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martes, 1 de abril de 2025

VIVIENDA - Abrazar la reacción para salvar la propiedad privada

 

      Militante del Sindicat de barri de Carolines.


Los discursos de extrema derecha son utilizados por las clases dominantes para consolidar sus intereses económicos y políticos. Entre todas las patas de la retórica neofascista, la defensa de la propiedad privada es uno de sus pilares más firmes. En el siguiente artículo, trataremos de vincular cómo se rearticulan las posiciones políticas de las clases propietarias durante el ciclo inmobiliario iniciado en 2013 con los discursos de extrema derecha que estigmatizan a las clases no propietarias, en concreto a la población migrante.




     Propondremos la hipótesis del rentismo nativista como un fenómeno ligado a la consolidación del rentismo popular. Así, pretendemos que el artículo contribuya a desarrollar un marco teórico de convergencia entre la lucha antirracista y el movimiento por el derecho a la vivienda.


Piquetes de inquilinos.

La consolidación del rentismo popular


Al margen de lo que afirma la demoscopia, las clases medias no salieron mayoritariamente perjudicadas de la crisis inmobiliaria de 2008. Las encuestas que anunciaban un descenso general en los niveles de vida contribuían al victimismo de una clase que, si bien había sufrido la proletarización de los estamentos más precarizados, también percibía cómo los eslabones intermedios y altos salían consolidados de la Gran Recesión.

Los resultados de la crisis contradecían las predicciones del marxismo más dogmático. No se veía por ningún lado la supuesta tendencia capitalista según la cual la descomposición de las clases medias en épocas de crisis daría lugar a una sociedad radicalmente dividida entre proletarios y grandes burgueses. Más bien ocurre lo contrario: la clase media resiste y se afianza amparada por el Estado gracias a varios mecanismos de consolidación social.

La posesión o adquisición de bienes inmuebles distintos a la vivienda habitual durante la Gran Crisis y el período posterior opera como un valor refugio para las clases medias”

Uno de estos mecanismos, y quizás el más importante, es el acceso a la propiedad inmobiliaria. La posesión o adquisición de bienes inmuebles distintos a la vivienda habitual durante la Gran Crisis y el período posterior opera como un valor refugio para las clases medias. Esto permite a los propietarios sortear las consecuencias del desastre y afianzarse en la fase de recuperación. La clase media se beneficia del proceso de desposesión hipotecaria que sufren las trabajadoras durante y después de la crisis, recomprando gran parte de los pisos expropiados a las familias hipotecadas.

Esto explica cómo en 2017 “el 39% de los hogares españoles tenían inversiones en inmuebles diferentes a la vivienda habitual”, según escribe Pablo Carmona en La democracia de propietarios. Fondos de inversión, rentismo popular y la lucha por la vivienda, (Traficantes de sueños, 2022), una cifra muy superior a la del resto de países europeos. Al mismo tiempo, a partir de 2018, el perfil del rentista tipo “era el de una persona con ingresos situados entre los 12.000 y los 60.000 euros con dos, tres o cuatro propiedades. Puras clases medias”, según consta en la misma publicación de Carmona.

Calificar como pequeño rentista a un propietario con tres o cuatro viviendas en alquiler a precios de mercado podría caer en una banalización del fenómeno del rentismo”

Usamos el término “pequeño rentista” como una manera de identificar la clase social que acapara, en términos cuantitativos, la mayor parte de las rentas inmobiliarias. No haremos, en este caso, un uso crítico del término. Nos limitaremos a señalar que calificar como “pequeño rentista” a un propietario con tres o cuatro viviendas en alquiler a precios de mercado podría caer en una banalización del fenómeno del rentismo y entrar en contradicción con los postulados políticos de la mayor parte del movimiento por la vivienda.

Las nuevas posiciones rentistas de la clase media necesitaban legitimarse discursivamente. En la retina del “pequeño rentista” aún se dibujaba el miedo a la estigmatización social que habían sufrido los bancos y las sociedades inversoras durante la crisis. La PAH había logrado que calara la imagen de las entidades bancarias como instituciones avariciosas y antisociales que se habían enriquecido gracias al engaño y la estafa de las hipotecas basura. Esta presión permitió que se aprobaran regulaciones ambiciosas contra los grandes propietarios, como la legislación autonómica de 2017 que permitía expropiar viviendas vacías a grandes tenedores o la ley catalana de 2015 que evitaba los desahucios y obligaba a los grandes propietarios a realizar alquileres sociales.


El 21 de noviembre, activistas por el derecho a la vivienda empapelan una oficina de Alquiler Seguro para denunciar que se está saltando la Ley de Vivienda.

La meritocracia emergió como el elemento clave: los pequeños rentistas se presentaban como merecedores de sus privilegios gracias al esfuerzo económico de sus padres, el ahorro o la astucia inversora”

Los “pequeños y medianos rentistas” no podían permitirse regulaciones que fueran en contra de sus intereses. Necesitaban elaborar un discurso que justificara su derecho a especular y que, al mismo tiempo, los legitimara como merecedores de este privilegio frente al demérito de los bancos, fuentes de inversión y grandes propietarios que habían accedido a la propiedad de manera socialmente ilegítima.

