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domingo, 15 de diciembre de 2024

Israel quiere cambiar la faz de Oriente Medio con su intrusión en Siria, sus guerras en Líbano y Gaza, y el cerco a Irán

 

      Periodista y analista para Público en temas internacionales. Especialista universitario en Servicios de Inteligencia e Historia Militar.


La destrucción del poder militar sirio, la guerra a Hizbulá en Líbano, el genocidio palestino en Gaza y el asedio a Irán forjan la estrategia de Israel en la región.


     Da igual que la comunidad internacional tenga su mirada en Siria y cruce los dedos para que termine la guerra civil que asola este país desde 2011 sin que se desate un conflicto aún mayor. Israel está decidido a desarmar al nuevo Estado sirio que surja de la caída del dictador Bachar al Asad, con la destrucción de la capacidad militar de este país. Y al tiempo que alimenta la guerra en Siria, Israel cierra el puño sobre el Líbano, para asfixiar a Hizbulá, y persiste en sus matanzas en Gaza, con nuevos crímenes de guerra contra la población civil.

De poco sirvieron este jueves las palabras de la alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, y de los jefes de las diplomacias de Alemania, España, Francia, Italia, Polonia y Reino Unido a favor de "la preservación de la integridad territorial de Siria y de su independencia".

La hoja de ruta del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ya está trazada y pasa por la conformación de un nuevo Israel sobre las ruinas de los territorios palestinos —con buena parte de su Gobierno partidario de la anexión y colonización judía de Gaza y Cisjordania—, y por el blindaje de sus fronteras mediante la anexión de franjas de seguridad en el Líbano y Siria, sin importarle las denuncias internacionales.


El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la Asamblea de la ONU.- Michael Kappeler -dpa-Europa Press.

La última fase de ese plan, y no la menos importante, pasa por la anulación de la influencia en Oriente Medio del Irán de los ayatolás, ya muy dañada por la erradicación de sus aliados en Siria, con la caída de Al Asad, y en Gaza, con el aplastamiento de las milicias palestinas de Hamás, mientras en el Líbano se mantiene la ofensiva contra Hizbulá, la mano derecha de Teherán en la región.

El líder supremo iraní, Alí Jameneí, llegó a acusar este miércoles a Israel y a Estados Unidos de ser los "principales conspiradores" contra el régimen dictatorial de Al Asad y de orquestar su caída. También responsabilizó a Turquía, aún sin citarla directamente, de jugar "un papel obvio" en los acontecimientos que llevaron finalmente a la toma de Damasco el pasado domingo por una amalgama de fuerzas insurrectas lideradas por el movimiento islamista radical Hayat Tahrir al Sham.

EEUU, el titiritero de la tragedia siria; Israel, el matarife

Rusia, junto a Irán, fue el principal valedor de Al Asad, a quien evacuó a Moscú, y ahora intenta no perder su presencia militar en las bases de Tartús y Lakatia. Este jueves, el Kremlin acusó a EEUU de ser "el titiritero" que movió los hilos para el derrocamiento del dictador sirio.

Pero si los movimientos de EEUU y Turquía son entre bambalinas, Israel no tiene problema alguno para mostrar abiertamente su poderío con el bombardeo de las instalaciones del Ejército sirio y acercando sus tanques a menos de 30 kilómetros de Damasco, tras ocupar una franja de 300 kilómetros cuadrados junto a la frontera israelí.

"Estamos cambiando la faz de Oriente Medio", reconoció esta semana Netanyahu, ya sin tapujo alguno para ocultar la "guerra total" en la que está inmerso Israel.

Cazas de Israel sobrevolando Damasco

Desde la caída de Damasco en manos de los islamistas el 8 de diciembre y cuando días después se formaba en esa capital un gobierno de transición encabezado por Mohamed al Bashir, las primeras reuniones del nuevo Ejecutivo sirio se celebraron bajo el rugido de los aviones israelíes sobrevolando Damasco y bombardeando sus inmediaciones.


Bombardeo de las inmediaciones de Damasco por la aviación sionista.

Antes de ser evacuado por los rusos, Al Asad ordenó la disolución del Ejército. Quedaban intactos los silos de misiles, los sistemas antiaéreos, supuestos almacenes de armas químicas, centenares de tanques y sistemas de artillería, así como otros equipos militares que habrían servido para dotar al ejército del nuevo Estado sirio.

Inmediatamente, Israel se dedicó con ahínco a la destrucción de "la mayoría de los arsenales de armas estratégicas de Siria" para "impedir que cayeran en manos de elementos terroristas", tal y como indicó el propio Ejército israelí. Además de las citadas instalaciones, los aviones israelíes hundieron la mayor parte de la flota siria y destruyeron las fábricas de armas en Damasco, Homs, Tartús, Latakia y Palmira.

