
Uno de los delirios más grandes de la Administración Trump es la gestión de Elon Musk en el Departamento de Eficiencia (renombrado DOGE), inspirada en la motosierra de Javier Milei y los recortes del magnate en Twitter. En Argentina, el mismo departamento se llama Ministerio de la Desregulación y está dirigido por Federico Sturzenegger, un economista involucrado en las anteriores crisis económicas argentinas y acusado de haber favorecido a banqueros amigos en un canje de deuda argentina en 2001.
Musk, uno de los empresarios más importantes de Estados Unidos, tiene la sospechosa tarea de recortar el presupuesto estatal en todos los Departamentos y agencias del Estado. Algunos de ellos, como el Pentágono y la Nasa, son responsables de asignar la mayoría de los contratos a las compañías que dirige (Tesla, SpaceX, entre otras), como contamos aquí.
Los recortes de Musk buscan impactar en la tasa de los bonos del Tesoro de Estados Unidos para financiar el crecimiento económico y reducir los precios de los prestamos hipotecarios. Según Bloomberg: “Trump considera a los mercados financieros como un "referéndum en tiempo real sobre su presidencia", y ahora presta especial atención a los bonos del Tesoro como indicador importante. La tasa de estos bonos es crucial porque determina el costo del dinero para compradores de viviendas y grandes empresas estadounidenses, afectando directamente el crecimiento económico. Tras la elección y la creación del DOGE, este rendimiento ha oscilado entre 4,4% y 4,7%, lo que representa un aumento respecto a cuando Musk propuso inicialmente la creación del departamento (cuando estaba alrededor del 3,8%). Los rendimientos indican que los inversores son escépticos sobre la capacidad del gobierno para controlar el déficit fiscal de 6% del PBI, a pesar de las promesas de recortes”. Es la lógica neoliberal de siempre de sacrificar el bien común, lo social, lo humano y lo natural, por las expectativas del mercado, por más neojipie que suene.
Por eso, miles de empleados gubernamentales ya han sido echados de la fuerza laboral federal —ya sea por despidos o a través de una oferta de “renuncia diferida”— durante el primer mes del segundo mandato de Trump, según Associated Press. Los recortes han alcanzado, primero, a los empleados con contratos de prueba y después a funcionarios de carreras enfrentados con Trump o algunos de las personas que le rodean. También, en muchos casos, todo ha sido tan desordenado que han tenido que revertir algunos despidos; por ejemplo, echaron cientos de personas que trabajan en seguridad nuclear y después se apresuraron a volver a contratarlas, excepto que habían borrado todas las direcciones de correo electrónico del trabajo y los archivos personales, por lo que no sabían cómo comunicarse con ellos.
Lo mismo pasó con los empleados que trabajaban en el Departamento de Agricultura a cargo de proteger al país de una “crisis de gripe aviar”. El combo de acciones es similar a las emprendidas por Milei, que mezclan la ignorancia supina de cómo funciona el Estado con campañas agresivas de desinformación para justificar los recortes. Tanto Musk, como Trump, por ejemplo, han hablado de que hay personas de 150 años que aún reciben dinero de la Seguridad Social sin dar prueba alguna. También mintieron al decir que el recorte de un solo contrato había superado los 8 mil millones de dólares cuando fue de solo ocho millones. El manual parece hacer tantas cosas a la vez para que sea imposible detenerlas.
Elon Musk, además, utiliza el mismo método que en los recortes que aplicó en Twitter.
Elon Musk lleva apenas una semana en el nuevo gobierno del presidente Donald Trump, pero el gobierno federal de Estados Unidos ya está poniendo en práctica el manual de Twitter para gestionar sus gastos y su personal. Tal como hizo Musk cuando se hizo cargo de la plataforma de redes sociales, el equipo de Trump está intentando reducir drásticamente la cantidad de empleados del gobierno y asegurarse de que los que permanezcan sean leales a la agenda del presidente.
