domingo, 26 de enero de 2025

Los nazis no eran socialistas, eran hipercapitalistas

 

 Entrevista con Ishay Landa  
      Doctor en Historia y profesor visitante en la Universidad Abierta de Israel. Historiador de las ideas centrado en reconstruir la genealogía intelectual del fascismo y su compleja relación con la historia intelectual de Occidente.


A la derecha le encanta insistir en que los miembros del partido de Adolf Hitler eran socialistas. Pero las verdaderas políticas económicas del nazismo defendían principios hipercapitalistas arraigados en ideas darwinistas sociales sobre el valor de la vida humana. No eran socialistas en absoluto.




Entrevista de Nils Schniederjann, periodista afincado en Berlín.


     Uno de los argumentos más tediosos que se esgrimen contra el socialismo afirma que el nazismo era de alguna manera «socialista», y por lo tanto algo de lo que la izquierda debe responder. Los hombres de Adolf Hitler prepararon la economía para la guerra, pusieron al Estado por encima del individuo y, como argumento asesino, incluso se llamaron a sí mismos «socialistas nacionales».

¿Jaque mate? No del todo. Incluso dejando de lado el hecho de que otros partidos conservadores y liberales votaron a favor de otorgar plenos poderes a Hitler en 1933, su régimen se caracterizó por intervenciones masivas para ayudar a las empresas privadas. Y el darwinismo social defendido por los nazis, que consideraba a los «improductivos» como un mero gasto inútil, obedecía a la lógica de juzgar la vida humana según el criterio de la ganancia.

En 2009, el historiador israelí Ishay Landa publicó el libro The Apprentices Sorcerer: Liberal Tradition and Fascism [El aprendiz de brujo: Tradición liberal y fascimo], un extenso estudio sobre los intereses económicos y sociales que perseguían realmente los nazis. En esta entrevista con Jacobin, explica qué significaba el término «socialismo» para Hitler, cómo estaban conectadas sus opiniones políticas y económicas, y cómo hoy podemos ver los peligros del liberalismo económico en Elon Musk.


NS

En tu libro, examinas las políticas económicas y la ideología de los nacionalsocialistas en Alemania. ¿Eran realmente socialistas las políticas nazis?


IL

No, obviamente no eran socialistas. Es cierto que los nazis utilizaban el término afirmativamente de vez en cuando. Algunas personas cínicamente se aferran a eso como evidencia: «¡Eran socialistas porque se llamaban a sí mismos socialistas!». Pero eran fuertemente antisocialistas en cualquier sentido real del término.


NS

Entonces, ¿por qué usaban la palabra «socialismo»?


IL

Tenemos que entender el contexto en el que lo aplicaron. En nuestros días, los políticos de derecha ya no usan el término. ¿Por qué? Porque el socialismo ya no es tan popular. Pero en aquel entonces, los anticomunistas se enfrentaban al reto de acceder a los bastiones socialistas y convencer al mayor número posible de votantes de la clase trabajadora. Por lo tanto, tuvieron que presentar sus políticas como acordes con los intereses de la clase trabajadora. El truco consistía en beneficiarse de la popularidad del socialismo, que era ampliamente visto como la fuerza del futuro, pero al mismo tiempo distanciarse lo más posible de su esencia.


NS

Si los nazis se llamaban a sí mismos socialistas solo por razones estratégicas, ¿cómo eran realmente sus políticas económicas?


IL

Eran fuertemente capitalistas. Los nazis pusieron gran énfasis en la propiedad privada y la libre competencia. Es cierto que intervinieron en el libre mercado, pero también fue una época de fracaso sistémico del capitalismo a escala global. Casi todos los estados intervinieron en el mercado en ese momento, y lo hicieron para salvar al sistema capitalista de sí mismo. Esto no tiene nada que ver con el sentimiento socialista: era procapitalista. En cierto modo, hay un paralelismo con la forma en que los gobiernos rescataron a los grandes bancos tras el estallido de la crisis financiera de 2008. Eso, por supuesto, tampoco reflejaba intenciones socialistas de ningún tipo. Fue simplemente un intento de estabilizar un poco el sistema.


NS

Pero, ¿no quieren siempre los capitalistas la mayor libertad posible?


