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viernes, 7 de marzo de 2025

¿Trump atacará a Google?

 

 Por Rob Larson   
      Profesor de economía en el Tacoma Community College (EE.UU.).



En Estados Unidos, Google está a la espera de una decisión en un segundo caso antimonopolio presentado por el gobierno federal y varios estados. Si la empresa es declarada culpable, el caso pondrá a prueba la sinceridad de la retórica contra las grandes tecnológicas del gobierno de Trump.



     Google tiene los tentáculos ocupados en estos días. Mientras invierte ingentes cantidades de dinero en el desarrollo de la llamada inteligencia artificial generativa, la empresa se enfrenta a dos importantes demandas antimonopolio presentadas por el gobierno federal y varios estados. La larga demanda por el monopolio de búsqueda de Google ya dio lugar a un veredicto de culpabilidad, con sentencia prevista para el mes de agosto. El objetivo recientemente anunciado por el Departamento de Justicia de desmantelar Alphabet, que obligaría a la compañía a desprenderse de su ampliamente utilizado navegador Chrome, representa una desinversión potencialmente importante. Sin embargo, debido a las apelaciones, pasarán años antes de que se conozca el resultado final.


La decisión del juez Amit P. Mehta podría transformar a Google y ayudar a sentar un precedente para casos antimonopolio contra otras tecnológicas.


Al mismo tiempo, la tecnología publicitaria de Alphabet, la empresa matriz de Google y su verdadero tesoro, también enfrenta un juicio. Este segundo caso tiene importantes implicancias debido a los monopolios y oligopolios de la compañía en varios segmentos de los mercados publicitarios online por subasta, una industria que actualmente mueve 600 000 millones de dólares al año.

La pérdida del monopolio


Tras el histórico fallo de mediados de año que determinó que Google tiene un monopolio en el mercado de búsquedas online, el Departamento de Justicia solicitó oficialmente un desmantelamiento limitado, exigiendo que Alphabet se desprenda de Chrome, el popular navegador web de Google, base del sistema operativo de sus populares Chromebooks.


El Departamento de Justicia y un grupo de estados tenían hasta el final del miércoles para proponer soluciones en una demanda antimonopolio que ganaron en agosto.


Se trata de una gran amenaza para Google, ya que su navegador, ampliamente adoptado, desvía las búsquedas hacia su motor de búsqueda, una de las muchas tácticas de la empresa para atraer consultas online entrenando sus algoritmos y ayudando a Google a mantener su cuota de dominante de mercado. Dado que se calcula que Chrome es utilizado por dos tercios de los usuarios de Internet de todo el mundo, la pérdida de estas consultas predeterminadas y de los ingresos por publicidad y ventas asociados supondría un duro golpe para la empresa.

El Departamento de Justicia también le pidió al juez que le prohíba a Google firmar acuerdos de pago con empresas como Apple y Samsung para que su motor de búsqueda se establezca como predeterminado en teléfonos y navegadores, un recurso que los analistas consideran probable que se conceda. En un movimiento más agresivo, el gobierno está solicitando que los competidores de Google tengan acceso durante diez años al vasto océano de datos de búsqueda de la compañía. Esto representa otra carga significativa para Alphabet, ya que los datos de las respuestas de los usuarios a los resultados de búsqueda se utilizan para mejorar su algoritmo y mantener una ventaja crucial sobre los buscadores rivales.

Pero en gran parte de la cobertura del caso, pasó desapercibida la petición adicional del Departamento de Justicia en relación con Android, el aún más importante sistema operativo móvil de Alphabet, que se utiliza en la mayoría de los teléfonos móviles del mundo. El gobierno le solicitó al juez que le ofreciera a Alphabet la posibilidad de elegir entre directamente desprenderse de Android o reconfigurarlo para que ya no utilice por defecto la búsqueda de Google, un serio desafío técnico para la empresa. Android desempeña un papel mucho más importante en el mantenimiento de los usuarios en el ecosistema de aplicaciones de Google que Chrome, ya que los teléfonos Android suelen venir precargados con el conjunto completo de aplicaciones de Google. Esto significa que la solicitud de medidas correctivas del Departamento de Justicia representa una escalada significativa en el caso, acercándose a la más drástica demanda de desmantelar a Microsoft en divisiones de sistema operativo y aplicaciones, durante el caso antimonopolio que se le siguió en los años 90.


Los casos antimonopolio de Microsoft.

El fallo original está ahora en proceso de apelaciones, por lo que podría prolongarse durante años. Cualquiera que sea la medida correctiva que el juez de distrito Amit Mehta decida a mediados de este año, quedará en suspenso hasta que se agote el proceso de apelación (en este sentido, vale la pena recordar que el fallo sobre el desmantelamiento de Microsoft finalmente fue anulado en apelación).

Ad Hominem

Mientras tanto, en noviembre, un tribunal de distrito escuchó los alegatos finales en la otra gran demanda contra Google, interpuesta por el gobierno federal en relación con su tecnología publicitaria. A pesar de las encantadoras compras publicitarias de la empresa y de su antiguo y pintoresco lema «Don’t be evil» (No seas malo), Alphabet se enfrenta a una ardua batalla para convencer al mundo de que no tiene el monopolio en varios segmentos del mercado de la publicidad online. Si bien la colocación de anuncios online en general es un oligopolio (liderado por Alphabet, Amazon y Meta, la empresa matriz de Facebook), Google ejerce un control total en varios espacios y segmentos clave del mercado.

La red publicitaria de Alphabet está compuesta por un sorprendentemente denso entramado de plataformas, servicios de intermediación y mercados de subastas dominados por la propia compañía, los cuales tienden a favorecer en gran medida sus propios productos y espacios. Esto incluye anuncios en Google Search, sitios web independientes que utilizan Google para vender espacios publicitarios y YouTube.

