sábado, 19 de julio de 2025

El fantasma de Epstein persigue a Trump: Cuando las teorías conspirativas devoran a sus creadores

 

 Por Bruno Sgarzini   
      Periodista argentino especializado en asuntos internacionales.


     Tenemos una Administración PERFECTA, DE LA QUE HABLA TODO EL MUNDO, y ‘gente egoísta’ está tratando de perjudicarla, todo por un tipo que nunca acaba de morir, Jeffrey Epstein”, escribió Donald Trump en su red Truth Social como una forma de acallar la cada vez más abiertas críticas a su Administración por el cierre del caso Epstein sin nuevas revelaciones que comprueben las teorías conspirativas alrededor del antiguo amigo de Trump.

El llamado de Trump a cerrar filas se vincula a las críticas del mundo MAGA contra el memorándum del Departamento de Justicia y el FBI que establece que no hay pruebas sobre el asesinato de Epstein, en una cárcel federal, ni tampoco una lista de sus “clientes”, ni pruebas de su liderazgo de una red de “chantaje sexual” a políticos y empresarios. Entre los principales apuntados por los influencers MAGA está Pam Bondi, la jefa del Departamento de Justicia, y Kash Patel, el jefe del FBI conocido por haber sido uno de los principales promotores de las teorías de la conspiración alrededor del caso Epstein y sus vínculos con el establishment del partido demócrata. Bondi, además, es conocida por no haber investigado a Epstein cuando fue fiscal del estado de La Florida, uno de los epicentros de la operación del reconocido pedófilo.

En un escueto memorándum de dos páginas, el FBI y el Departamento de Justicia sostuvieron que no se encontró una "lista de clientes" incriminatoria, evidencia creíble de que Epstein chantajeara a personas prominentes, ni se descubrió evidencia que justificase investigaciones contra terceros. Para sostener esto, ambas instituciones se basan en la revisión, 300 gigabytes de datos y evidencia física, donde se incluye imágenes de Epstein, víctimas menores de edad, y más de 10,000 videos e imágenes de material de abuso sexual infantil. Además, las dos instituciones concluyeron que Epstein se suicidó en una celda de una prisión en Manhattan en base a la autopsia de su cuerpo y las grabaciones de la prisión, publicadas en un metraje de 11 horas por las autoridades. Por todo esto, las autoridades informaron que no publicarán ningún material adicional sobre el caso para “proteger a las víctimas”, dado, además, de que muchos videos, y fotos, representan pornografía infantil. “Una de nuestras mayores prioridades es combatir la explotación infantil y hacer justicia a las víctimas. Perpetuar teorías infundadas sobre Epstein no contribuye a ninguno de esos fines", sentenció el memorándum. El caso empieza y termina, según las autoridades, en el banquero y su esposa, Ghislaine Maxwell, como si fueran solo dos manzanas podridas de un árbol lleno de vida.

El extraño giro en la causa se dio luego de que a principio de año, la oficina de Bondi repartiera archivos del caso a influencers de extrema derecha después de una larga campaña para que se liberaran estos archivos. La narrativa del caso Epstein, sostenida por comunicadores como Tucker Carlston, Steve Bannon o el inefable Alex Jones de Infowars, es que toda la historia detrás del antiguo banquero revela los entresijos entre la inteligencia israelí, el mundo criminal la familia Clinton, y oscuros financistas detrás del famoso Estado Profundo. Algunos teóricos, como los de la secta Qanom, incluso han hablado de que Epstein pertenecía a una red de pederastas satánicos, vinculados al partido demócrata, que bebían sangre y cometían delitos, como abuso infantil y tráfico, sexual en los sótanos de pizzerías y fiestas privadas. Por eso, todos estos teóricos sostienen que fue asesinado, en su celda, para tapar las revelaciones que pudiera dar de su lista de clientes.

