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jueves, 24 de julio de 2025

El Club Atalaya presenta la segunda edición del Festival AtalaJazz Mágiko en Cieza

 




El II Festival AtalaJazz Mágiko se celebrará los días 6, 7 y 8 de agosto en el patio de las instalaciones de la asociación sociocultural Club Atalaya-Ateneo de la Villa de Cieza.





Tres noches seguidas de conciertos de jazz para llenar con acordes, ritmos y compases el vacío cultural del agosto ciezano.




     La banda Dixieland Train abrirá el festival el miércoles 6 con un pasacalles previo al concierto para llenar de ritmo las calles de Cieza e invitar a los vecinos y vecinas a que suban al tren de la música de Nueva Orleans y disfruten de sus adaptaciones de clásicos y de la música moderna llevados a los sonidos de principios del siglo XX. Una formación de 7 músicos con una sección de 4 vientos, David Cano (saxo), Diego Molina (tuba), Carlos Lozano (trombón), Javier Cano (trompeta), Diego Nicolás (banjo principal), Juan José (banjo) y Antonio Gutiérrez (washboard) en la percusión, conforman esta callejera y animada banda que ofrecerá un repertorio y sonido de auténtica música de raíz.




Siguiendo el formato de la primera edición del festival, KatJazz será la formación que protagonizará la noche del jueves 7 con la vocalista Katja Knaus. Una formación que presenta un repertorio clásico con un toque moderno de jazz, swing, blues, funk e incluso algún bolero. Está compuesta por un elenco de músicos de jazz de primer nivel dentro de la escena musical murciana: Pepe Pérez (saxofón/piano), Jesús Gea (contrabajo), Carmen Climent (piano) y Andrés Lafuente (batería). La voz única de Katja Knaus, cantante de jazz de origen germano-ruso, los ritmos vertiginosos, un swing demoledor, los sonidos cálidos del saxo y la intimidad misteriosa del contrabajo protagonizarán la segunda noche del festival.




Clausura el festival el viernes 8, la banda Southern Jazz Circles, un grupo de músicos con estrechos lazos artísticos provenientes en su mayoría de las escenas valenciana y murciana. Una trío base formado por el ciezano Pedro Rodríguez (piano), Antonio Peñalver(contrabajo), y Pablo Egío (batería) al que se irán sumando varios músicos invitados como si de una jam session se tratara, aportando riqueza tímbrica y nuevas dinámicas al directo para interpretar un repertorio que abarca desde estándares del jazz tradicional hasta temas con influencias de música brasileña y afrocubana. Los artistas invitados para este concierto son Camila Eirín (saxo alto), Pepe Navarro (saxo tenor), Joan Fernández (trombón) y la cantante ciezana Celia Aroca.

Todos los conciertos darán comienzo a las 22.00 horas en el patio del Club Atalaya, en un espacio en el que convergerá la música y el compromiso social del colectivo organizador con una exposición bajo el título ‘Palestina en el corazón’.

La venta anticipada de colaboraciones y abonos ya está disponible a través de la plataforma Vivetix (https://vivetix.com/es/entradas-ii-festival-atalajazz-magiko-xsjh) y también en el Club Atalaya en horario de tarde (19:00 -21:00 horas) de lunes a viernes.

viernes, 27 de junio de 2025

Concierto del cuarteto cubano Vocal Vidas en el club Atalaya de Cieza (Región de Murcia)

 



El Cuarteto Vocal Vidas llega desde Cuba para ofrecer un concierto en el patio del Club Atalaya el próximo jueves 3 de Julio a las 22:00 horas.


     El público de Cieza podrá disfrutar del Cuarteto Vocal Vidas, considerada la mejor agrupación vocal femenina de la música cubana. Vocal Vidas es una formación musical fundada en 2012 en Santiago de Cuba, cuna del son y la música tradicional cubana. Las cuatro mujeres de Vocal Vidas interpretan distintos géneros de la música popular cubana y universal (jazz, soul, etc) a través de un formato peculiar (2 sopranos y 2 contraltos).




