
A pesar de los recientes acuerdos entre Hamas e Israel, todavía queda negociar la propuesta de Donald Trump de que una junta internacional, liderada por él y Tony Blair, dirijan la Franja de Gaza con el respaldo de una coalición militar internacional hasta un traspaso futuro, sin fecha cierta, a una Autoridad Nacional Palestina, según lo establece la hoja de ruta de la Casa Blanca.
Un tema sobre el que existen pocos detalles sobre la Junta Internacional y sus integrantes. Solo un borrador hecho por el Instituto Tony Blair para el Cambio Global que establece un organigrama de gobierno que ubica a la Junta por encima de varias secretarías y un gobierno tecnocrático palestino nombrado por estos “burócratas” internacional. Según este documento, Blair sería el presidente de esta autoridad responsable de las relaciones con otros países, organizaciones internacionales y donantes; lo que incluye la diplomacia de seguridad estratégica con actores externos, como Israel, Egipto y Estados Unidos. El organigrama propuesto establece varias secretarías, dedicadas a la administración, asuntos humanitarios, reconstrucción y asuntos legales, que estarían por encima de una Autoridad Ejecutiva Palestina. Entre los funcionarios de estas secretarías habrían funcionarios respaldados por los países árabes y musulmanes garantes del acuerdo.
El modelo plantea un órgano de gobierno compuesto por entre 7 y 10 miembros internacionales, que incluye al menos un representante palestino cualificado y figuras de alto nivel, que ejercerían la autoridad política y legal suprema sobre Gaza durante un período transitorio. Esta junta internacional tendría poder para emitir decisiones vinculantes, aprobar legislaciones y realizar nombramientos clave. La Autoridad Ejecutiva Palestina constituiría el brazo de entrega de servicios del sistema con el liderazgo de un tecnócrata palestino nombrado por la junta internacional. Esta estructura administraría departamentos técnicos de salud, educación, infraestructura, planificación y finanzas con directores nominados por el tecnócrata palestino pero sujetos a aprobación de la junta. El documento especifica que todos los líderes departamentales estarían sujetos a revisión de desempeño y podrían ser removidos según por el gobierno transitorio. Las municipalidades de Gaza operarían bajo supervisión similar, con alcaldes y administradores nominados por la autoridad palestina pero formalmente nombrados por la junta internacional.
El plan contempla una Fuerza de Estabilización Internacional (ISF) compuesta por unidades de Estados participantes, que operarían junto a una Fuerza de Policía Civil de Gaza reclutada nacionalmente. La ISF se encargaría de “la seguridad fronteriza, la respuesta contra amenazas de alto riesgo y protección de operaciones humanitarias y de reconstrucción, mientras que la policía civil palestina mantendría el orden público cotidiano”. Un Centro de Coordinación de Seguridad Conjunta (JSCC) serviría como plataforma de integración operacional entre estas fuerzas, bajo la presidencia de un Comisionado de Supervisión de Seguridad. El documento también establece que el jefe de la junta internacional tendría la responsabilidad de negociar temas espinosos como la “desmilitarización de Hamas” y la retirada “gradual” de Israel de la Franja de Gaza.
Lo que refuerza la idea de que esta Junta, en realidad, es un intento de transferir la responsabilidad de Israel de gobernar un Territorio Palestino Ocupado. Esto ahorra a Tel Aviv los procesos judiciales internacionales futuros por no cumplir con los deberes que tiene un Estado ocupante según la Convención de Ginebra y el reglamento de La Haya de 1907.
Los nombres propuestos para la Junta representan esquemas de negocios e intereses pro israelíes
Esto queda más claro cuando empiezan a verse los nombres propuestos por el documento, presentado por Blair y su instituto, financiado, casi en su totalidad, por Larry Ellison, dueño de la compañía de sofware Oracle, y amigo personal de Benjamín Netanyahu al punto que el primer ministro israelí pasó unas vacaciones en su isla en Hawai. La única diplomática importante de rango que aparece es Sigrid Kaag, coordinadora principal de asuntos humanitarios y reconstrucción de las Naciones Unidas para Gaza desde fines de 2023 hasta mediados de 2025.
