Mostrando entradas con la etiqueta Panafricanismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Panafricanismo. Mostrar todas las entradas

sábado, 5 de julio de 2025

Por qué mataron a Patrice Lumumba

 

      Profesor de estudios africanos, afroamericanos y de la diáspora en la Universidad de Carolina del Norte.


Entrevista de Sa’eed Husain.

Patrice Lumumba fue un líder radical del movimiento independentista congoleño que se opuso al colonialismo belga y a los intereses corporativos. Por eso fue asesinado en un golpe de Estado respaldado por Estados Unidos en enero de 1961.


     Nacido el 2 de julio de 1925, Patrice Émery Lumumba fue un líder anticolonialista radical que se convirtió en el primer primer ministro de un Congo recién independizado a la edad de treinta y cinco años. Siete meses después de asumir el cargo, el 17 de enero de 1961, fue asesinado.


Patrice Lumumba

Lumumba se había convertido en opositor al racismo belga tras ser encarcelado en 1957 por cargos falsos presentados por las autoridades coloniales. Tras cumplir una condena de doce meses de prisión, encontró trabajo como vendedor de cerveza, período durante el cual desarrolló sus dotes oratorias y abrazó cada vez más la idea de que la enorme riqueza mineral del Congo debía beneficiar al pueblo congoleño y no a los intereses de las empresas extranjeras.




Los horizontes políticos de Lumumba se extendían mucho más allá del Congo. Pronto se vio envuelto en la amplia ola de nacionalismo africano que barría el continente. En diciembre de 1958, el presidente ghanés Kwame Nkrumah invitó a Lumumba a asistir a la Conferencia Panafricana de los Pueblos contra el Colonialismo, que atrajo a asociaciones cívicas, sindicatos y otras organizaciones populares.

Dos años más tarde, en respuesta a la demanda masiva de elecciones democráticas, el Movimiento Nacional Congoleño, encabezado por Lumumba, ganó de forma decisiva las primeras elecciones parlamentarias del país. El líder nacionalista de izquierda asumió el cargo en junio de 1960.

Pero las propuestas progresistas y populistas de Lumumba y su oposición al movimiento secesionista de Katanga (liderado por los estados coloniales del sur de África, gobernados por blancos, que proclamó su independencia del Congo el 11 de julio de 1960) enfurecieron a una serie de intereses extranjeros y locales: el estado colonial belga, las empresas que extraían los recursos minerales del Congo y, por supuesto, los líderes de los estados surafricanos. A medida que aumentaban las tensiones, las Naciones Unidas rechazaron la solicitud de apoyo de Lumumba. Este decidió pedir ayuda militar soviética para sofocar la creciente crisis del Congo, provocada por los secesionistas apoyados por Bélgica. Esa fue la gota que colmó el vaso.

Lumumba fue capturado, torturado y ejecutado en un golpe de Estado apoyado por las autoridades belgas, los Estados Unidos y las Naciones Unidas. Con el asesinato de Lumumba murió una parte del sueño de un Congo unido, democrático, étnicamente pluralista y panafricanista.

El asesinato de Lumumba y su sustitución por el dictador Mobutu Sese Seko, respaldado por Estados Unidos, sentó las bases para las décadas de conflictos internos, dictadura y declive económico que marcaron al Congo poscolonial. La desestabilización de la sociedad congoleña bajo el brutal régimen de Mobutu, que duró desde 1965 hasta 1997, culminó en una serie de conflictos devastadores, conocidos como la primera y la segunda guerra del Congo (o «guerras mundiales de África»). Estos conflictos no solo fracturaron a la sociedad congoleña, sino que también envolvieron a casi todos los países vecinos, llegando a involucrar a nueve naciones africanas y a alrededor de veinticinco grupos armados. Tras el final oficial del conflicto, alrededor de 2003, casi 5,4 millones de personas habían muerto a causa de los combates y sus consecuencias, lo que convirtió la guerra en el segundo conflicto más mortífero del mundo desde la Segunda Guerra Mundial.