La meritocracia emergió como el elemento clave: los pequeños rentistas se presentaban como merecedores de sus privilegios gracias al esfuerzo económico de sus padres, el ahorro o la astucia inversora. Este discurso se consolidó a pesar de que, en 2019, entre el 85% y el 90% de los pisos de alquiler estaban en manos de pequeños propietarios, mientras que las empresas solo controlaban el 9,3% del mercado.

La estigmatización de los desposeídos: una justificación meritocrática de la renta


El derecho a especular de los “pequeños y medianos rentistas” se consolidaba, en parte, gracias a la impugnación que los movimientos sociales habían hecho de los privilegios de los de arriba: los grandes propietarios, bancos y fondos de inversión. Ahora les tocaba a los “rentistas modestos” articularlo hacia abajo, es decir, contra las clases no propietarias.

Los propietarios iniciaron una campaña de defensa feroz de sus intereses a costa de estigmatizar a los inquilinos. La falta de esfuerzo o motivación, el malgasto del patrimonio, la dependencia de las ayudas sociales, la ausencia de ahorro o las malas decisiones inversoras constituían el núcleo de este discurso que señalaba a los estamentos no propietarios como culpables de su propia situación de desposesión material y precariedad.

Entre los desposeídos, la población trabajadora inmigrante ocupaba un lugar especialmente vulnerable. ¿Era casualidad que, mientras se afianzaban los privilegios de los rentistas, también cobrara fuerza el discurso antiinmigratorio? Creemos que no. La cuestión de la propiedad es uno de los principales factores que alimentan los discursos de odio contra los migrantes.

El discurso xenófobo precrisis inmobiliaria trataba de estigmatizar a los inmigrantes desde el prisma del trabajo, principalmente. Las tasas de desempleo del Estado Español encontraban su eco en una retórica populista de carácter laboral: “los inmigrantes nos quitan el trabajo a los españoles”. La etapa anterior a la Gran Recesión de 2008 estaba caracterizada por una bonanza económica en la que el salario aseguraba un determinado nivel de vida a las clases trabajadoras y medias. Los inmigrantes que accedían al trabajo asalariado —en peores condiciones que los nativos, cabe decir— eran vistos como usurpadores de un supuesto privilegio nacional.

La época en la que el salario “aseguraba” un mínimo bienestar se ha extinguido. En este momento, es la renta inmobiliaria lo que garantiza a las clases medias mantener su estatus y alejarse de la proletarización en momentos de crisis. Como decíamos antes, tras la Gran Recesión, los propietarios tratan de legitimar sus nuevas posiciones rentistas presentándose como merecedores del derecho a especular por encima de aquellos que no se lo habrían ganado.

Hábilmente, la extrema derecha canaliza este discurso hacia los inmigrantes que “viven de ayudas y no trabajan”, “cometen delitos con impunidad” o “no se han esforzado por tener un patrimonio tal y como lo hicieron nuestros padres”. Aparece un discurso moral de autolegitimación que busca en los inmigrantes un chivo expiatorio a partir del cual justificar los privilegios derivados de la renta. Este es el germen de lo que decidimos llamar rentismo nativista.

Rentismo nativista es un concepto que describe la retroalimentación de los discursos interesados de los propietarios y los marcos ideológicos de la extrema derecha en un mismo corpus narrativo”

El rentismo nativista es un concepto que describe la retroalimentación de los discursos interesados de los propietarios y los marcos ideológicos de la extrema derecha en un mismo corpus narrativo. Ambas patas del aparato conceptual se refuerzan mutuamente, de manera que los propietarios —de facto o aspiracionales— legitiman el acceso al privilegio de la renta desde parámetros nativistas y, al mismo tiempo, los discursos xenófobos encuentran en los intereses rentistas una palanca de presión a favor de la propaganda ultra.

Acabamos de exponer el primero de los elementos que entran en juego en el rentismo nativista: la meritocracia. Los propietarios presentan el acceso a la propiedad de forma meritoria —a diferencia de los inmigrantes y otros sujeto inquilinos— y aprovechan esta retórica como un vector de legitimación para justificar el uso especulativo ejercido sobre dicha propiedad.

Abrazar la reacción para salvar la renta: la victimización de los propietarios


El segundo elemento que caracteriza al rentismo nativista es la victimización de los propietarios. La extrema derecha ha domesticado el miedo de las clases medias a perder su bienestar material, identificando a los inmigrantes como una amenaza para la rentabilidad de la propiedad inmobiliaria. Este discurso se fundamenta en la asociación entre inmigración e inseguridad social: la delincuencia, la ocupación, la precariedad y la apropiación del espacio público son atribuidas a la presencia de inmigrantes.

Esta sensación artificial de inseguridad obliga a los propietarios a asumir menos riesgos en el mercado inmobiliario, manteniendo vacíos los inmuebles por temor al impago o invirtiendo en seguridad (alarmas, seguros, empresas de desocupación). La supuesta “desprotección” de los propietarios los obliga a comportarse de manera cautelosa, provocando un agravio comparativo respecto a los inversores que tienen propiedades en barrios céntricos y menos “multiculturales”, los cuales disfrutan de más libertad de movimiento y obtienen rentabilidades elevadas por pisos no necesariamente mejor gestionados.

