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jueves, 16 de enero de 2025

Epifanía – La tragedia ucraniana y la tragedia europea

 

      Escritor y filósofo italiano. Activista de la izquierda.


El futuro Reich, que verán nuestros hijos y nietos, tendrá un carácter mucho más definitivo y total que el que conocimos entre los años 1930 y 1940. El poder destructivo que la tecnología pone al servicio de la humanidad está destinado a desencadenarse porque toda la humanidad hoy puede ser eliminada... Lo que importa sobre todo es nuestra inferioridad frente a las máquinas que hemos creado”

(Gunther Anders, El hombre es anticuado, Turín, Bollati Boringhieri, 2007, vol. 1, p.57)


     Epifanía (ἐπιϕάνεια, «manifestación»), utilizado en sentido religioso por los griegos para indicar la acción de una divinidad que revela su presencia a través de un signo (visión, sueño, milagro, etc.).

Hoy, en el día en que un violador certificado ratifica su victoria electoral y su acceso al trono de emperador del mundo occidental, la vergüenza es el sentimiento que prevalece en mí.

Me avergüenzo de haber presenciado y soy testigo de un genocidio que se desarrolla ante nuestros ojos desde hace un año. No pudimos ni podemos hacer nada para impedirlo ni para frenarlo. Podemos desfilar por las calles con banderas inútiles, podemos enviar dinero a Médicos Sin Fronteras. Pero somos impotentes para detener el exterminio que pronto aprenderemos a considerar normal. Esta impotencia marca nuestra vida como una marca de infamia.

Me avergüenzo de sentir un sentimiento de (horrible) alegría cuando me llega la noticia de que un comando de militantes palestinos ha matado a tres colonos israelíes. Todos nos hemos vuelto menos humanos desde que somos testigos del horror de una población de asesinos que se dedican al exterminio con alegría fanática.




Me avergüenza rendirme ante la epifanía: la ferocidad ha tomado el lugar de la civilización.

Sólo la pluma de Shakespeare pudo contar la tragedia ucraniana. Los engaños, las amenazas, los horrores, los bosques andantes y las aldeas en llamas, y el rey cómico que deambula en el humo de la batalla gritando mi reino por un caballo, porque ha comprendido que sus aliados se preparan para traicionarlo a continuación. él.

La mecha llevaba encendida desde 2014. No se conocen todos los detalles.

A principios de 2022, en una entrevista televisiva, Hillary Clinton prometió darle a Moscú un nuevo Afganistán.

Quizás había olvidado que Afganistán no es un tema delicado sólo para los rusos. Quizás había olvidado que unos meses antes, en agosto de 2021, los estadounidenses habían abandonado Kabul en medio del pánico y el caos, con los aviones asediados por multitudes de personas desesperadas.

Sin embargo, incluso Zelensky y sus compinches deben haber subestimado el hecho de que los estadounidenses no son aliados confiables, dado que traicionaron a las mujeres afganas después de haberlas atacado con una guerra devastadora para salvarlas de los talibanes que ahora están de regreso en el poder.

Sin embargo, Zelensky confió en ellos y se mantuvo firme frente a los fascistas rusos, que son insuperables en lo que respecta a ser duros.

En los primeros meses del 22 empezaron a sonar todas las trompetas y comenzó la tragedia ucraniana. Pero la tragedia europea que se avecina no es diferente.

Ni siquiera la pluma de Shakespeare podría describir la tragedia europea: la trampa tendida por Biden ha surgido implacablemente para Alemania.

El objetivo de Biden era claro: romper el vínculo económico entre Alemania y Rusia, romper la dependencia energética de Europa del oleoducto ruso-alemán. Y, sobre todo, debilitar a Rusia.

El resultado es que Alemania se enfrenta a una recesión de la que no hay salida y a una crisis política que corre el riesgo de resolverse con la victoria de la derecha cristiana y un fortalecimiento de los nazis del AfD.

En Austria los nazis del Freiheitliche Partei Österreichs (Die Soziale Heimatpartei) ya se están asentando en el gobierno, en Alemania serán las elecciones de febrero las que enterrarán la democracia liberal, si esta expresión significa algo.

El caos reina en Macronia, después de que el presidente convocara al pueblo a elecciones y luego negara al partido ganador gobernar, a costa de abrir las puertas a los lepenistas.

Ahora Europa debe decidir entre la perspectiva de traicionar a los ucranianos para alinearse con la Administración Trump, o la perspectiva de avanzar hacia una guerra contra Rusia (6.000 ojivas atómicas) sin el apoyo del Emperador de Mar-a-Lago.

Recuerdo el discurso de Zelensky en la asamblea del Parlamento Europeo el 1 de marzo de 2022, pocos días después de la invasión.

Entonces Zelensky, héroe de Occidente, sin saber que él era la víctima prevista, pronunció las fatídicas palabras: veremos si Europa está dispuesta a morir por Ucrania, así como Ucrania está dispuesta a morir por Europa.

¿Debemos morir por Ucrania? Así parece, dado que se decide ampliar el presupuesto militar para hacer de Europa (que nació como una promesa de paz) una potencia de guerra. Algunos municipios italianos (quizás todos) están organizando un censo de jóvenes que podrían ser llamados al servicio militar. El servicio militar obligatorio fue abolido hace veinte años, pero ahora la guerra llama a las puertas de la ciudadela.




Para debilitar a Rusia era necesario tirar al horno a un pueblo que en 2014 tenía 45 millones de habitantes, y hoy tiene 37 millones. Desde el comienzo de la invasión, 6 millones setecientas mil personas han huido del país, mientras que la tasa de reproducción ha caído por debajo de un hijo por mujer. ¿Quién querría dar a luz a una persona inocente en un país devastado por el fascismo nacional de Putin, por la locura de sus líderes nazis y por el cinismo de sus aliados estadounidenses?