IL

No necesariamente. En aquél momento las intervenciones estatales se llevaron a cabo de acuerdo con la industria. Los capitalistas incluso lo exigieron, porque las políticas de libre mercado no siempre son las más convenientes para los capitalistas. A veces necesitan que el Estado socorra al libre mercado. Así que las intervenciones no fueron simplemente impuestas a la economía por los fascistas, sino que fue un desarrollo consensuado que reflejaba las necesidades de muchos sectores importantes de la industria. El objetivo era esencialmente dirigir el sistema a favor de las grandes empresas.


NS

¿Cómo se relaciona la ideología política de los nazis con este intento de estabilizar el sistema?


IL

A menudo se acusa a Hitler de subordinar los intereses económicos a sus opiniones políticas, una afirmación que es parcialmente cierta. Pero, ¿cuáles eran exactamente sus opiniones políticas? Si pensamos en las obsesiones más fanáticas de Hitler —por ejemplo, el darwinismo social, la eugenesia o incluso su antisemitismo—, a primera vista parece que solo pueden entenderse al margen de las consideraciones económicas. Sin embargo, si examinamos más de cerca cada uno de estos elementos, vemos que tenían una base económica indispensable.


NS

¿Por ejemplo?


IL

El darwinismo social es en realidad una forma de hipercapitalismo. Toma del capitalismo el enfoque de la competencia como una lucha de todos contra todos. Y los nazis argumentaban: «Bueno, así es la naturaleza». Esto no fue una ruptura con el capitalismo, sino una intensificación de las visiones económicas. El capitalismo, en opinión de los nazis, es simplemente parte de la naturaleza. Por lo tanto, no es solo una cuestión de dominación política, sino de naturalizar las contradicciones económicas. Hitler dijo entonces que es sobre todo «el judío» quien intenta jugarle una mala pasada a la naturaleza para hacer superflua la lucha por la supervivencia. La voluntad de manipular la economía hacía a los judíos insidiosos, desde el punto de vista nazi.


NS

Pero, ¿no es precisamente esta visión tan positiva de la libre competencia y la lucha de todos contra todos el sello distintivo del liberalismo económico?


IL

Hitler no inventó todo esto, por supuesto; era parte de la corriente conservadora y, de hecho, económicamente liberal. Se podían escuchar declaraciones muy similares sobre la necesidad de una competencia despiadada en el discurso económico liberal de la época. Que alguien como Hitler pudiera convertirse en el «líder» de una gran nación industrial fue, después de todo, la culminación de ciertas opiniones ampliamente difundidas sobre la economía y sobre los límites necesarios para la acción política popular. Las políticas de Hitler satisfacían los deseos de muchos industriales, lo que lo hacía muy atractivo para grandes sectores de la burguesía y las clases cultas. Se consideraba que los nacionalsocialistas liberaban a la economía de cargas innecesarias de sensibilidad política y humanista.


NS

¿A través de la eugenesia, por ejemplo?


IL

Exacto. El asesinato de personas con discapacidades físicas, mentales y psicológicas también estaba directamente relacionado con preocupaciones económicas: se pretendía librar a la economía de personas que se consideraban una carga. El lenguaje nazi era bastante económico y financiero en este sentido. Por ejemplo, un típico cartel de propaganda decía: «60 000 marcos del Reich a lo largo de su vida: eso es lo que le cuesta este enfermo hereditario a la Volksgemeinschaft [la palabra nazi para comunidad nacional]. Volksgenosse [compatriota], ese es también tu dinero».

Incluso la Shoah está relacionada con consideraciones económicas. Porque en la ideología nazi, los judíos eran vistos como el obstáculo definitivo. ¿Obstáculo para qué? Para el capitalismo, entre otras cosas. Eran considerados como la columna vertebral del marxismo. Los nazis interpretaron al marxismo como una conspiración esencialmente judía contra la economía capitalista y, por tanto, contra el orden natural. Por supuesto, la Shoah fue el resultado de muchos factores y la culminación de varias obsesiones, fobias y odios nazis. Pero entre todos estos, no hay que perder de vista este factor socioeconómico.



NS

Pero, ¿por qué los nazis pudieron definir al marxismo como un gran mal que debía ser erradicado, mientras usaban el socialismo como un eslogan positivo para su movimiento?


