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viernes, 23 de mayo de 2025

Un nuevo barco vinculado al comercio de armas y explosivos con Israel atracará en el puerto de Cartagena

 

 De BDS  
      Boicot, Desinversión y Sanciones a Israel.


Pese a las palabras y gestos, el gobierno español sigue permitiendo el comercio de armas con Israel.


     Información pública obtenida del puerto Cartagena y de la plataforma de seguimiento de barcos VesselFinder confirma que un nuevo buque procedente directamente desde Israel descargará explosivos en dicho puerto el viernes 23 de mayo.




Se trata de la embarcación “DANICA VIOLET” con bandera de Dinamarca (IMO 8503967), la cual tiene previsto descargar el viernes 23 un contenedor de mercancía IMO 1.4 (explosivos). Anunciamos que el sistema de seguimiento de este buque (AIS) ha sido desconectado hace al menos 10 horas, ocultando su posición actual por motivos evidentes. Se trata de un patrón común en los barcos implicados en el comercio de armas con Israel.




El Danica Violet forma parte de una flota de siete buques operada por H. Folmer & Co., estando especializado en la cargamento y transporte de explosivos. Según informó Progressive International, en Diciembre de 2024 entregó más de 18.000 kg de explosivos de demolición desde la India hasta Israel. Este viaje fue solo uno de los doce que la flota ha realizado desde diciembre de 2023. Estos explosivos podrían haber sido utilizados en recientes demoliciones de viviendas en Jenin (Cisjordania) o en la Franja de Gaza.

A esta misma flota pertenece el “MARIANNE DANICA” con bandera de Dinamarca (IMO 9006241), al cuál el Ministerio de Asuntos Exteriores español ya denegó el acceso al puerto de Cartagena en mayo de 2024 por llevar armas a Israel.

Así misma la descarga será facilitada por la consignataria A. PEREZ y CIA, SL, cuyo director general Félix Gendler es a su vez delegado de la naviera israelí ZIM en España. Cabe recordar que la consignataria A. PEREZ y CIA, SL no solamente ha sido la encargada de los movimientos de la naviera ZIM en los puertos españoles, sino también de la mayoría de los Maersk denunciados por llevar armas desde EE.UU. un Israel.

Hasta la fecha, el Gobierno de España no ha decretado formalmente un embargo de armas a Israel y las relaciones militares entre ambos países se han mantenido prácticamente intactas. Las autoridades competentes sólo han adoptado medidas aisladas y puntuales en relación con buques de idénticas características, habiendo denegado la escala a al menos tres barcos en noviembre de 2024. Sin embargo, y pese a que por desgracia sobran las razones para expulsar a estos buques de nuestros puertos, el Gobierno guarda silencio ante la inminente llegada esta semana de un nuevo buque involucrado en el comercio de armas con Israel.

Ante esta situación, exigimos al Gobierno que declare de manera inmediata un embargo integral de armas a Israel vía Real Decreto Ley, comprendiendo tanto la compra como la venta y tránsito. Siguen existiendo contratos con la industria armamentística israelí pendientes de anular. Siguen pasando armas manchadas de sangre por nuestros puertos y aeropuertos. Seguimos financiando y facilitando el genocidio, la ocupación y el apartheid en Palestina.

Nada impide al Gobierno convocar al Consejo de Ministros con carácter urgente, y decretar formalmente un embargo de armas a un Estado genocida como Israel. El momento es ahora.

Así mismo, exigimos a las autoridades competentes que denieguen el acceso a los servicios poos a aquellos que, como el Danica Violet, son parte de las rutas regulares que facilitan la logística del genocidio mediante el suministro de armas y combustible. Ningún puerto español debe permitir el atraque de barcos implicados en el comercio de armas con Israel.


Solidaridad con Palestina.

Pongamos fin a la complicidad con el genocidio de Israel contra el pueblo palestino.

¡Embargo de armas a Israel YA!