“Kaag fue funcionaria de la ONU en Beirut, Damasco y Jerusalén, así como ministra por el partido Liberal en su país natal, los Países Bajos”, según Middle East Eye. Kaag ha sostenido, por ejemplo, que; “la vida se ha vuelto invivible en Gaza hasta el punto de que de repente se escuchan propuestas como, ‘bueno, podemos convertir Gaza en la Riviera’ y la gente debería emigrar voluntariamente”. También ha hablado de que los ataques israelíes han traumatizado a los palestinos y “privado a la población de “básicamente todo lo que constituye la dignidad humana”. Gaza será, en su opinión, “una mancha en nuestra conciencia colectiva”.
Pero Kaag, según la propuesta, tendría que lidiar contra otros personajes cercanos a la visión de Netanyahu. Uno de ellos es Aryeh Lightstone, la mano derecha de Steve Witkoff, enviado especial de la Casa Blanca para las negociaciones entre Hamas e Israel. Lightstone es considerado por la periodista israelí Liza Rozovsky como uno de los defensores y promotores de la Fundación Humanitaria de Gaza, creada por funcionarios israelíes y estadounidenses para sustituir a la ONU en la entrega de medicinas y alimentos en Gaza con el fin de usar este mecanismo para promover una limpieza étnica en Gaza. La fundación, además, era un embrión de un gobierno internacional de la Franja, según una propuesta israelí presentada a funcionarios estadounidenses después del asesoramiento de Boston Consulting Global.
Al igual que Blair, Lightstone, participó de las conversaciones para el “día después de Gaza”. El funcionario estadounidense, además, es director ejecutivo del Instituto de Paz de los Acuerdos de Abraham, fundado por el yerno de Trump, Jared Kushner, e integrado por personal del Foro Político Kohelet, vinculado al partido de gobierno israelí Likud. El instituto, adquirido por la Heritage Foundation, está dedicado a la normalización de relaciones de Israel con varias monarquías de El Golfo. Lighstone, como asesor del embajador de Estados Unidos en Israel entre 2017 y 2021, trabajó en favor del establecimiento de la sede diplomática estadounidense en Jerusalén. Además, “se desempeñó durante un tiempo como director ejecutivo de Shining City y afirmó que estaba centrado en “desarrollar educación para funcionarios estatales y federales sobre los peligros” de los boicots contra Israel”, según Middle East Eye.
Otra figura controvertida que aparece es la de Marc Rowan, director ejecutivo de Apollo Global Management, un fondo de inversión que administra 840.000 millones de dólares en activos. Rowan dirige la UJA-Federation, una entidad filantrópica judía estadounidense que recauda un total de 250 millones de dólares por año. También es miembro fundador y presidente del Youth Renewal Fund y vicepresidente de Darca, la principal red educativa de Israel que opera 53 escuelas con más de 30,000 estudiantes en sus comunidades.
Después del 7 de octubre, Rowan, un antiguo donante de campaña de Trump, se convirtió en uno de los billonarios pro Israel que más combatió contra las protestas pro Palestina en los campus universitarios. Como presidente del consejo asesor de la Escuela de Negocios Wharton de la Universidad de Pensilvania, y gran donante de este centro de estudios, criticó a su rectora Liz Magill por permitir la organización de un festival con Roger Waters y no publicar mensajes condenando el ataque de Hamas. “Las microagresiones son condenadas con extrema indignación moral y, sin embargo, la violencia, en particular la violencia contra los judíos, el antisemitismo, parece haber encontrado un lugar de tolerancia en el campus. No es antisemitismo, es antiamericanismo”, señaló en este contexto.
En una entrevista con el capitalista de riesgo israelí Michael Eisenberg, uno de los promotores de la fundación humanitaria de Gaza y del plan para expulsar a medio millón de palestinos, Rowan afirmó que es un “orgulloso partidario de Israel, y su ejército”, y lo calificó como el “refugio del pueblo judío”. También dijo que la invasión israelí en Gaza era una guerra justa que servía para cambiar la ecuación con Irán.
