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miércoles, 19 de febrero de 2025

La resistencia kurda en Siria, entre la guerra y el olvido

 

      Periodista especializada en derechos humanos y feminismos.

                                                                                y

                                 Javier Ayala Aizpuru



El incremento de los ataques turcos desestabiliza el norte y el este del país en un momento clave de negociaciones con el nuevo gobierno de Damasco


     Lejos de los gritos de victoria de la plaza de Kobane (en la gobernación de Alepo, al norte de Siria), Qamar (nombre ficticio) limpia con esmero la imagen de su hijo clavada en la tierra del Cementerio de los Mártires. La ciudad celebra el décimo aniversario de la batalla de Kobane, que decidió el futuro de toda la región. Un símbolo de la resistencia kurda. El comienzo del fin del Estado Islámico.


Mujeres con banderas de las SDF en el décimo aniversario de la batalla de Kobane. / B.C.A y J.A.A.

Su hijo ha fallecido mucho tiempo después de todo aquello, en la misma ciudad que sigue constituyendo el epicentro de la resistencia kurda. Cayó entre los restos de aquel enfrentamiento, de las tapias agujereadas, los escombros apartados y los edificios derruidos. El enemigo ahora es otro, menos mediático a los ojos de Occidente: el Estado turco. Mediante bombardeos, drones y la colaboración con el llamado Ejército Nacional Sirio (ENS), Turquía ataca el proyecto revolucionario del norte y el este de Siria, considerándolo una amenaza para su propia soberanía.


Familia frente a la tumba de un mártir en el cementerio de Kobane. / B.C.A y J.A.A.

La cara que la madre limpia con un pañuelo mojado es ahora la de un mártir. Al igual que las que se entrelazan en una cadena de banderines, de lado a lado, en la plaza de Kobane. Bajo ellas se ha erigido un escenario para la ocasión, adornado con globos de los colores de la bandera de Rojava, el nombre que dan los kurdos a la región siria que ahora se encuentra bajo su control. Con expresiones similares a las de las fotografías, una veintena de soldados guarda a la multitud de nuevos ataques. “Estamos preparados para todo, para la paz, para la guerra”, menciona una de ellas, “Kobane resistirá hasta la última frontera”.


La guerra


De la presa de Tishrin, cerca de Kobane, regresó Samire con la pierna herida. No lo vio venir, los drones turcos no suenan como los aviones. Solo sintió una gran explosión y, después, un dolor intenso. Lleva tumbada desde entonces en el sofá de su casa en Qamishlo (al norte, en la frontera con Turquía), sin poder caminar. “Fuimos cerca de cien personas en un convoy desde el cantón de Cezîre”, comienza narrando, “debíamos esperar cuatro días allí, hasta la llegada de la siguiente caravana de civiles”. La resistencia civil se ha aunado a los esfuerzos de las milicias, desde el incremento de los ataques, para proteger la infraestructura que provee de bienes básicos a la población.


Depósito petrolífero bombardeado por Turquía. / B.C.A y J.A.A.

Tras cinco años de relativa calma en los frentes, Turquía y el Ejército Nacional Sirio (ENS) han aprovechado el desmoronamiento del régimen de Al-Asad. Han lanzado su propia ofensiva sobre la Autoridad Autónoma del Norte y el Este de Siria (AANES), ocupando localidades como Tel Rifaat y Manbij, donde se encontraban numerosos desplazados internos. Esto ha originado un nuevo movimiento a gran escala de refugiados, que han tenido que reubicarse en otras partes del territorio.

Apoyados por la aviación turca, los últimos ataques del ENS se han centrado en la presa de Tishrin. Conscientes de su interés geoestratégico, los ataques obvian el desastre medioambiental que su destrucción provocaría en toda la región. Los últimos ataques han provocado que la presa deje de generar electricidad.

La presa de Tishrin se ha convertido en el principal frente debido a su valor geoestratégico y económico

Una vez en la presa, encendíamos velas, hacíamos teatro, música, baile”, continúa Samire, “uno no espera que vayan a atacar a civiles”. La presa de Tishrin se ha convertido en el principal frente entre las milicias kurdo-árabes y las tropas apoyadas por Turquía debido a su valor geoestratégico y económico, ya que abastece de electricidad y agua a buena parte del territorio de la AANES. Cuando se produjo la explosión, Samire y el resto de personas estaban bailando en círculo. “Desde hace un año, la estrategia de Turquía es atacar infraestructura de energía, petróleo, agua”, denuncia, “atacan las necesidades básicas de la gente”.

Esta situación deriva en una inestabilidad política y económica difícil de gestionar para la AANES, que precisa de cierta calma para defender sus intereses en las negociaciones con el nuevo gobierno en Siria. Hussein Othman, representante del Consejo de la AANES, señala que estos ataques “ejercen una presión a la economía”. “Los recursos de Tishrin son para toda Siria” continúa “queremos poder enviar convoyes que reparen la presa, pero por los bombardeos es imposible”.

Desde su sofá, Samire se recoloca la manta por encima de la pierna, para no dejar a la vista sus heridas. Tras el bombardeo la atendieron allí mismo, en la presa, gracias al equipo médico que acompaña a cada convoy. “El pueblo protege su ambiente y su entorno”, sentencia Samire, “es derecho de todos los pueblos el vivir en paz, los gobiernos deberían saber eso”. A su izquierda, una estufa de gasolina tintinea; a su derecha, colocado minuciosamente, destaca el pequeño altar dedicado al ideólogo del sistema autónomo de su territorio: Abdullah Öcalan.


