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lunes, 7 de abril de 2025

Elon Musk y la hermandad de la motosierra

 

 Por Meagan Day  
      Escritora y editora estadounidense que se centra en temas de clase, cuestiones laborales, desigualdad económica y política estadounidense. Editora de Jacobin.

El Departamento de Eficiencia Gubernamental estadounidense no se tambalea por sus desacertados esfuerzos de reforma. Está saboteando deliberadamente las agencias federales para dar paso a las privatizaciones.





     A principios de esta semana, The Economist preguntó con tono quejumbroso si Elon Musk estaba arreglando el gobierno federal, tal como había prometido, o destruyéndolo. «Este periódico esperaba con cierta esperanza lo que el Sr. Musk podría hacer», afirmaba, pero debió limitarse a observar con creciente preocupación cómo el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés) de Musk «infringió leyes con alegría y destruyó carreras con crueldad», además de «hacer afirmaciones falsas sobre despilfarro y apoderarse de datos personales protegidos por ley».


¿Elon Musk está rehaciendo el gobierno o destruyéndolo?

El artículo concluye que Musk se embriagó tanto con el poder autoritario y fue tan consumido por mezquinos agravios culturales y políticos que su buen sentido de la organización quedó en el camino: se trataría del trágico declive de un genio, que arrastra al gobierno federal con él.

The Economist debería darle un poco más de crédito a Musk. Si DOGE no logra que el gobierno federal sea más eficiente, es porque Musk tiene una visión más grandiosa para él, una que muchos en The Economist podrían encontrar agradable: la privatización.

Todos los destrozos, la destrucción y la ruina total no son accidentales. Sirven a un propósito superior: romper las instituciones públicas para darle paso a alternativas del sector privado.

En una conferencia de Morgan Stanley en el mes de marzo, Musk fue franco sobre esta ambición, diciendo que el gobierno debería privatizar «todo lo que sea posible».

La derecha estadounidense lleva mucho tiempo queriendo lograr exactamente esto. En la famosa frase poética del estratega conservador de la era de George W. Bush, Grover Norquist: «No quiero abolir el gobierno. Simplemente quiero reducirlo a un tamaño en el que pueda arrastrarlo al baño y ahogarlo en la bañera». Por supuesto, cuando los servicios públicos ya no son fiables o no están disponibles, eso no significa que ya no sean necesarios. Significa que el control de su prestación volverá al mercado privado, donde los capitalistas pueden beneficiarse de la venta de sustitutos de lo que fue destruido. (Norquist, por su parte, está muy entusiasmado con DOGE).

Incluso una mínima atención a las propias declaraciones de Musk sobre la privatización aclara el asunto. No está haciendo un intento mal encaminado para racionalizar y ajustar las agencias gubernamentales. Hacer que las instituciones públicas funcionen mejor sería contraproducente para su objetivo final de trasladar sus respectivos activos y servicios al sector privado. El caos es intencionado. Cuanto más débiles sean las agencias federales, más fácil será ahogarlas.

La hermandad de la motosierra


La imagen de Musk blandiendo una motosierra en el escenario de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) de febrero se convirtió rápidamente en un emblema de la estrategia de DOGE de atacar a las agencias federales. Si se examina más de cerca, también ofrece una ventana a la filosofía fundamental de DOGE y a su objetivo a largo plazo de promover la privatización.


Musk y Milei blandiendo la motosierra.

El hombre que regaló la motosierra a Musk en el escenario fue el presidente argentino Javier Milei, tan entregado a los planes de privatización que propuso convertir la donación de órganos en «un mercado más» gestionado por «mecanismos de mercado». Milei blandió la motosierra muchas veces, primero como candidato autoproclamado «anarcocapitalista» y luego, después de diciembre de 2023, ya como presidente electo de Argentina.

Para Milei, la motosierra tiene un significado inequívoco: representa una estrategia disruptiva de ajuste severo y privatización radical. Tras ser electo, Milei declaró: «Todo lo que pueda estar en manos del sector privado, estará en manos del sector privado». En cuestión de meses, avanzó con la privatización de medios públicos y empresas energéticas, al mismo tiempo que imponía medidas de ajuste brutales sobre la población del país.


Milei pide 'mecanismos de mercado' para solucionar la falta de donantes de órganos.

Desde entonces, Milei desmanteló más de la mitad de los ministerios argentinos, creó nuevas agencias promercado como el Ministerio de Desregulación y despidió a decenas de miles de empleados públicos. ¿Les suena familiar? Su gobierno colaboró con figuras como Marcos Galperin, a quien Boston Review describió como «el Elon Musk de Argentina», al tiempo que busca alianzas internacionales con multimillonarios tecnológicos para la extracción de litio y la expansión de Internet por satélite. En enero, la venta de IMPSA, una empresa nacional de energía y tecnología, a un fondo de inversión estadounidense marcó la primera privatización formal de Milei. Pero promete más privatizaciones en el futuro.

Donald Trump definió a Milei su «presidente favorito». Mientras tanto, Musk y Milei frecuentemente publican mensajes de admiración entre ellos en Twitter. En abril de 2024, se reunieron en las instalaciones de Tesla en Texas, donde discutieron su visión política compartida y las preciosas reservas de litio de Argentina, que son valiosas para las baterías de los vehículos eléctricos de Tesla. Más allá del espectáculo de la CPAC, «crearon un sistema de amplificación mutua: Milei señala el apoyo de Musk como validación, mientras que Musk señala a Argentina como prueba de que su enfoque funciona».