Fuente: Kaos en la red


(N. de E.).- Gracias a la denuncia inicial de Fin al Comercio de Armas con Israel el barco no atracará finalmente en Cartagena y cambia su rumbo a Chipre.



domingo, 20 de abril de 2025

China aguanta el pulso arancelario y confía en su gran potencial en tierras raras para batir a Trump

 

      Periodista y analista para Público en temas internacionales. Especialista universitario en Servicios de Inteligencia e Historia Militar.


Pekín descarta claudicar en la guerra arancelaria declarada por Trump y apuesta por doblegar a EEUU en el sector de los minerales, clave para las últimas tecnologías.


     En la guerra comercial global declarada por el presidente de EEUU, Donald Trump, para imponer la hegemonía económica estadounidense, China dispone de un arma que podría poner de rodillas a la principal economía del mundo. De momento, Pekín apuesta por utilizarla para devolver la calma a los mercados e impedir un mayor caos comercial internacional.


La búsqueda de tierras raras se ha convertido en una estrategia fundamental en el mundo.

Se trata de su predominio en el sector de las tierras raras, esos minerales críticos imprescindibles para la manufactura de componentes electrónicos de última generación. China se encuentra en una posición en la que podría obligar a cualquier país a arrodillarse y negociar en este ámbito en los próximos años.

Esos minerales estratégicos son utilizados para elementos tecnológicos militares, del transporte y sobre todo de la comunicación, especialmente en la telefonía móvil. La respuesta china a la guerra comercial declarada por Trump con sus aranceles en ristre, además de elevar sus propias tasas a la importación, ha limitado las exportaciones de esas tierras raras.


Vista aérea del puerto de Shanghái​, epicentro del comercio en China.

China tiene el 61% de la producción mundial de tierras raras extraídas, pero controla el 92% del procesamiento. Es decir, tras décadas de silencioso trabajo en este sector, Pekín domina su cadena de suministro y puede decidir qué empresas son abastecidas de esos elementos químicos.

Estados Unidos y muchos otros países han dependido de China en el suministro de estos minerales procesados y ahora comprueban la distancia abismal que les separa con Pekín. Entre 2020 y 2023, Estados Unidos dependió de China para el 70% de sus importaciones de todos los compuestos y metales de tierras raras.

Por eso, las restricciones chinas a la exportación de estos elementos pueden ser un torpedo bajo la línea de flotación de la tecnología estadounidense, en especial en áreas clave como la industria de la defensa.

La guerra comercial con China no le sale bien a Trump

En estos momentos, EEUU y China mantienen las espadas en alto en su disputa arancelaria, detonada por la decisión de Trump de imponer aranceles comerciales prácticamente al planeta entero. El problema es que con Pekín ha querido dar una lección excepcional, identificando a China como un enemigo a abatir y tratando de someter a los productos chinos al escenario que Trump quiere para la economía estadounidense. Ya lo intentó en su anterior mandato presidencial, entre 2017 y 2021, sin mucho éxito.


El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, después de firmar dos órdenes ejecutivas que dieron lugar a los aranceles recíprocos.

Ahora, totalmente desatado por su control semidespótico de los principales resortes de poder en EEUU, Trump ha creído que podría presionar a los chinos y someterlos a sus caprichos comerciales sin que estos no alzaran ni una ceja. No ha sido así y tras un toma y daca agudizado en las últimas semanas, actualmente los aranceles impuestos por Washington a los productos chinos ascienden a un disparatado 145%, mientras que las tasas chinas a los bienes estadounidenses se han elevado a un 125%.

En tales circunstancias, el daño a las economías mundiales, empezando por la estadounidense y la china, puede ser incalculable. La tensión de la cuerda es muy alta y podría llegar a romperse.

Aunque las instituciones financieras mundiales descartan una recesión generalizada, si las cosas se ponen feas estaríamos ante una crisis económica que recordaría los peores tiempos derivados de la guerra de Ucrania y de la pandemia de covid estos años atrás.

Una crisis mayor

Hace una semana, Trump decidió dar una tregua a la imposición de los aranceles a sus socios comerciales, que sin ser tan desmesurados como en el caso chino, seguían siendo insoportables. Ese respiro no incluía a China, que ha empezado a movilizarse comercial y políticamente para la resistencia.


