Albert
Einstein fue un físico de fama mundial. Este artículo se publicó
originalmente en el primer número de Monthly
Review (mayo
de 1949). Posteriormente se publicó en mayo de 1998 para conmemorar
el quincuagésimo aniversario del primer número de MR.
LOS EDITORES
¿Es
aconsejable que alguien que no es experto en cuestiones económicas y
sociales exprese opiniones sobre el socialismo? Por diversas razones,
creo que sí.

Consideremos
primero la cuestión desde el punto de vista del conocimiento
científico. Podría parecer que no existen diferencias metodológicas
esenciales entre la astronomía y la economía: los científicos de
ambos campos intentan descubrir leyes de aceptabilidad general para
un grupo circunscrito de fenómenos con el fin de hacer que la
interconexión de estos fenómenos sea lo más clara posible. Pero en
realidad tales diferencias metodológicas existen. El descubrimiento
de leyes generales en el campo de la economía se dificulta por la
circunstancia de que los fenómenos económicos observados a menudo
están influenciados por muchos factores que son muy difíciles de
evaluar por separado. Además, la experiencia acumulada desde el
comienzo del llamado período civilizado de la historia humana ha
sido, como es bien sabido, en gran medida influida y limitada por
causas que no son de naturaleza exclusivamente económica. Por
ejemplo, la mayoría de los grandes estados de la historia debieron
su existencia a la conquista. Los pueblos conquistadores se
establecieron, legal y económicamente, como la clase privilegiada
del país conquistado. Se apoderaron del monopolio de la propiedad de
la tierra y nombraron un sacerdocio de entre sus propias filas. Los
sacerdotes, en control de la educación, hicieron de la división de
clases de la sociedad una institución permanente y crearon un
sistema de valores por el cual el pueblo fue guiado a partir de
entonces, en gran medida de manera inconsciente, en su comportamiento
social.

Pero
la tradición histórica es, por así decirlo, de ayer; en ningún
lugar hemos superado realmente lo que Thorstein Veblen llamó “la
fase depredadora” del desarrollo humano. Los hechos económicos
observables pertenecen a esa fase e incluso las leyes que podemos
derivar de ellos no son aplicables a otras fases. Dado que el
verdadero propósito del socialismo es precisamente superar y avanzar
más allá de la fase depredadora del desarrollo humano, la ciencia
económica en su estado actual puede arrojar poca luz sobre la
sociedad socialista del futuro.
Albert Einstein en 1920.
En
segundo lugar, el socialismo se orienta hacia un fin ético-social.
Sin embargo, la ciencia no puede crear fines y, menos aún,
inculcarlos a los seres humanos; la ciencia, como mucho, puede
proporcionar los medios para alcanzar ciertos fines. Pero los fines
mismos son concebidos por personalidades con elevados ideales éticos
y —si estos fines no nacen muertos, sino vitales y vigorosos— son
adoptados y llevados adelante por esos muchos seres humanos que, de
manera semiinconsciente, determinan la lenta evolución de la
sociedad.
Por
estas razones, debemos estar en guardia para no sobreestimar la
ciencia y los métodos científicos cuando se trata de problemas
humanos, y no debemos asumir que los expertos son los únicos que
tienen derecho a expresarse sobre cuestiones que afectan a la
organización de la sociedad.
Desde
hace tiempo, innumerables voces afirman que la sociedad humana
atraviesa una crisis, que su estabilidad se ha visto gravemente
quebrantada. Es característico de una situación de este tipo que
los individuos se sientan indiferentes o incluso hostiles hacia el
grupo, pequeño o grande, al que pertenecen. Para ilustrar lo que
quiero decir, permítanme relatar aquí una experiencia personal.
Hace poco hablé con un hombre inteligente y bien dispuesto sobre la
amenaza de otra guerra, que en mi opinión pondría en grave peligro
la existencia de la humanidad, y le comenté que sólo una
organización supranacional ofrecería protección contra ese
peligro. Entonces mi visitante, con mucha calma y frialdad, me
preguntó: “¿Por qué se opone usted tan profundamente a la
desaparición de la raza humana?”
Estoy
seguro de que hace apenas un siglo nadie habría hecho tan a la
ligera una declaración de este tipo. Es la declaración de un hombre
que se ha esforzado en vano por alcanzar un equilibrio interior y que
ha perdido más o menos la esperanza de lograrlo. Es la expresión de
una dolorosa soledad y aislamiento que tanta gente sufre en estos
días. ¿Cuál es la causa? ¿Hay una salida?
Es
fácil plantear estas preguntas, pero difícil responderlas con un
cierto grado de seguridad. Debo, no obstante, intentarlo lo mejor que
pueda, aunque soy muy consciente de que nuestros sentimientos y
aspiraciones son a menudo contradictorios y oscuros y que no pueden
expresarse en fórmulas fáciles y sencillas.
El
hombre es, al mismo tiempo, un ser solitario y un ser social. Como
ser solitario, intenta proteger su propia existencia y la de los que
le son más cercanos, satisfacer sus deseos personales y desarrollar
sus capacidades innatas. Como ser social, busca ganar el
reconocimiento y el afecto de sus semejantes, compartir sus placeres,
consolarlos en sus penas y mejorar sus condiciones de vida. Sólo la
existencia de estos diversos y a menudo conflictivos esfuerzos
explica el carácter especial del hombre, y su combinación
específica determina el grado en que un individuo puede alcanzar un
equilibrio interior y puede contribuir al bienestar de la sociedad.
Es muy posible que la fuerza relativa de estos dos impulsos esté, en
lo fundamental, determinada por la herencia. Pero la personalidad que
finalmente surge está formada en gran medida por el medio en el que
el hombre se encuentra durante su desarrollo, por la estructura de la
sociedad en la que crece, por la tradición de esa sociedad y por su
evaluación de determinados tipos de comportamiento. El concepto
abstracto de “sociedad” significa para el ser humano individual
la suma total de sus relaciones directas e indirectas con sus
contemporáneos y con todas las personas de generaciones anteriores.
El individuo es capaz de pensar, sentir, esforzarse y trabajar por sí
mismo; pero depende tanto de la sociedad –en su existencia física,
intelectual y emocional– que es imposible pensar en él, o
comprenderlo, fuera del marco de la sociedad. Es la “sociedad” la
que proporciona al hombre alimento, vestido, un hogar, las
herramientas de trabajo, el lenguaje, las formas de pensamiento y la
mayor parte del contenido del pensamiento; su vida es posible gracias
al trabajo y los logros de los muchos millones de personas del pasado
y del presente que se esconden detrás de la pequeña palabra
“sociedad”.
Es
evidente, por tanto, que la dependencia del individuo respecto de la
sociedad es un hecho de la naturaleza que no puede abolirse, como en
el caso de las hormigas y las abejas. Sin embargo, mientras que todo
el proceso vital de las hormigas y las abejas está determinado hasta
el más mínimo detalle por instintos hereditarios rígidos, el
modelo social y las interrelaciones de los seres humanos son muy
variables y susceptibles de cambio. La memoria, la capacidad de hacer
nuevas combinaciones, el don de la comunicación oral han hecho
posible entre los seres humanos desarrollos que no están dictados
por necesidades biológicas. Tales desarrollos se manifiestan en
tradiciones, instituciones y organizaciones; en la literatura; en los
logros científicos y de ingeniería; en las obras de arte. Esto
explica cómo sucede que, en cierto sentido, el hombre puede influir
en su vida a través de su propia conducta, y que en este proceso el
pensamiento y el deseo conscientes pueden desempeñar un papel.
El
hombre adquiere al nacer, por herencia, una constitución biológica
que debemos considerar fija e inalterable, que incluye los impulsos
naturales característicos de la especie humana. Además, durante su
vida, adquiere una constitución cultural que adopta de la sociedad a
través de la comunicación y de otros muchos tipos de influencias.
Es esta constitución cultural la que, con el paso del tiempo, está
sujeta a cambios y la que determina en gran medida la relación entre
el individuo y la sociedad. La antropología moderna nos ha enseñado,
a través de la investigación comparativa de las llamadas culturas
primitivas, que el comportamiento social de los seres humanos puede
diferir mucho, dependiendo de los patrones culturales dominantes y de
los tipos de organización que predominan en la sociedad. Es en esto
en lo que quienes se esfuerzan por mejorar la suerte del hombre
pueden basar sus esperanzas: los seres humanos no están condenados,
a causa de su constitución biológica, a aniquilarse unos a otros o
a estar a merced de un destino cruel y autoinfligido.
Si
nos preguntamos cómo se debe cambiar la estructura de la sociedad y
la actitud cultural del hombre para que la vida humana sea lo más
satisfactoria posible, debemos tener siempre presente que hay ciertas
condiciones que no podemos modificar. Como ya hemos dicho, la
naturaleza biológica del hombre no está sujeta a cambios a todos
los efectos prácticos. Además, los avances tecnológicos y
demográficos de los últimos siglos han creado condiciones que no
desaparecerán. En poblaciones relativamente densamente pobladas y
con los bienes indispensables para su existencia continua, son
absolutamente necesarias una división extrema del trabajo y un
aparato productivo altamente centralizado. Ha quedado atrás para
siempre la época –que, en retrospectiva, parece tan idílica– en
la que individuos o grupos relativamente pequeños podían ser
completamente autosuficientes. Es sólo una ligera exageración decir
que la humanidad constituye incluso ahora una comunidad planetaria de
producción y consumo.
He
llegado al punto en que puedo indicar brevemente lo que para mí
constituye la esencia de la crisis de nuestro tiempo. Se trata de la
relación del individuo con la sociedad. El individuo se ha vuelto
más consciente que nunca de su dependencia de la sociedad. Pero no
experimenta esta dependencia como un bien positivo, como un vínculo
orgánico, como una fuerza protectora, sino más bien como una
amenaza a sus derechos naturales o incluso a su existencia económica.
Además, su posición en la sociedad es tal que los impulsos egoístas
que lo constituyen se acentúan constantemente, mientras que sus
impulsos sociales, que son por naturaleza más débiles, se
deterioran progresivamente. Todos los seres humanos, sea cual sea su
posición en la sociedad, sufren este proceso de deterioro. Sin
saberlo, prisioneros de su propio egoísmo, se sienten inseguros,
solos y privados del goce ingenuo, simple y sencillo de la vida. El
hombre puede encontrar sentido a la vida, corta y peligrosa como es,
sólo dedicándose a la sociedad.
En
mi opinión, la verdadera fuente del mal es la anarquía económica
de la sociedad capitalista tal como existe hoy. Tenemos ante nosotros
una enorme comunidad de productores cuyos miembros se esfuerzan
incesantemente por privarse unos a otros de los frutos de su trabajo
colectivo, no por la fuerza, sino en general cumpliendo fielmente las
reglas establecidas por la ley. A este respecto, es importante darse
cuenta de que los medios de producción, es decir, toda la capacidad
productiva necesaria para producir bienes de consumo y bienes de
capital adicionales, pueden ser legalmente, y en su mayor parte son,
propiedad privada de individuos.
Para
simplificar, en la exposición que sigue llamaré “trabajadores”
a todos aquellos que no comparten la propiedad de los medios de
producción, aunque esto no se corresponda del todo con el uso
habitual del término. El propietario de los medios de producción
está en condiciones de comprar la fuerza de trabajo del trabajador.
Al utilizar los medios de producción, el trabajador produce nuevos
bienes que pasan a ser propiedad del capitalista. El punto esencial
de este proceso es la relación entre lo que el trabajador produce y
lo que se le paga, ambos medidos en términos de valor real. En la
medida en que el contrato de trabajo es “libre”, lo que el
trabajador recibe no está determinado por el valor real de los
bienes que produce, sino por sus necesidades mínimas y por las
necesidades de fuerza de trabajo de los capitalistas en relación con
el número de trabajadores que compiten por puestos de trabajo. Es
importante entender que incluso en teoría el pago del trabajador no
está determinado por el valor de su producto.
El
capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte debido
a la competencia entre los capitalistas y en parte porque el
desarrollo tecnológico y la creciente división del trabajo
estimulan la formación de unidades de producción mayores a expensas
de las más pequeñas. El resultado de estos cambios es una
oligarquía del capital privado cuyo enorme poder no puede ser
controlado eficazmente ni siquiera por una sociedad política
organizada democráticamente. Esto es así porque los miembros de los
cuerpos legislativos son seleccionados por partidos políticos,
financiados en gran medida o influidos de otro modo por capitalistas
privados que, a todos los efectos prácticos, separan al electorado
del poder legislativo. La consecuencia es que los representantes del
pueblo, de hecho, no protegen suficientemente los intereses de los
sectores desfavorecidos de la población. Además, en las condiciones
actuales, los capitalistas privados controlan inevitablemente,
directa o indirectamente, las principales fuentes de información
(prensa, radio, educación). Por lo tanto, es extremadamente difícil,
y de hecho en la mayoría de los casos casi imposible, para el
ciudadano individual llegar a conclusiones objetivas y hacer un uso
inteligente de sus derechos políticos.