Donald Trump definió a Milei «su presidente favorito».

La motosierra se convirtió, con razón, en un símbolo de la estrategia de recortes agresivos de DOGE, pero también es emblemática del propósito que hay detrás de esa estrategia. A Milei no le preocupa racionalizar las operaciones gubernamentales; rechaza fundamentalmente la legitimidad del propio gobierno, más allá de servir como un aparato administrativo mínimo para las operaciones del mercado privado. Esta base ideológica es igualmente cierta para Musk, cuyas disrupciones de DOGE no son intentos equivocados de reforma sino un asalto deliberado al concepto mismo de gobernanza pública.

Negocios en el río revuelto

A diferencia de The Economist, el Washington Post parece comprender la razón de ser de DOGE, afirmando que el grupo de trabajo está «allanando el camino para un nuevo cambio hacia el sector privado» y que su «objetivo final es limitar el alcance del gobierno y privatizar lo que queda».

El periódico señala iniciativas menos discutidas, que ya están en marcha. En la Administración de Servicios Generales, afiliada a DOGE, por ejemplo, los funcionarios están orquestando discretamente la venta de cientos de edificios federales a empresas privadas —incluidas las sedes del Departamento de Justicia y del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano—, que luego volverían a alquilarle estos espacios al Gobierno). Los empleados de carrera ya expresaron su alarma por la posibilidad de que estas propiedades se le vendan con grandes descuentos a los aliados de Trump.

Mientras tanto, DOGE le apunta al Servicio Meteorológico Nacional para llevar a cabo importantes reducciones de personal, aparentemente en línea con la visión del Proyecto 2025 de «comercializar plenamente» la previsión meteorológica. La Administración Federal de Aviación está estudiando el posible papel de los satélites Starlink, propiedad de Elon Musk, para contribuir a la previsión meteorológica, lo que seguramente sea una coincidencia.

Más allá del DOGE, la administración Trump en general adoptó la privatización con el mismo entusiasmo. El secretario del Interior de Trump está trabajando para abrir tierras federales de todo el oeste a promotores privados, mientras que el secretario del Tesoro expresamente prometió «reprivatizar la economía».

Según el Post, también se están considerando seriamente otras propuestas orientadas a la privatización. La administración está evaluando un plan para asignarle 40 000 millones de dólares de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, que fue cerrada, a inversores y empresas privadas. Y el contratista militar de extrema derecha Erik Prince, que fundó el servicio de mercenarios antes conocido como Blackwater y con el que la administración Trump tiene fuertes vínculos, propuso entregarle las operaciones de defensa y la aplicación de la ley de inmigración a empresas de seguridad privadas.

Un economista jefe de la red de servicios financieros RSM declaró al Washington Post: «Desde los primeros días de la administración quedó claro que uno de sus principales objetivos a largo plazo es la privatización de muchos activos gubernamentales. Fueron muy claros en cuanto a sus intenciones».

Para cualquiera que siga de cerca estos acontecimientos, es evidente que la motosierra no es una herramienta para recortar posibles excesos. Se trata de talar la infraestructura pública y preparar el terreno para el control corporativo.

Sé como Wells Fargo

No hay ejemplo más obvio del impulso privatizador que se está desarrollando que la intervención del DOGE en el Servicio Postal de los Estados Unidos (USPS). En febrero, DOGE se «asoció» con USPS para recortar diez mil puestos de trabajo y reducir en 3500 millones de dólares sus costos operativos. En teoría, estas reformas se llevan a cabo en nombre de la eficiencia. Sin embargo, los críticos señalan que los recortes harán que el USPS sea menos eficiente, especialmente en las zonas rurales, donde el servicio ya está muy exigido.

Por otro lado, Elon Musk dejó claro que le gustaría que el USPS se privatizara por completo. ¿Qué es más probable: que los recortes del USPS del DOGE sean un intento de mejorar las operaciones o de degradarlas, erosionando el apoyo público al servicio y allanando el camino para alternativas privadas?

Wells Fargo conoce la respuesta. Como Jacobin informó, el gigante bancario, relamiéndose, hizo circular un memorando interno en marzo que esbozaba un plan detallado para la privatización del USPS. Su plan prevé dividir inicialmente la agencia en dos: vender los componentes rentables de paquetes y encomiendas y dejar la entrega de correo como una entidad básica financiada por los contribuyentes. Admite que la nueva empresa privada tendría que subir los precios y que la parte pública restante del USPS tendría dificultades para mantener las entregas. Este escenario haría más fácil superar la oposición de los sindicatos y del público para lograr la privatización total.

La estrategia es sencilla: romper el servicio público lo suficiente como para que la privatización se convierta en la solución por defecto. Como señaló el sociólogo Paul Starr en su análisis de las estrategias de privatización, este enfoque ejemplifica la «privatización por desgaste», en la que se empuja deliberadamente a los servicios públicos a deteriorarse, animando a la gente a recurrir a opciones privadas, incluso cuando esos nuevos servicios mercantilizados tienen precios más altos y peor rendimiento. Los otros métodos de privatización identificados por Starr (transferencias directas de activos, subcontratación y desregulación) también se están aplicando simultáneamente en todo el gobierno federal ante la insistencia del DOGE.