Trabajadores en una fábrica de Hefei, en China.

Con el tiempo en contra, la Administración Trump pretende tener el control y cerrar las negociaciones con socios y contrincantes en el próximo mes. Respecto a la Unión Europea, la visita de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, a Washington esta semana parece haber desatascado algunas puertas bloqueadas, que podrían abrirse con ciertas cesiones del comercio europeo.

En el caso de China, Trump insiste en que ya hay conversaciones de por medio, pero los avances sustantivos no se ven. Y las amenazas de más inflación y de caída del crecimiento del PIB son reales para Estados Unidos en primer lugar. Pekín se limita a subrayar el error que está cometiendo Trump y a advertir de que tomará las medidas oportunas.

Y ya lo está haciendo, para pánico de los exportadores estadounidenses y de la propia clase política de Washington, que teme una invasión de los mercados por productos chinos muy rebajados en sus precios. Saben que China tiene la fuerza suficiente como para resistir esta oleada y la siguiente.

El doble rasero de EEUU

En un acto de doble rasero y máximo nerviosismo, es la Casa Blanca la que acusa a China de emprender "estrategias agresivas" y dañar a la economía estadounidense. Pero en los propios EEUU ya se empieza a cuestionar la estrategia de Trump y se recuerda que fue éste quien lanzó, al proclamar su "día de la liberación", la primera andanada en una guerra que nadie puede ganar.


Las banderas de Estados Unidos y China en un edificio de una empresa estadounidense de Pekín.

Los últimos aranceles y limitaciones al transporte marítimo chino, con tasas a los buques construidos y operados por China que lleguen a puertos estadounidenses, pueden subir los costes del transporte marítimo global, perturbar la estabilidad de la cadena de suministros y aumentar la inflación sobre todo en EEUU, como argumentó el portavoz de Asuntos Exteriores chino, Lin Jian.

No parece, pues, que vaya a funcionar ese plazo de "tres o cuatro semanas" del que habló Trump este jueves para alcanzar acuerdos arancelarios con todo el mundo, menos aún con China. La tregua parcial de 90 días declarada la semana pasada ya está contando y el reloj avanza sin demora. Todo el mundo sabe, sin embargo, que sobre estos acuerdos pende la espada de Damocles de la confrontación entre EEUU y China.

China se mueve con cautela; en EEUU sube el nerviosismo

La inquietud cunde en la Casa Blanca. "La pelota está en el tejado chino, es China quien ha de dar el primer paso", afirman en Washington los hombres de Trump. Pekín, entretanto aguarda. Aguarda y espera incluso que el presidente estadounidense pida una cumbre con el líder chino, Xi Jinping, para arreglar las cosas al máximo nivel. Ello supondría una victoria china sin paliativos y muy evidente a los ojos de todo el mundo.

La visita que el presidente chino acaba de finalizar por el sudeste asiático no es casual. Es ese movimiento que demandaba Trump, solo que Xi Jinping lo ha dado en una dirección contraria a la que esperaba el mandatario estadounidense. El mensaje es evidente: China ofrece estabilidad allí donde EEUU está promoviendo el caos.

Que la visita haya sido a una de las zonas comerciales de mayor auge en el mundo, además vecina de China, marca la fuerza del mensaje en una región, Asia Pacífico, donde Trump ha declarado una y otra vez que quiere izar la bandera de EEUU sin que ninguna otra le haga sombra.

El jaque mate chino de las tierras raras

Ahora queda ver el impacto que puede tener en esta guerra arancelaria la decisión china de meter al comercio de tierras raras en la trifulca. Los 17 elementos químicos que conforman las llamadas tierras raras no son tan raros ni difíciles de hallar. El problema es que no se encuentran en casi ninguna parte en los volúmenes precisos para su extracción, explotación, manufacturación y comercio de cara a la fabricación de componentes de telefonía móvil inteligente, pantallas, tecnología médica, láseres, coches eléctricos, cuadros de mando de los aviones de combate más avanzados, circuitos para submarinos, mecanismos sofisticados para satélites y muchos otros usos.