El desplazamiento


Es el cuarto proceso migratorio de Rawa y Sherine (nombres ficticios) desde la conquista de Afrin. Amontonados entre sus piernas y el equipaje, viajan los tres hijos de cada una, rumbo a Raqqa, desde la ciudad de Qamishlo. Rawa planea llegar hasta Serekaniye, evitando los puestos militares del ENS, quien conquistó el territorio en 2019. Sherine le pregunta si no tiene miedo por sus hijos. “Allí está mi marido”, responde Rawa, “solo salimos de la ciudad para dar un tratamiento a mi hijo más pequeño, que está enfermo”. Sherine no arriesga tanto, se quedará en Raqqa, donde espera poder estabilizarse en alguno de los campamentos de refugiados que se han establecido en parques, edificios públicos y escuelas.

Hay cerca de 100.000 desplazados internos que han debido huir de las áreas conquistadas por Turquía en los dos últimos meses

La escuela de Abu Alaa Al-Maarri, en Raqqa, la antigua capital del Estado Islámico, es uno de ellos. Hoy se ha convertido en el hogar de 50 niños y niñas sin escolarizar. Son parte de las infancias que componen los cerca de 100.000 desplazados internos que han debido huir de las áreas conquistadas por Turquía en los dos últimos meses. De entre la multitud que se aglutina en la entrada, destaca la mirada fija de Yazan Hassan, su portavoz. “Dicen que vayamos a Afrin (en la gobernación de Alepo), pero, si no tenemos garantías, no vamos a volver”, afirma, “no vamos a vivir esto otra vez”.


Familia de refugiados en la escuela de Abu Alaa Al-Maarri. / B.C.A y J.A.A.

Es la segunda ocasión que Yazan Hassan ha debido desplazarse con su familia. En el campamento de refugiados de Tel Rifaat habían desarrollado nuevamente su casa, disuelta ahora entre las escasas bolsas que pudieron agrupar con el anuncio de huida. Hevin Mohammad no puede evitar recordar sus propias aulas en Afrin, donde era profesora de kurdo, al observar las bandejas de té sobre las tarimas y las cuerdas donde tienden la ropa de esquina a esquina en las aulas de la escuela. “Mi familia sigue en Afrin”, relata, “les han hecho todo muy difícil, les han quitado el dinero, nadie puede viajar allí ni moverse en libertad”.

La razón por la que nos atacan es porque no quieren que existamos los kurdos”

Los campos de refugiados germinados a lo largo de la AANES en el último mes son un arreglo temporal a los ataques de Turquía. Pero es difícil concluir una solución duradera en el contexto cambiante de Siria. Especialmente tras el cambio de gobierno, que permanece aparentemente impasible ante el incremento de los ataques turcos. “La razón por la que nos atacan es porque no quieren que existamos los kurdos”, analiza Yazan Hassan sin atisbo de duda, “no quieren que nos movamos libres, que tengamos opinión”.

El pueblo kurdo ha sufrido persecución y discriminación durante los últimos cien años en los diversos países en los que tiene presencia: Turquía, Irak, Irán y Siria. En este último, durante el régimen de Bashar Al-Asad, tenían prohibido hablar su lengua y tener acceso a la nacionalidad, con la imposibilidad de tener garantizados servicios básicos como la educación o la sanidad. Al comienzo de la guerra civil siria, el régimen se retiró de las zonas kurdas, generando un vacío de poder que aprovechó el pueblo kurdo para consolidar su autonomía y poner en prácticas las ideas del Confederalismo Democrático. Este modelo, basado en la democracia participativa, la lucha de la mujer, el cooperativismo y el ecologismo, ha concentrado el interés de gran parte del mundo.

Abdullah Öcalan, autor intelectual del Confederalismo Democrático, ha vivido el alcance que han tenido sus ideas desde la prisión turca de Imranli

No es esta la percepción del Estado turco. Desde la prisión de la isla turca de Imranli, Abdullah Öcalan, el autor intelectual del Confederalismo Democrático y el histórico dirigente del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), ha vivido desde su aislamiento el alcance que han tenido sus ideas en esta región del norte de Siria. Sus veinticinco años de encierro están motivados por décadas de conflicto entre el Estado turco y el PKK, designado como organización terrorista por Ankara, Estados Unidos y, tras las negociaciones de 2004 para la entrada de Turquía en la Unión, también por la Unión Europea.

Argumentando que las milicias kurdas son una rama del PKK, desde el comienzo de la guerra su vecino del norte ha tratado de socavar el proyecto político kurdo en Siria. El próximo 15 de febrero, el gobierno turco permitirá a Öcalan hacer una declaración pública en la que el pueblo kurdo deposita su esperanza, ya que podría suponer el anuncio de un alto al fuego entre el PKK y el gobierno turco, y la estabilidad para la AANES.

En la escuela de Abu Alaa Al-Maarri, varias mujeres limpian el suelo inundándolo con cubos de agua tras la figura de Hevin Mohammad. Su futuro es especialmente incierto en la nueva Siria. “El nuevo gobierno afirma que instaurará un nuevo Estado islámico, eso significa que las mujeres no tendremos derecho en las instituciones”, denuncia Hevin Mohammad, “aquí estamos acostumbradas a que las mujeres tengamos derechos y representación, queremos garantizar nuestra autonomía”.