Sus integrantes Ana Josefina Hernández (directora-soprano); Annia del Toro Leyva (contralto), Liette Carmenates Mariol (mezzo-soprano) y Darina Ortiz Miranda (contralto) son profesionales del canto con una dilatada carrera individual tanto en Cuba como fuera de la isla, participando en diferentes eventos nacionales e internacionales. Como agrupación, fueron ganadoras del premio más importante de la música cubana, el Cubadisco, en la categoría de Agrupación Vocal Instrumental en el año 2016.

Su discografía está compuesta por los trabajos: Vocal Vidas (2012), disco de producción independiente; Canción y Vida (2016), disco realizado bajo el sello EGREM, producido por el maestro, Rafael Guedes, compositor y director de la Camerata del Son, y con la colaboración del compositor Rodulfo Vaillant; Vivir para cantarla, disco editado bajo el sello Colibrí: (2020), producido por Rafael Guedes.

Protagonistas del premiado documental Soy cubana (2 partes) (2016), un documental que aborda el arte del canto y la interpretación, y también el clima político y la vida de cuatro mujeres que han sacrificado mucho para seguir cantando juntas.

Un espectáculo de auténtico deleite para los amantes de la música en general y la música vocal polifónica en particular, que podrá disfrutarse en el Club Atalaya.

martes, 14 de enero de 2025

En defensa de la caña de río, tras su condena

 

      Ingeniero, periodista y politólogo. Ha sido profesor de la Universidad Politécnica de Madrid. Premio Nacional de Medio Ambiente.

Así, de pronto, como suele suceder con los grandes descubrimientos de la Historia, se ha extendido que la caña de río (Arundo donax, de latinajo) es mala en general, por lo que hay que erradicarla ya. Que esa dócil, útil y familiar caña que tantas y tan importantes funciones ha desempeñado durante siglos resulta que -porque viene de Asia y alcanzó el mundo mediterráneo en época desconocida, seguramente muy remota- ha sido declarada especie invasora por la Unión Europea, tan celosa, ella, de su integridad físico-ambiental (compatible con su obsesión con un desarrollo económico entusiásticamente antiecológico), por lo que manda que se la agobie, acorrale y, finalmente, elimine de tan exquisito territorio.

Cuando, para mi dolida sorpresa, he sabido que esta sentencia de muerte iba en serio a raíz de la última riada de Valencia y el aireo de sus perjuicios, no he podido evitar la rememoración de esa caña en nuestra vida y pasado, y también me he preocupado en conocer más de ella y de sus muchos usos. Y en primer lugar he contemplado aquellas techumbres de cañizo y yeso, generalizadas en las regiones mediterráneas y perfectamente bioclimáticas (como la original de mi propia casa, luego, ay, renovada en clave anticlimática), las cercas, cobijos, tambanillos y usos múltiples en el campo y los cultivos; leyendo además ese numeroso listado de utilidades, que han desaparecido del recuerdo y la práctica, y que abarcan desde ciertos usos alimenticios humanos y ganaderos hasta la descontaminación de suelos, aplicaciones químicas y energéticas... todo ello puesto entre paréntesis debido al abandono de su presencia activa en la vida social, primordialmente agraria: a destacar que el abandono de tantos aprovechamientos ha desequilibrado su presencia en nuestros cauces, llevándola a ser percibida claramente como excesiva.


El Segura a su paso por Murcia, de ribera plastificada.

A lo que tengo que añadir entrañables recuerdos de los caballos de caña con que los chiquillos de mi calle y barrio reproducíamos las aventuras y batallas de las (pocas) películas que veíamos, siempre de guerra, desde luego; y si eran cañas de buen espesor, también nos valían como fusiles y trabucos eficaces y duraderos; el ramal en un caso y la bandolera en el otro lo resolvíamos con guita de esparto, y tan felices.