Y tanques israelíes a 30 kilómetros de la capital siria

El mismo domingo, las fuerzas israelíes sobrepasaron la zona desmilitarizada entre Siria e Israel, ocuparon una nueva franja de varias decenas de kilómetros de profundidad en territorio sirio, junto a los Altos del Golán ya anexionados por Israel, y movieron sus carros de combate hasta las cercanías de Damasco, a menos de 30 kilómetros de esta ciudad.




Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, los ataques israelíes de este jueves en las inmediaciones de Damasco afectaron al helipuerto de Aqraba, al suroeste de la capital. Desde la defenestración de Al Asad, la aviación israelí ha participado en medio millar de operaciones militares contra territorio sirio, 350 de ellas aéreas.

En esta situación, pocos se creen ya las afirmaciones del estado mayor israelí de que la intervención en Siria es "limitada y temporal". Los encarnizados combates que en el norte del país tienen lugar entre fuerzas kurdas subvencionadas por EEUU y los rebeldes apoyados por Turquía resaltan el avispero en que se ha convertido Siria, la injerencia de potencias regionales y la necesidad de Israel de afianzarse en sus posiciones aprovechando el caos desencadenado por la caída de Al Asad.

Siria, tercera fase de las guerras de Gaza y el Líbano

La justificación de Israel de atacar Siria para impedir que las armas de Al Asad caigan en manos de los "terroristas" o que las operaciones militares en ese país tengan un plazo limitado no es muy creíble si se tiene en cuenta lo que ocurre en estos momentos en el Líbano y Gaza.

En Líbano, el alto el fuego que rige entre Israel y Hizbulá desde el 27 de noviembre no ha impedido que el Ejército hebreo ataque los depósitos de armas de las milicias proiraníes y dificulte, con sus bombardeos, el despliegue de unidades libanesas que debían reemplazar a las tropas israelíes.

La retirada israelí del Líbano es improbable. La invasión que lanzó el ejército hebreo el 1 de octubre tenía como objetivo no solo la destrucción de las fuerzas de Hizbulá en la zona, sino la creación de un área de contención de futuros ataques de la milicia chií, aunque ello conlleve la ocupación permanente de esa franja.

El pretexto de Israel para atacar a Hizbulá en el Líbano fue el apoyo proporcionado al grupo palestino Hamás por ese movimiento chií, al que respalda Irán y que también cerró filas con el régimen de Bachar al Asad.

Al producirse la ofensiva israelí contra Gaza para castigar la incursión de Hamás en Israel del 7 de octubre de 2023, que asesinó a 1.200 personas y secuestro a 251, Hizbulá se alineó junto a la formación palestina. Aunque los centenares de cohetes lanzados por Hizbulá en el norte de Israel no hicieron demasiada mella, Netanyahu decidió ordenar la invasión del Líbano para combatir allí al grupo proiraní y asegurarse el control del sur de ese país.

Si en el Líbano la guerra desatada por Israel ha causado 4.000 muertos desde el 7 de octubre de 2023, la mayor parte cuando empezaron los bombardeos masivos a fines del pasado septiembre y durante la invasión, la cifra de víctimas en Gaza es espeluznante.

Más de 44.800 palestinos han sido asesinados en un auténtico genocidio, (reconocido así por la ONU) la mayor parte mujeres y niños muertos en el bombardeo de edificios residenciales, campos de refugiados, columnas de desplazados, hospitales y escuelas donde se alojaban los civiles. El 90% de los 2,3 millones de palestinos que habitaban Gaza antes de que Netanyahu acometiera su venganza han tenido que abandonar sus hogares y están sometidos a la falta de agua, alimentos, medicinas e higiene derivadas de la invasión israelí.

Medio centenar de asesinados en dos días en Gaza

En la madrugada de este jueves se produjeron las dos últimas matanzas en la Franja por las bombas del Ejército israelí. Una de las masacres causó 13 muertos en el ataque a un convoy que repartía ayuda humanitaria en la zona de Rafah, en el sur de Gaza. La otra matanza acabó con la vida de 15 personas cuando bombas israelíes destruyeron una vivienda donde se refugiaban desplazados palestinos en el oeste del campamento de Nuseirat, en el centro de Gaza.

El miércoles habían muerto otros 22 palestinos, miembros de una misma familia, en otro bombardeo israelí en Beit Lahia, norte de la Franja.


Bombardeo israelí en Beit Lahia.

Ese mismo día, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó por una mayoría aplastante (158 votos a favor y 9 en contra) una resolución a favor de un alto el fuego en Gaza. Esta propuesta no es, sin embargo, vinculante. Tampoco hubiera significado mucho que la hubiera aprobado el Consejo de Seguridad de la ONU, pues Israel ha desoído todos los mandatos para acatar el alto el fuego.

Netanyahu no quiere una tregua

El único acuerdo de alto el fuego logrado hasta ahora entre Hamás e Israel tuvo lugar en noviembre de 2023. En esa pausa de una semana, fueron liberados 105 de los 251 rehenes israelíes a cambio de 240 prisioneros palestinos. Actualmente quedan 96 cautivos en Gaza, de los que 34 pueden estar muertos.