Posteriormente, los mismos que generan el pánico son los que ofrecen soluciones: deportaciones, aumento de penas, militarismo. Así, la extrema derecha se erige como la única capaz de defender el privilegio de la renta, seduciendo a un sector amplio de la población que depende de la rentabilidad inmobiliaria para mantenerse.

Este discurso también afecta al turismo, una fuente clave de ingresos para los rentistas. Algunos artículos en Eldiario.es y La Directa sugieren una relación entre el turismo masivo y el aumento del voto de extrema derecha. Los propietarios podrían ver en los discursos antiinmigratorios una forma de proteger sus beneficios ante el temor de que la inmigración desplace a los turistas hacia barrios menos “conflictivos”. Un perfil migrante cuya precariedad y, en menor medida, cohesión comunitaria y organizativa, impide al propietario incrementar la extracción de rentas al mismo ritmo que los rentistas de otras partes de la ciudad. Este factor choca con las aspiraciones de una clase propietaria venida a más que ve cómo los precios de sus activos suben menos que en barrios más “deseables”.

La extrema derecha genera un relato que presenta a los propietarios como los damnificados de la llegada de inmigrantes, al tratarse estos últimos de una población a la cual es más difícil extraerle rentas elevadas —en comparación con otros perfiles— y cuya presencia impide la gentrificación completa del barrio o de la ciudad.

En este marco discursivo se invierte el concepto de víctima que tradicionalmente los estados de bienestar habían otorgado a los grupos sociales situados la parte baja de la pirámide. Ya no es víctima el trabajador inmigrante o nativo que ingresa el 50% o 60% de su sueldo a su casero. Ahora la víctima es el propietario que debe conformarse con una rentabilidad del 6% con un contrato de alquiler residencial —o dejar el piso vacío para “que no se lo okupen”— cuando en el barrio de al lado los pisos ofrecen rentabilidades del 8% y los contratos temporales permiten aumentar el alquiler interanualmente.

El rentismo nativista

A partir del ciclo inmobiliario inaugurado en 2013, las nuevas clases propietarias se ven obligadas a elaborar un relato que les permita disfrutar e incrementar el acceso a la renta inmobiliaria y les presente como legítimos merecedores de este privilegio. Con la irrupción política de la extrema derecha, los rentistas encuentran en el discurso antinmigratorio un marco de consolidación de sus privilegios gracias a dos dispositivos fundamentales: la meritocracia y la victimización, los cuales hemos tratado de explicar en los apartados anteriores. Esta confluencia de discursos en un mismo aparato retórico es a lo que hemos denominado rentismo nativista.


En Lloret de Mar, uno de los municipios más turísticos del Estado español, la extrema derecha obtiene uno de cada cinco votos.

El rentismo nativista es un fenómeno que requiere una estrategia conjunta entre el movimiento por la vivienda y la lucha antirracista. La puerta a una mejor interpretación de este concepto queda abierta, así como la construcción de un marco de intervención política. No basta con nombrar los hechos; también hay que actuar. La convergencia entre estas luchas es esencial para enfrentar un sistema que legitima la especulación inmobiliaria y el odio hacia los más vulnerables.





Fuente: EL SALTO

miércoles, 25 de septiembre de 2024

El movimiento perpetuo de deshumanización de las personas migrantes

 

Editor de Vashti.


Otra semana brutalizadora en todo el mundo.




     En Israel, esta semana se conoció que las fuerzas de seguridad del país están reclutando activamente a solicitantes de asilo, principalmente de Eritrea y Sudán, para operaciones de guerra en Gaza, prometiéndoles un estatus permanente a cambio de sus vidas y, inevitablemente, de la muerte de palestinos. Hay aproximadamente 30.000 solicitantes de asilo en Israel que buscan seguridad frente a la guerra civil y la represión violenta. Hasta ahora, ningún solicitante de asilo involucrado en la guerra en Gaza ha recibido el estatus de Israel.


Refugiados eritreos se manifiestan cerca de una comisaría de policía en Tel Aviv para pedir el fin de la violencia que los grupos progubernamentales ejercen contra ellos.

Entre las muchas dimensiones profundamente inquietantes de la violencia horizontal que implica este acuerdo, se destaca una: Israel ejerce control sobre los solicitantes de asilo a través del mismo mecanismo legal por el que oprime a los palestinos.




En el transcurso de la década de 2010, Israel modificó la Ley de Prevención de la Infiltración de 1954 –una medida aprobada para impedir el retorno de los palestinos a sus hogares desde los países vecinos– para incluir a los solicitantes de asilo y a los inmigrantes indocumentados dentro de la definición de “infiltrado” de la ley, creando una base legal para la detención forzada.


Migrantes de Eritrea caminan por una calle en un distrito del sur de Tel Aviv.

Esta iniciativa constituyó un componente clave de la intensificación de la difamación y normalización de la violencia contra los inmigrantes por parte de Israel durante la última década y media.