El Departamento de Justicia y los diecisiete estados de EE.UU. que se unieron a la demanda se centran en particular en el producto Ad Manager, que le permite a los sitios web («editores») con espacio publicitario para vender ofrecérselo a empresas que deseen anunciar sus productos. Ad Manager se utiliza principalmente para vender y gestionar anuncios de publicidad gráfica o banners publicitarios, lo que, aunque está lejos de ser el segmento más grande de la publicidad online, generó 7400 millones de dólares en 2020. Además, Ad Manager le otorga a Google una significativa visibilidad sobre los hábitos de navegación web y las dificultades comerciales de los editores online, desde operadores de otras plataformas hasta medios de noticias. Se sabe que Google ya comenzó a integrar información sobre la navegación de los usuarios fuera de sus plataformas a su actividad dentro de ellas, un proyecto conocido internamente como «Project Narnia».


El caso del Departamento de Justicia alega que Google tiene un control ilegal del mercado de software utilizado para comprar y vender anuncios digitales.

La demanda del gobierno busca otro desmantelamiento parcial, obligando a Google a vender Ad Manager, un objetivo que también comparten otras demandas antimonopolio contra la operación publicitaria de la compañía que se superponen, incluidas las presentadas por la Oficina de Competencia de Canadá y la Comisión Europea. Algunas demandas también buscan forzar a la compañía a separar su gigantesco mercado publicitario, AdX, que facilita la intermediación entre editores y anunciantes.

Una parte importante del caso tiene que ver con la dependencia, un fenómeno común en los mercados basados en redes en los que cambiar de proveedor conlleva un costo. Durante muchos años, los sitios web sólo podían utilizar los populares servicios de colocación de anuncios de Google si también utilizaban el sistema de subastas de Google para pujar por los espacios. La Comisión Europea descubrió que Google le había impuesto condiciones a los editores de sitios web y blogs para impedir el uso de los servicios de otras empresas de intermediación publicitaria cuando los usuarios recurrían a las funciones de búsqueda propias de esos sitios. Esto se lograba por medio de otro producto de tecnología publicitaria de Google, Ad Sense for Search. Contratos de este tipo lograban encerrar a los editores en el sistema publicitario de Google. La sentencia luego fue confirmada por los tribunales.

Además de esta tecnología publicitaria para colocar los anuncios, el gigantesco mercado AdX de Google significa que la empresa opera la totalidad de segmentos significativos del mercado publicitario online, desde el servicio que permite a los operadores gestionar sus anuncios hasta el software que coloca los anuncios en sitios de terceros y el mercado que pone en contacto a compradores y vendedores. Y Google le cobra un suculento 20 por ciento a los editores en toda la web por utilizar sus populares herramientas.

El gobierno argumenta que todo esto convierte a Google en un monopolio en gran parte del mercado publicitario online y, a tenor de los detalles conocidos del proceso judicial, más la derrota de la empresa en el caso sobre el monopolio de búsqueda, es probable que su argumento tenga éxito. El Departamento de Justicia reforzó su argumentación con un correo electrónico interno de Alphabet (que de algún modo sobrevivió a la política de la empresa de borrar o privilegiar sistemáticamente las comunicaciones internas) en el que un empleado comparaba la posición de Google con permitir que un banco dirigiera la bolsa.

Google respondió, en primer lugar, alegando —como hizo sin éxito en el caso de las búsquedas— que su dominio del mercado se debe simplemente a la superioridad de su producto. Pero el gobierno argumentó que esto sólo refleja la naturaleza de los mercados de redes, en los que el ganador se lo lleva todo, ya que el uso de sus herramientas de búsqueda o publicidad proporciona datos valiosos que refinan los resultados de búsqueda o los procesos de tecnología publicitaria. Entonces, puede que la empresa tenga el mejor producto, pero esto podría indicar simplemente que el éxito inicial de la empresa luego generó más éxito, situándola permanentemente por delante de otras con volúmenes de negocio menores que, por tanto, no pueden desarrollar en la misma medida sus herramientas de búsqueda y publicidad.

Considerando que esa estratagema ya fracasó en su último caso, Google preparó otra línea de defensa. Como la mayoría de las empresas gigantes acusadas por el Estado de monopolio ilegal, la empresa y sus economistas a sueldo insisten en que en realidad existe una gran competencia en el sector. Siguiendo este libro de jugadas estándar, la empresa enumera en su defensa a aquellos segmentos del sector de los grandes anuncios en los que sí existe una competencia real, al menos entre un oligopolio de enormes empresas: los banners publicitarios, por ejemplo, son gestionados en gran medida por Google, pero también a menudo por Amazon y, cada vez más, por Microsoft.

Pero la mayoría de estas empresas también tienen al menos un segmento del mercado que no sólo monopolizan, sino que controlan totalmente. Amazon, Facebook e Instagram (de Meta) y YouTube (de Alphabet) tienen monopolios absolutos de operadores de anuncios en sus propias plataformas en expansión, lo que, debido a su enorme tamaño, los convierte en monopolistas en algunas áreas y en meros oligopolistas en otras. Lo que todos estos segmentos tienen en común es que están a kilómetros de distancia de los soleados cuentos de hadas competitivos de «que gane el mejor». En conjunto, estas plataformas tecnológicas controlan más de la mitad del mercado publicitario mundial, una industria anual de 1 billón de dólares.

No se espera una decisión en el caso de la tecnología publicitaria hasta dentro de varios meses, a la que eventualmente le seguirán medidas de remediación, instancia en la que la parte perdedora pondrá en marcha el proceso de apelación, que durará un año.