Rowan, con buenas relaciones con las monarquías de Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí, representa el ala empresarial a cargo de ejecutar el plan de “reconstrucción” de Gaza que establece zonas francas, libres de impuestos, y prevé jugosos contratos de construcción. De acuerdo al medio Israel Hayom; “la dimensión económica del plan se basa en la creación de un fondo internacional denominado “Fondo de Rehabilitación e Inversión en Gaza”, gestionado por los empresarios mencionados en el documento. Se prevé que el fondo se financie mediante donaciones de los países del Golfo, principalmente Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, inversiones occidentales y préstamos con garantía internacional. El modelo operativo estaría orientado a la rentabilidad empresarial: las empresas invertirían en proyectos de rehabilitación e infraestructura y participarían en las ganancias generadas”.
Esto es parecido a lo que un grupo de empresarios israelíes, cercanos a Roman Gopman, el secretario militar de Benjamín Netanyahu, presentaron hace unos meses a los funcionarios estadounidenses bajo el título “Gran Confianza: De un representante iraní demolido a un próspero aliado abrahámico”. Esta hoja de ruta planteaba poner en manos de un fideicomiso la gestión de Gaza hasta que esté “desmilitarizada y desradicalizada” y la autoridad pueda ser transferida a un “sistema político palestino independiente”. La iniciativa, además, incluía megaproyectos como “las autopistas “MBS Ring“ y “MBZ Central“, llamadas así en honor a los príncipes de Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, Mohammed Bin Salman y Mohamed bin Zayed al-Nahyan, respectivamente, y una Zona de Manufactura Inteligente Elon Musk en la frontera entre Gaza e Israel, donde empresas estadounidenses de vehículos eléctricos fabricarían automóviles para su exportación a Europa”. También la creación de “Islas Trump”, donde se “instalen resorts de clase mundial a lo largo de la costa en pequeñas islas artificiales similares a las Islas Palm de Dubái”, de acuerdo a The Financial Times.
En esta línea, otra de las figuras que aparecen como posibles miembros de la junta internacional es un amigo y viejo conocido de Tony Blair; Naguib Sawiris. El empresario egipcio es patriarca del conglomerado Orascom, una multinacional creada por su padre con negocios en las telecomunicaciones y la minería, entre otros negocios. En 2011, su compañía Mobinil quedó envuelta en un escándalo de espionaje porque varios de sus empleados fueron acusados de espiar a funcionarios egipcios y pasar la información a Tel Aviv.
Sawiris es tan cercano a Blair que en 2020, el exprimer ministro británico estuvo entre la lista de invitados de la boda de su hija, Ansi, frente a las pirámides de Giza. También se han reunido en el yate de lujo del empresario egipcio en su yate de lujo de Sawiris en Saint Tropez, y en su avión privado,en El Cairo y en Sudáfrica. “En 2016, The Times informó que Blair convenció a Sawiris para que invirtiera en un proyecto turístico en el Mar Caspio mientras asesoraba al gobierno kazajo. En 2017, Sawiris viajó con Blair a Costa de Marfil para felicitar al presidente Alassane Ouattara, mientras presionaba para un acuerdo para adquirir una participación del 25% en la mina de oro de Ity”, de acuerdo al medio Sunna Files.
“Sawiris participó en la reconstrucción de Afganistán tras la invasión del país liderada por Estados Unidos y el Reino Unido, y fue en esa época cuando también trabajó con Blair”, según Middle East Eye. Para Nihal El Aasar, escritor e investigador egipcio, “la principal especialidad de Sawiris es la instalación de redes móviles, así que creo que se centrará más en la infraestructura o la reconstrucción”. Sawiris, crítico del gobierno egipcio de Abdel Al Sissi y de Israel, parece estar alineado con la visión de los Emiratos Árabes Unidos de que Gaza sea una zona de capital libre parecida a Dubai. Detrás, por supuesto, están jugosos negocios que involucran capitales árabes, israelíes, estadounidense y europeos garantizados por Blair y el yerno de Trump, Kushner, quien después de su paso como asesor en la Casa Blanca, creó el fondo Affinity Parteners con capitales de las monarquías de Qatar, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.
El instituto de Blair, en los últimos años, ha estado involucrado más que nada en promover iniciativas gubernamentales, y de infraestructuras, relacionadas con negocios de empresarios cercanos al exprimer ministro británico. Gaza, según el borrador de su propuesta, sería otra piñata más que romper para llenar de dinero a sus amigos con contratos y tratos sucios.
Fuente: Bruno Sgarzini
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