Albert Einstein fue un físico de fama mundial. Este artículo se publicó originalmente en el primer número de Monthly Review (mayo de 1949). Posteriormente se publicó en mayo de 1998 para conmemorar el quincuagésimo aniversario del primer número de MR.
LOS EDITORES
¿Es aconsejable que alguien que no es experto en cuestiones económicas y sociales exprese opiniones sobre el socialismo? Por diversas razones, creo que sí.
Consideremos primero la cuestión desde el punto de vista del conocimiento científico. Podría parecer que no existen diferencias metodológicas esenciales entre la astronomía y la economía: los científicos de ambos campos intentan descubrir leyes de aceptabilidad general para un grupo circunscrito de fenómenos con el fin de hacer que la interconexión de estos fenómenos sea lo más clara posible. Pero en realidad tales diferencias metodológicas existen. El descubrimiento de leyes generales en el campo de la economía se dificulta por la circunstancia de que los fenómenos económicos observados a menudo están influenciados por muchos factores que son muy difíciles de evaluar por separado. Además, la experiencia acumulada desde el comienzo del llamado período civilizado de la historia humana ha sido, como es bien sabido, en gran medida influida y limitada por causas que no son de naturaleza exclusivamente económica. Por ejemplo, la mayoría de los grandes estados de la historia debieron su existencia a la conquista. Los pueblos conquistadores se establecieron, legal y económicamente, como la clase privilegiada del país conquistado. Se apoderaron del monopolio de la propiedad de la tierra y nombraron un sacerdocio de entre sus propias filas. Los sacerdotes, en control de la educación, hicieron de la división de clases de la sociedad una institución permanente y crearon un sistema de valores por el cual el pueblo fue guiado a partir de entonces, en gran medida de manera inconsciente, en su comportamiento social.
Pero la tradición histórica es, por así decirlo, de ayer; en ningún lugar hemos superado realmente lo que Thorstein Veblen llamó “la fase depredadora” del desarrollo humano. Los hechos económicos observables pertenecen a esa fase e incluso las leyes que podemos derivar de ellos no son aplicables a otras fases. Dado que el verdadero propósito del socialismo es precisamente superar y avanzar más allá de la fase depredadora del desarrollo humano, la ciencia económica en su estado actual puede arrojar poca luz sobre la sociedad socialista del futuro.
En segundo lugar, el socialismo se orienta hacia un fin ético-social. Sin embargo, la ciencia no puede crear fines y, menos aún, inculcarlos a los seres humanos; la ciencia, como mucho, puede proporcionar los medios para alcanzar ciertos fines. Pero los fines mismos son concebidos por personalidades con elevados ideales éticos y —si estos fines no nacen muertos, sino vitales y vigorosos— son adoptados y llevados adelante por esos muchos seres humanos que, de manera semiinconsciente, determinan la lenta evolución de la sociedad.
Por estas razones, debemos estar en guardia para no sobreestimar la ciencia y los métodos científicos cuando se trata de problemas humanos, y no debemos asumir que los expertos son los únicos que tienen derecho a expresarse sobre cuestiones que afectan a la organización de la sociedad.
Desde hace tiempo, innumerables voces afirman que la sociedad humana atraviesa una crisis, que su estabilidad se ha visto gravemente quebrantada. Es característico de una situación de este tipo que los individuos se sientan indiferentes o incluso hostiles hacia el grupo, pequeño o grande, al que pertenecen. Para ilustrar lo que quiero decir, permítanme relatar aquí una experiencia personal. Hace poco hablé con un hombre inteligente y bien dispuesto sobre la amenaza de otra guerra, que en mi opinión pondría en grave peligro la existencia de la humanidad, y le comenté que sólo una organización supranacional ofrecería protección contra ese peligro. Entonces mi visitante, con mucha calma y frialdad, me preguntó: “¿Por qué se opone usted tan profundamente a la desaparición de la raza humana?”
Estoy seguro de que hace apenas un siglo nadie habría hecho tan a la ligera una declaración de este tipo. Es la declaración de un hombre que se ha esforzado en vano por alcanzar un equilibrio interior y que ha perdido más o menos la esperanza de lograrlo. Es la expresión de una dolorosa soledad y aislamiento que tanta gente sufre en estos días. ¿Cuál es la causa? ¿Hay una salida?
Es fácil plantear estas preguntas, pero difícil responderlas con un cierto grado de seguridad. Debo, no obstante, intentarlo lo mejor que pueda, aunque soy muy consciente de que nuestros sentimientos y aspiraciones son a menudo contradictorios y oscuros y que no pueden expresarse en fórmulas fáciles y sencillas.
El hombre es, al mismo tiempo, un ser solitario y un ser social. Como ser solitario, intenta proteger su propia existencia y la de los que le son más cercanos, satisfacer sus deseos personales y desarrollar sus capacidades innatas. Como ser social, busca ganar el reconocimiento y el afecto de sus semejantes, compartir sus placeres, consolarlos en sus penas y mejorar sus condiciones de vida. Sólo la existencia de estos diversos y a menudo conflictivos esfuerzos explica el carácter especial del hombre, y su combinación específica determina el grado en que un individuo puede alcanzar un equilibrio interior y puede contribuir al bienestar de la sociedad. Es muy posible que la fuerza relativa de estos dos impulsos esté, en lo fundamental, determinada por la herencia. Pero la personalidad que finalmente surge está formada en gran medida por el medio en el que el hombre se encuentra durante su desarrollo, por la estructura de la sociedad en la que crece, por la tradición de esa sociedad y por su evaluación de determinados tipos de comportamiento. El concepto abstracto de “sociedad” significa para el ser humano individual la suma total de sus relaciones directas e indirectas con sus contemporáneos y con todas las personas de generaciones anteriores. El individuo es capaz de pensar, sentir, esforzarse y trabajar por sí mismo; pero depende tanto de la sociedad –en su existencia física, intelectual y emocional– que es imposible pensar en él, o comprenderlo, fuera del marco de la sociedad. Es la “sociedad” la que proporciona al hombre alimento, vestido, un hogar, las herramientas de trabajo, el lenguaje, las formas de pensamiento y la mayor parte del contenido del pensamiento; su vida es posible gracias al trabajo y los logros de los muchos millones de personas del pasado y del presente que se esconden detrás de la pequeña palabra “sociedad”.
Es evidente, por tanto, que la dependencia del individuo respecto de la sociedad es un hecho de la naturaleza que no puede abolirse, como en el caso de las hormigas y las abejas. Sin embargo, mientras que todo el proceso vital de las hormigas y las abejas está determinado hasta el más mínimo detalle por instintos hereditarios rígidos, el modelo social y las interrelaciones de los seres humanos son muy variables y susceptibles de cambio. La memoria, la capacidad de hacer nuevas combinaciones, el don de la comunicación oral han hecho posible entre los seres humanos desarrollos que no están dictados por necesidades biológicas. Tales desarrollos se manifiestan en tradiciones, instituciones y organizaciones; en la literatura; en los logros científicos y de ingeniería; en las obras de arte. Esto explica cómo sucede que, en cierto sentido, el hombre puede influir en su vida a través de su propia conducta, y que en este proceso el pensamiento y el deseo conscientes pueden desempeñar un papel.
El hombre adquiere al nacer, por herencia, una constitución biológica que debemos considerar fija e inalterable, que incluye los impulsos naturales característicos de la especie humana. Además, durante su vida, adquiere una constitución cultural que adopta de la sociedad a través de la comunicación y de otros muchos tipos de influencias. Es esta constitución cultural la que, con el paso del tiempo, está sujeta a cambios y la que determina en gran medida la relación entre el individuo y la sociedad. La antropología moderna nos ha enseñado, a través de la investigación comparativa de las llamadas culturas primitivas, que el comportamiento social de los seres humanos puede diferir mucho, dependiendo de los patrones culturales dominantes y de los tipos de organización que predominan en la sociedad. Es en esto en lo que quienes se esfuerzan por mejorar la suerte del hombre pueden basar sus esperanzas: los seres humanos no están condenados, a causa de su constitución biológica, a aniquilarse unos a otros o a estar a merced de un destino cruel y autoinfligido.
Si nos preguntamos cómo se debe cambiar la estructura de la sociedad y la actitud cultural del hombre para que la vida humana sea lo más satisfactoria posible, debemos tener siempre presente que hay ciertas condiciones que no podemos modificar. Como ya hemos dicho, la naturaleza biológica del hombre no está sujeta a cambios a todos los efectos prácticos. Además, los avances tecnológicos y demográficos de los últimos siglos han creado condiciones que no desaparecerán. En poblaciones relativamente densamente pobladas y con los bienes indispensables para su existencia continua, son absolutamente necesarias una división extrema del trabajo y un aparato productivo altamente centralizado. Ha quedado atrás para siempre la época –que, en retrospectiva, parece tan idílica– en la que individuos o grupos relativamente pequeños podían ser completamente autosuficientes. Es sólo una ligera exageración decir que la humanidad constituye incluso ahora una comunidad planetaria de producción y consumo.
