lunes, 14 de octubre de 2024

Un motín contra el orden de Occidente

 

Entrevista de Loren Balhorn a Peter Mertens


 
Loren Balhorn es redactor jefe de la edición en alemán de Jacobin.

 
Peter Mertens es secretario general del Partido de los Trabajadores de Bélgica.


    La hegemonía occidental está en decadencia y la izquierda debe hacer frente a un nuevo equilibrio de poder internacional. Peter Mertens, secretario general del Partido de los Trabajadores de Bélgica, nos habló de lo que significan los “motines” en el Sur Global para la estrategia socialista.


Peter Mertens, secretario general del Partido de los Trabajadores de Bélgica.

    Desde hace aproximadamente una década, la idea de un “orden mundial” liderado por Occidente se viene desmoronando. Estados Unidos es cada vez más incapaz de desempeñar su autoproclamado papel de policía global, con su legitimidad manchada por desastrosas guerras ilegales en el exterior y las asperezas de su propio combate político interno. Potencias en ascenso como China y la India ya no se conforman con desempeñar un papel secundario frente al hegemón mundial.

    Estos cambios están todavía en sus inicios, pero cada vez resulta más evidente que está surgiendo un nuevo equilibrio de poder en el escenario mundial. Este es el tema de Mutiny, un nuevo libro de Peter Mertens, secretario general del Partido de los Trabajadores de Bélgica (PTB). Mertens habló con Jacobin sobre cómo está cambiando nuestro mundo y qué piensa que esto significa para los socialistas de Occidente y Oriente por igual.



Peter Mertens pronuncia un discurso en Bruselas el 10 de marzo de 2024. 


    Loren Balhorn:

    Su nuevo libro, Mutiny, no es exactamente lo que se hubiera esperado del secretario general de un partido obrero marxista. Supongo que esperaba algo un poco más prolijo. ¿Puede contarnos algo sobre cómo surgió y qué pretendía lograr con él?


    Peter Mertens:

    Dos cosas me resultaron importantes a la hora de escribir el libro: primero, entender el cambiante orden mundial actual, porque están sucediendo muchas cosas: hay una guerra en Europa, un genocidio en Gaza que se desarrolla en tiempo real en nuestros teléfonos inteligentes, la extrema derecha explota en Francia y Alemania, y más. Hace quince años, nadie lo habría imaginado. Así que quería entender por mí mismo lo que está sucediendo tanto en el ámbito político como en el económico.




    El segundo paso fue traducir todo esto a un lenguaje comprensible. Mis libros tratan de la democratización del conocimiento, también aquí en Bélgica. En estos momentos están sucediendo muchas cosas: Audi pretende cerrar su planta de Bruselas, por ejemplo. Es una de las dos fábricas de automóviles que quedan en este país, mientras que hace quince años había cinco, y mucha gente quiere entender por qué.

    Me complace que el libro se esté utilizando en algunos sectores de los sindicatos belgas para entender cuestiones como la Ley de Reducción de la Inflación de Joe Biden, la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China y lo que podrían significar para Europa. El mayor cumplido que recibo es cuando un trabajador me escribe y me dice: “Esta fue la primera vez que leí un libro de no ficción. Pensé que era demasiado estúpido para entenderlo, pero lo hice”. La gente quiere entender y puede, pero hay que darles acceso a la información.


    Loren Balhorn:

    Analicemos un poco la metáfora del título del libro: “motín”. ¿A qué se refiere exactamente? ¿Dónde está ocurriendo este motín?


    Peter Mertens:

    Después de la desaparición de la Unión Soviética en 1991, se pensaba que habíamos llegado al fin de la historia: Estados Unidos sería el país dominante para siempre. Después de eso, por supuesto, hubo varios puntos de inflexión, o lo que yo llamo “momentos decisivos”, pero hoy está sucediendo algo más: por primera vez, las economías del Sur Global, de los cinco países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) son más grandes que las del G7. Esto es notable y completamente diferente de los años 50 y 60, cuando había un Movimiento de Países No Alineados que, por supuesto, era políticamente mucho más radical, claramente antiimperialista y anticolonial, pero económicamente todavía muy dependiente del Norte Global.