No me queda, por otra parte, nada claro que, como se arguye, en caso de inundación más o menos violenta, la caña resulte menos eficaz que otras especies para frenar sus daños y consecuencias, siendo necesario tener en cuenta sus especificidades positivas. El caso es que no he querido refrenar un impulso instintivo a defender a la acosada caña, seguro de que necesita ayuda en lo que veo para ella un muy negro trance, porque me escama lo que entiendo como un (demasiado) repentino odio hacia ella. Y no descarto que se la haya designado como chivo expiatorio para alejar la atención desde los políticos y las técnicas responsables de la política de aguas (que, naturalmente, incluye la protección y adecuación de cauces, dominios fluviales y redes hidrográficas en general). O sea, que creo que me voy a poner a defender a la caña ahora perseguida, aun a costa de tener que afrontar a científicos y técnicos, con sus argumentos de valor, no digo que no, pero que surgen ahora tras siglos de silencio y conformidad; a estos no les tengo miedo, y no dudaré en darles caña. Porque sospecho que, al menos en parte, este novedoso rigor científico encubre al delito político, y este ya sé yo bien señalarlo y condenarlo. Mi amigo Marià Martí, biólogo director durante años del Parc Natural de Collserola del área metropolitana barcelonesa, y colaborador mío en varios trabajos profesionales sobre el territorio catalán, ya me ha advertido de algunos de los problemas de la caña y de sus desventajas frente a otras especies riparias propiamente celtíberas, así que estoy avisado y prevenido (además de agradecido). Así que me adheriré a una “sociobotánica de la adaptación secular de especies”, para entender mejor todo esto.

Desde que en Cieza un día me fue mostrada la tenacidad de la caña cuando la querían eliminar -por corte y asfixia- en la ribera del Segura, con la idea de trazar un paseo “limpio” a su paso por la ciudad, me impresionó ver cómo sobrevivía y su rizoma tenaz humillaba a los plásticos felones que pretendían acogotarla, poniendo en evidencia la estupidez de orlar los ríos con escollera y la demagogia de los “paseos fluviales” (que, como los “marítimos”, suelen ser empeño necio de nuestros alcaldes, que se creen con derecho a maltratar la orilla del mar para darse lustre público atacando la belleza natural de la línea litoral). Aprendí, de buena pedagogía, la simbiosis que ahí se formaba sobre el combate del Segura y su cañaveral; y desde aquel momento, de mi descubrimiento de la potencia y los derechos del agua fluyente, mis vínculos atávicos con la caña se han fortalecido, agradeciéndolo a quienes me dieron aquella primera lección sobre el padre Segura (muy oportuna para un costeño obsesionado por el litoral y poco más).


El Segura por Cieza: la caña se abre paso por la escollera y el plástico.

Por otra parte, desde que vengo oyendo que la caña de río es una especie invasora indeseable, y así lo establece desde 2013 el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, minimizando su asentamiento y adaptación de siglos a nuestra geografía, he evocado el caso de otra especie brillantemente ajena, como es el castaño del norte (Castanea sativa), especialmente presente en el viejo Reino de León y, más todavía en el Bierzo; su origen se ha señalado en tiempos del dominio romano, pero a nadie se le ha ocurrido decretar su erradicación. También me he acordado de la impresión, con rechazo, que me produjo el declarar non grato y abatible sin más al “toro de Osborne”, cuando Josep Borrell, viniéndose arriba como ministro de Obras Públicas y Transportes, aprobó un decreto en 1994 contra la publicidad en las carreteras y no cayó -rígido de mente, insensible ecológico, jacobino en general- en que el caso merecía consideración aparte. Un cierto y acertado clamor permitió in extremis que se indultara a unas docenas de aquel “toro de nuestros horizontes lejanos y legendarios, de silueta mayestática y ruborizante” (escribía yo entonces, en su defensa), y triunfó la excepción justificada sobre el anatema ciego y devorador.

Niego, cuando menos, y me opongo a que eso de “acabar con los cañaverales en los ríos” adquiera urgencia o justificación suficiente alguna, por más que tantos se empeñen en ello. Antes hay otras tareas a acometer, mucho más necesarias, objetivas y, desde luego, evidentes, es decir, marcar las prioridades con criterios de sensatez y no a empujones según modas o consignas. Y empezar por eliminar a los ingenieros de Caminos Canales y Puertos de las Confederaciones Hidrográficas y vetarles el acceso a cargos ministeriales decisivos (muy especialmente, a ministros), dada su neta deformación académica respecto del agua, el territorio, el medio ambiente y la vida (términos y referencias inexistentes o mal estudiados en su curricula), así como su vicioso apego al privilegio gremial que les sigue reservando el acceso a determinados espacios y regalías administrativas. Y de permitir, y prever, el acceso a esas administraciones, tercas y nocivas, de profesionales formados en disciplinas de muy otro tipo que el dictado en esas Escuelas de Ingeniería del ladrillo y el asfalto: o sea, antropólogos, sociólogos, filósofos, algún biólogo... en fin, gente de mente abierta, amplia cultura, sensibles y capaces, no alienados por la técnica y sus falacias. Sin excluir a los ecologistas y los poetas que, aun no procediendo de hormas académicas identificables, poseen una visión y una iluminación plenamente holísticas, lo que los capacita para entender adecuadamente cuanto se refiere al recurso de recursos: el agua.