He llegado al punto en que puedo indicar brevemente lo que para mí constituye la esencia de la crisis de nuestro tiempo. Se trata de la relación del individuo con la sociedad. El individuo se ha vuelto más consciente que nunca de su dependencia de la sociedad. Pero no experimenta esta dependencia como un bien positivo, como un vínculo orgánico, como una fuerza protectora, sino más bien como una amenaza a sus derechos naturales o incluso a su existencia económica. Además, su posición en la sociedad es tal que los impulsos egoístas que lo constituyen se acentúan constantemente, mientras que sus impulsos sociales, que son por naturaleza más débiles, se deterioran progresivamente. Todos los seres humanos, sea cual sea su posición en la sociedad, sufren este proceso de deterioro. Sin saberlo, prisioneros de su propio egoísmo, se sienten inseguros, solos y privados del goce ingenuo, simple y sencillo de la vida. El hombre puede encontrar sentido a la vida, corta y peligrosa como es, sólo dedicándose a la sociedad.
En mi opinión, la verdadera fuente del mal es la anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy. Tenemos ante nosotros una enorme comunidad de productores cuyos miembros se esfuerzan incesantemente por privarse unos a otros de los frutos de su trabajo colectivo, no por la fuerza, sino en general cumpliendo fielmente las reglas establecidas por la ley. A este respecto, es importante darse cuenta de que los medios de producción, es decir, toda la capacidad productiva necesaria para producir bienes de consumo y bienes de capital adicionales, pueden ser legalmente, y en su mayor parte son, propiedad privada de individuos.
Para simplificar, en la exposición que sigue llamaré “trabajadores” a todos aquellos que no comparten la propiedad de los medios de producción, aunque esto no se corresponda del todo con el uso habitual del término. El propietario de los medios de producción está en condiciones de comprar la fuerza de trabajo del trabajador. Al utilizar los medios de producción, el trabajador produce nuevos bienes que pasan a ser propiedad del capitalista. El punto esencial de este proceso es la relación entre lo que el trabajador produce y lo que se le paga, ambos medidos en términos de valor real. En la medida en que el contrato de trabajo es “libre”, lo que el trabajador recibe no está determinado por el valor real de los bienes que produce, sino por sus necesidades mínimas y por las necesidades de fuerza de trabajo de los capitalistas en relación con el número de trabajadores que compiten por puestos de trabajo. Es importante entender que incluso en teoría el pago del trabajador no está determinado por el valor de su producto.
El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte debido a la competencia entre los capitalistas y en parte porque el desarrollo tecnológico y la creciente división del trabajo estimulan la formación de unidades de producción mayores a expensas de las más pequeñas. El resultado de estos cambios es una oligarquía del capital privado cuyo enorme poder no puede ser controlado eficazmente ni siquiera por una sociedad política organizada democráticamente. Esto es así porque los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por partidos políticos, financiados en gran medida o influidos de otro modo por capitalistas privados que, a todos los efectos prácticos, separan al electorado del poder legislativo. La consecuencia es que los representantes del pueblo, de hecho, no protegen suficientemente los intereses de los sectores desfavorecidos de la población. Además, en las condiciones actuales, los capitalistas privados controlan inevitablemente, directa o indirectamente, las principales fuentes de información (prensa, radio, educación). Por lo tanto, es extremadamente difícil, y de hecho en la mayoría de los casos casi imposible, para el ciudadano individual llegar a conclusiones objetivas y hacer un uso inteligente de sus derechos políticos.
La situación que prevalece en una economía basada en la propiedad privada del capital se caracteriza por dos principios fundamentales: en primer lugar, los medios de producción (capital) son de propiedad privada y los propietarios disponen de ellos como les parece; en segundo lugar, el contrato de trabajo es libre. Por supuesto, no existe una sociedad capitalista pura en este sentido. En particular, cabe señalar que los trabajadores, a través de largas y encarnizadas luchas políticas, han logrado obtener una forma algo mejorada del “contrato de trabajo libre” para ciertas categorías de trabajadores. Pero en conjunto, la economía actual no se diferencia mucho del capitalismo “puro”.
La producción se lleva a cabo para obtener ganancias, no para utilizarlas. No existe ninguna previsión de que todos aquellos capaces y dispuestos a trabajar estén siempre en condiciones de encontrar empleo; casi siempre existe un “ejército de desempleados”. El trabajador tiene constantemente miedo de perder su trabajo. Como los trabajadores desempleados y mal pagados no proporcionan un mercado rentable, la producción de bienes de consumo se ve restringida y la consecuencia son grandes penurias. El progreso tecnológico a menudo produce más desempleo en lugar de aliviar la carga de trabajo para todos. El afán de lucro, junto con la competencia entre capitalistas, es responsable de una inestabilidad en la acumulación y utilización del capital que conduce a depresiones cada vez más graves. La competencia ilimitada conduce a un enorme desperdicio de trabajo y a esa mutilación de la conciencia social de los individuos que mencioné antes.
Considero que esta mutilación de los individuos es el peor mal del capitalismo. Todo nuestro sistema educativo padece este mal. Se inculca en el estudiante una actitud competitiva exagerada, a quien se le enseña a venerar el éxito adquisitivo como preparación para su futura carrera.
Estoy convencido de que sólo hay una manera de eliminar estos graves males, a saber, mediante el establecimiento de una economía socialista, acompañada de un sistema educativo que esté orientado hacia objetivos sociales. En una economía así, los medios de producción serían propiedad de la propia sociedad y se utilizarían de manera planificada. Una economía planificada, que ajustara la producción a las necesidades de la comunidad, distribuiría el trabajo a realizar entre todos los que estuvieran en condiciones de trabajar y garantizaría un sustento a cada hombre, mujer y niño. La educación del individuo, además de promover sus propias capacidades innatas, intentaría desarrollar en él un sentido de responsabilidad hacia sus semejantes en lugar de la glorificación del poder y el éxito en nuestra sociedad actual.
Sin embargo, es necesario recordar que una economía planificada no es todavía socialismo. Una economía planificada como tal puede ir acompañada de la completa esclavización del individuo. La realización del socialismo requiere la solución de algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles: ¿cómo es posible, en vista de la amplia centralización del poder político y económico, impedir que la burocracia se vuelva todopoderosa y arrogante? ¿Cómo se pueden proteger los derechos del individuo y, con ello, asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?
En nuestra época de transición, la claridad sobre los objetivos y los problemas del socialismo es de suma importancia. Dado que, en las circunstancias actuales, el debate libre y sin trabas sobre estos problemas se ha convertido en un poderoso tabú, considero que la fundación de esta revista constituye un importante servicio público.
Fuente: Monthly Review
El éxito de la serie de Netflix "El problema de los tres cuerpos" ha sacado a la luz uno de los muchos acontecimientos paradójicos del siglo XX: la campaña contra Einstein durante la Revolución Cultural en China, que reanudó las polémicas anteriores del ideólogo estalinista soviético Zhdanov contra Las teorías del físico. Desgraciadamente, los ataques contra Einstein no son una invención de la propaganda occidental sino un hecho histórico sobre el que escribiré un post si tengo tiempo (uno de los muchos ejemplos del daño causado por el estalinismo a la credibilidad del socialismo y el comunismo). La paradoja radica en el hecho de que Einstein siempre había sido un hombre fuertemente de izquierda y estaba bajo vigilancia en los EE.UU. como sospechoso de ser comunista por sus abiertas convicciones socialistas (léase Camarada Albert Einstein). La histórica revista socialista estadounidense Montly Review dedica su número de mayo de 2024 a Einstein con la publicación de la introducción del editor John Bellamy Foster a la nueva edición de "Por qué el socialismo". Aquí está la traducción.
Un memorando de la primavera de 1949, contenido en el "expediente Albert Einstein" de la Oficina Federal de Investigaciones, que forma parte del archivo del FBI de documentos publicados en virtud de la Ley de Libertad de Información, afirma:
“Un agente de campo le informó que en abril de 1949 se distribuyó una circular en el área de Nashua, New Hampshire, anunciando una nueva revista titulada “Monthly Review”, “una revista socialista independiente”. El primer número está fechado como publicado en mayo de 1949. El primer número contendría artículos de Albert Einstein: “¿Por qué el socialismo[?]”; Paul M. Sweezy – “Evolución reciente del capitalismo estadounidense”; Otto Nathan – “Transición al socialismo en Polonia”; Leo Huberman – “Socialismo y trabajo americano”…. Asunto: Informe de Nueva York, de fecha 15-03-51 Espionaje-CH.1
El resto del mensaje está tachado. Otro memorando inmediatamente posterior al expediente Einstein del FBI, y que fue redactado de manera similar, dice:
Informó a la oficina de Nueva York que la “Monthly Review”, 66 Barrow Street, Nueva York, autoproclamada “una revista socialista independiente”, hizo su primera aparición en mayo de 1949. El primer número contenía artículos de Albert Einstein y otros. Este informe [de investigación] afirmó además que un estudio de los artículos contenidos en una auditoría de los editores y colaboradores reveló que esta revista era de inspiración comunista y seguía la línea aprobada por el Partido Comunista…. Informe de Nueva York, de fecha 30 de enero de 1950; Re: Seguridad interna. 2
Albert Einstein, el físico teórico y científico más famoso del mundo, había huido de Alemania después del ascenso de Adolf Hitler y emigró a los Estados Unidos en 1933, donde se convirtió en ciudadano en 1940. Sin embargo, para J. Edgar Hoover, Einstein permaneció una figura peligrosa y antiamericana, que amenazaba la seguridad interna de Estados Unidos con su sola presencia en el país. Su publicación en 1949 de un artículo titulado “¿Por qué el socialismo?” para el nuevo periódico Monthly Review: An Independent Socialist Magazine fue visto por el FBI como una confirmación directa de sus fuertes “simpatías comunistas”.