Aunque se está negociando otra tregua, no hay mucha confianza en Netanyahu. Su supervivencia política depende de la guerra de Gaza y los conflictos abiertos en Líbano y Siria.

Además, los rehenes son el pretexto del extremismo gobernante en Israel para continuar la masacre de Gaza, cuyo objetivo, reconocido por los propios radicales judíos es erradicar a los palestinos de la Franja y de Cisjordania para, más tarde o más temprano, anexionar los territorios palestinos a ese Gran Israel en ciernes.


Fuente: Público

martes, 10 de diciembre de 2024

Siria, en el filo de la navaja entre el yihadismo, la lucha de facciones y la renovada injerencia extranjera

 

     Periodista y analista para Público en temas internacionales. Especialista universitario en Servicios de Inteligencia e Historia.


Con Rusia e Irán fuera de juego, Israel, Turquía y EEUU quieren utilizar la desunión entre las facciones rebeldes para imponer sus intereses en el incierto tablero de Siria.


      La doble guerra lanzada por Israel en Gaza y el Líbano ha desbaratado Oriente Medio para mayor beneficio del estado hebreo, respaldado siempre por Estados Unidos. Siria aparece como el último naipe derribado en una crisis que ya afecta a toda la región, en la que ahora se ve el papel clave que estaba jugando Turquía. Un rol que desafía la estrategia de Washington, su aliado en la OTAN. La Casa Blanca de momento se conforma con que Rusia e Irán se replieguen de Siria con el rabo entre las piernas y a la espera de acontecimientos.


Combatientes de la oposición siria pasan junto a un vehículo blindado gubernamental en llamas al sur de Hama, Siria, el sábado 7 de diciembre de 2024.

En la caída del régimen del dictador sirio Bachar al Asad ha tenido mucho que ver la debilidad de sus aliados en la región, Irán y Hizbulá, acosados por Israel en el Líbano. También ha contado el desinterés de Rusia, que ha primado su guerra en Ucrania sobre sus veleidades geopolíticas en Oriente Medio como protector del régimen de Bachar al Asad, el ya expresidente acogido en Moscú tras la entrada de los opositores sirios en Damasco.


Un manifestante se encuentra junto a una fotografía del presidente Bashar al Asad durante una protesta frente al consulado sirio en Estambul el 8 de diciembre de 2024.

El Kremlin ya sabía desde días atrás que el tiempo de Al Asad estaba finiquitado y que Siria se había convertido en un desagüe de fondos para el ejército ruso, cuando sus aviones cazabombarderos del aeródromo militar de Khmeimim, en la provincia siria de Lakatia, y sus buques de guerra, en la base naval de Tartús, podrían desempeñar un papel más importante en el frente ucraniano y el mar Negro, respectivamente.

La aviación rusa hizo un poco el paripé con el bombardeo de Alepo cuando esta ciudad siria fue asediada la semana pasada por uno de los grupos insurrectos, pero pronto quedó claro que el empuje opositor era imparable y que no era éste el escenario que en 2015 llevó a los cazas y bombarderos rusos a proteger con éxito al régimen sirio del acoso del Estado Islámico y otros grupos rebeldes.


Combatientes de la oposición siria se reúnen en una plaza de Alepo el 30 de noviembre.

La guerra civil siria no ha concluido aún

Israel, Turquía y EEUU son los beneficiados en esta crisis, pero solo por el momento. Siria corre el riesgo de convertirse en un estado fallido más en la lista de países donde Washington de una u otra forma ha metido mano, como Irak, Libia o Afganistán.

El avispero sirio se ha avivado en apenas doce días. Han caído Bachar al Asad y el poder dictatorial que inició su padre, Hafed, hace 54 años. Pero la guerra civil que comenzó en 2011, con el fracaso y represión brutal de la Primavera Árabe en Siria, no ha concluido, por muchos mensajes de buena esperanza que se estén dando estos días y pese a los cánticos a favor de la "inminente" llegada de la democracia a Siria que se escuchan en Europa, donde la visión en blanco y negro de la política internacional prevalece hoy más que nunca.


Combatientes antigubernamentales patrullan una calle en la ciudad predominantemente kurda de Tal Rifaat el 2 de diciembre, después de que facciones pro-Turquía la tomaran.

De momento, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austen, advirtió este lunes que el Estado Islámico, los más radicales de los yihadistas que se asentaron en Siria la década pasada al amparo de la guerra civil, podrían aprovechar la incertidumbre actual para intentar volver. Austen justificaba así la reanudación de los ataques estadounidenses contra posibles posiciones del EI en el centro de Siria en las últimas horas.