Antimonopolio trucado


No está claro cómo tratará la administración entrante de Trump estos casos antimonopolio heredados de la era Biden, ya que los presidentes del Partido Republicano abrazaron en las últimas décadas ideologías extremistas de libre mercado que ven a la regulación antimonopolio como una siniestra interferencia del gobierno en la economía. Pero hay que recordar que la mayoría de los casos actuales contra grandes plataformas en línea como Google, Facebook y Amazon en realidad se originaron en el primer mandato de Donald Trump.

Andrew Ferguson, designado por el nuevo presidente para dirigir la Comisión Federal de Comercio, que comparte funciones antimonopolio con el Departamento de Justicia, anticipó un enfoque de aplicación más laxo, típico de las administraciones republicanas, con la conspicua excepción de las grandes tecnológicas. Pero las declaraciones de Ferguson y del propio Trump sugieren claramente que el objetivo principal no son los monopolios publicitarios sino la supuesta discriminación contra las opiniones de derecha en Internet.

La mayoría de los socialistas sentirán poca compasión por los anunciantes a los que Google estará obligando a pagar tarifas más altas, ya que los anunciantes tienden a representar la propaganda corporativa desnuda y perjudican la experiencia online, saturando de forma odiosa las páginas web, ralentizando los tiempos de carga e interrumpiendo la navegación. Y, como otros socialistas y yo hemos argumentado, la tecnología es inevitablemente propensa al monopolio natural, donde la lógica básica del mercado favorece a una única empresa hiperdominante. Esto choca potencialmente con la ley antimonopolio estadounidense, que se basa en preservar cierto nivel de competencia en el mercado. Un enfoque al estilo de Elizabeth Warren hace algo para limitar las formas más atroces de monopolio de mercado, especialmente las que perjudican a otras grandes empresas, que pueden conseguir audiencias políticas o judiciales más fácilmente que el proletariado de la calle.

Pero, como mucho, las medidas antimonopolio suelen convertir a un monopolio de mercado en un oligopolio, como cuando la Standard Oil de Rockefeller se dividió en empresas sucesoras que se convirtieron en las grandes petroleras actuales, como Exxon, Mobil y Chevron, o la división de AT&T, cuyos descendientes son las actuales AT&T y Verizon. Puede que eso sea mejor que el monopolio, pero aún así esto nos deja lidiando con empresas absurdamente poderosas que tienen servicios esenciales en sus manicuradas manos capitalistas mientras obligan a la clase trabajadora a arreglárselas para pagar las facturas. La solución que realmente serviría al bien público, como siempre, pasa por socializar y democratizar las gigantescas plataformas que tanta influencia ejercen sobre nuestras vidas.


Fuente: JACOBIN

jueves, 30 de enero de 2025

DeepSeek: la "Inteligencia Artificial" china que aplastó a Silicon Valley. ¿Es el principio del fin para las "big tech" occidentales?

 

      Periodista argentino especializado en asuntos internacionales.


     DeepSeek es comparable como el momento en el que la Unión Soviética, en plena Guerra Fría, puso en órbita el satélite Sputnik, según Marc Andreessen, cofundador de la empresa Netscape Communications Corporation y coautor de Mosaic, uno de los primeros navegadores web con interfaz gráfica.

Leamos un poco lo que significa para Bloomberg:

Una empresa china de inteligencia artificial poco conocida llamada DeepSeek lanzó un nuevo modelo de inteligencia artificial de código abierto llamado R1 que puede imitar la forma en que razonan los humanos. La empresa dijo que R1 rivalizaba o superaba a los principales desarrolladores estadounidenses en una variedad de puntos de referencia de la industria, incluidas las tareas matemáticas y el conocimiento general, y que se creó por una pequeña fracción del costo. Para el fin de semana, DeepSeek había escalado posiciones en Chatbot Arena, una tabla de clasificación de sistemas de inteligencia artificial muy seguida, y figuras prominentes en tecnología como Marc Andreessen llamaban al producto "el momento Sputnik de la inteligencia artificial".
Ahora, las consecuencias del lanzamiento de R1 se están extendiendo rápidamente por todo Estados Unidos, mientras la industria tecnológica intenta comprender cómo DeepSeek logró la hazaña y si la empresa emergente lo hizo tan barato como afirma. Ya existen sospechas de que la empresa emergente china construyó su chatbot con tecnología occidental, evitando los enormes costos de desarrollar grandes modelos de lenguaje.



 

Casi de la noche a la mañana, DeepSeek ha cambiado muchas de las suposiciones dentro de Silicon Valley sobre la economía de la creación de IA, así como los mejores métodos técnicos para desarrollar la tecnología y el alcance de la ventaja de Estados Unidos sobre sus competidores en China. Durante gran parte de los últimos dos años, desde que ChatGPT inició el frenesí mundial de la IA, la industria ha apostado a que el camino hacia una mejor IA depende en gran medida de gastar mucho en chips más avanzados de empresas como Nvidia Corp. y en centros de datos cada vez más grandes para albergarlos.

El entusiasmo por la hazaña de DeepSeek provocó una caída de casi un billón de dólares en las acciones tecnológicas estadounidenses y europeas el lunes, ya que los inversores cuestionaron los planes de gasto de algunas de las empresas más grandes de Estados Unidos. La caída de las acciones del fabricante de chips de inteligencia artificial Nvidia por sí sola borró aproximadamente 589.000 millones de dólares en valor de mercado, la mayor caída en la historia del mercado de valores de Estados Unidos.

Mientras tanto, en Washington, los legisladores deben averiguar la mejor ruta para frenar el progreso de China en una tecnología que algunos consideran crucial para su ejército y su economía, dado que l
as restricciones a la exportación de chips de la administración Biden no fueron suficientes. David Sacks, el zar de las criptomonedas y la inteligencia artificial del presidente Donald Trump, dijo que DeepSeek demuestra que la carrera mundial de la inteligencia artificial será muy competitiva, al tiempo que culpó a la administración Biden por la regulación que "paralizó" el desarrollo de la inteligencia artificial.