El FBI había abierto su expediente sobre Einstein en 1932, cuando intentaba emigrar a Estados Unidos, con un extenso informe de la Woman Patriot Corporation (WPC), que en su extremo anticomunismo sostenía que Einstein era inadmisible en el país. país. “Ni siquiera el propio Stalin”, acusó el WPC, “está afiliado a tantos grupos anarcocomunistas internacionales para promover... la revolución mundial y la anarquía final, como ALBERT EINSTEIN”. 3 El FBI continuó reuniendo todo lo que pudo sobre los numerosos socialistas de Einstein. lazos para el resto de su vida4.
Aunque Einstein envió una famosa carta al presidente Franklin D. Roosevelt el 2 de agosto de 1939 sobre la posibilidad de desarrollar una bomba atómica (carta que a menudo se ha visto como la premisa directa del Proyecto Manhattan), el ejército estadounidense lo declaró un riesgo para la seguridad. y fue excluido del desarrollo, e incluso del conocimiento, de la fabricación de la bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial, incluida la decisión del presidente Harry S. Truman de lanzarla sobre Hiroshima y Nagasaki5.
A finales de la década de 1940, ya había comenzado el Terror Rojo asociado con el macartismo, que lleva el nombre del senador estadounidense Joseph McCarthy. En abril de 1949, apenas un mes antes de la publicación de “¿Por qué el socialismo?” de Einstein en Monthly Review, la revista Life (hermana de Time) incluyó a Einstein en una sesión de fotos de dos páginas que retrata a los cincuenta principales "incautos y compañeros de viaje" del comunismo en el país. Al servicio también asistieron personajes ilustres como el compositor y director de orquesta Leonard Bernstein, el actor Charlie Chaplin, el poeta Langston Hughes, la dramaturga Lillian Hellman, el congresista estadounidense Vito Marcantonio, el profesor de estudios americanos FO Matthiessen, el dramaturgo Arthur Miller, Atomic el físico Philip Morrison, la escritora Dorothy Parker y el comentarista de radio J. Raymond Walsh. En la página anterior se describió al ex vicepresidente estadounidense Henry A. Wallace como un “destacado compañero de viaje”. 6
Lo que aumentó en aquel momento los temores y sospechas del FBI, ligados a la histeria anticomunista generalizada, fue sin duda el hecho de que "¿Por qué el socialismo?" El de Einstein fue uno de los argumentos a favor del socialismo más sucintos y poderosos jamás escritos. Es un ensayo que ha resistido la prueba del tiempo y que hoy, setenta y cinco años después, es mucho más celebrado en todo el mundo que en el momento de su publicación.
"En este sentido, soy socialista".
En 1949, Einstein no era un nuevo iniciado en el socialismo. En 1895, a la edad de 16 años, se trasladó a Suiza para estudiar en la Escuela Politécnica Federal de Zurich.7 Para Einstein, 1905 sería el "año milagroso", durante el cual obtendría su doctorado en la Universidad de Zurich. y publicó cinco trabajos innovadores en física teórica (incluida su tesis doctoral) que lo harían famoso en todo el mundo. Sería venerado en todo el mundo como la personificación del progreso y la creatividad humanos. Pero la creatividad de Einstein como científico y su universalismo nunca estuvieron separados de su compromiso con una sociedad más igualitaria.
Era
un socialista convencido, vinculado a innumerables grupos y causas
radicales y un acérrimo opositor a toda forma de
discriminación.
Después de su apertura en
1911, pasó mucho tiempo en el Gran Café ODEON de Zurich, que era un
lugar de reunión de radicales rusos, entre ellos Alexandra Kollontai
y, más tarde, VI Lenin y León Trotsky, así como numerosas figuras
culturales de las vanguardias. guardia.
Sin
duda estuvo involucrado en las numerosas y acaloradas discusiones
político-culturales que allí tuvieron lugar.
El
suyo no era un socialismo tímido. En algunas circunstancias
históricas vio la necesidad de revoluciones. El 19 de noviembre de
1918, el día en que abdicó el káiser Guillermo II, Einstein
publicó el famoso cartel en la puerta de su aula: “LECCIÓN
CANCELADA: REVOLUCIÓN”. 8 Un año más tarde escribió: “Estoy a
favor de una economía planificada… en este En el sentido de que
soy socialista”. 9 En 1929 declaró: “Honro a Lenin como un
hombre que se ha sacrificado por completo y ha dedicado todas sus
energías a la realización de la justicia social. No considero que
sus métodos sean prácticos, pero una cosa es segura: hombres como
él son los guardianes y restauradores de la conciencia de la
humanidad”. 10 En un artículo de 1931, “El mundo como lo veo”,
escribió: “Considero que las distinciones de clases injustificadas
y, en última instancia, basadas en la fuerza”.11
Aunque más tarde se distanció del carácter soviético de la organización, Einstein, junto con Bertrand Russell, Upton Sinclair y otros socialistas independientes, suscribió la posición amplia del Congreso Internacional contra las guerras imperialistas en 1932.12. En 1945 declaró:
“Estoy convencido… de que en un Estado con una economía socialista las perspectivas son mejores para que el individuo promedio alcance el máximo grado de libertad compatible con el bienestar de la comunidad”.13
Como explicó Otto Nathan, amigo y colaborador de Einstein, en Einstein sobre la paz en 1960:
“Einstein era socialista. Creía en el socialismo porque, como igualitario acérrimo, se oponía a la división de clases del capitalismo y a la explotación del hombre por el hombre que, en su opinión, este sistema facilitaba más ingeniosamente que cualquier organización económica anterior. Era socialista porque estaba seguro de que la economía capitalista no podía garantizar adecuadamente el bienestar de todas las personas y que la anarquía económica del capitalismo era la fuente de muchos males de la sociedad contemporánea. Finalmente, era socialista porque estaba convencido de que, bajo el socialismo, había una mayor posibilidad de lograr el mayor grado de libertad compatible con el bienestar público que bajo cualquier otro sistema conocido por el hombre.”14
La Fundación Albert Einstein y el auge del macartismo en la educación superior
En 1933, Einstein se unió al recién formado Instituto de Estudios Avanzados de Princeton. Aquí pasará mucho tiempo con Nathan, profesor visitante en el departamento de economía de Princeton y, como el propio Einstein, refugiado de la Alemania nazi. Nathan, un economista socialista, había obtenido su doctorado en economía y derecho en Alemania en 1921 y había sido asesor económico del gobierno de Weimar. En los Estados Unidos, en 1930-31, había formado parte del Comité de Emergencia sobre Empleo del presidente Herbert Hoover. En 1933 renunció a sus puestos en Alemania y fue contratado como profesor invitado en Princeton en 1933-35, después de lo cual enseñó en la Universidad de Nueva York de 1935 a 1942, en Vassar de 1942 a 1944 y en la Universidad de Howard de 1946 a 1952. . A principios de la década de 1940, Nathan dio una conferencia sobre economía marxista para el grupo de estudio marxista de Vassar. Trabajó estrechamente con Einstein desde 1933 hasta su muerte en 1955, a menudo también como asesor financiero. Einstein lo llamó su "amigo más cercano" y confidente. Nathan era el único albacea y cofideicomisario (junto con la secretaria de Einstein, Helen Dukas) del patrimonio de Einstein. Durante su larga colaboración, Einstein trató a Nathan como su representante en asuntos políticos y educativos, enfatizando su acuerdo en todos los asuntos15.
Para Einstein, una educación humana y progresista estaba directamente vinculada al avance de la causa socialista. En 1946-47 desempeñaría un papel destacado, junto con Nathan, en la fundación de la Universidad Brandeis, originalmente concebida como una institución secular de educación superior de base judía que también representaría una concepción nueva y más amplia de una universidad libre. Aquí se encontrarían las opiniones de Einstein sobre la reforma educativa y el cambio social radical. La fundación de Brandeis fue una respuesta al sistema de cuotas de las instituciones de la Ivy League de Estados Unidos, así como de casi todos los demás colegios y universidades, que limitaban el número de estudiantes judíos, junto con los de otras minorías. La propuesta original para la nueva universidad era ponerle el nombre de Einstein, pero él se negó y declaró que debería llevar el nombre de "un gran judío que también fue un gran estadounidense", lo que llevó a que la universidad llevara el nombre del ex juez de la Corte Suprema. Tribunal de los Estados Unidos Louis Brandeis.17
Sin embargo, el apoyo de Einstein fue fundamental para que la nueva universidad despegara. La principal fuente de financiación para el establecimiento de la nueva universidad fue la Fundación Albert Einstein para la Educación Superior, en cuya junta directiva se encontraba Nathan. El presidente de la Fundación era S. Ralph Lazrus, un rico hombre de negocios con una visión política progresista, vinculado a la cadena de grandes almacenes Allied Stores y a la Benrus Watch Company. El Patronato de Brandeis estuvo presidido por George Alpert.