Frente al arrebato exterminador hacia la Arundo de nuestras vidas y geografías mi rebeldía esgrime también una profunda desconfianza hacia gran número de directivas europeas que, so capa de beneficiar al medio ambiente, en realidad están determinadas y redactadas con un objetivo poco disimulado y claramente menos noble, que es estimular el negocio y la actividad económica: filosofía radical y global que inspira a la Europa comunitaria desde su creación, y que está firmemente asentada en su “política ambiental” (aunque tantos, incluidos muchos ecologistas, ni lo vean ni lo quieran ver). Para la UE este momento histórico de un medio ambiente calamitoso que empeora cada día a manos de sus políticas de desarrollo económico, adquiere categoría primerísima entre las “oportunidades de negocio”, y de ahí su entusiasta dedicación a aprobar normas que creen y promuevan negocios relacionados con la alarma climática, el envenenamiento de las aguas, la desaparición de especies, etcétera. Porque tenemos que enterarnos de una vez por todas de que el objetivo de la política ambiental comunitaria es la expansión de un sector prometedor entre los prometedores, no la protección de la naturaleza, que es considerada, de hecho y también de derecho, como excepcional objeto de explotación y de rentabilidad económica.

Por lo que el destinar como objetivo de restauración biológica/botánica las márgenes fluviales y la red hidrológica en toda la vertiente mediterránea y otras áreas de ecología semejante, antes o después tenía que figurar entre los (hipócritas, maleados) objetivos de política ambiental, y no deberá extrañar que a numerosas empresas de servicios se les haga la boca agua al contemplar ese panorama, en realidad ilimitado, de proyectos y encargos sobre un proceso destructivo especialmente atractivo, dado su alto coste. Y ya presenciamos la avidez de empresas de servicios y sus equivalentes, con el habitual “apoyo científico” que tantas veces se porta en mercenario, así como la visiblemente creciente presencia de organizaciones ecologistas orientadas (y desviadas) a los negocios.


Experimentos de asfixia de la caña en el Segura moratallense.

Así, no ha hecho falta que se produjera el drama hidrológico de Valencia, inscrito en la historia trágica de nuestras cuencas mediterráneas cuando, en nuestros pagos, los avispados de Anse ya estaban manos a la obra con la “renaturalización” de un tramo del Segura calasparreño y de otro en la propia capital murciana, financiados, respectivamente, por el Ministerio para la Transición Ecológica y por Coca-Cola (en este caso, sin el menor pudor, a lo antiecológico y antiético: vamos ya). Y Ecologistas en Acción, en su decidido camino de imitación de Anse y sus éxitos eco-económicos (pero sin la técnica crematística ya practicada por sus admirados compas, que llevan años en el negocio), lanzaba un ambicioso proyecto de lo mismo para un tramo de 750 metros del Segura a su paso por Murcia: se supone que pretendiendo, aunque secreta y sobre todo ingenuamente, que les tocara a ellos.


Escaso cañaveral en la vegetación de ribera del Segura calasparreño.

Para este ecologismo, degenerado y escandaloso, rige cada vez menos subrepticiamente el principio de “dar caña y poner el cazo”, auténtica y muy genuina especie reivindicativa de los últimos tiempos, y neto producto de su institucionalización oportunista: se ataca a las administraciones hostiles y se salva a las afectas, a las que se les pide, y se obtiene, recompensa económica, sea como contrato, sea como subvención. Y esto, el ecologismo moral, único aceptable, debe marcarlo como impostura.

