cárteles sería similar a la definición actual de organizaciones criminales transnacionales (OCT) en el código estadounidense, pero contemplaría un enfoque más preciso con mayores facultades que permiten la acción financiera, diplomática y directa, típicamente reservada para quienes designan como organizaciones terroristas extranjeras”. La actual Administración, con diversas ordenes ejecutivas, ha ido más allá cuando, en vez de crear una nueva definición estatuaria, calificó a los carteles, como el de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, Tren de Aragua, como organizaciones terroristas extranjeras y Terroristas Globales Especialmente Designados.




Esta nueva designación permite aplicar “sanciones severas y el asesinato de los líderes de los carteles, sin depender del sistema judicial penal estadounidense”, según Cuccinelli. En esta misma línea, para el secretario de Estado, Marco Rubio, con esta disposición el gobierno trumpista" puede utilizar otros elementos del poder estadounidense, para atacar a estos grupos". Para algunos escépticos, por supuesto, el planteamiento deja algunas dudas sobre si sería legal asesinar un miembro de un cartel, como si fuera parte de Al Qaeda, u el Estado Islámico, a través de campañas, por ejemplo, de bombardeos con drones como en Irak, Siria o Afganistán. “Si bien el Congreso ha autorizado el uso de la fuerza contra Al Qaeda, no ha permitido librar una guerra contra grupos no relacionados, incluso si el poder ejecutivo también los califica de "terroristas". La ley estadounidense permite al gobierno imponer sanciones , como el bloqueo de activos, contra grupos que califica como tales, pero esto no le autoriza a realizar operaciones de guerra contra ellos”, de acuerdo a los periodistas de New York Times, Charlie SavageHelene Cooper y Eric Schmitt.

Para sortear estas restricciones, por eso, Cuccinelli recomienda sancionar una ley en el congreso que designe a los carteles como organizaciones terroristas y apruebe la acción directa en su contra, similar a un proyecto presentada en 2024 por los congresistas republicanos Mike Waltz (por un tiempo breve jefe del consejo de Seguridad de Trump), Dan Crenshaw. Sin embargo, ese museo del horror que han sido las guerras contra el Terror en Irak y Afganistán demuestra que las administraciones republicanas son bastantes creativas a la hora de adaptar sus objetivos, incluso, si se trata hasta de justificar, de forma legal, distintas formas de tortura como el submarino.

Como una forma de preparar los ataques directos, el antiguo funcionario afirma que Washington debería organizar con México, y otros países, un despliegue de la Marina de Estados Unidos para detener los envíos de drogas en el Pacífico mexicano, como una “forma de reclutar funcionarios”. Esta afirmación bien se podría adaptar a lo que hace Estados Unidos con su despliegue frente a las costas venezolanas y la intención de sumarse otros países, como Francia, Reino Unido, Guyana, Argentina, Trinidad y Tobago, entre otros, a su operación de presión contra el gobierno de Maduro. Un despliegue que permitiría, por ejemplo, atacar la principal base del país en Caracas, el Fuerte Tiuna, donde pernoctan altos funcionarios del chavismo, según James Story, exembajador de Estados Unidos en Colombia entre 2018 y 2023.

Lo que llama la atención si se tiene en cuenta que, dentro de la Administración trumpista, se ha hablado de la posibilidad de lanzar misiles, o bombardeos con drones, desde los buques de guerra estadounidense, “para atacar la infraestructura y el liderazgo de los carteles”, según Washington Post. La gran incógnita, por eso, es si esta operación militar estadounidense en el Caribe fue diseñada para una campaña de ataques permanente en Venezuela para desestabilizar al gobierno chavista, o solo para generar una percepción de “amenaza” que genere un quiebre interno con un par de acciones espectaculares. Fiel al estilo espectacular trumpista de sobreactuación para crear una imagen de éxito prefabricada.


Fuente: Bruno Sgarzini

sábado, 21 de junio de 2025

Israel dinamita la política internacional con su ampliación de la guerra a Irán

 

      Periodista freelance.


Los ataques de Israel y la presión a Estados Unidos para que se involucre en la guerra descalabran los complejos equilibrios en la región. Netanyahu aprovecha la ofensiva para que el mundo deje de hablar de Gaza.





     La retórica belicista, las amenazas cruzadas y los ultimátum han sido los protagonistas de las últimas horas entre tres países que, ahora mismo, tienen a la región de Oriente Próximo pendiente de un hilo: Estados Unidos, Israel e Irán.


Varios misiles de largo alcance instalados en el Jardín del Museo de la Santa Defensa de Hamadán, en Teherán.

Desde que se iniciaran las hostilidades entre estos dos últimos, la madrugada del 12 de junio, la tensión no ha hecho más que aumentar. Solo ha faltado la implicación del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para que la región se acerque al abismo. El régimen de Tel Aviv busca un Irán contenido, debilitado y militarmente desmoronado; una situación en la que Israel siempre tenga el derecho a atacar y a responder, similar a lo que hace en Líbano o en Siria.


Ataque Israelí al edificio de la compañía de radiodifusión de la República Islámica de Irán que ha dejado 18 muertos.

En las últimas horas, Trump ha desplegado decenas de aviones en la región, ha asegurado “tener localizado” al líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jameneí, y ha pedido la rendición de Irán. Ha dejado claro en su red social Truth que no quiere un acuerdo entre las dos partes, sino una rendición. Sin embargo, la volatilidad del presidente estadounidense y sus cambios de opinión de un día para otro hacen que su palabra esté exenta de credibilidad. De hecho, las últimas informaciones publicadas apuntan a que el presidente estadounidense tiene un plan para atacar a Irán, pero que aún no ha tomado una decisión final al respecto.


