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viernes, 11 de abril de 2025
domingo, 15 de septiembre de 2024
¿Cómo responderá la OTAN a su derrota en Ucrania?
En Moscú saben que, gane quien gane en Washington en noviembre, si Estados Unidos no acepta su derrota, la perspectiva de una guerra mayor está lista.
La derrota militar de Ucrania está servida, pero lo más peligroso es que también, y sobre todo, será una derrota de la OTAN contra Rusia “por procuración” cargada de consecuencias para el liderazgo global occidental, dentro y fuera de Europa. Así que, tratándose de eso, la pregunta del momento es ¿cómo responderá la OTAN a su derrota en Ucrania?
“Es el momento de restablecer la diplomacia y volver a las negociaciones, aunque llevará algún tiempo invertir la propaganda de la última década y preparar al público para una nueva narrativa. Como vimos en Afganistán, las élites político-mediáticas nos asegurarán que estamos ganando, hasta que huyamos de forma desorganizada con gente cayendo de los aviones”, dice el analista noruego Glenn Diesen. Glenn Diesen – The Increase in Ukrainian Casualties – Brave New Europe.
Mucho dependerá de las elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos. Rusia deberá moderar las exigencias de su “victoria”, sea cual sea el significado y contenido real de tal palabra, pues la guerra también pasa allá una dura factura, seguramente con más de 200.000 muertos e inválidos. Además, la ocupación de territorio ucraniano puede ser una fuente de problemas, como apuntábamos hace más de un año. Ucrania está perdiendo la guerra, pero Rusia no la está ganando. – Rafael Poch de Feliu Pero ¿qué pasa si la OTAN no acepta su derrota, es decir si Estados Unidos persevera en su voluntad de desangrar a Rusia a costa de una guerra mayor? ¿Se dará rienda suelta a la histeria de bálticos y polacos sobre una “amenaza (ofensiva/ invasora) rusa” contra Europa que, además de inexistente, ha mostrado, precisamente, sus limitaciones militares en Ucrania? En ese caso, las cosas están en los términos ya conocidos: si es objeto del ataque de una fuerza militar superior como es la OTAN, el grupo dirigente ruso declarará un “peligro existencial” para Rusia, lo que según su doctrina, que está siendo corregida para hacerla más flexible, significa la posibilidad del uso del arma nuclear.
En Moscú hay razones sobradas para la preocupación. El secretario de Estado Blinken estuvo el martes en Kíev para dar lo que parece una luz verde al uso de misiles occidentales de largo alcance contra territorio ruso, algo que se hace sobre la información de la inteligencia y los satélites militares americanos y con participación directa de militares de la OTAN. Putin advirtió el jueves que tal decisión «cambiaría la misma naturaleza del conflicto”. «Significará que los países de la OTAN, EEUU y los países europeos, combaten contra Rusia» por lo que Moscú tomará “las decisiones (militares) correspondientes”, dijo. El Presidente de la Duma, Viacheslav Volodin, ha dicho que Rusia tendrá que utilizar «armas más potentes y destructivas en la defensa de sus ciudadanos”, y entre los expertos se especula con escenarios como ataques de respuesta a infraestructuras occidentales o con la destrucción de los puentes del Dnieper que hasta ahora Rusia ha respetado y que cortarían la comunicación terrestre y ferroviaria de Ucrania por la mitad.