La
situación que prevalece en una economía basada en la propiedad
privada del capital se caracteriza por dos principios fundamentales:
en primer lugar, los medios de producción (capital) son de propiedad
privada y los propietarios disponen de ellos como les parece; en
segundo lugar, el contrato de trabajo es libre. Por supuesto, no
existe una sociedad capitalista pura en
este sentido. En particular, cabe señalar que los trabajadores, a
través de largas y encarnizadas luchas políticas, han logrado
obtener una forma algo mejorada del “contrato de trabajo libre”
para ciertas categorías de trabajadores. Pero en conjunto, la
economía actual no se diferencia mucho del capitalismo “puro”.
La
producción se lleva a cabo para obtener ganancias, no para
utilizarlas. No existe ninguna previsión de que todos aquellos
capaces y dispuestos a trabajar estén siempre en condiciones de
encontrar empleo; casi siempre existe un “ejército de
desempleados”. El trabajador tiene constantemente miedo de perder
su trabajo. Como los trabajadores desempleados y mal pagados no
proporcionan un mercado rentable, la producción de bienes de consumo
se ve restringida y la consecuencia son grandes penurias. El progreso
tecnológico a menudo produce más desempleo en lugar de aliviar la
carga de trabajo para todos. El afán de lucro, junto con la
competencia entre capitalistas, es responsable de una inestabilidad
en la acumulación y utilización del capital que conduce a
depresiones cada vez más graves. La competencia ilimitada conduce a
un enorme desperdicio de trabajo y a esa mutilación de la conciencia
social de los individuos que mencioné antes.
Considero
que esta mutilación de los individuos es el peor mal del
capitalismo. Todo nuestro sistema educativo padece este mal. Se
inculca en el estudiante una actitud competitiva exagerada, a quien
se le enseña a venerar el éxito adquisitivo como preparación para
su futura carrera.
Estoy
convencido de que sólo hay una
manera
de eliminar estos graves males, a saber, mediante el establecimiento
de una economía socialista, acompañada de un sistema educativo que
esté orientado hacia objetivos sociales. En una economía así, los
medios de producción serían propiedad de la propia sociedad y se
utilizarían de manera planificada. Una economía planificada, que
ajustara la producción a las necesidades de la comunidad,
distribuiría el trabajo a realizar entre todos los que estuvieran en
condiciones de trabajar y garantizaría un sustento a cada hombre,
mujer y niño. La educación del individuo, además de promover sus
propias capacidades innatas, intentaría desarrollar en él un
sentido de responsabilidad hacia sus semejantes en lugar de la
glorificación del poder y el éxito en nuestra sociedad actual.
Sin
embargo, es necesario recordar que una economía planificada no es
todavía socialismo. Una economía planificada como tal puede ir
acompañada de la completa esclavización del individuo. La
realización del socialismo requiere la solución de algunos
problemas sociopolíticos extremadamente difíciles: ¿cómo es
posible, en vista de la amplia centralización del poder político y
económico, impedir que la burocracia se vuelva todopoderosa y
arrogante? ¿Cómo se pueden proteger los derechos del individuo y,
con ello, asegurar un contrapeso democrático al poder de la
burocracia?
En
nuestra época de transición, la claridad sobre los objetivos y los
problemas del socialismo es de suma importancia. Dado que, en las
circunstancias actuales, el debate libre y sin trabas sobre estos
problemas se ha convertido en un poderoso tabú, considero que la
fundación de esta revista constituye un importante servicio público.
Fuente:
Monthly
Review
Opinión
complementaria de
El
éxito de la serie de Netflix "El problema de los tres cuerpos"
ha sacado a la luz uno de los muchos acontecimientos paradójicos del
siglo XX: la campaña contra Einstein durante la Revolución Cultural
en China, que reanudó las polémicas anteriores del ideólogo
estalinista soviético Zhdanov contra Las teorías del físico.
Desgraciadamente, los ataques contra Einstein no son una invención
de la propaganda occidental sino un hecho histórico sobre el que
escribiré un post si tengo tiempo (uno de los muchos ejemplos del
daño causado por el estalinismo a la credibilidad del socialismo y
el comunismo). La paradoja radica en el hecho de que Einstein siempre
había sido un hombre fuertemente de izquierda y estaba bajo
vigilancia en los EE.UU. como sospechoso de ser comunista por sus
abiertas convicciones socialistas (léase Camarada
Albert Einstein).
La histórica revista socialista estadounidense Montly Review dedica
su número de mayo de 2024 a Einstein con la publicación de la
introducción del editor John
Bellamy Foster a
la nueva edición de "Por qué el socialismo". Aquí está
la traducción.
Un
memorando de la primavera de 1949, contenido en el "expediente
Albert Einstein" de la Oficina Federal de Investigaciones, que
forma parte del archivo del FBI de documentos publicados en virtud de
la Ley de Libertad de Información, afirma:
“Un
agente de campo le informó que en abril de 1949 se distribuyó una
circular en el área de Nashua, New Hampshire, anunciando una nueva
revista titulada “Monthly Review”, “una revista socialista
independiente”. El primer número está fechado como publicado en
mayo de 1949. El primer número contendría artículos de Albert
Einstein: “¿Por qué el socialismo[?]”; Paul M. Sweezy –
“Evolución reciente del capitalismo estadounidense”; Otto Nathan
– “Transición al socialismo en Polonia”; Leo Huberman –
“Socialismo y trabajo americano”…. Asunto: Informe de Nueva
York, de fecha 15-03-51 Espionaje-CH.1
El
resto del mensaje está tachado. Otro memorando inmediatamente
posterior al expediente Einstein del FBI, y que fue redactado de
manera similar, dice:
Informó
a la oficina de Nueva York que la “Monthly Review”, 66 Barrow
Street, Nueva York, autoproclamada “una revista socialista
independiente”, hizo su primera aparición en mayo de 1949. El
primer número contenía artículos de Albert Einstein y otros. Este
informe [de investigación] afirmó además que un estudio de los
artículos contenidos en una auditoría de los editores y
colaboradores reveló que esta revista era de inspiración comunista
y seguía la línea aprobada por el Partido Comunista…. Informe de
Nueva York, de fecha 30 de enero de 1950; Re: Seguridad interna. 2
En la portada hay una fotografía histórica de Einstein con el ex vicepresidente Henry Wallace (izquierda), Lewis L. Wallace de la Universidad de Princeton (segundo desde la derecha) y el tenor negro Paul Robes.
Albert
Einstein, el físico teórico y científico más famoso del mundo,
había huido de Alemania después del ascenso de Adolf Hitler y
emigró a los Estados Unidos en 1933, donde se convirtió en
ciudadano en 1940. Sin embargo, para J. Edgar Hoover, Einstein
permaneció una figura peligrosa y antiamericana, que amenazaba la
seguridad interna de Estados Unidos con su sola presencia en el país.
Su publicación en 1949 de un artículo titulado “¿Por qué el
socialismo?” para el nuevo periódico Monthly Review: An
Independent Socialist Magazine fue visto por el FBI como una
confirmación directa de sus fuertes “simpatías comunistas”.
El
FBI había abierto su expediente sobre Einstein en 1932, cuando
intentaba emigrar a Estados Unidos, con un extenso informe de la
Woman Patriot Corporation (WPC), que en su extremo anticomunismo
sostenía que Einstein era inadmisible en el país. país. “Ni
siquiera el propio Stalin”,
acusó el WPC, “está afiliado a tantos grupos anarcocomunistas
internacionales para promover... la revolución mundial y la anarquía
final, como ALBERT EINSTEIN”. 3 El FBI continuó reuniendo todo lo
que pudo sobre los numerosos socialistas de Einstein. lazos para el
resto de su vida4.
Aunque
Einstein envió una famosa carta al presidente Franklin D. Roosevelt
el 2 de agosto de 1939 sobre la posibilidad de desarrollar una bomba
atómica (carta que a menudo se ha visto como la premisa directa del
Proyecto Manhattan), el ejército estadounidense lo declaró un
riesgo para la seguridad. y fue excluido del desarrollo, e incluso
del conocimiento, de la fabricación de la bomba atómica durante la
Segunda Guerra Mundial, incluida la decisión del presidente Harry S.
Truman de lanzarla sobre Hiroshima y Nagasaki5.
A
finales de la década de 1940, ya había comenzado el Terror Rojo
asociado con el macartismo, que lleva el nombre del senador
estadounidense Joseph McCarthy. En abril de 1949, apenas un mes antes
de la publicación de “¿Por qué el socialismo?” de Einstein en
Monthly Review, la revista Life (hermana de Time) incluyó a Einstein
en una sesión de fotos de dos páginas que retrata a los cincuenta
principales "incautos y compañeros de viaje" del comunismo
en el país. Al servicio también asistieron personajes ilustres como
el compositor y director de orquesta Leonard Bernstein, el actor
Charlie Chaplin, el poeta Langston Hughes, la dramaturga Lillian
Hellman, el congresista estadounidense Vito Marcantonio, el profesor
de estudios americanos FO Matthiessen, el dramaturgo Arthur Miller,
Atomic el físico Philip Morrison, la escritora Dorothy Parker y el
comentarista de radio J. Raymond Walsh. En la página anterior se
describió al ex vicepresidente estadounidense Henry A. Wallace como
un “destacado compañero de viaje”. 6
Lo
que aumentó en aquel momento los temores y sospechas del FBI,
ligados a la histeria anticomunista generalizada, fue sin duda el
hecho de que "¿Por qué el socialismo?" El de Einstein fue
uno de los argumentos a favor del socialismo más sucintos y
poderosos jamás escritos. Es un ensayo que ha resistido la prueba
del tiempo y que hoy, setenta y cinco años después, es mucho más
celebrado en todo el mundo que en el momento de su publicación.
"En
este sentido, soy socialista".
En
1949, Einstein no era un nuevo iniciado en el socialismo. En 1895, a
la edad de 16 años, se trasladó a Suiza para estudiar en la Escuela
Politécnica Federal de Zurich.7 Para Einstein, 1905 sería el "año
milagroso", durante el cual obtendría su doctorado en la
Universidad de Zurich. y publicó cinco trabajos innovadores en
física teórica (incluida su tesis doctoral) que lo harían famoso
en todo el mundo. Sería venerado en todo el mundo como la
personificación del progreso y la creatividad humanos. Pero la
creatividad de Einstein como científico y su universalismo nunca
estuvieron separados de su compromiso con una sociedad más
igualitaria.
Era
un socialista convencido, vinculado a innumerables grupos y causas
radicales y un acérrimo opositor a toda forma de
discriminación.
Después de su apertura en
1911, pasó mucho tiempo en el Gran Café ODEON de Zurich, que era un
lugar de reunión de radicales rusos, entre ellos Alexandra Kollontai
y, más tarde, VI Lenin y León Trotsky, así como numerosas figuras
culturales de las vanguardias. guardia.
Sin
duda estuvo involucrado en las numerosas y acaloradas discusiones
político-culturales que allí tuvieron lugar.
El
suyo no era un socialismo tímido. En algunas circunstancias
históricas vio la necesidad de revoluciones. El 19 de noviembre de
1918, el día en que abdicó el káiser Guillermo II, Einstein
publicó el famoso cartel en la puerta de su aula: “LECCIÓN
CANCELADA: REVOLUCIÓN”. 8 Un año más tarde escribió: “Estoy a
favor de una economía planificada… en este En el sentido de que
soy socialista”. 9 En 1929 declaró: “Honro a Lenin como un
hombre que se ha sacrificado por completo y ha dedicado todas sus
energías a la realización de la justicia social. No considero que
sus métodos sean prácticos, pero una cosa es segura: hombres como
él son los guardianes y restauradores de la conciencia de la
humanidad”. 10 En un artículo de 1931, “El mundo como lo veo”,
escribió: “Considero que las distinciones de clases injustificadas
y, en última instancia, basadas en la fuerza”.11
Aunque
más tarde se distanció del carácter soviético de la organización,
Einstein, junto con Bertrand Russell, Upton Sinclair y otros
socialistas independientes, suscribió la posición amplia del
Congreso Internacional contra las guerras imperialistas en 1932.12. En
1945 declaró:
“Estoy convencido… de que en
un Estado con una economía socialista las perspectivas son mejores
para que el individuo promedio alcance el máximo grado de libertad
compatible con el bienestar de la comunidad”.13
Como
explicó Otto Nathan, amigo y colaborador de Einstein, en Einstein
sobre la paz en 1960:
“Einstein
era socialista. Creía en el socialismo porque, como igualitario
acérrimo, se oponía a la división de clases del capitalismo y a la
explotación del hombre por el hombre que, en su opinión, este
sistema facilitaba más ingeniosamente que cualquier organización
económica anterior. Era socialista porque estaba seguro de que la
economía capitalista no podía garantizar adecuadamente el bienestar
de todas las personas y que la anarquía económica del capitalismo
era la fuente de muchos males de la sociedad contemporánea.