Biden y Hillary tenían razón. El exterminio de los ucranianos es su mayor éxito estratégico, porque puso de rodillas a Europa, que nunca se recuperará de este desastre.

Fuente: ILDISERTORI

jueves, 5 de diciembre de 2024

La crisis en Corea del Sur dispara las alarmas en su aliado EEUU y atrae toda la atención de China, Rusia y Corea del Norte

 

Periodista en Rusia, Corea, Japón, Uruguay, Bolivia, España y Cuba.


El fallido autogolpe del presidente Yoon Suk-yeol, con su intento de imponer la ley marcial, abre una brecha inesperada en la estrategia estadounidense en Asia.


      Corea del Sur ha quedado sumida en la incertidumbre tras el fracasado intento de su presidente, Yoon Suk-yeol, de aplicar la ley marcial en una huida hacia delante para eludir su debacle política y tratar de tapar su incapacidad de diálogo con el Parlamento, dominado por la oposición. La tormenta desatada por Yoon no solo es interna. Su irresponsabilidad ha conmovido la seguridad regional y abierto muchas dudas sobre la estabilidad real de los aliados de Estados Unidos en el este de Asia.




La declaración por Yoon de la ley marcial este martes fue contestada por la clase política en la Asamblea Nacional, incluidos sus propios seguidores, que bloquearon la decisión apenas dos horas después de que lanzara su proclama el presidente y pusieron en marcha un proceso legislativo para destituirlo.




También las calles hablaron, con huelgas, protestas y manifestaciones que mostraron el desprecio de la población al cataclismo que quiso provocar Yoon para sobrevivir políticamente a un mandato cargado de irregularidades, con graves acusaciones de corrupción contra su esposa, la empresaria Kim Keon-hee, y con un Ejecutivo muy débil ante la beligerante oposición.




Yoon Suk-yeol asumió su Presidencia como líder del conservador Partido del Poder Popular (PDP) en mayo de 2022. Desde entonces, la oposición, liderada por el Partido Democrático (PD), ha presentado 22 mociones de destitución de miembros de su Gobierno, como la que se votará en los próximos días contra el propio presidente, al que ya muchos califican de traidor al Estado.




En estos momentos, después de que en junio se constituyera la XXII Asamblea Nacional, la oposición domina el Legislativo con Yoon como el presidente peor valorado en la historia del país, con un 74% de rechazo, según el sondeo de Gallup Korea.

Al borde del abismo

El desencadenante último de esta crisis fue la aprobación por la Asamblea Nacional de una ley de presupuesto reducido que restringe la capacidad de maniobra del Ejecutivo y que abre el camino para destituir al fiscal general y al auditor jefe de las cuentas públicas. Los recortes en el presupuesto afectaban especialmente al propio Ejecutivo, la Fiscalía y la Policía surcoreanas.

Yoon tuvo que recular apenas seis horas después de su decretazo, pero el daño ya estaba hecho, agravado por las excusas utilizadas por el impulsivo presidente para dar ese bandazo que ha puesto al borde del abismo a la democracia surcoreana.




Según Yoon, la ley marcial de emergencia era necesaria para "salvar al país contra las fuerzas antiestatales" y pronorcoreanas que intentan destruir "el orden constitucional de la democracia liberal".

Al frente de esas fuerzas oscuras, Yoon situó al opositor PD, un partido que oscila entre el liberalismo y el liberalsocialismo, y muy lejos del comunismo norcoreano. Nada mejor, pues, que someterlo con una ley marcial que ponía al país al nivel de un estado en guerra, coartando todas las libertades.

Una convulsión también internacional


De momento, esta crisis ha significado la caída del hasta ahora ministro de Defensa surcoreano, Kim Yong-hyun, quien ha asumido "la responsabilidad por todos los asuntos relacionados con la ley marcial". No parece que esta cabeza de turco vaya a parar la moción de destitución de Yoon, que se votará en los próximos días y a la que se han sumado los 192 diputados de los seis partidos opositores de la Asamblea Nacional, compuesta por 300 legisladores.




Pese a los daños al sistema democrático surcoreano, los efectos en el plano internacional podrían ser mucho más graves. El suceso deja dudas sobre la estrategia de Estados Unidos en el este de Asia, justo cuando mayor es el empuje de sus contrincantes en la zona y a un mes y medio de que Donald Trump asuma el poder.




China y Rusia han subrayado durante este año su alianza estratégica en el este de Asia y el apoyo de Pekín ha sido clave para que la economía rusa no resultara dañada de muerte por las sanciones impuestas por Occidente por la invasión de Ucrania.

Rusia y Corea del Norte han firmado un pacto militar de mutua defensa y la excelente relación entre Moscú y Pyongyang se ha reflejado en la entrega de munición, misiles y artillería por parte de Corea del Norte a Rusia, así como en la llegada de tropas norcoreanas para combatir del lado ruso en Ucrania.

En estas circunstancias, es lógico que EEUU refuerce sus vínculos de seguridad con Corea del Sur y, en esta situación, sea por soberbia personal o por malos consejos, Yoon ha abierto una brecha que es necesario taponar lo más rápidamente posible.

Corea del Sur, con más de 24.000 militares estadounidenses estacionados en su territorio, es el aliado más importante de Washington en Asia, por delante incluso de Japón, su otro gran compañero de armas asiático. Tanto Corea del Sur como Japón, donde hay casi 54.000 soldados de EEUU, han sido denominados como los portaaviones del Pentágono en el este de Asia.

¿Conocía EEUU la decisión de Yoon de implantar la ley marcial?

Por eso la pregunta que ahora sobrevuela sobre los rescoldos de esta crisis es el conocimiento real que podría tener Washington de una decisión, la de implantar la ley marcial, que habría puesto también en riesgo la propia seguridad y el prestigio del contingente militar estadounidense estacionado en Corea del Sur.