IL

Con el término «socialismo» no se referían a nada que pudiéramos reconocer ni remotamente como socialista, sino más bien a su política de intervención en el libre mercado en beneficio de los capitalistas. Por el término «marxismo», por otro lado, se referían a la socialdemocracia y a la protección de los derechos básicos de los trabajadores. En Mein Kampf, Hitler dice que su visión antisemita del mundo se formó finalmente en el momento en que se dio cuenta de que los judíos eran los cerebros de la socialdemocracia. El discurso nazi era una forma muy conveniente, aunque cínica, de manipular conceptos y atribuirles significados completamente nuevos.


NS

Si esto está tan claro, ¿por qué ha habido estos debates recientes en Alemania sobre una supuesta política socialista de los nazis?


IL

Bueno, en realidad esto no es tan nuevo y tiene una larga historia. Ya durante la época del fascismo hubo intentos de retratar a los nazis como socialistas, por ejemplo, por parte de Ludwig von Mises. Pero, en general, los esfuerzos por establecer un vínculo directo entre el marxismo y el nacionalsocialismo fueron una posición minoritaria. Luego, a partir de la década de 1980, se produjo un punto de inflexión cuando comenzó a surgir una corriente revisionista en los estudios sobre el fascismo. Esta corriente buscaba vincular el fascismo mucho más estrechamente con la izquierda política, con la revolución y con el anticapitalismo. Esto sucedió en un momento en que el neoliberalismo comenzaba a desmantelar el estado de bienestar. Lo que hizo que este movimiento ideológico fuera muy conveniente. Los defensores de esta política podían decir: «¡Los nazis en realidad defendían una forma autoritaria de socialismo!». Atacar el estado del bienestar podría presentarse así como un acto antifascista, una resistencia al nazismo y una purga de sus residuos políticos.


NS

Entonces, ¿convertir a los nazis en socialistas también es una herramienta para impulsar políticas antiobreras?


IL


Así es. ¿Cuándo empezaron realmente los intelectuales a escribir libros acusando a los nazis de haber seguido políticas económicas socialistas? ¿Cuándo empezaron a acusar a los nazis de haber ayudado a las masas a expensas de la burguesía? Exactamente en el momento en que los políticos intentaron imponer reformas neoliberales en el mercado laboral. De esta manera, la historiografía está vinculada a las realidades económicas. Los responsables políticos utilizaron estas teorías para apoyar sus ataques contra el estado del bienestar. El historiador alemán Götz Aly dijo en una de sus entrevistas de principios del milenio que la tarea del gobierno socialdemócrata de Gerhard Schröder era poner fin a la «Volksgemeinschaft». Así, al liberalizar la economía, se eliminarían los últimos vestigios del nacionalsocialismo de la política alemana. Este pensamiento muestra cómo las modas políticas actuales están vinculadas a la forma en que percibimos el pasado.


NS

Pero, ¿se enfrentaron los liberales al hecho de que Hitler estaba en parte promoviendo su propio programa político?

IL

Nunca hubo un reconocimiento realmente franco y directo de este legado. En los años de la posguerra, hubo un consenso de que el Estado tenía que mejorar moderadamente la situación de los trabajadores, incluso dentro de un marco liberal. Si hubo una admisión liberal de culpa, se hizo bajo la premisa de que las políticas nazis no habían sido un verdadero liberalismo. El liberalismo nazi —así argumentaban los pocos estudiosos que admitían alguna relación entre las dos ideologías— había sido a medias, irremediablemente anticuado y renunciando a la dimensión democrática inherente al liberalismo.

Sin embargo, más tarde se produjo un cambio radical. De repente, los liberales se mostraron mucho más inclinados a decir: «El nacionalsocialismo era socialista. Y si luchas contra el socialismo para crear un mercado lo más libre posible de cualquier interferencia política, eres un buen antifascista». Esa fue la fase mucho más duradera y antipopulista del compromiso liberal con el pasado.


NS

Otra forma de aplicar reformas económicamente liberales es vincular la liberalización social y la económica. ¿Cree que el liberalismo económico siempre va de la mano del progreso social?