Esas tierras raras son el escandio, el itrio, el cerio, el lantano, el neodimio, el praseodimio, el prometio, el europio, el holmio, el erbio, el terbio, el iterbio, el tulio, el lutecio, el samario, el gadolinio y el disprosio.

Y es China, como se ha indicado, la que detenta casi todo el potencial en su producción y procesamiento, para disgusto de Trump, quien parece que es ahora, y de repente, cuando se ha dado cuenta del patinazo que puede haber dado al declararle al gigante asiático su cruzada arancelaria.

China tiene las mayores minas del mundo de al menos siete de esos elementos químicos raros, con una producción anual de 270.000 toneladas métricas frente a las 40.823 toneladas métricas extraídas en EEUU.

Fabricantes destacados en la industria de la defensa y aeroespacial de EEUU, como Lockheed Martin o Boeing, asisten muy preocupados al pulso entre Pekín y Washington, tras estar sufriendo ya las restricciones chinas. Los emporios del automóvil eléctrico, las comunicaciones y la computación tiemblan más, si cabe.

Si a merced de esta guerra de aranceles global, Pekín impone su monopolio en esos minerales estratégicos, China podría lanzar un jaque mate a EEUU y las consecuencias serían no solo económicas.

El riesgo de guerras regionales por los recursos

A la caza de esas tierras raras y otros metales estratégicos, como el cobalto, el coltán o el tántalo, Washington ya está evaluando una presencia militar en África para desplegarse en países ricos en esas reservas, como la República Democrática del Congo, y desplazar allí a las empresas chinas que comercializan esos minerales.

La misma semana que Trump lanzaba su guerra arancelaria global, su asesor especial para África, Massad Boulos, viajaba al Congo para negociar la ayuda militar que puede prestar EEUU a ese Gobierno a fin de librarlo de la guerrilla del M23 y del apoyo a ésta por parte de Ruanda a cambio de la adquisición de sus reservas de minerales estratégicos.

En un corto espacio de tiempo, África podría arder en guerras locales con EEUU, Rusia, China o Francia apoyando a Gobiernos o milicias rebeldes a fin de controlar la producción de esos minerales imprescindibles también para la fabricación de baterías de teléfonos móviles, ordenadores portátiles y tabletas, y el resto de destinos de última tecnología ya mencionados.

Si en el pasado se desataron guerras por el oro, las especias, el opio o el petróleo las próximas contiendas podrían ser por las tierras raras. Y tanto EEUU como China estarán de una u otra forma implicados.


Fuente: Público

lunes, 14 de abril de 2025

La respuesta de China a la escalada de la guerra comercial de Trump

 

 Por Tings Chak  
      Investigadora en el Instituto Tricontinental de Investigación Social y coeditora de Wenhua Zongheng: una revista de pensamiento chino contemporáneo.


     Desde que el presidente estadounidense Donald Trump firmó una orden ejecutiva en febrero para imponer un arancel del 10% a todas las importaciones, el mundo ha sido testigo de una desconcertante serie de aranceles unilaterales aplicados tanto a aliados como a enemigos de Estados Unidos. El 2 de abril de 2025, el autoproclamado "Día de la Liberación", Trump impuso una serie de aranceles "recíprocos" a 57 países, siendo China uno de los más afectados, con un arancel adicional del 34%. Una semana después, Trump anunció abruptamente en una publicación en Truth Social una suspensión de 90 días de los aranceles a los países que "no han tomado represalias de ninguna manera, según mi enérgica sugerencia", mientras que los aranceles sobre los productos chinos se dispararon al 125%. El arancel sobre China se elevó al 145% el 10 de abril de 2025.

Estos acontecimientos representan la escalada más drástica de la guerra comercial de Estados Unidos contra China hasta la fecha y han generado una inestabilidad significativa en el panorama económico y político mundial. Las justificaciones tras el aumento de aranceles se basan en múltiples argumentos, incluyendo las supuestas prácticas comerciales desleales de China y el incumplimiento de los compromisos adquiridos en virtud de un acuerdo de compra de productos estadounidenses, así como un esfuerzo por "nivelar el terreno de juego". Estos argumentos ocultan la estrategia general de Estados Unidos, destinada a contener el ascenso de China como actor geopolítico y económico. Las medidas comerciales también se enmarcan en los objetivos más amplios declarados por Trump de reducir los déficits comerciales, revitalizar la manufactura nacional, abordar las prácticas comerciales percibidas como desleales, mejorar la seguridad nacional y generar ingresos. Queda por ver cómo la amplia ola de aranceles logrará estos objetivos.