Particularmente a la luz de la agitada trayectoria del Congo tras su asesinato, Lumumba sigue siendo una fuente de dolor, debate e inspiración para movimientos y pensadores radicales en toda África y más allá. Sa’eed Husaini, colaborador de Jacobin, conversó recientemente con Georges Nzongola-Ntalaja, destacado intelectual congoleño y autor de una biografía de Lumumba, sobre la vida, la muerte y la política de este líder nacionalista radical.

 

SH

Podría decirse que el acontecimiento más conocido de la vida de Lumumba sigue siendo su trágico final. Aunque al menos hubo algún reconocimiento simbólico por parte de Bélgica en cuanto al asesinato de Lumumba, en Estados Unidos no se produjo nada similar. Desde tu punto de vista, ¿cómo sería una reparación completa por el asesinato de Lumumba?


GNN

No puede haber una reparación completa por el asesinato de Lumumba. Ninguna cantidad de dinero ni ninguna otra forma de compensación le harían justicia al daño sufrido por el Congo por la pérdida de un líder visionario de treinta y cinco años que podría haber ayudado a construir un gran país. Ninguna cantidad de dinero le haría justicia a sus hijos, que crecieron sin un padre que los amara y los apoyara para guiarlos durante su infancia, adolescencia y juventud. Y lo mismo ocurre con su esposa y otros familiares, cuya pérdida no puede mitigarse con adquisiciones materiales.

Lo que se necesita de todos los cómplices en el asesinato de Lumumba es, en primer lugar, el reconocimiento del crimen que cometieron contra él, su familia, el Congo y África, una disculpa por el daño causado en este sentido y un esfuerzo por honrar al primer líder democráticamente elegido del Congo, promoviendo su legado a través de las escuelas, la educación pública y los eventos culturales en todos los países cuyos líderes participaron en su desaparición, empezando por el propio Congo.

 

SH

A pesar de haber crecido en su patria étnico-cultural, Lumumba llegó a ser conocido por su visión del mundo ardientemente multiétnica e incluso panafricana. ¿Hubo aspectos de su educación temprana en Sankuru que lo predispusieran para valorar tanto la unidad congoleña y la diversidad étnica?


GNN

Aunque la región de Sankuru, en la República Democrática del Congo (RDC), es conocida principalmente por ser el hogar del pueblo tetela, al que pertenece el propio Lumumba, está habitada por personas de otros grupos étnicos que acabaron allí debido a las actividades de los traficantes de esclavos swahilis-árabes o de los colonialistas belgas. Entre estos grupos se encuentran los kusu de Maniema, los luba, los songye y otros grupos de la región de Kasai, así como los mongo de Équateur.

Además de crecer en un entorno multiétnico, los años de formación de Lumumba como funcionario de clase media tuvieron lugar entre 1944 y 1956 en Kisangani (entonces Stanleyville), una de las principales ciudades del Congo y una zona de gran diversidad étnica.

 

SH

En tus trabajos planteas que, como funcionario postal al servicio de la colonización belga, Lumumba se sintió inicialmente atraído por la posibilidad de «matricularse» o abandonar su condición de congoleño «nativo» en favor de la condición de évolué, o europeo honorario. ¿En qué momento abandonó Lumumba esta esperanza de alcanzar la élite de la sociedad colonial en favor de una oposición radical al proyecto colonial belga?


GNN

Lumumba obtuvo tanto la tarjeta de mérito cívico como la matriculación en Kisangani, pero estos logros de movilidad ascendente en la situación colonial eran una farsa, ya que el racismo seguía mostrando su cara más fea a través de la barrera del color y los salarios.

Aunque se le confió un trabajo como gerente del servicio de giros postales, normalmente reservado a los europeos, el salario de Lumumba venía determinado por su raza y no por sus funciones. En 1956 ganaba el equivalente a 100 dólares estadounidenses, entre una décima y una quinceava parte del salario de un funcionario europeo que desempeñara un trabajo similar. Sus colegas europeos también recibían alojamiento gratuito, un coche y seis meses de vacaciones pagadas en Bélgica cada tres años.