Al igual que algunos de los últimos modelos de OpenAI, Google y Anthropic, R1 pretende imitar la forma en que los humanos a veces reflexionan sobre los problemas dedicando tiempo a calcular una respuesta antes de responder a las consultas de los usuarios. Sin embargo, la versión de DeepSeek difiere en su eficiencia. El equipo que está detrás de ella ideó algunas innovaciones simples pero clave, como encontrar formas de aprovechar más los chips de computadora a los que tenían acceso. Otro avance: apoyarse en gran medida en una técnica conocida como aprendizaje de refuerzo que recompensa a un sistema por las respuestas correctas y lo castiga por las incorrectas.

La aplicación de DeepSeek se hizo popular entre los usuarios estadounidenses, en parte gracias a un chatbot afable y de un sonido algo extraño que muestra con gran detalle cómo piensa responder a la pregunta de una persona antes de sumergirse en los resultados. El enfoque incluye muchos más detalles que, por ejemplo, los últimos modelos de razonamiento de OpenAI. Y a diferencia de OpenAI, que cobra hasta 200 dólares al mes por acceso ilimitado a sus modelos de razonamiento más avanzados, entre otras funciones, DeepSeek actualmente ofrece su servicio de forma gratuita.

La irrupción de DeepSeek destruye, al parecer, el modelo de negocios de los gigantes tecnológicos porque consigue los mismos resultados que OpenAI con muchos menos costes. La estrepitosa caída de las acciones de empresas, como el gigante de chips Nvidia Corp, se acercó al billón de dólares, una de las pérdidas más importantes en la historia. “La pregunta que ahora preocupa a los inversores, las empresas y los responsables políticos es si la inteligencia artificial requiere cientos de miles de millones de dólares en gastos de capital para desarrollar las últimas innovaciones y modelos de IA de vanguardia, y si los controles de las exportaciones pueden contener la competencia china”, se pregunta también Bloomberg.

La Administración Biden hace pocas semanas restringió los microchips que pueden comprar las empresas chinas en un intento de cortar en seco los avances en IA del gigante asiático. Existe la creencia que este control de exportaciones funcionará en detener el desarrollo de la IA en China y seguirá dándole la delantera a las compañías estadounidenses




DeepSeek acumuló la cantidad necesaria de microchips de Nvidia mucho antes que la medida comenzará aplicarse. El lanzamiento coincidió con dos eventos: la asunción de Trump y una conferencia en Beijing de su director ejecutivo, Liang Wenfeng, con el primer ministro chino, Li Qiang.

Leamos:

La investigación de DeepSeek fue financiada por el presupuesto de I+D de High-Flyer, dijo Liang anteriormente. Obtuvo recursos informáticos del fondo cuantitativo, que había acumulado 10.000 GPU de Nvidia en 2021, antes de las prohibiciones estadounidenses a las exportaciones de sofisticados chips de Nvidia y otras unidades de procesamiento gráfico.
Liang contrató talentos de ingeniería casi exclusivamente de China. Muchos de ellos eran recién egresados de las mejores universidades, pasantes en la última etapa de sus estudios de doctorado y medallistas olímpicos.
"Es un nerd, pero nerd en este contexto no es algo negativo", dijo Zihan Wang, estudiante de doctorado en la Universidad Northwestern que realizó una pasantía de seis meses en DeepSeek en 2024.
Wang dijo que Liang realizó muchos experimentos por su cuenta y que DeepSeek funcionó como un laboratorio de investigación. “Comenzó a pequeña escala, pero a medida que lograron avances reales, comenzaron a entusiasmarse”, dijo.
La startup comenzó a lanzar modelos periódicamente, aparentemente inmune a —e incluso estimulada por— la prohibición estadounidense de exportar chips aceleradores de IA de última generación.
DeepSeek lanzó su modelo de razonamiento de inteligencia artificial avanzado R1 el 20 de enero, el mismo día en que Donald Trump juró como el 47º presidente de Estados Unidos.
Ese mismo lunes, Liang asistió a un simposio empresarial a puertas cerradas en Pekín, organizado por el primer ministro chino, Li Qiang. Allí, expertos en tecnología, ciencia, educación y otros campos ofrecieron sus opiniones y sugerencias para un borrador del informe sobre la labor del gobierno, según la agencia de noticias oficial Xinhua. Un vídeo publicado en YouTube muestra a Liang sentado frente a Li y hablando, mientras el líder chino asiente con atención.
Cabe destacar que DeepSeek ha abierto el código fuente de su R1, lo que permite a los investigadores y desarrolladores utilizar, modificar y comercializar libremente el modelo. Esto ha enviado una señal de que desea colaborar e innovar con otros miembros de la comunidad global de IA.
Se supone que Liang posee el 51% de High-Flyer. Eso le daría una participación por valor de 71 millones de dólares según un análisis comparativo, según el Índice de multimillonarios de Bloomberg. Si DeepSeek alcanza el mismo potencial que OpenAI, valorado en aproximadamente 150.000 millones de dólares, el fundador podría potencialmente estar en condiciones de recibir una ganancia inesperada masiva.
Algunos han puesto en duda que DeepSeek, de Liang, sea tan prometedor como parece. Entre las deficiencias se encuentran la capacidad de la infraestructura de la startup para gestionar el tráfico global que espera para probar su servicio, o el manejo que hace la aplicación de temas delicados como las protestas de 1989 en la plaza de Tiananmen y las consultas sobre el líder chino Xi Jinping.
Los expertos también han cuestionado la suposición de que DeepSeek estaba construyendo con 10.000 chips Nvidia A100, y analistas como Dylan Patel especulan que DeepSeek necesita al menos 50.000 de los chips mucho más potentes de Nvidia, los H100. Meta Platforms Inc., por ejemplo, opera el equivalente a 600.000 Nvidia H100.
Deepseek mezcla dos aspectos que golpean en el centro de gravedad del capitalismo en la nube estadounidense: la capacidad de innovar con modelos de código abierto a bajos precios y su creación a partir de la especulación financiera. DeepSeek es una startup sin fines de lucro creada por el fondo de inversión chino High-Flyer, fundado por el director ejecutivo de la compañía, Liang, y dos antiguos compañeros de ingeniería electrónica de la universidad de Zhejiang , una prestigiosa universidad en la ciudad de Hangzhou.