Como explica Haaretz, Israel parece haberse inspirado en esquemas similares de solicitantes de asilo convertidos en mercenarios en Rusia y Siria. Estados Unidos también ha jugado recientemente con ese enfoque. En febrero, se presentó al Congreso un proyecto de ley bipartidista llamado Ley de Valor para Servir. Propone abordar las cuestiones duales de la “crisis migratoria” del país y el déficit de reclutamiento militar ofreciendo residencia permanente a los inmigrantes a cambio de alistamiento. El proyecto de ley no ha pasado de la primera etapa y es poco probable que se apruebe, pero refleja la inquietante relación del propio país con los inmigrantes, que también ha quedado de manifiesto esta semana.

En Estados Unidos, los inmigrantes haitianos de la ciudad de Springfield, Ohio, siguen enfrentándose a amenazas de bomba en escuelas y hospitales tras la proliferación de la falsa afirmación de que se están comiendo a los animales domésticos, una mentira que cobró fuerza tras ser promovida por Donald Trump durante el debate presidencial de la semana pasada. 


Inmigrantes haitianos en la ciudad de Springfield.

La declaración infundada fue difundida aún más por el candidato a vicepresidente JD Vance, quien ha seguido defendiéndola a pesar de admitir que inventó las historias.


El candidato republicano a la vicepresidencia estadounidense, el senador J. D. Vance.

Tras casi una semana de silencio, la vicepresidenta Kamala Harris finalmente abordó la situación en una entrevista, ofreciendo una condena genérica a Trump y buenos deseos para los niños asediados por los neonazis, pero no ofreció un plan para salvaguardar la seguridad y la dignidad de los migrantes a escala nacional ni siquiera una simple declaración en apoyo de los migrantes en general. Hacerlo, como sostiene Jack Mirkinson , rompería el consenso nacionalista sobre inmigración establecido por ambos partidos, y es coherente con la negativa de la dirigencia del Partido Demócrata a oponerse a los planes ostensiblemente derechistas de deportar a más de 10 millones de personas.

El propio diputado reformista Nigel Farage ha respaldado las afirmaciones de Trump, declarando en LBC que espera que se encuentren algunas pruebas durante el próximo mes y que normalmente "se demuestra que Trump tiene razón".




Mientras tanto, el gobierno del Reino Unido también ha seguido con su propia demonización abierta de los inmigrantes, sin aprender absolutamente nada del verano. El viaje del primer ministro Keir Starmer a Italia fue noticia por su conversación amistosa sobre el control de la inmigración con la fascista primera ministra italiana Giorgia Meloni. Los comentarios de Meloni a los medios indicaron que Starmer estaba particularmente interesado en la estrategia de Italia para deslocalizar las solicitudes de asilo en Albania, un acuerdo que se espera que amenace los derechos de los solicitantes de asilo y los exponga a abusos generalizados. Es, además, meramente una variante del plan de Ruanda, ahora desechado, lo que revela el compromiso del Partido Laborista con las mismas lógicas del capital, el nacionalismo y el racismo.




Se puede seguir así. También podría citar el interés de Starmer en los acuerdos con países del norte de África, como Libia y Túnez, que intercambian fondos de la UE e Italia por una mayor aplicación de la ley para impedir que la gente llegue al Mediterráneo. Este acuerdo se reveló ayer como un vehículo para financiar palizas, violaciones y tráfico de personas por parte de las fuerzas de seguridad tunecinas respaldadas por la UE.

Sencillamente, en la actualidad no existe una oposición electoral significativa a la difamación y explotación de los inmigrantes en todo el mundo. Hace 12 años, el entonces secretario de comunidades, Eric Pickles (que ahora se desempeña como presidente parlamentario de los Amigos Conservadores de Israel), advirtió que los inmigrantes corrían el riesgo de convertirse en una “subclase” si no podían aprender inglés.

Está claro que Pickles tenía, en parte, razón: los inmigrantes son una subclase, aunque no por su inglés, sino porque todos los gobiernos que se consideran comprometidos con los derechos humanos los tratan como un recurso inagotable que se puede crear, extraer y manipular a voluntad. Los inmigrantes son esenciales para todo proyecto nacional, ya sea como fuerza de trabajo, fuerza de combate, chivo expiatorio o prueba de concepto para las operaciones del complejo militar-industrial en el extranjero. Es un ciclo sin fin, una aparente máquina de movimiento perpetuo con fuentes de energía tan aceptadas y normalizadas que son invisibles.




No suelo recurrir a Gordon Brown para que me dé su opinión, pero hoy me la da. En un artículo publicado a principios de esta semana sobre el continuo crecimiento de la extrema derecha en Europa, Brown concluye: “mientras los llamados moderados sigan jugando con fuego –creyendo que manteniendo cerca a su oponente podrán domarlo con el tiempo– seguirán perdiendo”.




Esto es totalmente cierto, pero quizá no sea suficiente. ¿En qué momento la adopción de una política de inmigración de derechas va más allá de una concesión estratégica y equivale en realidad a una aceptación de esa visión del mundo? ¿Y en qué momento esa aceptación se convierte, en realidad, en un respaldo? Cuando los candidatos que ponemos en el cargo resultan ser las mismas personas que siempre fueron, vale la pena preguntarse: ¿qué apoyaban exactamente?