El espectro del yihadismo de nuevo sobre Siria

El islamismo radical es el fantasma que en estos momentos sobrevuela Siria con más insistencia. Nadie quiere recordar muy alto que el principal grupo opositor que ha triunfado en esta ofensiva lanzada el 27 de noviembre, Hayat Tahrir al Sham (HTS, la Organización para la Liberación del Levante) es de credo salafista y antaño era partidario de la guerra santa contra Occidente.

El antecedente del HTS apareció en 2012 con el nombre de Jabhat al Nusra y era la rama siria de Al Qaeda, responsable de los ataques terroristas del 11S de 2001 en Estados Unidos. En 2017 adquirió su nueva denominación, lo que no fue óbice para que en 2018 Washington lo incluyera en su lista de grupos terroristas.

Entre sus reclamaciones hasta hace muy poco estaban la creación de un estado islámico en Siria y la aplicación de la sharia, la ley islámica. Aunque se ha moderado en sus planes para crear un califato islámico en Siria, sigue siendo un movimiento esencialmente islamista.

Habrá que ver si los entusiastas europeos de la ofensiva contra Damasco piden a la Casa Blanca que retire la recompensa de diez millones de dólares que pesa sobre la cabeza de Abu Mohamed al Julani, el líder del HTS, acusado de cometer crímenes contra los derechos humanos en sus años de yihadismo y que en esta campaña ha dejado su turbante salafista y adoptado un aspecto de militar "laico".


Combatientes rebeldes sirios desfilan por las calles de Homs después de que las fuerzas rebeldes ingresaran a la tercera ciudad de Siria durante la noche del 8 de diciembre.

El nombre real de Al Julani (que es su apelativo de guerra) es Ahmed al Sharaa. Quizá solo tenga que recuperarlo para ganar ascendencia entre los poco enterados políticos occidentales que ya lo alaban como nuevo líder de su país, obviando las atrocidades cometidas por los islamistas en la Siria en guerra de la década pasada.

Tampoco sería raro ese cambio de papeles y un eventual acercamiento de Al Sharaa a Estados Unidos, si es que su ofensiva no ha sido ya subvencionada desde Washington. Algunos de los grupos rebeldes islamistas que aparecieron a raíz del comienzo de la guerra civil siria fueron sufragados por la Casa Blanca contra Damasco, pese a sus tendencias yihadistas, que les llevarían después a formar el Estado Islámico.

El factor kurdo

Entre los otros grupos protagonistas de esta ofensiva está el Ejército Nacional Sirio (ENS), respaldado por Turquía en el norte de Siria y cuyo principal objetivo ni siquiera era el régimen de Al Asad, sino las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) integradas en buena parte por combatientes kurdos y que cuentan con el total respaldo de Estados Unidos.

Turquía ve al FDS como una extensión del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, el PKK, la horma del zapato del Gobierno de Ankara en el este del país y empeñado desde hace décadas en la independencia de las regiones kurdas del dominio turco. La prioridad turca es crear una zona bajo su control en el norte de Siria para contrarrestar el peso militar kurdo y ni el PKK ni las FDS se lo van a poner fácil a Ankara.




Israel aprovecha e incursiona en Siria

Como muestra de que la guerra no ha terminado, en las últimas horas se han redoblado los ataques lanzados por EEUU y Turquía contra bastiones de grupos sirios contrarios a sus protegidos y al HTS.

Sin embargo, los episodios bélicos más preocupantes de las últimas horas los está protagonizando Israel, con ataques en territorio sirio cercano a los Altos del Golán, la zona de siria ocupada por el ejército israelí en 1967, en el curso de la Guerra de los Seis Días, y anexionada por Tel Aviv unilateralmente en 1981.




El jefe del Estado Mayor del ejército israelí, Herzi Halevi, anunció que Siria es ya "el cuarto frente" en el que combaten las fuerzas terrestres de su país, junto a Gaza, Cisjordania y el Líbano. Halevi confirmó el despliegue de soldados israelíes en territorio sirio, en la que hasta ahora era una zona desmilitarizada cercana a los Altos del Golán, en el monte Hermón.

Y como justificación de estas acciones, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, anunció que "la caída del régimen de Bachar al Asad en Siria podría ayudar a promover un acuerdo para el retorno de los secuestrados" que aún están en manos de las milicias de Hamás en Gaza, desde el ataque de esas fuerzas palestinas contra Israel el 7 de octubre de 2023. Esa incursión causó 1.200 muertos israelíes y desató el genocidio cometido por el ejército de Israel en Gaza, con cerca de 45.000 palestinos muertos ya.

Netanyahu reconoció que "las acciones decididas" de Israel contra Hamás y Hizbulá, formación aliada de Al Asad, ayudaron a derrocar al régimen alauita en Siria.

Irán se retira, pero queda al acecho

Es posible que la salida rápida de rusos e iraníes de Siria y la evacuación a Moscú de Bachar al Asad y su familia hayan sido fruto de un acuerdo entre bambalinas entre los actores principales de esta crisis, con participación de otros países árabes, como Catar o Arabia Saudí.