Musk y sus asesores, incluido el recién nombrado zar de la inteligencia artificial y las criptomonedas, David Sacks, utilizaron una estrategia notablemente similar en Twitter. Aproximadamente una semana después de que se completara la adquisición, Musk despidió a la mitad de la fuerza laboral. Sacks lo ayudó a asesorarlo sobre qué equipos y personas serían despedidos.
Unas dos semanas después, los empleados restantes recibieron un correo electrónico con el asunto “Una encrucijada en el camino”. Musk dijo que tendrían que ser “extremadamente duros” para hacer realidad su visión de Twitter 2.0. Esto significaba “trabajar muchas horas a alta intensidad”. Señaló que “solo el desempeño excepcional” recibiría “una calificación aprobatoria”. Se pidió a los empleados que optaran por esta visión a través de un formulario web. Cualquiera que no lo hiciera al día siguiente recibiría tres meses de indemnización, dijo Musk. Miles de empleados de Twitter presentarían más tarde una demanda, argumentando que no se les pagó la indemnización completa. Musk finalmente logró que se desestimara la demanda.
“Todos sacudimos la cabeza con incredulidad ante lo familiar que nos resulta todo esto”, dice Yao Yue, ex ingeniero principal de Twitter. “Excepto que el gobierno federal y sus empleados tienen leyes específicas en términos de gastos, contrataciones y despidos”.
En este caso, se les pide a los empleados federales que envíen un correo electrónico con la palabra “Renuncia” en la línea de asunto en los próximos 10 días. “Purgar al gobierno federal de funcionarios de carrera dedicados tendrá consecuencias enormes e imprevistas que causarán caos para los estadounidenses que dependen de un gobierno federal que funcione”, dijo Everett Kelley, presidente nacional de la Federación Estadounidense de Empleados del Gobierno, el sindicato más grande de trabajadores federales, en un comunicado. “Esta oferta no debe verse como voluntaria. Entre la oleada de órdenes ejecutivas y políticas anti-trabajadores, está claro que el objetivo de la administración Trump es convertir al gobierno federal en un entorno tóxico donde los trabajadores no pueden quedarse incluso si lo desean”..
“La fuerza laboral federal debe estar compuesta por empleados que sean confiables, leales, dignos de confianza y que se esfuercen por alcanzar la excelencia en su trabajo diario”, se lee en el correo electrónico, que luego se publicó en el sitio web de la Oficina de Gestión de Personal de Estados Unidos. “Los empleados estarán sujetos a estándares mejorados de idoneidad y conducta a medida que avancemos”.
La noticia llega en un momento en que los secuaces de Musk toman el control de la Oficina de Gestión de Personal de Estados Unidos, que actúa como un departamento de recursos humanos para la fuerza laboral federal.
Su Departamento de Eficiencia aprovechó el congelamiento de fondos a la ayuda exterior estadounidense para paralizar el funcionamiento de la Agencia del Departamento de Estado para el Desarrollo Internacional (USAID). Esta agencia, por lo general, es usada para sustituir en la práctica las funciones de los Estados fallidos, o débiles, e influir en su agenda política interna, a través de dinero destinado a periodismo independientes, universidades y partidos políticos.
Por la animosidad del mundo MAGA contra la USAID, y toda la ayuda externa, el desarme de la agencia se convirtió en un caso testigo, que se llevó la mayoría de los titulares. La reestructuración tiene bastante que ver con la intención de cortar el financiamiento a los movimientos, partidos y medios, que a nivel global están más cerca de la línea del partido demócrata. Por uno de los ejemplos más usados para justificarlo han sido los ataques al candidato de la ultraderecha rumana, Calin Georgescu, después de que triunfara en la primera vuelta y fuera proscripto por un expediente donde se lo acusa de ser “pro ruso”.