En enero de 1947, Paul M. Sweezy, uno de los principales economistas de izquierda del mundo, autor de La teoría del desarrollo capitalista: principios de la economía política marxista (1942), que acababa de dimitir de su puesto como profesor de economía en Harvard – presentó un informe de ochenta y siete páginas, titulado Un plan para la Universidad Brandeis, que describe una estructura propuesta para la nueva universidad.19 El Plan Sweezy fue claramente encargado por la Fundación Albert Einstein, proveniente de Nathan como representante de Einstein. Nathan y su buen amigo, el periodista trabajador socialista Leo Huberman, se reunían casi a diario mientras el primero enseñaba en la Universidad de Nueva York. Como resultado, Nathan conoció a Sweezy, con quien Huberman tenía una fuerte amistad y una estrecha relación de trabajo.20
El plan Brandeis de Sweezy tenía como objetivo crear una universidad más abierta, accesible y orientada al futuro, diferente a cualquier otra existente en los Estados Unidos. Tenía “dos premisas principales”. En primer lugar, “el corazón y el alma de la universidad” serían “su cuerpo docente”, quienes gobernarían la propia universidad como autoridad suprema. Todos los estándares e incentivos deberían haberse determinado internamente, en lugar de venir desde afuera. En segundo lugar, la propia universidad sería concebida como “una comunidad de estudio y aprendizaje”. Sweezy indicó que se debería hacer hincapié en la creación de una institución pequeña y de primer nivel, comenzando con un cuerpo docente de cien personas y un cuerpo estudiantil de unos quinientos. El énfasis inicial estaría en las ciencias sociales y las humanidades, con el profesorado organizado en escuelas y no en departamentos. También enfatizó que se daría prioridad a “atraer negros calificados tanto al cuerpo docente como al estudiantado” y que varias becas ofrecidas por la universidad se reservarían “exclusivamente para estudiantes negros”. Todas estas propuestas estaban en línea con las opiniones de Nathan y Einstein, y Nathan presentó un esquema de cinco páginas de la estructura de la nueva universidad con la que se integraba el plan más amplio de Sweezy. Un trabajo crítico clave identificado en Un plan para la Universidad Brandeis de Sweezy fue The Higher Learning in America21 de Thorstein Veblen .
Sin embargo, supuestamente surgió un conflicto entre la Fundación Albert Einstein para la Educación Superior y el Patronato de Brandeis con respecto a los planes académicos progresistas de la Fundación. La cuestión saldría a la luz en el contexto de la elección del rector de la nueva universidad. En busca de un presidente potencial, y con el apoyo de Einstein, Nathan viajó a Londres para reunirse con Harold Laski, sin duda alentado por Huberman y Sweezy, quienes habían estudiado con Laski en la London School of Economics (LSE 22 Laski), un ex instructor de Harvard. , que durante muchos años fue profesor de la LSE y miembro de la ejecutiva del Partido Laborista británico, fue ampliamente reconocido como uno de los principales pensadores político-económicos del mundo. En 1939, Laski escribió un artículo, “Por qué soy marxista”, publicado originalmente en los Estados Unidos en The Nation y luego reimpreso en Monthly Review tras su muerte en 1950. En respuesta a la Gran Depresión y el ascenso del nazismo, declaró : “ Ha llegado el momento de un ataque central a la estructura del capitalismo. Nada menos que una socialización total puede remediar la situación. La alternativa en toda la civilización occidental… es, en mi opinión, una rápida deriva hacia el fascismo”.23
Nathan y Einstein creían que Laski, uno de los principales pensadores judíos del mundo, comprometido con la educación laica y con fuertes valores socialistas, era la elección ideal para la presidencia de Brandeis, capaz de formar una sociedad más libre, más abierta y más progresista de lo que imaginaban. Einstein, con el apoyo inicial de Alpert y con lo que Einstein afirmó era la autorización de la Junta Directiva y de la Fundación (aunque luego sería cuestionada), escribió a Laski, invitándolo a considerar la posibilidad de asumir el cargo de presidente de Brandeis. 24 En la carta del 15 de abril de 1947, Einstein decía:
“Estimado Sr. Laski,
Como supo hace unos meses por mi amigo Otto Nathan, aquí se está haciendo un esfuerzo muy serio para establecer una nueva universidad, lo que creemos que se ha vuelto necesario debido al sistema de cuotas utilizado abierta o encubiertamente por casi todos los estadounidenses. Colegios y universidades. Esperamos que la nueva institución facilite que los hombres y mujeres jóvenes de religiones judías y otras minorías obtengan una educación de alto nivel. Asimismo, esperamos brindar la oportunidad a aquellos científicos y académicos, que en las condiciones actuales sufren una grave discriminación, de encontrar un lugar donde puedan enseñar y trabajar. La Universidad estará en manos judías, pero estamos decididos a transformarla en una institución animada por un espíritu libre y moderno, que enfatice, sobre todo, la erudición y la investigación independientes y que no conozca discriminación a favor o en contra de nadie por motivos de sexo, color , credo, origen nacional u opinión política. Corresponderán a la Facultad todas las decisiones sobre políticas educativas, sobre organización de la docencia y de la investigación.
El Patronato me ha delegado la facultad de elegir al primer rector de la Universidad. Este hombre tendría la ardua tarea de ayudarnos a determinar los fundamentos fundamentales de la Universidad y de seleccionar y organizar el profesorado inicial del que tanto depende. Todos creemos que de todos los judíos vivos usted es el hombre que, al aceptar el gran desafío, tendría mayores posibilidades de éxito. No sólo conoce usted los Estados Unidos y sus instituciones académicas más íntimamente que muchos educadores estadounidenses, sino que su reputación como académico excepcional está muy extendida en todo el país.
Por lo tanto, le escribo para preguntarle si estaría dispuesto a considerar tal invitación”.25
Laski
respondió casi de inmediato a la oferta de Einstein, señalando que,
lamentablemente, por motivos personales y familiares, así como por
su compromiso con la lucha por el socialismo en Gran Bretaña, no
podía salir de Londres y, por tanto, no podía aceptar la oferta.
.26 Sin embargo, a pesar de la carta de Laski rechazando el puesto,
que ya había sido recibida, Alpert vio claramente la oferta a Laski
como un tema potencialmente controvertido y una forma de tomar el
control de la gestión de la universidad. El objetivo era marginar a
Nathan y Lazrus, y por tanto a Einstein, anulando el papel de la
Fundación Albert Einstein en la determinación de la dirección
académica de la universidad. Así, a pesar de su apoyo inicial a la
oferta a Laski, Alpert tomó ahora el camino opuesto. De repente
argumentó, aunque la acusación era dudosa y carecía de pruebas
claras, que Nathan y Lazrus (implicando indirectamente al propio
Einstein) se habían excedido en su autoridad al hacerle tal oferta a
Laski. Alpert negó que la junta directiva de la Fundación hubiera
autorizado la oferta en una reunión que ahora afirmaba que carecía
de quórum.27 Más precisamente, insistió en que la elección de
Laski era inaceptable porque reflejaba una política radical y
“antiestadounidense”.
La respuesta de
Einstein fue defender a Nathan y Lazrus, dejando claro que tenían
toda su confianza y que habían actuado de acuerdo con sus ideas.
Destacó que él mismo escribió la carta a Laski después de obtener
la aprobación de Alpert, de la junta directiva y de la Fundación.
Luego, Einstein cortó su conexión con Brandeis, lo que provocó que
el nombre de la Fundación Albert Einstein para la Educación
Superior se cambiara a Fundación Brandeis y que tanto Nathan como
Lazarus renunciaran a sus cargos.
Según Alpert, cuyas observaciones sobre el incidente fueron destacadas en el New York Times el 23 de junio de 1947, bajo el titular "Sesgo izquierdista acusado en University Row", los asociados de Einstein se habían "arrogado la definición de política académica", con el objetivo de dar en la universidad "una orientación política radical" y abrirse "subrepticiamente" hacia una "opción absolutamente inaceptable". Con la introducción de tácticas macartistas, Alpert declaró que era inaceptable que cualquier figura intelectual asociada con ideas socialistas dirigiera una universidad estadounidense.29
Einstein quedó impactado por las tácticas del Terror Rojo utilizadas contra él y sus colaboradores, como se refleja en el borrador de respuesta a las declaraciones públicas de Alpert. Su respuesta pública real, sin embargo, fue moderada y directa:
“Las declaraciones de prensa hechas por George Alpert y otro miembro del Patronato de la Universidad de Brandeis con motivo de mi retiro y el de mis amigos, los profesores Otto Nathan y S. Ralph Lazrus, me convencieron de que no era demasiado pronto para romper un vínculo del que no se podía esperar nada bueno de la comunidad. Mis compañeros de clase y yo habíamos llegado con gran reticencia a la conclusión de que el tipo de institución académica que nos interesaba no podría realizarse en las circunstancias actuales y con el liderazgo actual.”30
Como escribió William Zuckerman en la publicación judía The American Hebrew: “La declaración del Sr. Alpert es… [la] de un político reaccionario y partidista digno de un miembro del Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara, no de un rector de una universidad que lleva el nombre del Comité. difunto juez Brandeis “31.