Sin embargo, no todas las cartas están encima de la mesa. No parece que Rusia vaya a continuar en Siria como hasta ahora, pero el caso de Irán podría ser distinto, pese a su desbandada. Sobre todo si puede recuperar su perdido prestigio ante las acciones ofensivas de Israel.

Si bien es cierto que las milicias proiraníes y chiíes de Hizbulá no pasan por su mejor momento, machacadas por Israel en el Líbano, la palabra de Teherán sigue teniendo fuerza en Siria. No es casualidad que sus militares llevaran semanas retirándose de Siria, al igual que los rusos de Lakatia y Tartús. Era la crónica de una muerte anunciada y posiblemente muy planificada.

Ahora hay una tregua inestable entre Hizbulá e Israel en el Líbano. Ello podría ser aprovechado por la Guardia Revolucionaria Iraní (muy presente en Siria hasta los actuales acontecimientos) para recobrar resuello. Quizá ahora mismo Irán no sea un rival digno para Israel, pero sus fuerzas armadas conocen bien Siria y podrían convertir a este país en un futuro campo de batalla contra Tel Aviv.

¿Una república islámica siria?

Otra posibilidad sería la creación de una República Islámica de Siria, con Hayat Tahrir al Sham al frente y de inspiración salafista y sunní, que serviría de dique de contención al chiísmo iraní con apoyo de Washington e Israel. La alternativa puede ser también la balcanización de Siria, con la absorción de porciones de su territorio por el propio Israel, Turquía e incluso Jordania, siempre con el visto bueno de Estados Unidos.


Ciudadanos de Tajura celebran la caída del El Assad tras la ofensiva de los rebeldes liderados por islamistas, a 9 de diciembre de 2024

Y hay otra opción, que quizá sea la que se imponga. Será la que ponga sobre la mesa el presidente electo de EEUU, Donald Trump, en cuya intención estaba acabar con las guerras de Ucrania, Gaza y el Líbano, y a quien los "rebeldes" sirios se lo han puesto difícil.

La guerra civil contra Al Asad terminó, pero son muy altas las probabilidades de que empiece otra aún más incierta, con Turquía, Israel e incluso Irán extendiendo esa zozobra al Líbano, Irak y puede que el resto del mundo árabe. Y esto no le va a gustar nada a Trump.

Fuente: Público


sábado, 28 de septiembre de 2024

¿Israel asesinó al líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, en Líbano? (análisis en caliente)

 

Periodista especializado en temas internacionales.

     Hace casi un año, uno de mis principales planteos es que Israel había perdido su capacidad de disuadir a sus “enemigos” de atacarlo. Ya no regía, por ejemplo, la doctrina Dahiya de Gadi Eizenkot, ex Jefe de Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, que afirma que Israel “ debe usar una fuerza desproporcionada y abrumadora mientras ataca infraestructura civil y gubernamental para establecer la disuasión y obligar a la población civil a presionar a los grupos para que pongan fin a sus ataques”.

La doctrina había sido nombrada así por los bombardeos indiscriminados de Israel al barrio de Beirut que llevaba el mismo nombre. El barrio este jueves fue noticia de, nuevo, cuando 85 toneladas de bombas fueran lanzadas en seis edificios desde aviones estadounidenses F-15, según las propias autoridades israelíes.

Según las estimaciones de los funcionarios de defensa israelíes, unas 300 personas murieron en el ataque aéreo. Algunas de las víctimas se encontraban en edificios cercanos. El portavoz de las FDI, Daniel Hagari, dijo que la instalación atacada se encuentra debajo de edificios residenciales.
A pesar de las valoraciones israelíes, una fuente de Hezbolá dijo a Reuters que Nasrallah sobrevivió al ataque. Los medios saudíes, incluidos Al-Arabiya y Al-Hadath, también informaron que Nasrallah sobrevivió y que se encontraba "en un lugar seguro". A pesar de esto, el estamento de seguridad de Israel mantiene que Hezbolá estaba presente en la sede en el momento del ataque. Una fuente iraní dijo a Reuters que Teherán está tratando de determinar su condición.
El ataque, que incluyó el uso de armamento particularmente masivo, probablemente fue precedido por información precisa sobre la presencia de miembros de alto rango del grupo en la sede de Beirut.
Una fuente israelí afirmó que "los estadounidenses fueron informados unos minutos antes de la operación". Sin embargo, el Pentágono informó que Israel no informó a Estados Unidos del ataque con antelación y que el ministro de Defensa, Lloyd Austin, habló con el ministro de Defensa, Yoav Gallant, sólo una vez que el ataque había comenzado.
Según una fuente libanesa, se trata del ataque más importante desde el comienzo de la guerra. El canal de noticias saudí Al-Arabiya informó de que seis edificios se derrumbaron por completo como consecuencia de ello. El ministro de Sanidad libanés afirmó que los edificios estaban llenos de gente. Los hospitales de Beirut pidieron a la población que donara sangre.
Tras un retraso de más de una hora, la oficina del primer ministro, Benjamin Netanyahu, anunció que abandonaría Estados Unidos, donde habló el viernes en la Asamblea General de las Naciones Unidas, y que regresaría a Israel a las 3 de la madrugada, hora de Israel. Más temprano esa noche, Netanyahu interrumpió una conferencia de prensa cuando se publicaron los primeros informes sobre el ataque.

