
El historiador de origen israelí no se ha sorprendido la violencia cometida por Hamás en octubre de 2023 ni de la reacción de Israel o el apoyo de Estados Unidos, pero sí de cómo ha abordado la cuestión la sociedad europea.
El historiador israelí Illan Pappé (Haifa, Israel, 1954) está caracterizado por su crítica del sionismo y de los terribles efectos de la ocupación de Palestina, a los que dedicó el volumen La cárcel más grande de la Tierra (Capitán Swing, 2018). Pappé también afirma que el movimiento palestino no es terrorista, sino anticolonialista. Los problemas para expresar libremente sus tesis en su estado de origen, junto con las amenazas de muerte que recibía, le llevaron a trasladarse al Reino Unido. Allí ejerce la docencia y continúa escribiendo libros como Breve historia del conflicto entre Israel y Palestina (Capitán Swing, 2025).
¿La extensión de ‘Breve historia del conflicto entre Israel y Palestina’ es una apuesta política? ¿Buscabas acercar el contenido al máximo número de lectores posible?
Sí,
esa es la razón principal. Creo que la gente no está satisfecha con
la brevedad extrema de las piezas periodísticas de prensa, con su
falta de contexto, pero a la vez tampoco quiere leer libros muy
largos. Quizá buscan algo intermedio y pensé en un formato que
proporcione más contenido sin forzar a que se lean quinientas
páginas.
En los principios del libro se habla de la discriminación del imperio británico hacia una Palestina que no solo sufre las habituales ingerencias geopolíticas, sino a la que se le niega su soberanía en la descolonización. ¿Es una especie de pecado original que propulsa todo este conflicto?
En
general, sí. Pero hay que recordar que esa no solo fue una decisión
británica, sino europea. No permitir que los palestinos tuviesen un
futuro, afirmar que su país ya no les pertenece, se consideró la
mejor manera de solucionar siglos de antisemitismo: crear un estado
judió europeo fuera de Europa. Era una idea inmoral, porque imponía
un estado europeo al pueblo nativo, y era una idea irrealizable,
porque claramente solo podía conseguirse y mantenerse por la fuerza.
Después de más de cien años, los palestinos continúan sin aceptar
que su país no les pertenece. Y mucha gente del mundo árabe tampoco
cree que sea algo correcto, ni moral, ni justo. Y parece que hay más
y más gente alrededor del mundo que comienza a comprender la
magnitud del problema. Añadiría que también era un proyecto
ilegal, pero en esa época no había una ley internacional.
“Cuando aparecieron judíos que querían ir a Palestina, eso pareció perfecto en Europa porque servía para expandir el poder colonial”
Retratas a unos interlocutores hipócritas en las conversaciones de paz, los Estados Unidos y la Unión Europea, que han permitido que la colonización avanzase mediante una política de hechos consumados. ¿El desplazamiento geográfico y la eliminación física han formado parte siempre del proyecto israelí?
Creo
que es algo que se desarrolló con el tiempo. La primera idea de
convertir Palestina en un estado judío fue de sectores extremos del
cristianismo evangelical que consideraban que el retorno de los
judíos a Palestina precipitaría la vuelta de Jesucristo, el retorno
de los muertos y el fin de los tiempos. Ese primer impulso fue
teológico, pero encajó muy bien con los intereses imperiales. En el
siglo XIX, Europa quería expandir sus territorios y su influencia,
así que usaron esa idea cristiana para justificar la toma de control
de territorio perteneciente al imperio otomano. Cuando aparecieron
judíos que querían ir a Palestina, eso pareció perfecto en Europa
porque servía para expandir el poder colonial. Después de la II
Guerra Mundial, Estados Unidos tomó el relevo al Imperio Británico.
Se suponía que entrábamos en un mundo nuevo con las Naciones Unidas.
Sí,
un mundo donde el colonialismo y la limpieza étnica era inaceptable.
Y aún así, los Estados Unidos apoyaron un proyecto de este tipo.
Fueron muy deshonestos en su apoyo, pero no es el único lugar en el
que ese gobierno ha cometido actos terribles en nombre de la
democracia: Indonesia, Malasia, Filipinas, Vietnam, América Central…
No hay nada nuevo en esta hipocresía de defender un proyecto porque
supuestamente es democrático y representa los valores americanos,
cuando no es así y solo responde a intereses económicos.