Liang Wenfeng
 

Los tres crearon un modelo para invertir en acción en base al aprendizaje automatizado, una disciplina de la IA. Inicialmente, construyeron un modelo basado en factores de precio y volumen, antes de probar el aprendizaje automático en 2016. Como resultado, High-Flyer aumentó sus activos rápidamente, alcanzando más de 90 mil millones de yuanes en 2021 hasta que tambalearon sus acciones cuando su modelo falló en calcular algunas operaciones bursátiles.

La historia de Liang coincide, además, con el estereotipo de nerds que empiezan grandes empresas en el garaje de sus padres. Nació en 1985 en Zhanjiang, una ciudad económicamente pobre en la provincia de Guangdong, al sur de China. Y su padre era maestro de escuela primaria.

Para Arnaud Bertrand, analista francés que vive en el gigante asiático , toda la historia muestra el autoengaño de Estados Unidos sobre su superioridad respecto a China.

DeepSeek sólo es "sorprendente" si basas tu comprensión de China en los informes de medios como The Economist, que siguen describiendo a China como una versión caricaturesca de sí misma: un villano monolítico siempre al borde del colapso, plagado de problemas insolubles que lo colocan en una desventaja significativa frente a un EE. UU. excepcional. Ni siquiera estoy exagerando. El trimestre pasado, The Economist publicó un artículo sobre cómo China estaba "cometiendo algunos de los errores que cometió la Unión Soviética" escribiendo sin ironía (y con una asombrosa falta de conciencia de sí mismos) que "la mala información es una grave amenaza para la economía de China".
Mientras tanto, casi simultáneamente, publicaron un informe especial sobre "la economía estadounidense, la envidia del mundo" (https://economist.com/special-report/2024-10-19 …). Como recordatorio, en 2024 la economía de China creció un 5% frente al 2,8% de EE. UU.... Si tuvieras una comprensión precisa de lo que realmente estaba sucediendo en el país, sabrías que China en realidad no estaba "muy atrás" en lo que respecta a la IA, como escribe The Economist. De hecho, al mismo tiempo que escribían que China estaba siguiendo el camino de la Unión Soviética, yo señalaba que China ya estaba liderando a EE. UU. en 6 de los 7 campos de la IA (https:// x.com/RnaudBertrand/ status/1831536798578962513 …).



 

El único campo en el que no estaban liderando (estaban en un cercano segundo lugar) era el procesamiento del lenguaje natural, es decir, los LLM como ChatGPT. Y, he aquí, DeepSeek demuestra que ahora también se han puesto al día en este campo. También escribí a principios del año pasado que cuando se observa el talento de IA de primer nivel en todo el mundo (los mejores desarrolladores e investigadores de IA), un asombroso 47% de ellos eran chinos, frente al 18% estadounidense (https:// x.com/RnaudBertrand/ status/1765585506514174088 …). No hace falta ser un genio para darse cuenta de que si tienes la mitad del mejor talento de IA del mundo, deberías ser increíblemente bueno en el campo.

También podría haber mirado las patentes y haber notado que, según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), desde 2017 China ha publicado más patentes en el campo de la IA generativa cada año que todos los demás países juntos (https://wipo.int/web-publicatio ns/patent-landscape-report- generative -artificial-intelligence-genai/en/key-findings-and-insights.html …). O podría haber analizado las investigaciones de alto impacto, es decir, los artículos de investigación más citados, y haber notado que ya en 2019 China alcanzó la paridad con los EE. UU. en participación en el 5 por ciento de las publicaciones sobre IA más importantes del mundo (https://cset.georgetown.edu/publication/co mparing-us-and- chinese -contributions-to-high-impact-ai-research/ …).

Todo esto demuestra que uno sólo puede "sobresaltarse" y sólo podría haber pensado que China estaba "muy atrasada" en IA si realmente no estaba prestando atención. O si tenía prejuicios tan delirantes que estaba completamente ciego a las realidades del mundo en el que realmente vivimos. Y, volviendo a mi punto original, no es China la que sale perjudicada por esta ceguera. Si no entiendes a tu rival y lo ves como una caricatura groseramente engañosa, te perjudicas a ti mismo. Cuando reduces a China a un villano de dibujos animados, te pierdes la historia real y te tomas por sorpresa, como es obvio con el episodio de DeepSeek. Yo diría que el mismo mecanismo está en juego con la política estadounidense, por ejemplo con los controles de exportación de chips que apuntaban a "frenar a China". Cualquiera que no mire el mundo a través del prisma del excepcionalismo arrogante estadounidense podría haber predicho que lejos de frenarlos, potenciaría sus esfuerzos por desarrollar una industria nacional de chips y volverse autosuficientes en este sentido. Lo cual tiene todo el sentido del mundo, es exactamente lo que cualquier persona pragmática que tome decisiones haría en el lugar de China. El problema es que esta visión caricaturesca de China impide cualquier empatía estratégica, lo que hace que se pasen por alto por completo predicciones que deberían ser muy fáciles de hacer.