La campaña de Wallace y el nacimiento de la
Monthly Review
El fracaso, en el clima represivo de la época, en crear un nuevo tipo de universidad abierta y democrática, dedicada a una visión más progresista, con control absoluto sobre la institución ejercido por el profesorado, sin discriminación racial en sus políticas de admisión e incorporando políticas socialistas. Los valores de igualdad tuvieron un profundo efecto en Einstein. En 1948, en medio de la histeria anticomunista que entonces se dirigía contra todos los movimientos de izquierda del país, incluidas las fuerzas radicales de izquierda sindical, de derechos civiles y académica que habían formado una coalición bajo el New Deal de Roosevelt, Einstein apoyó Wallace, el candidato del Partido Progresista en las elecciones presidenciales. Wallace contó con el apoyo de las fuerzas radicales que habían dado gran parte del impulso al New Deal de Roosevelt. Su campaña se opuso a la Guerra Fría, apoyó el control internacional de las armas nucleares y apoyó los derechos civiles y de los trabajadores. Una famosa fotografía tomada poco antes del lanzamiento oficial del Partido Progresista muestra a Einstein y Paul Robeson junto a Wallace.32 Huberman y Sweezy escribieron el preámbulo de la plataforma del Partido Progresista, que fue adoptada en la Convención de Filadelfia en julio de 1948. Sweezy asumiría el poder el puesto como presidente de campaña de Wallace en New Hampshire.33
A pesar de obtener más de un millón de votos, Wallace perdió rotundamente las elecciones, en parte debido a la campaña de hostigamiento rojo emprendida en su contra por el candidato presidencial del Partido Demócrata, el entonces presidente Truman.34 A raíz de la desastrosa derrota de Wallace, Huberman, Sweezy, Nathan, y aparentemente incluso Einstein, llegaron a la conclusión de que una de las principales razones de la derrota electoral de Wallace fue su incapacidad para articular una visión positiva, que sólo podía provenir del socialismo. Einstein creía que Wallace era “sin duda un liberal”, no un socialista.35
En estas circunstancias, Huberman, Sweezy y Nathan se convencieron de que en Estados Unidos se necesitaba un periódico socialista independiente que proporcionara la educación y la visión política necesarias, aunque esto fuera, en el contexto de la época, sólo una mera "defensa". una acción de retaguardia”. 36 Como resultado, comenzaron a trabajar juntos para fundar lo que se convirtió en Monthly Review. Fueron ayudados por Matthiessen, quien había trabajado con Sweezy en la formación del Sindicato de Maestros de Harvard en la década de 1930 y también era un partidario activo de Wallace. Nathan era un miembro silencioso del grupo editorial fundador de la nueva revista y no quería aparecer en la revista dados los ataques macartistas que ya estaban dirigidos a los profesores universitarios. Escribió para los dos primeros números de Monthly Review y participó activamente en su planificación y desarrollo. Sin embargo, su papel disminuyó gradualmente en el primer año de publicación. Su contribución más duradera a la Monthly Review fue animar a Einstein a escribir para el primer número.
Así, cuando se publicó el número inaugural de Monthly Review en mayo de 1949, Huberman y Sweezy figuraban como editores, mientras que los cuatro autores de los artículos del número (después de dos editoriales) eran, en orden, Einstein, Sweezy, Huberman y Nathan. Fue el artículo de Einstein en el primer número de Monthly Review el que asumió la tarea principal de articular el significado del socialismo mismo y llamó la atención del FBI sobre la revista.
Había una larga tradición de destacados socialistas que publicaban artículos titulados “Por qué soy socialista”. 39 Nathan, con el apoyo de Huberman y Sweezy, sugirió que Einstein escribiera tal ensayo. Einstein, sin embargo, decidió adoptar un formato completamente diferente, sin basarse en sus propias opiniones subjetivas, sino más bien presentando un argumento objetivo y directo para elegir un camino socialista, lo que llevó a la cualidad muy particular de “¿Por qué el socialismo?”, que tomó de carácter científico40.
Einstein y la defensa objetiva del socialismo
Escrito con desesperada brevedad, “¿Por qué el socialismo?” de Einstein tenía poco más de seis páginas. Aunque fue producto exclusivamente suyo, mostró la influencia de dos grandes pensadores socioeconómicos: Veblen y Karl Marx. Como escribió C. Wright Mills en una famosa introducción a La teoría de la clase ociosa de Veblen: “Thorstein Veblen es el mejor crítico de Estados Unidos que Estados Unidos ha producido”. 41 En la década de 1940, Veblen era uno de los autores favoritos de Einstein. En 1944, Einstein escribió: “Debo innumerables horas felices a la lectura de las obras de [Bertrand] Russell, lo que no puedo decir de ningún otro escritor científico contemporáneo excepto Thorstein Veblen”. 42 Einstein veía a Marx como un gran pensador, que estaba al lado de Baruch. Spinoza como exponente de la libertad humana derivada de la tradición judía. Como declaró: “En la tradición del pueblo judío hay un amor por la justicia y la razón que debe continuar trabajando por el bien de todas las naciones, ahora y en el futuro. En los tiempos modernos esta tradición ha producido a Spinoza y Karl Marx”43.
La primera mitad de “¿Por qué el socialismo?” se refería a las opiniones de Veblen. Einstein comenzó su ensayo con una pregunta y una respuesta: “¿Es aconsejable que alguien que no es un experto en temas económicos y sociales exprese opiniones sobre el tema del socialismo? Creo que lo es por varias razones". Continuó explicando que hasta el día de hoy “no hemos superado en ninguna parte lo que Thorstein Veblen llamó 'la fase depredadora' del desarrollo humano...
Dado que el verdadero objetivo del socialismo es precisamente superar y avanzar más allá de la fase depredadora del desarrollo humano, la ciencia económica en su estado actual puede arrojar poca luz sobre la sociedad socialista del futuro”. 44 También era cierto que el socialismo estaba “dirigido hacia "un objetivo ético-social" al que la ciencia, tal como se la entiende normalmente, poco podría contribuir. Por lo tanto, los expertos en las estructuras económicas actuales no eran “los únicos que tenían derecho a expresarse sobre cuestiones que conciernen a la organización de la sociedad”.45
La principal ocupación de Einstein en ese momento era la lucha por la paz mundial frente a la amenaza existencial que representaban las armas nucleares. La cuestión de la paz está directamente vinculada a la relación del individuo con la sociedad. El individuo típico del capitalismo contemporáneo estaba tan alienado y conmocionado por las terribles circunstancias que entonces prevalecían, tanto de origen económico como resultantes de la amenaza de guerra, hasta el punto de que a menudo cuestionaba el concepto mismo de humanidad.
Como escribió Einstein: “Recientemente hablé con un hombre inteligente y bien dispuesto sobre la amenaza de otra guerra, que en mi opinión pondría en grave peligro la existencia de la humanidad, y observé que sólo una organización supranacional ofrecería protección contra el peligro. Entonces mi visitante, muy tranquila y fríamente, me dijo: '¿Por qué te opones tan profundamente a la desaparición de la raza humana?'”46
Einstein afirmó que nada más indicaba tan claramente la crisis social y moral contemporánea: “Estoy seguro de que hace sólo un siglo nadie habría hecho tal afirmación tan a la ligera. Es la declaración de un hombre que ha intentado en vano lograr un equilibrio dentro de sí mismo y ha perdido más o menos la esperanza de lograrlo. Es la expresión de una dolorosa soledad y aislamiento que tanta gente sufre en estos días. ¿Cuál es la causa? ¿Hay alguna salida?47
La propia negativa a afrontar la crisis existencial de la humanidad, llegando incluso a negar la importancia de la continuación de la existencia humana, dramatizó la desesperación y la alienación generalizadas entonces, como ahora, haciendo necesario buscar una salida.