Estas y otras realidades de la situación colonial lo llevaron finalmente a abandonar su ingenua esperanza de ver a los blancos y a los évolués trabajar codo con codo para sacar de la ignorancia a las «masas ignorantes» de la comunidad belga-congolesa y lo empujaron hacia el nacionalismo africano y congoleño.

 

SH

¿Cómo veían los nacionalistas congoleños a la violencia, entendida como medio para alcanzar la independencia política, y cuál era la postura de Lumumba?


GNN

En general, los líderes nacionalistas congoleños eran firmes defensores de la no violencia, y Lumumba no era una excepción. Por eso todos se quedaron impactados por el levantamiento popular en favor de la independencia del 4 de enero de 1959 [que estalló en Leopoldville, la actual Kinshasa, después de que se le negara a los miembros de un partido anticolonial el derecho a reunirse. Celebrado hoy como el Día de los Mártires, fue el primer gran estallido de violencia del movimiento independentista y marcó un punto de inflexión en la lucha anticolonial].

Más tarde, estos líderes comprendieron que la violencia masiva era una baza en sus enfrentamientos con los amos coloniales, ya que a estos les resultaba difícil mantener la ley y el orden en el vasto Congo una vez que las masas habían rechazado la autoridad colonial y no estaban dispuestas a obedecer las directivas administrativas coloniales.

 

SH

¿Qué papel desempeñaron las empresas mineras internacionales en el fomento de la secesión de la provincia de Katanga del Congo y cómo contribuyó esto al origen de la crisis del Congo?


GNN

Con un imperio minero que se extendía desde Katanga hasta el Cabo, a las empresas mineras internacionales no les gustaba la idea de tener un gobierno nacionalista radical en el Congo, que probablemente reduciría sus márgenes de ganancia con impuestos y regalías más altos para mejorar las condiciones de vida de los congoleños de a pie. Por eso, estas empresas, que habían rechazado los esfuerzos de los colonos blancos por obtener una parte del pastel, como habían hecho sus homólogos en Sudáfrica, Rodesia (Zimbabue) y el Sudoeste Africano (Namibia), cambiaron de estrategia y formaron una alianza con los colonos blancos racistas y con grupos de presión de derecha de Estados Unidos y el Reino Unido.

Esta alianza no solo respaldó el sueño largamente acariciado por los colonos blancos de obtener el poder político en Katanga, sino que también proporcionó los fondos necesarios para sostener el impulso secesionista en Katanga, con la ayuda de Bélgica, Gran Bretaña y Francia.

 

SH

Se podría decir que los orígenes de la crisis del Congo se encuentran en una alianza fortuita entre colonos belgas y empresas, que se unieron a los intereses empresariales y estatales de los Estados gobernados por blancos del sur de África. Describes a esta alianza como una «contrarrevolución contra la liberación nacional», dado que se formó para oponerse al nacionalismo radical que se extendía por el continente. ¿Podrías dar más detalles sobre ella?


GNN

La crisis del Congo no puede entenderse sin hacer referencia a la secesión de Katanga, orquestada por Bélgica en colaboración con empresas mineras internacionales, que reclutaron mercenarios blancos para que se unieran a las tropas belgas en apoyo de la secesión. La negativa de la ONU a utilizar la fuerza para expulsar a las tropas belgas y a los mercenarios provocó la disputa entre el primer ministro Lumumba y el secretario general de la ONU, Dag Hammarskjöld, que compartía la misma visión del mundo que las principales potencias occidentales y era muy hostil hacia Lumumba, como lo demuestran los cables diplomáticos conservados en los archivos de la ONU.

 

SH

Entonces, ¿por qué esta combinación de actores internacionales y locales, anteriormente rivales, acabó por acordar que era necesario asesinar a Lumumba?


GNN

Era el único obstáculo importante para su plan de establecer el neocolonialismo en el Congo, lo que comenzó el 11 de julio de 1960 en Katanga.