Al presidente Joe Biden en sus últimas semanas en la Casa Blanca no le faltan complicaciones, con su desafío a Rusia en Ucrania por los misiles de largo alcance entregados a los ucranianos para atacar suelo ruso, su apoyo militar a una de las facciones rebeldes en Siria (en contra del Gobierno de Damasco y de su aliado, Moscú), su respaldo con armas al genocidio palestino cometido por Israel en Gaza o, como última y desconcertante medida, el polémico indulto de su hijo Hunter.

Ahora las cosas se tuercen en Extremo Oriente con esta crisis en Seúl. Crisis que se suma a los problemas que sufren otros grandes aliados de Washington, esta vez en Europa, donde Francia y Alemania viven terremotos políticos sin un horizonte claro.

En estas circunstancias, Rusia se frota las manos, China observa con mucha atención y Corea del Norte se vanagloria de que la "tormenta perfecta" en su enemiga Corea del Sur le esté saliendo gratis.

Pero nadie se cree la teoría de Yoon que relaciona su desastre al frente del Gobierno, su autoritarismo y sus casos de corrupción con una conspiración entre Corea del Norte y la oposición política surcoreana, que tiene más del 60% de los asientos en la Asamblea Nacional.




Además, en sus dos años de mandato, Yoon se ha caracterizado por poner las relaciones con Corea del Norte al límite como pretexto para sus decisiones más peliagudas en materia de defensa. Por ejemplo, la posibilidad de suministrar armamento surcoreano al ejército de Kiev para que en Ucrania combata a las tropas rusas y a las norcoreanas que ha despachado allí Kim Jong-un.

Corea del Sur, clave para EEUU y para la OTAN

El ministro de Defensa dimitido estaba examinando esta posibilidad, que habría servido para disparar el prestigio de Corea del Sur entre sus aliados europeos y norteamericanos de la OTAN, además de proporcionar pingües ingresos a la próspera industria de armas surcoreana.

El ministro Kim Yong-hyun era, además, uno de los pivotes en Corea del Sur de la estrategia militar estadounidense y de los planes de convertir a este país y a Japón en el flanco oriental auxiliar de la OTAN.

Pero para enviar armas letales a Ucrania, posición que defendían Yoon y Kim, es necesario hacer malabarismos legales, pues está prohibida su exportación a países en guerra. Por muchas razones como esa, Yoon quería tener las manos libres para actuar a su antojo.




En un principio, Estados Unidos llamó a la calma, cuando se produjo el anuncio televisado de la aplicación de la ley marcial. Pero después apoyó el rechazo de la Asamblea Nacional surcoreana a la ley marcial.

La crisis ha puesto nerviosos a los aliados en Estados Unidos, pero también en Europa. En principio, unas maniobras militares con participación estadounidense y surcoreana previstas para esta semana han sido suspendidas por el momento.

También se retrasó la llegada a Seúl del primer ministro sueco, Ulf Kristersson. Suecia, recién incorporada a la OTAN, es uno de los países que más beligerancia han puesto para mantener la capacidad de combate de Ucrania en su lucha contra Moscú.

Su ejemplo a la hora de negociar con la Alianza Atlántica la progresiva integración de sus sistemas defensivos es de mucho interés para Corea del Sur y podría ser muy útil en el caso de que se confirme una futura coordinación entre la OTAN y este país.

Una brecha que le toca cerrar a Trump

Queda ver cómo repercutirá esta crisis en la estrategia de Trump en la península de Corea una vez que asuma el poder el 20 de enero. Trump fue el presidente de su país que mayor acercamiento llevó a cabo con Corea del Norte, con tres cumbres durante su anterior mandato (2017-2021) con Kim Jong-un.

Corea del Sur es el ojo derecho de Washington en el Pacífico Occidental y una prioridad tan importante como lo puede ser Israel para la política exterior estadounidense. "Cualquier inestabilidad en Corea del Sur tiene importantes ramificaciones para nuestras políticas en el Indo-Pacífico", dijo a la CNN el coronel estadounidense retirado Cedric Leighton.




El experto calibró la vigilia que debe haber en Pyongyang: "Cuanto menos estabilidad haya en Corea del Sur, peor será para nosotros cumplir nuestros objetivos políticos".

En este sentido, la caída inminente de Yoon no es una buena noticia para Estados Unidos. Hay mucho en juego y ahora todo puede depender del impredecible Trump para impedir que la brecha abierta en el sistema de seguridad de Asia se abra más.

Fuente: Público

miércoles, 4 de diciembre de 2024

Operación de propaganda armada en Siria, claves tácticas y consecuencias estratégicas

 

Profesor de origen sirio. Titular de Historia de la Propaganda y Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.


     Lo que ocurre estos días en Siria y muy especialmente en zonas de la ciudad y el Campo de Alepo, está esencialmente relacionado con una operación de propaganda armada de los grupos islamo-yihadistas contrarios al Estado sirio y sus estructuras políticas. Esas instituciones protegen y garantizan la multiconfesionalidad de una sociedad en la que hay cristianos y musulmanes de distintas denominaciones y que a lo largo de los siglos ha desarrollado una cultura social común de tipo multiconfesional.

Las operaciones de propaganda armada como la de Alepo son propias de organizaciones que no tienen la suficiente fuerza política y por tanto militar para lograr sus objetivos estratégicos políticos y militares. Para obtener algún resultado táctico, utilizan la relativa fuerza militar o armada con la que cuentan para proyectar la idea de que poseen una capacidad mayor de la que realmente tienen. Con ello buscan que un tercero cuyos intereses políticos coincidan con los suyos piense que esa fuerza es realmente relevante y termine apoyándolos directamente. 