¿La lección? La arrogancia es un lujo que Occidente ya no puede permitirse. El progreso de China no es “sorprendente”, es predecible. Lo único verdaderamente sorprendente es la voluntad con la que Occidente se ciega a la realidad. Para utilizar la propia cita de The Economist, la “mala información” es una amenaza mucho más grave para nosotros que para China: tenemos que empezar a entender el mundo como es, no como deseamos que sea. De lo contrario, seguiremos encontrándonos en la posición irónica de The Economist, “sorprendidos” porque creyó en su propia propaganda.

Lo que nos lleva a una conclusión lógica y obvia: si DeepSeek es el momento Sputnik de la IA, es casi seguro que la reacción estadounidense sea la militarización de la IA con sanciones y un posible boicot comercial y tecnológico contra las compañías chinas que compitan contra sus empresas. Ya los gigantes tecnológicos piden a gritos que aplicaciones como DeepSeek sean sacadas de las tiendas en las nubes de Apple y Google.

La experiencia de Tik Tok muestra que si la tecnología es buena y barata puede perdurar más allá de los boicots. Por ejemplo, cuando la aplicación de videos fue banneada, porque las demás compañías no podían competir con su algoritmo de recomendación, apareció Red Note, otra aplicación china, para sustituirla. La excusa para prohibir Tik Tok fue que ponía en riesgo la seguridad de Estados Unidos por estar controlada por China.




William Huo compara esto con el anuncio de Trump del plan Stargate, lanzado con el fundador de OpenIA, los dueños de la empresa Oracle y el banco japonés Softbak para establecer enormes centros de datos para desarrollar la IA en Estados Unidos.

China está desmantelando sistemáticamente las ilusiones de dominio de Estados Unidos sobre la IA, armada con tres ingredientes clave: talento, acceso sin restricciones a los datos y un ecosistema de semiconductores sólido listo para escalar a voluntad.

Al hacer que sus avances en inteligencia artificial sean de código abierto, China no solo está innovando, sino que también está socavando la dependencia de Silicon Valley de la tecnología patentada. La propiedad intelectual de OpenAI de repente parece menos valiosa frente a la estrategia de inteligencia artificial para todos de Beijing.

¿Por qué pagar un alto precio por la exclusividad en inteligencia artificial cuando China ofrece avances de vanguardia de forma gratuita, lo que invita a la colaboración global? Es una medida audaz que desafía no solo el dominio tecnológico de Estados Unidos, sino también todo su enfoque de la innovación.

Mientras tanto, Estados Unidos está paralizado, mirando fijamente los faros de los vehículos que se acercan como un ciervo. En lugar de contrarrestar los avances estratégicos de inteligencia artificial de China, Estados Unidos se distrae con fantasías especulativas como Stargate.

El enfoque de China es pragmático: ampliar la IA, perfeccionar la infraestructura y superar a Occidente en la implementación en el mundo real. Estados Unidos, atrapado en un círculo vicioso de autocomplacencia, corre el riesgo de quedarse irremediablemente atrás.

Como en otros campos de la competencia comercial entre Estados Unidos y China parece todo ser un asunto de costos y exclusividades. El modelo de OpenIA necesita de una enorme burbuja financiera tecnológica para rendir dividendos y sostener la inversión para sostener los avances. Y el de compañías, como DeepSeek, puede sostenerse, en un juego a largo plazo, desde un capitalismo de Estado que financie el proyecto hasta que madure, si el dinero puesto por el fondo de inversión se termina.

Detrás subyace una competencia en el capitalismo en la nube entre los gigantes tecnológicos estadounidenses que te esclavizan con sus suscripciones y un modelo de negocios chino que aún no conocemos del todo, según el experto en tecnologías estadounidenses Casey Newton.

Por el momento, DeepSeek no parece tener un modelo de negocio que esté a la altura de sus ambiciones. Para la mayoría de los grandes laboratorios de inteligencia artificial de Estados Unidos, el modelo de negocio (aún no realizado) es desarrollar el mejor servicio y venderlo obteniendo ganancias. Hasta la fecha, DeepSeek se ha posicionado como una especie de obsequio altruista. Eso podría cambiar en cualquier momento. DeepSeek podría introducir suscripciones o imponer nuevas restricciones a sus API para desarrolladores. Zvi Mowshowitz teoriza que la empresa podría tomar datos de los usuarios y dárselos al fondo de cobertura para obtener información comercial. Mientras tanto, sin embargo, sólo podemos adivinar cuáles son las ambiciones de DeepSeek, y eso me preocupa, porque en cierto sentido no sabemos con qué nos enfrentamos”, Casey Newton.

Uno de los grandes dilemas existenciales, sin embargo, es que la carrera de la IA quede secuestrada por los billonarios que rodean a Trump, cuya conciencia social es similar a la de los hombres, que pagaban los reyes, para ahorcar personas en plazas públicas.

Veamos...

Fuente: Bruno Sgarzini

jueves, 23 de enero de 2025

Abismo exponencial: tecnología y desperdicios

 

      UB, Tim y Mirolima, octubre de 2019.
      Editor de Arena Online


     La última empresa tecnológica que ha llegado a los escalones superiores del capitalismo cibernético es Nvidia, que fabrica unidades de procesamiento gráfico (GPU), un componente de la maquinaria informática que se ha vuelto dominante en el entrenamiento de modelos de IA. Fundada en 1993, Nvidia es el único titán tecnológico que lleva el nombre de un titán real; Invidia es el nombre romano de la deidad griega Némesis, la personificación de la envidia, de ahí el «mal de ojo» verde que es el logotipo de la corporación. Nvidia es actualmente la segunda corporación más valiosa del mundo, con una capitalización de mercado de 3,54 billones de dólares, muy por detrás de Apple y por encima de Microsoft, Amazon y Alphabet. Su valor de mercado se ha multiplicado casi por diez desde finales de 2022. La burbuja de la IA es el último acontecimiento de la financiarización desenfrenada que comenzó hace más de medio siglo cuando la cibernética empezó a remodelar el capitalismo global, intensificada por la flexibilización cuantitativa a raíz de la crisis financiera mundial.