Misiles iranies cayendo en Tel Aviv el 14 de junio.

Degradar la capacidad militar de Teherán y… ¿acelerar su programa nuclear?

Las hostilidades bélicas ya han causado casi 250 muertos en Irán y una cincuentena en Israel. Además, este último ha conseguido destruir algunas de las infraestructuras militares clave del régimen de los ayatolás. Esta es la crisis más seria que vive Irán desde la guerra con Iraq, en la década de los 80. Y, a pesar de que el régimen ha conseguido alcanzar algunos puntos estratégicos de Israel, concretamente en Tel Aviv y el puerto de Haifa, también el hospital Soroka (Beersheba, en el sur del territorio), en las últimas horas, lo cierto es que Israel ha conseguido interceptar el 90% de los ataques con misiles.

En un seminario impartido el martes 17 de junio por Chatham House, Sanam Vakil, directora del Programa para Oriente Medio de esta organización, aseguraba que los acontecimientos recientes han dejado expuestas las vulnerabilidades de Irán y que los ataques israelíes están afectando a su confianza en términos armamentísticos. Sin embargo, y a pesar de que Israel ha asesinado a altos cargos de la Guardia Revolucionaria y la inteligencia del país, la estructura más importante, el complejo nuclear de Fordo, fuertemente fortificado y a 80 metros bajo tierra bajo tierra, continúa operativo. Israel no tiene la capacidad para alcanzar estas instalaciones, pero Estados Unidos, sí.

Paradójicamente, en un intento de degradar las capacidades militares de Irán, esta nueva ronda de hostilidades, lo que puede comportar es precisamente lo contrario, la aceleración de su programa nuclear. Y, si bien Israel es la potencia militar más importante de la región, continúa necesitando de la ayuda de Estados Unidos, concretamente de sus aviones de combate, para alcanzar sus objetivos.

Vakil recuerda la “asimetría” de las capacidades militares de Irán y la necesidad del régimen de mantener su legitimidad: “El ataque a Teherán, en particular, ha creado una presión real sobre el sistema y el Estado, lo que ha alarmado a la población”. Considera la analista, que ahora mismo, el principal objetivo de los ayatolás es demostrar su capacidad de “resistencia”. “Como la parte más débil, Irán solo puede resistir por un tiempo, por lo tanto ahora para el país es primordial demostrar que su estructura de mando está preparada para un ataque y que el Gobierno del país sigue operativo. Quieren evitar la capitulación. Sabiendo, además, que esto terminará en una mesa de negociaciones, el régimen quiere llegar en las mejores condiciones posibles [...] En última instancia, Irán también persigue desgastar la política israelí y ver cómo crece la presión internacional para detener esta guerra y alcanzar un alto el fuego”.

Paralelamente, los ayatolás se están centrando, estas últimas horas, en la reconstrucción y reestructuración de los puestos de mando tanto de la Guardia Revolucionaria como de la inteligencia iraní, en estos momentos, decapitados tras perder a sus principales dirigentes.

Ksenia Svetlova, investigadora asociada del Programa para Oriente Medio y el Norte de África de la misma organización, también es de la opinión de que en esta última ronda de hostilidades Irán se está debilitando. “A pesar de las promesas de los líderes de la República Islámica de asestar un golpe mortal a Israel, lo cierto es que la cantidad de cohetes que utilizan en cada lanzamiento ha ido disminuyendo. Comenzaron con unos 100 misiles, luego 50, y en las últimas 24 horas, entre 20 y 30. Esto significa que el el régimen iraní está intentando ahorrar. Sin embargo, sus infraestructuras nucleares clave no han sufrido daños tan graves como para que podamos hablar de un cambio radical”. Para ella, esto abre la puerta a que, en términos de capacidad balística Irán vea reducida su fuerza pero que apriete el acelerador en materia de capacidad nuclear.

Estados Unidos, el tercero en discordia y actor clave en la reconfiguración de la región

Si algo parece evidente de todo lo que ha sucedido en los últimos días es que una participación directa y plena de Estados Unidos empeoraría claramente la situación, y no solo tendría efectos en Irán, sino en toda la región.

Israel no ha escondido nunca sus intenciones de que Estados Unidos se involucrase en esta guerra, ya que sin la implicación de los estadounidenses, hoy por hoy, resulta complicado que Tel Aviv pueda acabar por sí mismo con el programa nuclear iraní. Pero con un presidente impredecible como Trump, resulta complejo hacer predicciones. “Esta guerra fue diseñada por Israel con la esperanza de que Estados Unidos se uniera, pero si no lo hace, habrá sido un gran error de cálculo que puede costarle muy caro”, explica Svetlova y añade: “En Israel existe la expectativa de que Trump no les presione para el alto el fuego antes de que hayan cumplido sus objetivos”, apuntó Svetlova durante el seminario.

Renad Mansour, investigador principal del Programa para Oriente Medio y el Norte de África e integrante de Iniciativa para Iraq, explicó cómo la invasión de Gaza por parte de Israel, iniciada el 7 de octubre de 2023 y también este nuevo ataque por parte de los israelíes están cambiando considerablemente la configuración de la región, que se dirige a un futuro incierto. “Todos los grupos y todos los países están en modo de supervivencia”.