Los programas de la tele rusa transmiten cierto cansancio por el estancamiento de la prometida “inevitable victoria”. Los militares parecen conscientes de que sin una movilización nacional en toda regla, cosa a la que el Presidente Putin no quiere arriesgarse, no hay capacidad militar para extender aún más la conquista de territorio ucraniano hacia Nikolayev y Odesa, privando por completo a Ucrania de salida al mar, que es lo que redondearía una victoria militar estratégica. Seguramente no interesa que el frente ucraniano colapse antes de las elecciones americanas, pero, gane quien gane en Washington en noviembre, en Moscú saben que si Estados Unidos/OTAN no acepta su derrota, la perspectiva de una guerra mayor estará servida. Nos llevan a una guerra mayor – Rafael Poch de Feliu
El Presidente Zelenski lleva la derrota impresa en el rostro. Ya no es aquel dinámico y voluntarioso personaje que hacia portadas en los principales semanarios europeos y americanos. Ahora se le ve cansado, preocupado y excitado. En los medios rusos se dice que él y su entorno de colaboradores, algunos de ellos procedentes del mundo del espectáculo, van subidos de cocaína, lo que puede ser propaganda para denigrarles. Zelenski ha perdido buena parte del favor de sus padrinos – hasta le señalan, falsamente, como autor del atentado americano contra el oleoducto Nord Stream – que no entienden su última remodelación de gobierno, ni la ofensiva militar contra la región rusa de Kursk, un desesperado gesto de imagen por el que pagará un alto precio militar, le dicen desde la prensa occidental más intervencionista. Los occidentales le instaron a romper las negociaciones entabladas en Minsk y Estambul en el mismo inicio de la guerra, y ahora no son consecuentes con la intensidad de la ayuda que entonces le prometieron. Es la hora de los reproches y los agravios. Zelenski tiene motivos para la preocupación.
“Superado en número y armamento, el ejército ucraniano se enfrenta a una moral baja y a la deserción”, titula la CNN Ukraine’s military is struggling with low morale and desertion | CNN en un exhaustivo informe impensable en nuestros lamentables medios. Cinco son los puntos de la quiebra militar ucraniana; las posiciones estratégicas de los soldados son más débiles, faltan recursos, las cadenas de suministro no están suficientemente defendidas, las comunicaciones suelen fallar y la moral se desploma, explica Diesen. Una vez que comienza, el colapso suele adoptar un efecto de alud, dice.
Compañías militares al completo se retiran de sus posiciones sin permiso, lo que desbarata cualquier planteamiento defensivo. Que uno de los nuevos F-16 suministrados por la OTAN y pilotado por uno de los mejores oficiales de la aviación ucraniana fuera derribado en su estreno, hace dos semanas, por el “fuego amigo” de una batería “Patriot”, es síntoma de graves problemas de coordinación. Respecto a la retaguardia, unos 800.000 hombres ucranianos en edad militar han “pasado a la clandestinidad”, cambiando de domicilio y trabajando en negro para no dejar registro laboral y eludir la movilización, informaba el 4 de agosto el Financial Times, citando al jefe de la comisión de desarrollo económico del parlamento ucraniano, Dmitri Nataluji.
Los efectos de la carnicería que está sufriendo Ucrania son inconmensurables. El 78% de los ciudadanos declara tener parientes próximos y amigos que han resultado muertos o heridos en la guerra, según una encuesta telefónica realizada en mayo/junio del año pasado. Veremos qué factura arroja para el futuro todo ese bárbaro e injusto sufrimiento humano. El resentimiento contra Rusia de toda una generación de tantos ucranianos va para largo. Los videos sobre las razzias callejeras del ejército para apresar a quienes eluden el servicio han crecido exponencialmente en las redes sociales. También parece haber mejorado la información militar rusa sobre objetivos, como ilustra la destrucción de un centro militar aparentemente con gran concentración de técnicos militares de la OTAN en Poltava el 3 de septiembre. Y las perspectivas son aún más sombrías para Kíev, pues Rusia, especialmente después de la incursión militar ucraniana en Kursk, se está ensañando aún más con las infraestructuras energéticas del país.
Habiendo perdido ya la quinta parte de su territorio nacional y la tercera parte de su población, la perspectiva de un invierno con severos cortes de luz y calefacción anuncia un nuevo éxodo de centenares de miles de ucranianos hacia la Unión Europea este otoño/invierno. No estamos tan lejos de un colapso militar ucraniano que quizás sea cuestión de algunos meses.