Finalmente, era socialista porque estaba convencido de que, bajo el
socialismo, había una mayor posibilidad de lograr el mayor grado de
libertad compatible con el bienestar público que bajo cualquier otro
sistema conocido por el hombre.”14
La
Fundación Albert Einstein y el auge del macartismo en la educación
superior
En
1933, Einstein se unió al recién formado Instituto de Estudios
Avanzados de Princeton. Aquí pasará mucho tiempo con Nathan,
profesor visitante en el departamento de economía de Princeton y,
como el propio Einstein, refugiado de la Alemania nazi. Nathan, un
economista socialista, había obtenido su doctorado en economía y
derecho en Alemania en 1921 y había sido asesor económico del
gobierno de Weimar. En los Estados Unidos, en 1930-31, había formado
parte del Comité de Emergencia sobre Empleo del presidente Herbert
Hoover. En 1933 renunció a sus puestos en Alemania y fue contratado
como profesor invitado en Princeton en 1933-35, después de lo cual
enseñó en la Universidad de Nueva York de 1935 a 1942, en Vassar de
1942 a 1944 y en la Universidad de Howard de 1946 a 1952. . A
principios de la década de 1940, Nathan dio una conferencia sobre
economía marxista para el grupo de estudio marxista de Vassar.
Trabajó estrechamente con Einstein desde 1933 hasta su muerte en
1955, a menudo también como asesor financiero. Einstein lo llamó su
"amigo más cercano" y confidente. Nathan era el único
albacea y cofideicomisario (junto con la secretaria de Einstein,
Helen Dukas) del patrimonio de Einstein. Durante su larga
colaboración, Einstein trató a Nathan como su representante en
asuntos políticos y educativos, enfatizando su acuerdo en todos los
asuntos15.
Para
Einstein, una educación humana y progresista estaba directamente
vinculada al avance de la causa socialista. En 1946-47 desempeñaría
un papel destacado, junto con Nathan, en la fundación de la
Universidad Brandeis, originalmente concebida como una institución
secular de educación superior de base judía que también
representaría una concepción nueva y más amplia de una universidad
libre. Aquí se encontrarían las opiniones de Einstein sobre la
reforma educativa y el cambio social radical. La fundación de
Brandeis fue una respuesta al sistema de cuotas de las instituciones
de la Ivy League de Estados Unidos, así como de casi todos los demás
colegios y universidades, que limitaban el número de estudiantes
judíos, junto con los de otras minorías. La propuesta original para
la nueva universidad era ponerle el nombre de Einstein, pero él se
negó y declaró que debería llevar el nombre de "un gran judío
que también fue un gran estadounidense", lo que llevó a que la
universidad llevara el nombre del ex juez de la Corte Suprema.
Tribunal de los Estados Unidos Louis Brandeis.17
Sin
embargo, el apoyo de Einstein fue fundamental para que la nueva
universidad despegara. La principal fuente de financiación para el
establecimiento de la nueva universidad fue la Fundación Albert
Einstein para la Educación Superior, en cuya junta directiva se
encontraba Nathan. El presidente de la Fundación era S. Ralph
Lazrus, un rico hombre de negocios con una visión política
progresista, vinculado a la cadena de grandes almacenes Allied Stores
y a la Benrus Watch Company. El Patronato de Brandeis estuvo
presidido por George Alpert.
En
enero de 1947, Paul M. Sweezy, uno de los principales economistas de
izquierda del mundo, autor de La
teoría del desarrollo capitalista: principios de la economía
política marxista (1942),
que acababa de dimitir de su puesto como profesor de economía en
Harvard – presentó un informe de ochenta y siete páginas,
titulado Un
plan para la Universidad Brandeis,
que describe una estructura propuesta para la nueva universidad.19
El
Plan Sweezy fue claramente encargado por la Fundación Albert
Einstein, proveniente de Nathan como representante de Einstein.
Nathan y su buen amigo, el periodista trabajador socialista Leo
Huberman, se reunían casi a diario mientras el primero enseñaba en
la Universidad de Nueva York. Como resultado, Nathan conoció a
Sweezy, con quien Huberman tenía una fuerte amistad y una estrecha
relación de trabajo.20
El
plan Brandeis de Sweezy tenía como objetivo crear una universidad
más abierta, accesible y orientada al futuro, diferente a cualquier
otra existente en los Estados Unidos. Tenía “dos premisas
principales”. En primer lugar, “el corazón y el alma de la
universidad” serían “su cuerpo docente”, quienes gobernarían
la propia universidad como autoridad suprema. Todos los estándares e
incentivos deberían haberse determinado internamente, en lugar de
venir desde afuera. En segundo lugar, la propia universidad sería
concebida como “una comunidad de estudio y aprendizaje”. Sweezy
indicó que se debería hacer hincapié en la creación de una
institución pequeña y de primer nivel, comenzando con un cuerpo
docente de cien personas y un cuerpo estudiantil de unos quinientos.
El énfasis inicial estaría en las ciencias sociales y las
humanidades, con el profesorado organizado en escuelas y no en
departamentos. También enfatizó que se daría prioridad a “atraer
negros calificados tanto al cuerpo docente como al estudiantado” y
que varias becas ofrecidas por la universidad se reservarían
“exclusivamente para estudiantes negros”. Todas estas propuestas
estaban en línea con las opiniones de Nathan y Einstein, y Nathan
presentó un esquema de cinco páginas de la estructura de la nueva
universidad con la que se integraba el plan más amplio de Sweezy. Un
trabajo crítico clave identificado en Un
plan para la Universidad Brandeis de
Sweezy fue The
Higher Learning in America21 de
Thorstein Veblen .
Sin
embargo, supuestamente surgió un conflicto entre la Fundación
Albert Einstein para la Educación Superior y el Patronato de
Brandeis con respecto a los planes académicos progresistas de la
Fundación. La cuestión saldría a la luz en el contexto de la
elección del rector de la nueva universidad. En busca de un
presidente potencial, y con el apoyo de Einstein, Nathan viajó a
Londres para reunirse con Harold Laski, sin duda alentado por
Huberman y Sweezy, quienes habían estudiado con Laski en la London
School of Economics (LSE 22 Laski), un ex instructor de Harvard. ,
que durante muchos años fue profesor de la LSE y miembro de la
ejecutiva del Partido Laborista británico, fue ampliamente
reconocido como uno de los principales pensadores político-económicos
del mundo. En 1939, Laski escribió un artículo, “Por qué soy
marxista”, publicado originalmente en los Estados Unidos en The
Nation y luego reimpreso en Monthly Review tras su muerte en 1950. En
respuesta a la Gran Depresión y el ascenso del nazismo, declaró : “
Ha llegado el momento de un ataque central a la estructura del
capitalismo. Nada menos que una socialización total puede remediar
la situación. La alternativa en toda la civilización occidental…
es, en mi opinión, una rápida deriva hacia el fascismo”.23
Nathan
y Einstein creían que Laski, uno de los principales pensadores
judíos del mundo, comprometido con la educación laica y con fuertes
valores socialistas, era la elección ideal para la presidencia de
Brandeis, capaz de formar una sociedad más libre, más abierta y más
progresista de lo que imaginaban. Einstein, con el apoyo inicial de
Alpert y con lo que Einstein afirmó era la autorización de la Junta
Directiva y de la Fundación (aunque luego sería cuestionada),
escribió a Laski, invitándolo a considerar la posibilidad de asumir
el cargo de presidente de Brandeis. 24 En la carta del 15 de abril de
1947, Einstein decía:
“Estimado
Sr. Laski,
Como
supo hace unos meses por mi amigo Otto Nathan, aquí se está
haciendo un esfuerzo muy serio para establecer una nueva universidad,
lo que creemos que se ha vuelto necesario debido al sistema de cuotas
utilizado abierta o encubiertamente por casi todos los
estadounidenses. Colegios y universidades. Esperamos que la nueva
institución facilite que los hombres y mujeres jóvenes de
religiones judías y otras minorías obtengan una educación de alto
nivel. Asimismo, esperamos brindar la oportunidad a aquellos
científicos y académicos, que en las condiciones actuales sufren
una grave discriminación, de encontrar un lugar donde puedan enseñar
y trabajar. La Universidad estará en manos judías, pero estamos
decididos a transformarla en una institución animada por un espíritu
libre y moderno, que enfatice, sobre todo, la erudición y la
investigación independientes y que no conozca discriminación a
favor o en contra de nadie por motivos de sexo, color , credo, origen
nacional u opinión política. Corresponderán a la Facultad todas
las decisiones sobre políticas educativas, sobre organización de la
docencia y de la investigación.
El
Patronato me ha delegado la facultad de elegir al primer rector de la
Universidad. Este hombre tendría la ardua tarea de ayudarnos a
determinar los fundamentos fundamentales de la Universidad y de
seleccionar y organizar el profesorado inicial del que tanto depende.
Todos creemos que de todos los judíos vivos usted es el hombre que,
al aceptar el gran desafío, tendría mayores posibilidades de éxito.
No sólo conoce usted los Estados Unidos y sus instituciones
académicas más íntimamente que muchos educadores estadounidenses,
sino que su reputación como académico excepcional está muy
extendida en todo el país.
Por
lo tanto, le escribo para preguntarle si estaría dispuesto a
considerar tal invitación”.25
Laski
respondió casi de inmediato a la oferta de Einstein, señalando que,
lamentablemente, por motivos personales y familiares, así como por
su compromiso con la lucha por el socialismo en Gran Bretaña, no
podía salir de Londres y, por tanto, no podía aceptar la oferta.
.26 Sin embargo, a pesar de la carta de Laski rechazando el puesto,
que ya había sido recibida, Alpert vio claramente la oferta a Laski
como un tema potencialmente controvertido y una forma de tomar el
control de la gestión de la universidad. El objetivo era marginar a
Nathan y Lazrus, y por tanto a Einstein, anulando el papel de la
Fundación Albert Einstein en la determinación de la dirección
académica de la universidad. Así, a pesar de su apoyo inicial a la
oferta a Laski, Alpert tomó ahora el camino opuesto. De repente
argumentó, aunque la acusación era dudosa y carecía de pruebas
claras, que Nathan y Lazrus (implicando indirectamente al propio
Einstein) se habían excedido en su autoridad al hacerle tal oferta a
Laski. Alpert negó que la junta directiva de la Fundación hubiera
autorizado la oferta en una reunión que ahora afirmaba que carecía
de quórum.27 Más precisamente, insistió en que la elección de
Laski era inaceptable porque reflejaba una política radical y
“antiestadounidense”.
La respuesta de
Einstein fue defender a Nathan y Lazrus, dejando claro que tenían
toda su confianza y que habían actuado de acuerdo con sus ideas.
Destacó que él mismo escribió la carta a Laski después de obtener
la aprobación de Alpert, de la junta directiva y de la Fundación.
Luego, Einstein cortó su conexión con Brandeis, lo que provocó que
el nombre de la Fundación Albert Einstein para la Educación
Superior se cambiara a Fundación Brandeis y que tanto Nathan como
Lazarus renunciaran a sus cargos.
Según
Alpert, cuyas observaciones sobre el incidente fueron destacadas en
el New York Times el 23 de junio de 1947, bajo el titular "Sesgo
izquierdista acusado en University Row", los asociados de
Einstein se habían "arrogado la definición de política
académica", con el objetivo de dar en la universidad "una
orientación política radical" y abrirse "subrepticiamente"
hacia una "opción absolutamente inaceptable". Con la
introducción de tácticas macartistas, Alpert declaró que era
inaceptable que cualquier figura intelectual asociada con ideas
socialistas dirigiera una universidad estadounidense.29
Einstein
quedó impactado por las tácticas del Terror Rojo utilizadas contra
él y sus colaboradores, como se refleja en el borrador de respuesta
a las declaraciones públicas de Alpert. Su respuesta pública real,
sin embargo, fue moderada y directa:
“Las
declaraciones de prensa hechas por George Alpert y otro miembro del
Patronato de la Universidad de Brandeis con motivo de mi retiro y el
de mis amigos, los profesores Otto Nathan y S. Ralph Lazrus, me
convencieron de que no era demasiado pronto para romper un vínculo
del que no se podía esperar nada bueno de la comunidad. Mis
compañeros de clase y yo habíamos llegado con gran reticencia a la
conclusión de que el tipo de institución académica que nos
interesaba no podría realizarse en las circunstancias actuales y con
el liderazgo actual.”30
Como
escribió William Zuckerman en la publicación judía The American
Hebrew: “La declaración del Sr. Alpert es… [la] de un
político reaccionario y partidista digno de un miembro del Comité
de Actividades Antiamericanas de la Cámara, no de un rector de una
universidad que lleva el nombre del Comité. difunto juez Brandeis
“31.