Por lo que la reacción del mundo MAGA fue inmediata. “El Departamento de Justicia está encubriendo a la CIA y al Mossad. ¡¡¡NADIE SE LO CREE!!!. Acabarán diciendo en el Departamento de Justicia que en realidad, Jeffrey Epstein ni siquiera existió. Esto es repugnante”, dijo, entre lágrimas, Alex Jones en un video filmado dentro de uno de sus autos. Mientras que Laura Loomer, una influencer responsable del despido de varios funcionarios trumpistas por haber financiado, en el pasado, políticos demócrata, pidió la cabeza de la fiscal Pam Bondi, abogada personal de Trump y exjefa del Departamento de Justicia de La Florida (uno de los estados donde Epstein cometió la mayoría de sus casos de abuso y tráfico sexual). “Cuando la gente votó por el presidente Trump, la divulgación de los archivos de Epstein fue algo que se prometió a la base. Ahora está descontenta y creo que este problema no desaparecerá. El presidente Trump debería despedir a Blondi por crear un lastre para su administración”, declaró después del memorándum.


Alex Jones rompe a llorar por el último informe de Trump sobre Epstein.

Mientras que Tucker Carlson sostuvo que las investigaciones sobre el caso no han llegado al “fondo del asunto” porque, en realidad, es posible que “Epstein fuera una agente de inteligencia israelí”. Para Steve Bannon, el antiguo estratega de Trump que asesoró a Epstein y su socio, el exprimer ministro israelíe Ehud Barak, en la primera parte del escándalo, el “filántropo” es la llave para conocer “tantas cosas, no solo individuos, sino también de instituciones de inteligencia, gobiernos extranjeros y quienes trabajaban con él en nuestro aparato de seguridad y en nuestro gobierno”. Bannon tiene quince horas de entrevistas con Epstein que aún no han salido a la luz de los tiempos cuando lo asesoró para salir en el programa 60 minutos de la cadena de televisión CBC, según el libro Too Famous: The Rich, the Powerful, the Wishful, the Notorious, the Damned de Michael Wolf.


Steve Bannon entrenó a Jeffrey Epstein para que pareciera "amistoso" y "comprensivo" en televisión.


Otro de los máximos funcionarios criticados fue el jefe del FBI, Kash Patel, quien, antes de asumir el cargo, había dicho que si “el FBI protegía al mayor pederasta de la historia era por quién estaba en su lista de clientes". En línea, surgió la acusación de que su cambio de postura respecto al caso tenía que ver con su relación con Alexis Wilkins, una cantante country de 26 años, que forma parte de la empresa de medios conservadora PragerU, liderada por Marissa Streit, exoficial de las Fuerzas de Defensa de Israel



“Wilkins presuntamente es agente del MOSSAD. Es 20 años menor que él y está acusada de ser una seductora. A ella le interesa suprimir los archivos de Epstein para proteger a gente muy poderosa”, escribió la cuenta @Kremlintrolls en un tuit compartido por diversas cuentas MAGA. Patel, de forma irónica, es víctima del mismo método de guerra comunicacional de desprestigio que tanto tiempo practicó desde la oposición.




El caso se ha convertido en una “bomba sucia” a tal nivel que hasta su segundo en el FBI, el subsecretario Dan Bongino, está cerca de renunciar después de enfrentarse con la fiscal Pam Bondi en una reunión cerrada en la Casa Blanca a principio de la semana pasada, según New York Times. Bondi acusó a Bongino, uno de los principales promotores de las teorías alrededor de Epstein, de filtrar información de la investigación sobre el caso a los medios conservadores y de extrema derecha del mundo trumpista. Para contener la crisis, el propio Trump salió a desmentir la renuncia de Bongino y calificó el caso Epstein como una teoría de la conspiración creada por Hillary Clinton y Barack Obama, en una clara reversión de los hechos que sonrojaría hasta las bandas tributos hacedoras de covers musicales.



Dan Bongino, ahora subdirector del FBI, durante una audiencia en Washington en 2020.