    El cambio se produce en el plano económico, pero también tiene consecuencias en el plano político. ¿Quién habría pensado, hace quince años, que Irán y Arabia Saudita se reconciliarían gracias a la mediación china? ¿O que las catorce facciones palestinas se unirían y firmarían una declaración conjunta, también mediada por los chinos? ¿O que el presidente namibio reprendería a Alemania en la escena mundial?

Hay un “doble motín”, con el poder desde abajo, pero también un motín que ocurre en las altas esferas de los países del Sur Global

    No me malinterpreten: no me hago ilusiones de que todos estos gobiernos sean progresistas. Es una mezcla de factores. Pero, para ceñirme a la metáfora, hay un motín en marcha en las altas esferas. Hay una nueva confianza en sí mismos y una mayor asertividad en el Sur Global.


    Loren Balhorn:

    ¿Se refiere usted a las élites gobernantes del Sur Global?


    Peter Mertens:

    Sí, exactamente. Dentro del aparato estatal. También hay poder desde abajo, con movimientos de base que intentan impulsar una agenda progresista. Ése es el motín que se desarrolla bajo cubierta. Pero también en la superficie, el Sur Global está en crisis, en busca de una nueva forma de no alineamiento, una realpolitik que sirva a los intereses nacionales. Por eso lo llamo un “doble motín”.

    Por ejemplo, el gobierno de Narendra Modi en la India es evidentemente reaccionario: ataca al campesinado, no hace nada para proteger los derechos de las mujeres y desata pogromos racistas contra los musulmanes. Casi se podría decir que es una especie de fascismo indio. Bajo la cubierta, hay un movimiento de campesinos, un movimiento de mujeres y un movimiento de la clase trabajadora que se oponen a ese gobierno. Pero al mismo tiempo, sobre la cubierta, en el escenario internacional, hay una especie de motín del gobierno indio contra el orden mundial actual, con el ministro de Asuntos Exteriores S. Jaishankar diciendo a Washington en términos inequívocos que la India nunca se unirá a la OTAN, aunque Estados Unidos quisiera que lo hiciera.




    El gobierno de Sudáfrica no es reaccionario, pero también está claro que el Congreso Nacional Africano (ANC) fue responsable de muchas privatizaciones y políticas neoliberales que aumentaron enormemente la brecha entre ricos y pobres. Estuve en Soweto para una presentación de mi libro y hablé con miembros de la NUMSA (Unión Nacional de Trabajadores Metalúrgicos de Sudáfrica), que se separaron de la principal confederación sindical y protestaron contra el gobierno. El nivel de corrupción y desigualdad allí es una locura, es como dos mundos en un solo Estado. Pero al mismo tiempo, Sudáfrica es el único país que se ha enfrentado a Israel en la Corte Internacional de Justicia, y lo está haciendo de una manera muy seria.




    Ése es el enfoque dialéctico que adopto en el libro. Creo que tenemos que apoyar este motín en la cúpula sin hacernos ilusiones de que conducirá necesariamente a una política más progresista. El mundo se está inclinando, pero puede inclinarse en cualquier dirección.

En Europa, en la izquierda, tendemos a tener una visión muy derrotista y pesimista del futuro, basada en la nostalgia del pasado


    Loren Balhorn:

    Usted hizo alusión a la política del Movimiento de Países No Alineados, la última vez que el orden mundial comenzó a “inclinarse”. Otro precedente histórico que podríamos considerar sería la ola revolucionaria posterior a la Primera Guerra Mundial, cuando el orden mundial no sólo se inclinó sino que estuvo a punto de ser derrocado.

    Usted mismo ha dicho que el motín actual es fundamentalmente económico y, en términos de radicalismo político, bastante moderado. Teniendo en cuenta esa realidad, ¿en qué medida representa realmente una oportunidad para la política socialista?