La
campaña de Wallace y el nacimiento de la
Monthly Review
El
fracaso, en el clima represivo de la época, en crear un nuevo tipo
de universidad abierta y democrática, dedicada a una visión más
progresista, con control absoluto sobre la institución ejercido por
el profesorado, sin discriminación racial en sus políticas de
admisión e incorporando políticas socialistas. Los valores de
igualdad tuvieron un profundo efecto en Einstein. En 1948, en medio
de la histeria anticomunista que entonces se dirigía contra todos
los movimientos de izquierda del país, incluidas las fuerzas
radicales de izquierda sindical, de derechos civiles y académica que
habían formado una coalición bajo el New Deal de Roosevelt,
Einstein apoyó Wallace, el candidato del Partido Progresista en las
elecciones presidenciales. Wallace contó con el apoyo de las fuerzas
radicales que habían dado gran parte del impulso al New Deal de
Roosevelt. Su campaña se opuso a la Guerra Fría, apoyó el control
internacional de las armas nucleares y apoyó los derechos civiles y
de los trabajadores. Una famosa fotografía tomada poco antes del
lanzamiento oficial del Partido Progresista muestra a Einstein y Paul
Robeson junto a Wallace.32 Huberman y Sweezy escribieron el preámbulo
de la plataforma del Partido Progresista, que fue adoptada en la
Convención de Filadelfia en julio de 1948. Sweezy asumiría el poder
el puesto como presidente de campaña de Wallace en New Hampshire.33
A
pesar de obtener más de un millón de votos, Wallace perdió
rotundamente las elecciones, en parte debido a la campaña de
hostigamiento rojo emprendida en su contra por el candidato
presidencial del Partido Demócrata, el entonces presidente Truman.34
A raíz de la desastrosa derrota de Wallace, Huberman, Sweezy,
Nathan, y aparentemente incluso Einstein, llegaron a la conclusión
de que una de las principales razones de la derrota electoral de
Wallace fue su incapacidad para articular una visión positiva, que
sólo podía provenir del socialismo. Einstein creía que Wallace era
“sin duda un liberal”, no un socialista.35
En
estas circunstancias, Huberman, Sweezy y Nathan se convencieron de
que en Estados Unidos se necesitaba un periódico socialista
independiente que proporcionara la educación y la visión política
necesarias, aunque esto fuera, en el contexto de la época, sólo una
mera "defensa". una acción de retaguardia”. 36 Como
resultado, comenzaron a trabajar juntos para fundar lo que se
convirtió en Monthly Review. Fueron ayudados por Matthiessen, quien
había trabajado con Sweezy en la formación del Sindicato de
Maestros de Harvard en la década de 1930 y también era un
partidario activo de Wallace. Nathan era un miembro silencioso del
grupo editorial fundador de la nueva revista y no quería aparecer en
la revista dados los ataques macartistas que ya estaban dirigidos a
los profesores universitarios. Escribió para los dos primeros
números de Monthly Review y participó activamente en su
planificación y desarrollo. Sin embargo, su papel disminuyó
gradualmente en el primer año de publicación. Su contribución más
duradera a la Monthly Review fue animar a Einstein a escribir para el
primer número.
Así,
cuando se publicó el número inaugural de Monthly Review en mayo de
1949, Huberman y Sweezy figuraban como editores, mientras que los
cuatro autores de los artículos del número (después de dos
editoriales) eran, en orden, Einstein, Sweezy, Huberman y Nathan. Fue
el artículo de Einstein en el primer número de Monthly Review el
que asumió la tarea principal de articular el significado del
socialismo mismo y llamó la atención del FBI sobre la revista.
Había
una larga tradición de destacados socialistas que publicaban
artículos titulados “Por qué soy socialista”. 39 Nathan, con el
apoyo de Huberman y Sweezy, sugirió que Einstein escribiera tal
ensayo. Einstein, sin embargo, decidió adoptar un formato
completamente diferente, sin basarse en sus propias opiniones
subjetivas, sino más bien presentando un argumento objetivo y
directo para elegir un camino socialista, lo que llevó a la cualidad
muy particular de “¿Por qué el socialismo?”, que tomó de
carácter científico40.
Einstein
y la defensa objetiva del socialismo
Escrito
con desesperada brevedad, “¿Por qué el socialismo?” de Einstein
tenía poco más de seis páginas. Aunque fue producto exclusivamente
suyo, mostró la influencia de dos grandes pensadores
socioeconómicos: Veblen y Karl Marx. Como escribió C. Wright Mills
en una famosa introducción a La
teoría de la clase ociosa de
Veblen: “Thorstein Veblen es el mejor crítico de Estados Unidos
que Estados Unidos ha producido”. 41 En la década de 1940, Veblen
era uno de los autores favoritos de Einstein. En 1944, Einstein
escribió: “Debo innumerables horas felices a la lectura de las
obras de [Bertrand] Russell, lo que no puedo decir de ningún otro
escritor científico contemporáneo excepto Thorstein Veblen”. 42
Einstein veía a Marx como un gran pensador, que estaba al lado de
Baruch. Spinoza como exponente de la libertad humana derivada de la
tradición judía. Como declaró: “En la tradición del pueblo
judío hay un amor por la justicia y la razón que debe continuar
trabajando por el bien de todas las naciones, ahora y en el futuro.
En los tiempos modernos esta tradición ha producido a Spinoza y Karl
Marx”43.
La
primera mitad de “¿Por qué el socialismo?” se refería a las
opiniones de Veblen. Einstein comenzó su ensayo con una pregunta y
una respuesta: “¿Es aconsejable que alguien que no es un experto
en temas económicos y sociales exprese opiniones sobre el tema del
socialismo? Creo que lo es por varias razones". Continuó
explicando que hasta el día de hoy “no hemos superado en ninguna
parte lo que Thorstein Veblen llamó 'la fase depredadora' del
desarrollo humano...
Dado
que el verdadero objetivo del socialismo es precisamente superar y
avanzar más allá de la fase depredadora del desarrollo humano, la
ciencia económica en su estado actual puede arrojar poca luz sobre
la sociedad socialista del futuro”. 44 También era cierto que el
socialismo estaba “dirigido hacia "un objetivo ético-social"
al que la ciencia, tal como se la entiende normalmente, poco podría
contribuir. Por lo tanto, los expertos en las estructuras económicas
actuales no eran “los únicos que tenían derecho a expresarse
sobre cuestiones que conciernen a la organización de la sociedad”.45
La
principal ocupación de Einstein en ese momento era la lucha por la
paz mundial frente a la amenaza existencial que representaban las
armas nucleares. La cuestión de la paz está directamente vinculada
a la relación del individuo con la sociedad. El individuo típico
del capitalismo contemporáneo estaba tan alienado y conmocionado por
las terribles circunstancias que entonces prevalecían, tanto de
origen económico como resultantes de la amenaza de guerra, hasta el
punto de que a menudo cuestionaba el concepto mismo de humanidad.
Albert Einstein con Robert Oppenheimer en 1947.
Como
escribió Einstein: “Recientemente hablé con un hombre inteligente
y bien dispuesto sobre la amenaza de otra guerra, que en mi opinión
pondría en grave peligro la existencia de la humanidad, y observé
que sólo una organización supranacional ofrecería protección
contra el peligro. Entonces mi visitante, muy tranquila y fríamente,
me dijo: '¿Por qué te opones tan profundamente a la desaparición
de la raza humana?'”46
Einstein
afirmó que nada más indicaba tan claramente la crisis social y
moral contemporánea: “Estoy seguro de que hace sólo un siglo
nadie habría hecho tal afirmación tan a la ligera. Es la
declaración de un hombre que ha intentado en vano lograr un
equilibrio dentro de sí mismo y ha perdido más o menos la esperanza
de lograrlo. Es la expresión de una dolorosa soledad y aislamiento
que tanta gente sufre en estos días. ¿Cuál es la causa? ¿Hay
alguna salida?47
La
propia negativa a afrontar la crisis existencial de la humanidad,
llegando incluso a negar la importancia de la continuación de la
existencia humana, dramatizó la desesperación y la alienación
generalizadas entonces, como ahora, haciendo necesario buscar una
salida.
“El
hombre”, observa Einstein en “¿Por qué el socialismo?”, “es
al mismo tiempo un ser solitario y un ser social”. Por tanto, el
carácter del ser humano es producto de impulsos individuales y
sociales, que reflejan fuerzas internas y externas.48
Cada
persona tiene tanto una "constitución biológica" heredada
como una "constitución cultural" adoptada por la sociedad,
que en conjunto afectan su desarrollo. Sin embargo, los individuos
pueden influir en sus vidas hasta cierto punto en virtud de la
conciencia, la comunicación y las acciones que cada uno elige
realizar dentro de las limitaciones que presenta la sociedad, que en
sí misma está sujeta a cambios. “El comportamiento social de los
seres humanos puede ser muy diferente, dependiendo de los modelos
culturales imperantes y de los tipos de organización que predominen
en la sociedad. En esto pueden basar sus esperanzas quienes se
esfuerzan por mejorar la suerte del hombre: los seres humanos no
están condenados, por su constitución biológica, a aniquilarse
unos a otros ni a estar a merced de un destino cruel y autoinfligido.
"49
Fue
esta firme creencia la que llevó a Einstein, en su ensayo, a abordar
la estructura de la sociedad actual. La dependencia del individuo de
la sociedad hoy, escribe, es tal que el individuo “no experimenta
esta dependencia como... un vínculo orgánico, como una fuerza
protectora, sino más bien como una amenaza a sus derechos naturales,
o incluso a su existencia económica. Esto se debe a que la
estructura de la sociedad es tal que acentúa los "impulsos
egoístas" y al mismo tiempo debilita los "impulsos
sociales" presentes en la composición del individuo, "que
son por naturaleza más débiles", yendo así en contra del
hecho insuperable que "el hombre sólo puede encontrar sentido a
la vida, por corta y peligrosa que sea, dedicándose a la
sociedad".50
Basándose
en Marx para gran parte de su argumento, Einstein enfatizó que si
bien existe "una enorme comunidad de productores" en la
"sociedad capitalista" actual, la gran mayoría de ellos
están privados "de los frutos de su trabajo colectivo", ya
que "todo el La capacidad productiva de la sociedad” es “en
su mayor parte… propiedad privada de los individuos”. Aquí,
esbozó “por simplicidad” (es decir, en un alto nivel de
abstracción), las principales características de una sociedad de
clases capitalista. En este sistema, “los 'trabajadores'... [o]
todos aquellos que no participan en la propiedad de los medios de
producción” se ven obligados a vender su “fuerza de trabajo”
al “dueño de los medios de producción”.51 Por lo tanto, el
propietario puede apropiarse de todo el excedente (valor) generado
más allá de lo que se paga al trabajador para satisfacer las
"necesidades mínimas" de este último. "Es importante
comprender", escribió, "que incluso en teoría el pago del
trabajador no está determinado por el valor de su producto".52
Las
principales contradicciones de la sociedad de clases capitalista,
según Einstein, surgían de la promoción de la desigualdad. En
lugar de tender a condiciones igualitarias, “el capital privado
tiende a concentrarse en unas pocas manos” a través del
funcionamiento normal del proceso de acumulación, mediante el cual
“la formación de unidades de producción más grandes” se
produce “a expensas de las más pequeñas”. Esto genera “una
oligarquía del capital privado” tan poderosa que “no puede ser
controlada efectivamente ni siquiera por una sociedad
democráticamente organizada”. Esto es tanto más cierto cuanto que
los políticos electos y los partidos a los que pertenecen están “en
gran medida financiados o influenciados de otro modo por capitalistas
privados” que se interponen entre el electorado y la mayoría de la
población. “Además, en las condiciones actuales, los capitalistas
privados controlan inevitablemente, directa o indirectamente, las
principales fuentes de información (prensa, radio, educación)”,
que median entre quienes gobiernan la sociedad y la población en su
conjunto.53
El
capitalismo, explicó Einstein, es un sistema en el que “la
producción se hace con fines de lucro, no para uso”, dejando a
muchos en situación de desventaja y desventaja. El sistema cuenta
con el apoyo de “un ejército de desempleados”, de modo que el
trabajador teme constantemente ser relegado al ejército de reserva
del trabajo. Los nuevos avances tecnológicos a menudo resultan en
que los trabajadores pierdan sus empleos, fortaleciendo así aún más
el ejército de desempleados y el poder relativo de los
propietarios.54
El
“motivo de lucro”, junto con la competencia desenfrenada, son
responsables de graves crisis económicas, un “enorme desperdicio
de trabajo” y la “parálisis de la conciencia social de los
individuos”. Este último es “el peor mal del capitalismo”, ya
que permite que la sociedad se vuelva contra la población. “Todo
nuestro sistema educativo” cultiva valores tan alienados y por
tanto “sufre este mal”.55
“Estoy
convencido de que sólo hay una
manera
de eliminar estos graves males”, declaró Einstein, “es decir,
mediante la creación de una economía socialista, acompañada de un
sistema educativo orientado hacia objetivos sociales. En una economía
así, los medios de producción son propiedad de la propia sociedad y
se utilizan de manera planificada” de acuerdo con las necesidades
sociales e individuales. “La educación del individuo, además de
promover sus capacidades innatas, intentará desarrollar en él un
sentido de responsabilidad hacia sus semejantes en lugar de la
glorificación del poder y el éxito en nuestra sociedad actual”.56
Aquí
vemos la importancia que le dio, como lo expresó en su carta a
Laski, a la creación de una institución educativa libre de
“discriminación a favor o en contra de cualquier persona por
motivos de sexo, color, credo, origen nacional u opinión política”
–una en el que “todas las decisiones sobre políticas educativas,
la organización de la enseñanza y la investigación estarán en
manos de los profesores”, no de juntas directivas llenas de
magnates empresariales.