Obviamente, son operaciones que provocan daños humanos y materiales y que a veces pueden desencadenar un conflicto armado mayor. Ejemplo clásico de una operación de propaganda armada que deviene en conflicto armado mayor son los golpes de estado fallidos seguidos de una guerra interna. También lo que ocurrió en Siria a partir de 2011 tras una revuelta parcial que se militarizó sin la capacidad política y militar suficiente para imponerse, generando largos bloqueos en ciudades y pueblos.




Para que las operaciones de propaganda armada sean efectivas, previamente debe estar asegurada la cobertura mediática, en este caso internacional. BBC, CNN, Al Jazeera, El País, The New York Times, Le Monde, etc. son medios de gran capacidad de penetración caracterizados, en connivencia con los intereses de los estados a los que sirven, por su sostenido apoyo a grupos que practican el terrorismo en Siria pero que son calificados por ellos como “insurgentes”, “rebeldes moderados” o “freedom fighters”, “opositores” e incluso “sirios”, teniendo en cuenta que una parte muy relevante de los mismos está compuesta de extranjeros.

La conexión israelí con lo de Alepo

Las operaciones de propaganda armada suelen realizarse en el momento en el que pueden tener la máxima proyección mediática y servir también a fines de terceros. En este caso ha coincidido con la retirada israelí del Líbano sin haber eliminado por completo a Hezbolá, que era el objetivo fijado por el Gobierno israelí. Por lo mismo en el propio Israel el alto fuego se considera una claudicación (véase, por ejemplo, la lectura nada triunfalista que hacen los medios y los analistas israelíes en medios como Jerusalam Post, The Times of Israel, Jediot Ahronot, por no mencionar Haaretz).

La operación en Alepo fue precedida el miércoles 27 de noviembre por sendos bombardeos israelíes sobre los pasos fronterizos sirio-libaneses de Arida y Jisr Qmar –totalmente destruídos- y maniobras israelíes en el Golán sirio ocupado en las proximidades de la Gobernación de Quneitra. Ello concentró la atención militar siria en el centro y sur del país lo que pudo haber facilitado la operación yihadista en el norte. Todo ello ocurrió cuando ya había entrado en vigor el alto el fuego en Líbano, lo que ha permitido que no se hable ya de esa retirada israelí y de las implicaciones que tiene. También ha coincidido con la aproximación del fin de la fase álgida del conflicto en Ucrania debido al colapso de las fuerzas ucranianas y al inminente cambio de política en EEUU por la llegada a la presidencia de Donald Trump, quien ya ha dejado claro que quiere cerrar o al menos congelar ese conflicto en Ucrania cuanto antes.

¿Por qué ahora?

Además de con la retirada israelí del Líbano, cabe destacar también que la operación se ha orquestado para coincidir con el fin de semana en Siria, que comienza en viernes, lo que permitió a los grupos armados yihadistas liderados por Hayat Tahrir al Sham (antes Jabhat al Nusra), la marca de Al Qaeda en Siria, avanzar por calles desiertas, lo propio de una mañana de domingo en otros lugares. Ello proyectó la imagen de vacío de poder e inoperancia a varios niveles del Estado sirio.




A la proyección de esa imagen durante al menos 24 horas también contribuyó la ausencia por descanso semanal de funcionarios públicos sirios de muchos servicios, por ejemplo, de los medios de comunicación. De esa forma se magnificaron los supuestos o reales avances de los grupos armados, a lo que contribuyó el relativo silencio informativo sirio de las primeras horas. Ello disparó la desinformación alentada por redes sociales y los medios de comunicación internacionales aliados de los grupos armados. 

Se creó así una sensación de pánico en lugares de Siria alejados de Alepo, alimentado a su vez por lo que les llegaba desde fuera, ya sea por redes sociales o por medios de comunicación. Ese temor en lugares alejados de Alepo y otros puntos de acción armada se disparó igualmente por el hecho de que hace ya mucho tiempo fue disuelta o quedó con carácter apenas latente la Defensa Nacional, fuerza auxiliar y de retaguardia del Ejército Árabe Sirio. Ello se debió a la pacificación en 2018 de buena parte del territorio sirio.

En ese sentido, la operación de propaganda armada ha estado perfectamente planificada, cumpliendo sus objetivos inmediatos, al lograr incluso que quienes están en contra de esos grupos, reprodujeran su relato. La cosa ha empezado a cambiar sustancialmente el domingo 1 de diciembre, primer día completamente laborable en Siria. Frente a los comunicados sobre impresionados en la pantalla del viernes y el sábado, imágenes en directo de normalidad en buena parte de Siria y del despliegue militar en Hama y en lugares del norte del país.




En todo caso, propagandísticamente, para Siria el coste ha sido temporalmente bastante oneroso por las imágenes que los yihadistas y sus aliados difundieron el sábado, imágenes que, sin embargo, no indican control real ni posibilidades de consolidación en el tiempo en Alepo por parte de los grupos liderados por Hayat Tahrir al Sham, la marca de Al Qaeda en Siria.

Están efectivamente en 6 barrios del oeste de la ciudad de Alepo y se han hecho fotos en el centro de la misma pero al no contar con el favor de la población esto no puede arraigar más allá de una efectiva operación de propaganda armada, salvo que además de política y económicamente los occidentales (incluido Israel) y Turquía los ayuden implicándose directa y decididamente en un enfrentamiento directo contra el Ejército Árabe Sirio, lo cual no parece factible por la presencia de Rusia en Siria y otros factores, tanto internos sirios como internacionales.

El que esta vez sean barrios del oeste de la ciudad de Alepo y no del este, como en 2012, los que ocupan los yihadistas revela que ni ahora ni entonces han contado con una base política de apoyo real que les permita convertir ganancias temporales en permanentes ni ofrecer una alternativa de gobierno y mucho menos de régimen (sistema) político distinto al que los sirios se dieron en 1919 y cuyo desarrollo y consolidación llegó con la Independencia en 1946. Entran por donde pueden y se quedan dónde pueden. Ello no presupone respaldo político, solo sentido de la oportunidad.