Trump sugirió recientemente que el mandato de Musk en DOGE podría estar llegando a su fin. Aun así, la motosierra está en marcha. El DOGE no está fracasando en hacer que el gobierno sea más eficiente. Está saboteando con éxito las instituciones públicas para transferirlas a manos privadas. Wells Fargo lo reconoce. Y nosotros también deberíamos.


Fuente: JACOBIN

sábado, 1 de marzo de 2025

La “motosierra” de recortes de Elon Musk: ¿por qué es “estratégica” para Trump?

 

 Por Bruno Sgarzini    
      Periodista argentino especializado en asuntos internacionales.


     Uno de los delirios más grandes de la Administración Trump es la gestión de Elon Musk en el Departamento de Eficiencia (renombrado DOGE), inspirada en la motosierra de Javier Milei y los recortes del magnate en Twitter. En Argentina, el mismo departamento se llama Ministerio de la Desregulación y está dirigido por Federico Sturzenegger, un economista involucrado en las anteriores crisis económicas argentinas y acusado de haber favorecido a banqueros amigos en un canje de deuda argentina en 2001.




Musk, uno de los empresarios más importantes de Estados Unidos, tiene la sospechosa tarea de recortar el presupuesto estatal en todos los Departamentos y agencias del Estado. Algunos de ellos, como el Pentágono y la Nasa, son responsables de asignar la mayoría de los contratos a las compañías que dirige (Tesla, SpaceX, entre otras), como contamos aquí.

Los recortes de Musk buscan impactar en la tasa de los bonos del Tesoro de Estados Unidos para financiar el crecimiento económico y reducir los precios de los prestamos hipotecarios. Según Bloomberg: “Trump considera a los mercados financieros como un "referéndum en tiempo real sobre su presidencia", y ahora presta especial atención a los bonos del Tesoro como indicador importante. La tasa de estos bonos es crucial porque determina el costo del dinero para compradores de viviendas y grandes empresas estadounidenses, afectando directamente el crecimiento económico. Tras la elección y la creación del DOGE, este rendimiento ha oscilado entre 4,4% y 4,7%, lo que representa un aumento respecto a cuando Musk propuso inicialmente la creación del departamento (cuando estaba alrededor del 3,8%). Los rendimientos indican que los inversores son escépticos sobre la capacidad del gobierno para controlar el déficit fiscal de 6% del PBI, a pesar de las promesas de recortes”. Es la lógica neoliberal de siempre de sacrificar el bien común, lo social, lo humano y lo natural, por las expectativas del mercado, por más neojipie que suene.

Por eso, miles de empleados gubernamentales ya han sido echados de la fuerza laboral federal —ya sea por despidos o a través de una oferta de “renuncia diferida”— durante el primer mes del segundo mandato de Trump, según Associated Press. Los recortes han alcanzado, primero, a los empleados con contratos de prueba y después a funcionarios de carreras enfrentados con Trump o algunos de las personas que le rodean. También, en muchos casos, todo ha sido tan desordenado que han tenido que revertir algunos despidos; por ejemplo, echaron cientos de personas que trabajan en seguridad nuclear y después se apresuraron a volver a contratarlas, excepto que habían borrado todas las direcciones de correo electrónico del trabajo y los archivos personales, por lo que no sabían cómo comunicarse con ellos.




Lo mismo pasó con los empleados que trabajaban en el Departamento de Agricultura a cargo de proteger al país de una “crisis de gripe aviar”. El combo de acciones es similar a las emprendidas por Milei, que mezclan la ignorancia supina de cómo funciona el Estado con campañas agresivas de desinformación para justificar los recortes. Tanto Musk, como Trump, por ejemplo, han hablado de que hay personas de 150 años que aún reciben dinero de la Seguridad Social sin dar prueba alguna. También mintieron al decir que el recorte de un solo contrato había superado los 8 mil millones de dólares cuando fue de solo ocho millones. El manual parece hacer tantas cosas a la vez para que sea imposible detenerlas.

Elon Musk, además, utiliza el mismo método que en los recortes que aplicó en Twitter.