Vean, amigos míos, tras este inicial examen de la cuestión de la entrañable caña, que creíamos parte cuasi eterna, afectuosa y servicial de nuestras vidas, cómo ha ido cayendo en desgracia y ha sido condenada, por alóctona, a ser sustituirla por especies autóctonas; y cuánto el asunto da y debe dar de sí. Porque si hay que erradicar a nuestra caña, tenemos ante nosotros miles de kilómetros de cañaverales a abatir, es decir, millones de euros a repartir. Nada más natural que tantos intereses, legítimos o no, decidan lanzarse sobre ellos.

domingo, 11 de agosto de 2024

¡Que nos devuelvan el tren!

 

Respingos de la calor (3 de 10)


 Por Pedro Costa Morata

Mis últimas indagaciones sobre la situación del “espíritu ferroviario” de los murcianos me ha alarmado por no encontrarlo, en absoluto, capaz ni decidido a afrontar los despojos y humillaciones que describen a las políticas de RENFE y ADIF para nuestra tierra. Afectadas ambas por el “virus del AVE”, y logrado el encantamiento que esta rapaz mecánica produce en tantos españoles, incluidos los murcianos, la mala ralea de los tecnócratas del transporte nos prepara estragos importantes a los que hay que hacer frente.

Al AVE hay que “dirigirse” destacando su naturaleza rapaz, exclusivista, cara y absurda, por lo que constituye una agresión social de primera magnitud. Por eso deja, a su paso, líneas de ferrocarril cerradas o desmanteladas, y decenas de pueblos y ciudades sin servicio, teniendo la gente que recurrir al automóvil y al autobús para trasladarse. Con el trazado radial y esquelético de las vías del AVE por la Península, este tren incrementa los tráficos interurbanos por carretera, así como -inevitablemente- los de larga distancia. Anula, así, una de las ventajas tradicionales -e imbatibles- del tren como alternativa a la carretera. Circulando a 300 km/h, y queriendo competir con el avión, el AVE lo rompe y envilece todo en cuanto a modo de transporte, desequilibra el territorio, vulnera el carácter eminentemente social del tren, produce impactos ambientales demoledores y nos regala, como resumen, un pan como unas hostias.

La Región de Murcia, de dirigencia política inepta y malvada, y de opinión pública endeble y secuestrada, ha caído en la trampa del AVE gozosa y confiadamente, sin tener más referencia “sociopolítica” que el acceder a lo que otros ya tienen, quejándose como siempre de ser “la última”, de ir “detrás de Alicante” y de ser “menospreciada por Madrid”. La consecuencia de esta tontuna colectiva -desapego, pueblerinismo-, tan ampliamente compartida, ha sido perder el tren en la línea estructural Murcia-Albacete, por Cieza y Hellín, y en el histórico ramal a Águilas. En su lugar, se ha decidido “reforzar” el eje mediterráneo y llevar a los viajeros por un periplo geográfico absurdo, fiando el objetivo a la velocidad y considerando que a 300 km/h las distancias no cuentan ni el consumo de energético que conllevan. (Ese engendro arquitectónico antiestético, caótico y sublunar, que revela a la nueva estación subterránea de Murcia, se empareja perfectamente con la procacidad global con que la región se relaciona con el ferrocarril).




Porque cuando el criterio rector es la velocidad y no la distancia ni la geografía, el resultado ambiental ha de ser funesto inevitablemente. Y ahí está el itinerario Madrid-Murcia por Alicante, Albacete y Cuenca, que es una producción tecno-económica (pero de dirección política) digna de profesionales descerebrados de la ingeniería y pervertidos de la economía (y, en ambos casos, analfabetos ambientales). El AVE evidencia, además, que los tiempos no han introducido ninguna mejora en conocimiento o voluntad en la política de transportes, pese al esfuerzo singular de crítica propositiva realizado en la década de 1970 cuando, contra la dictadura decrépita el paradigma de la ordenación del territorio esgrimido por los ecologistas mantenía la esperanza de un futuro cercano con dirigentes políticos mejorados.