En realidad, el verdadero objetivo de estos grupos ha sido presionar al Estado sirio para que afloje la presión militar sobre el norte de Idlib y complicar las negociaciones iniciadas con Turquía para resolver los focos que escapan al control del Estado sirio en el norte del país. No por nada los grupos armados yihadistas han bautizado esa operación como “Disuasión de la Agresión” (del Ejército sirio en Idlib).

De lo táctico a lo estratégico. De lo inmediato a lo real

En todo caso, los yihadistas ya han logrado un objetivo propagandístico táctico, es decir, han conseguido agitar a la opinión pública siria e internacional en el corto plazo. Habrá que ver si cuando el Ejército sirio termine de reagruparse, recibir nuevo material ruso ya en camino y escale sus acciones, esos grupos yihadistas puedan, además, extraer réditos en Idlib y algún otro frente, que es su verdadero objetivo.

Para la imagen de Siria es negativo. Con o sin razón se ha proyectado en el corto plazo una imagen de inoperancia de los servicios de inteligencia, de la capacidad de reacción de las fuerzas armadas y de otros actores estatales, por ejemplo los mediático-propagandísticos. Esa sensación se ha proyectado sobre todo entre un gran público local e internacional que desconoce la diferencia entre una operación militar defensiva y otra ofensiva, los tiempos de adaptación de una a otra y la necesidad de limitar al máximo las bajas propias y las civiles. Desconocen también las rutinas mediáticas y propagandísticas, claves en una operación que es esencialmente de propaganda armada.

Estaba claro, en todo caso, que algún precio elevado pagaría Siria en esta larga crisis que vive Medio Oriente desde el 7 de octubre de 2023. No ha habido invasión israelo-sionista en Siria pero sí esto de Alepo. Por ahora, el daño es menor en vidas, infraestructuras y la soberanía del Estado sirio pero importante, al menos temporalmente, en términos propagandísticos, de imagen y de confianza entre una parte de la población siria. Después de 14 meses la crisis regional parecía cerrarse y en tiempo de descuento los occidentales, israelo-sionistas y yihadistas han hecho este movimiento para que el actor más importante de la región, Siria, también pague un precio y se debilite, incluso desde el punto de vista de la imagen que los ciudadanos tienen del Estado y de sus capacidades de anticipación y respuesta.

Los últimos hechos confirmados por varias fuentes solventes y abundantes imágenes que no se vieron el viernes y el sábado, indican que sobre el terreno el Ejército Árabe Sirio ya ha blindado la Gobernación de Hama para que los yihadistas no se infiltren desde la Gobernación de Alepo. En los próximos días los yihadistas quedarán cercados en Alepo. La idea es que no haya combates en la ciudad, en buena medida reconstruida desde 2016, y que se retiren al norte de Idlib y a sus países de origen (Uzbekistán, China, Turquía, Ucrania, Francia, Reino Unido, EEUU, etc.) a través de Turquía. Si no hay acuerdo para eso mediado por terceros, puede haber combates en esos barrios de Alepo en los que están, como ocurrió entre 2012 y 2016 en el este.




Sí hay combates muy intensos en frente abierto en Idlib, extremo noroccidental de la provincia de Hama y Campo de Alepo. Han muerto ya al menos 823 yihadistas, decenas de soldados sirios y unos 35 civiles. Tramos cortos de autopistas y carreteras estratégicas y varias localidades de la zona de desescalada y de mayor o menos importancia estratégica han cambiado varias veces de manos, casos de Saraqueb o Abu Duhur u otros pueblos de las gobernaciones de Idlib, Hama y Alepo. Por otro lado, se ha producido una  renovada coordinación entre el Ejército Árabe Sirio y algunas milicias kurdas del noroeste y noreste del país ante el enemigo común, grupos yihadistas y otros apoyados por Turquía.

Es posible que en esas zonas las operaciones militares se prolonguen varias semanas porque en esta ocasión Siria se plantea eliminar ese foco de desestabilización de Idlib o al menos debilitar a los grupos yihadistas de manera decisiva para lograr su erradicación a través de un acuerdo político con Turquía. A diferencia de otras ocasiones, ahora Rusia, que junto a Turquía también es garante de los acuerdos de desescalada en el noroeste de Siria ahora rotos, ha dado ya su visto bueno y apoyo a Siria para terminar con esos grupos. De hecho, la aviación rusa ya apoya a la Siria en sus ataques a los yihadistas desplegados en distintos ejes. En tal caso, y de acuerdo al desarrollo futuro de los acontecimientos, una ganancia táctica, temporal y propagandística de los grupos armados yihadistas y quienes les apoyan (EEUU, la Unión Europea-Israel, Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y algún estado latinoamericano) se puede convertir para Siria y sus aliados en una ganancia estratégica, es decir, de largo plazo.


Fuente: EL VIEJO TOPO

sábado, 30 de noviembre de 2024

Es hora de la revuelta social

 

Escritor y filósofo italiano. Activistista de la izquierda.



Necesitamos afrontar lo inevitable sin olvidar que lo inevitable muchas veces no sucede porque tiene que dar paso a lo impredecible.


     No abandoné la huelga general convocada por la CGIL y la UIL, ni abandoné la Piazza Maggiore en Bolonia, donde escuché, además de las voces de la multitud, la manifestación de Maurizio Landini.

Sabía que la huelga se convoca porque los salarios están bajando. Se abandona la sanidad pública y las deudas las pagan los trabajadores sin que nadie toque los superbeneficios de los bancos. Pero algunos puntos de su discurso me llamaron la atención.


Piazza Maggiore de Bolonia, 29 de noviembre de 2024.

Me sorprendió cuando dijo que si se aprueba el decreto de seguridad, muchos de los trabajadores que ocupan las fábricas amenazadas con la desmovilización o bloquean las carreteras para defender sus puestos de trabajo podrían ser arrestados.