Elon Musk lleva apenas una semana en el nuevo gobierno del presidente Donald Trump, pero el gobierno federal de Estados Unidos ya está poniendo en práctica el manual de Twitter para gestionar sus gastos y su personal. Tal como hizo Musk cuando se hizo cargo de la plataforma de redes sociales, el equipo de Trump está intentando reducir drásticamente la cantidad de empleados del gobierno y asegurarse de que los que permanezcan sean leales a la agenda del presidente.
Musk y sus asesores, incluido el recién nombrado zar de la inteligencia artificial y las criptomonedas, David Sacks, utilizaron una estrategia notablemente similar en Twitter. Aproximadamente una semana después de que se completara la adquisición, Musk despidió a la mitad de la fuerza laboral. Sacks lo ayudó a asesorarlo sobre qué equipos y personas serían despedidos.
Unas dos semanas después, los empleados restantes recibieron un correo electrónico con el asunto “Una encrucijada en el camino”. Musk dijo que tendrían que ser “extremadamente duros” para hacer realidad su visión de Twitter 2.0. Esto significaba “trabajar muchas horas a alta intensidad”. Señaló que “solo el desempeño excepcional” recibiría “una calificación aprobatoria”. Se pidió a los empleados que optaran por esta visión a través de un formulario web. Cualquiera que no lo hiciera al día siguiente recibiría tres meses de indemnización, dijo Musk. Miles de empleados de Twitter presentarían más tarde una demanda, argumentando que no se les pagó la indemnización completa. Musk finalmente logró que se desestimara la demanda.
Todos sacudimos la cabeza con incredulidad ante lo familiar que nos resulta todo esto”, dice Yao Yue, ex ingeniero principal de Twitter. “Excepto que el gobierno federal y sus empleados tienen leyes específicas en términos de gastos, contrataciones y despidos”.
En este caso, se les pide a los empleados federales que envíen un correo electrónico con la palabra “Renuncia” en la línea de asunto en los próximos 10 días. “Purgar al gobierno federal de funcionarios de carrera dedicados tendrá consecuencias enormes e imprevistas que causarán caos para los estadounidenses que dependen de un gobierno federal que funcione”, dijo Everett Kelley, presidente nacional de la Federación Estadounidense de Empleados del Gobierno, el sindicato más grande de trabajadores federales, en un comunicado. “Esta oferta no debe verse como voluntaria. Entre la oleada de órdenes ejecutivas y políticas anti-trabajadores, está claro que el objetivo de la administración Trump es convertir al gobierno federal en un entorno tóxico donde los trabajadores no pueden quedarse incluso si lo desean”..
La fuerza laboral federal debe estar compuesta por empleados que sean confiables, leales, dignos de confianza y que se esfuercen por alcanzar la excelencia en su trabajo diario”, se lee en el correo electrónico, que luego se publicó en el sitio web de la Oficina de Gestión de Personal de Estados Unidos. “Los empleados estarán sujetos a estándares mejorados de idoneidad y conducta a medida que avancemos”.
La noticia llega en un momento en que los secuaces de Musk toman el control de la Oficina de Gestión de Personal de Estados Unidos, que actúa como un departamento de recursos humanos para la fuerza laboral federal.

Su Departamento de Eficiencia aprovechó el congelamiento de fondos a la ayuda exterior estadounidense para paralizar el funcionamiento de la Agencia del Departamento de Estado para el Desarrollo Internacional (USAID). Esta agencia, por lo general, es usada para sustituir en la práctica las funciones de los Estados fallidos, o débiles, e influir en su agenda política interna, a través de dinero destinado a periodismo independientes, universidades y partidos políticos.

Por la animosidad del mundo MAGA contra la USAID, y toda la ayuda externa, el desarme de la agencia se convirtió en un caso testigo, que se llevó la mayoría de los titulares. La reestructuración tiene bastante que ver con la intención de cortar el financiamiento a los movimientos, partidos y medios, que a nivel global están más cerca de la línea del partido demócrata. Por uno de los ejemplos más usados para justificarlo han sido los ataques al candidato de la ultraderecha rumana, Calin Georgescu, después de que triunfara en la primera vuelta y fuera proscripto por un expediente donde se lo acusa de ser “pro ruso”.

Pero la ola de despidos emprendida por Elon Musk parece buscar una multiplicidad de objetivos: el primero limpiar, el aparato del Estado de adversarios a la política de Trump, el segundo paralizar, o eliminar, las áreas demonizadas por los republicanas, como el Departamento de Educación, y el tercero, que los recortes disminuyan el déficit fiscal de Estados Unidos. Por supuesto, el empresario lo hace con el ojo puesto en sacar del medio también a las autoridades que regulan a sus empresas y la de otros financistas de Trump.




Uno de los primeros despedidos, por ejemplo, fue Mike Whitaker, director general de la Administración Federal de Aviación (FAA), responsable de multar a la empresa SpaceX de Musk por violaciones de seguridad. Después de este despido, el Departamento de Eficiencia nombró en el organismo a otros ejecutivos de la compañía aeroespacial del magnate.

Una de las primeras direcciones eliminadas fue la Oficina de Protección Financiera del Consumidor, una agencia creada después de 2008 para proteger a los “consumidores contra el fraude bancario y las estafas con letra pequeña por parte de las corporaciones estadounidenses”, según The Financial Times. Por esta acción, se paralizó la aplicación de las regulaciones judiciales ordenadas contra gigantes tecnológicos como Apple y Google. El caso más emblemático de la gestión Musk es el nombramiento del Departamento de Eficiencia de Tom Krause como secretario adjunto fiscal del Departamento del Tesoro. ¿Por qué? En ese puesto, Krause tiene control del sistema de pagos del Tesoro que desembolsa fondos en nombre de todo el gobierno federal e incluye información personal de los estadounidenses, como números de cuentas bancarias. Son cerca de 5 billones de dólares cuya dirección es disputada en la justicia por los demócratas (de hecho, la ola de despidos y recortes se discute en varios tribunales estadounidenses).

Krause forma parte de una milicia de ejecutivos que Musk ha nombrado en la burocracia pública para realizar recortes. El empresario, adepto a disfrutar los saludos nazis y los memes estúpidos, ni siquiera se molestó en que Krause abandonara su puesto de CEO de la compañía Cloud Software Group, que tiene contratos con el gobierno estadounidense por entre 7.3 y 11.8 millones de dólares. El CEO y funcionario ahora está a cargo, por ejemplo, de realizar los pagos a la empresa que dirige. El caso recuerda a la época de los “hombres de un dólar”, posterior a la Primera Guerra Mundial, cuando el gobierno estadounidense reclutó como funcionarios a hombres de negocios con un salario de un dólar mientras continuaban con sus actividades privadas. En la formalidad, la experiencia terminó cuando se demostró que eran incompatibles el ejercicio de las dos funciones.