“El hombre”, observa Einstein en “¿Por qué el socialismo?”, “es al mismo tiempo un ser solitario y un ser social”. Por tanto, el carácter del ser humano es producto de impulsos individuales y sociales, que reflejan fuerzas internas y externas.48
Cada persona tiene tanto una "constitución biológica" heredada como una "constitución cultural" adoptada por la sociedad, que en conjunto afectan su desarrollo. Sin embargo, los individuos pueden influir en sus vidas hasta cierto punto en virtud de la conciencia, la comunicación y las acciones que cada uno elige realizar dentro de las limitaciones que presenta la sociedad, que en sí misma está sujeta a cambios. “El comportamiento social de los seres humanos puede ser muy diferente, dependiendo de los modelos culturales imperantes y de los tipos de organización que predominen en la sociedad. En esto pueden basar sus esperanzas quienes se esfuerzan por mejorar la suerte del hombre: los seres humanos no están condenados, por su constitución biológica, a aniquilarse unos a otros ni a estar a merced de un destino cruel y autoinfligido. "49
Fue esta firme creencia la que llevó a Einstein, en su ensayo, a abordar la estructura de la sociedad actual. La dependencia del individuo de la sociedad hoy, escribe, es tal que el individuo “no experimenta esta dependencia como... un vínculo orgánico, como una fuerza protectora, sino más bien como una amenaza a sus derechos naturales, o incluso a su existencia económica. Esto se debe a que la estructura de la sociedad es tal que acentúa los "impulsos egoístas" y al mismo tiempo debilita los "impulsos sociales" presentes en la composición del individuo, "que son por naturaleza más débiles", yendo así en contra del hecho insuperable que "el hombre sólo puede encontrar sentido a la vida, por corta y peligrosa que sea, dedicándose a la sociedad".50
Basándose en Marx para gran parte de su argumento, Einstein enfatizó que si bien existe "una enorme comunidad de productores" en la "sociedad capitalista" actual, la gran mayoría de ellos están privados "de los frutos de su trabajo colectivo", ya que "todo el La capacidad productiva de la sociedad” es “en su mayor parte… propiedad privada de los individuos”. Aquí, esbozó “por simplicidad” (es decir, en un alto nivel de abstracción), las principales características de una sociedad de clases capitalista. En este sistema, “los 'trabajadores'... [o] todos aquellos que no participan en la propiedad de los medios de producción” se ven obligados a vender su “fuerza de trabajo” al “dueño de los medios de producción”.51 Por lo tanto, el propietario puede apropiarse de todo el excedente (valor) generado más allá de lo que se paga al trabajador para satisfacer las "necesidades mínimas" de este último. "Es importante comprender", escribió, "que incluso en teoría el pago del trabajador no está determinado por el valor de su producto".52
Las principales contradicciones de la sociedad de clases capitalista, según Einstein, surgían de la promoción de la desigualdad. En lugar de tender a condiciones igualitarias, “el capital privado tiende a concentrarse en unas pocas manos” a través del funcionamiento normal del proceso de acumulación, mediante el cual “la formación de unidades de producción más grandes” se produce “a expensas de las más pequeñas”. Esto genera “una oligarquía del capital privado” tan poderosa que “no puede ser controlada efectivamente ni siquiera por una sociedad democráticamente organizada”. Esto es tanto más cierto cuanto que los políticos electos y los partidos a los que pertenecen están “en gran medida financiados o influenciados de otro modo por capitalistas privados” que se interponen entre el electorado y la mayoría de la población. “Además, en las condiciones actuales, los capitalistas privados controlan inevitablemente, directa o indirectamente, las principales fuentes de información (prensa, radio, educación)”, que median entre quienes gobiernan la sociedad y la población en su conjunto.53
El capitalismo, explicó Einstein, es un sistema en el que “la producción se hace con fines de lucro, no para uso”, dejando a muchos en situación de desventaja y desventaja. El sistema cuenta con el apoyo de “un ejército de desempleados”, de modo que el trabajador teme constantemente ser relegado al ejército de reserva del trabajo. Los nuevos avances tecnológicos a menudo resultan en que los trabajadores pierdan sus empleos, fortaleciendo así aún más el ejército de desempleados y el poder relativo de los propietarios.54
El “motivo de lucro”, junto con la competencia desenfrenada, son responsables de graves crisis económicas, un “enorme desperdicio de trabajo” y la “parálisis de la conciencia social de los individuos”. Este último es “el peor mal del capitalismo”, ya que permite que la sociedad se vuelva contra la población. “Todo nuestro sistema educativo” cultiva valores tan alienados y por tanto “sufre este mal”.55
“Estoy convencido de que sólo hay una manera de eliminar estos graves males”, declaró Einstein, “es decir, mediante la creación de una economía socialista, acompañada de un sistema educativo orientado hacia objetivos sociales. En una economía así, los medios de producción son propiedad de la propia sociedad y se utilizan de manera planificada” de acuerdo con las necesidades sociales e individuales. “La educación del individuo, además de promover sus capacidades innatas, intentará desarrollar en él un sentido de responsabilidad hacia sus semejantes en lugar de la glorificación del poder y el éxito en nuestra sociedad actual”.56
Aquí vemos la importancia que le dio, como lo expresó en su carta a Laski, a la creación de una institución educativa libre de “discriminación a favor o en contra de cualquier persona por motivos de sexo, color, credo, origen nacional u opinión política” –una en el que “todas las decisiones sobre políticas educativas, la organización de la enseñanza y la investigación estarán en manos de los profesores”, no de juntas directivas llenas de magnates empresariales.
"Una economía planificada", insistió Einstein, "no es todavía socialismo". Esto no significa necesariamente el fin de la “esclavitud del individuo”. La realización real del socialismo significó abordar cuestiones cruciales como la cuestión de ampliar en lugar de limitar la democracia, combatir la burocracia y proteger los derechos del individuo. Concluyó su artículo refiriéndose al Monthly Review, cuya fundación había apoyado firmemente: “La claridad sobre los objetivos y problemas del socialismo es de suma importancia en nuestra era de transición. Dado que en las circunstancias actuales el debate libre y sin obstáculos sobre estos temas se ha convertido en un poderoso tabú, considero la fundación de esta revista como un importante servicio público."57
El “poderoso tabú” fue el macartismo, que entonces dominaba todo el discurso de la sociedad estadounidense. El propio Einstein había sentido su fuerza directamente en sus intentos de crear una universidad nueva y más libre en Brandeis, que fueron víctimas de acusaciones de antiamericanismo; en su papel en la campaña de Wallace, que le llevó a ser criticado como un "viajero engañado y seguidor" del comunismo; y en ataques al estilo de una caza de brujas contra muchos de los socialistas y radicales con los que estaba más estrechamente asociado. Aunque la reputación y el estatus mundial de Einstein lo hicieron prácticamente intocable, esto no fue cierto para los otros autores que escribieron para el primer número de Monthly Review. Huberman, Sweezy y Nathan serían citados ante la inquisición macartista y amenazados con prisión por negarse a dar nombres y cooperar, basando sus casos en la Primera Enmienda, como recomendó Einstein.58
“¿Por qué socialismo?” o "¿Por qué liberalismo?"
El poder del nombre de Einstein y la fuerza de sus opiniones son tales que incluso hoy, setenta y cinco años después de la publicación de "¿Por qué el socialismo?", se intenta negar o disminuir su compromiso con el socialismo y argumentar que "¿Por qué el socialismo?" " tenía poca importancia, no decía lo que parecía decir, estaba en contradicción con su propio desarrollo intelectual y no tiene significado real para nuestros tiempos. La mayoría de las biografías de Einstein simplemente ignoran su política, considerándola de poca importancia.59
En realidad, esto tiene que ver con el inconveniente hecho de que Einstein era un político radical, a menudo visto como un tribuno de la izquierda.
Sin embargo, en los últimos años, el interés en las opiniones políticas de Einstein ha aumentado notablemente después de la publicación de Fred Jerome en 2002 de The Einstein File, que documentó la persecución de Einstein por parte del FBI por sus opiniones y políticas de izquierda. En 2007, los autores David E. Rowe y Robert Schulmann, ambos destacados estudiosos de Einstein, publicaron la colección Einstein on Politics con Princeton University Press. El libro fue inmediatamente reconocido como un recurso invaluable, que reúne materiales de numerosas fuentes, algunas de las cuales no habían sido publicadas anteriormente. Rowe y Schulmann proporcionaron no sólo una introducción general, sino también extensos comentarios sobre los diversos artículos incluidos en su colección.
La
deficiencia más evidente en el libro de Rowe y Schulmann fue la
exclusión de los numerosos tratamientos de Einstein sobre el racismo
fuera de las cuestiones del judaísmo, el sionismo, Israel y
Palestina.
"Sólo
después [de la Segunda Guerra Mundial]", escriben, Einstein
comenzó "a hablar con más insistencia del legado perdurable de
la esclavitud manifestado en el sentimiento de superioridad de los
blancos estadounidenses sobre los negros". En este caso, sin
embargo, se vieron obligados a matizar esta afirmación reconociendo
que Einstein había escrito sobre el racismo en los Estados Unidos ya
en 1931-32, pero omitiendo el hecho crucial de que el artículo clave
al que se hace referencia fue escrito para la revista The
Crisis. bajo
la dirección nada menos que de WEB Du Bois.60 Sólo Robeson, y no Du
Bois, aparece en el relato de Roe y Schulmann sobre la política de
Einstein –e incluso entonces, se menciona a Robeson sólo en
relación con la famosa fotografía de él retratada junto con
Einstein y Wallace.61
Sin embargo, hay otra deficiencia, más sutil, en Einstein sobre la política, relacionada con la agenda política del libro, que está diseñada para transformar a Einstein de socialista a liberal. Aquí Rowe y Schulmann intentan revocar la afirmación más famosa de Einstein sobre el socialismo: “¿Por qué el socialismo?”. De hecho, el libro de Einstein “¿Por qué el socialismo?”, sostienen Rowe y Schulmann, a pesar de su título, en realidad no era en absoluto un argumento a favor del socialismo, sino más bien a favor de una especie de liberalismo de izquierda. Implícita en esto está la idea de “¿Por qué el socialismo?” Debería haberse titulado “¿Por qué el liberalismo?” Por lo tanto, critican duramente a Nathan, el amigo más cercano y confidente de Einstein, así como albacea/fideicomisario de su patrimonio, por malinterpretar completamente a Einstein al describirlo como socialista.62
“¿Por qué el socialismo?”, nos hacen creer, puede parecer un argumento a favor del socialismo, pero se desmiente rápidamente si se “contextualiza adecuadamente”.63
Parte de esta “contextualización correcta”, al parecer, surge de la observación de que Einstein fue a menudo crítico de la Unión Soviética y había indicado en una carta que algunas teorías bolcheviques eran “ridículas”, como si esto en sí mismo significara el rechazo total del socialismo. 64
Además, una “contextualización correcta” de “¿Por qué el socialismo?”, argumentan de manera inverosímil los editores de Einstein on Politics, incluye el reconocimiento de que al criticar “la oligarquía del capital”, la intención de Einstein era, en sus palabras, “no tanto no promover el socialismo como sistema económico, sino apoyar una economía planificada como una herramienta importante para lograr objetivos ético-sociales”. Aquí eluden la opinión claramente expresada por Einstein de que una economía planificada sería un primer paso necesario y “socialista”, si no suficiente, en el proceso general de creación del socialismo pleno.65
Como
Einstein creía en los derechos humanos y la democracia, los editores
de Einstein on Politics suponen extrañamente que no podría haber
sido socialista.