Me llamó la atención la autocrítica. Nos equivocamos al no oponernos con todas nuestras fuerzas a la reforma de Fornero, afirmó. Pero en realidad estaba diciendo que el sindicato y toda la izquierda no han hecho mucho para detener la ofensiva patronal que hoy culmina en el liberalismo fascista.

Pero me sorprendió especialmente cuando dijo que la guerra cambia las cosas.

Se refería a lo que la guerra de Ucrania ya ha cambiado en las condiciones de vida de los trabajadores italianos (y europeos).

Pero me permito interpretar sus palabras: la guerra afecta directamente a Europa, debemos prepararnos para lo que sucederá en el futuro próximo.

Para mí, el mejor lugar para centrarse en las perspectivas siempre ha sido la plaza, cuando está repleta de gente hablando, intercambiando frases rápidas y sosteniendo carteles.

Incluso hoy me resultó útil salir a la calle porque entendí (o al menos así lo sentí) que mi discurso sobre la deserción es impecable, pero debe tener en cuenta los acontecimientos: debemos recordar que es nuestra tarea intelectual mirar hacia el futuro. inevitable de cara sin olvidar que lo inevitable muchas veces no sucede porque tiene que dar paso a lo impredecible.


¿Para qué imprevistos debemos prepararnos?


No se puede pensar en lo impredecible, por la sencilla razón de que es impredecible.

Pero necesitamos oler el aire para entender qué montañas están a punto de derrumbarse, qué avalanchas están a punto de sumergirnos, e imaginar qué nuevos horizontes surgirán después de los desprendimientos y después de las avalanchas.

Así que echemos un vistazo a nuestro alrededor.

Una montaña que está a punto de derrumbarse es la Unión Europea, arrastrada a una guerra entre el fascismo ruso y el nazismo ucraniano por aliados estadounidenses que ahora huyen, como ya lo han hecho varias veces en las últimas décadas.

La Rusia de Putin lo ha ganado casi todo en esta guerra: la economía rusa creció un 3,6% mientras que las economías europeas rondan el cero. ¿Cuántas muertes le costó a Rusia? A Putin no le importa mucho esto.

El ejército ruso avanza en el Donbass a medida que se profundiza la tragedia del pueblo ucraniano, impulsado por los demócratas estadounidenses en una guerra por poderes y hoy abandonado por los republicanos estadounidenses.

Antes de abandonar la Casa Blanca, uno de los peores criminales de la historia intenta ponerle las cosas difíciles a su sucesor. Lo hace empujando al pobre Zelensky al sacrificio máximo: le ordena reclutar a jóvenes de dieciocho años, mientras las deserciones se multiplican, las heladas avanzan en las ciudades sin calefacción y la desesperación se extiende.

El objetivo principal de esta guerra, para Biden y sus cómplices, era destruir la relación entre Rusia y Alemania, el segundo objetivo era debilitar a la Unión Europea. El tercero (improbable y todo el mundo lo sabía) era derrotar a Putin.

Pero ahora Putin no sólo está ganando la guerra contra los estadounidenses en Ucrania, sino que también está ganando elecciones una tras otra en todos los países europeos.

El 16 de diciembre el Bundestag celebrará una votación de confianza. Mientras tanto, Scholz da la orden de trasladar una batería Patriot a Polonia para proteger los suministros militares a Ucrania.

Un paso más hacia la confrontación directa, mientras en Alemania crece el AfD y crece el partido de Sarah Wagenknecht, que ya no quiere enviar armas a Ucrania.

Mientras tanto, Francia se encamina hacia el colapso. El telón de fondo es la crisis social, la ola de despidos, la fragilidad financiera, y sobre el escenario veremos la próxima semana si los lepenistas deciden dar el golpe final al traicionero Macron, quitándole el apoyo al gobierno de Barnier.

¿Se puede imaginar que Marine Le Pen quiera acelerar las elecciones presidenciales antes de ser declarada inelegible por las malversaciones de su partido?

Los desertores no son sordos (sólo un poco), y pueden percibir el sonido de un trueno que parece venir del subsuelo de Europa.

Es hora de la revuelta social, decían los carteles y los dorsales de miles de trabajadores esta mañana en la Piazza Maggiore.

Yo diría que siempre es el momento de la revuelta social, pero si Landini lo dice, la cosa se pone seria.

¿Ganaremos esta batalla? Pregunta estúpida.

La pregunta inteligente es otra: ¿servirá esta batalla para fortalecer la solidaridad social y la inteligencia colectiva, mientras debemos prepararnos para la extensión de una guerra cuyos límites se desconocen?

Hay que prepararse para el precipicio, parece que no hay forma de evitarlo.

Prepararse es inútil.

La revuelta social nos hará estar menos solos.


Globo azul de UIL. Cielo nublado.


Fuente: ILDISERTORE

domingo, 24 de noviembre de 2024

Yeltsin en Washington

 

Fue corresponsal de La Vanguardia en Moscú, Pekín y Berlín. Autor de varios libros; sobre el fin de la URSS, sobre la Rusia de Putin, sobre China, y un ensayo colectivo sobre la Alemania de la eurocrisis.


Mientras en Moscú, Teherán y Pekín tenemos en el puente de mando a gente que parece saber jugar al ajedrez, en Washington se dibuja un elefante en la cacharrería.


     Como Boris Yeltsin en la Rusia de los noventa, Donald Trump es un líder con gran instinto e intuición. No ganó las elecciones en su país por casualidad. Supo aunar el interés de los mega millonarios atraídos por las bajadas de impuestos, con el descontento popular por el deterioro del nivel de vida regado con los bajos instintos xenófobos y anti woke del populacho y el hartazgo hacia la pijería de Biden, que Harris reivindicaba y prometía mantener con una irritante y hueca risita.