 

SH

Lumumba pronunció muchos discursos memorables y también escribió muchas cartas conmovedoras. En 1960, le escribió a su esposa desde la cárcel: «Llegará el día en que la historia hablará. Pero no será la historia que se enseña en Bruselas, París, Washington o las Naciones Unidas. Será la historia que se enseñará en los países que se liberaron del colonialismo y sus títeres. África escribirá su propia historia y, tanto en el norte como en el sur, será una historia de gloria y dignidad». ¿Fue Lumumba también capaz de articular una visión específica de cómo pretendía transformar el Estado y la sociedad congoleña durante el breve período en el que ocupó el cargo de primer ministro?


GNN

Podemos vislumbrar su visión del Congo poscolonial en varios de sus principales discursos y cartas. Aunque preocupado por la unidad, la independencia y la soberanía del Congo, debido, por supuesto, a la situación contrarrevolucionaria que vivía el país entre el 10 y el 11 de julio de 1960 (la invasión militar belga y la secesión de Katanga, respectivamente), su principal preocupación pasaba por cómo transformar las estructuras heredadas del Estado y la economía para mejorar la calidad de vida de los congoleños de a pie.

 

SH

Al igual que Amílcar Cabral, Thomas Sankara y Steve Biko, el martirio de Lumumba lo convirtió en una poderosa fuerza simbólica que sigue inspirando movimientos radicales en toda África. En su prefacio, describes brevemente la inspiración y la repentina decepción que sintió en aquella época, cuando eras estudiante de secundaria (expulsado por actividades anticolonialistas) y fuiste testigo del meteórico ascenso y del trágico asesinato de Lumumba. Como africanos y como parte del mundo en general, ¿realmente asumimos el trauma histórico que supuso presenciar el asesinato de algunos de los líderes más prometedores del continente?


GNN

Dado que todos los líderes asesinados que mencionas fueron víctimas de las potencias mundiales y/o de sus aliados en África, como el Portugal fascista y la Sudáfrica del apartheid, no veo por qué las potencias mundiales responsables de eliminar a esos líderes africanos que detestaban deberían preocuparse por el impacto de esos asesinatos en África.

Nos corresponde a nosotros, los africanos, asegurarnos de seguir las enseñanzas de Amílcar Cabral sobre la importancia de conocer nuestras propias debilidades y encontrar formas de superarlas, y las de Kwame Nkrumah sobre la seguridad continental colectiva a través de un alto mando militar africano. Necesitamos nuestro propio equivalente de la OTAN para garantizar la seguridad de nuestro pueblo y la de nuestros líderes progresistas en peligro.

 

[*] Sa’eed Husaini es un activista socialista y estudiante de desarrollo internacional en la Universidad de Oxford.


Fuente: JACOBIN

martes, 3 de septiembre de 2024

Fela Kuti en prisión (Nigeria fue a la guerra contra un músico y perdió)

 

 Por Ted Gioia
Autor de múltiples libros sobre música, medios y cultura. 


Lo llamaban simplemente Fela, aunque su nombre de nacimiento era Olufela Olusegun Oludotun Ransome-Kuti. Y desde su primer aliento, coqueteó con el peligro.




Fela se consideraba un abiku. Ese término yoruba se traduce literalmente como “predestinado a la muerte”. En el folclore tradicional, estos son niños que se encuentran a caballo entre el reino espiritual y el mundo real. A menudo mueren cuando son bebés, pero sus espíritus renacen, por lo que nunca desarrollan un fuerte apego a las comodidades de la vida.

Fela Kuti era así en todo momento. Buscaba el conflicto y la confrontación, o tal vez ellos lo persiguieran a él.

“A Fela le encantaba desafiar al sistema”, explica el dramaturgo Wole Soyinka, el único premio Nobel de Nigeria y también primo hermano del famoso músico. Fela debía ser médico como sus dos hermanos, y sus padres lo enviaron a Londres para estudiar medicina. Pero él se rebeló contra las expectativas ya en esa etapa temprana y se dedicó a la música.