Restos de un bombardeo en un campo de refugiados.

El analista hizo referencia al debilitamiento de grupos tradicionalmente aliados de Irán, como Hezbolá en Líbano o el régimen de Assad, derrocado a finales del año pasado, o los hutíes en Yemen. “La cuestión es que cada uno de estos grupos no es solo un ‘representante’ de Irán, sino que responde principalmente a sus propios intereses locales, y eso es precisamente lo que está intentando salvaguardar. De hecho, para muchos de ellos, el conflicto actual perjudica sus negocios, que necesitan estabilidad”.

Para Mansour, y esto es algo en lo que coincidieron los otros ponentes, las áreas de influencia tradicionales, o ideológicas, se están transformando, y se ven “desafiadas por mecanismos de supervivencia primarios, económicos y políticos”. Esto se observa, según él, en la posición de Iraq, que desde la invasión del 7 de octubre, se ha mantenido al margen. “Iraq ha estado en el centro del conflicto durante los últimos años, pero ahora se mantiene al margen. Mientras que en lugares como Líbano, Yemen, Palestina o Siria se ha organizado un eje de resistencia, en Iraq no ha habido ese movimiento; ya que la entrada en el conflicto perjudicaría seriamente sus intereses locales [...] Por otra parte, los diferentes grupos que conforman la movilización popular y que operan en Iraq no están unidos, como sucede en Líbano con Hezbolá. Algunos de estos grupos están en el Gobierno, y les va muy bien. Luego hay otros grupos que, en algún momento, se desarrollaron con el apoyo de Irán, pero durante muchos años han tenido su propia independencia económica y política, por lo que siguen su camino propio”.

Quienes sí están muy atentos por las implicaciones que puede tener para ellos una escalada del conflicto regional son los países del Golfo. A pesar de que, hoy por hoy, no se estén viendo directamente afectados por las tensiones entre Irán e Israel, esto podría cambiar en un futuro.

Como apunta Mohammed Baharoon, director general del Dubai Public Policy and Research Center existe una seria preocupación por la radiación en el Golfo si se producen ataques directos a reactores activos en Irán, lo que podría afectar la seguridad nacional, el suministro de alimentos y agua, y a la capacidad de exportar petróleo. “Este conflicto afecta a la seguridad nacional de toda la región, donde se esperaba que Israel fuera un socio de paz. Hoy, sin embargo, se ha convertido en un foco de inestabilidad. No es un aliado ni para la paz ni para la seguridad”.

Baharoon considera que una implicación total de Estados Unidos en este conflicto, solo empeorará la situación, y recuerda que para los países del Golfo, más allá de lo regional o lo global, pueden sufrir un impacto en su seguridad nacional.

El papel del Golfo Pérsico y los esfuerzos diplomáticos

Ahora no lo vemos, aún pero en el futuro nos daremos cuenta del fracaso de los gobiernos internacionales. Ninguna entidad puede hoy detener a Israel. Ni la ONU, ni la UE, ni el Consejo de Cooperación del Golfo, ni la Liga Árabe, ni la Organización de Cooperación Islámica. Nadie. Estados Unidos le apoya. La pregunta que debemos hacernos aquí es: ¿qué tipo de respaldo surge cuando estallan las guerras? A estas preguntas ya se enfrentó el mundo entero durante la Primera y Segunda Guerra Mundial”, reflexiona Baharoon.

Preguntado acerca del futuro en la región y las implicaciones de los acontecimientos actuales, el analista no tiene ninguna certeza: “Cuando los Estados y las organizaciones internacionales no cumplen con su labor, se crea un vacío, y son los individuos quienes lo llenan. Este conflicto podría provocar un resurgimiento de grupos como Al Qaeda y el Daesh. Lo único que parece evidente es que el programa nuclear no puede ser completamente desmantelado sin que haya consecuencias importantes tanto para el pueblo iraní, como para toda la región”, advierte; y asegura que esta escalada supondrá una reevaluación de las perspectivas sobre la región y el papel de Israel. “Emiratos Árabes ha sido uno de los primeros en intentar encontrar una manera para que Israel coexista en la región; y no solo exista, sino para que pueda tener más alcance económico. Se intentaba convencer a Israel de que había una manera de coexistir en la región; por eso lo de ahora supone un gran revés”.

La pregunta que cabe hacerse es si los países del Golfo, en un intento de defender sus propios intereses y su papel como mediadores presionarán a las partes implicadas para llegar a una solución diplomática del conflicto. Y quizás ahí podría estar una de las claves. A pesar de que no ha trascendido, Mohammed Baharoon explica que los líderes de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Omán y Qatar están en conversaciones con ambas partes para intentar estabilizar la situación. “Están intentando convencer a Irán de que acepte cierto compromiso para llegar a un acuerdo”. El tiempo, sin embargo, “apremia”, reconoce el experto.

Por otra parte está el tema del precio y el flujo del petróleo. Y no solo el flujo continuará disminuyendo y el precio continuará subiendo, también lo hará el precio de los seguros, y esto no son buenas noticias para países como India, Japón, Corea o China, que son los mayores compradores de petróleo de Irán. Tampoco para Estados Unidos y en especial para Donald Trump que sostiene buena parte de su narrativa “social” en los bajos precios del petróleo para el consumidor final.

¿Podría colapsar el régimen iraní?