Una de las cosas que sorprende de este siglo de desarrollo de la colonización de Palestina es la aparente falta de inflexiones. Hemos vivido etapas de hegemonía socialdemócrata y neoliberal, contextos diversos que no parecen haber influido demasiado en los acontecimientos. ¿A qué se debe esta aparente inexorabilidad?
Antes
de este último libro escribí Lobbying
for zionism on both sides of the Atlantic (“El
lobby del sionismo en ambos lados del Atlántico”),
que me temo que es un libro muy largo. Era tan largo porque pretendía
explicar porqué el proyecto sionista ha sido exitoso durante tanto
tiempo. El sionismo ha ejercido mucha presión en el Reino Unido y en
los Estados Unidos. También la ha ejercido en Europa, pero eso es
menos importante. Al comenzar el libro, entendí que es difícil
hacer que un grupo de presión funcione bien. Tras un siglo, en
cambio, puede funcionar perfectamente. De alguna manera es
impresionante como se ha conseguido que cualquier político
estadounidense o británico que tenga poder para cambiar cosas en
Israel o Palestina no se atreva a hacerlo por miedo a que el lobby
sionista acabe con su carrera. Estas organizaciones dejan claro a
cada político, desde el principio de su carrera, que, si no asume
las posiciones que defienden, apoyarán a su rival. Se aprovechan del
sistema democrático que te obliga a ser reelegido constantemente. Ya
mucho antes del famoso AIPAC (American Israel Public Affairs
Comitee), el poderoso grupo de presión estadounidense, se empleaban
las mismas tácticas. Forman un lobby muy poderoso, pero un lobby es
tan efectivo cuando trabaja en terreno fértil. Occidente es
islamofóbico, es orientalista, además de ser también antisemita en
algunos puntos. Por ello, fue fácil conseguir un posicionamiento
contra una sociedad que se compone mayoritariamente de musulmanes y
que forma parte del mundo árabe. Era un blanco fácil: ¿qué
preferís, judíos occientales que son leales a Occidente, o esos
árabes y musulmanes de los cuales no tenéis muy buena opinión?
Los grupos de presión no solo han sido efectivos en la consecución de adhesiones políticas, sino en cultivar un clima de opinión que castiga duramente la disidencia. Tú mismo tuviste que abandonar tu país.
Sí,
es cierto: parte de lo que hacen las entidades de este tipo es
intimidar, aterrorizarte, para asegurarte de que tú y otros como tú
no se atreverán a disentir. AIPAC interviene a veces a pesar de que
Israel no se lo pida. No lo hace con ningún objetivo concreto, solo
para demostrar su poder.
“De alguna manera, la situación en Palestina irá en consonancia con la salud democrática del mundo. Si en el mundo hay más democracia, la situación será mejor para Palestina”
A menudo se tiende a normalizar el pasado, como si lo sucedido fuese lo único que podía suceder, pero en tu libro hablas de momentos que quizá podrían haber cambiado las cosas. Por ejemplo, el imperio británico redactó un libro blanco de contención del colonialismo sionista en 1930, pero hubo una posterior retractación después del correspondiente trabajo lobístico...
La
historia está llena de puntos de inflexión, momentos en que las
cosas podrían haber continuado por otro camino. Normalmente, esas
oportunidades surgían gracias a que había personas que pensaban
diferente. Cuando esos puntos de inflexión no fructifican, quiere
decir que esas personas que pensaban diferente no tenían suficiente
poder en ese momento. Esperemos que en la próxima ocasión sí que
sea así. De alguna manera, la situación en Palestina irá en
consonancia con la salud democrática del mundo. Si en el mundo hay
más democracia, la situación será mejor para Palestina. Y si hay
menos democracia, los palestinos sufrirán mucho.
En tu libro explicas tu idea de que en Israel operan dos estados en paralelo, que has bautizado como el estado de Israel y el estado de Judea. ¿Puedes explicarnos brevemente esta dualidad?
Sí,
el Estado de Judea se ha formado alrededor de los asentamientos de
colonos y tiene una visión de país teocéntrica. Hace décadas
ocupaba una posición marginal, pero en los últimos veinte años ha
incrementado su poder, en parte gracias a las alianzas con
gobernantes como Benjamin Netanyahu, que tiene su propio proyecto.
Además, ese Estado de Judea ha conseguido ganar más y más peso en
el ejército, la policía, los servicios de inteligencia… Solo
parece resistírsele el aparato judicial, pero puede ser que también
termine controlándolo. El Estado de Israel es el antiguo Israel
laborista, laico, que garantiza unas libertades a los ciudadanos que
sean judíos.