Fuente: Vashti

viernes, 13 de septiembre de 2024

Taylor Swift, Trump y las mascotas de Springfield

 

Periodista y antropólogo. Director de Estrategia Digital en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Cómo el marketing político occidental en actualidad conecta con las historias sobre animales para sensibilizar y movilizar al electorado.



        Elecciones estadounidenses, redes sociales y animales. Una combinación de éxito. Un 'cross over' del cual Donald Trump, que no defrauda nunca, intenta aprovecharse. Lo ha vuelto a hacer atención con la mediática puesta en el debate televisivo contra Kamala Harris. El primer debate para las elecciones presidenciales en Estados Unidos entre Trump y Kamala Harris nos ha dejado momentos estelares. Harris ha aguantado los embites del republicano con mensajes claros y una comunicación no verbal más amable. "La candidata demócrata, con mayor amplitud conceptual, datos y propuestas, ofreció esperanza frente a los latiguillos del republicano", dice Antoni Gutiérrez-Rubí en su análisis en El País.

Entre estos momentos estelares, destacado en redes sociales y en los principales resúmenes televisivos, el momento en el que Trump intentaba repetir una mentira con la que en las últimas semanas los trumpistas han intentado vincular delincuencia e inmigración: “Aquellos que han entrado se están comiendo los perros, se están comiendo los gatos. Se están comiendo las mascotas que viven allí. Esto es lo que está pasando en nuestro país, y es una vergüenza”. Momento #WTF en los ojos y la expresión de Harris.




La campaña de Trump y Vance ha difundido la afirmación falsa de que algunos inmigrantes en Springfield, Ohio, habrían robado los animales de sus vecinos para comérselos. ¿Lo podemos llamar #Petgate?

Esta noche, Trump insistía en la mentira: los migrantes haitianos no se están comiendo mascotas en Estados Unidos. Totalmente falso.




De hecho, como podemos ver en las imágenes, uno de los moderadores del debate, el presentador de ABC News, David Muir, ofreció una verificación de hechos sobre el expresidente Trump después de que afirmó falsamente que los inmigrantes se comen a las mascotas en Ohio. “Hemos consultado al administrador de la ciudad”, dijo Muir, agregando que los funcionarios de Springfield (Ohio) no encontraron evidencia de las acusaciones de que los inmigrantes se comen a las mascotas.

La vicepresidenta Harris sonreía con incredulidad mientras Trump gritaba “¡se están comiendo a los perros!”.

El bulo forma parte de una estrategia de la campaña para criticar a la vicepresidenta Kamala Harris sobre los problemas de migración que enfrenta Estados Unidos. La campaña trumpista está apretando con este argumento, difundiendo imágenes de un Trump salvador de gatitos y perritos ante la amenaza de inmigrantes. El propio Trump en Truth Social, Donald Trump Jr, Ted Cruz y otros trumpistas destacados están difundiendo imágenes falsas creadas por Inteligencia Artificial o memes a favor de Trump, con el beneplácito de Elon Musk y X (aka Twitter), su carretera de fake news .





Patrones y temas

Pero ni el tema ni el patrón de acción son nuevos. Hemos visto este patrón en otros casos, ¿os acordáis del Pizzagate? Las teorías conspirativas han sido gasolina desde toda su trayectoria por Donald Trump pero en particular uno de los casos más impactante fue la FALSA teoría que afirmaba que Hillary Clinton y los demócratas habían montado una red de pederastía en el sótano de una pizzería en Estados Unidos. ¿El patrón? Un rumor sobre un tema sensible que toca nuestro entorno más próximo (niños o mascotas); se extiende por redes sociales y plataformas de mensajería; se difunde posteriormente a través de influencers ultraconservadores y medios de la Alt-Right estadounidense y se vuelve viral a través de contenido fandom: memes, creatividades, imágenes falsas, etcétera.




Tras el debate, Vance siguió impulsando las falsas afirmaciones de que los inmigrantes se comen a las mascotas. La periodista de la CNN, Kaitlan Collins, replicó al republicano con un ejemplo muy gráfico:

"Si alguien llama a tu oficina y dice que vio a Bigfoot, eso no significa que haya visto a Bigfoot. Tienes el sentido de la responsabilidad de no promover información falsa".

Chicas con gatos… ¡ahí entra Taylor Swift!

La paradoja es que mientras el trumpismo ataca a los inmigrantes por las mascotas, JD Vance se dispara al pie atacando a las mujeres con gatos... De hecho, en septiembre de 2021, Vance tuiteó que "hay que detener a las mujeres con gatos …" en respuesta a un informe al respecto de que un mayor porcentaje de estadounidenses temen tener hijos debido al cambio climático. En otro tuit un mes después, Vance escribió: "Las bajas tasas de natalidad de nuestro país se han convertido en muchas élites en sociópatas".

Un argumento que ha servido a Taylor Swift para apoyar a Kamala Harris tras el debate televisivo. Swift (280 millones de seguidores en Instagram) apoya a Kamala Harris:

"Podemos lograr mucho más en este país si nos guía la calma y no el caos.?Firmado: Señora con gatos y sin hijos".