El olfato y el instinto le han venido bien a Trump para ganar, pero, como Yeltsin, es un perfecto inútil para gobernar. Está nombrando a gente tan dispar y contradictoria que el resultado seguramente decepcionará a todos y puede crear un gran desastre en el país como el que Yeltsin creó en Rusia en los años noventa. Mencionando todo eso, el cineasta ruso Karen Shajnazarov, un habitual de la tele rusa, concluía esta semana: “y eso nos puede venir muy bien a nosotros”.

Muchos observadores occidentales se equivocan cuando dicen que en Moscú están encantados con la victoria de Trump. Hay demasiada imprevisibilidad en este Yeltsin americano carente de toda estrategia. Sus nombramientos auguran, ciertamente, más presión contra América Latina. También en Oriente Medio, donde, como dice David Hearst, el editor de Middle East Eye, “en su primer mandato Trump creó las condiciones para el ataque de Hamas del 7 de octubre, al trasladar su embajada a Jerusalén, bendecir la anexión de los Altos del Golán e inventar los acuerdos de Abraham y ahora en su segundo mandato, y con un gobierno compuesto por tipos que repiten como loros los planes de Israel para extender su guerra a Siria e Irán, es perfectamente capaz de desencadenar un conflicto regional que escape al control tanto de América como de Israel”. Pero lo de Ucrania, que sin duda es lo que más importa en Moscú, está mucho menos claro.

Alguien que pretende “solucionar el problema en 48 horas” “entendiéndose con Putin”, es que no comprende el asunto. Trump no entendía por qué los norcoreanos se hicieron con la bomba Corea, la actual crisis a la luz de la historia / Rafael Poch | Sociología crítica y lanzaban misiles de vez en cuando, y no logró nada pese a su insólita reunión con Kim Jong-un de junio de 2018. Que en julio de aquel mismo año se reuniera en Helsinki con Putin no impidió que poco después se retirara del acuerdo sobre fuerzas nucleares intermedias (INF), creando las condiciones técnicas para el despliegue de armas nucleares tácticas en Polonia y Rumanía, autorizara la entrega a Ucrania de armas pesadas en grandes cantidades, metiera a la OTAN en Ucrania -aunque Ucrania no estuviera en la OTAN- y aprobara una nueva estrategia de seguridad nacional con la que cambió la prioridad de “lucha contra el terrorismo” por la “competición entre grandes potencias” como foco principal. Seguramente, como Yeltsin cuando firmaba los decretos de reforma económica preparados en Harvard, Trump no entendía demasiado las consecuencias de todo aquello, pero eso cambia poco el asunto. Su escalada en Ucrania fue continuada por su sucesor en la Casa Blanca con maniobras militares sin precedentes de 32 países en el Mar Negro, la bendición de la “Plataforma de Crimea” del gobierno de Kiev, un programa para la recuperación de la península anexionada por Rusia en 2014, por cualquier medio incluido el militar, y la firma con Kíev de los Acuerdos Marco de Defensa Estratégica (agosto de 2021) y la Carta de Asociación Estratégica (US-Ukraine Strategic Defense Framework y Charter on Strategic Partnership, respectivamente). Es decir, la guinda del pastel de la seguridad europea primero sin Rusia y luego contra Rusia cocinado a lo largo de tres décadas y que acabaría provocando la invasión rusa de Ucrania de febrero de 2022.

Con todo eso en el alero, me parece que las esperanzas en Trump que hay en Moscú tienen más que ver con el follón, la trifulca y el desorden que el futuro presidente de Estados Unidos puede crear en su propio país – en especial la guerra comercial contra todos que creará más inflación y más descenso del nivel de vida para la mayoría – que con sus veleidades para poner fin a la guerra de Ucrania. Si Trump desordena los Estados Unidos y sumerge el país en un paralizador desbarajuste, bienvenido sea, deben pensar.


El entonces presidente Donald Trump saluda al presidente ruso Putin durante una reunión celebrada en 2018. - Trump White House Archived

Mientras tanto en Rusia se barajan distintas interpretaciones sobre el “permiso a Ucrania” para atacar con misiles americanos y europeos la retaguardia rusa. Una es la de hacer ver a Moscú que el coste de prolongar la guerra será elevado, con miras a lograr unos términos menos desfavorables para Occidente en una futura negociación. En ese caso se trataría de una táctica consensuada por Biden y Trump en el marco del pacto de transición que rige el interregno de dos meses en Washington. Los rusos están ganando militarmente, avanzan lenta pero inexorablemente y creen que el tiempo está de su parte. De lo que se trata es de romper esa confianza, algo en lo que los dos presidentes estarían de acuerdo.

Otra interpretación del permiso de Biden a usar los misiles es la contenida en el tweet del hijo de Trump, Donald jr. , sugiriendo una conspiración del Deep State contra su padre: “El complejo militar-industrial parece querer garantizar el inicio de la Tercera Guerra Mundial antes de que mi padre tenga ocasión de lograr la paz y salvar vidas”, escribió el lunes. Es decir, se trataría de un golpe bajo de Biden contra Trump, poniéndole zancadillas y rompiendo el pacto de transición, según el cual ni el electo ni el saliente deben obstaculizarse. Al fin y al cabo,Trump le preparó en 2021 a Biden el “honor” de aquella retirada vergonzante de Afganistán. Ahora se trataría de lo mismo: complicarle las cosas al sucesor.