"Una
economía planificada", insistió Einstein, "no es todavía
socialismo". Esto no significa necesariamente el fin de la
“esclavitud del individuo”. La realización real del socialismo
significó abordar cuestiones cruciales como la cuestión de ampliar
en lugar de limitar la democracia, combatir la burocracia y proteger
los derechos del individuo. Concluyó su artículo refiriéndose al
Monthly
Review,
cuya fundación había apoyado firmemente: “La claridad sobre los
objetivos y problemas del socialismo es de suma importancia en
nuestra era de transición. Dado que en las circunstancias actuales
el debate libre y sin obstáculos sobre estos temas se ha convertido
en un poderoso tabú, considero la fundación de esta revista como un
importante servicio público."57
El
“poderoso tabú” fue el macartismo, que entonces dominaba todo el
discurso de la sociedad estadounidense. El propio Einstein había
sentido su fuerza directamente en sus intentos de crear una
universidad nueva y más libre en Brandeis, que fueron víctimas de
acusaciones de antiamericanismo; en su papel en la campaña de
Wallace, que le llevó a ser criticado como un "viajero engañado
y seguidor" del comunismo; y en ataques al estilo de una caza de
brujas contra muchos de los socialistas y radicales con los que
estaba más estrechamente asociado. Aunque la reputación y el
estatus mundial de Einstein lo hicieron prácticamente intocable,
esto no fue cierto para los otros autores que escribieron para el
primer número de Monthly
Review.
Huberman, Sweezy y Nathan serían citados ante la inquisición
macartista y amenazados con prisión por negarse a dar nombres y
cooperar, basando sus casos en la Primera Enmienda, como recomendó
Einstein.58
“¿Por
qué socialismo?” o "¿Por qué liberalismo?"
El
poder del nombre de Einstein y la fuerza de sus opiniones son tales
que incluso hoy, setenta y cinco años después de la publicación de
"¿Por qué el socialismo?", se intenta negar o disminuir
su compromiso con el socialismo y argumentar que "¿Por qué el
socialismo?" " tenía poca importancia, no decía lo que
parecía decir, estaba en contradicción con su propio desarrollo
intelectual y no tiene significado real para nuestros tiempos. La
mayoría de las biografías de Einstein simplemente ignoran su
política, considerándola de poca importancia.59
En
realidad, esto tiene que ver con el inconveniente hecho de que
Einstein era un político radical, a menudo visto como un tribuno de
la izquierda.
Sin
embargo, en los últimos años, el interés en las opiniones
políticas de Einstein ha aumentado notablemente después de la
publicación de Fred Jerome en 2002 de The
Einstein File,
que documentó la persecución de Einstein por parte del FBI por sus
opiniones y políticas de izquierda. En 2007, los autores David E.
Rowe y Robert Schulmann, ambos destacados estudiosos de Einstein,
publicaron la colección Einstein
on Politics con
Princeton University Press. El libro fue inmediatamente reconocido
como un recurso invaluable, que reúne materiales de numerosas
fuentes, algunas de las cuales no habían sido publicadas
anteriormente. Rowe y Schulmann proporcionaron no sólo una
introducción general, sino también extensos comentarios sobre los
diversos artículos incluidos en su colección.
La
deficiencia más evidente en el libro de Rowe y Schulmann fue la
exclusión de los numerosos tratamientos de Einstein sobre el racismo
fuera de las cuestiones del judaísmo, el sionismo, Israel y
Palestina.
"Sólo
después [de la Segunda Guerra Mundial]", escriben, Einstein
comenzó "a hablar con más insistencia del legado perdurable de
la esclavitud manifestado en el sentimiento de superioridad de los
blancos estadounidenses sobre los negros". En este caso, sin
embargo, se vieron obligados a matizar esta afirmación reconociendo
que Einstein había escrito sobre el racismo en los Estados Unidos ya
en 1931-32, pero omitiendo el hecho crucial de que el artículo clave
al que se hace referencia fue escrito para la revista The
Crisis. bajo
la dirección nada menos que de WEB Du Bois.60 Sólo Robeson, y no Du
Bois, aparece en el relato de Roe y Schulmann sobre la política de
Einstein –e incluso entonces, se menciona a Robeson sólo en
relación con la famosa fotografía de él retratada junto con
Einstein y Wallace.61
Sin
embargo, hay otra deficiencia, más sutil, en Einstein
sobre la política,
relacionada con la agenda política del libro, que está diseñada
para transformar a Einstein de socialista a liberal. Aquí Rowe y
Schulmann intentan revocar la afirmación más famosa de Einstein
sobre el socialismo: “¿Por qué el socialismo?”. De hecho, el
libro de Einstein “¿Por qué el socialismo?”, sostienen Rowe y
Schulmann, a pesar de su título, en realidad no era en absoluto un
argumento a favor del socialismo, sino más bien a favor de una
especie de liberalismo de izquierda. Implícita en esto está la idea
de “¿Por qué el socialismo?” Debería haberse titulado “¿Por
qué el liberalismo?” Por lo tanto, critican duramente a Nathan, el
amigo más cercano y confidente de Einstein, así como
albacea/fideicomisario de su patrimonio, por malinterpretar
completamente a Einstein al describirlo como socialista.62
“¿Por
qué el socialismo?”, nos hacen creer, puede parecer un argumento a
favor del socialismo, pero se desmiente rápidamente si se
“contextualiza adecuadamente”.63
Parte
de esta “contextualización
correcta”,
al parecer, surge de la observación de que Einstein fue a menudo
crítico de la Unión Soviética y había indicado en una carta que
algunas teorías bolcheviques eran “ridículas”, como si esto en
sí mismo significara el rechazo total del socialismo. 64
Además,
una “contextualización
correcta”
de “¿Por qué el socialismo?”, argumentan de manera inverosímil
los editores de Einstein
on Politics,
incluye el reconocimiento de que al criticar “la oligarquía del
capital”, la intención de Einstein era, en sus palabras, “no
tanto no promover el socialismo como sistema económico, sino apoyar
una economía planificada como una herramienta importante para lograr
objetivos ético-sociales”. Aquí eluden la opinión claramente
expresada por Einstein de que una economía planificada sería un
primer paso necesario
y “socialista”, si
no suficiente,
en el proceso general de creación del socialismo pleno.65
Como
Einstein creía en los derechos humanos y la democracia, los editores
de Einstein on Politics suponen extrañamente que no podría haber
sido socialista.
Así, se nos dice que sus
argumentos en “¿Por qué el socialismo?” contra la “desigualdad
de ingresos y la explotación de personas económicamente
vulnerables”, que atribuyó al sistema capitalista, si “se
contextualiza adecuadamente”, podría considerarse que cae “en el
objetivo liberal tradicional de la autorrealización del individuo”,
interesado en derechos democráticos, en lugar de constituir, como
pensaba el propio Einstein, argumentos a favor del socialismo
democrático.66
Volviendo
a la cuestión de los intelectuales y la clase trabajadora, los
defensores de una “contextualización correcta” de la política
de Einstein proclaman que, como intelectual, él no tuvo experiencia
directa con las condiciones de la clase trabajadora ni con la clase
trabajadora misma y, por lo tanto, necesariamente “ puso su fe en
los llamamientos a la razón por parte de una intelectualidad
liberal” – como si la fe en los llamamientos a la razón por
parte de una intelectualidad socialista estuviera simplemente fuera
de su alcance.67 Aunque Einstein no estaba directamente relacionado
con clase obrera, estaba rodeada de socialistas, muchos de los cuales
lo eran.
En
un nuevo intento de revertir la política de Einstein, la declaración
directa de Nathan de que Einstein era socialista debido a su profundo
compromiso con el igualitarismo es objeto de un feroz ataque por
parte de Rowe y Schulmann. Argumentan que Nathan, a pesar de su
estrecha amistad con Einstein, malinterpretó el verdadero carácter
del gran hombre, que en realidad se inclinaba hacia un “elitismo
ferviente”.68
Finalmente,
se sugiere sutilmente que una “contextualización correcta” de
las opiniones de Einstein en “¿Por qué el socialismo?” Lo
verían como un ingenuo "filósofo moral", incapaz de
orientarse en el mundo real de la política, lo que le lleva a apoyar
utópicamente un futuro socialista, ocultando sus innatas tendencias
liberales69.
No
sólo Einstein (junto con Nathan) está sujeto de esta manera a la
“contextualización
correcta”
de Rowe y Schulmann, sino también la publicación en la que “¿Por
qué el socialismo?” apareció, Revisión
mensual.
Rowe y Schulmann sostienen que los editores de Monthly
Review,
Huberman y Sweezy (y Nathan detrás de escena) "buscaron
apropiarse" de Einstein para sus propios fines de izquierda al
publicar "¿Por qué el socialismo?" "con gran
fanfarria" en mayo de 1949. Sin embargo, lejos de ser "gran
fanfarria", el único
comentario
sobre Einstein o su artículo hecho por alguien en el número
inaugural de la Monthly
Review en
el que apareció su artículo fue una sola línea que identificaba al
autor. : “Albert Einstein es el físico mundialmente famoso”.70
Su
artículo no tuvo la máxima visibilidad dentro de la revista, ya que
siguió a dos importantes editoriales, ni destacó en la portada. En
lugar de haberse apropiado de él “con gran fanfarria”, los
editores del Monthly
Review podrían
ser razonablemente criticados por subestimar la notable importancia
del artículo de Einstein.
La
sensación que sin duda querrían transmitir los ilustres editores de
Einstein
on Politics es
que Einstein fue todo menos un participante voluntario en todo esto.
Esta opinión, sin embargo, se ve desmentida por sus estrechas
relaciones con Nathan; por sus vínculos indirectos con Sweezy en la
planificación de Brandeis; de los papeles principales que
desempeñaron Huberman, Sweezy y Einstein en la campaña de Wallace;
y por el párrafo final de su artículo que indica un fuerte apoyo a
la nueva revista.
No
contentos con estas acusaciones, Rowe y Schulmann declaran, como para
poner en duda la futura "apropiación" de su ensayo, que el
artículo de Einstein ha sido reimpreso por la Monthly
Review "todos
los años" a lo largo de su historia. Sin embargo, en los
cincuenta y ocho años de publicación mensual, en el momento en que
Rose y Schulmann escribían, el artículo de Einstein se había
reimpreso en sus páginas sólo ocho veces, aproximadamente una vez
cada siete años71.
La
lucha política constante por el socialismo
La
defensa del socialismo por parte de Einstein estaba enteramente en
consonancia con sus posiciones sobre la educación, el racismo, el
colonialismo y la paz. Las persecuciones en relación con sus planes
para la Universidad Brandeis, sus compromisos socialistas y su carta
a Laski han continuado durante este siglo. 72 Sin embargo, en
general, Brandeis prefirió restar importancia al conflicto político,
presentando a Einstein simplemente como una figura magnánima
involucrada en la fundación de la universidad e insinuando su
continuo apoyo para hacer el mejor uso de su nombre. 73
Einstein
casi siempre rechazaba cortésmente las ofertas de las universidades
para obtener un título honorífico, no sólo porque eran muy
numerosas, sino también porque no se sentía cómodo con la
naturaleza de la educación superior en Estados Unidos. 74
Pero
cuando el primer presidente de Brandeis, Abram L. Sachar, le ofreció
tal título honorífico en mayo de 1953, no envió su habitual
respuesta cortés, sino que explicó enojado que "lo que pasó
en la fase de preparación de la Universidad de Brandeis no fue
causado por un malentendido”, pero era engañoso y desmedido “y
ya no puede repararse”. En una respuesta anterior, en julio de
1949, a una propuesta de Sachar, se refirió a la “desconfianza y
falsedad de algunos miembros del consejo de administración” que lo
habían llevado a cortar todos los vínculos con la universidad. 75
Sin
embargo, aunque Einstein deploraba la forma en que las universidades
estadounidenses, incluida Brandeis, estaban gobernadas por intereses
políticos y elitistas, estaba dispuesto a aceptar un título
honorífico en 1946 de la pequeña e históricamente negra
Universidad Lincoln de Pensilvania, que, cuando se fundó en 1854,
era la primera institución de su tipo. En su discurso en esa
ocasión, según informó el Baltimore Afro-American (la prensa
dominante generalmente ignoró su discurso), Einstein dijo: “Mi
visita a esta institución fue en nombre de una buena causa. En
Estados Unidos existe una separación entre la gente de color y los
blancos. Esa separación [segregación] no es una enfermedad de la
gente de color. Es una enfermedad blanca. No me voy a quedar callado
al respecto".