Junto a la eliminación del itinerario más directo y sensato entre Murcia y Madrid, la otra ofensa que los murcianos parecen dispuestos a encajar es la que se cierne sobre Águilas, es decir, ese ramal histórico de la empresa británica The Great Southern of Spain Railway Company Limited, en funcionamiento desde 1890 hasta que hace dos años quedara sin servicio junto con el tramo Murcia-Lorca-Almendricos, como efecto de las obras del futuro AVE desde Murcia hacia Almería. Estas obras y estos planes, vinculados con la extensión del AVE (por una línea ruinosa de necesidad entre Lorca y Almería) amenazan el enlace ferroviario de Águilas, pese a las “originarias” promesas de ADIF que, conociendo el aire economicista de sus rectores, no deben tenerse por serias ni sinceras.




Y en este ambiente más que sospechoso de futura agresión de ADIF al pueblo de Águilas y su historia, hay que contemplar la alegre actitud de su alcaldesa actual, que cree estar negociando con ADIF un plan que ninguna de las dos partes quiere revelar porque ni está claro ni se acomete con lealtad. Así, la alcaldesa socialista de Águilas espera que se recupere el ramal ferroviario, ahora desde Pulpí, a escasos 15 km de Águilas, con una nueva estación netamente separada de las -históricas, meritorias e incluso grandiosas- instalaciones ferroviarias de lo que fue cabeza técnica de la Great Southern, estación que, medio negociada con propietarios de la periferia aguileña, se ubicaría en un lugar nuevo y remoto. Y las vías y las todavía extensas propiedades de la actual ADIF pasarían a ser bocado apetitoso de promotores y constructores. Más o menos relacionados con esta conspiración está el relativo fomento de actos de recuerdo y reconocimiento del pasado ferroviario aguileño, haciendo justicia a aquellos ingleses y aquellas espectaculares obras de ingeniería mientras se prepara la ruptura y desintegración del tren respecto de ese pasado, que los politicastros de hoy han decidido convertirlo en un tiempo inútil y que hay que “superar”. Así que se ensalza el pasado para adormecer la opinión pública y cercenar el futuro.




La alcaldesa no sabe, ni tiene interés en sospechar, que lo que puede estar tramando ADIF es descartar ese ramal y esa conexión ferroviaria de Águilas con la red nacional, proponiendo una solución consistente en un servicio de autobuses que enlacen la futura estación de Pulpí con Águilas, dando por finalizada de un plumazo la historia ferroviaria de Águilas. Porque ADIF, con el estilo despótico que ha acuñado bajo el imperio de la alta velocidad, pretende que ciudadanos e instituciones se allanen ante sus proyectos de infraestructuras del AVE sin decir ni mu: tan necesario y estratégico para el país considera que es ese maldito tren. Y RENFE, igualmente manejada por tecnócratas desalmados, incultos y antisociales, se permite desarticular el territorio, en sus bases fundamentales y de mayor alcance social, por sus santos objetivos de llevar el tren loco a los cuatro sitios que considera rentables.




Los tecnócratas del ferrocarril actual parecen ignorar que ni RENFE ni ADIF ni el ferrocarril les pertenece, y que su función es la de depositarios responsables del cumplimiento de un fin eminentemente social. Y ni se plantean el inconmensurable coste global de la inseguridad de las carreteras (bueno, sí es mensurable: estamos hablando de un 2/3 por 100 del PIB), que es algo que ridiculiza los argumentos de la falta de rentabilidad de ciertas líneas ferroviarias, pero esta es una reflexión social que estos tecnócratas ni huelen. Y tampoco sienten que el sistema ferroviario pertenece a la ciudadanía, no solamente en cuanto pobladores de un país que necesita disponer de un sistema integrado, lo más denso posible, de líneas férreas y sus servicios correspondientes, sino porque la construcción del mismo la han realizado, durante casi dos siglos, las manos de la ciudadanía trabajadora, y porque sus miles de empleados han dedicado su vida laboral a facilitar el movimiento -las relaciones humanas y los afectos, la actividad económica y los negocios- dentro del país construyendo ese “espíritu ferroviario”, eminentemente descrito como actitud de entrega, para que todo eso funcionara, aun con dificultades técnicas y presupuestarias ajenas totalmente a su papel laboral y social. Esta reflexión, que no entra en la cabeza de los tecnócratas, es, sin embargo, el núcleo de la argumentación en favor del tren útil social y ambientalmente. Que la propiedad pública, al menos en este caso, no está asignada a un cuerpo de tecnócratas o políticos intermediarios entre un poder abstracto y una sociedad más abstracta aún, sino que es cosa que nos toca y pertenece a cada uno de los ciudadanos de este país, con nombres y apellidos.