China “no se quedará de brazos cruzados”


China respondió con rapidez y determinación a la ola de aranceles anunciando un arancel simétrico del 34% sobre casi todos los productos estadounidenses. Estas medidas de represalia representan una escalada significativa desde China hasta el inicio de la guerra comercial por parte de Trump en 2018 y 2019, cuando China había aumentado gradualmente los aranceles sobre productos estadounidenses por un valor de aproximadamente 110.000 millones de dólares. Ahora, prácticamente todas las categorías de productos estadounidenses (agricultura, energía, productos manufacturados y bienes de consumo) enfrentan impuestos de importación adicionales en la frontera china. China ha centrado su respuesta en algunos de los sectores sensibles del comercio bilateral, con fuertes aranceles sobre la soja, los cereales y la carne para reducir la dependencia de China de los productos agrícolas estadounidenses. Pekín también aumentó los aranceles sobre los automóviles y las autopartes fabricados en Estados Unidos. Del mismo modo, la maquinaria, los productos químicos, las aeronaves y otros productos manufacturados de alto valor están en las listas arancelarias de China. Además de los aranceles, China también introdujo una serie de otras medidas, desde la renovación de las investigaciones sobre propiedad intelectual a empresas estadounidenses que operan en el mercado chino, nuevas restricciones a los estrenos de películas de Hollywood y una suspensión de la cooperación en la regulación del fentanilo.


Donald Trump y Xi Jinpinj se entrevistan en Pekín el 9 de noviembre de 2017.

En su discurso oficial, Pekín se ha mantenido firme al indicar que dispone de "abundantes medios" para tomar represalias y que "no se quedará de brazos cruzados" si se perjudican sus intereses. Ha enfatizado constantemente la necesidad de oponerse a la coerción económica y proteger la soberanía nacional. China se ha visto cada vez más en la posición de defender las mismas normas internacionales y los marcos multilaterales que Estados Unidos ha construido a su favor. Esto se pone de manifiesto en la queja presentada por China ante la Organización Mundial del Comercio, argumentando que los aranceles recíprocos de Estados Unidos violan el sistema comercial internacional.


El patriotismo no es sólo un sentimiento: es una acción


A nivel nacional, la guerra comercial ha generado una amplia atención pública, incluso en las redes sociales chinas. Del 4 al 11 de abril, la etiqueta «Las contramedidas de China ya están aquí» acumuló más de 180 millones de publicaciones en Weibo en menos de una semana. Las redes sociales chinas como Weibo, Xiaohongshu y Zhihu se han llenado de expresiones patrióticas de apoyo a la firme postura del gobierno, representadas por publicaciones como «El patriotismo no es solo un sentimiento, es una acción». Mientras tanto, el aumento del precio de los productos importados también ha motivado a los consumidores chinos a optar por alternativas nacionales. Un usuario escribió: «¿Quién necesita Starbucks cuando tenemos Luckin Coffee? ¿Para qué comprar un iPhone cuando puedes comprar un Huawei? Olvídate de Tesla, elige BYD». Otros expresaron su escepticismo sobre la eficacia de los aranceles estadounidenses para proteger su economía y los intereses de su población, y su confianza en que China pueda resistir estas escaladas. Haciéndose eco de esta opinión, un usuario escribió: "¡Felicitaciones a EE. UU. por recibir un arancel del 34 % sobre todos sus productos! Afortunadamente, muy pocos de los productos que consumen o consumen los chinos provienen de EE. UU.". Con cada escalada de EE. UU., las voces que inicialmente pedían negociación también han dado paso a la abrumadora unidad del pueblo chino que los aranceles han suscitado.