 

Y en España… Curro

La ultraderecha tiene cierta fijación con los perros. En Estados Unidos o en España. Hace ya unos años fue con Curro, un perro alano español. A finales de 2018 una campaña a favor de Curro llegó a congregar a más de 61.000 personas en change.org contra el sacrificio de este supuesto perro que supuestamente había mordido a un ladrón rumano (otra vez, el enemigo es el de fuera, el inmigrante o el extranjero). Miles de personas expresaron vehemente su repulsa al sacrificio compartiendo sus opiniones con la etiqueta #CurroEstáEnMiCasa. Sí, hace seis años este caso se convirtió rápidamente en trending topic. Se demuestra que era un montaje y una mentira pero que rápidamente se había viralizado gracias a las redes sociales y páginas web como Caso Aislado, que forman parte del entorno del partido de ultraderecha VOX. Era fácil demostrarlo con herramientas de búsqueda inversa como Google Imágenes o TinEye.

Aquí algunas herramientas y consejos contra este tipo de bulos, desinformaciones y fake news.

Y llegamos a #perrosanxe

La ultraderecha tiene fijación con los perros. Si no, que se lo pregunten a Pedro Sánchez y el famoso #perrosanxe. El origen de este apodo se remonta a marzo de 2020, cuando un niño mostró su descontento ante el cierre inminente de las pistas de Navacerrada donde solía esquiar con su familia. Aunque la COVID-19 ya estaba provocando estragos, él achacó esta decisión al líder del PSOE: “No las cierres, Perro Sánchez. Eres el peor”. La inquina con la que habló al micrófono de Telemadrid se hizo viral de inmediato.

En común, los mensajes simplistas, emocionales y extremos se encuentran en las redes sociales un caldo de cultivo ideal para sensibilizar al electorado y movilizarlo hacia posiciones opositoras electoralmente. VOX y la ultraderecha española utilizaron el término de forma despectiva (seguramente con la conexión de un insulto antisemita muy extendido en España...) y lo utilizado en sus redes sociales y en la de sus seguidores.

Lo que no podía contar es que el insulto se convertiría en una campaña en positivo usada por el propio partido socialista en la campaña electoral de 2023. Manuel Lardín, joven de 21 años, que estudia Traducción e Interpretación en Córdoba convirtió el insulto en un lema: “Más sabe el perro sanxe por perro que por sanxe”. Los socialistas se lo fueron reapropiandose para hacer de él casi una insignia. Algo que, tras la obra realizada por Manuel, cobró una nueva dimensión y se convirtió en marca de la candidatura de Pedro Sánchez.




En marketing político la estrategia es emocionar tocando la fibra sensible, con una relación o una imagen. Campañas falsas y en negativo como las de Trump y Vance se contrarrestan con información, periodismo y contrastación. Campañas en positivo se potencian con creatividad, humor y viralidad. No sería extraño que el Partido Demócrata aprovechara este momento para potenciar la imagen 'pet friendly' de Kamala Harris como ya lo hizo Joe Biden con sus pastores alemanes.


Fuente: Substack

viernes, 30 de agosto de 2024

Cómo la extrema derecha conquistó Alemania del Este

 

Reportera de la oficina en Berlín de POLITICO EUROPE

Al atrincherarse en pequeñas ciudades, Alternativa para Alemania (AfD) está rompiendo el cortafuegos diseñado para mantenerla fuera del poder.


El aumento del apoyo a la AfD se produce a pesar de que las autoridades de inteligencia doméstica a nivel estatal han clasificado a las filiales locales del partido. Sean Gallup-Getty Images

     Cuando los miembros del departamento de bomberos voluntarios de Großschirma, una pequeña ciudad en el estado de Sajonia, en el este de Alemania, celebraron el centenario de su institución, era natural que Rolf Weigand estuviera allí.

Weigand, un político de 40 años del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), está profundamente involucrado en la vida de la ciudad. Es miembro activo de la asociación que apoya a la escuela primaria local y también participa en el club de cría de aves de corral local, y una vez obtuvo con orgullo 94 puntos en un concurso con su gallina barbuda de Turingia. A principios de este mes, trabajó en el grifo de cerveza en el concurso de talentos local.

“Siempre hemos buscado el contacto con los ciudadanos aquí en el terreno”, dijo Weigand sobre la AfD durante la fiesta del cuerpo de bomberos mientras los niños saltaban en un castillo inflable. “Creo que esta proximidad con los ciudadanos, este contacto, nos hace especialmente fuertes”.

De hecho, hay pocos lugares en Alemania donde la AfD es más fuerte.

Casi 35 años después de la caída del Muro de Berlín, un cisma político irregular recorre el país, trazando la antigua frontera entre Alemania Oriental y Occidental. En el lado este de la división, la AfD está en auge a pesar de su creciente radicalismo y las persistentes advertencias de los líderes tradicionales de que es un partido extremista, incluso nazi.