El pacto o el olvido


Qamar, Samire, Rawa, y Sherine recorren el noreste de Siria con una imagen común en la memoria: las celebraciones frente a la nueva bandera siria que han recorrido el mundo. Entre ellas se cuelan también las dudas ante el nuevo presidente, Ahmed Al-Golani. La AANES enfrenta, por el norte, los ataques de su vecino turco y, hacia el sur, el futuro borroso generado por la instauración de un nuevo gobierno en Siria tras catorce años de conflicto.


Niña alzando la bandera de las SDF en el décimo aniversario de la batalla de Kobane. / B.C.A y J.A.A.

Ahmed Al-Golani fue enviado en 2013 a Siria por Abu Bakr Al-Baghdadi, califa del autoproclamado Estado Islámico, para expandir a Daesh en el territorio. Tras su escisión, conformaría el Frente Al-Nusra, que posteriormente compondría el grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS) junto a otras organizaciones islamistas. Al-Golani habla ahora al mundo lejos de su turbante y su uniforme militar, con la barba recortada, americana y corbata. En los últimos años, la organización ha comenzado a difundir un nuevo discurso que afirma proteger los derechos de las minorías religiosas y las mujeres. Pero algunos actos han levantado recelos en torno a sus verdaderas ideas. Entre ellas, la designación de Shadi Al-Waisi como ministro de Justicia, quien acarrea con el ajusticiamiento de varias mujeres en 2015 bajo la acusación de prostitución.

Ha despertado recelos la designación de Shadi Al-Waisi como ministro de Justicia, relacionado con el ajusticiamiento de varias mujeres en 2015

En estos dos meses hemos visto que no hay igualdad en los juzgados”, enuncia Bahia Murad, miembro de La Casa de la Mujer en AANES, el órgano de justicia creado en el territorio para las mujeres, “¿quién va a proteger a las mujeres si no hay siquiera juezas?”, se pregunta. La incertidumbre respecto a la situación de los derechos de las mujeres en Siria, después de las conquistas históricas desarrolladas en la AANES, es una de las principales preocupaciones a la hora de llegar a un acuerdo con el nuevo gobierno central. “Muchas personas tienen reticencias en torno a HTS, saben sus vínculos con Al-Qaeda y lo que han hecho antes”, expone Rohilat Efrin, comandante de las Unidades Femeninas de Autodefensa (YPJ), “nosotras también lo tememos, la mayoría de quienes serían oprimidas en Siria serían mujeres”.

En la memoria de Qamar, Samire, Rawa y Serine también están las imágenes de las mujeres kurdas que combatieron y desarticularon al ISIS hace una década. Sus rostros también están sembrados en el Cementerio de los Mártires de Kobane, limpiados por madres e hijas que, por encima de los riesgos del Norte y el Sur de la región, no darán un paso atrás.


Fuente: ctxt

sábado, 21 de diciembre de 2024

El escenario de los Balcanes

 

     Periodista freelance, crítico y especializado en el norte y este de Siria (NES), Turquía, Siria y Oriente Medio en general.


      El futuro de Siria es incierto tras el derrocamiento de Bashar al-Assad en una ofensiva rebelde a principios de este mes. Mientras millones de personas celebran con razón la caída del dictador, las grandes potencias –sobre todo Estados Unidos, Turquía e Israel– compiten por influir en el nuevo acuerdo político. El grupo insurgente salafista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) se ha apoderado del gobierno central, lo que ha obligado a decenas de miles de chiítas y otras minorías religiosas a huir del país; los alauitas de las regiones costeras temen represalias del régimen entrante, y los grupos kurdos del noreste se enfrentan a una arremetida de las milicias apoyadas por Turquía.




En este panorama de tensiones, uno de los escenarios más plausibles es una versión del siglo XXI del destino que corrió la ex Yugoslavia. Allí, el colapso del Estado allanó el camino para un conflicto interétnico, que culminó en la masacre de Srebrenica, en la que murieron 8.000 bosnios, y la división definitiva de la antigua federación socialista en función de criterios étnicos. Mientras tanto, las reformas estructurales neoliberales provocaron estancamiento económico, desempleo y despoblación, en beneficio de las élites locales e internacionales.


Mapa étnico de las ex repúblicas yugoslavas en 1998.

El historiador yugoslavo Andrej Grubačić rechaza el uso simple del término "balcanización" para describir este proceso, ya que implica un nativismo esencialista que hace que los pueblos de la península balcánica sean incapaces de coexistir pacíficamente. En cambio, insiste en que se trató de una "balcanización desde arriba": un programa patrocinado por Occidente de transferencias de población e "intervenciones humanitarias" que profundizó las enemistades regionales al crear un conjunto de pequeños estados étnicos. Esto dio lugar a un modelo de "estabilitocracia", en el que los caudillos balcánicos lograron una paz relativa gobernando con puño de hierro, al tiempo que abrían sus economías al comercio tanto del Este como del Oeste. La UE ayudó a apuntalar a estos gobiernos represivos, manteniéndolos en perpetua sumisión y negándoles toda perspectiva real de adhesión al bloque.

Aunque los contextos varían, este modelo no tiene nada de exclusivamente balcánico. La Turquía de Recep Tayyip Erdoğan, que este año celebró un cuarto de siglo en la lista de espera para ingresar a la UE, también puede reprimir a la minoría kurda dentro y fuera de sus fronteras como contrapartida a cambio de mantener bajo control a millones de refugiados sirios y otros migrantes. Sin forzar demasiado la analogía, se podría considerar a Azerbaiyán o Arabia Saudita como otros modelos de "estabilidad", cuyos estrechos vínculos con Occidente se utilizan para encubrir sus regímenes identitarios excluyentes.