Así, se nos dice que sus
argumentos en “¿Por qué el socialismo?” contra la “desigualdad
de ingresos y la explotación de personas económicamente
vulnerables”, que atribuyó al sistema capitalista, si “se
contextualiza adecuadamente”, podría considerarse que cae “en el
objetivo liberal tradicional de la autorrealización del individuo”,
interesado en derechos democráticos, en lugar de constituir, como
pensaba el propio Einstein, argumentos a favor del socialismo
democrático.66
Volviendo a la cuestión de los intelectuales y la clase trabajadora, los defensores de una “contextualización correcta” de la política de Einstein proclaman que, como intelectual, él no tuvo experiencia directa con las condiciones de la clase trabajadora ni con la clase trabajadora misma y, por lo tanto, necesariamente “ puso su fe en los llamamientos a la razón por parte de una intelectualidad liberal” – como si la fe en los llamamientos a la razón por parte de una intelectualidad socialista estuviera simplemente fuera de su alcance.67 Aunque Einstein no estaba directamente relacionado con clase obrera, estaba rodeada de socialistas, muchos de los cuales lo eran.
En un nuevo intento de revertir la política de Einstein, la declaración directa de Nathan de que Einstein era socialista debido a su profundo compromiso con el igualitarismo es objeto de un feroz ataque por parte de Rowe y Schulmann. Argumentan que Nathan, a pesar de su estrecha amistad con Einstein, malinterpretó el verdadero carácter del gran hombre, que en realidad se inclinaba hacia un “elitismo ferviente”.68
Finalmente, se sugiere sutilmente que una “contextualización correcta” de las opiniones de Einstein en “¿Por qué el socialismo?” Lo verían como un ingenuo "filósofo moral", incapaz de orientarse en el mundo real de la política, lo que le lleva a apoyar utópicamente un futuro socialista, ocultando sus innatas tendencias liberales69.
No sólo Einstein (junto con Nathan) está sujeto de esta manera a la “contextualización correcta” de Rowe y Schulmann, sino también la publicación en la que “¿Por qué el socialismo?” apareció, Revisión mensual. Rowe y Schulmann sostienen que los editores de Monthly Review, Huberman y Sweezy (y Nathan detrás de escena) "buscaron apropiarse" de Einstein para sus propios fines de izquierda al publicar "¿Por qué el socialismo?" "con gran fanfarria" en mayo de 1949. Sin embargo, lejos de ser "gran fanfarria", el único comentario sobre Einstein o su artículo hecho por alguien en el número inaugural de la Monthly Review en el que apareció su artículo fue una sola línea que identificaba al autor. : “Albert Einstein es el físico mundialmente famoso”.70
Su artículo no tuvo la máxima visibilidad dentro de la revista, ya que siguió a dos importantes editoriales, ni destacó en la portada. En lugar de haberse apropiado de él “con gran fanfarria”, los editores del Monthly Review podrían ser razonablemente criticados por subestimar la notable importancia del artículo de Einstein.
La sensación que sin duda querrían transmitir los ilustres editores de Einstein on Politics es que Einstein fue todo menos un participante voluntario en todo esto. Esta opinión, sin embargo, se ve desmentida por sus estrechas relaciones con Nathan; por sus vínculos indirectos con Sweezy en la planificación de Brandeis; de los papeles principales que desempeñaron Huberman, Sweezy y Einstein en la campaña de Wallace; y por el párrafo final de su artículo que indica un fuerte apoyo a la nueva revista.
No contentos con estas acusaciones, Rowe y Schulmann declaran, como para poner en duda la futura "apropiación" de su ensayo, que el artículo de Einstein ha sido reimpreso por la Monthly Review "todos los años" a lo largo de su historia. Sin embargo, en los cincuenta y ocho años de publicación mensual, en el momento en que Rose y Schulmann escribían, el artículo de Einstein se había reimpreso en sus páginas sólo ocho veces, aproximadamente una vez cada siete años71.
La lucha política constante por el socialismo
La defensa del socialismo por parte de Einstein estaba enteramente en consonancia con sus posiciones sobre la educación, el racismo, el colonialismo y la paz. Las persecuciones en relación con sus planes para la Universidad Brandeis, sus compromisos socialistas y su carta a Laski han continuado durante este siglo. 72 Sin embargo, en general, Brandeis prefirió restar importancia al conflicto político, presentando a Einstein simplemente como una figura magnánima involucrada en la fundación de la universidad e insinuando su continuo apoyo para hacer el mejor uso de su nombre. 73
Einstein casi siempre rechazaba cortésmente las ofertas de las universidades para obtener un título honorífico, no sólo porque eran muy numerosas, sino también porque no se sentía cómodo con la naturaleza de la educación superior en Estados Unidos. 74
Pero cuando el primer presidente de Brandeis, Abram L. Sachar, le ofreció tal título honorífico en mayo de 1953, no envió su habitual respuesta cortés, sino que explicó enojado que "lo que pasó en la fase de preparación de la Universidad de Brandeis no fue causado por un malentendido”, pero era engañoso y desmedido “y ya no puede repararse”. En una respuesta anterior, en julio de 1949, a una propuesta de Sachar, se refirió a la “desconfianza y falsedad de algunos miembros del consejo de administración” que lo habían llevado a cortar todos los vínculos con la universidad. 75
Sin embargo, aunque Einstein deploraba la forma en que las universidades estadounidenses, incluida Brandeis, estaban gobernadas por intereses políticos y elitistas, estaba dispuesto a aceptar un título honorífico en 1946 de la pequeña e históricamente negra Universidad Lincoln de Pensilvania, que, cuando se fundó en 1854, era la primera institución de su tipo. En su discurso en esa ocasión, según informó el Baltimore Afro-American (la prensa dominante generalmente ignoró su discurso), Einstein dijo: “Mi visita a esta institución fue en nombre de una buena causa. En Estados Unidos existe una separación entre la gente de color y los blancos. Esa separación [segregación] no es una enfermedad de la gente de color. Es una enfermedad blanca. No me voy a quedar callado al respecto".