Pero la ola de despidos emprendida por Elon Musk parece buscar una multiplicidad de objetivos: el primero limpiar, el aparato del Estado de adversarios a la política de Trump, el segundo paralizar, o eliminar, las áreas demonizadas por los republicanas, como el Departamento de Educación, y el tercero, que los recortes disminuyan el déficit fiscal de Estados Unidos. Por supuesto, el empresario lo hace con el ojo puesto en sacar del medio también a las autoridades que regulan a sus empresas y la de otros financistas de Trump.
Uno de los primeros despedidos, por ejemplo, fue Mike Whitaker, director general de la Administración Federal de Aviación (FAA), responsable de multar a la empresa SpaceX de Musk por violaciones de seguridad. Después de este despido, el Departamento de Eficiencia nombró en el organismo a otros ejecutivos de la compañía aeroespacial del magnate.
Una de las primeras direcciones eliminadas fue la Oficina de Protección Financiera del Consumidor, una agencia creada después de 2008 para proteger a los “consumidores contra el fraude bancario y las estafas con letra pequeña por parte de las corporaciones estadounidenses”, según The Financial Times. Por esta acción, se paralizó la aplicación de las regulaciones judiciales ordenadas contra gigantes tecnológicos como Apple y Google. El caso más emblemático de la gestión Musk es el nombramiento del Departamento de Eficiencia de Tom Krause como secretario adjunto fiscal del Departamento del Tesoro. ¿Por qué? En ese puesto, Krause tiene control del sistema de pagos del Tesoro que desembolsa fondos en nombre de todo el gobierno federal e incluye información personal de los estadounidenses, como números de cuentas bancarias. Son cerca de 5 billones de dólares cuya dirección es disputada en la justicia por los demócratas (de hecho, la ola de despidos y recortes se discute en varios tribunales estadounidenses).
Krause forma parte de una milicia de ejecutivos que Musk ha nombrado en la burocracia pública para realizar recortes. El empresario, adepto a disfrutar los saludos nazis y los memes estúpidos, ni siquiera se molestó en que Krause abandonara su puesto de CEO de la compañía Cloud Software Group, que tiene contratos con el gobierno estadounidense por entre 7.3 y 11.8 millones de dólares. El CEO y funcionario ahora está a cargo, por ejemplo, de realizar los pagos a la empresa que dirige. El caso recuerda a la época de los “hombres de un dólar”, posterior a la Primera Guerra Mundial, cuando el gobierno estadounidense reclutó como funcionarios a hombres de negocios con un salario de un dólar mientras continuaban con sus actividades privadas. En la formalidad, la experiencia terminó cuando se demostró que eran incompatibles el ejercicio de las dos funciones.
La milicia de ejecutivos recortadores son acompañados por un ejército de programadores informáticos reclutados en el foro de internet Discord por empleados de Boring Company de Musk y de Palantir de Peter Thiel, unos de los primeros empresarios tecnológicos en apoyar a Trump. Una de las fantasías de Musk es la creación de un chatbot de IA, llamado “GSAi”, que analice los contratos y adquisiciones del Estado estadounidense para definir los recortes. De hecho, uno de los grandes temores de los empleados estadounidenses es que Musk use esta IA para analizar el correo que pidió Musk para que cuenten cuáles habían sido sus tareas en sus últimas jornadas laborales. Al parecer, BlackMirror en distopía es lo que caperucita roja es a los cuentos de terror.
Un objetivo de la iniciativa, que no se había informado previamente, es aumentar la productividad diaria de los aproximadamente 12.000 empleados de la Administración de Servicios Generales , que tienen la tarea de administrar edificios de oficinas, contratos e infraestructura de TI en todo el gobierno federal, según las dos personas. El equipo de Musk aparentemente también espera usar el chatbot y otras herramientas de inteligencia artificial para analizar grandes cantidades de datos de contratos y adquisiciones, dice una de ellas. A ambas personas se les concedió el anonimato porque no están autorizadas a hablar públicamente sobre las operaciones de la agencia.