La milicia de ejecutivos recortadores son acompañados por un ejército de programadores informáticos reclutados en el foro de internet Discord por empleados de Boring Company de Musk y de Palantir de Peter Thiel, unos de los primeros empresarios tecnológicos en apoyar a Trump. Una de las fantasías de Musk es la creación de un chatbot de IA, llamado “GSAi”, que analice los contratos y adquisiciones del Estado estadounidense para definir los recortes. De hecho, uno de los grandes temores de los empleados estadounidenses es que Musk use esta IA para analizar el correo que pidió Musk para que cuenten cuáles habían sido sus tareas en sus últimas jornadas laborales. Al parecer, BlackMirror en distopía es lo que caperucita roja es a los cuentos de terror.

Leamos un poco:

Un objetivo de la iniciativa, que no se había informado previamente, es aumentar la productividad diaria de los aproximadamente 12.000 empleados de la Administración de Servicios Generales , que tienen la tarea de administrar edificios de oficinas, contratos e infraestructura de TI en todo el gobierno federal, según las dos personas. El equipo de Musk aparentemente también espera usar el chatbot y otras herramientas de inteligencia artificial para analizar grandes cantidades de datos de contratos y adquisiciones, dice una de ellas. A ambas personas se les concedió el anonimato porque no están autorizadas a hablar públicamente sobre las operaciones de la agencia.
Thomas Shedd, un ex empleado de Tesla que ahora dirige Technology Transformation Services, la rama tecnológica de la GSA, aludió al proyecto en una reunión celebrada el miércoles. “Otro [proyecto] en el que estoy intentando trabajar es un lugar centralizado para los contratos, de modo que podamos realizar análisis sobre ellos”, dijo, según una grabación de audio obtenida por WIRED. “Esto no es nada nuevo, es algo que ya estaba en marcha antes de que empezáramos. Lo que es diferente es que potencialmente se puede construir todo ese sistema internamente y hacerlo muy rápidamente. Esto nos lleva de nuevo a la pregunta: ‘¿Cómo podemos entender cómo gasta el dinero el gobierno?’”.
Las iniciativas de inteligencia artificial de DOGE encajan con los esfuerzos del grupo por reducir el presupuesto federal y acelerar los procesos existentes. Por ejemplo, los miembros de DOGE en el Departamento de Educación están utilizando herramientas de inteligencia artificial para analizar el gasto y los programas, informó The Washington Post el jueves. Un portavoz del departamento dice que el enfoque está en encontrar eficiencias de costos.

El Departamento de Eficiencia de Musk afirma haber reducido el gasto en 55.000 millones de dólares, pero un análisis detallado de las cifras publicadas en su sitio web solo confirma aproximadamente un tercio de esa cantidad. Incluso aceptando la cifra total como válida, esta representa menos del 1% del presupuesto federal anual de 7 billones de dólares, un impacto insuficiente para afectar significativamente un déficit que alcanzó 1,8 billones de dólares en el último año fiscal. La sostenibilidad de estas medidas también está en entredicho, con decenas de demandas presentadas para revertir las acciones de DOGE. Además, las iniciativas iniciales de Musk y Trump se han concentrado en objetivos relativamente accesibles como USAID y la Oficina de Protección Financiera del Consumidor, evitando abordar áreas políticamente sensibles como defensa o seguridad social, donde podrían lograrse ahorros sustancialmente mayores pero con un costo político significativo.

Para la Oficina de Presupuesto del Congreso, la deuda pública en manos del gobierno equivale hoy al 99% del producto interno bruto del país, más del triple de lo que era en 2001. Todo parece indicar que esa relación va camino de seguir aumentando porque el déficit anual, que actualmente ronda el 6% del PIB, eclipsa la tasa de crecimiento de la economía.

Para tratar de reducir la tasa, el objetivo del secretario de Tesoro de Trump es, con la ayuda de Musk, recortar el déficit al 3% del PIB para 2028 y luego combinarlo con un crecimiento económico sostenido del 3% y un aumento de la producción de petróleo en 3 millones de barriles por día. Esto, así como la desregulación, considera que provocará tasas más bajas a largo plazo.

Según Elon Musk, el objetivo de todo esto es eliminar el déficit fiscal de Estados Unidos al eliminar los gastos innecesarios del Estado norteamericano. Su hoja de ruta, promovida por tanques de pensamiento como la Heritage Foundation en el proyecto 2025 o el Instituto American First, parece compaginar el “esfuerzo fiscal” con una mayor recaudación externa a través el cobro de los aranceles a otros países. El esfuerzo para los economistas busca acortar la enorme brecha en la relación entre la deuda y el PBI estadounidense. Pero parece irreal poder recortar 2 billones sin tocar, por ejemplo, los gastos militares de Estados Unidos (ahí es donde entran los recientes esfuerzos de Trump para que Europa se haga cargo de su “seguridad).

Este laboratorio social tiene otro especial condimento; que es la intención manifiesta de limitar la acción del Servicio de Cobro de Impuestos (IRS) con una ola de 7.000 despidos, que afectará el cobro a las grandes fortunas.