Wole Soyinka en 2008.

Fela ya había adquirido algunos conocimientos sobre su futura vocación gracias a su padre, un predicador y educador que enseñaba música. Pero este aprendizaje le resultó doloroso.

“No dudaba en usar su atori (bastón) para azotar la espalda de sus alumnos”, recordó Fela más tarde. “Yo era uno de sus mejores alumnos de música, pero eso no impedía que me golpearan con el atori… Si lo ofendías mientras te pegaba, te golpeaba con el triple de fuerza”.

Fela calculó más tarde que, entre su estricto padre y su igualmente dura madre (“te azotaba como a un hombre”), recibió tres mil azotes como castigo entre los 9 y los 17 años. Así que irse a Londres ya era una especie de victoria.




Estudió en el Trinity College of Music desde agosto de 1958 hasta diciembre de 1962. Y casi desde el principio, Fela se ganó la reputación de ser un estudiante problemático.

“No tenía sentido hablar con él”, se quejó más tarde un profesor. “No le interesaba la música clásica. Le gustaba más el jazz”. Como castigo por su vestimenta inapropiada, Fela fue expulsado de la orquesta de la escuela. Pero he aquí la ironía: Fela Kuti es ahora el alumno más famoso de este conservatorio tan británico, aunque tiene cierta competencia con Mantovani y Sir John Barbirolli.




La educación musical británica no le sirvió de mucho en Lagos. Fela actuó en Nigeria y Ghana, pero muchos desestimaron su música por considerarla demasiado jazzera. Kuti probó suerte en Estados Unidos, adonde llegó en 1969 con 10 dólares en el bolsillo.

La música de Fela evolucionó durante su estadía de diez meses, documentada por grabaciones que hizo mientras vivía en Hollywood y actuaba en Sunset Boulevard. Pero sus actividades fuera del escenario resultaron aún más decisivas.

Fela se politizó después de conocer a los Panteras Negras y leer a Malcolm X. Cuando regresó a Lagos, tenía una nueva visión de su música: asertiva, estridente y en sintonía con los problemas sociales.

“Había cambiado por completo”, cuenta su íntimo amigo JK Braimah. “Era algo propio de los americanos, ¿sabes? Vio la luz allí y todo lo que había dentro de él salió a la luz”.




Pero las autoridades nigerianas tenían ideas diferentes.

El primer arresto de Fela tuvo lugar el 30 de abril de 1974. Cincuenta policías fueron a su casa, aparentemente para investigar su hábito de fumar marihuana, y lo arrestaron. Pero la policía se llevó una sorpresa cuando llevaron al querido cantante a su celda. Los otros prisioneros comenzaron a aclamarlo y gritaron: “Fela, serás nuestro presidente en esta prisión”.

El nombre se le quedó, e incluso lo adoptó él mismo. Fela empezó a llamarse a sí mismo el Presidente Negro. En la cárcel, lo encerraron en una celda conocida como Kalakuta, una referencia al Agujero Negro de Calcuta. Pero Kuti también le dio la vuelta a ese nombre. Más tarde rebautizó su recinto natal como República de Kalakuta, una declaración personal de independencia del opresivo régimen militar de Nigeria.




El nombre República de Kalakuta deriva de un hechizo que Fela pasó en esa prisión. A la celda comunal donde lo retuvieron sus compañeros de prisión llamaban en broma República de Kalakuta (en suajili, kalakuta significa “bribón”). La etiqueta tenía un sonido que atrajo a Fela.

Otros cantantes han protestado por los abusos, pero ¿cuántos han declarado que su casa es una república independiente? Sólo Fela Kuti.

Cualquiera que antes no captara el desafío de su música, ahora claramente lo hizo.

Aquella primera estancia en prisión sólo duró ocho días, pero en cuanto Fela recuperó la libertad, su casa fue allanada de nuevo.