Thomas Shedd, un ex empleado de Tesla que ahora dirige Technology Transformation Services, la rama tecnológica de la GSA, aludió al proyecto en una reunión celebrada el miércoles. “Otro [proyecto] en el que estoy intentando trabajar es un lugar centralizado para los contratos, de modo que podamos realizar análisis sobre ellos”, dijo, según una grabación de audio obtenida por WIRED. “Esto no es nada nuevo, es algo que ya estaba en marcha antes de que empezáramos. Lo que es diferente es que potencialmente se puede construir todo ese sistema internamente y hacerlo muy rápidamente. Esto nos lleva de nuevo a la pregunta: ‘¿Cómo podemos entender cómo gasta el dinero el gobierno?’”.
Las iniciativas de inteligencia artificial de DOGE encajan con los esfuerzos del grupo por reducir el presupuesto federal y acelerar los procesos existentes. Por ejemplo, los miembros de DOGE en el Departamento de Educación están utilizando herramientas de inteligencia artificial para analizar el gasto y los programas, informó The Washington Post el jueves. Un portavoz del departamento dice que el enfoque está en encontrar eficiencias de costos.
El Departamento de Eficiencia de Musk afirma haber reducido el gasto en 55.000 millones de dólares, pero un análisis detallado de las cifras publicadas en su sitio web solo confirma aproximadamente un tercio de esa cantidad. Incluso aceptando la cifra total como válida, esta representa menos del 1% del presupuesto federal anual de 7 billones de dólares, un impacto insuficiente para afectar significativamente un déficit que alcanzó 1,8 billones de dólares en el último año fiscal. La sostenibilidad de estas medidas también está en entredicho, con decenas de demandas presentadas para revertir las acciones de DOGE. Además, las iniciativas iniciales de Musk y Trump se han concentrado en objetivos relativamente accesibles como USAID y la Oficina de Protección Financiera del Consumidor, evitando abordar áreas políticamente sensibles como defensa o seguridad social, donde podrían lograrse ahorros sustancialmente mayores pero con un costo político significativo.
Para la Oficina de Presupuesto del Congreso, la deuda pública en manos del gobierno equivale hoy al 99% del producto interno bruto del país, más del triple de lo que era en 2001. Todo parece indicar que esa relación va camino de seguir aumentando porque el déficit anual, que actualmente ronda el 6% del PIB, eclipsa la tasa de crecimiento de la economía.
Para tratar de reducir la tasa, el objetivo del secretario de Tesoro de Trump es, con la ayuda de Musk, recortar el déficit al 3% del PIB para 2028 y luego combinarlo con un crecimiento económico sostenido del 3% y un aumento de la producción de petróleo en 3 millones de barriles por día. Esto, así como la desregulación, considera que provocará tasas más bajas a largo plazo.
Según Elon Musk, el objetivo de todo esto es eliminar el déficit fiscal de Estados Unidos al eliminar los gastos innecesarios del Estado norteamericano. Su hoja de ruta, promovida por tanques de pensamiento como la Heritage Foundation en el proyecto 2025 o el Instituto American First, parece compaginar el “esfuerzo fiscal” con una mayor recaudación externa a través el cobro de los aranceles a otros países. El esfuerzo para los economistas busca acortar la enorme brecha en la relación entre la deuda y el PBI estadounidense. Pero parece irreal poder recortar 2 billones sin tocar, por ejemplo, los gastos militares de Estados Unidos (ahí es donde entran los recientes esfuerzos de Trump para que Europa se haga cargo de su “seguridad).
Este laboratorio social tiene otro especial condimento; que es la intención manifiesta de limitar la acción del Servicio de Cobro de Impuestos (IRS) con una ola de 7.000 despidos, que afectará el cobro a las grandes fortunas.
Podríamos decir que el Estado estadounidense es ahora uno atendido por sus propios dueños.
Fuente: Bruno Sgarzini
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