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domingo, 24 de agosto de 2025

Israel miente: ocho de cada diez personas muertas en Gaza son civiles

 

Por Redacción El Salto



Una nueva investigación publicada por los periódicos ‘The Guardian’ ‘+972 News’ y ‘Local Call’ gracias a un documento filtrado revela que el 83% de las personas asesinadas en Gaza hasta el mes de mayo son civiles; en contra de lo que afirma Israel


     A lo largo de estos 22 meses de invasión, uno de los pretextos que han usado el Gobierno de Netanyahu y las Fuerzas Armadas de Israel (FDI) para justificar sus atrocidades en Gaza ha sido la alta concentración de combatientes de Hamás sobre el terreno.

Ahora, y gracias a una filtración de un documento del propio ejército israelí, se ha podido saber que, de las más de 53.000 personas asesinadas en Gaza hasta mayo, solo el 17%; es decir unas 8.900 personas, pertenecerían a Hamás y a la Yihad Islámica Palestina; el resto, entre el 83% y el 86% de personas muertas corresponderían a población civil.


El hospital Al-Nasser en Khan Yunis, Gaza, desbordado por la cantidad de palestinos heridos y muertos, después de que las fuerzas coloniales israelíes atacaran a un grupo de personas que buscaban ayuda humanitaria en la rotonda de Tahlia.

Uno de los conflictos más mortíferos de las últimas décadas

Estas informaciones, publicadas en exclusiva por The GuardianLocal Call y el medio palestino-israelí +972 News, desmienten la narrativa mantenida por Israel, que ha asegurado de manera sostenida a lo largo de todos estos meses que habría acabado con unos 20.000 combatientes de Hamás y que la proporción es de uno-uno; es decir, que habría, por cada civil gazatí, un militante de Hamás. La filtración revela que, desde el 7 de octubre de 2023, el ejército israelí ha acabo con la vida de unos 8.900 efectivos de Hamás; de los cuales 1.570 se han registrado como “probablemente muertos”.

Según destaca The Guardian tras haber consultado con personas expertas, se trata de una proporción de civiles inusualmente alta. “Los civiles constituyeron una mayor proporción de muertos solo en Srebenica —aunque no en la guerra de Bosnia en su conjunto—, en el genocidio de Ruanda y durante el asedio ruso de Mariupol en 2022”. Se trata de un ritmo de asesinatos “sin precedentes” en la guerra moderna.

Durante el genocidio en Ruanda, el 99,8% de las personas muertas eran civiles; en el caso del asedio ruso a Mariupol en 2022 se estaría hablando de un 95%; y el genocidio de Srebrenica durante la guerra de Bosnia de un 92%.

A pesar de que esta información provendría de un documento filtrado desde el propio ejército israelí, este ha negado la mayor y se ha apresurado, en las últimas horas, a desmentir las informaciones publicadas. Sin embargo, Israel no ha proporcionado ningún otro dato. De hecho, los datos dados por los israelíes acerca de los militantes y combatientes muertos de Hamás desde que empezara la invasión han ido fluctuando en función de quién daba el dato; lo que demuestra la inexactitud con la que manejan las cifras y la manipulación a la que las someten en función de sus intereses comunicativos. A menudo se han inflado para justificar sus acciones contra civiles; tal y como ha quedado demostrado en varias investigaciones periodísticas anteriores.


Palestinos esperan recibir los cuerpos de sus familiares fallecidos tras un ataque aéreo israelí en el Hospital Al-Najjar, al sur de la franja de Gaza.

Durante este tiempo Hamás ha continuado reclutando a gente; concretamente, se habla de hasta 15.000 personas

La información ha sido corroborada por fuentes israelís no oficiales y excombatientes, que han explicado a los medios que han llevado a cabo la información el modus operandi del ejército israelí y el objetivo tras las mentiras continuadas.

Independientemente del número de combatientes de Hamás abatidos a lo largo de estos meses, hay otro dato que no debería pasar desapercibido, y es que durante este tiempo Hamás ha continuado reclutando. Concretamente, se habla de hasta 15.000 personas, según se afirma desde fuentes de inteligencia de Estados Unidos. 

Esto significaría que la estructura de combatientes de Hamás se mantendría en número respecto al 7 de octubre de 2023.


Fuente: El Salto

miércoles, 25 de septiembre de 2024

El movimiento perpetuo de deshumanización de las personas migrantes

 

Editor de Vashti.


Otra semana brutalizadora en todo el mundo.




     En Israel, esta semana se conoció que las fuerzas de seguridad del país están reclutando activamente a solicitantes de asilo, principalmente de Eritrea y Sudán, para operaciones de guerra en Gaza, prometiéndoles un estatus permanente a cambio de sus vidas y, inevitablemente, de la muerte de palestinos. Hay aproximadamente 30.000 solicitantes de asilo en Israel que buscan seguridad frente a la guerra civil y la represión violenta. Hasta ahora, ningún solicitante de asilo involucrado en la guerra en Gaza ha recibido el estatus de Israel.


Refugiados eritreos se manifiestan cerca de una comisaría de policía en Tel Aviv para pedir el fin de la violencia que los grupos progubernamentales ejercen contra ellos.

Entre las muchas dimensiones profundamente inquietantes de la violencia horizontal que implica este acuerdo, se destaca una: Israel ejerce control sobre los solicitantes de asilo a través del mismo mecanismo legal por el que oprime a los palestinos.




En el transcurso de la década de 2010, Israel modificó la Ley de Prevención de la Infiltración de 1954 –una medida aprobada para impedir el retorno de los palestinos a sus hogares desde los países vecinos– para incluir a los solicitantes de asilo y a los inmigrantes indocumentados dentro de la definición de “infiltrado” de la ley, creando una base legal para la detención forzada.