    Peter Mertens:

    Creo que lo primero es recuperar la esperanza y la confianza en uno mismo. En Europa, en la izquierda, tendemos a tener una visión muy derrotista y pesimista del futuro, basada en la nostalgia del pasado, de las revoluciones socialistas del siglo XX. Y sí, los movimientos obreros del siglo XX consiguieron muchas cosas (sistemas de seguridad social, por ejemplo), al menos en parte porque nuestras clases dirigentes tenían miedo de una revolución socialista.

    Pero tenemos que vivir en el presente; el año 2024 no se parece en nada al período posterior a la Primera Guerra Mundial, con movimientos obreros de masas en Italia, Austria, Alemania, Hungría, etc. No estamos en esa situación. Pero las cosas están cambiando —objetivamente, económicamente— y la gente está buscando explicaciones. Como marxistas, deberíamos tener la confianza en nosotros mismos para proporcionar esas explicaciones.

    ¿Por qué los precios son tan altos? ¿Por qué los ministros del gobierno nos dicen que bajemos la calefacción en invierno? ¿Por qué Europa occidental se ve amenazada de repente por la desindustrialización? Nosotros, la izquierda, el movimiento de la clase trabajadora, tenemos respuestas a esas preguntas. No tenemos soluciones para todos los problemas, pero tenemos una visión de un mundo más igualitario, más ecológico y más democrático que el podrido sistema actual.

    Pero lo más importante es que debemos tener la confianza en nosotros mismos para luchar, para ir a las zonas obreras y librar la batalla de las ideas contra la extrema derecha, contra los fanáticos religiosos. Las condiciones están empeorando para los trabajadores en toda Europa, y creo que estamos en el comienzo de una fase más larga -cinco años, diez años, no sé- de lucha por sus ideas, de lucha por la clase obrera. Todavía no hemos llegado a un punto en el que tengamos un mundo que ganar: primero tenemos que ganar a la clase.





    Loren Balhorn:

    Vale, pero si hablamos de ganarse el apoyo de las clases trabajadoras europeas, ¿qué les ofrece el motín global? Si nos fijamos en el espectro de la desindustrialización, por ejemplo, se podría achacarlo a las sanciones contra Rusia, pero también hay tendencias más amplias e irreversibles en juego, como el crecimiento de la industria china de vehículos eléctricos. ¿No es esto una especie de juego de suma cero para muchos trabajadores?


    Peter Mertens:

    No creo que el proteccionismo sea la respuesta, pero lo que ha ocurrido en los últimos cinco años, y especialmente desde la guerra ilegal de Rusia contra Ucrania, es que Europa se ha vuelto cada vez más dependiente económicamente de Estados Unidos. En ese sentido, Estados Unidos ha sido el mayor ganador de la guerra de Rusia hasta ahora.




    Lo que necesitamos, lo que necesita la clase obrera europea, es una visión de una Europa que sea independiente de Rusia, pero también de Estados Unidos y China. Europa necesita un poco de confianza en sí misma como continente, no como un continente imperial, sino como un continente que sigue su propio camino, porque creo que perderemos si nos vemos envueltos en un conflicto entre Estados Unidos y China.

Necesitamos un plan de inversiones sociales y ecológicas a escala masiva como parte de una estrategia industrial europea más amplia

    Necesitamos un plan de inversiones sociales y ecológicas a gran escala como parte de una estrategia industrial europea más amplia. Mencioné la Ley de Reducción de la Inflación de Biden; Europa tiene una respuesta para eso, el Pacto Verde, pero consiste principalmente en incentivos y subsidios para el sector privado. Eso no es lo que necesitamos para abordar los desafíos que enfrentamos.

    Fui a Berlín mientras hacía la investigación para el libro y, como belga, esperaba ingenuamente que los trenes alemanes llegaran a tiempo. ¡Fue una catástrofe! Pero no se trata solo de Alemania ni de Bélgica: en toda Europa, nuestros sistemas de transporte están infrafinanciados, nuestras escuelas están infrafinanciadas, nuestros hospitales están infrafinanciados. Necesitamos inversiones masivas en infraestructura pública en todos los ámbitos, lo que, por cierto, también creará muchos puestos de trabajo.