Pero nuestros políticos dirigiendo el transporte, y esos tecnócratas con la misión de rentabilizarlo, se dedican a engañarse a ellos mismos, a maltratar nuestra inteligencia y a malgastar los recursos públicos: son unos auténticos traidores al pueblo y a la patria, y hay que encontrar la forma de, primero, castigarlos con el desprecio de la gente, segundo, enviarlos a un centro ad hoc de reeducación sobre costes comparativos del transporte (incluyendo los ambientales), a ver si se enteran, y, tercero, inhabilitarlos definitivamente para cualquier empleo o puesto públicos, por su alta peligrosidad social.

Con mi nieto Pedro, al que saludaban los maquinistas con un pitido al verlo tantas noches conmigo, entusiasmado, al paso del último tren, recorro las vías silenciosas y cubiertas de hierba y herrumbre, pero que lo atraen de una forma que me emociona, como conjurándolas a que recobren su vida y su futuro. El no entiende muy bien -tampoco yo- eso de que las obras del AVE nos tendrán sin tren durante cinco años, y me pregunta que por qué no hay tren. El otro día, al llegar a casa se lanzó sobre un folio y me dibujó el tren, el maquinista, el paso a nivel y un texto, “Quiero que vuelva el tren”, al que respondí, para mi caletre, con una enfurecida promesa. Cada uno a su manera, ambos nos juramentamos para conseguir que nos devuelvan el tren, nuestro tren, por donde siempre circuló, siguiendo la sabiduría de aquellos profesionales amantes del tren cuyo recuerdo se quiere ennoblecer, precisamente, para disimular la necedad de sus enemigos de ahora.






martes, 26 de octubre de 2010

Acto conmemorativo del XXX ANIVERSARIO de La Sierpe y el Laúd, 1980-2010 en Cieza

La asociación Grupo de Literatura La Sierpe y el Laúd organiza el acto conmemorativo de su XXX ANIVERSARIO (La Sierpe y el Laúd, 1980-2010)En él se presentará un VÍDEO y tendrá lugar un CONCIERTO a cargo de Patricia Dato, Pablo Martínez y Francisco Vázquez
Habrá una Exposición de nuestras publicaciones a lo largo de estos 30 años y Ud. tendrá la posibilidad de conseguir alguna que no obtuvo en su día y a un precio simbólico.

Acto que tendrá lugar en el Aula de Cultura de CajaMurcia
El Sábado 30 de Octubre, las 20 h. Cieza




domingo, 3 de octubre de 2010

José Luis Martínez Valero será el autor del próximo libro número 4 de la colección Acanto, promovida por la asociación ciezana La Sierpe y el Laúd

José Luis Martínez Valero será el autor del próximo libro número 4 de la colección Acanto, promovida por la asociación ciezana La sierpe y el Laúd
Ya se ha dado a conocer quíén sera el autor del próximo número de la Colección de libros ACANTO, que hará ya el Nº 4 en apenas un año de vida, y que será el escritor murciano nacido en Aguilas, José Luis Martínez Valero, que ya ha colaborado con La Sierpe y el Laúd en otras épocas pero nunca en un libro completo.

Participó en el Nº 7 de la Revista La Sierpe y el Laúd (“POESÍA”,1990), junto con otros poetas, y en el Nº 8 de los Suplementos de la Revista Literaria en su sección de Poesía (1994).


sábado, 19 de junio de 2010

Presentación de "La pintura del monstruo", de José Emilio Iniesta, en CIEZA

PRESENTACIÓN DE

"La pintura del monstruo"
de
José Emilio Iniesta

en CIEZA
 
 

Martes, 22 de junio de 2010
20,00 h.
Casa efeSerrano
C/ San Sebastián

Participan:


- Fernando Fernández Villa, editor.
Joaquín Salmerón Juan, Director de Museos.
José Emilio Iniesta, autor.
 
ALFAQUEQUE EDICIONES
 
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