Inconsistencias, deliberadas omisiones y agujeros narrativos en un oscuro caso.

Desde el memorándum han surgido otras inconsistencias que también afectan la credibilidad de las conclusiones alcanzadas por las autoridades. La revista The Wired, por ejemplo, reveló que el video publicado sobre los momentos previos al suicidio de Epstein fue editado con el software de edición de Adobe Premier, según los macrodatos del video revisados por expertos forenses consultados por el medio. Sin embargo, “es posible que el video simplemente se haya procesado para su divulgación pública mediante el software disponible, sin modificaciones más allá de la unión de dos clips”. Esto no es lo más llamativo sino que en la filmación, que comprobaría que nadie entró a la celda de magnate antes de su muerte, faltan casi tres minutos de grabación.


Jeffrey Epstein

La fiscal Bondi “atribuyó uno de los minutos faltantes a una falla en el ciclo diario del sistema de vigilancia, afirmando que falta un minuto en la grabación de cada noche”. Por supuesto, la inconsistencia alimenta aún las teorías de la conspiración, dado que en el momento del suicidio de Epstein solo funcionaban la mitad de las 150 cámaras de vigilancia del centro de reclusión de Manhattan debido a un “error técnico”, según un informe del 2023 de la Oficina del Inspector General. “El sistema estaba programado para reparaciones el 9 de agosto, la noche anterior al hallazgo del cadáver de Epstein. Sin embargo, el técnico asignado para repararlo no pudo acceder al equipo necesario porque el funcionario de prisiones encargado de escoltarlo estaba a punto de terminar su turno”, de acuerdo a The Wire.



Pero muchas preguntas han quedado sin respuestas sobre la red de Epstein que abarcó más de mil víctimas, según el Departamento de Justicia y el FBI. Una de ellas son las acusaciones, por ejemplo, de Virginia Giuffre y Jane Doe (seudónimo para una víctima protegida) sobre que el magnate y su esposa, Ghislaine Maxwell, lideraban una red de chantaje sexual. Giuffre, por ejemplo sostuvo que en el verano que cumplió 17 años fue persuadida por la pareja “para dejar su trabajo como asistente de spa en el club Mar-a-Lago de Trump para convertirse en "masajista" de Epstein, un trabajo que implicaba realizar actos sexuales”. En uno de los documentos judiciales, liberados por la jueza Loretta Preska, los abogados de una de las víctimas, Bradley Edwards y Paul G. Cassell, afirmaron que: “Epstein también traficó sexualmente a la entonces menor Jane Doe, poniéndola a disposición para tener relaciones sexuales con personas con conexiones políticas y financieramente poderosas. Los propósitos de Epstein al "prestar" a Jane Doe (junto con otras niñas) a personas tan poderosas eran para congraciarse con ellos para obtener beneficios comerciales, personales, políticos y financieros, así como para obtener información potencial para chantaje".


Ghislaine Maxwell conversa con su hermano, Kevin, durante su juicio.


Después están los interrogantes sobre los sistemas de cámaras de vigilancia en su residencia en Palm Beach, Florida, y su mansión de cuatro pisos de Manhattan, donde se realizaban la mayoría de sus fiestas con celebridades, políticos, empresarios y banqueros junto a menores de edad. Las fallas en la investigación judicial como la desaparición y reaparición del material de la caja de fuerte de Epstein en esta mansión que contenía CD, joyas, discos duros (se presume con los vídeos de las 12 habitaciones de la casa), diamantes sueltos, pasaportes y grandes cantidades de dinero. También había un pasaporte de un país extranjero con una fotografía de Epstein con otro nombre, según los investigadores.