La mayor parte de los 32 años de historia de Nvidia se han dedicado a crear GPU para ordenadores de gaming. El auge de la IA transformó su modelo de negocio: donde antes tenían muchos clientes, ahora tienen muy pocos, pero muy grandes. Su reciente presentación trimestral ante las autoridades regulatorias señalaba: "Hemos experimentado períodos en los que recibimos una cantidad significativa de nuestros ingresos de un número limitado de clientes, y esta tendencia puede continuar". Esto es decirlo suavemente: la misma presentación muestra que cuatro corporaciones sin identificar representan casi la mitad de sus ingresos. Estos cuatro anónimos (casi con toda seguridad los otros titanes tecnológicos de primer nivel) están comprando grandes cantidades de GPU de Nvidia para apilarlas en grandes centros de datos, conectando en red miles de estas potentes máquinas informáticas para impulsar la investigación avanzada en IA. Ya han vendido por adelantado toda la producción de 2025 de sus GPU Blackwell, que pronto debutarán, cada una de las cuales cuesta alrededor de 40.000 dólares. Al igual que el resto de los gigantes tecnológicos, el liderazgo de Nvidia en el mercado depende de su posición de vanguardia en el campo de las tecnociencias, y su poder proviene de la investigación y el desarrollo cibernéticos. Nvidia aumentó su presupuesto de I+D en casi un 50 % hasta 2024.

Se puede obtener una visión transversal de la vanguardia del capitalismo cibernético considerando el destino de las GPU que han hecho a Nvidia increíblemente rica. Estos dispositivos son clave para los cálculos que permiten a la IA plegar modelos de proteínas, automatizar los costos laborales, crear listas de asesinatos para el genocidio de las Fuerzas de Defensa de Israel, plagiar ensayos, participar en especulaciones financieras, crear falsificaciones profundas de dictadores muertos y todas las demás maravillas de la IA. A partir de entonces, estas máquinas de computación sucumbirán a su obsolescencia incorporada y cumplirán su destino a largo plazo de convertirse en desechos electrónicos tóxicos. Este es el lado oscuro de la "Ley de Moore", que proyecta que la cantidad de transistores que se pueden empaquetar en un chip de computadora se duplica aproximadamente cada dos años: el aumento exponencial de la potencia de las computadoras va de la mano con un aumento exponencial de los desechos. Según el Instituto de las Naciones Unidas para la Formación Profesional y la Investigación, en 2022 se generaron 62 millones de toneladas de residuos electrónicos, el doble de la cantidad producida en 2010. Como describe su reciente informe, esto es "igual al peso de 107.000 de los aviones de pasajeros más grandes (853 asientos) y más pesados (575 toneladas) del mundo, suficientes para formar una cola ininterrumpida de Nueva York a Atenas, de Nairobi a Hanoi o de Hong Kong a Anchorage".


Destrucción masiva en el popular distrito de Al-Rimal de la ciudad de Gaza después de que las fuerzas israelíes atacaran el lugar el 10/10/2023.

Como ocurre con las máquinas de computación en general, la composición material precisa de una GPU es difícil de discernir, ya que está oculta tras cadenas de suministro bizantinas, leyes de propiedad intelectual y el carácter de "caja negra" de la tecnociencia. Basta con decir que están compuestas de una combinación extremadamente compleja de sustancias químicas, entre las que se incluyen varios minerales de tierras raras (tantalio, paladio, boro, cobalto, tungsteno, hafnio, etc.), metales pesados (plomo, cromo, cadmio, mercurio, etc.), plásticos complejos (acrilonitrilo butadieno estireno, polimetilmetacrilato, etc.) y sustancias sintéticas (tetrabrombisfenil-A, tetrafluorociclohexanos, etc.). A modo de comparación: un cuerpo humano consta de unos 30 de los 118 elementos de la tabla periódica; un iPhone, de 75 elementos. Todas estas materias primas deben extraerse de la tierra, refinarse, recombinarse y procesarse intensamente, lo que produce varios subproductos tóxicos, por no hablar del efecto sobre la salud de los trabajadores en estas cadenas de suministro. El aparato extendido del capitalismo cibernético opera con una sorprendente falta de regulaciones ambientales o de interés público.


Monitor mundial de residuos electrónicos en 2024.

Un aspecto del colosal derroche generado por el capitalismo cibernético que finalmente está empezando a atraer la atención de la opinión pública es la cantidad de electricidad que consumen las máquinas de computación en red. La Agencia Internacional de la Energía señala que entre 2022 y 2026, los centros de datos probablemente duplicarán su consumo de electricidad, hasta alrededor de 1.000 teravatios hora. Este aumento equivale aproximadamente a sumar todo el consumo eléctrico de otra Alemania. En conjunto, la demanda de energía de los centros de datos es mayor que la de cualquier país, excepto China, Estados Unidos e India. Y los centros de datos son solo una parte de la infraestructura global de máquinas de computación en red, que actualmente consta de alrededor de 30 mil millones de dispositivos conectados a Internet. Además, estas cifras de consumo no tienen en cuenta la energía utilizada en la extracción y refinación de enormes cantidades de materias primas para producir la propia maquinaria y, desde luego, no consideran ninguna "externalidad" tóxica.