Fuente: Blog de Rafael Poch
viernes, 30 de agosto de 2024
Cómo la extrema derecha conquistó Alemania del Este

Al atrincherarse en pequeñas ciudades, Alternativa para Alemania (AfD) está rompiendo el cortafuegos diseñado para mantenerla fuera del poder.
Cuando los miembros del departamento de bomberos voluntarios de Großschirma, una pequeña ciudad en el estado de Sajonia, en el este de Alemania, celebraron el centenario de su institución, era natural que Rolf Weigand estuviera allí.
Weigand, un político de 40 años del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), está profundamente involucrado en la vida de la ciudad. Es miembro activo de la asociación que apoya a la escuela primaria local y también participa en el club de cría de aves de corral local, y una vez obtuvo con orgullo 94 puntos en un concurso con su gallina barbuda de Turingia. A principios de este mes, trabajó en el grifo de cerveza en el concurso de talentos local.
“Siempre hemos buscado el contacto con los ciudadanos aquí en el terreno”, dijo Weigand sobre la AfD durante la fiesta del cuerpo de bomberos mientras los niños saltaban en un castillo inflable. “Creo que esta proximidad con los ciudadanos, este contacto, nos hace especialmente fuertes”.
De hecho, hay pocos lugares en Alemania donde la AfD es más fuerte.
Casi 35 años después de la caída del Muro de Berlín, un cisma político irregular recorre el país, trazando la antigua frontera entre Alemania Oriental y Occidental. En el lado este de la división, la AfD está en auge a pesar de su creciente radicalismo y las persistentes advertencias de los líderes tradicionales de que es un partido extremista, incluso nazi.
En vista de las tres elecciones estatales que se celebrarán en el este de Alemania en septiembre (incluidas las de Sajonia y Turingia este domingo), el partido, que en su día fue marginal, está encabezando las encuestas o cerca de conseguir el primer puesto en todas ellas. Ese éxito se debe a que el partido está cada vez más arraigado en pequeñas localidades del este, como Großschirma, donde en las elecciones municipales y al Parlamento Europeo de junio, la AfD ganó alrededor de la mitad de los votos locales, lo que ilustra hasta qué punto se ha convertido en la fuerza política dominante en la zona.
El hecho de que tantos votantes en el este de Alemania se inclinen cada vez más por la extrema derecha es una señal de la cuestión central que subyace a la división: una marcada pérdida de confianza en los partidos, las instituciones y los medios de comunicación tradicionales. Sólo en el estado de Sajonia, sólo el 41 por ciento de los ciudadanos están satisfechos con el funcionamiento de su democracia, según una encuesta encargada por el gobierno estatal. Sólo uno de cada diez ciudadanos afirmó confiar en los partidos políticos, y sólo el 15 por ciento afirmó confiar en los medios de comunicación.
La AfD, aunque se obstina en alimentar esa desconfianza, ha llenado ese vacío y se ha atrincherado cada vez más en la sociedad del este de Alemania en los niveles más locales. Para la AfD, todo es parte de una estrategia más amplia: empezar ganando en los municipios y parlamentos estatales de todo el este. Ese dominio, según la idea, normalizará al partido a pesar de su extremismo, lo que le permitirá un día expandirse a los niveles más altos del gobierno nacional.
En esta estrategia son fundamentales figuras como Weigand, que también dirige su propia empresa de revestimientos cerámicos. En marzo, Weigand ganó casi el 60 por ciento de los votos en una elección para alcalde de Großschirma contra otros dos candidatos centristas. Debido a un tecnicismo, la votación fue anulada, lo que obligó a Weigand a presentarse nuevamente este domingo. Esta vez, se presenta sin oposición.
El aumento del apoyo a la AfD se produce a pesar del hecho de que las autoridades de inteligencia interna a nivel estatal han clasificado a las ramas locales del partido tanto en Sajonia como en Turingia como organizaciones extremistas que pretenden socavar la democracia alemana.