Hoy, esa misma palabra de moda está en boca de los líderes sirios. Para salvaguardar la supuesta estabilidad del país, están aplicando una política de no agresión hacia las tropas israelíes que están ocupando nuevas franjas del sur. Están alejándose de Rusia –sugiriendo que debería retirar las tropas que antes estaban estacionadas en Siria en apoyo de al-Assad– y acercándose a las potencias occidentales, restableciendo lazos diplomáticos con estas últimas y presionando eficazmente para que se alivien las sanciones.

Cuando el primer ministro de transición Mohammed al-Bashir dirigió el cuasi-estado HTS en Idlib, entre enero y diciembre de 2024, introdujo un paquete de medidas "modernizadoras" que incluían tecnologías de gobierno electrónico y leyes de planificación liberal. Ahora, su gobierno está promocionando un cambio del proteccionismo hacia un modelo de libre mercado: poniendo fin a los controles restrictivos de las importaciones y legalizando el comercio en dólares, para el deleite de los inversores internacionales, que predicen un crecimiento del PIB de dos dígitos durante años. El régimen también promete respetar a las minorías religiosas, aunque da por sentado que seguirán siendo tratadas como ciudadanos de segunda clase.


Mohammed al-Bashir.

Pero, como en los Balcanes, es probable que los sueños de utopía neoliberal se vean frustrados. Bajo el régimen de HTS, Idlib era un ejemplo clásico de capitalismo clientelista: un sistema monopólico en el que la élite política dominaba las importaciones de petróleo, los cambios de divisas, el mercado de alimentos e incluso los centros comerciales, al tiempo que perseguía a los especuladores rivales o a los disidentes políticos. Lo más probable es que este sistema se extienda ahora a Siria en general, y que la camarilla que rodea a Jolani se beneficie de los fondos de reconstrucción mientras la agenda de privatización del Estado llena los bolsillos de los empresarios afiliados al régimen (como vimos durante la venta masiva de activos públicos bajo el régimen de Asad).

En este sentido, el HTS demuestra el acomodo que se ha forjado entre el Islam militante y la economía neoliberal. Como ha sostenido Asef Bayat, el islamismo comprometido socialmente de los años 1960 y 1970, que evolucionó en afinidad electiva con el movimiento comunista, no pudo sobrevivir a la transición a la era posterior a la Guerra Fría. Fue gradualmente reemplazado por una corriente más identitaria que combinaba el conservadurismo y el sectarismo por un lado, con el neoliberalismo y el globalismo por el otro. En los Balcanes occidentales, la identidad étnica o religiosa sirvió de manera similar para encubrir la falta de una provisión social significativa por parte del Estado. Los autócratas a menudo avivaron el sentimiento antioccidental populista para distraer a su base de las dificultades económicas, al tiempo que aplicaban reformas neoliberales apoyadas por Occidente.

Por supuesto, hay claras discontinuidades entre la política estadounidense en los triunfalistas años 90 y su enfoque en la coyuntura actual. Tras un período de intervencionismo maximalista, el apetito del hegemón por las campañas de bombardeos dirigidos directamente contra sus rivales estatales comenzó a menguar. Las guerras aéreas de "conmoción y pavor" de Clinton y Bush fueron reemplazadas por una creciente dependencia de diversas constelaciones de agentes estatales y no estatales, desde los Balcanes hasta Oriente Medio. Bajo Obama, las operaciones Timber Sycamore y Train and Equip canalizaron recursos a los llamados "rebeldes moderados" de Siria, pero lograron pocos golpes significativos contra Asad, ya que los combatientes respaldados por Estados Unidos fueron rápidamente superados por la organización predecesora de HTS, Jabhat al-Nusra.

Mientras tanto, una coalición liderada por Estados Unidos prestó apoyo al ala militar de la federación liderada por los kurdos conocida como Administración Autónoma Democrática del Norte y el Este de Siria (DAANES) en el curso de su guerra contra el ISIS. Tras la derrota del ISIS, el número de ataques aéreos estadounidenses declarados en Irak y Siria se redujo de decenas de miles a apenas 20 en 2022, y Estados Unidos se volvió más dependiente de Turquía e Israel para defender sus intereses regionales. Por lo tanto, no fue la campaña aérea estadounidense, sino más bien los golpes de castigo infligidos por Israel a los aliados clave de Asad –Irán y Hezbolá– lo que allanó el camino para que HTS tomara Damasco por asalto.

¿Cómo responderá Estados Unidos a la nueva situación sobre el terreno? Su presencia en el norte del país siempre se justificó citando la amenaza del ISIS, pero tenía la función adicional de impedir que Irán estableciera una zona de influencia contigua desde Teherán hasta el Mediterráneo. La caída de Asad puede haber cambiado ese cálculo. En las últimas dos semanas, las fuerzas proiraníes se han dispersado, mientras que las milicias apoyadas por Turquía han avanzado a través del territorio de DAANES al oeste del Éufrates y esperan terminar el trabajo en aquellas regiones orientales donde Estados Unidos todavía está estacionado. Queda por ver si la administración estadounidense entrante concederá o no permiso a Turquía para extender su ocupación por todo el territorio de DAANES.