La gran pregunta que se hacen todos los analistas, pero también aquellos y aquellas que siguen esta nueva ronda de hostilidades entre Israel e Irán, la más grave de los últimos años, es si la ofensiva de Israel podría acabar con el sistema iraní. En un principio ese no era el objetivo de Israel, si bien en los últimos días —y en una huida hacia adelante— las voces del Gobierno de Benjamin Netanyahu, apuntan a que el objetivo es la caída del régimen en Teherán.

Todos los expertos del panel lo ven improbable sin la implicación directa de Estados Unidos. Vakil considera que, llegado a este punto, hay poco que Irán pueda hacer sin arriesgar mucho y sin exponerse a una nueva etapa de aislamiento pero que, si bien el país se encuentra “acorralado”, no es tan fácil que Israel lo aniquile.

Irán no busca una guerra regional y aún posee cierta influencia para presionar en la mesa de negociaciones”, explica. La analista vaticina que, si bien se podría avecinar un cambio de régimen en los próximos años, parece poco probable que sea efecto de esta ofensiva. “No creo que el colapso sea el resultado inmediato. Creo que lo que podemos ver es un desmoronamiento con el tiempo. Y es más, considero que Israel no quiere ser el responsable del cambio de régimen, sino atribuirse el mérito cuando llegue la ocasión. Irán ya está en proceso de transición, e Israel lo único que hace es acelerar ese proceso. Este cambio, sin embargo, no será fruto de la gestión de actores externos, sino que será una cuestión de alineaciones internas”.

Por otra parte y, si bien Netanyahu ha declarado, desde el principio que su objetivo es la degradación del programa nuclear y balístico de Irán, tampoco se cree que el objetivo de Israel sea aniquilar el régimen de los ayatolás, considera Svetlova. “Su objetivo es debilitar significativamente al régimen iraní para reducir sus capacidades, y, eventualmente, llevarlo a la mesa de negociaciones”.

De hecho, y a pesar de que en las últimas horas el Jefe del Estado Mayor del Ejército iraní ha expresado su intención de continuar bombardeando “cualquier objetivo del agresor sionista”, Irán ya ha mencionado su disposición a un alto el fuego si Israel también lo acepta, y ha expresado su confianza en mantener las conversaciones con Estados Unidos. A tal efecto, existe la posibilidad de una “salida temporal” o un “alto el fuego temporal” para evaluar la voluntad de Irán de negociar un acuerdo; y en esta línea, una reunión entre Washington y Teherán, con el apoyo de los países del Golfo, podría ayudar a definir los contornos de un posible acuerdo entre ambas potencias.

El analista Baharoon, sin embargo, considera lo contrario y cree que Netanyahu sí busca un cambio de régimen, y no solo la decapitación o su degradación. “Israel quiere acabar con el programa de misiles y el programa nuclear de Irán; y también quiere acabar con su liderazgo. En las últimas horas se ha hablado seriamente sobre la posibilidad de asesinar a Alí Jamenei, lo que prácticamente significaría un cambio de régimen. Estos objetivos, si se cumplen, tendrán grandes repercusiones en la región”, añade.

La legitimación de Netanyahu

Otra realidad evidente a lo largo de esta semana de intercambio bélico entre Irán e Israel es que Gaza ha desaparecido prácticamente de los titulares de las principales cabeceras mediáticas. En cuestión de una semana, Gaza ha dejado de ser la prioridad para Netanyahu (y para el resto del mundo), que se ha centrado en los iraníes. “También ha sido percibido así tanto por los familiares de las personas aún retenidas por Hamás como por los familiares de los soldados que se oponen a la guerra en Gaza”, apunta Svetlova.


Desplazados esperan el reparto de comida.

Con esta ofensiva contra Irán, Netanyahu ha conseguido otro de los fines que perseguía: una tregua en el debate público sobre la guerra en Gaza. El ataque sobre Irán ha hecho que se legitimase no solo ante su población, sino también ante los diferentes agentes internacionales. Netanyahu, persona non grata para muchos líderes mundiales, con una orden de arresto por parte de la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de lesa humanidad y con una serie de ministros sancionados por Reino Unido, ahora vuelve a recibir toda la atención. Y no lo hace por ser un genocida.

Ksenia Sevetlova afirma: “A él le gusta estar en el centro, recibir la atención del mundo entero. En este nuevo contexto, se puede presentar como ganador, algo que no puede hacer en el contexto de Gaza”. Y prosigue: “Durante años se creyó que los líderes israelíes preferían no ir a la guerra, y eso fue algo que Netanyahu también repitió en varias ocasiones: ‘No queremos ver los ataúdes de nuestros soldados. No queremos ver los ataúdes de nuestros ciudadanos’; pero ahora esto ha cambiado; porque la percepción pública de cómo se deben tratar los ‘asuntos pendientes’ se ha transformado [...] A diferencia de la guerra en Gaza, o los ataques en Líbano, existe un consenso increíble sobre esta guerra. A pesar de las divisiones sociales, la población israelí apoya esta operación, a pesar del precio que está pagando Israel. La gente [en Israel] parece estar dispuesta a llegar hasta el final, si eso implica derrocar al régimen iraní”, concluye.

¿Dónde está Rusia? ¿Y China ¿O la India?