Benjamín Netanyahu publicó una foto en la oficina en Nueva York desde donde ordenó el ataque a una zona poblada por civiles, un crimen de guerra que, por el nivel de impunidad que maneja, pasará desapercibido al lado de otros episodios más horrorosos de su autoría. Algo que ha perdido Israel, en los últimos meses, es cualquier atisbo de superioridad moral. ¿Qué diferencia a un matón, un genocida como Netanyahu, del líder de Al Qaeda o el Estado Islámico?

Mientras planificaba el asesinato del líder de Hezbollah, Netanyahu regaló en la ONU otro de sus delirantes discurso en los que contrapuso un mapa de Medio Oriente con los países de la “maldición” (Irak, Siria, Irán) y los de la bendición (Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Jordania, Israel). El mapa de la “bendición” coincide con el corredor geopolítico asiático hacia Europa que Estados Unidos e Israel quieren construir desde la India.




El sábado, por la mañana, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, Herzi Halevi, anunció que el líder de Hezbollah había muerto. Nombró a la operación militar “Nuevo Orden”, una clara alusión a un intento de establecer el asesinato como una forma de disuadir a todos los “enemigos” de Israel. “Las herramientas de la caja de herramientas no se acaban. El mensaje es simple: sabremos cómo llegar a cualquiera que amenace a los ciudadanos del Estado de Israel”. También se reportó el supuesto asesinato del jefe del Frente Sur de Hezbollah, Ali Karchi, a cargo de gestionar el conflicto con Israel.

Como una forma de mostrar una imagen de victoria, los militares israelíes publicaron una foto de todos los líderes de Hezbollah que han asesinado en los últimos meses y años.




Yapir Lapid, líder de la oposición en Israel, festejó los asesinatos: “que sepan todos nuestros enemigos que cualquiera que ataque a Israel es hijo de muerte. Este es un logro importante para la disuasión y la seguridad del Estado de Israel”. Por ahora no hay ninguna información oficial de Hezbollah que confirme la información militar israelí. Tampoco se sabe cuál es el estado de Hashem Safieddine, el segundo al mando de la organización.

Para Hezbollah son semanas de grandes derrotas militares y, sobre todo, de inteligencia: la campaña de terror contra sus militantes y libaneses comunes iniciada con la explosión de los busca personas dio lugar al bombardeo a una supuesta oficina subterránea donde, se supone, estaba parte de su Estado Mayor. Pero queda la duda de si muerto Nasrallah, se “acaba la rabia”, como piensan los mandamás israelíes, quienes se han puesto como objetivo que Hezbollah desvincule su frente de apoyo a Gaza con el lanzamiento de cohetes al norte de Israel, que impide a 60 mil de sus ciudadanos regresar a sus localidades.

Leamos las palabras del último discurso de Nasrallah.

El jefe de Hezbolá se dirigió al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y al ministro de Defensa, Yoav Gallant.
“Le decimos a Gallant y a Netanyahu que el frente libanés no se detendrá hasta que cese la agresión contra Gaza. La resistencia en el Líbano no dejará de apoyar y ayudar a Gaza, Cisjordania y a los pueblos oprimidos en esas tierras santas”.
"No podrán 'devolver' a los colonos al norte y hacer lo que quieran. Este es un gran desafío entre nosotros y ustedes, y la única manera de hacerlo es detener la guerra en Gaza", añadió Sayyed Nasrallah, dirigiéndose al primer ministro y al ministro de Exteriores israelíes.
También dijo que el enemigo israelí pretendía agotar el ambiente de resistencia a través de estos ataques a gran escala, y agregó que el régimen sionista “trabajó para hacer que este ambiente alzara la voz contra el liderazgo de la resistencia”.
“Sin embargo, este objetivo también fracasó el martes y el miércoles. El enemigo también pretendía con las masacres atacar el sistema de mando y control de Hezbolá y difundir un estado de debilidad y confusión entre sus dirigentes, y esto nunca ha sucedido ni un solo momento”.
“Hoy puedo asegurar que la estructura organizativa de la resistencia no se ha tambaleado y que gracias a los sacrificios de nuestro pueblo esta estructura es suficientemente fuerte y cohesionada. Lo que ocurrió no afectó nuestra determinación, nuestro sistema de mando y control, nuestra preparación, ni nuestra presencia en los frentes, sino que aumentará nuestra fuerza y presencia.”
“Los colonos no volverán al norte”
Sayyed Nasrallah también citó una sugerencia del jefe del Comando Norte de Israel, quien pidió establecer una llamada zona de seguridad dentro del territorio libanés.
“Le digo que así lo esperamos. Los soldados sionistas recurren a procedimientos de ocultación en el frente norte y los estamos buscando a ellos y a sus tanques para atacarlos, pero si deciden moverse, les decimos que son bienvenidos”.
En este contexto, Sayyed Nasrallah subrayó que cualquier incursión israelí en territorio libanés es una oportunidad histórica para el grupo de resistencia.
“La zona de seguridad se convertirá en un infierno para su ejército, si quieren venir a nuestra tierra se encontrarán con cientos de los que resultaron heridos el martes y miércoles porque se volvieron más decididos”.