Estados Unidos había asegurado durante mucho tiempo a Ankara que su colaboración con el movimiento militante kurdo era "temporal, transaccional y táctica". Trump intentó retirar las tropas estadounidenses en 2019, abriendo la puerta a una devastadora invasión turca que mató a cientos y desplazó a cientos de miles. Recientemente ha afirmado que Estados Unidos no debería tener “nada que ver” con Siria, aunque los neoconservadores de su gabinete pueden no estar de acuerdo.

Por sí sola, una retirada estadounidense no permitiría a los sirios determinar su destino. Es más probable que abra una nueva fase del conflicto, en la que la presencia de tropas estadounidenses sobre el terreno dé paso a una balcanización desde arriba. Como parte de este proceso, las grandes potencias pueden recurrir a los estabilitócratas regionales para que hagan el trabajo sucio por ellas: liquidar la federación liderada por los kurdos y dividir Siria entre Israel, HTS y Turquía.

Como Rusia, según se informa, espera mantener bases militares en la costa mediterránea alauita y tal vez dar la bienvenida a la nueva Siria a los BRIC, Jolani podría incluso repetir el truco de los Balcanes occidentales de enfrentar a Moscú y Bruselas. Sin embargo, como en los Balcanes occidentales, el resultado de esta estrategia probablemente será un mayor derramamiento de sangre interétnico. Habrá llamados a resolverlo mediante transferencias de población, rompiendo las comunidades mixtas que han sobrevivido a los últimos trece años de guerra civil y haciendo el juego a sectarios como Jolani.

El trauma que acompañó la desintegración de Yugoslavia significó que no había perspectivas realistas de una "balcanización desde abajo", aprovechando la historia de cooperación interétnica de la región para establecer una nueva federación pluralista. Sin embargo, en Siria, la federación interétnica de DAANES, de unos cuatro millones de personas -en la que coexisten pacíficamente militantes kurdos de izquierda y grupos árabes conservadores- puede indicar un posible camino a seguir. HTS y DAANES han evitado en gran medida el conflicto durante las últimas dos semanas de cambios territoriales dinámicos.

¿Podría la presión popular forjar alguna división de poder entre ellos? Las probabilidades son escasas, y el pragmatismo neoliberal de HTS probablemente significa que elegirá el camino de menor resistencia: permitir que los socios regionales autoritarios de Occidente se conviertan en los señores feudales de una Siria dividida, y poner en cuestión la supervivencia misma del pequeño Estado kurdo. Pero en este punto, nada está predestinado.

Fuente: SIDECAR

jueves, 19 de diciembre de 2024

EE.UU. duplica tropas en Siria y podría enviar pronto una delegación para reunirse con HTS

 

     Periodista y productora palestino-canadiense.


Washington parece decidido a mantener su presencia en Siria mientras toma forma un nuevo Estado.


     Tras la visita de funcionarios del Reino Unido a Siria y el anuncio de la Unión Europea sobre el regreso a una embajada “plenamente operativa” en Damasco, Washington podría ahora enviar su propia delegación para reunirse con los líderes de la oposición siria.


El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, habla en el Consejo de Relaciones Exteriores en la ciudad de Nueva York el 18 de diciembre de 2024 (Jeenah Moon-Reuters).

El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, dijo el jueves al programa Bloomberg Surveillance que la administración Biden está “considerando enviar gente al terreno en Siria” después de recibir señales positivas de Hay'at Tahrir al-Sham (HTS), el grupo que lideró el derrocamiento del gobierno de Assad a principios de este mes.


Un casco abandonado en el aeropuerto militar de Mezzeh, en Damasco, el 16 de diciembre de 2024 (Fadel Itani-NurPhoto-Reuters).

Blinken había confirmado previamente que Estados Unidos había establecido “contacto directo” con los rebeldes.

Los comentarios se produjeron el mismo día en que el Pentágono reveló que había duplicado en secreto el número de tropas estadounidenses en el noreste de Siria, aumentando la fuerza de aproximadamente 900 a 2.000 soldados. El despliegue se produjo mucho antes de que los rebeldes comenzaran su rápida toma del poder, aunque no se proporcionó ninguna fecha específica.

Las cifras fueron reveladas el jueves debido a la “sensibilidad desde el punto de vista diplomático y de seguridad operativa”, explicó el secretario de prensa del Pentágono, Patrick Ryder, durante una sesión informativa.

Las fuerzas adicionales “abordarán los cambiantes requisitos de la misión” como parte de una operación contra el Estado Islámico (EI) que Estados Unidos ha mantenido en Siria durante casi una década, dijo Ryder a los periodistas, distanciando al ejército estadounidense de la lucha liderada por HTS para derrocar a Assad.

HTS está catalogada como "organización terrorista extranjera" en Estados Unidos y su líder, Ahmed al-Sharaa, más conocido como Abu Mohammed Jolani, tiene una recompensa de hasta 10 millones de dólares por su cabeza, que sigue vigente. Sharaa anteriormente dirigía el Frente al Nusra, una antigua filial de Al Qaeda en Siria.


Abu Muhammad al-Jolani en la ciudadela de Alepo el 4 de diciembre.

Es importante tener una comunicación directa”, dijo Blinken a Bloomberg. “Es importante hablar con la mayor claridad posible, escuchar, asegurarnos de que entendemos lo mejor posible hacia dónde se dirigen y hacia dónde quieren ir. Así que estudiaremos cómo hacerlo en los próximos días”.