Para hablar de la postura de países como China o la India, pero también Brasil o Sudáfrica, hay que pensar ya no solo en términos económicos, sino de estabilidad. “La riqueza de algunos países llamados ‘el sur global’ no es como la de los países del G7, pero se trata de países con un gran número de población. La postura de estos países ante esta situación es bastante clara: Israel es un peligro potencial porque es un agente desestabilizador, algo que anteriormente se le había atribuido a Irán”, dice tajantemente Barahoon.

Por eso los y las expertas coinciden en que se está produciendo un cambio importante en la percepción global. El baile de nuevas dinámicas trae consigo una reconfiguración de no solo en la región, sino en la consideración que hay hacia ciertos regímenes.

Para Renad Mansour, esta nueva situación es más peligrosa que nunca. “El mundo es un lugar mucho más peligroso. En 2024 se produjeron el mayor número de conflictos armados desde la Segunda Guerra Mundial. El número de guerras aumenta cada año; y se está produciendo una transformación global en la que los derechos humanos y el derecho internacional ya no son relevantes. Mucha gente ya no ve la existencia de una arquitectura de seguridad global, ni siquiera de un orden basado en reglas que supuestamente gobernaba el mundo. Todo esto ha terminado. Israel, tanto en términos militares como en términos de derecho internacional, está mostrando al mundo cómo será la guerra”.

Para el analista, las dicotomías regionales, fruto de la Segunda Guerra Mundial, están desapareciendo o ya no funcionan. “Los acuerdos de paz ya no conducen a una paz sostenible. Por eso, la relación con China, India y otros países se vuelve cada vez más importante en la región, porque estamos hablando de la configuración de un nuevo orden global”.

Termina la sesión y Barahoon se muestra contundente en su diagnóstico, que funciona también a modo de conclusión: la situación actual es un “fracaso de la gobernanza global”, puesto que no hay nadie que aparentemente esté dispuesto o pueda “pararle los pies al Gobierno de Netanyahu”.


Fuente: EL SALTO

miércoles, 12 de marzo de 2025

El secretario de Defensa de Estados Unidos, Hegseth, quiere derrocar al gobierno de China en una "cruzada" contra la izquierda (y el Islam)

 

 Por Ben Norton 
      Periodista y analista independiente, editor de Geopolitical Economy Report.


El secretario de Defensa de Trump, Pete Hegseth, se declara un “cruzado” que cree que Estados Unidos está en una “guerra santa” contra China, la izquierda y el Islam. “La China comunista caerá”, prometió en su libro de 2020





     El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, es un autoproclamado "cruzado" que cree que Estados Unidos está en una "guerra santa" contra la izquierda, China y el Islam.

En su libro American Crusade: Our Fight to Stay Free (Cruzada estadounidense: nuestra lucha por permanecer libres), de 2020, Hegseth prometió que, si Trump pudiera regresar a la Casa Blanca y los republicanos pudieran tomar el poder, "la China comunista caerá y se lamerá las heridas durante otros doscientos años".

Hegseth declaró que los chinos "son literalmente los villanos de nuestra generación" y advirtió: "Si no nos enfrentamos a la China comunista ahora, algún día tendremos que enfrentarnos al himno chino".

En la visión conspirativa de Hegseth, los comunistas chinos y la izquierda internacional están conspirando con los islamistas contra Estados Unidos e Israel, que son países sagrados bendecidos por Dios.

Hegseth prometió que bajo el liderazgo de Trump "Israel y Estados Unidos formarán un vínculo aún más estrecho, luchando contra el flagelo del islamismo y el izquierdismo internacional que nunca desaparecerá por completo".

"Los islamistas nunca obtendrán un arma nuclear, pero serán bombardeados preventivamente hasta el año 700 cuando lo intenten", añadió.

En el libro, Hegseth elogió a los cruzados medievales y argumentó que los conservadores occidentales del siglo XXI deberían continuar la guerra santa que iniciaron hace un milenio.

Uno de sus capítulos se titula "Hagamos que la Cruzada vuelva a ser grandiosa".

En la primera página del libro, Hegseth afirma con orgullo que su "cruzada estadounidense" es una "guerra santa" e insiste en que los izquierdistas no son "meros oponentes políticos. Somos enemigos. O ganamos nosotros o ganan ellos; no estamos de acuerdo en nada más".

Hegseth también afirmó con certeza que pronto habrá una guerra civil en Estados Unidos, entre la derecha y la izquierda.

"Sí, habrá algún tipo de guerra civil. Es un escenario horrible que nadie desea, pero que sería difícil de evitar", escribió. Afirmó que existen "diferencias irreconciliables entre la izquierda y la derecha en Estados Unidos que conducen a un conflicto perpetuo que no se puede resolver mediante el proceso político", y predijo un "divorcio nacional".



Pete Hegseth dice que Estados Unidos está "preparado" para la guerra con China



Como secretario de Defensa, Pete Hegseth ha impulsado políticas extremadamente agresivas contra Pekín.

En marzo de 2025, Hegseth le dijo a Fox News que Estados Unidos está "preparado" para ir a la guerra con China.

En un discurso que pronunció ante las fuerzas armadas estadounidenses unos días después de asumir su cargo en enero, Hegseth prometió: "Seguiremos siendo la fuerza más fuerte y letal del mundo".

En otro discurso pronunciado en febrero, expresó su compromiso de "convertir de nuevo nuestras fuerzas armadas en la fuerza más letal y brutal del planeta".

Donald Trump descubrió a Hegseth porque trabajó en Fox News durante una década, a partir de 2014. Fue copresentador del programa de entrevistas conservador Fox & Friends.