En
un artículo estrechamente relacionado de enero de 1946 en “The
Negro Question”, Einstein declaró: “La perspectiva social de los
estadounidenses... su sentido de igualdad y dignidad humana se limita
a los hombres de piel blanca... Cuanto más americano me siento, más
me duele esta situación. Sólo puedo escapar de la complicidad
hablando abiertamente". En respuesta a una ola nacional de
linchamientos ese año, se unió a Robeson como copresidente de la
Cruzada Estadounidense para Acabar con los Linchamientos, a pesar de
la caracterización del FBI como una organización fachada comunista.
76
En
1951, el gobierno federal acusó a Du Bois, entonces presidente del
Centro de Información para la Paz con sede en Estados Unidos, junto
con otros cuatro funcionarios del Centro, por no registrarse como
“agentes extranjeros”. El Centro de Información para la Paz fue
acusado de difundir el Llamamiento de Estocolmo del Consejo Mundial
de la Paz de 1950, clasificado por las autoridades estadounidenses
como una organización fachada soviética.77
El Llamamiento de Estocolmo tenía como objetivo prohibir las armas
nucleares y fue firmado por varios millones de personas. En un
tribunal federal, Du Bois fue defendido por el apasionado abogado y
congresista radical Marcantonio.78
Einstein
había aceptado testificar en favor de Du Bois, pero Marcantonio,
para lograr el máximo efecto, retuvo esta información hasta el
último momento, cuando estaba a punto de llamar a testigos de la
defensa. Así recordó ese día en el tribunal la esposa de Du Bois,
Shirley Graham Du Bois:
La
fiscalía cerró el caso la mañana del 20 de noviembre… Marcantonio... le dijo al juez que sólo era necesario presentar un
testigo de la defensa, el Dr. Du Bois. [Pero] Marcantonio añadió
casualmente al juez: “Dr. Albert Einstein se ofreció a comparecer
como testigo sobre la personalidad del Dr. Du Bois. El juez [Matthew
F.] McGuire miró largamente a Marcantonio y luego levantó la sesión
para el almuerzo. Cuando se reanudó el juicio, el juez McGuire...
concedió la moción de absolución.79
Estaba
claro que la publicidad internacional que resultaría de colocar a
Einstein en el estrado como testigo en defensa de Du Bois era
demasiado para el juez, que desestimó el caso por falta de pruebas,
incluso antes de que Einstein pudiera subir al estrado.80
Einstein
deploró el imperialismo estadounidense. Como le escribió a la Reina
Madre de Bélgica, Isabel, en 1955: “No puedo liberarme de la idea
de que ésta, la última de mis patrias, ha inventado para su propio
beneficio un nuevo tipo de colonialismo, menos flagrante que el
colonialismo de Bélgica. vieja Europa. Logra su dominio sobre otros
países invirtiendo capital estadounidense en el extranjero, lo que
hace que estos países dependan firmemente de Estados Unidos.
Cualquiera que se oponga a esta política o a sus implicaciones es
tratado como enemigo de Estados Unidos". Creía firmemente que
Estados Unidos era el principal responsable de la tragedia de la
Guerra de Corea.81
El
conocido compromiso de Einstein con el sionismo se utiliza a menudo
como una forma de negar o eludir sus puntos de vista radicales y
socialistas. Un artículo de
Time titulado
“La complicada relación de Einstein con el judaísmo” de Samuel
Graydon, publicado el 19 de diciembre de 2023, en medio de la guerra
en curso de Israel en Gaza, afirmó que Einstein era un verdadero
sionista y “superó sus objeciones instintivas” al elemento
nacionalista. inherente al movimiento, es decir, la creación de un
Estado judío”. Esto, sin embargo, es un mito creado casi
inmediatamente después de su muerte, diseñado para ocultar la
verdad. 82
En
lugar de explorar el tema en profundidad, lo que habría planteado
preguntas difíciles, el artículo de
Time rápidamente
se desvió hacia los detalles de la inmigración de Einstein a los
Estados Unidos y su supuesto americanismo patriótico, a pesar de los
ataques maccarthistas contra él, vinculando este americanismo
legendario con su “ compromiso con la causa sionista”, sobre la
cual, se nos dice, “no vaciló en sus últimos años”.83
De
hecho, Einstein se opuso sistemáticamente a la creación de un
“Estado judío” en Israel, y en lugar de ello defendió un Estado
“binacional” que incluyera tanto a judíos como a palestinos, y
por lo tanto fue lo que se ha llamado un “sionista cultural” en
contraposición a un “sionista político”. Sostuvo que la inmigración judía debería limitarse a lo
que sea compatible con la integración pacífica de judíos y
palestinos en una patria común.84
En
el artículo de
Time faltaba
por completo cualquier referencia a la carta del 8 de diciembre de
1948 al New
York Times,
firmada por Einstein, Hannah Arendt, Sidney Hook, Seymour Melman y
otros intelectuales judíos, advirtiendo sobre el ascenso del
movimiento en Israel. Menajem comienza. El partido Herut
(“Libertad”), progenitor del actual Likud bajo Benjamín
Netanyahu. La carta de Einstein y sus cofirmantes caracterizaba al
Partido de la Libertad de Begin como "un partido político muy
similar en organización, métodos, filosofía política y atractivo
social a los partidos nazi y fascista".85
La
destrucción casi total de Gaza por las Fuerzas de Defensa de Israel
tras la inundación de Al-Aqsa del 7 de octubre de 2024, que causó,
en abril de 2024, más de cien mil víctimas, incluidas más de
treinta mil muertes, la mayoría de ellas mujeres, niños y otros no
combatientes, muchos de los cuales corren el riesgo de morir de
hambre, ha atraído una renovada atención mundial a la advertencia
de Einstein sobre la evolución del Estado israelí.86
La
principal preocupación de Einstein en sus últimos años fue la
amenaza de aniquilación humana a causa de las armas nucleares. En
1946 se convirtió en presidente del Comité de Emergencia de
Científicos Atómicos (ECAS). Aparte de Einstein, todos los miembros
del comité habían trabajado en el desarrollo de la bomba atómica.
Muchos de ellos recibieron el Premio Nobel. Sin embargo, el FBI
debería haber incluido al ECAS como un grupo de fachada comunista,
debido a sus esfuerzos por eliminar el desarrollo atómico del
ejército y colocarlo bajo control internacional en un momento en que
Estados Unidos todavía tenía el monopolio de las armas nucleares.87
El
1 de marzo de 1954, Estados Unidos llevó a cabo una desastrosa
prueba de bomba de hidrógeno, cuyo nombre en código era “Castle
Bravo”, en el atolón Bikini de las Islas Marshall. Se suponía que
era una explosión con una potencia de seis megatones, pero debido a
un error de cálculo de los científicos involucrados resultó ser la
mayor explosión nuclear jamás realizada por los Estados Unidos,
equivalente a quince megatones, mil veces la potencia explosiva de la
bomba lanzada sobre Hiroshima.
Las
consecuencias se extendieron sobre once mil kilómetros cuadrados y
afectaron a las poblaciones marshalesas de los atolones habitados y a
un barco pesquero japonés a ochenta y dos millas de distancia, fuera
de la zona de peligro oficial. Cuando el barco Lucky
Dragon regresó
a Japón, se descubrió que los pescadores padecían una enfermedad
por radiación. La noticia de esto llegó rápidamente a Einstein y
lo afectó profundamente. Aunque la administración Eisenhower
intentó ocultar la magnitud total del desastre durante un año, los
científicos comenzaron a hacer preguntas y a proporcionar sus
propios datos, lo que obligó a la administración a hacer pública
gran parte de su información. El resultado fue una enorme
preocupación mundial por los peligros de la lluvia radiactiva
derivada de los ensayos nucleares en superficie, junto con la carrera
armamentista nuclear en general. Esto conduciría en los años
siguientes a la lucha masiva de científicos y ciudadanos para
implementar el Tratado de Prohibición de los Ensayos Nucleares,
firmado en 1963, que marcó el primer gran éxito del movimiento
ambientalista moderno, que comenzó con preocupaciones sobre los
ensayos nucleares atmosféricos.88
La
última declaración que Einstein firmó en abril de 1955, pocos días
antes de su muerte, apoyaba lo que se conoció como el “Manifiesto
Russell-Einstein”, que declaraba que “las mejores autoridades son
unánimes al decir que una guerra con bombas H podría Es muy
probable que acabe con la raza humana. Se teme que si se utilizan
muchas bombas H habrá una muerte universal…. Instamos a los
gobiernos del mundo a que se den cuenta y reconozcan públicamente
que sus propósitos no pueden lograrse mediante una guerra mundial y,
en consecuencia, los instamos a encontrar medios pacíficos para la
resolución de todas las cuestiones de disputa entre ellos".89
Como
afirma Einstein en “¿Por qué el socialismo?”, el intento de
encontrar una “salida” a la amenaza de extinción humana conduce
en la dirección del socialismo.
El
compromiso de Einstein con el socialismo no se basó simplemente en
la socialización de los medios de producción y la creación de una
economía planificada. Más bien, creía que “el socialismo…
requiere que el poder concentrado esté bajo el control efectivo de
los ciudadanos, de modo que la economía planificada beneficie a toda
la población…. Sólo la lucha política constante y la vigilancia
constante pueden crear y mantener tal condición”. De hecho,
“cansarse en esa lucha” por la democracia y los derechos humanos,
que sólo podrían lograrse plenamente con el socialismo,
“significaría la ruina de la sociedad”.90
Hasta
el final, Einstein se consideró a sí mismo, en sus propias
palabras, un “revolucionario… un Vesubio que escupe fuego”
político, que luchaba en nombre de una humanidad común.
Notas
?
Oficina
Federal de Investigaciones, Albert
Einstein,
Parte 8 de 14 (originalmente numerada 6 de 9) (sin fecha), 45
(1002), vault.fbi.gov; Fred Jerome, The
Einstein File (Nueva
York: St. Martin's Press, 2002), 114-15.
?
Oficina
Federal de Investigaciones, Albert
Einstein,
Parte 8 de 14 (originalmente numerada 6 de 9) (sin fecha), 46
(1003); Fred Jerome, The
Einstein File (Nueva
York: St. Martin's Press, 2002), 114-15.
?
FBI,
Albert
Einstein,
Parte 1 de 14 (originalmente numerada 1 de 9) (sin fecha), 14;
Jerome, El
expediente Einstein,
7.
?
El
expediente del FBI de Einstein seguía haciendo referencia a su
artículo “¿Por qué el socialismo?” en la década de 1950,
basado en información de la empresa anticomunista American Business
Consultants Incorporated y su boletín Counter
Attack.
FBI,
Albert
Einstein,
parte 9 de 14 (originalmente numerada 6 de 9) (sin fecha), 82
(1149).
?
Albert
Einstein a Franklin D. Roosevelt, 2 de agosto de 1939 (carta
redactada originalmente por Leo Szilard en consulta con Einstein y
enviada a Roosevelt con la firma de Einstein), The
Manhattan Project: An Interactive History,
Departamento de Energía de EE. UU., osti .gov; Silvan S. Schweber,
Einstein
y Oppenheimer (Cambridge,
Mass.: Harvard University Press, 2008), 42–46; David E. Rowe y
Robert Schulmann, Introducción a Einstein
sobre política,
David E. Rowe y Robert Schulmann, eds. (Princeton: Princeton
University Press, 2007), 40–41. Como escribe Fred Jerome:
“Einstein culpó de los bombardeos atómicos de Japón a la
política exterior antisoviética de Truman…. Le dijo a un
entrevistador del Sunday
Express en
Londres que si FDR hubiera sobrevivido a la guerra, Hiroshima nunca
habría sido bombardeada” (Jerome, The
Einstein File,
56). La opinión de Einstein sobre el uso de la bomba atómica en
Japón como primer paso en la Guerra Fría fue compartida por muchos
otros científicos de la época, en particular el físico nuclear
británico PMS Blackett, ganador del Premio Nobel. Véase PMS
Blackett, Fear,
War, and the Bomb (Nueva
York: McGraw Hill, 1949), 131–39.