En una declaración emitida la semana pasada, Estados Unidos dijo que estaría dispuesto a reconocer al nuevo gobierno de Siria si se cumplían ciertas condiciones: la formación de un liderazgo inclusivo y no sectario; respeto a las minorías y a las mujeres; la eliminación de cualquier arma química restante; y garantías de que Siria no serviría como “plataforma de lanzamiento” para el terrorismo.

Queremos dejarle claro a HTS y a todas las autoridades emergentes que el reconocimiento que buscan, el apoyo que buscan y necesitan de la comunidad internacional, bueno, hay ciertas expectativas que vienen con eso”, dijo Blinken.

A pesar de los esfuerzos de HTS y Sharaa por renovar su imagen, incluidas entrevistas personales con una plétora de medios de comunicación internacionales durante las últimas dos semanas, Estados Unidos dijo que juzgaría al grupo “por sus acciones” y utilizaría una multitud de herramientas para ayudar en los esfuerzos humanitarios después de 13 años de guerra. Esas herramientas no necesariamente implicarían la exclusión de HTS de la lista como un primer paso, indicó recientemente el portavoz del Departamento de Estado Matthew Miller a Middle East Eye.

Siria entre los cinco países más sancionados

La clave para cualquier camino hacia una posible normalización y una reconstrucción efectiva de Siria es el levantamiento de las sanciones crónicas y paralizantes que Estados Unidos ha impuesto al país, dijo a MEE Radwan Ziadeh, miembro destacado del Centro Árabe de Washington DC.

Siria “está entre los cinco principales países sancionados del mundo”, dijo Ziadeh, refiriéndose a su designación por parte de Estados Unidos como “estado patrocinador del terrorismo” desde el gobierno de Hafez al-Assad en 1979.

Se impusieron más sanciones a Siria después del asesinato en 2005 del primer ministro libanés Rafic al-Hariri, cuya muerte fue finalmente atribuida a Hezbolá, un grupo con profundos vínculos con el gobierno de Bashar al-Assad.

La ronda más dura, sin embargo, llegó en 2011, después de la represión de Assad contra el levantamiento de la Primavera Árabe en su país.

El levantamiento de las sanciones debe convertirse en una prioridad para el Congreso, la administración Biden y el equipo entrante del presidente electo Donald Trump, dijo Ziadeh, haciéndose eco de los sentimientos del enviado de las Naciones Unidas, Geir Pedersen, quien estuvo en Damasco el martes.

"Creo que este es el enfoque correcto. Deberían entablar conversaciones con la nueva administración en Siria ahora mismo", dijo Ziadeh en respuesta a los comentarios de Blinken.

Cuando dicen que necesitamos ayudar a la transición, creo que deberían sacar a HTS de la lista de organizaciones terroristas”, dijo a MEE.

El noventa por ciento de los sirios se encuentran bajo el umbral de pobreza”, añadió Ziadeh. “Hay que levantar las sanciones contra Siria… Tienen que hacerlo rápidamente para ayudar al pueblo sirio en estos tiempos difíciles”.

Estados Unidos también tendrá que desarmar a las fuerzas lideradas por los kurdos, conocidas como Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), a las que apoya para dar paso a un ejército estatal singular, dijo Ziadeh.

Las Fuerzas Democráticas Sirias [deben] resolverse y ser parte del futuro ejército sirio, y permitir que Damasco extienda [su] soberanía y enarbole la bandera siria” en el noreste controlado por Estados Unidos.

El factor Israel

Se ha hablado mucho de la posición de Jolani -o de la falta de ella- respecto de Israel, que ha bombardeado más de 500 objetivos en Siria desde el derrocamiento de Assad. Israel también ha ampliado lo que llama su "zona de amortiguación" en los Altos del Golán, que Israel ocupa ilegalmente según el derecho internacional.

'[Jolani] se negó incluso a pronunciar la palabra Israel. Le doy crédito, ya sabes, por entender cómo funcionan las cosas'
-Mouin Rabbani, miembro del Consejo de Asuntos Globales del Oriente Medio

El hecho de que Jolani dijera al periódico británico The Times que Siria no amenazaría a Israel puede muy bien ser un intento de asegurar el reconocimiento de Occidente, especialmente de Estados Unidos, lo que lleva a las decisiones que se están tomando ahora en Washington.

Jolani entiende que en el momento en que pronuncia la palabra Israel, va a tener un problema con Occidente”, dijo a MEE Mouin Rabbani, miembro no residente del Consejo de Asuntos Globales de Oriente Medio. “Y si se fijaron en los primeros días, incluso en los primeros días de los bombardeos, se negó incluso a pronunciar la palabra Israel. Le doy crédito, ya saben, por entender cómo funcionan las cosas”.

Su problema es que esa puede ser su posición, pero tiene una base que tal vez no esté tan enamorada de lo que está haciendo Israel”, dijo Rabbani.

Estados Unidos afirmó en los últimos días que los bombardeos israelíes contra objetivos sirios son “inútiles”.

"Creo que [Israel] se había sentido bastante cómodo con Bashar al-Assad porque sentían que no representaba ningún tipo de amenaza", dijo a MEE Will Todman, investigador principal del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS).

Desde el 7 de octubre del año pasado, Siria no ha hecho nada para amenazar a Israel, por lo que, en cierto modo, creo que probablemente estaban bastante contentos con su gobierno. Y ahora hay muchas preguntas sobre qué dirección tomará el nuevo gobierno en Siria”, explicó.