    No se trata de un enfoque revolucionario ni socialista, sino básicamente de un enfoque neokeynesiano. Pero esa es la fase en la que nos encontramos ahora, una fase de caos, y tenemos que plantear propuestas democráticas, sociales y ecológicas concretas para salir de ese caos.


    Loren Balhorn:

    No estoy en desacuerdo, pero ¿no se podría decir que, en Europa, nuestro motín ya ha llegado y se ha ido? Jeremy Corbyn fue derrotado y expulsado del Partido Laborista; la izquierda en España ha sufrido una serie de palizas electorales; en Alemania, Die Linke está al borde del colapso. Mientras tanto, la extrema derecha está ganando elecciones en un país tras otro. ¿No se ha desplazado el impulso hacia el otro lado?


    Peter Mertens:

    No, no estoy de acuerdo. Puede que hayamos perdido algo de impulso, pero el potencial sigue estando ahí. En el plano social y económico, todos los problemas siguen ahí, y la ira de clase sigue ahí. Se expresa de muchas maneras. Miremos a Francia: primero tuvo el movimiento de los chalecos amarillos, luego tuvo algunas de las mayores oleadas de huelgas desde 1968. En mi libro describo el “invierno del descontento” del año pasado en Gran Bretaña, que fue mucho más grande y duró mucho más que los disturbios racistas organizados por los amigos de Elon Musk en Twitter.




    Incluso en Alemania hay muchas huelgas y acciones industriales. La cuestión es si se traducen en una expresión política y si existe una organización política que libre la batalla de las ideas. En mi ciudad, Amberes, la extrema derecha solía conseguir el 40 por ciento de los votos, pero el Partido de los Trabajadores de Bélgica pasó décadas haciendo campaña en las comunidades de clase trabajadora, yendo de puerta en puerta, hablando con la gente sobre sus problemas y explicando por qué son problemas de clase. ¿No puedes acceder a una vivienda social? El problema no es tu vecino sudanés, sino el hecho de que no tenemos suficientes viviendas sociales. En las últimas elecciones, vencimos a la extrema derecha y ganamos el 23 por ciento de los votos.

Hay trabajadores con ideas racistas y fascistas que realmente están perdidos para nuestra causa, pero muchos más no lo están, y tenemos que luchar por ellos

    Por supuesto, hay trabajadores con ideas racistas y fascistas que realmente están perdidos para nuestra causa, pero muchos más de ellos no lo están, y tenemos que luchar por ellos. La gente está sufriendo, pero la gente está aislada. Tenemos que organizarnos, organizarnos, organizarnos si queremos llegar a ellos y unirlos. Eso no significa que no podamos perder, o al menos enfrentarnos a reveses temporales, pero al final del día, no podemos dejar a la clase trabajadora en manos de la extrema derecha.


    Loren Balhorn:

    Parece que lo que usted está diciendo es que, al menos en Bélgica, el impulso del “motín” de la década de 2010 fue capturado por una organización y, por lo tanto, no se disipó de la misma manera.


    Peter Mertens:

    Sí, absolutamente. Es como la historia de los tres cerditos. El primer cerdito construye una casa de paja, el segundo una de madera y el tercero la construye de ladrillos. Cuando llega el lobo, derriba las casas de paja y de madera, y sólo queda en pie la de ladrillos. En el Partido de los Trabajadores decimos que estamos construyendo una casa de ladrillos, porque vienen los lobos y queremos estar preparados.

Creo que lo que vimos en la década de 2010 fue el último suspiro de un tipo de “movimientismo” arraigado en el colapso de la Unión Soviética y el triunfo del neoliberalismo

    Ahora bien, construir una casa de ladrillos lleva mucho más tiempo y puede resultar muy tentador construir una de paja (que se base en las redes sociales y en portavoces carismáticos), pero, al fin y al cabo, sin estructuras duraderas, estamos perdidos. Necesitamos un partido arraigado en las comunidades y en los lugares de trabajo, que se reúna periódicamente, que intervenga en la comunidad, que eduque a sus miembros y sirva como una especie de universidad para ellos. No deberíamos ser ingenuos: si vamos a enfrentarnos al capitalismo, si vamos a organizar verdaderas rupturas en la forma en que se gobiernan nuestras sociedades (no sólo participar en una coalición, sino liderar un gobierno que realmente mejore la vida de los trabajadores), necesitaremos una organización fuerte que nos respalde.