IL

Creo que debemos distinguir entre las dimensiones económica y política del liberalismo. Al principio, a veces iban de la mano. Pero en cierta etapa, el aspecto económico y el político se separaron. Los liberales tuvieron entonces que decidir cuáles eran sus prioridades. ¿Son liberales económicos que defienden la propiedad privada, la sociedad de clases y el libre mercado a toda costa, o prefieren una democracia liberal que cumpla realmente su promesa de libertad y autodeterminación para todas las personas? Esta contradicción aún no se ha resuelto. Y persiste la necesidad de elegir entre las dos opciones.


NS

¿Por qué no se pueden hacer ambas cosas?


IL

La sabiduría convencional es que el liberalismo siempre va de la mano de las libertades políticas e individuales, lo cual a veces es cierto. Pero lo que se olvida es que, desde el principio, el liberalismo no solo abrió posibilidades políticas sino que también las restringió severamente. Lo que el liberalismo tenía que dejar claro desde el principio era que la propiedad privada es intocable; que constituye la base inexpugnable del orden político.

Así, importantes pensadores liberales insistieron tempranamente, ya desde la época de John Locke, en que no se puede gravar a los ricos sin su consentimiento. Si lo haces, le das a las víctimas de estas políticas una buena razón para rebelarse y usar la violencia contra los usurpadores. Desde el principio, la política liberal lleva inscrita en sí misma una opción dictatorial. Y así se convirtió en un dogma asumir que la principal tarea de la política es proteger la propiedad y el principal pecado es arremeter contra ella. Pero, por supuesto, esa es una definición muy limitada de lo que la política puede o debe hacer. Y sufrimos ese confinamiento hasta el día de hoy. En una democracia occidental típica, se pueden hacer muchas cosas, siempre y cuando se abstenga de infringir la propiedad privada.


NS

Entonces, ¿hay algo en la estructura básica del liberalismo económico que realmente impida la libertad de las personas?


IL

El capitalismo es esencialmente una estructura económica antidemocrática: significa, sobre todo, dominación sobre los trabajadores. El capitalismo es jerárquico, no igualitario. También hay una concentración masiva de riqueza, lo que plantea una pregunta crucial: ¿cómo podemos redistribuirla? El liberalismo clásico dice: «No hagas nada para cambiar la situación». Pero eso limita estrictamente la esfera política y reduce enormemente sus posibilidades. Si mantenemos la economía aislada de la deliberación política, la democracia se ve seriamente paralizada. Así pues, la visión económica liberal pasa por decirle a las masas: «¡No traten de ser demasiado lógicos cuando piensen en la democracia! No intenten tomar la democracia al pie de la letra. ¡Eso solo crea muchos problemas!».


NS

Y no intentes mejorar la situación económica de nadie más que de la burguesía.


IL

Exactamente. Y eso sigue siendo así hasta hoy en día. Las declaraciones de Elon Musk proporcionan un tesoro de ejemplos para lo que estamos discutiendo aquí, porque es bastante franco y descarado al respecto. En algún momento dijo que los estadounidenses estaban tratando de eludir el trabajo duro y que deberían seguir el ejemplo de los trabajadores chinos que trabajaban hasta altas horas de la noche. Esa es una declaración muy clara porque, por supuesto, él sabe que los trabajadores chinos no tienen forma de resistirse democráticamente a las exigencias del trabajo duro. Da a entender que el sistema democrático es demasiado laxo e indulgente y que necesitamos un sistema mucho más estricto para disciplinar a los trabajadores, para hacer que trabajen duro y acepten salarios bajos, un sistema como el que vemos en China.


NS

Y hoy Musk integra el gobierno republicando de Donald Trump.


IL

Esa es una buena indicación de la opción dictatorial incorporada en el pensamiento liberal. De ninguna manera estoy diciendo que todos los liberales apoyarían algo así. Pero es muy difícil conciliar el liberalismo económico y el político. Como resultado de este enigma, algunos liberales políticos eligen un camino económico diferente, y otros vacilan entre los dos polos sin llegar nunca a resolver realmente el conflicto fundamental. Hasta cierto punto, se podría argumentar que el socialismo es en sí mismo hijo del liberalismo político. Marx y Engels comenzaron como liberales políticos y nunca abandonaron las ideas básicas del liberalismo: libertad y participación democrática para todos. Simplemente desarrollaron más su concepto porque reconocieron que, bajo el capitalismo, las perspectivas de realización de un proyecto democrático genuino eran seriamente limitadas.

Fuente: JACOBIN

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