Todman dijo que la decisión de HTS de no centrarse en la agresión de Israel probablemente mantendrá la atención en los asuntos internos.

Simplemente creo que tienen prioridades más urgentes en casa en este momento que necesitan tratar de solucionar y que creen que tener una escalada con Israel en este momento sería una distracción y socavaría aún más su capacidad para estabilizar Siria”, dijo.

Fuente: MIDDLE EAST EYE

domingo, 15 de diciembre de 2024

Israel quiere cambiar la faz de Oriente Medio con su intrusión en Siria, sus guerras en Líbano y Gaza, y el cerco a Irán

 

      Periodista y analista para Público en temas internacionales. Especialista universitario en Servicios de Inteligencia e Historia Militar.


La destrucción del poder militar sirio, la guerra a Hizbulá en Líbano, el genocidio palestino en Gaza y el asedio a Irán forjan la estrategia de Israel en la región.


     Da igual que la comunidad internacional tenga su mirada en Siria y cruce los dedos para que termine la guerra civil que asola este país desde 2011 sin que se desate un conflicto aún mayor. Israel está decidido a desarmar al nuevo Estado sirio que surja de la caída del dictador Bachar al Asad, con la destrucción de la capacidad militar de este país. Y al tiempo que alimenta la guerra en Siria, Israel cierra el puño sobre el Líbano, para asfixiar a Hizbulá, y persiste en sus matanzas en Gaza, con nuevos crímenes de guerra contra la población civil.

De poco sirvieron este jueves las palabras de la alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, y de los jefes de las diplomacias de Alemania, España, Francia, Italia, Polonia y Reino Unido a favor de "la preservación de la integridad territorial de Siria y de su independencia".

La hoja de ruta del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ya está trazada y pasa por la conformación de un nuevo Israel sobre las ruinas de los territorios palestinos —con buena parte de su Gobierno partidario de la anexión y colonización judía de Gaza y Cisjordania—, y por el blindaje de sus fronteras mediante la anexión de franjas de seguridad en el Líbano y Siria, sin importarle las denuncias internacionales.


El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la Asamblea de la ONU.- Michael Kappeler -dpa-Europa Press.

La última fase de ese plan, y no la menos importante, pasa por la anulación de la influencia en Oriente Medio del Irán de los ayatolás, ya muy dañada por la erradicación de sus aliados en Siria, con la caída de Al Asad, y en Gaza, con el aplastamiento de las milicias palestinas de Hamás, mientras en el Líbano se mantiene la ofensiva contra Hizbulá, la mano derecha de Teherán en la región.

El líder supremo iraní, Alí Jameneí, llegó a acusar este miércoles a Israel y a Estados Unidos de ser los "principales conspiradores" contra el régimen dictatorial de Al Asad y de orquestar su caída. También responsabilizó a Turquía, aún sin citarla directamente, de jugar "un papel obvio" en los acontecimientos que llevaron finalmente a la toma de Damasco el pasado domingo por una amalgama de fuerzas insurrectas lideradas por el movimiento islamista radical Hayat Tahrir al Sham.

EEUU, el titiritero de la tragedia siria; Israel, el matarife

Rusia, junto a Irán, fue el principal valedor de Al Asad, a quien evacuó a Moscú, y ahora intenta no perder su presencia militar en las bases de Tartús y Lakatia. Este jueves, el Kremlin acusó a EEUU de ser "el titiritero" que movió los hilos para el derrocamiento del dictador sirio.

Pero si los movimientos de EEUU y Turquía son entre bambalinas, Israel no tiene problema alguno para mostrar abiertamente su poderío con el bombardeo de las instalaciones del Ejército sirio y acercando sus tanques a menos de 30 kilómetros de Damasco, tras ocupar una franja de 300 kilómetros cuadrados junto a la frontera israelí.

"Estamos cambiando la faz de Oriente Medio", reconoció esta semana Netanyahu, ya sin tapujo alguno para ocultar la "guerra total" en la que está inmerso Israel.

Cazas de Israel sobrevolando Damasco

Desde la caída de Damasco en manos de los islamistas el 8 de diciembre y cuando días después se formaba en esa capital un gobierno de transición encabezado por Mohamed al Bashir, las primeras reuniones del nuevo Ejecutivo sirio se celebraron bajo el rugido de los aviones israelíes sobrevolando Damasco y bombardeando sus inmediaciones.


Bombardeo de las inmediaciones de Damasco por la aviación sionista.

Antes de ser evacuado por los rusos, Al Asad ordenó la disolución del Ejército. Quedaban intactos los silos de misiles, los sistemas antiaéreos, supuestos almacenes de armas químicas, centenares de tanques y sistemas de artillería, así como otros equipos militares que habrían servido para dotar al ejército del nuevo Estado sirio.

Inmediatamente, Israel se dedicó con ahínco a la destrucción de "la mayoría de los arsenales de armas estratégicas de Siria" para "impedir que cayeran en manos de elementos terroristas", tal y como indicó el propio Ejército israelí. Además de las citadas instalaciones, los aviones israelíes hundieron la mayor parte de la flota siria y destruyeron las fábricas de armas en Damasco, Homs, Tartús, Latakia y Palmira.

Y tanques israelíes a 30 kilómetros de la capital siria

El mismo domingo, las fuerzas israelíes sobrepasaron la zona desmilitarizada entre Siria e Israel, ocuparon una nueva franja de varias decenas de kilómetros de profundidad en territorio sirio, junto a los Altos del Golán ya anexionados por Israel, y movieron sus carros de combate hasta las cercanías de Damasco, a menos de 30 kilómetros de esta ciudad.




Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, los ataques israelíes de este jueves en las inmediaciones de Damasco afectaron al helipuerto de Aqraba, al suroeste de la capital. Desde la defenestración de Al Asad, la aviación israelí ha participado en medio millar de operaciones militares contra territorio sirio, 350 de ellas aéreas.

En esta situación, pocos se creen ya las afirmaciones del estado mayor israelí de que la intervención en Siria es "limitada y temporal". Los encarnizados combates que en el norte del país tienen lugar entre fuerzas kurdas subvencionadas por EEUU y los rebeldes apoyados por Turquía resaltan el avispero en que se ha convertido Siria, la injerencia de potencias regionales y la necesidad de Israel de afianzarse en sus posiciones aprovechando el caos desencadenado por la caída de Al Asad.

Siria, tercera fase de las guerras de Gaza y el Líbano

La justificación de Israel de atacar Siria para impedir que las armas de Al Asad caigan en manos de los "terroristas" o que las operaciones militares en ese país tengan un plazo limitado no es muy creíble si se tiene en cuenta lo que ocurre en estos momentos en el Líbano y Gaza.

En Líbano, el alto el fuego que rige entre Israel y Hizbulá desde el 27 de noviembre no ha impedido que el Ejército hebreo ataque los depósitos de armas de las milicias proiraníes y dificulte, con sus bombardeos, el despliegue de unidades libanesas que debían reemplazar a las tropas israelíes.

La retirada israelí del Líbano es improbable. La invasión que lanzó el ejército hebreo el 1 de octubre tenía como objetivo no solo la destrucción de las fuerzas de Hizbulá en la zona, sino la creación de un área de contención de futuros ataques de la milicia chií, aunque ello conlleve la ocupación permanente de esa franja.

El pretexto de Israel para atacar a Hizbulá en el Líbano fue el apoyo proporcionado al grupo palestino Hamás por ese movimiento chií, al que respalda Irán y que también cerró filas con el régimen de Bachar al Asad.

Al producirse la ofensiva israelí contra Gaza para castigar la incursión de Hamás en Israel del 7 de octubre de 2023, que asesinó a 1.200 personas y secuestro a 251, Hizbulá se alineó junto a la formación palestina. Aunque los centenares de cohetes lanzados por Hizbulá en el norte de Israel no hicieron demasiada mella, Netanyahu decidió ordenar la invasión del Líbano para combatir allí al grupo proiraní y asegurarse el control del sur de ese país.

Si en el Líbano la guerra desatada por Israel ha causado 4.000 muertos desde el 7 de octubre de 2023, la mayor parte cuando empezaron los bombardeos masivos a fines del pasado septiembre y durante la invasión, la cifra de víctimas en Gaza es espeluznante.

Más de 44.800 palestinos han sido asesinados en un auténtico genocidio, (reconocido así por la ONU) la mayor parte mujeres y niños muertos en el bombardeo de edificios residenciales, campos de refugiados, columnas de desplazados, hospitales y escuelas donde se alojaban los civiles. El 90% de los 2,3 millones de palestinos que habitaban Gaza antes de que Netanyahu acometiera su venganza han tenido que abandonar sus hogares y están sometidos a la falta de agua, alimentos, medicinas e higiene derivadas de la invasión israelí.

Medio centenar de asesinados en dos días en Gaza

En la madrugada de este jueves se produjeron las dos últimas matanzas en la Franja por las bombas del Ejército israelí. Una de las masacres causó 13 muertos en el ataque a un convoy que repartía ayuda humanitaria en la zona de Rafah, en el sur de Gaza. La otra matanza acabó con la vida de 15 personas cuando bombas israelíes destruyeron una vivienda donde se refugiaban desplazados palestinos en el oeste del campamento de Nuseirat, en el centro de Gaza.

El miércoles habían muerto otros 22 palestinos, miembros de una misma familia, en otro bombardeo israelí en Beit Lahia, norte de la Franja.


Bombardeo israelí en Beit Lahia.

Ese mismo día, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó por una mayoría aplastante (158 votos a favor y 9 en contra) una resolución a favor de un alto el fuego en Gaza. Esta propuesta no es, sin embargo, vinculante. Tampoco hubiera significado mucho que la hubiera aprobado el Consejo de Seguridad de la ONU, pues Israel ha desoído todos los mandatos para acatar el alto el fuego.

Netanyahu no quiere una tregua

El único acuerdo de alto el fuego logrado hasta ahora entre Hamás e Israel tuvo lugar en noviembre de 2023. En esa pausa de una semana, fueron liberados 105 de los 251 rehenes israelíes a cambio de 240 prisioneros palestinos. Actualmente quedan 96 cautivos en Gaza, de los que 34 pueden estar muertos.

Aunque se está negociando otra tregua, no hay mucha confianza en Netanyahu. Su supervivencia política depende de la guerra de Gaza y los conflictos abiertos en Líbano y Siria.

Además, los rehenes son el pretexto del extremismo gobernante en Israel para continuar la masacre de Gaza, cuyo objetivo, reconocido por los propios radicales judíos es erradicar a los palestinos de la Franja y de Cisjordania para, más tarde o más temprano, anexionar los territorios palestinos a ese Gran Israel en ciernes.


Fuente: Público