    En definitiva, creo que lo que vimos en la década de 2010 fue el último suspiro de un tipo de movimientismo arraigado en el colapso de la Unión Soviética y el triunfo del neoliberalismo. Tengo mucho respeto por la gente que construyó movimientos como Podemos, pero nunca pensé que pudieran perdurar.





    Loren Balhorn:

    Suponiendo que logremos poner orden en nuestra casa a tiempo y construir esos partidos de la clase trabajadora que usted describe, ¿qué ocurrirá entonces? Su libro termina diciendo que si los motines en el Norte Global pueden ayudar a los del Sur Global, podemos llevar al mundo en la dirección de una transformación social y ecológica. ¿Cómo sería eso? Los días de los movimientos socialistas verdaderamente internacionales están tan lejos en el tiempo que es difícil imaginar uno hoy.


    Peter Mertens:

    Por ahora, creo que es importante abrir ventanas para ese tipo de debates, porque en última instancia tendremos que recrear esos movimientos nosotros mismos. Eso es lo que el libro intenta hacer.

    Cuando estuve en Sudáfrica para presentarlo, algunas personas se me acercaron y me dijeron: “Pobre muchacho, debe ser muy difícil en Europa con todos esos fascistas”. Pero les respondí: “¿Aquí las cosas son menos difíciles?”. Miren a la India, miren al nuevo gobierno en Argentina. El fascismo no es sólo una cosa europea, es una cosa global, y también lo es la lucha de clases. Los intereses de clase de una enfermera británica y un minero sudafricano, o de un granjero indio y un campesino sin tierra en Brasil, son en última instancia los mismos.

Los BRICS no son socialistas, ni siquiera son antiimperialistas, pero suponen un cambio en la forma en que se estructura la economía global

    Hay una forma muy institucionalizada de hacer sindicalismo, una forma muy verticalista, en la que el único intercambio internacional se produce a nivel ejecutivo. Pero hay otra forma, una forma internacionalista, en la que se establecen vínculos entre las luchas de otros países. Creo que eso es lo que está sucediendo en cierto modo ahora en Gaza. Algunas personas lo llaman el momento Vietnam. No creo que haya llegado a ese nivel, al menos no todavía, pero es sin duda un momento en el que todo tipo de personas -estudiantes, pero también trabajadores- están abriendo los ojos a la dimensión internacional de la política y se están uniendo para oponerse a una grave injusticia. Creo que eso abre la posibilidad de un movimiento más global.




    Los BRICS no son socialistas, ni siquiera son antiimperialistas, pero sí marcan una diferencia en la estructura de la economía global. La izquierda debería apoyarlos de manera crítica en la medida en que desafíen el orden mundial actual, y al mismo tiempo construir nuestros propios foros e instituciones que los trasciendan.


    Loren Balhorn:

    En los dos últimos años se han producido varias guerras terribles, no sólo en Ucrania y Gaza, sino también en Sudán y el Congo, por nombrar sólo algunas. ¿No existe el peligro de que el fin del orden mundial unipolar también sea muy violento?


    Peter Mertens:

    Como dije, ahora estamos en una fase de caos, y el caos siempre levanta mucho polvo. Pero la izquierda no debería tener miedo de ese polvo. Si se observan todos los desastres impuestos a los países de Asia, África y América Latina, no solo durante el colonialismo, sino también en el período neoliberal, es evidente que el orden actual ya es muy violento.




    Este proceso está apenas comenzando y actualmente se encuentra en su fase más difícil. Podría tomar una dirección de extrema derecha, pero nuestro trabajo es asegurarnos de que no sea así. Me doy cuenta de que hay personas en Europa que creen que tienen una vida estable y tienen miedo del caos, pero ese caos es causado por el capitalismo. Tenemos que mostrarle a la gente un camino para avanzar, a través del caos, hacia un nuevo tipo de estabilidad: una estabilidad socialista.


Fuente: Jacobin

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