A medida que la cibernética ha potenciado las capacidades industriales del capitalismo, ha creado enormes cantidades de desechos tóxicos que se propagan por las cadenas de suministro y se acumulan en las cadenas alimentarias. Un ejemplo famoso son los PFAS (sustancias pre/polifluoroalquiladas), o "químicos eternos", un grupo de alrededor de 15.000 compuestos organofluorados sintéticos diferentes que no se descomponen de forma natural. Creados por primera vez en la década de 1950, estos químicos tóxicos (presentes en todas las máquinas de computación, entre muchos otros productos domésticos) ahora se detectan comúnmente en los cuerpos humanos, y su acumulación comienza en la placenta antes del nacimiento. Están fuertemente vinculados con mayores probabilidades de cáncer, disminución del recuento de espermatozoides, enfermedades inflamatorias intestinales, deterioro cognitivo, defectos de nacimiento, enfermedades renales, problemas de tiroides y problemas hepáticos. Según la Comisión Lancet sobre contaminación y salud, la contaminación ambiental ya causa una de cada seis muertes prematuras, una cifra que empeorará a medida que la producción y la bioacumulación sigan intensificándose.




La contaminación química también afecta a otras especies y, por ende, a las relaciones, sistemas y procesos ecológicos que conforman la red de la vida. De hecho, la producción masiva de sustancias químicas artificiales es un indicador clave de la nueva era que se abrió con las primeras explosiones atómicas en 1945, en el cegador amanecer del Antropoceno. En 2019, se estimó que la venta mundial de sustancias químicas sintéticas (excluidos los productos farmacéuticos) ascendió a unos 4,363 billones de dólares. La magnitud de las emisiones químicas industriales es asombrosa: una estimación conservadora la sitúa en alrededor de 220.000 millones de toneladas al año, de las cuales los gases de efecto invernadero representan solo alrededor del 20%.

Es sorprendente que se preste poca atención a las ramificaciones. Por ejemplo, de las 23.000 sustancias químicas registradas en 2020 a través de la normativa líder mundial de la UE, Registro, Evaluación, Autorización y Restricción de Sustancias Químicas (REACH), alrededor del 80% aún no se ha sometido a una evaluación de seguridad, por no hablar de las más de 300.000 sustancias químicas sintéticas que se producen en todo el mundo pero que no están en su lista. Y las evaluaciones de seguridad están definidas de forma estricta, excluyendo los efectos cóctel y los enredos ecológicos. Un estudio exhaustivo concluyó que la contaminación química "representa un riesgo catastrófico potencial para el futuro humano y merece un escrutinio científico mundial en la misma escala y urgencia que el esfuerzo dedicado al cambio climático".

La magnitud de los desechos cibernéticos es difícil de comprender. Un estudio revelador descubrió que a principios del siglo XX la masa de los objetos producidos por el hombre (hormigón, ladrillos, asfalto, metales, plásticos, etc.) equivalía a aproximadamente el 3% de la "biomasa" total del mundo, el peso combinado de la red de la vida: todas las plantas, bacterias, hongos, arqueas, protistas y animales. Reveló que la masa de materiales antropogénicos se ha duplicado cada veinte años a lo largo del último siglo. A este ritmo, 2020 fue el año en el que la masa creada por el hombre alcanzó 1,1 teratoneladas, superando la totalidad de la biomasa mundial. En otras palabras, lo que hemos fabricado ahora supera a la red de la vida. El peso de todo el reino animal (todas las vacas, los corales y los krill, todas las personas, las palomas y las 350.000 especies diferentes de escarabajos) es de alrededor del 0,5% de la biomasa de la Tierra, o alrededor de 4 gigatoneladas de vida. En 2020, los humanos hemos producido 8 gigatoneladas de plásticos. Para 2040, esa cifra será el doble.

Curvas exponenciales como estas están causando estragos en la naturaleza finita. Sin embargo, pocos en la izquierda radical se involucran en un análisis holístico que intente responder la pertinente pregunta de Langdon Winner: "¿Dónde y cómo las innovaciones en ciencia y tecnología han comenzado a alterar las condiciones mismas de la vida?" Es común que los comentaristas radicales sucumban a la ilusión de que la maquinaria informática no tiene peso. Un puñado de titulares recientes de Jacobin -"El problema con la IA es el poder, no la tecnología"; "El problema con la IA es el problema del capitalismo"; "La automatización podría hacernos libres, si no viviéramos bajo el capitalismo"- evidencian esta visión "instrumental" de la tecnología, que ve la maquinaria avanzada del capitalismo cibernético como algo sin problemas, reservando la crítica para el control de los jefes sobre ella. Muchos en la izquierda sugieren, implícita o explícitamente, que la solución es "colectivizar las plataformas": deshacerse de los jefes, deshacerse del problema. Esto corre el riesgo de “lavar a los trabajadores” el aparato tóxico del capitalismo cibernético, imaginando que reemplazar al CEO de Nvidia por un consejo de trabajadores, digamos, sería suficiente para lograr un futuro socialista sustentable.

Por supuesto, necesitamos consejos obreros, muchos de ellos en todo el ámbito social. Probablemente tampoco queramos prescindir de algunas de las poderosas máquinas de computación y de los productos químicos sintéticos que ha producido el capitalismo cibernético, pero tenemos que considerar cuál debería ser su lugar en un mundo en el que se puedan vivir vidas significativas y prósperas dentro de límites ecológicos. La expansión exponencial de las tecnologías cibernéticas y las abstracciones alienantes que han generado es una catástrofe. Es urgentemente necesario que desarrollemos una crítica materialista de esa tecnología con el objetivo de generar una política radicalmente diferente, que adopte una visión más amplia, que considere no sólo las relaciones de poder y propiedad, sino también el rendimiento material del capitalismo cibernético y su transformación de las condiciones de vida mismas. La magnitud de la crisis no exige menos.

Fuente: SIDECAR