Migrantes de Eritrea caminan por una calle en un distrito del sur de Tel Aviv.

Esta iniciativa constituyó un componente clave de la intensificación de la difamación y normalización de la violencia contra los inmigrantes por parte de Israel durante la última década y media.

Como explica Haaretz, Israel parece haberse inspirado en esquemas similares de solicitantes de asilo convertidos en mercenarios en Rusia y Siria. Estados Unidos también ha jugado recientemente con ese enfoque. En febrero, se presentó al Congreso un proyecto de ley bipartidista llamado Ley de Valor para Servir. Propone abordar las cuestiones duales de la “crisis migratoria” del país y el déficit de reclutamiento militar ofreciendo residencia permanente a los inmigrantes a cambio de alistamiento. El proyecto de ley no ha pasado de la primera etapa y es poco probable que se apruebe, pero refleja la inquietante relación del propio país con los inmigrantes, que también ha quedado de manifiesto esta semana.

En Estados Unidos, los inmigrantes haitianos de la ciudad de Springfield, Ohio, siguen enfrentándose a amenazas de bomba en escuelas y hospitales tras la proliferación de la falsa afirmación de que se están comiendo a los animales domésticos, una mentira que cobró fuerza tras ser promovida por Donald Trump durante el debate presidencial de la semana pasada. 


Inmigrantes haitianos en la ciudad de Springfield.

La declaración infundada fue difundida aún más por el candidato a vicepresidente JD Vance, quien ha seguido defendiéndola a pesar de admitir que inventó las historias.


El candidato republicano a la vicepresidencia estadounidense, el senador J. D. Vance.

Tras casi una semana de silencio, la vicepresidenta Kamala Harris finalmente abordó la situación en una entrevista, ofreciendo una condena genérica a Trump y buenos deseos para los niños asediados por los neonazis, pero no ofreció un plan para salvaguardar la seguridad y la dignidad de los migrantes a escala nacional ni siquiera una simple declaración en apoyo de los migrantes en general. Hacerlo, como sostiene Jack Mirkinson , rompería el consenso nacionalista sobre inmigración establecido por ambos partidos, y es coherente con la negativa de la dirigencia del Partido Demócrata a oponerse a los planes ostensiblemente derechistas de deportar a más de 10 millones de personas.

El propio diputado reformista Nigel Farage ha respaldado las afirmaciones de Trump, declarando en LBC que espera que se encuentren algunas pruebas durante el próximo mes y que normalmente "se demuestra que Trump tiene razón".




Mientras tanto, el gobierno del Reino Unido también ha seguido con su propia demonización abierta de los inmigrantes, sin aprender absolutamente nada del verano. El viaje del primer ministro Keir Starmer a Italia fue noticia por su conversación amistosa sobre el control de la inmigración con la fascista primera ministra italiana Giorgia Meloni. Los comentarios de Meloni a los medios indicaron que Starmer estaba particularmente interesado en la estrategia de Italia para deslocalizar las solicitudes de asilo en Albania, un acuerdo que se espera que amenace los derechos de los solicitantes de asilo y los exponga a abusos generalizados. Es, además, meramente una variante del plan de Ruanda, ahora desechado, lo que revela el compromiso del Partido Laborista con las mismas lógicas del capital, el nacionalismo y el racismo.




Se puede seguir así. También podría citar el interés de Starmer en los acuerdos con países del norte de África, como Libia y Túnez, que intercambian fondos de la UE e Italia por una mayor aplicación de la ley para impedir que la gente llegue al Mediterráneo. Este acuerdo se reveló ayer como un vehículo para financiar palizas, violaciones y tráfico de personas por parte de las fuerzas de seguridad tunecinas respaldadas por la UE.

Sencillamente, en la actualidad no existe una oposición electoral significativa a la difamación y explotación de los inmigrantes en todo el mundo. Hace 12 años, el entonces secretario de comunidades, Eric Pickles (que ahora se desempeña como presidente parlamentario de los Amigos Conservadores de Israel), advirtió que los inmigrantes corrían el riesgo de convertirse en una “subclase” si no podían aprender inglés.

Está claro que Pickles tenía, en parte, razón: los inmigrantes son una subclase, aunque no por su inglés, sino porque todos los gobiernos que se consideran comprometidos con los derechos humanos los tratan como un recurso inagotable que se puede crear, extraer y manipular a voluntad. Los inmigrantes son esenciales para todo proyecto nacional, ya sea como fuerza de trabajo, fuerza de combate, chivo expiatorio o prueba de concepto para las operaciones del complejo militar-industrial en el extranjero. Es un ciclo sin fin, una aparente máquina de movimiento perpetuo con fuentes de energía tan aceptadas y normalizadas que son invisibles.




No suelo recurrir a Gordon Brown para que me dé su opinión, pero hoy me la da. En un artículo publicado a principios de esta semana sobre el continuo crecimiento de la extrema derecha en Europa, Brown concluye: “mientras los llamados moderados sigan jugando con fuego –creyendo que manteniendo cerca a su oponente podrán domarlo con el tiempo– seguirán perdiendo”.




Esto es totalmente cierto, pero quizá no sea suficiente. ¿En qué momento la adopción de una política de inmigración de derechas va más allá de una concesión estratégica y equivale en realidad a una aceptación de esa visión del mundo? ¿Y en qué momento esa aceptación se convierte, en realidad, en un respaldo? Cuando los candidatos que ponemos en el cargo resultan ser las mismas personas que siempre fueron, vale la pena preguntarse: ¿qué apoyaban exactamente?


Fuente: Vashti