En las horas posteriores al ataque, Hezbollah lanzó cohetes al norte de Israel y, por primera vez, las colonias israelíes en Cisjordania. Lo que habla de que es posible que Israel deba embarcarse en un conflicto porque, sin Nasrallah, la rabia continuara hasta que Netanyahu resuelva su invasión a Gaza. Cuyas negociaciones están estancadas por la negativa del primer ministro israelí de retirarse de los corredores establecidos por el Ejército israelí para cortar al medio la Franja y controlar la frontera con Egipto.




Para Hezbollah, como para el resto del Eje de la Resistencia (Irán, Yemen, Siria y las milicias chiíes iraquíes), se plantea el dilema de dejarse arrastrar a una guerra directa con Israel o continuar por la senda del degaste de Israel en múltiples frentes, como el militar, económico, y sobre todo, el político. Netanyahu, en este último, puede haber logrado una victoria política para alargar los tiempos políticos y reunir una coalición de extrema derecha que le permita prepararse para unas nuevas elecciones donde tenga asegurado su triunfo. Su estrategia, cada vez más, parece clara: acelerar la escalada de confrontación contra Hezbollah e Irán para que en, una eventual, guerra Estados Unidos salga en su auxilio.




Es también una buena manera de que una guerra en Medio Oriente sirva para que Donald Trump llegué al poder mostrándose como el mejor aliado de Israel. Por eso, quizás, Netanyahu ha saboteado con tanto esmero todas las iniciativas de “paz” de la Administración Biden en El Líbano y Gaza. Y también ha mostrado claros signos de desespero porque se desencadene un ataque directo de Hezbollah que vuelva a victimizar al pueblo israelí como el más “agredido y indefenso” de Medio Oriente. El interrogante es si Hezbollah, o Irán, preferirán hacerle juego a Neyanyahu o continuar con su “paciencia estratégica” para que Israel siga hundiéndose en el pantano del desgaste.

Si los monstruos de la guerra se sueltan, todos saben que Israel es el único de los bandos que puede utilizar sus armas nucleares para establecer su tan ansiada disuasión. Un verdadero peligro para la humanidad.


Fuente: Bruno Sgarzini

jueves, 26 de septiembre de 2024

Israel extiende su guerra genocida al Líbano

 

Escritor palestino. Autor de La historia y la política de los beduinos.


En tan solo unas pocas horas, Israel masacró a más de 500 personas en el Líbano. Netanyahu parece no tener reparos en desencadenar una guerra regional en toda regla y el gobierno estadounidense no está haciendo nada por impedirlo.




       Israel ha desatado un infierno en el Líbano. Las brutales oleadas de ataques aéreos israelíes se suceden sin tregua desde el lunes. Hasta el martes por la mañana habían matado a 558 personas en el sur y el este del Líbano, entre ellas mujeres y niños, al tiempo que desplazaban a otros miles que huyeron hacia el norte en busca de seguridad tras las advertencias de evacuación de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Al menos 1835 civiles han resultado heridos.




Las imágenes muestran a las fuerzas israelíes bombardeando viviendas civiles en el sur del Líbano y el valle de la Bekaa, alcanzando al menos 58 ciudades y pueblos. Según el Ministerio de Sanidad libanés, los bombardeos israelíes han alcanzado viviendas, centros médicos, ambulancias y coches de personas que intentaban huir. Familias libanesas enteras han sido aniquiladas. Horribles imágenes muestran a niños atrapados bajo los escombros.




Se trata de un flagrante crimen de guerra.

El asalto del lunes se produce en medio del temor a una inminente invasión terrestre israelí en Líbano, que amenaza con convertirse en una guerra regional en toda regla. En una entrevista concedida el domingo a la CNN, el secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió de que una guerra total supondría «la posibilidad de transformar Líbano en otra Gaza», lo que sería «una tragedia devastadora para el mundo».




Pero una guerra regional es precisamente lo que quiere Israel. Armado con un suministro sin fin de armas estadounidenses, Netanyahu está extendiendo su guerra genocida con la clara intención de una escalada regional que podría implicar directamente a Estados Unidos. Tras la masacre del lunes, el Pentágono envió tropas adicionales a la región en previsión de un conflicto más amplio. El asalto se produce también pocas horas después de que el Secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, expresara su «apoyo al derecho de Israel a defenderse de los ataques del Hezbolá libanés».