“Los
visitantes rojos causan alboroto/Los rusos reciben una gran ayuda de
los amigos estadounidenses/Los incautos y compañeros de viaje
disfrazan los frentes comunistas”, Life
26,
no. 14 (4 de abril de 1949), 39–43; Jerome, The
Einstein File,
107. El físico atómico Morrison escribía periódicamente una
columna sobre ciencia para el Monthly
Review en
los años cincuenta y principios de los sesenta. El comentarista de
radio Walsh fue profesor de economía de Harvard y amigo de Sweezy,
quien escribió para Monthly
Review en
la década de 1950.
John
J. Simon, “Albert
Einstein, radical”,
Monthly
Review 57,
no. 1 (mayo de 2005): 1–2; “Una
cafetería con historia”,
ODEON Zurich, odeon.ch; Ronald W. Clark, Einstein:
The Life and Times (Nueva
York: Harry N. Abrams, 1984), 22.
?
Simon,
“Albert Einstein, radical”, 2.
?
Einstein
citado en Rowe y Schulmann, introducción a Einstein
on Politics,
47.
Einstein
citado en Lewis S. Feuer, Einstein
and the Generations of Science (Nueva
York: Basic Books, 1974), 25; Albert Einstein, “En el quinto
aniversario de la muerte de Lenin (6 de enero de 1929)”, en
Einstein
on Politics,
413. Escribiendo a Hedwig y Max Born en 1920, Einstein había
declarado: “Debo confesarles que los bolcheviques no parecen Malo
para mí, por lo ridículas que son sus teorías”. Le había
llamado especialmente la atención una obra de 1918 de Karl Radek, a
quien consideraba una hábil figura política que sabía “lo
suyo”. Albert Einstein a Hedwig y Max Born, el 27 de enero de
1920, en Einstein on Politics, 410. Radek murió más tarde durante
las purgas de Joseph Stalin.
Albert
Einstein, “El mundo como lo veo” en Ideas
y Opiniones (Nueva
York: Crown Publishing, 1954), 8.
?
Otto
Nathan y Heinz Norden, eds., Einstein
on Peace (Nueva
York: Schoken Books, 1960), 180; Rowe y Schulmann, comentario
editorial en Einstein
on Politics,
425–27; Albert Einstein a Victor Margueritte, 19 de octubre de
1932, en Einstein
on Politics,
427–28.
?
Albert
Einstein, "¿Hay lugar para la libertad individual en un Estado
socialista?" en Einstein
sobre la política,
437.
Nathan
y Norden, Introducción a Einstein
sobre la paz,
viii.
?
Ronald
D. Patkus, “The
Morris and Adele Bergreen Albert Einstein Collection at Vassar
College”,
Vassar
Encyclopedia (2005),
Archives and Special Collection Library, Vassar College,
Poughkeepsie, Nueva York; anuncio, Vassar
Miscellany News,
núm. 40, 24 de marzo de 1943; “Otto Nathan muere a los 93 años”,
Agencia
Telegráfica Judía,
3 de febrero de 1987; Otto Nathan, “Currículum
del Dr. Otto Nathan, ca. 1936”,
W. E. B. Du Bois Papers (MS 312), Serie 1A, Colecciones especiales y
archivos universitarios de Robert S. Cox, Bibliotecas Amherst de la
Universidad de Massachusetts; Fred Jerome, Einstein
on Israel and Zionism (Nueva
York: St. Martin's Press, 2009), 262. En una carta de 1953 de
Einstein al presidente de Brandeis, Abram L. Sachar, citada por
Silvan S. Schweber, Einstein se refiere al “amigo más cercano”
que en contexto es claramente Nathan. Stephen S. Schweber, Einstein
y Oppenheimer (Cambridge,
Massachusetts: Harvard University Press, 2008), 132. Véase también
Jerome, The
Einstein File,
311.
?
Renee
Walsh, “Primeros
documentos de la formación de la Universidad de Brandeis”,
Archivo y colecciones especiales de la Universidad Robert D. Farber,
Biblioteca de la Universidad de Brandeis, sin fecha; Susan H.
Greenberg, “Intelectuals at the Gate, entrevista con Mark
Oppenheimer, Inside
Higher Education,
21 de septiembre de 2022.
?
Silvan
S. Schweber, “Albert Einstein y la fundación de la Universidad
Brandeis” en Revisión
de los fundamentos de la física relativista,
A. Ashtekar et al., eds. (Dordrecht: Kluwer Academic Publishers,
2003), 616.
?
Schweber,
Einstein y Oppenheimer, 112,
117-18.
Paul
M. Sweezy, La
teoría del desarrollo capitalista
(Nueva
York: Monthly Review Press, 1942, 1972). Sobre Sweezy, véase John
Bellamy Foster, “The
Commitment of an Intellectual: Paul M. Sweezy
(1910–2004)”,
Monthly
Review 56,
no. 5 (octubre de 2004): 5–39.
?
Paul
M. Sweezy, entrevista de historia oral realizada por Andrew Skotnes,
1986–1987, Centro de Historia Oral de Columbia, Bibliotecas de la
Universidad de Columbia, 5: 143–44. Harry Magdoff, que estuvo
estrechamente asociado con Monthly
Review casi
desde el principio, también conocía bien a Nathan, quien lo visitó
en su casa (Fred Magdoff, comunicación personal).
Paul
M. Sweezy, A
Plan for Brandeis University,
enero de 1947, 2–10, 18, 44, 87, Albert
Einstein Archives
(40-461),
Universidad Hebrea de Jerusalén, albert-einstein.huji.ac.il; Otto
Nathan, An
Outline of Policy for Brandeis University,
9 de noviembre de 1946, Albert
Einstein Archives
(40-427),
Universidad Hebrea de Jerusalén; Schweber,
Einstein y Oppenheimer,
345; Schweber, “Albert Einstein and the Founding of Brandeis
University”, en Ashtekar et al., eds., Revising
the Foundations of Relativistic Physics,
623; Thorstein Veblen, La
educación superior en Estados Unidos (Nueva
York: Augustus M. Kelley, 1965). El esquema de cinco páginas de
Nathan estaba estrechamente relacionado con el plan de ochenta y
siete páginas de Sweezy.
Schweber,
Einstein
y Oppenheimer,
119, 122; Leo Huberman y Paul M. Sweezy, “Harold
J. Laski”,
Monthly
Review 2,
no. 1 (mayo de 1950): 5–6.
?
Harold
J. Laski, “Por
qué soy marxista”,
Monthly
Review 2,
no. 3 (julio de 1950): 81.
?
Schweber,
Einstein
y Oppenheimer,
122-24.
Albert
Einstein a Harold J. Laski,
16 de abril de 1947, Harold Joseph Laski Papers, inventario núm.
26.4, Instituto Internacional de Historia Social, Ámsterdam. Al
referirse en su carta a Laski a "no conocer discriminación a
favor o en contra de nadie por motivos de sexo, color, credo, origen
nacional u opinión política", Einstein estaba usando casi
exactamente el mismo lenguaje empleado por Nathan en su An
Outline of Policy. . para la Universidad Brandeis,
mientras que el Plan Sweezy también fue casi idéntico en su
formulación. Véase Nathan, Un
esquema de política para la Universidad Brandeis,
1; Sweezy, Un
plan para la Universidad Brandeis,
3.
Schweber,
Einstein
y Oppenheimer,
124.
?
Schweber,
Einstein
y Oppenheimer,
123, 347.
?
“Sesgo
de izquierda acusado en University Row”, New
York Times,
23 de junio de 1947; Schweber, Einstein
y Oppenheimer,
125–32.
?
“Grupo
acusa a 76 profesores de tendencias rojas”,
Harvard
Crimson,
10 de marzo de 1949; Ben W. Heineman Jr., “La
Universidad en la era McCarthy”,
Harvard
Crimson,
17 de junio de 1965.
?
Einstein
citado en Schweber, Einstein
y Oppenheimer,
129.
?
Schweber,
Einstein
y Oppenheimer,
128–30. Alpert y el primer presidente de Brandeis, Sachar,
entraron en una lucha de poder sobre quién debería controlar la
universidad poco después del nombramiento de Sachar, y Alpert fue
expulsado de la junta. Schweber, Einstein
y Oppenheimer,
130–31.
Fotos
de Henry Wallace, Albert Einstein, Frank Kingdon y Paul Robeson,
Wikimedia Commons, commons.wikimedia.org.
?
Karl
M. Schmidt, Henry
A Wallace: Quixotic Crusade, 1948 (Syracuse,
Nueva York: Syracuse University Press, 1960), 190–91. Harry
Magdoff, quien se convertiría en coeditor de la revista tras la
muerte de Huberman, escribió la sección de pequeñas empresas de
la plataforma del Partido Progresista.
Sweezy,
en virtud de su papel en la campaña de Wallace y también por una
conferencia que había dado en la Universidad de New Hampshire, fue
demandado por el fiscal general de New Hampshire en 1954 y acusado
de desacato al tribunal cuando se negó a nombrar al miembros del
Partido Progresista, del Partido Comunista, o para entregar las
notas de su conferencia. Basó su defensa (al igual que Leo Huberman
cuando fue llamado ante la comisión de McCarthy) en la Primera
Enmienda, siguiendo una estrategia propuesta por Einstein en 1953.
El caso de Sweezy, Sweezy contra New Hampshire, fue finalmente
decidido por la Corte Suprema de Estados Unidos en un momento
histórico. Sentencia de 1957. John J. Simon, “Sweezy
v. New Hampshire”,
Monthly
Review 51,
no. 11 (abril de 2000): 35–37.
Peter
Kuznick, “Deshacer el New Deal: La Guerra Fría de Truman entierra
a Wallace y la izquierda”, The Real News Network, 7 de diciembre
de 2017.
Albert
Einstein a John Dudzic, 8 de marzo de 1948, en Einstein
on Politics,
454. Einstein lamentó la dilución del concepto de liberalismo, que
históricamente había tenido un significado bien definido en el
discurso político europeo, pero se había convertido en todo y nada
con el tiempo. el uso por parte de Roosevelt como etiqueta para el
New Deal. Las dudas de Einstein fueron confirmadas más tarde por
las declaraciones de Wallace sobre el “capitalismo progresista”
y el “liberalismo” en dos artículos publicados en la Monthly
Review en
1950: Henry A. Wallace, “What
Is Progressive Capitalism?”,
Revista
mensual 1,
n. 12 (abril de 1950): 390–94; Henry A. Wallace, “Necesario:
cooperación entre los Estados Unidos y la URSS en una ONU fuerte”,
Monthly
Review 2,
no. 1 (mayo de 1950): 7–10. Véase también IF Stone, “Problemas
del Partido Progresista”,
Monthly
Review 1,
no. 12 (abril de 1950): 379–89.
?
Entrevista
de historia oral de Sweezy Skotnes, 5: 143–44; “Entrevista
a Paul M. Sweezy”,
revista
mensual 51,
n. 1 (mayo de 1999): 32; John J. Simon, “Paul
Sweezy”,
Guardian,
4 de marzo de 2004.
?
Christopher
Phelps, “Introducción:
una revista socialista en el siglo estadounidense”,
Monthly
Review 51,
no. 1 (mayo de 1999): 2–3.
?
Sweezy,
Entrevista de historia oral, 5: 143–44; Simon, “Albert Einstein,
Radical”, 8. Otto Nathan y Paul A. Baran, una figura central en la
historia de MR,
comenzaron una disputa personal que también afectó la relación de
Nathan con Huberman, para su consternación, provocando un
distanciamiento de Nathan. de la revista después de su fundación.
Sweezy, entrevista de historia oral, 5: 144; Robert W. McChesney,
“The
Monthly
Review Story:
1949–1984”,
MR Online, 6 de mayo de 2007.
?
Un
ejemplo de esto es Scott Nearing, “Why
I Believe in Socialismo”,
Monthly
Review 1,
no. 2 (junio de 1949): 44-50.
?
Como
señaló John J. Simon, como resultado de estas conexiones, Einstein
fue visto como “parte de la extensa familia MR
[Monthly
Review]
” (Simon, “Sweezy v. New Hampshire”, 36).
?
Wright
Mills, introducción a Thorstein Veblen, The
Theory of the Leisure Class (Nueva
York: Mentor, 1953), vi.
Albert
Einstein, “Observaciones sobre la teoría del conocimiento de
Bertrand Russell”, en La
filosofía de Bertrand Russell,
Paul A. Schilpp, ed. (Evanston, Illinois: Library of Living
Philosophers, 1944), 279. El interés de Einstein en Thorstein
Veblen probablemente fue provocado por su relación con el
matemático Ostwald Veblen, que era colega suyo en la Universidad de
Princeton y sobrino de Veblen. William T. Ganley, “Una nota sobre
la conexión intelectual entre Albert Einstein y Thorstein Veblen”,
Journal
of Economic Issues 31,
no. 1 (marzo de 1997): 245–51.
?
Albert
Einstein, “The Jewish Community” en Ideas
and Opinions,
174. En otra declaración se refirió a Moisés, Spinoza y Marx.
Véase Einstein, Ideas
y Opiniones,
195.