Aunque se presenta cínicamente como un "populista", Hegseth tiene un currículum extremadamente elitista. Estudió en la Universidad de Princeton y trabajó como analista bursátil para el banco de inversiones de Wall Street Bear Stearns (que colapsó en la crisis financiera de 2008). Más tarde realizó un máster en la prestigiosa Harvard Kennedy School, que ha formado a una de las figuras más destacadas de la clase política mundial.

Antes del primer mandato de Trump, Hegseth era un republicano neoconservador más. De hecho, era un halcón que echaba espuma por la boca y apoyó con tanta fuerza la invasión ilegal de Irak que se ofreció como voluntario para luchar allí en el ejército estadounidense.

Hegseth trabajó durante un año en el campo de concentración estadounidense de Guantánamo, en territorio cubano ocupado. Cuando sirvió allí, la administración de George W. Bush practicaba brutales torturas.

Como secretario de Defensa, Hegseth ha defendido la decisión de Trump de deportar a los inmigrantes indocumentados a la Bahía de Guantánamo. Visitó el campo de concentración y posó para una sesión fotográfica en el Pentágono para apoyar la política.






Las opiniones teocráticas extremistas de Pete Hegseth



Pete Hegseth está estrechamente vinculado a una iglesia nacionalista cristiana extremista que predica que Estados Unidos debe seguir la ley bíblica.

La iglesia de Hegseth es miembro de la Comunión de Iglesias Evangélicas Reformadas, que cree que la comunidad LGBT debería ser criminalizada. Algunos de sus miembros destacados sostienen que las mujeres deberían perder el derecho al voto e incluso han hablado positivamente de la esclavitud.

Hegseth tiene numerosos tatuajes asociados con movimientos extremistas cristianos y nacionalistas blancos, entre ellos uno de la "Cruz de los Cruzados" y otro que dice "Deus vult", o "Dios lo quiere" en latín. Este eslogan se utilizó durante las Cruzadas.




Su libro de 2020, American Crusade: Our Fight to Stay Free, es un llamado del siglo XXI a continuar las Cruzadas originales, aunque esta vez contra la izquierda política.

Más de la mitad del libro, de casi 300 páginas, está dedicado a atacar a la izquierda. De los 14 capítulos, nueve tratan de lo que él llama "izquierdismo".

Hegseth atacó a la izquierda por el socialismo, el secularismo, el multiculturalismo, el ambientalismo y el llamado "generismo" y "globalismo".

También asoció de forma extraña a la izquierda con el islamismo, al que llamó "el 'ismo' más peligroso". Hegseth dedicó un capítulo entero a demonizar el Islam.

En sus delirantes sueños febriles, los izquierdistas y los islamistas son parte de una conspiración global para destruir a Estados Unidos.

"Junto a los comunistas chinos y sus ambiciones globales, el islamismo es la amenaza más peligrosa a la libertad en el mundo", escribió Hegseth.



La cruzada de Pete Hegseth contra China


En American Crusade, Hegseth denunció a "nuestro mayor enemigo geopolítico, la China comunista".

Mencionó a China y a los chinos 110 veces en el libro.

Los chinos "son literalmente los villanos de nuestra generación", escribió Hegseth.

Citó a Trump, quien dijo en 2019: "China es una amenaza para el mundo en cierto sentido, porque está construyendo un ejército más rápido que nadie".

"Hasta Mickey Mouse entendería que el gobierno comunista chino y su motor económico son una amenaza y que debemos obligar a nuestras empresas a que dejen de facilitarles tecnología estadounidense", argumentó Hegseth. "Debemos hacer que las empresas vuelvan a Estados Unidos, por la fuerza si es necesario".

"China tiene un sueño, se llama el sueño chino, y termina con el restablecimiento del antiguo Imperio chino", afirmó.

Hegseth declaró que, a través del llamado "globalismo", China está librando una "guerra tecnológica, una guerra cultural, una guerra comercial y una guerra militar".

"Si no nos enfrentamos a la China comunista ahora, algún día tendremos que enfrentarnos al himno chino", insistió.

El argumento de Hegseth era profundamente contradictorio. Advirtió que China es una amenaza poderosa y creciente, pero al mismo tiempo insistió en que es débil y frágil.

"La economía china es falsa porque no es libre, pero sí poderosa: se construyó mediante el robo, la intimidación y la debilidad de los oponentes de China", escribió Hegseth.

La dependencia comercial de Estados Unidos respecto de China es "un enorme problema de seguridad nacional; una emergencia, en realidad", escribió. Insistió en que Estados Unidos debería dejar de comerciar con China, sosteniendo que "no se puede comerciar de manera justa con un enemigo que miente, engaña y roba".

Esta cita fue profundamente irónica, considerando que el director de la CIA y secretario de estado en el primer mandato de Trump fue el neoconservador Mike Pompeo, quien declaró infamemente: "Yo era el director de la CIA. Mentimos, engañamos, robamos... Tuvimos cursos de capacitación completos".

En su libro, Hegseth afirmó que existe una "influencia china desenfrenada en los medios y las universidades estadounidenses", sembrando miedo sobre Walt Disney y los Institutos Confucio.

"¿Algún estadounidense sensato piensa realmente que la China comunista es nuestra amiga? ¿Alguien? ¡Por supuesto que no!", escribió Hegseth. Y añadió: "A excepción de Bernie Sanders, amante del comunismo, y sus 'amigos', los estadounidenses con sentido común comprenden lo que representa China".