Kuti se negó a dar marcha atrás y colocó tres metros y medio de alambre de púas alrededor de su casa. Sabía que necesitaba protección, no de los criminales, sino de su propio gobierno.

Así que, cuando las autoridades regresaron en noviembre, trajeron hachas y gases lacrimógenos. En la redada resultante, Fela fue golpeado con palos y resultó herido tan gravemente que pasó los tres días siguientes en el hospital, en lugar de en la cárcel. Cuando Fela se presentó ante el tribunal todavía llevaba vendas y el caso fue desestimado. Pero en febrero hubo más redadas policiales mientras Fela actuaba en Ilorin.

Estas tensiones llegaron a un punto de ruptura con el lanzamiento del álbum Zombie de Fela, primero en Nigeria en 1976 y luego en el Reino Unido en 1977. Tal vez piensen que exagero cuando describo este momento como el más politizado de la música del siglo XX, pero ¿ha habido alguna otra grabación en la historia que haya llevado a la movilización de mil soldados y a un asalto militar a la casa de un músico?




El país de Nigeria literalmente entró en guerra contra Fela Kuti.

Los soldados incendiaron su comuna natal, la autoproclamada República de Kalakuta, e impidieron que alguien pudiera apagar las llamas. El estudio de grabación de Fela fue destruido, junto con sus instrumentos y sus cintas maestras. Todos los miembros de su familia fueron arrestados. Incluso los animales fueron asesinados.

Fela fue golpeado hasta quedar inconsciente y llevado al hospital. Tuvo suerte de haber sobrevivido: algunos soldados querían matarlo en el acto, pero el oficial al mando los detuvo.

A su madre, Funmilayo Ransome-Kuti, no le fue tan bien. Fue arrojada desde una ventana del segundo piso y también enviada al hospital, donde entró en coma y murió ocho semanas después.




Funmilayo Ransome-Kuti tenía 77 años y había sido una influyente activista de derechos humanos incluso antes de que naciera su famoso hijo. Miles de personas asistieron a su funeral y muchas tiendas y mercados cerraron en apoyo a la familia y su oposición a la dictadura.

Otros músicos podrían haber dado marcha atrás después de estas devastadoras pérdidas, pero Fela, haciendo honor a su reputación de abiku que coquetea con la muerte, hizo exactamente lo contrario.

Kuti mandó a hacer un ataúd simbólico para su madre y encabezó una larga procesión hasta la sede militar y la residencia presidencial de Nigeria. Depositó el ataúd en las puertas del complejo militar, un momento histórico de vergüenza pública que no hizo más que acentuar la condición de proscrito de Fela.

Pero su arma más poderosa era su música. Fela conmemoró a su madre y esta macabra protesta en el desgarrador álbum Coffin for Head of State, aún más desafiante que el álbum Zombie que había provocado el asalto a su complejo en primer lugar.




La música es extraordinaria. Este álbum sería un clásico incluso sin la historia que lo respalda. De hecho, la primera vez que lo escuché no sabía casi nada sobre la crisis política y personal que se escondía detrás de su creación. Pero aún así, me quedé fascinado, solo por la intensidad del ritmo y las potentes voces de llamada y respuesta.

En la década de 1980, Fela Kuti era más famoso que nunca, pero incluso cuando los regímenes y los líderes cambiaron, Fela siguió siendo el blanco de enemigos políticos que querían castigar a este músico franco y desafiante.




Tuvieron su oportunidad el 4 de septiembre de 1984, cuando Kuti regresó a Lagos de una gira por el extranjero. Fue arrestado en el aeropuerto acusado de contrabando de divisas, aunque simplemente se había quedado con libras esterlinas que pensaba utilizar en su siguiente gira. Esta pequeña infracción le valió una condena de cinco años, una respuesta sumamente punitiva al supuesto delito.

Pero el gobierno nigeriano había excedido sus posibilidades.