En vista de las tres elecciones estatales que se celebrarán en el este de Alemania en septiembre (incluidas las de Sajonia y Turingia este domingo), el partido, que en su día fue marginal, está encabezando las encuestas o cerca de conseguir el primer puesto en todas ellas. Ese éxito se debe a que el partido está cada vez más arraigado en pequeñas localidades del este, como Großschirma, donde en las elecciones municipales y al Parlamento Europeo de junio, la AfD ganó alrededor de la mitad de los votos locales, lo que ilustra hasta qué punto se ha convertido en la fuerza política dominante en la zona.


   Hay pocos lugares en Alemania donde la AfD es más fuerte. 
Sean Gallup-Getty Images

El hecho de que tantos votantes en el este de Alemania se inclinen cada vez más por la extrema derecha es una señal de la cuestión central que subyace a la división: una marcada pérdida de confianza en los partidos, las instituciones y los medios de comunicación tradicionales. Sólo en el estado de Sajonia, sólo el 41 por ciento de los ciudadanos están satisfechos con el funcionamiento de su democracia, según una encuesta encargada por el gobierno estatal. Sólo uno de cada diez ciudadanos afirmó confiar en los partidos políticos, y sólo el 15 por ciento afirmó confiar en los medios de comunicación.

La AfD, aunque se obstina en alimentar esa desconfianza, ha llenado ese vacío y se ha atrincherado cada vez más en la sociedad del este de Alemania en los niveles más locales. Para la AfD, todo es parte de una estrategia más amplia: empezar ganando en los municipios y parlamentos estatales de todo el este. Ese dominio, según la idea, normalizará al partido a pesar de su extremismo, lo que le permitirá un día expandirse a los niveles más altos del gobierno nacional.

En esta estrategia son fundamentales figuras como Weigand, que también dirige su propia empresa de revestimientos cerámicos. En marzo, Weigand ganó casi el 60 por ciento de los votos en una elección para alcalde de Großschirma contra otros dos candidatos centristas. Debido a un tecnicismo, la votación fue anulada, lo que obligó a Weigand a presentarse nuevamente este domingo. Esta vez, se presenta sin oposición.

El aumento del apoyo a la AfD se produce a pesar del hecho de que las autoridades de inteligencia interna a nivel estatal han clasificado a las ramas locales del partido tanto en Sajonia como en Turingia como organizaciones extremistas que pretenden socavar la democracia alemana.

Pero en ciudades como Großschirma, la AfD ya es casi una banalidad. En el aniversario del cuerpo de bomberos, los ciudadanos, incluso los que no apoyan a su partido, elogiaron al alcalde, y una persona lo calificó de "buen tipo".

Weigand, en un momento dado, se dirigió a la multitud.


Weigand, un político de 40 años del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), está profundamente involucrado en la vida de la ciudad. Nette Nöstlinger-POLITICO


“Quiero agradecerles mucho por mantenerse siempre tan unidos, por apoyarse mutuamente, por realmente unirse como uno solo”, dijo, ganándose un entusiasta aplauso al concluir.


El cortafuegos desmoronándose

Los líderes de los principales partidos alemanes son conscientes del hecho de que Adolf Hitler pudo inicialmente llegar al poder en las urnas y que los conservadores luego ayudaron a normalizar a los nazis al participar en gobiernos de coalición con ellos, primero en el estado oriental de Turingia y más tarde a nivel nacional.

Es para evitar que se repita esa historia que los partidos tradicionales ahora prometen mantener un Brandmauer, o cortafuegos, alrededor de la AfD, negándose a incluirlos en gobiernos de coalición o, en todo caso, a cooperar con el partido para aprobar cualquier tipo de legislación.

Sin embargo, los líderes de la AfD pretenden derribar el cortafuegos haciendo imposible evitar la colaboración con el partido en las pequeñas ciudades. Si los representantes electos necesitan cooperar con la AfD para hacer cosas tan mundanas como reparar carreteras y escuelas, piensan que algún día los partidos tradicionales se verán obligados a colaborar con el partido en cuestiones políticas más amplias.

"Si la gente entra en contacto directo con la AfD en el gobierno local, establece contacto y también reconoce que allí se formulan políticas pragmáticas, entonces esto es, por supuesto, un origen o un posible comienzo para la cooperación en otros niveles", dijo a POLITICO Torben Braga, parlamentario estatal de la AfD en Turingia, considerado uno de los principales estrategas del partido en el este de Alemania.

En Großschirma, incluso los políticos locales de partidos opuestos a la AfD dicen que la estrategia está funcionando.


   Los líderes de los principales partidos alemanes son conscientes de que Adolf Hitler pudo llegar al poder inicialmente a través de las urnas. Maryam Majd-Getty Images

Una tarde, Gunter Zschommler, un veterano político local de la centroderechista Unión Demócrata Cristiana (CDU) y productor lechero que se había presentado contra Weigand para alcalde y había perdido, se sentó en la cocina de su granja y se lamentó del estado de la política local mientras las vacas pastaban afuera. La extrema derecha está en ascenso, argumentó, porque los partidos tradicionales han descuidado durante mucho tiempo las áreas rurales.

“En las últimas dos décadas, los principales partidos se han centrado exclusivamente en las ciudades”, afirma Zschommler, un afable hombre de 61 años. “La AfD ha explotado esta brecha, prometiéndole a la gente que se ocupará de ellos”.