Pero en ciudades como Großschirma, la AfD ya es casi una banalidad. En el aniversario del cuerpo de bomberos, los ciudadanos, incluso los que no apoyan a su partido, elogiaron al alcalde, y una persona lo calificó de "buen tipo".
Weigand, en un momento dado, se dirigió a la multitud.
“Quiero agradecerles mucho por mantenerse siempre tan unidos, por apoyarse mutuamente, por realmente unirse como uno solo”, dijo, ganándose un entusiasta aplauso al concluir.
El cortafuegos desmoronándose
Los líderes de los principales partidos alemanes son conscientes del hecho de que Adolf Hitler pudo inicialmente llegar al poder en las urnas y que los conservadores luego ayudaron a normalizar a los nazis al participar en gobiernos de coalición con ellos, primero en el estado oriental de Turingia y más tarde a nivel nacional.
Es para evitar que se repita esa historia que los partidos tradicionales ahora prometen mantener un Brandmauer, o cortafuegos, alrededor de la AfD, negándose a incluirlos en gobiernos de coalición o, en todo caso, a cooperar con el partido para aprobar cualquier tipo de legislación.
Sin embargo, los líderes de la AfD pretenden derribar el cortafuegos haciendo imposible evitar la colaboración con el partido en las pequeñas ciudades. Si los representantes electos necesitan cooperar con la AfD para hacer cosas tan mundanas como reparar carreteras y escuelas, piensan que algún día los partidos tradicionales se verán obligados a colaborar con el partido en cuestiones políticas más amplias.
"Si la gente entra en contacto directo con la AfD en el gobierno local, establece contacto y también reconoce que allí se formulan políticas pragmáticas, entonces esto es, por supuesto, un origen o un posible comienzo para la cooperación en otros niveles", dijo a POLITICO Torben Braga, parlamentario estatal de la AfD en Turingia, considerado uno de los principales estrategas del partido en el este de Alemania.
En Großschirma, incluso los políticos locales de partidos opuestos a la AfD dicen que la estrategia está funcionando.
Una tarde, Gunter Zschommler, un veterano político local de la centroderechista Unión Demócrata Cristiana (CDU) y productor lechero que se había presentado contra Weigand para alcalde y había perdido, se sentó en la cocina de su granja y se lamentó del estado de la política local mientras las vacas pastaban afuera. La extrema derecha está en ascenso, argumentó, porque los partidos tradicionales han descuidado durante mucho tiempo las áreas rurales.
“En las últimas dos décadas, los principales partidos se han centrado exclusivamente en las ciudades”, afirma Zschommler, un afable hombre de 61 años. “La AfD ha explotado esta brecha, prometiéndole a la gente que se ocupará de ellos”.
El vecino de Zschommler, Volker Scharf, un político local de una alianza de ciudadanos independientes, estuvo de acuerdo y argumentó que surgió una brecha política después de que Alemania Oriental y Occidental se unificaron en 1990.
“Tras la reunificación, primero se fue la industria, luego el Estado”, explica Scharf. “Lo que quedó fue un espacio vacío. Ahí es donde entró en juego la AfD”.
Debido a la popularidad de la AfD en la política local en el este, el cortafuegos ya ha caído en muchos aspectos. Entre 2019 y 2023 hubo más de 120 casos de cooperación en los gobiernos locales entre la AfD y los partidos mayoritarios, la mayoría de ellos con la CDU, según un estudio reciente publicado por la progresista Fundación Rosa Luxemburg.
Ejemplos de esa cooperación incluyen un caso en Sajonia, donde los partidos mayoritarios de un ayuntamiento apoyaron una moción de la AfD para prohibir el uso de lenguaje neutro en cuanto al género en la publicidad del teatro de la ciudad. En otro caso, en Turingia, los partidos mayoritarios apoyaron una moción de la AfD para que se votara la destitución de un alcalde de izquierdas.