Nigeria se convirtió de repente en el blanco de una protesta internacional. Muchos músicos famosos se unieron a la campaña “Liberen a Fela”, entre ellos Stevie Wonder, Herbie Hancock, David Byrne, Peter Gabriel, Ginger Baker y otros. Amnistía Internacional también se involucró y cien mil personas firmaron una petición exigiendo la liberación del músico.

En una entrevista posterior, Fela describió la situación:

“Fue una verdadera prisión, hombre. Nunca había estado más de 30 días por ningún tipo de queja. Esto fue durante 18 meses... la gente moría todos los días. Sacaban cadáveres de la prisión todos los días”.

Pero incluso en este caso, Fela se encontró con que la mayoría de los guardias de la prisión estaban de su lado. Aún más chocante, el juez que lo condenó lo visitó en prisión y supuestamente se disculpó. El juez admitió que simplemente había respondido a la presión del gobierno. Ahora escribió cartas de apoyo a Fela a los funcionarios, exigiendo la liberación del prisionero.

Ante esta indignación, Fela recuperó su libertad, tras cumplir menos de la mitad de su condena. También se le concedió la libertad incondicional y se le retiraron todos los cargos de su expediente. Un solo artista había triunfado sobre todo un establishment político.

Vale la pena compartir los comentarios que hizo Kuti en ese momento:

“En Nigeria, a nadie le gusta tocar música política ahora, porque la situación política es muy mala. África no se parece en nada a Europa. Si yo puedo ir a la cárcel durante 18 meses, imagínense cuánto tiempo estaría un músico normal. Pero la gente quiere escuchar música política…

No soy un político común y corriente. Creo en fuerzas superiores. Creo que el sufrimiento tiene un propósito. No puedo sufrir así sin motivo.

No trabajo por ningún motivo egoísta ni por motivos ulteriores; trabajo para mejorar a mis semejantes. Así que no tengo nada que temer. He sufrido mucho, pero ahora me siento bien. Me alegro de haber sufrido, porque creo que ha abierto los ojos a mucha gente”.

Después de los acontecimientos, Fela continuó con su activismo político, pero con un mayor enfoque en cuestiones internacionales. Su álbum de 1989 Beasts of No Nation fue un duro ataque al apartheid en Sudáfrica, y Underground System de 1992 expresó la ira del músico por el asesinato del presidente de Burkina Faso, Thomas Sankara.





Pero los problemas de Fela en su país nunca terminaron del todo. Fue arrestado varias veces en los años 90. En 1997, Kuti incluso fue exhibido encadenado frente a la prensa, nuevamente por fumar marihuana. Esta vez cumplió sólo cinco días de prisión y demandó a la agencia antidrogas de Nigeria por detención ilegal después de su liberación.

Pero su salud ya era precaria. El 3 de agosto de 1997, Fela Kuti murió, probablemente a consecuencia del sida. Tenía 58 años. Y su muerte proporcionó una última oportunidad para que el atribulado músico demostrara su triunfo sobre el establishment político.

Un millón de personas salieron a las calles de Lagos el día del funeral de Fela Kuti. Por supuesto, estaba prohibido. El general Sani Abacha, el dictador militar que había tomado el control del gobierno de Nigeria en 1993, prohibió las reuniones públicas. Pero ese día de luto, las únicas personas que se escondieron en los espacios cerrados fueron los militares y la policía.




Fue un momento muy apropiado. Habían luchado durante mucho tiempo contra Fela Kuti, y el intenso duelo público que siguió a su muerte, no solo en Nigeria sino en todo el mundo, dejó en claro su victoria definitiva y duradera. El legado de Fela, tanto como su vida, representó el triunfo del arte sobre la autoridad.




Se trata de un tema importante en la historia de la música. Tal vez el más importante de todos. Y la música de Kuti —desafiante, irresistible y, sobre todo, liberadora— exige nuestro respeto permanente.




Me encanta por su ritmo, por su fuego y su fervor, pero, sobre todo, celebro su testimonio insuperable del poder de la canción, incluso cuando un solo músico debe enfrentarse a todo un régimen.

Fuente: El corredor honesto