Si bien Estados Unidos es un socio comercial importante, no es el único de China. Aprendiendo de la guerra comercial iniciada durante la era Trump 1.0, China ha fortalecido constantemente su producción y consumo internos, a la vez que ha diversificado su comercio en los últimos años, estrategias que están empezando a dar resultados. Las exportaciones chinas a Estados Unidos en 2023 representaron alrededor del 2,9 % de su Producto Interno Bruto (PIB), una caída respecto al 3,5 % de hace tan solo cinco años. El valor combinado de las exportaciones e importaciones entre China y Estados Unidos asciende a unos 688.300 millones de dólares en 2024, lo que representa aproximadamente el 3,7 % del PIB de China, lo cual, si bien es significativo, no es determinante para la economía china. Mientras tanto, los países de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta representaron el 50% del comercio exterior total de China en 2024, frente al 44% en 2021. El comercio dentro de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), que incluye a los miembros de la ASEAN Japón y Corea del Sur, así como otros, representa el 30% del comercio total de China, creciendo un 6,3% entre 2021 y 2023.


Las exportaciones chinas a Estados Unidos en 2023.

A pesar de estos avances, persisten desafíos estructurales. Las industrias de alta tecnología aún dependen de las cadenas de suministro alineadas con EE. UU. para componentes críticos, como semiconductores avanzados y software especializado. Mientras tanto, las entradas de inversión extranjera directa han mostrado indicios de desaceleración en medio de tensiones geopolíticas y preocupaciones sobre el riesgo regulatorio.


El Sur Global en un panorama incierto


Las medidas comerciales de Trump no se han limitado a China. Países de Asia y Latinoamérica, como Vietnam, Camboya, México y Brasil, también han visto aranceles más altos sobre bienes que abarcan desde textiles hasta acero y productos agrícolas. Las economías más pequeñas podrían tener menos recursos y voluntad política para tomar represalias contra estas medidas unilaterales punitivas, especialmente ante las tácticas de mano dura de la administración Trump, que el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, resumió: «No tomen represalias y serán recompensados». En este contexto, los marcos de cooperación Sur-Sur están recibiendo una mayor atención, junto con renovados llamamientos para fortalecer el comercio dentro de los BRICS, la RCEP y otras plataformas multilaterales.


Contenedores descargados en el puerto de Qingdao, provincia de Shandong, este de China, el 10 de diciembre de 2024.

La trayectoria de la guerra comercial sigue siendo incierta. Por un lado, la administración Trump parece comprometida con una estrategia agresiva de desacoplamiento económico, sin importar los costos para las cadenas de suministro globales. Por otro lado, es probable que China redoble sus esfuerzos en el fortalecimiento económico interno y continúe forjando vínculos con socios comerciales fuera de la órbita estadounidense, priorizando especialmente a los países del Sur Global. Lo que es cada vez más evidente es que las viejas premisas de la integración económica global se están erosionando; mientras tanto, la agresión imperialista estadounidense se manifiesta con claridad.

El 8 de abril, recordando las palabras del presidente Xi Jinping de 2018, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Mao Ning, publicó la siguiente cita en sus redes sociales: «Una tormenta puede agitar un estanque, pero no puede sacudir el océano. El océano ha resistido innumerables tempestades; esta vez no es diferente».

El hecho de que China haya resistido con firmeza esta tormenta, caracterizada por la beligerancia y la intimidación de Estados Unidos, es algo de importancia política, no sólo para el pueblo chino sino para los países del Sur Global.


Fuente: Globetrotter

viernes, 11 de abril de 2025

El dilema geoeconómico: ¿Globalización a la Xi o aislacionismo a la Trump?

 

      Profesora de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Universidad de San Cirilo y San Metodio en Skopie y la intelectual pública más influyente de Macedonia.


     Mientras el Occidente político lucha por mantener la cohesión en lo que a menudo se asemeja a un matrimonio disfuncional, que aparentemente se encamina hacia un divorcio inevitable , los acontecimientos que se desarrollan al otro lado del mundo fomentan el optimismo y la fe en alternativas. China se ha propuesto construir una «paz positiva» (en el sentido de Johan Galtung de bienestar, progreso y emancipación). Al erradicar con éxito la pobreza extrema, fomentar una clase media estable y alcanzar un crecimiento económico sin precedentes, China ha sentado las bases de dicha paz.