La
afirmación de Einstein de que no se podían encontrar sociedades
fuera de la “fase depredadora” en ninguna parte era una admisión
de que el socialismo pleno no existía en ninguna parte en ese
momento.
Albert
Einstein, “¿Por
qué el socialismo?”,
Revisión
mensual 1,
no. 1 (mayo de 1949): 9–10.
?
Einstein,
“¿Por qué el socialismo?”, 10.
?
Einstein,
“¿Por qué el socialismo?”, 10. Además de “¿Por qué el
socialismo?”, Einstein también mencionó en “Sobre la libertad”
en 1940 la visión de “alguien que aprueba, como objetivo, la
extirpación de la raza humana de la tierra. Esto es algo, añadió,
que “no puede ser refutado... por motivos racionales”, porque
elimina la base para una discusión racional. Albert Einstein,
“Sobre la libertad”, en Ideas
y Opiniones,
31–32.
Einstein
no nos dice qué entiende por impulsos sociales, pero hay amplias
razones para suponer que estaba intrigado por el argumento de Veblen
en El instinto de trabajo. Veblen subrayó que lo que a menudo se
llamaba "instintos" eran en realidad impulsos
"tropismáticos", derivados puramente de constituciones
biológicas, que constituían una parte de la psicología humana,
pero que, desde el punto de vista de la psicología social, eran en
última instancia menos importantes que los instintos sociales.
impulsos o “instintos” sociales. Veblen enfatizó tres impulsos
sociales primarios, que constituyeron los elementos positivos de la
evolución cultural humana, y que llamó “el instinto de trabajo”
(que significa impulsos productivos), “la inclinación paternal”
(impulsos reproductivos) y “curiosidad ociosa” (impulsos).
vinculado a la búsqueda del conocimiento y la ciencia). En su
opinión, estas pulsiones sociales estaban a menudo "contaminadas",
en conflicto entre sí, dando lugar a formas contradictorias y
finalmente insoportables, como las fases "depredadora" y
"pecuniaria" de la cultura, que enfrentaban a los
individuos con la sociedad acentuando "explotación",
"emulación" y egoísmo. Thorstein Veblen, The
Instinct of Workmanship (Nueva
York: Augustus M. Kelley, 1914), 1–8, 42–44, 157, 175, 205;
Thorstein Veblen, El
lugar de la ciencia en la civilización moderna (Nueva
York: Russell y Russell, 1961), 395; C. E. Ayres, “Reconsideración
de la teoría de los instintos de Veblen”, en Thorstein
Veblen: A Critical Reappraisal (Ithaca,
Nueva York: Cornell University Press, 1958), 28–29.
?
Einstein,
“¿Por qué el socialismo?”, 12.
?
Einstein,
“¿Por qué el socialismo?”, 10-12.
Marx
consideró la distinción entre trabajo y fuerza
de trabajo,
a la que Einstein se refiere aquí, como uno de los elementos clave
de su crítica político-económica. Véase Karl Marx y Frederick
Engels, Correspondencia
seleccionada (Moscú:
Progress Publishers, 1975), 180–81.
?
Einstein,
“¿Por qué el socialismo?”, 12-13. Véase también Albert
Einstein, “Thoughts on the World Economic Crisis”, (ca. 1930) en
Einstein
on Politics,
415.
?
Véase
también Einstein, “¿Existe espacio para la libertad individual
en un Estado socialista?” en Einstein
sobre la política,
437.
El
ejército de reserva de mano de obra, el papel de las revoluciones
en la tecnología al reproducirla constantemente y la concentración
y centralización del capital relacionadas (proposiciones en las que
Einstein se basa aquí) son temas tratados por Marx en el capítulo
25 del primer volumen de El
capital.
Véase Karl Marx, El
capital,
vol. 1 (Londres: Penguin, 1976), 762–870.
Einstein,
"¿Por qué el socialismo?", 13-14.
?
Einstein,
“¿Por qué el socialismo?”, 14.
?
Einstein,
“¿Por qué el socialismo?”, 14-15.
?
Einstein,
“¿Por qué socialismo?”, 15. Los tres fundadores originales del
Monthly
Review,
Sweezy, Huberman y Nathan, estuvieron involucrados en la inquisición
macartista de la década de 1950. Además de la batalla de Sweezy,
que lo llevó a la Corte Suprema de Estados Unidos, Huberman fue
llamado ante el comité del Senado de McCarthy. A Nathan le
revocaron su pasaporte estadounidense durante dos años y medio.
También fue citado por el Comité de Actividades Antiamericanas de
la Cámara de Representantes. Junto con otros, como Paul Robeson y
Arthur Miller, fue acusado de desacato al tribunal por no cooperar.
Los tres (Huberman, Sweezy y Nathan) invocaron la Primera Enmienda,
como había recomendado Einstein, y se negaron a dar nombres. Leo
Huberman, “Un
desafío para los quemadores de libros
(14
de julio de 1953)”, Monthly
Review 5,
no. 4 (agosto de 1953): 158–73; Geoffrey Ryan, “Actividades
antiamericanas”, Índice
de censura 2,
no. 3 (septiembre de 1973): 90–91; Jerome, El
expediente Einstein,
249.
Véase
la conocida biografía de Ronald Clark, en la que la política de
Einstein, aparte del sionismo, apenas es visible. Clark, Einstein:
La vida y la época.
?
Rowe
y Schulmann, introducción a Einstein
sobre política,
55; Fred Jerome y Rodger Taylor, Einstein
sobre la raza y el racismo (New
Brunswick, Nueva Jersey: Rutgers University Press, 2005), 8–10,
135–36; Maria Popova, “La poco conocida correspondencia de
Albert Einstein con WEB Du Bois sobre igualdad y justicia radical”,
The
Marginalian,
6 de enero de 2015.
?
Rowe
y Schulmann, comentario editorial en Einstein
on Politics,
479.
?
Rowe
y Schulmann, introducción a Einstein
sobre política,
47–48, 50.
?
Rowe
y Schulmann, comentario editorial en Einstein
on Politics,
408.
?
Einstein,
"¿Hay lugar para la libertad individual en un Estado
socialista?" en Einstein
on Politics,
437. Einstein siempre mantuvo que el socialismo completo, en el
sentido en que él lo entendía, no se encontraba en ningún estado
existente. Einstein a John Dudzic, 8 de marzo de 1948, en Einstein
on Politics,
454.
?
Rowe
y Schulmann, introducción a Einstein
sobre política,
48; Einstein, "¿Hay lugar para la libertad individual en un
Estado socialista?" en Einstein
sobre la política,
Rowe
y Schulmann, Introducción a Einstein
sobre política,
48–49.
?
Rowe
y Schulmann, introducción a Einstein
sobre política,
Las afirmaciones de que Einstein no tuvo contacto con la clase
trabajadora pueden ser fácilmente exageradas. Véase su conferencia
de 1930 en la Escuela Marxista de Trabajadores de Berlín. Albert
Einstein, “'Causality': Lecture at the Marxist Workers School 1930
(Notas privadas de Karl Korsch)”, traducido por Sascha Freyberg y
Joost Kircz, Marxism and the Sciences 3, no. 1 (invierno de 2024):
207–32.
Rowe
y Schulmann, introducción a Einstein
sobre política,
50, 407.
?
Rowe
y Schulmann, introducción a Einstein
sobre política,
51.
?
Identificación
editorial del autor, Einstein, “¿Por qué socialismo?”, 9; Rowe
y Schulmann, introducción a Einstein
sobre política,
47.
?
Rowe
y Schulmann, comentario editorial en Einstein
on Politics,
438.
?
Un
ejemplo de esto se encuentra en Arthur H. Reis Jr., “The Albert
Einstein Involvement”, Brandeis
Review: Fiftieth Anniversary Edition (1998),
60–61.
?
Véase
Walsh, "Early Documents of the Formation of Brandeis
University".
?
Gran
parte de la visión general de Einstein sobre los Estados Unidos era
indudablemente similar a la de Veblen en su libro The
Higher Learning in America de
1918, con su fuerte crítica a los "consejos directivos"
universitarios. Veblen, La
educación superior en Estados Unidos,
59–84. Sin duda, Sweezy había incluido una referencia al trabajo
de Veblen en su plan Brandeis para respaldar sus propias críticas a
tales juntas. Véase Sweezy, Un
plan para la Universidad Brandeis,
18.
Reis,
“The Albert Einstein Involvement”, 61. Einstein se había
opuesto inmediatamente al nombramiento de Sachar como presidente de
Brandeis, impulsado en ese momento por Israel Goldstein, entonces
presidente tanto de la Fundación Albert Einstein como de la Junta
Directiva. Durante el transcurso de la controversia, Goldstein
renunció a ambos cargos y fue reemplazado por Lazrus como
presidente de la Fundación y Alpert como presidente del Patronato.
Jerome
y Taylor, Einstein
sobre la raza y el racismo,
88–94, 139–42; Simon, “Albert Einstein, radical”, 6–7;
Fred Jerome, El
expediente Einstein,
79–85.
?
Jerome
y Taylor, Einstein
sobre la raza y el racismo,
119-20.
?
Sobre
Marcantonio, véase John J. Simon, “Rebel
in the House: The Life and Times of Vito Marcantonio”,
Monthly
Review 57,
no. 11 (abril de 2006): 24–46; Richard Sasuly, “Vito
Marcantonio: El político del pueblo”, en American
Radicals,
Harvey Goldberg, ed. (Nueva York: Monthly Review Press, 1957),
145–59.
?
Shirley
Graham Du Bois citada en Jerome y Taylor, Einstein
on Race and Racism,
121.
?
Jerome
y Taylor, Einstein
sobre la raza y el racismo,
119-21; Simon, “Albert Einstein, radical”, 10-11. Sobre las
opiniones de WEB Du Bois sobre el capitalismo estadounidense en la
década de 1950, véase WEB Du Bois, “Negroes
and the Crisis of Capitalism in the US”,
Monthly
Review 4,
no. 12 (abril de 1953): 478–85.
Albert
Einstein a la Reina Madre de Bélgica, 2 de enero de 1955, en
Einstein
on Peace,
615–16; Albert Einstein a Eugene Rabinowitch, 5 de enero de 1951,
en Einstein
on Peace,
553. No hay duda de que Einstein estaba familiarizado con los
principales análisis críticos de la Guerra de Corea. La
Monthly Review publicó
valoraciones de la guerra desde el principio. La
historia oculta de la guerra de Corea de
I. F. Stone, que lanzó la Monthly Review Press, se publicó en
1952. Al año siguiente, Einstein se convirtió en suscriptor del F.
Stone Weekly de
Stone . Simón, “Albert Einstein, radical”, 9.
Fred
Jerome, Einstein
sobre Israel y el sionismo. (Nueva
York: St. Martin's Press, 2009), 225–32.
?
Samuel
Graydon, “La
complicada relación de Einstein con el judaísmo”,
Time,
19 de diciembre de 2023.
?
Albert
Einstein, “Nuestra deuda con el sionismo”, en Einstein
on Politics,
301; Albert Einstein, “Testimonio en una audiencia del Comité de
Investigación Angloamericano, 11 de enero de 1946”, en Einstein
on Politics,
344–45; Jerome, Einstein
sobre Israel y el sionismo,
4, 29–30.
?
Yorgos
Mitralis, “Cuando Einstein llamó 'fascistas' a quienes gobiernan
Israel durante los últimos 44 años”, Comité para la Abolición
de la Deuda Ilegítima, 31 de octubre de 2023; Isidore Abramowitz,
Hannah Arendt, Abraham Brick, Jessurun Cardozo, Albert Einstein et
al., Carta al New
York Times,
4 de diciembre de 1948, marxists.org.
?
“Guerra
Israel-Gaza en mapas y gráficos: Live Tracker”,
Al
Jazeera,
consultado el 5 de abril de 2024.
?
Jerome,
El
expediente Einstein,
62–68; “Estimado
profesor Einstein: El Comité de Emergencia de Científicos Atómicos
en los Estados Unidos de la posguerra”,
archivos de la Universidad Estatal de Oregón,
scarc.library.oregonstate.edu.
?
John
Bellamy Foster, El
regreso de la naturaleza
(Nueva
York: Monthly Review Press, 2020), 502–3; Einstein
sobre la paz,
590, 593, 605.
?
Bertrand
Russell, Albert Einstein, et al., “Russell-Einstein Manifesto”,
en Einstein
on Peace,
632–35.
?
Einstein,
"¿Hay lugar para la libertad individual en un Estado
socialista?" en Einstein
sobre la política,
438; Einstein, “Human Rights (20 de febrero de 1954)”, en
Einstein
on Politics,
497.
?
Steven
Schultz, “Un
diario recién descubierto narra los últimos años de Einstein”,
Princeton
Weekly Bulletin 93,
no. 25, 26 de abril de 2004; Simon, “Albert Einstein, radical”,
12.