Podríamos decir que el Estado estadounidense es ahora uno atendido por sus propios dueños.

Fuente: Bruno Sgarzini

jueves, 27 de febrero de 2025

Musk y sus tentáculos espaciales

 

      Periodista... para bien y para mal. Madrileño en Málaga combatiendo el centralismo en espacios como Público.


     Los temores sobre el poder que acapara Elon Musk van mucho más allá de la capacidad de desestabilizar democracias con la desinformación que divulga en X o con sus ansias de ser amo de la Inteligencia Artificial (IA). A este cóctel explosivo, cuya mecha es el evidente conflicto de intereses que representa su papel como responsable del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), hay que sumar también su red de comunicaciones con satélites de Starlink, que plantea mucha inquietud y le dibuja como un malo de película de James Bond, al estilo del magnate de las comunicaciones Elliot Carver en El mañana nunca muere.

Los temores sobre lo que puede o no puede hacer Musk con su red de satélites, puesta en órbita en el espacio a través de su empresa SpaceX vienen de lejos. La guerra de Ucrania ilustra a la perfección el impacto que puede tener Starlink en función de los intereses de Musk. En 2023, el gobierno de Zelenski expresó su dependencia de las comunicaciones vía satélite de Starlink para la toma de decisiones en el campo de batalla. Tal y como describió The New York Times en un extenso reportaje, ni siquiera los funcionarios estadounidenses fueron capaces de dar una evaluación precisa de Musk a los generales ucranianos. Y sus peores temores se hicieron realidad, puesto que Musk ha restringido el acceso a Starlink durante la guerra en varias ocasiones, afectando a la estrategia en el campo de batalla.


Elon Musk ya ha hecho un uso arbitrario de sus satélites Starlink durante la guerra de Ucrania.

Musk es consciente del poder que tiene y ya se ha jactado varias veces de ello en redes sociales, afirmando que “entre Tesla, Starlink y Twitter [ahora X], es posible que tenga más datos económicos globales en tiempo real en una cabeza que nadie”.





Elon Musk


En aquel reportaje en The New York Times, ya se exponía cómo cerca de una docena de países tanto de Europa como de Oriente Medio había cuestionado Starlink a funcionarios estadounidenses y cómo “pocas naciones hablarán públicamente sobre sus preocupaciones, por temor a alienar a Musk”. La propia Administración de EEUU tiene un alto grado de dependencia de la red de satélites del impredecible Musk, incluido el Pentágono y su ejército, algo que no llama a la tranquilidad en algunos sectores.

Tras las últimas elecciones presidenciales, el senador Jack Reed, presidente del Comité de Servicios Armados del Senado, y la senadora Jeanne Shaheen, miembro de alto rango de los Comités de Servicios Armados y Relaciones Exteriores, pidieron al Pentágono y al Departamento de Justicia que investigaran a Musk, algo que parece poco probable, sino imposible, que se lleve a término ahora mismo. En su carta, los senadores demócratas refieren un artículo de octubre de 2024 en The Wall Street Journal en el que se revelaba la estrecha relación entre el dueño de Starlink y Vladimir Putin desde finales de 2022, describiendo conversaciones en las que ambos abordan temas personales, de negocios y geopolíticos. Una situación como poco delicada considerando que Musk es uno de los principales contratistas del programa de Lanzamiento Espacial de Seguridad Nacional (NSSL) de la Fuerza Espacial, está desarrollando una red de satélites Starshield exclusiva para el gobierno con cientos de satélites espías y tiene un contrato clasificado de 1.800 millones de dólares con la Agencia Nacional de Reconocimiento (NRO).


Un cohete Falcon 9 ha lanzado 143 satélites a la órbita, completando la primera misión del Programa de viajes compartidos SmallSat de SpaceX.

Un día después de la primera misiva, en otra carta dirigida al secretario de las Fuerzas Aéreas, Frank Kendall, los demócratas llegaban a alertar de “los graves riesgos para la seguridad nacional” que puede representar Musk, manejando contratos sensibles de Defensa e Inteligencia de miles de millones de dólares… y con una afición confesa a la ketamina.


Una pancarta con la foto de Elon Musk, en una protesta en Washington.

En la actualidad, los expertos calculan que Musk tiene en órbita alrededor de 7.000 satélites –de unos cinco años de vida útil-, con operaciones en más de 100 países, lo que ha generado un extraordinario tráfico que ha generado tensiones con países como China e hizo que en 2019 la Unión Astronómica Internacional (UAI) expresara su preocupación alertando de que estas constelaciones de satélites pueden representar una amenaza significativa para infraestructuras astronómicas existentes y futuras. Paradójicamente, SpaceX se queja de ser el operador que más maniobras ha de realizar en el espacio para evitar colisiones: el año pasado, en solo seis meses, sus satélites realizaron 50.666 maniobras propulsivas.

Por otro lado, la consultora GlobalData advierte de cómo Starlink está intensificando sus actividades en África, en parte, aprovechando que muchos gobiernos no le requieren licencia para operar, confiando en su potencial de conectividad para estimular la economía en regiones rurales desatendidas. Aunque este extremo es cierto, la otra cara de la moneda refleja cómo los operadores locales se ven perjudicados en su desarrollo, opacados por el músculo financiero de la compañía de Musk, que sólo en 2025 espera lanzarse a 14 nuevos mercados africanos. Por ver el lado bueno, estos operadores locales dirigen ahora su mirada a zonas rurales incomunicadas, un segmento del mercado que antes no veían como una oportunidad y ahora es en parte su salvavidas. El peligro es obvio, ¿pueden estas economías en desarrollo sufrir apagones de comunicaciones como medida de presión si no se satisfacen los intereses de Musk?