Con estos logros internos, no sorprende que esta filosofía también haya comenzado a manifestarse externamente. En consonancia con los principios de la Carta de las Naciones Unidas, y basándose en su reconocida sabiduría histórica, China ha abrazado la globalización, considerándola esencial para tender puentes de cooperación, todo ello sin imponer condiciones políticas ni inmiscuirse en los asuntos internos de otras naciones.


                  Xi Jinping da la bienvenida a líderes de Asia Central.


Por primera vez en la historia reciente, presenciamos una profunda división civilizacional en el ámbito económico entre Estados Unidos y China (por ahora, podemos dejar que Europa se enfrente a sus propios demonios y a sus vanas aspiraciones de relevancia global). Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, una gran división parecía inevitable en múltiples frentes, similar a la de un elefante que se estrella contra una tienda de porcelana. La violación de las normas básicas de decencia, el humanitarismo internacional y los principios políticos y económicos fundamentales es evidente y difícil de ignorar.

Tras reflexionar un poco, y con la calma de un ajedrecista experimentado, Pekín anticipó los movimientos de Trump hacia el llamado «Día de la Liberación», anunciado en su discurso inaugural . Mientras el mundo se preparaba para la reapertura de la carpa del circo en el famoso Jardín de las Rosas (qué irónico), otra reunión tuvo lugar en Pekín. El 28 de marzo, el presidente chino, Xi Jinping, y los principales líderes del país se reunieron con más de 40 directores ejecutivos de empresas globales. Sus mensajes encarnaron el espíritu de la filosofía política china: China no divide a las naciones en amigos y enemigos, sino en amigos y amigos potenciales. En su discurso, Xi reafirmó que China sigue siendo una puerta abierta para los negocios globales, posicionando al país como un oasis de globalización y relaciones económicas estables.


El presidente Xi Jinping se reúne con representantes de la comunidad empresarial internacional.

Las declaraciones de Xi elogiaron a las empresas extranjeras que han colaborado durante mucho tiempo con China, subrayando que las inversiones extranjeras ayudaron a China a integrarse en la economía global, modernizar sus industrias y crear empleo. La política de apertura de China seguirá evolucionando con mayor intensidad, centrándose en la liberalización de los mercados, la mejora de los marcos institucionales y la garantía de un trato justo para las empresas extranjeras, afirmó. China promete un entorno político estable, un mercado seguro y la clase media más numerosa del mundo. En conclusión, Xi enfatizó que invertir en China significa invertir en el futuro: un futuro más prometedor para todos.

Apenas unos días después, el 2 de abril, se desató en Washington un espectáculo de marcado contraste. El presidente estadounidense, Trump, ofreció una actuación de la que muchos aún no se han recuperado. Su anuncio de un aumento de aranceles, que afectaría a todos los países, distanció incluso a algunos de los aliados más cercanos de Estados Unidos. Enmarcado como una respuesta necesaria a una «emergencia nacional» (el pretexto se basa en razones legales, no de seguridad), su discurso, que muchos compararon con un discurso más propio de un preescolar que del líder de la superpotencia militar mundial, pintó una narrativa de victimización. Habló de un Estados Unidos brutalizado, «violado» y «saqueado», sin mencionar la explotación, las intervenciones ni las anexiones extranjeras que han caracterizado durante mucho tiempo las políticas estadounidenses.


El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firma una orden ejecutiva junto al músico de derechas Kid Rock en la Oficina Oval de la Casa Blanca el 31 de marzo de 2025.

Los economistas identificaron rápidamente los aranceles como una manifestación de proteccionismo económico, que protegía a las industrias nacionales de la competencia extranjera. Sin embargo, también los interpretaron como una negación de dos verdades cruciales: primero, que otros países no son responsables del déficit comercial de Estados Unidos, y segundo, que cualquier efecto positivo de la guerra arancelaria beneficiaría a los estadounidenses más ricos, no a los más pobres.