En cualquier caso, después de que Putin anunciara en septiembre (*) que la utilización de esos misiles (que solo pueden ser operados por militares técnicos y recursos de la OTAN) contra Rusia, significaría la “implicación directa en la guerra de Ucrania” de Estados Unidos, Francia e Inglaterra, y que eso determinaría una respuesta militar rusa contra ellos, está claro que esta vez no puede no haber una respuesta. Obviamente, mucho depende de la escala y nivel del ataque, porque la respuesta rusa deberá ajustarse al daño recibido…

Los rusos dicen que hace meses que retiraron sus bases aéreas y demás infraestructuras sensibles fuera del radio de acción de 300 kilómetros de los misiles de la OTAN (Atacsms, Scalp y Storm Shadow), por lo que esas armas no cambiarán nada. Si se quiere superar ese alcance lanzando los misiles desde aviones que se internen aún más en territorio ruso, la defensa antiaérea “mejor del mundo” dará buena cuenta de ellos, dicen. Puede que esto sea mera chulería, pero, sea como sea, se trata de un paso peligroso, sobre todo en el contexto internacional de tensión en aumento en tres frentes (Europa, Oriente Medio y Asia Oriental) que uno de los portavoces imperiales escritos de Estados Unidos, la revista Foreign Affairs The Return of Total War: Understanding—and Preparing for—a New Era of Comprehensive Conflict, glosa así en su último número:

«La era de la guerra limitada ha terminado; ha comenzado la era del conflicto total. De hecho, lo que el mundo está presenciando en la actualidad se asemeja a lo que los teóricos del pasado han denominado «guerra total», en la que los combatientes recurren a ingentes recursos, movilizan a sus sociedades, dan prioridad a la guerra sobre todas las demás actividades estatales, atacan una amplia variedad de objetivos y remodelan sus economías y las de otros países».

Esta espiral puede escapar fácilmente al control de sus autores y adquirir vida propia, pese a la voluntad de los dirigentes e imposibilitar toda negociación para acabar el conflicto. En una entrevista «Такое ощущение, что США восстанавливают монархию» — Россия в глобальной политике con el politólogo ruso Fiodor Lukianov, el lúcido embajador americano Chas Freeman, rara avis, se preguntaba “¿cómo resolverán ustedes, los rusos, la crisis ucraniana y qué destino aguarda a los territorios ucranianos ocupados? ¿Qué propuestas de paz presentareis?” Y él mismo se respondía: “Creo que no se discutirá la pertenencia de Crimea (a Rusia), pero tal vez exista la posibilidad de que las regiones de Zaporozhye y Jersón, las repúblicas de Donetsk y Lugansk, y, posiblemente, la región de Járkov, reciban el estatus de autonomías dentro de Rusia con la posibilidad de celebrar referendos dentro de 20-25 años. En tal caso, se votará sobre el futuro estatus de los territorios con la posibilidad de permanecer dentro de Rusia y convertirse en sus súbditos de pleno derecho, conservar el estatus de autonomías dentro de Rusia, reunificarse con Ucrania o independizarse. Si los habitantes expresan su deseo de independizarse, aparecerá una entidad-estatal-colchón en las fronteras rusas, lo que sin duda convendría a Rusia. Si estos territorios aceptan seguir formando parte de Rusia, entonces la guerra estaba justificada. Si prefieren el estatuto de autonomía, Rusia demostrará su magnanimidad a los ucranianos. Si las regiones quieren reunificarse con Ucrania, tendrán que exigir el cumplimiento de los acuerdos de Minsk (en materia de respeto a las minorías)… Hay muchas formas ingeniosas de tratar los territorios, pero sospecho que el daño emocional que dejará la guerra impedirá una resolución muy magnánima del conflicto”.

Con un tipo como Trump en la Casa Blanca es muy difícil imaginar que esta cristalería fina se abra paso. Parece más probable todo lo contrario: que el Yeltsin de Washington dispuesto a arreglarlo todo en 48 horas acabe de romper los frágiles equilibrios que nos separan de una sucesión encadenada de desastres en Europa, Oriente Medio y Asia, contra Rusia, Irán y China. A los adversarios de Estados Unidos les basta con ser fuertes en uno solo de esos escenarios de conflicto para ganar, mientras que Washington tiene que imponerse en los tres simultáneamente. En uno de sus últimos pronósticos la RAND Corporation, principal think tank del Pentágono, presenta un panorama bastante sombrío Commission on the National Defense Strategy | RAND de la capacidad de Washington de salir airoso de este embate. Los Estados Unidos «no están preparados» para una «competición» seria con sus principales adversarios, y es vulnerable e incluso inferior en todos los ámbitos de la guerra, advierte la RAND. Si eso es así y le sumamos los efectos de la “guerra comercial contra todos” anunciada por Trump, la crisis financiera resultante podría abrir un boquete fatal en la línea de flotación del “Hacer de nuevo grande a América” (MAGA). Mientras en Moscú, Teherán y Pekín tenemos en el puente de mando a gente que parece saber jugar al ajedrez, en Washington está un Yeltsin americano. Un elefante en la cacharrería.

(*)El 13 de septiembre Putin declaró lo siguiente desde San Peterburgo: “El hecho es», dijo, »que el ejército ucraniano no está en condiciones (…) y todos los expertos lo confirmarán tanto en nuestro país como en Occidente (…) de atacar con modernos sistemas de precisión de largo alcance de fabricación occidental. Esto sólo es posible con la ayuda del reconocimiento por satélite, del que Ucrania no dispone. Se trata exclusivamente de datos procedentes de satélites de la UE o de Estados Unidos, generalmente satélites de la OTAN. Este es el primer punto. El segundo y muy importante, quizá el decisivo, es que sólo los soldados de la OTAN pueden introducir las coordenadas de los objetivos en este sistema de misiles. (…) Así que no se trata de permitir o no al régimen ucraniano atacar a Rusia con estas armas. Se trata de decidir si los países de la OTAN participan directamente en un conflicto militar o no. Si se toma esta decisión, no significará otra cosa que la implicación directa de los países de la OTAN, Estados Unidos y los países europeos en la guerra de Ucrania”, por lo que Rusia tomaría “las decisiones correspondientes”.


Fuente: Rafael Poch de Feliu

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