Siguiendo el guion de Gaza, el Ejército israelí ha caracterizado la masacre como un asalto «extensivo» contra Hezbolá, mientras repite como un loro la lógica genocida de que no hay civiles en Líbano. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, señaló el domingo que el asalto de las FDI a Líbano no ha hecho más que empezar, jactándose de que «en los últimos días, hemos asestado a Hezbolá una serie de golpes que no había imaginado». En un vídeo colgado en las redes sociales ese mismo lunes, un portavoz de las FDI describió el bombardeo como un ataque preventivo lanzado en medio de «indicios de que Hezbolá se preparaba para disparar hacia territorio israelí». Otro funcionario israelí describió el asalto como una «desescalada a través de la escalada».




El primer ministro provisional de Líbano, Najib Mikati, calificó el lunes la oleada de ataques aéreos israelíes de acto de genocidio, declarando: «¡La continua agresión israelí contra Líbano es una guerra genocida en todos los sentidos de la palabra, y su objetivo es destruir al pueblo libanés!». Mientras tanto, el gobierno libanés ha solicitado una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU tras el último ataque israelí en Beirut, acusando a Israel de llevar a cabo actos «similares al genocidio» en suelo libanés.

Los propios ministros israelíes han estado llamando abiertamente al genocidio en Líbano, mientras que otros piden ahora a las IDF que «tomen el control» y establezcan una «zona tampón» en el sur de Líbano. 




En respuesta a los ataques israelíes, Hezbolá ha lanzado un aluvión de cohetes contra el norte de Israel, que en su mayoría han sido interceptados y no han causado víctimas (Hezbolá ha prometido en repetidas ocasiones poner fin a sus ataques contra Israel si se produce un alto el fuego en Gaza).

La matanza del lunes se produce poco después de que los servicios de inteligencia israelíes lanzaran un ataque terrorista masivo dentro de Líbano, haciendo detonar a distancia miles de dispositivos electrónicos, matando al menos a cuarenta personas e hiriendo y mutilando a otras miles, al tiempo que «desataba el miedo, el pánico y el horror generalizados entre la población de Líbano», como declaró un alto funcionario de la ONU. Este ataque se produce después de la mortífera ofensiva aérea israelí del viernes en Líbano, en la que murieron más de treinta civiles y un alto mando de Hezbolá.




Israel tiene un largo historial de masacres de civiles en Líbano. La matanza del lunes coincide con el aniversario de la masacre de Sabra y Shatila. En septiembre de 1982, las fuerzas del IDF invadieron el campo de refugiados de Sabra y Shatila en Beirut, permitiendo a los falangistas maronitas entrar en el campo y masacrar a sangre fría a miles de indefensos refugiados palestinos, en su mayoría mujeres y niños. La masacre tuvo lugar incluso después de que el campo se hubiera rendido a las fuerzas israelíes y los miembros de la Organización para la Liberación de Palestina hubieran abandonado Beirut.

El 18 de abril de 1996, Israel llevó a cabo una horrible masacre cerca de Qana, un pueblo del sur de Líbano, entonces ocupado por Israel, donde el ejército israelí bombardeó un complejo de las Naciones Unidas, que albergaba a más de 800 civiles libaneses, matando al menos a 106 de ellos. Un informe posterior de Amnistía Internacional concluyó que «las FDI atacaron intencionadamente el complejo de la ONU». La masacre de Qana fue aclamada por Israel como «Operación Uvas de la Ira», en referencia a la novela del escritor estadounidense John Steinbeck.

Bajo el pretexto de luchar contra el terrorismo, Israel sigue actuando con impunidad en la región, envalentonado por el apoyo incondicional de Estados Unidos y el incesante flujo de armas. Durante doce meses, Estados Unidos ha fabricado y enviado bombas con las que Israel ha masacrado a más de 40.000 palestinos en Gaza y a casi mil civiles en Líbano (según Armed Conflict Location and Event Data, Israel ha lanzado más de 8000 ataques en Líbano desde el pasado octubre). Desde el comienzo de su guerra genocida en Gaza, Israel ha cometido crímenes de guerra casi todos los días, y cada crimen de guerra lleva las innegables huellas de la complicidad de Estados Unidos.




Tras la masacre del lunes en Líbano, un grupo de legisladores estadounidenses ha instado a la administración Biden a detener el suministro de armas a Israel. La congresista Rashida Tlaib escribió en las redes sociales: «Es más fácil que el gobierno deje de enviar armas para que Israel lleve a cabo sus guerras genocidas que evacuar a todos los estadounidenses en el Líbano». Sin un cese inmediato del flujo de armas de Estados Unidos hacia Israel, resulta difícil ver por qué Israel debería dejar de masacrar civiles en Gaza y Líbano mientras amenaza con desencadenar una guerra regional.


Fuente: Jacobin