No se requiere una gran perspicacia para concluir que el enfoque de Trump es diametralmente opuesto al de Xi. Mientras China promueve la apertura, la cooperación y la interdependencia, Estados Unidos se está aislando, generando inestabilidad e imprevisibilidad en los mercados globales. El enfoque chino se basa en el beneficio mutuo y la interconexión global, mientras que Trump amplifica la fragmentación económica, amenazando con interrumpir las cadenas de suministro globales.

Pronto quedó claro para las naciones afectadas por los aranceles de Trump que se enfrentaban a una elección entre dos modelos: el de Xi, que ofrece cooperación, inversión y progreso para todos, y el de Trump, que exige aislamiento, autoprotección y un mundo lleno de enemigos que buscan hacernos daño.

China busca posicionarse como líder en estabilidad y crecimiento global, mientras que Estados Unidos se aferra al aislacionismo y al nacionalismo económico. El enfoque de Xi refuerza el mensaje tradicional de China: la globalización es clave para fomentar la colaboración y la estabilidad, en particular a través de iniciativas como la Franja y la Ruta. En un mundo de creciente inestabilidad, China se presenta como un oasis de seguridad para el capital, ofreciendo previsibilidad a largo plazo y seguridad geoeconómica.

Por el contrario, Estados Unidos se está refugiando en una forma de soberanía económica que corre el riesgo de distanciarse de sus socios globales. Los aranceles de Trump, por ejemplo, socavan las normas de la Organización Mundial del Comercio y contribuyen a la fragmentación del comercio mundial. En lugar de impulsar el crecimiento global, Estados Unidos se está convirtiendo cada vez más en una fuerza disruptiva en el escenario mundial.

Las implicaciones geopolíticas de estas trayectorias divergentes son claras: el enfoque de China encarna el poder mediante la conexión y la cooperación, mientras que Estados Unidos busca el poder mediante el control y la coerción. Algunos ven el "poder blando" de China como una forma de expandir su influencia en infraestructura, comercio e inversión, sin una confrontación directa. Al fomentar una red global de interdependencia, el modelo chino resulta especialmente atractivo para los países de la Mayoría Global, e incluso para algunos países del Norte Global y sus vecinos. Tras la declaración de guerra económica de Trump, la postura de China ha cobrado aún más relevancia. La respuesta no se hizo esperar: Pekín denunció los nuevos aranceles estadounidenses como "una típica maniobra unilateral de intimidación" que "no cumple con las normas del comercio internacional y perjudica gravemente los derechos e intereses legítimos de China".


Una compradora explora productos japoneses en una exposición de productos de China, Japón y Corea del Sur en Qingdao, provincia de Shandong.

En contraste, la estrategia estadounidense se presenta como una forma de chantaje económico: aranceles, sanciones y restricciones para mantener su dominio geopolítico. Sin embargo, esta estrategia está cada vez más desconectada de las realidades del mundo globalizado. Las élites económicas que dominan Washington están empobreciendo a la población estadounidense, y los aranceles de Trump afectarán aún más a los más pobres, un escenario que podría acelerar el declive de Estados Unidos como líder económico mundial y la desdolarización del mundo.

La pregunta estratégica clave hoy es: ¿Quién liderará la globalización posneoliberal? Si bien ya vivimos en un mundo posneoliberal (algunos argumentan que el capitalismo mismo está muerto), es crucial preguntarse quién moldeará la globalización en el futuro. ¿Adoptará el mundo un modelo inclusivo e interconectado con nuevos centros de poder? ¿O dominarán el futuro bloques económicos fragmentados y desglobalizados?

Actualmente, China declara: «El mundo es lo suficientemente grande para todos». Estados Unidos replica: «O estás con nosotros o contra nosotros; y si no, pagarás aranceles más altos o comprarás nuestras armas». Esto va más allá de un simple impasse económico; es una división civilizacional, basada en valores y estratégica. La evolución de esta dinámica definirá el futuro del orden económico global.


Fuente: Globetrotter