“El cortafuegos a nivel de condado ya no existe y esto solo va a empeorar”, dijo Jana Pinka, una política local del partido de izquierda. “Tengo mucho miedo de que esto se vuelva aún más oscuro. A veces busco paralelismos con los años 30”.
La resistencia se debilita
Muchos lugareños dicen que, a pesar de la imagen sana y práctica que proyectan muchos políticos de AfD de pueblos pequeños, la política en la zona se ha vuelto cada vez más cruda desde el ascenso del partido.
Zschommler, el ganadero, dijo que los políticos locales de todos los partidos solían reunirse para tomar cerveza y escalope después de las reuniones del consejo municipal, pero esos días ya pasaron. "Las cosas se han vuelto muy frías", dijo.
Hay ejemplos más claros del clima político cada vez más tenso.
Dirk Neubauer, un independiente que ocupó el cargo de comisario del condado al que pertenece Großschirma, fue durante mucho tiempo uno de los críticos más acérrimos de la AfD en la zona. “Realmente estamos en un camino muy peligroso”, dijo en un mensaje de vídeo después del sólido desempeño de la AfD en Sajonia en las elecciones europeas de junio. “No estamos reescribiendo la historia, estamos repitiéndola”.
Pero en julio, Neubauer renunció abruptamente, citando amenazas de extremistas de extrema derecha. “Durante meses, me he enfrentado a una amenaza personal y difusa de grupos de derecha”, dijo en otro mensaje de video . “Recibo cartas anónimas, recibo correos electrónicos anónimos, he tenido uno o dos enfrentamientos personales”, continuó, y agregó: “Todo eso se ha extendido a mi círculo privado, y he llegado a un punto en el que digo: 'Ya es suficiente'”.
La experiencia de Neubauer no es un caso aislado. Según una encuesta nacional realizada a políticos municipales y provinciales, entre mayo y octubre del año pasado, uno de cada dos políticos locales del este de Alemania sufrió hostilidad en forma de ataques verbales, agresiones físicas o mensajes de odio.
En Großschirma, Weigand dijo que está tratando de llegar a sus oponentes políticos para acabar con el clima polarizado. “Debemos crecer juntos como uno solo, eso es lo que defiendo”, dijo a POLITICO.
En las redes sociales, sin embargo, su tono suele ser más intenso.
En su canal de Telegram, publicó una vez una foto de policías fuertemente armados parados frente a una iglesia para protegerla. “Mamá, ¿por qué hay policías con armas grandes parados frente a la iglesia?”, decía un pie de foto.
“Porque somos de mente abierta y tolerantes”, fue la respuesta de la madre ficticia.
El subtexto era que las políticas migratorias del gobierno alemán habían traído la amenaza de ataques terroristas al país, o, como lo expresó Weigand en el post: “Las consecuencias de la ideología del multiculturalismo progresista fallido en una imagen”.
Añadió: “Recuperaremos nuestro país poco a poco”.
Ese tipo de retórica parecía distante cuando, una noche reciente en Großschirma, Weigand prestó juramento como alcalde interino, a la espera de su inevitable victoria en las elecciones del domingo.
Inmediatamente después, los miembros del consejo municipal se reunieron para una reunión y Weigand recibió un ramo rosa de felicitación.
A continuación, el alcalde interino pasó rápidamente a tratar los temas del orden del día: la reparación de una carretera local, la renovación de la piscina de la ciudad, seguido de un diálogo sobre la hora a la que los vecinos pueden cortar el césped.
Fuente: POLITICO
sábado, 7 de noviembre de 2015
Iniciativa yayoflauta a contemplar por los candidatos "presidenciables" el 20-D

En lo relativo a las pensiones, consideran los yayoflautas que su actualización es un mandato constitucional, contenido en el espíritu y la letra de sus artículos 41 y 50, y por ello es por lo que piden “la vuelta al Pacto de Toledo y la revalorización de las pensiones vinculada con el IPC”.