Hegseth predijo que, si los demócratas ganaran las elecciones estadounidenses de 2020, "el izquierdismo nos esclavizará a todos con un gobierno grande hasta que quede esclavizado por el islamismo" y "habrá alguna forma de guerra civil".

Afirmó que, si Trump perdía las elecciones de 2020, "la China comunista se alzaría y gobernaría el mundo. Europa se rendiría formalmente. Los islamistas obtendrían armas nucleares y buscarían borrar a Estados Unidos e Israel del mapa. La libertad se desvanecería y la tiranía surgiría".

Trump terminó perdiendo las elecciones de 2020, y nada de eso sucedió.

Sin embargo, Hegseth predijo que, si Trump y los republicanos regresaban al poder, “nuestra economía de libre mercado florecería, mientras que China no sería capaz de hacer trampas ni competir, tal como lo hizo la Unión Soviética”. Y escribió triunfante: “El socialismo, derrotado”.

Continuó:

La China comunista caerá y se lamerá las heridas durante otros doscientos años. Europa se rendirá, pero quedarán algunos grupos de resistentes amantes de la libertad. Los islamistas nunca tendrán un arma nuclear, pero serán bombardeados preventivamente hasta el siglo VII cuando lo intenten. Israel y Estados Unidos formarán un vínculo aún más estrecho, luchando contra el azote del islamismo y el izquierdismo internacional que nunca desaparecerá del todo.


Pete Hegseth: Estados Unidos e Israel están librando una "cruzada" para salvar a Occidente


Toda la visión del mundo de Pete Hegseth se opone a la izquierda. En American Crusade, afirmó que su ideología es el "americanismo", que definió como "una lealtad sin complejos a los ideales fundadores de los Estados Unidos de América". Subrayó que el americanismo es "lo opuesto al izquierdismo".

"Otra forma de definir el americanismo es el nacionalismo estadounidense", añadió Hegseth, que se identificó orgullosamente a sí mismo y a Trump como nacionalistas estadounidenses y sostuvo que Estados Unidos es "el único bastión verdadero de la libertad en el planeta".

Al mismo tiempo, sin embargo, el concepto de "americanismo" de Hegseth es internacional. Considera a otros movimientos nacionalistas de extrema derecha en Occidente como aliados en una lucha civilizacional global contra China, la izquierda y el Islam.

"El americanismo está vivo en lugares como Polonia, que rechazan las visiones globalistas de los burócratas izquierdistas de la vieja Europa", escribió Hegseth, y agregó: "Lamentablemente, tenemos más en común con esos luchadores por la libertad internacional que con los demócratas estadounidenses modernos".

"El americanismo está vivo en Israel, donde Benjamin Netanyahu se opone valientemente al antisemitismo y al islamismo internacionales", escribió.

"Si amas a Estados Unidos, debes amar a Israel", afirmó. "Israel es el enemigo número uno tanto para los islamistas como para los izquierdistas internacionales, lo cual es motivo suficiente para amarlo".

El secretario de Defensa Hegseth se reunió con el primer ministro israelí, Netanyahu, en febrero de 2025. El informe del Pentágono señaló que "el secretario enfatizó el vínculo inquebrantable que existe entre Estados Unidos e Israel y elogió a Israel como un aliado modelo en Medio Oriente".


El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, se reúne con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en febrero de 2025.

En American Crusade, Hegseth se jactó de haber visitado Israel varias veces.

Mencionó a Israel y a los israelíes 54 veces en el libro.

Para aprender sobre la historia de Israel, recomendó que sus lectores vean videos del canal de derecha de YouTube PragerU.

"Para nosotros, los cruzados estadounidenses, Israel encarna el alma de nuestra cruzada estadounidense", escribió Hegseth. "La fe, la familia, la libertad y la libre empresa; si amas todo eso, aprende a amar al Estado de Israel".

Según Hegseth, Estados Unidos está liderando una batalla civilizatoria, en alianza con Israel. Imploró a los cristianos de hoy que continuaran las Cruzadas iniciadas en el siglo XI.

Él escribió:

En pocas palabras: si no comprendemos por qué es importante Israel y por qué es tan central para la historia de la civilización occidental (y Estados Unidos es su mayor manifestación), entonces no vivimos en la historia. La historia de Estados Unidos está inextricablemente ligada a la historia judeocristiana y al estado moderno de Israel.

"Nosotros, los cristianos, junto con nuestros amigos judíos y su extraordinario ejército en Israel, debemos tomar la espada del americanismo sin complejos y defendernos. Debemos hacer retroceder al islamismo", añadió.

Al mismo tiempo, Hegseth reconoció que sus opiniones extremistas le habían hecho perder amigos.

"Por esta causa he perdido amigos. Muchos", escribió. "Algunos miembros de mi extensa familia no tienen interés en hablar conmigo, y el sentimiento es mutuo. Personas a las que admiraba me envían cartas y correos electrónicos desagradables diciéndome que soy una persona terrible".



Pete Hegseth: “Debemos luchar contra las fuerzas malignas del secularismo”


Pete Hegseth es un nacionalista cristiano teocrático. Se opone a la separación de la Iglesia y el Estado y cree profundamente que Estados Unidos es una nación cristiana y que sus leyes deben basarse en la Biblia.

"Debemos luchar contra las fuerzas malignas del secularismo", escribió Hegseth en American Crusade. Argumentó que "nuestros fundadores estarían disgustados con la América secularista de hoy".

