martes, 22 de abril de 2025

El cuervo, la paloma y la impotencia

 

      Escritor y filósofo italiano. Activista de la izquierda.  

Qué miseria ser sabio

cuando el conocimiento no puede hacer nada al respecto”.


Sófocles, Edipo Rey



Cuervos y palomas


     El 26 de enero de 2014, Francisco acababa de ascender al trono de Pedro, después de que otro Papa hubiera inclinado la cabeza ante las potencias ingobernables del caos y la impotencia invencible de la depresión, como había anticipado el genio de Nanni Moretti.

Ese día el Papa aparece con dos niños en el balcón de una ventana de San Pedro. Las cámaras apuntan hacia ellos.

Mientras el Papa acaricia las cabezas de los niños, estos sueltan dos palomas blancas en el aire. Pero entonces un cuervo negro aparece desde la izquierda y persigue durante unos instantes a la pobre paloma mientras intenta escapar. Luego la agarra, la arrastra y la devora.

No sé si aquella noche de enero de 2014 Francisco reunió a sus arúspices para interpretar aquella señal. Quizás no, porque el santo no pretende interpretar los enigmas. Acepte el veredicto sin pretender entenderlo.


ISTUBALZ, 2018.

Pero a los poetas se les concede lo que está prohibido a los santos. Los poetas dan sentido a signos que no tienen significado, como si la red infinita del ser estuviera unida por un plan simbólico que, en cambio, no existe.

El simbolismo que el poeta puede leer en ese acontecimiento es inquietante: el mal surge de las profundidades del caos y tiñe de sangre inocente el cielo del siglo. La ferocidad estalla nuevamente en la historia mundial.

La impotencia de Dios

De Francisco viene una lección política: la batalla de Cristo se libra en nombre de la caridad, del compartir gozoso y doloroso de la experiencia humana. No en nombre del dogma, de la certeza, sino en nombre de la fragilidad y del cuidado.

Pero de las palabras y acciones de Francisco extraigo también una lección filosófica sobre la impotencia divina.

En su homilía de marzo de 2020, mientras alrededor de la plaza vacía no había nada más que noche, Francisco dijo que Dios no castiga a sus hijos, dijo que el virus no es un castigo divino. No es la voluntad de Dios la que se manifiesta en el mal, dijo entonces. Por lo tanto, la voluntad divina no puede hacerlo todo.

El virus que siembra la muerte es la complejidad del caos que excede nuestra capacidad de comprender, gobernar y curar.


ISTUBALZ, 2018.

Los poderes del mal no son otra cosa que emanaciones del caos, siempre que el caos sobrepasa nuestra potencia de afecto, de sentido y de razón. Los poderes del mal surgen de la tiranía de la voluntad humana, incapaz de comprender y aceptar los límites de su poder, y decidida a someter el caos con ferocidad y dogma.

En la entrevista a Antonio Spadaro publicada en Civiltà Cattolica en octubre de 2013, Bergoglio afirma que la Iglesia es un hospital de campaña: la caridad es compartir solidariamente la impotencia.

Desde entonces, el profeta Papa comprendió que la voluntad de Dios no podía impedir que la guerra volviera al mundo para sustituir al lenguaje.



Fuente: Il disertori

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