El vecino de Zschommler, Volker Scharf, un político local de una alianza de ciudadanos independientes, estuvo de acuerdo y argumentó que surgió una brecha política después de que Alemania Oriental y Occidental se unificaron en 1990.

“Tras la reunificación, primero se fue la industria, luego el Estado”, explica Scharf. “Lo que quedó fue un espacio vacío. Ahí es donde entró en juego la AfD”.

Debido a la popularidad de la AfD en la política local en el este, el cortafuegos ya ha caído en muchos aspectos. Entre 2019 y 2023 hubo más de 120 casos de cooperación en los gobiernos locales entre la AfD y los partidos mayoritarios, la mayoría de ellos con la CDU, según un estudio reciente publicado por la progresista Fundación Rosa Luxemburg.

Ejemplos de esa cooperación incluyen un caso en Sajonia, donde los partidos mayoritarios de un ayuntamiento apoyaron una moción de la AfD para prohibir el uso de lenguaje neutro en cuanto al género en la publicidad del teatro de la ciudad. En otro caso, en Turingia, los partidos mayoritarios apoyaron una moción de la AfD para que se votara la destitución de un alcalde de izquierdas.

“El cortafuegos a nivel de condado ya no existe y esto solo va a empeorar”, dijo Jana Pinka, una política local del partido de izquierda. “Tengo mucho miedo de que esto se vuelva aún más oscuro. A veces busco paralelismos con los años 30”.

La resistencia se debilita

Muchos lugareños dicen que, a pesar de la imagen sana y práctica que proyectan muchos políticos de AfD de pueblos pequeños, la política en la zona se ha vuelto cada vez más cruda desde el ascenso del partido.

Zschommler, el ganadero, dijo que los políticos locales de todos los partidos solían reunirse para tomar cerveza y escalope después de las reuniones del consejo municipal, pero esos días ya pasaron. "Las cosas se han vuelto muy frías", dijo.

Hay ejemplos más claros del clima político cada vez más tenso.

Dirk Neubauer, un independiente que ocupó el cargo de comisario del condado al que pertenece Großschirma, fue durante mucho tiempo uno de los críticos más acérrimos de la AfD en la zona. “Realmente estamos en un camino muy peligroso”, dijo en un mensaje de vídeo después del sólido desempeño de la AfD en Sajonia en las elecciones europeas de junio. “No estamos reescribiendo la historia, estamos repitiéndola”.


    Los partidos de un ayuntamiento apoyaron una moción de la AfD para prohibir el uso de lenguaje neutro en cuanto al género en la publicidad del teatro de la ciudad. Ralf Hirschberger-Getty Images

Pero en julio, Neubauer renunció abruptamente, citando amenazas de extremistas de extrema derecha. “Durante meses, me he enfrentado a una amenaza personal y difusa de grupos de derecha”, dijo en otro mensaje de video . “Recibo cartas anónimas, recibo correos electrónicos anónimos, he tenido uno o dos enfrentamientos personales”, continuó, y agregó: “Todo eso se ha extendido a mi círculo privado, y he llegado a un punto en el que digo: 'Ya es suficiente'”.

La experiencia de Neubauer no es un caso aislado. Según una encuesta nacional realizada a políticos municipales y provinciales, entre mayo y octubre del año pasado, uno de cada dos políticos locales del este de Alemania sufrió hostilidad en forma de ataques verbales, agresiones físicas o mensajes de odio.

En Großschirma, Weigand dijo que está tratando de llegar a sus oponentes políticos para acabar con el clima polarizado. “Debemos crecer juntos como uno solo, eso es lo que defiendo”, dijo a POLITICO.

En las redes sociales, sin embargo, su tono suele ser más intenso.

En su canal de Telegram, publicó una vez una foto de policías fuertemente armados parados frente a una iglesia para protegerla. “Mamá, ¿por qué hay policías con armas grandes parados frente a la iglesia?”, decía un pie de foto.


La extrema derecha puede estar en ascenso porque los partidos tradicionales han descuidado durante mucho tiempo las áreas rurales. Jens Schlueter-Getty Images

“Porque somos de mente abierta y tolerantes”, fue la respuesta de la madre ficticia.

El subtexto era que las políticas migratorias del gobierno alemán habían traído la amenaza de ataques terroristas al país, o, como lo expresó Weigand en el post: “Las consecuencias de la ideología del multiculturalismo progresista fallido en una imagen”.

Añadió: “Recuperaremos nuestro país poco a poco”.

Ese tipo de retórica parecía distante cuando, una noche reciente en Großschirma, Weigand prestó juramento como alcalde interino, a la espera de su inevitable victoria en las elecciones del domingo.

Inmediatamente después, los miembros del consejo municipal se reunieron para una reunión y Weigand recibió un ramo rosa de felicitación.

A continuación, el alcalde interino pasó rápidamente a tratar los temas del orden del día: la reparación de una carretera local, la renovación de la piscina de la ciudad, seguido de un diálogo sobre la hora a la que los vecinos pueden cortar el césped.

Fuente: POLITICO