Luego están las turbias conexiones del magnate y su esposa, Ghislaine Maxwell. La mansión de la pareja, originalmente, fue comprada por Leslie Wexner, propietario de Limited y de Victoria's Secret. Epstein manejó su dinero en los 80 y 90 cuando Limited estuvo involucrado, por ejemplo, en la liquidación de la empresa Southern Air Transport, relacionada a los vuelos organizados por la Agencia Central de Inteligencia para armar a la Contra nicaragüense en Honduras. Wexner era uno de de cinco administradores clave de los flujos de efectivo del crimen organizado en los Estados Unidos, según Catherine Austin Fitts, ex banquera de inversiones y funcionaria del gobierno, que ha investigado exhaustivamente la intersección del crimen organizado, los mercados negros, Wall Street y el gobierno en la economía estadounidense. En una investigación federal también se lo nombró como parte de una red de lavado de dinero. “Desde que Leslie Wexner apareció en su vida —Epstein ha dicho que fue en 1986; otros dicen que fue en 1989, como mínimo—, ganó aceptación en el establishment, de una forma que generalmente no ha llegado a los titulares. Fue miembro de diversas comisiones y consejos: forma parte de la Comisión Trilateral, el Consejo de Relaciones Exteriores y el Instituto de Educación Internacional”, según un reportaje de la periodista Victoria Ward en la revista Vanity Fair.

Con estas conexiones, el modus operandi de Epstein para la periodista Whitney Webb, autora del libro Una Nación Bajo Chantaje, era similar a la red de chantaje sexual dirigida por el mafioso italoamericano Lewis Rosenstiel y su empleado Roy Cohn: dedicada a realizar fiestas con menores y figuras importantes que, luego, quedaban inmortalizadas en grabaciones y fotos. La información sensible luego era usada como elementos de extorsión por la mafia y, a veces, por los servicios de inteligencia con los que la mafia tenía buena relación. Entre los años 50 y 80, Roy Cohn era el Jeffrey Epstein de la época con fiestas organizadas en la suite “233” del Hotel Plaza en Manhattan. “El trabajo de Cohn era dirigir a los niños pequeños”, según el ex detective de la policía de Nueva York y ex jefe de la División de Trata de Personas y Delitos Relacionados con Vicio del departamento , James Rothstein.


Demasiado grande para quebrar: la investigación de Epstein.

Cohn había saltado a la fama en los 50 como asesor del congresista Joseph McCarthy, justo en el momento que protagonizaba una “cruzada anticomunista” que llevaría su nombre. “Entre sus amigos se encontraban importantes personalidades de los medios como Barbara Walters , ex directores de la CIA, Ronald Reagan y su esposa Nancy , los magnates de los medios Rupert Murdoch y Mort Zuckerman, numerosas celebridades , abogados destacados como Alan Dershowitz , figuras destacadas de la Iglesia católica y destacadas organizaciones judías como como B. 'nai B'rith y el Congreso Judío Mundial”.




Otra cuestión llamativa la señala Thomas Volscho, profesor de sociología del College of Staten Island e investigador del caso Epstein: “el magnate dirigía organizaciones benéficas para Wexner, su principal cliente, y luego dirigía sus propias organizaciones benéficas, y siempre tenían donaciones de 9 o 10 millones de dólares circulando a su alrededor. Siempre sospeché, pero no me atreví a investigar, que estaba malversando fondos”. Una investigación del medio estadounidense NBC encontró, por ejemplo, que varias donaciones, anunciadas por la fundación Epstein, nunca llegaron a instituciones como el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, Universidad de Duke, la Universidad Estatal de Ohio y la Ópera Metropolitana y la Fundación Elton John contra el SIDA.