Así las cosas y como ha sucedido con la Inteligencia Artificial (IA), Europa quiere sacudirse estas dependencias y ultima la puesta en marcha de IRIS2 (Infraestructura para la Resiliencia, la Interconectividad y la Seguridad Satelital), su propia constelación de satélites multiórbita que contará con 290 dispositivos. El objetivo es disfrutar de autonomía en el ámbito de las comunicaciones gubernamentales seguras y críticas, así como de servicios comerciales de alta gama.

El proyecto ya se adjudicó el año pasado a al consorcio SpaceRise, en el que participa Hispasat, por una duración de doce años y un coste de 10.600 millones de euros, de los cuales la UE financiará 6.000 millones, la ESA (Agencia Espacial Europea) 550 millones, y los algo más de 4.000 millones restantes correrán a cargo del sector privado. Aunque cuando se anunció el plan inicialmente en 2022 se esperaba su funcionamiento a pleno rendimiento para 2027, recientemente la UE retrasó la fecha hasta 2030, produciéndose el primer lanzamiento un año antes.

Fuente: Público

lunes, 6 de enero de 2025

Introducción al siglo XXI

 

      Escritor y filósofo italiano. Activista de la izquierda.


     Un racista sudafricano llamado Elon Musk, a quien los periódicos definen como el hombre más famoso del mundo, encontró recientemente otro punto más interesante: "agente del caos", lo definió The Guardian del 20 de diciembre, repitiendo una definición que le dio el New York Times en 2022.

Creo que ésta es una definición imprecisa, o al menos simple. No creo que Musk tenga la función histórica de promover el caos, salvo aparentemente. Su actividad política, empezando por la compra de Twitter, tiene como objetivo destruir las estructuras estatales y públicas construidas durante la era moderna. Desde este punto de vista, el proyecto de Musk coincide con el de Steve Bannon y el de la administración Trump en general.


El propietario de la red social X, Elon Musk, el pasado diciembre.

Pero la multifacética actividad de Musk, junto a esta destrucción definitiva del orden social moderno (es decir, la finalización del trabajo iniciado por el liberalismo thatcherista) incluye un proyecto de futuro: la construcción de un sistema de control total del sistema global de telecomunicaciones (Starlink) y la creación de interfaces dentro del sistema biológico y el dispositivo digital que permitirá crear androides inteligentes (Neuralink).

Hace unos días, el racista sudafricano, en un comentario en Welt Am Sonntag, se pronunció en las próximas elecciones alemanas apoyando a Alternativa para Alemania. Este no es un partido nazi, dijo Musk, argumentando:

La descripción del AfD como un partido político extremo es claramente falsa, teniendo en cuenta que Alice Weidel, la líder del partido, es del mismo sexo que Sri Lanka. ¿Crees que esto podría parecerle a Hitler?

Es necesario explorar la cuestión más a fondo. Es cierto que individuos como Donald Trump o partidos como el AfD parecen muy diferentes del Partido Nacionalsocialista Alemán. Y lo soy: para empezar, el trumpismo ha borrado cualquier referencia al socialismo que Hitler había preservado, no sólo en nombre de su partido, sino también en algunas de las políticas sociales del Tercer Reich.

Asimismo, todo el mundo imaginario que sirvió de telón de fondo al régimen de Hitler (los colores oscuros de los uniformes, la uniformidad del lenguaje, etc.) ha sido sustituido por la explosión de color y la emoción carnavalesca de las multitudes del MAGA.

El severo gótico del florecimiento industrial territorializado y protestante es sustituido por el sorprendente barroquismo de la mafia lumpen-burguesa que, desde Berlusconi hasta Trump, ha restituido el poder sobre la cosmovisión espectacular.

¿Deberíamos, por tanto, abandonar la asimilación del trumpismo global al nazismo de Hitler, que el simple cuestionario solía atestiguar ante el electorado que poco a poco se estaba acostumbrando a no dejarse impresionar por la expansión del nazismo?


Obra de INSTUBÁLZ

Sí y no.

No, porque el resurgimiento del supremacismo racial colonialista del Occidente blanco es la función histórica del movimiento reaccionario global del que Trump es el símbolo y Musk es el principal instrumento.

Para Hitler, el enemigo a exterminar eran los judíos, mientras que para el suprematismo racista contemporáneo el enemigo a exterminar son las enormes masas de pueblos colonizados que, aunque incapaces de una política internacional ofensiva, constituyen con su simple existencia un peligro para la estabilidad occidental, con sus movimientos migratorios y con sus reclamos de redistribución de la riqueza global.

El ejército israelí, y el propio pueblo israelí, parecen muy diferentes de las SS hitlerianas desde un punto de vista estético y político, pero demuestran la misma función que las SS hitlerianas a la hora de exterminar a los enemigos de la civilización occidental, que para Hitler ellos eran los judíos, y para Israel, a cambio, el pueblo colonizado es quien reclama el derecho a la supervivencia y posiblemente a un territorio.