"Sin Dios, América no es América", declaró, afirmando que el "movimiento secularista es incompatible con el americanismo".

Un capítulo entero de su libro está dedicado a "derrotar a la Iglesia del secularismo".

Si Trump y los republicanos logran permanecer en el poder, predijo Hegseth en 2020, "el aborto será finalmente y para siempre ilegal y nuestras escuelas públicas serán abandonadas o completamente transformadas".

Insistió en que las escuelas deberían promover "la verdadera historia del excepcionalismo estadounidense".

Según Hegseth, Trump es un aliado importante en la lucha por la teocracia.

"El presidente Trump ha frenado la ola de secularismo, al menos por ahora", escribió Hegseth en 2020, durante el primer mandato de Trump. "Apoya abiertamente la fe y lucha contra las corrientes seculares que llevan mucho tiempo presentes en la sociedad estadounidense".

Trump "ha animado a los cristianos, incluidos los pastores, a involucrarse más en la política y en nuestra cultura. ¡Ha inspirado a los cruzados!", afirmó.

(Esta declaración es bastante cómica, dado que es ampliamente conocido que Trump no es religioso. De hecho, cuando se le preguntó en una entrevista cuál era su versículo bíblico favorito, Trump no pudo nombrar un solo versículo. Luego, cuando se le preguntó si prefería el Antiguo o el Nuevo Testamento, Trump dijo ambos.)

En American Crusade, Hegseth también se identificó como un gran fanático del rapero de extrema derecha Kanye West.

"Después de la elección de Donald Trump en 2016, una de las cosas más poderosas que le sucedieron a nuestro país —y a mí— fue la conversión cristiana del rapero Kanye West", dijo Hegseth en 2020.

"Si Kanye está con nosotros, ¿quién puede estar contra nosotros?", escribió Hegseth, elogiando repetidamente al rapero, también conocido como Ye.

Después de que Hegseth publicara este libro, Kanye West se declaró nazi y elogió a Adolf Hitler.



La cruzada de Pete Hegseth contra el Islam


Aunque Hegseth quiere que Estados Unidos sea una teocracia cristiana, se opone violentamente no sólo al islamismo (como movimiento político teocrático), sino al Islam mismo (como religión).

En American Crusade, Hegseth escribió que "ningún 'ismo' es más peligroso para la libertad que el islamismo".

Aunque reconoció que muchos musulmanes no son islamistas y que consideran al Islam como una religión distinta del islamismo como movimiento político, Hegseth argumentó que esencialmente no hay ninguna diferencia.

Hegseth criticó incluso a los "musulmanes comunes", afirmando que "creen que el destino del Islam es controlar el mundo".

En su libro, puso entre comillas las palabras mezquitas "moderadas" y musulmanes "pacíficos", negando que puedan existir.

"El Islam no es una religión de paz y nunca lo ha sido", declaró Hegseth.

Incluso utilizó, sin ironía, el término "hordas musulmanas" en el libro, escribiendo:

Junto con los comunistas chinos y sus ambiciones globales, el islamismo es la amenaza más peligrosa para la libertad en el mundo. No se puede negociar con él, no se puede coexistir con él ni comprenderlo; hay que denunciarlo, marginarlo y aplastarlo. Al igual que los cruzados cristianos que hicieron retroceder a las hordas musulmanas en el siglo XII, los cruzados estadounidenses tendrán que hacer acopio del mismo coraje contra los islamistas de hoy.

Demostrando su ignorancia del Islam, Hegseth comparó absurdamente a Irán (un país de mayoría chiíta) con sus enemigos mortales ISIS y Al Qaeda, grupos salafistas-yihadistas extremistas que consideran a los musulmanes chiítas como politeístas heréticos y han buscado exterminarlos.

Durante el primer mandato de Trump, Hegseth apareció en Fox News para pedirle a Trump que bombardeara Irán.

En su libro, Hegseth dijo a los estadounidenses: "Si apoyan los derechos de los homosexuales, en lugar de acosar a los conservadores, protestarían frente a la embajada de Irán". Asimismo, dijo que las feministas deberían dejar de criticar el sexismo en Occidente y, en cambio, deberían protestar frente a las embajadas de Irán y Arabia Saudita.

Hegseth fue especialmente crítico con Turquía. Se quejó de que cuando Turquía fue aceptada como miembro de la OTAN en 1951, "los responsables de la política exterior de entonces creían que permitirle entrar en el club acercaría a su gobierno a Occidente y a nuestros valores occidentales".

Señaló que esto "funcionó por un tiempo, pero hoy se ha desmoronado. En cambio, como en el caso de China, ha ocurrido lo contrario".

Hegseth condenó al líder turco Recep Tayyip Erdoğan, porque "decidió rechazar la tradición secular de sus instituciones" y "desmanteló el ejército entrenado por la OTAN que durante mucho tiempo mantuvo las instituciones seculares de Turquía".

En otras palabras, Hegseth se opone al secularismo en Estados Unidos, pero lo apoya en Turquía.

Hegseth también dijo que Erdoğan "sueña abiertamente con restaurar el Imperio Otomano", y escribió: "Es un islamista con visiones islamistas para Oriente Medio. ¿Y sin embargo los miembros de la OTAN se han comprometido a defender su régimen? La última vez que lo comprobé, la OTAN no se proponía defender ese régimen".

Fuente: Geopolitical Economy