Después están, por supuesto, sus supuestos vínculos con los servicios de inteligencia. Cuando, en los inicios de la primera Administración Trump, Alexander Acosta, nombrado secretario de Trabajo, fue interrogado acerca de la razón por la que había hecho un acuerdo judicial con Epstein, como Fiscal de La Florida, que lo había liberado de pasar varios años en la cárcel por haber explotado 36 menores, respondió que “alguien de arriba le dijo que lo hiciera” porque el banquero “trabajaba para los servicios de inteligencia”. El periodista británico Nigel Rosser informó en enero de 2001 en el Evening Standard que Epstein había afirmado que él había trabajado para la CIA durante los años 80 y 90. “Epstein tiene licencia para portar un arma oculta, alguna vez afirmó haber trabajado para la CIA, aunque ahora lo niega, y posee propiedades en todo Estados Unidos. Una vez llegó a la casa londinense de un traficante de armas británico trayendo un regalo: una pistola antidisturbios de acción de bomba de la policía de Nueva York. 'Dios sabe cómo llegó al país', dijo un amigo”, escribió Rosser en un articulo borrado por el periódico británico.

Pero el vínculo más comentado es el del padre de su esposa, Robert Maxwell, propietario de grandes pulpos mediáticos, como el Mirror y Pergamon Press, quien fue enterrado en 1991 en un funeral en el cementerio del Monte de los Olivos de Jerusalén, frente al Muro de las Lamentaciones, con la presencia de los por entonces primer ministro, Yitzhak Shamir, el presidente Chaim Herzog y Ariel Sharon, según un reportaje de The Washington Post titulado Israel le da a Maxwell una despedida digna de un héroe. Maxweell, un antiguo colaborador de los servicios de inteligencia británicos durante la Segunda Guerra Mundial, fue señalado por el periodista Seymour Hersh de colaborar con el Mossad, el servicio de inteligencia israelí, en el secuestro del técnico nuclear Mordecai Vanunu, responsable de revelar el programa nuclear de Tel Aviv. También ha sido acusado de comercializar a el software Promis, sobre el que pesan sospechas de haber sido utilizado por Israel para espiar a los países compradores.




Epígrafe: Robert Maxwell junto a Ariel Sharon, ministro de Defensa y primer ministro de Israel.

Para Ari Ben-Menashe, exalto funcionario de la Dirección de Inteligencia Militar de Israel (entre 1977 y 1987) que, se presume, trabajó con Maxwell en el trafico de armas encubierto de la operación Irán-Contras, Epstein y su esposa trabajaron con la inteligencia israelí gracias a los contactos de Robert, considerado, por un amplio abanico de políticos israelíes, como un “amigo de Israel”. Entre otras muchas conexiones, Epstein fue socio comercial del exprimer ministros israelí Ehud Barak, también calificado como cliente de su red en varias causas judiciales, en una “sociedad limitada en Israel en 2015, llamada Sum (EB) 2015, para invertir en una startup de alta tecnología, llamada Carbyne, que desarrollaba software de transmisión de video y geolocalización para servicios de emergencia”, según el Times de Israel. La compañía estába compuesto por antiguos oficiales de la unidad 8.200 del ejército israelí, dedicada al cyberespionaje y la cyberguerra.

Todo este gran camino de migas que es el caso Epstein, por supuesto, es una gran amenaza para las figuras, como el propio Trump, que alguna vez tuvieron una relación cercana con el financista. Por eso, tiene la potencia narrativa de dividir el movimiento MAGA, de cara a las próximas elecciones legislativas de medio término, en un momento de discusiones bizantinas sobre el último presupuesto trumpista, que recorta los subsidios sociales de Medicare, o Medicare, que afectan a la base oficialista. También después de las peleas por el apoyo de Estados Unidos a la guerra de agresión de Israel contra Irán. El río está tan revuelto que hasta el American Party, lanzado por Elon Musk como alternativa al “duopolio” republicano y demócrata, dijo que uno de sus objetivos es que la lista de clientes de Epstein sea pública. El propio Musk ha repetido que las autoridades se niegan a hacerlo porque Trump aparece en ella.

Por todo esto, el caso Epstein puede convertirse en una operación de chantaje al liderazgo republicano, como antes lo fue para los demócratas. Una cruel ironía del destino.

Fuente: Bruno Sgarzini

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