El régimen que hoy se instaura imparablemente en todo Occidente es, además, la consecuencia y plena aplicación del liberalismo económico instaurado desde 1980, con la muy activa colaboración de la comunidad europea en su generalidad.

La democracia liberal está ahora erradicada en todas partes, pero la regla fundamental de la destrucción de las reglas (y su sustitución por la REGLA ABSOLUTA del mayor beneficio) es confirmada y exaltada por quienes tienen la palabra LIBERTAD de su parte, para sopesar esto. se refiere a la libertad de los propietarios de la propiedad exclavos.

La libertad fue una función dependiente del liberalismo en la última fase, cuando el movimiento pronto sería liquidado. Esta función fue abandonada por la izquierda y los demócratas, que durante tanto tiempo son y serán siempre objeto de desprecio.

Pero ahora la izquierda está desapareciendo y lo que está surgiendo es un régimen que no tiene mucho que ver con el fascismo del pasado. Por mi parte, hace mucho tiempo que decidí adoptar la definición de NAZI-LIBERISMO.

La devastación liberal del sistema social es el origen del nacionalismo racista trumpista, pero también es la estrella del norte.

La intención declarada de los liberales nazis más agresivos, como Javier Milei, o Steve Bannon y Elon Musk, es la demolición definitiva de las estructuras públicas (sanidad, educación, transporte, etc.) que hicieron posible la supervivencia social.

Esto supone, por supuesto, una extremidad social que hay en el mercado y que se agravará en los próximos años. Pero el exterminio social que se está produciendo en los países occidentales es sólo una parte del genocidio global que se está produciendo en la frontera entre el Norte y el Sur del mundo, y que tiene su símbolo sangriento en el genocidio de los palestinos.

Está claro que el movimiento reaccionario global de la expresión de Musk provoca perturbaciones caóticas en más de un número de lugares del planeta.

El movimiento reaccionario global de hoy está dedicado a la devastación del mundo humano, que es el mundo de la indeterminación, la aproximación, la analogía y la conexión.

Pero más que la acción caótica del movimiento reaccionario, hay un objetivo de orden determinista, digital y conectivo: la máquina cognitiva está destinada a ocupar el lugar del caos viviente.

Musk, nos preguntamos, es un agente del caos político, pero el caos político tiene la función de posibilidad, en dos movimientos lógicamente posteriores (pero cronológicamente contemporáneos), de la eliminación de lo Humano: genocidio de los marginales y mutación de la mente colectiva. para su presentación a los Autómatas, mediante el cual se establece la Orden Automatizada.

En algunos lenguajes de programación, haciendo referencia a un concepto del filósofo neopositivista Rudolf Carnap, hablamos de "functor" como una variable dependiente de una secuencia matemática.

En términos de la metáfora computacional, la función es un agente perfectamente compatible y sincronizado con la automatización cognitiva global.

En las primeras décadas del siglo XXI, los Autómatas operaban el formato y sincronización de las mentes individuales de los individuos pertenecientes a la primera generación conectada.

Los humanos hemos pasado a formar parte del orden digital, progresivamente despojados de características e impulsos incompatibles con lo Automatizado (como el deseo erótico, la capacidad crítica y, en general, la singularidad expresiva).

Esta mutación no puede ocurrir sin un enorme sufrimiento, disforia, psicopatías depresivas o agresivas.

Pero una parte de la raza humana no puede formarse ni sincronizarse y permanece al margen del proceso productivo y en un territorio asegurado.

Una raza de hombres blancos funcionalmente superior y emocionalmente externalizada está tomando el control del poder técnico, económico y militar. Ninguna fuerza política puede oponerse a esta cantidad de poder, por la sencilla razón de que no se trata de un proceso político, sino más bien de una mutación tecnocognitiva.

La mutación cognitiva y el genocidio son los dos procesos decisivos de esta transición.

La mutación cognitiva se logra mediante la integración de la mente humana en un formato que busca sincronizar la actividad de la mente al ritmo de la máquina.

Inevitablemente, este proceso de mutación implica sufrimiento.

Pensemos en patologías como TDAH o confusión por falta de atención: no es una patología, sino un intento de adaptar y sincronizar la mente al ritmo a menudo acelerado de la Infosfera.

La conciencia ética y la sensibilidad erótica son restos de una humanidad preformada que está desapareciendo rápidamente en la generación conectiva emergente.

Otra característica emergente de los mutantes es la impercepción del dolor real, efecto de la exposición ininterrumpida a flujos de estimulación nerviosa simulada, de modo que la mente tiende a no distinguir las simulaciones de los organismos, y tiende a considerar los cuerpos que sufren como pequeños. hombres verdes Los videojuegos, que ya no sufren y mueren, siempre pueden volver a levantarse un momento después.

Éste es el horizonte del siglo XXI, es la tendencia que se desarrolla imparable.

El colapso climático, el colapso geopolítico, el colapso social constituyen el entorno ideal para este proceso de mutación, formación y eliminación de margaritas residuales.

Pero también existe la posibilidad (muy probable) de que la fusión de estos tres colapsos produzca la extinción definitiva de la raza humana.

En este caso, todos los humanos serían finalmente conquistados, y esto permitiría realizar el ideal perfecto de la Orden Muskiana: la reproducción ilimitada de la máquina en un territorio finalmente purificado de todos los elementos caóticos e impredecibles.shington Post

Fuente: ILDISERTORI