¿Su punto en común es el rechazo al pueblo palestino?
Básicamente
es ese, sí, pero no es suficiente para aglutinar posiciones con
tantas diferencias. Muchas personas pensaban que los atentados de
Hamás y la guerra incrementarían un sentimiento de unidad nacional,
pero no ha sido así.
El genocidio subsiguiente tampoco parece haber despertado grandes protestas…
No,
porque no hay debate alrededor de la colonización. Ambos grupos
están comprometidos con ella. Recuerda un momento de conflicto
reciente en Israel: las manifestaciones contra la reforma del sistema
judicial. Se decía a los participantes que no trajesen pancartas que
aludiesen a Palestina. No hay debate sobre la colonización en
Israel. Los conflictos entre el Estado de Israel y el Estado de Judea
son de índole interna.
Filósofos como Éric Sadin creen que la manera como se ha llevado a cabo la digitalización ha contribuido a eliminar la experiencia de un mundo común que nunca ha terminado de existir, pero que parece cada vez más lejos. ¿La magnitud del genocidio palestino podría haber sido algo que hubiese unido en el rechazo más allá de fronteras y de circunstancias vitales, pero eso no está sucediendo?
Para
eso, hará falta que muchas personas estén en la calle. Pienso en
las acampadas en universidades estadounidenses, por ejemplo. Los
teléfonos móviles y los ordenadores también sirven, pero lo hacen
de verdad cuando hay gente sobre el terreno haciéndose visible.
“En mi análisis, veo indicios de cambios de ciclo. No es algo que sucederá rápidamente, sino que quizá tardará unos años”
¿Y cómo ha evolucionado tu percepción durante este cerca de año y medio de violencia extrema? ¿Creías que sucedería algo más, que habría respuestas más decididas contra el genocidio?
Desgraciadamente,
no me sorprendió la violencia cometida por Hamás en octubre de
2023. Tampoco me sorprendió la reacción que ha tenido Israel. Y no
esperaba gran cosa del gobierno de los Estados Unidos. Pero tengo que
reconocer que no esperaba esta magnitud de indiferencia europea ante
lo que está sucediendo en Palestina. La indiferencia de sus
gobiernos, de sus medios de comunicación… Sí que percibo que hay
protestas, que hay solidaridad, pero parece que las movilizaciones
están muy lejos de influir a quienes aplican las políticas. De
momento.
El otro día entrevisté a un documentalista palestino, Kamal Aljafari, y declaró que la situación de Palestina está en la raíz de la situación del mundo. Me parece algo que sintoniza con lo que afirmabas anteriormente: que la situación en Palestina se relacionaría con la salud de la democracia en el mundo.
Así
es. La situación de Palestina tiene relación con lo que está
sucediendo. Y lo que está pasando también genera una brecha de
confianza del sur global hacia el norte global. Los pueblos del sur
ven que no pueden confiar en que se defienda la legalidad
internacional si se permite que suceda algo así.
Antes se han vivido otros momentos importantes de corrosión de la confianza en la comunidad internacional. La muerte de Lumumba en el Congo acabado de independizarse y otras muestras de injerencia geopolítica extrema del neocolonialismo, o la ‘guerra preventiva’ contra Iraq. ¿Vivimos un momento histórico de deterioro?
Sí,
pero a la vez soy optimista. En mi análisis, veo indicios de cambios
de ciclo. No es algo que sucederá rápidamente, sino que quizá
tardará unos años. Y es terrible explicarle algo así a personas
que sufren tantísimo sobre el terreno como sucede en Palestina, que
no pueden esperar, que necesitan soluciones inmediatas.
Tus dosis de optimismo triste puede sorprender ante la proliferación de gobernantes abiertamente sociopáticos como Trump o Duterte. También podríamos pensar que afrontamos un futuro en que desproveer de humanidad a un pueblo entero podría reproducirse en otros lugares...
Es importante pensar que la historia no es lineal, no va a peor y a peor y a peor. Hay ciclos. Ahora estamos viendo este éxito de políticos populistas, pero creo que son políticos faltos de competencia. No solo no están preparados para afrontar los grandes problemas del mundo que requieren soluciones internacionales, como el calentamiento global o las migraciones, sino que tampoco lo están ante los asuntos domésticos de sus países y sus economías. Creo que ese cambio de ciclo que digo puede estar cerca.
Fuente: EL SALTO
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