En un artículo estrechamente relacionado de enero de 1946 en “The Negro Question”, Einstein declaró: “La perspectiva social de los estadounidenses... su sentido de igualdad y dignidad humana se limita a los hombres de piel blanca... Cuanto más americano me siento, más me duele esta situación. Sólo puedo escapar de la complicidad hablando abiertamente". En respuesta a una ola nacional de linchamientos ese año, se unió a Robeson como copresidente de la Cruzada Estadounidense para Acabar con los Linchamientos, a pesar de la caracterización del FBI como una organización fachada comunista. 76
En 1951, el gobierno federal acusó a Du Bois, entonces presidente del Centro de Información para la Paz con sede en Estados Unidos, junto con otros cuatro funcionarios del Centro, por no registrarse como “agentes extranjeros”. El Centro de Información para la Paz fue acusado de difundir el Llamamiento de Estocolmo del Consejo Mundial de la Paz de 1950, clasificado por las autoridades estadounidenses como una organización fachada soviética.77 El Llamamiento de Estocolmo tenía como objetivo prohibir las armas nucleares y fue firmado por varios millones de personas. En un tribunal federal, Du Bois fue defendido por el apasionado abogado y congresista radical Marcantonio.78 Einstein había aceptado testificar en favor de Du Bois, pero Marcantonio, para lograr el máximo efecto, retuvo esta información hasta el último momento, cuando estaba a punto de llamar a testigos de la defensa. Así recordó ese día en el tribunal la esposa de Du Bois, Shirley Graham Du Bois:
La fiscalía cerró el caso la mañana del 20 de noviembre… Marcantonio... le dijo al juez que sólo era necesario presentar un testigo de la defensa, el Dr. Du Bois. [Pero] Marcantonio añadió casualmente al juez: “Dr. Albert Einstein se ofreció a comparecer como testigo sobre la personalidad del Dr. Du Bois. El juez [Matthew F.] McGuire miró largamente a Marcantonio y luego levantó la sesión para el almuerzo. Cuando se reanudó el juicio, el juez McGuire... concedió la moción de absolución.79
Estaba claro que la publicidad internacional que resultaría de colocar a Einstein en el estrado como testigo en defensa de Du Bois era demasiado para el juez, que desestimó el caso por falta de pruebas, incluso antes de que Einstein pudiera subir al estrado.80
Einstein deploró el imperialismo estadounidense. Como le escribió a la Reina Madre de Bélgica, Isabel, en 1955: “No puedo liberarme de la idea de que ésta, la última de mis patrias, ha inventado para su propio beneficio un nuevo tipo de colonialismo, menos flagrante que el colonialismo de Bélgica. vieja Europa. Logra su dominio sobre otros países invirtiendo capital estadounidense en el extranjero, lo que hace que estos países dependan firmemente de Estados Unidos. Cualquiera que se oponga a esta política o a sus implicaciones es tratado como enemigo de Estados Unidos". Creía firmemente que Estados Unidos era el principal responsable de la tragedia de la Guerra de Corea.81
El conocido compromiso de Einstein con el sionismo se utiliza a menudo como una forma de negar o eludir sus puntos de vista radicales y socialistas. Un artículo de Time titulado “La complicada relación de Einstein con el judaísmo” de Samuel Graydon, publicado el 19 de diciembre de 2023, en medio de la guerra en curso de Israel en Gaza, afirmó que Einstein era un verdadero sionista y “superó sus objeciones instintivas” al elemento nacionalista. inherente al movimiento, es decir, la creación de un Estado judío”. Esto, sin embargo, es un mito creado casi inmediatamente después de su muerte, diseñado para ocultar la verdad. 82
En lugar de explorar el tema en profundidad, lo que habría planteado preguntas difíciles, el artículo de Time rápidamente se desvió hacia los detalles de la inmigración de Einstein a los Estados Unidos y su supuesto americanismo patriótico, a pesar de los ataques maccarthistas contra él, vinculando este americanismo legendario con su “ compromiso con la causa sionista”, sobre la cual, se nos dice, “no vaciló en sus últimos años”.83
De hecho, Einstein se opuso sistemáticamente a la creación de un “Estado judío” en Israel, y en lugar de ello defendió un Estado “binacional” que incluyera tanto a judíos como a palestinos, y por lo tanto fue lo que se ha llamado un “sionista cultural” en contraposición a un “sionista político”. Sostuvo que la inmigración judía debería limitarse a lo que sea compatible con la integración pacífica de judíos y palestinos en una patria común.84
En el artículo de Time faltaba por completo cualquier referencia a la carta del 8 de diciembre de 1948 al New York Times, firmada por Einstein, Hannah Arendt, Sidney Hook, Seymour Melman y otros intelectuales judíos, advirtiendo sobre el ascenso del movimiento en Israel. Menajem comienza. El partido Herut (“Libertad”), progenitor del actual Likud bajo Benjamín Netanyahu. La carta de Einstein y sus cofirmantes caracterizaba al Partido de la Libertad de Begin como "un partido político muy similar en organización, métodos, filosofía política y atractivo social a los partidos nazi y fascista".85
La destrucción casi total de Gaza por las Fuerzas de Defensa de Israel tras la inundación de Al-Aqsa del 7 de octubre de 2024, que causó, en abril de 2024, más de cien mil víctimas, incluidas más de treinta mil muertes, la mayoría de ellas mujeres, niños y otros no combatientes, muchos de los cuales corren el riesgo de morir de hambre, ha atraído una renovada atención mundial a la advertencia de Einstein sobre la evolución del Estado israelí.86
La principal preocupación de Einstein en sus últimos años fue la amenaza de aniquilación humana a causa de las armas nucleares. En 1946 se convirtió en presidente del Comité de Emergencia de Científicos Atómicos (ECAS). Aparte de Einstein, todos los miembros del comité habían trabajado en el desarrollo de la bomba atómica. Muchos de ellos recibieron el Premio Nobel. Sin embargo, el FBI debería haber incluido al ECAS como un grupo de fachada comunista, debido a sus esfuerzos por eliminar el desarrollo atómico del ejército y colocarlo bajo control internacional en un momento en que Estados Unidos todavía tenía el monopolio de las armas nucleares.87
El 1 de marzo de 1954, Estados Unidos llevó a cabo una desastrosa prueba de bomba de hidrógeno, cuyo nombre en código era “Castle Bravo”, en el atolón Bikini de las Islas Marshall. Se suponía que era una explosión con una potencia de seis megatones, pero debido a un error de cálculo de los científicos involucrados resultó ser la mayor explosión nuclear jamás realizada por los Estados Unidos, equivalente a quince megatones, mil veces la potencia explosiva de la bomba lanzada sobre Hiroshima.
Las consecuencias se extendieron sobre once mil kilómetros cuadrados y afectaron a las poblaciones marshalesas de los atolones habitados y a un barco pesquero japonés a ochenta y dos millas de distancia, fuera de la zona de peligro oficial. Cuando el barco Lucky Dragon regresó a Japón, se descubrió que los pescadores padecían una enfermedad por radiación. La noticia de esto llegó rápidamente a Einstein y lo afectó profundamente. Aunque la administración Eisenhower intentó ocultar la magnitud total del desastre durante un año, los científicos comenzaron a hacer preguntas y a proporcionar sus propios datos, lo que obligó a la administración a hacer pública gran parte de su información. El resultado fue una enorme preocupación mundial por los peligros de la lluvia radiactiva derivada de los ensayos nucleares en superficie, junto con la carrera armamentista nuclear en general. Esto conduciría en los años siguientes a la lucha masiva de científicos y ciudadanos para implementar el Tratado de Prohibición de los Ensayos Nucleares, firmado en 1963, que marcó el primer gran éxito del movimiento ambientalista moderno, que comenzó con preocupaciones sobre los ensayos nucleares atmosféricos.88
La última declaración que Einstein firmó en abril de 1955, pocos días antes de su muerte, apoyaba lo que se conoció como el “Manifiesto Russell-Einstein”, que declaraba que “las mejores autoridades son unánimes al decir que una guerra con bombas H podría Es muy probable que acabe con la raza humana. Se teme que si se utilizan muchas bombas H habrá una muerte universal…. Instamos a los gobiernos del mundo a que se den cuenta y reconozcan públicamente que sus propósitos no pueden lograrse mediante una guerra mundial y, en consecuencia, los instamos a encontrar medios pacíficos para la resolución de todas las cuestiones de disputa entre ellos".89 Como afirma Einstein en “¿Por qué el socialismo?”, el intento de encontrar una “salida” a la amenaza de extinción humana conduce en la dirección del socialismo.
El compromiso de Einstein con el socialismo no se basó simplemente en la socialización de los medios de producción y la creación de una economía planificada. Más bien, creía que “el socialismo… requiere que el poder concentrado esté bajo el control efectivo de los ciudadanos, de modo que la economía planificada beneficie a toda la población…. Sólo la lucha política constante y la vigilancia constante pueden crear y mantener tal condición”. De hecho, “cansarse en esa lucha” por la democracia y los derechos humanos, que sólo podrían lograrse plenamente con el socialismo, “significaría la ruina de la sociedad”.90
Hasta el final, Einstein se consideró a sí mismo, en sus propias palabras, un “revolucionario… un Vesubio que escupe fuego” político, que luchaba en nombre de una humanidad común.
Notas
? Oficina Federal de Investigaciones, Albert Einstein, Parte 8 de 14 (originalmente numerada 6 de 9) (sin fecha), 45 (1002), vault.fbi.gov; Fred Jerome, The Einstein File (Nueva York: St. Martin's Press, 2002), 114-15.
? Oficina Federal de Investigaciones, Albert Einstein, Parte 8 de 14 (originalmente numerada 6 de 9) (sin fecha), 46 (1003); Fred Jerome, The Einstein File (Nueva York: St. Martin's Press, 2002), 114-15.
? FBI, Albert Einstein, Parte 1 de 14 (originalmente numerada 1 de 9) (sin fecha), 14; Jerome, El expediente Einstein, 7.
? El expediente del FBI de Einstein seguía haciendo referencia a su artículo “¿Por qué el socialismo?” en la década de 1950, basado en información de la empresa anticomunista American Business Consultants Incorporated y su boletín Counter Attack. FBI, Albert Einstein, parte 9 de 14 (originalmente numerada 6 de 9) (sin fecha), 82 (1149).
? Albert Einstein a Franklin D. Roosevelt, 2 de agosto de 1939 (carta redactada originalmente por Leo Szilard en consulta con Einstein y enviada a Roosevelt con la firma de Einstein), The Manhattan Project: An Interactive History, Departamento de Energía de EE. UU., osti .gov; Silvan S. Schweber, Einstein y Oppenheimer (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 2008), 42–46; David E. Rowe y Robert Schulmann, Introducción a Einstein sobre política, David E. Rowe y Robert Schulmann, eds. (Princeton: Princeton University Press, 2007), 40–41. Como escribe Fred Jerome: “Einstein culpó de los bombardeos atómicos de Japón a la política exterior antisoviética de Truman…. Le dijo a un entrevistador del Sunday Express en Londres que si FDR hubiera sobrevivido a la guerra, Hiroshima nunca habría sido bombardeada” (Jerome, The Einstein File, 56). La opinión de Einstein sobre el uso de la bomba atómica en Japón como primer paso en la Guerra Fría fue compartida por muchos otros científicos de la época, en particular el físico nuclear británico PMS Blackett, ganador del Premio Nobel. Véase PMS Blackett, Fear, War, and the Bomb (Nueva York: McGraw Hill, 1949), 131–39.
“Los visitantes rojos causan alboroto/Los rusos reciben una gran ayuda de los amigos estadounidenses/Los incautos y compañeros de viaje disfrazan los frentes comunistas”, Life 26, no. 14 (4 de abril de 1949), 39–43; Jerome, The Einstein File, 107. El físico atómico Morrison escribía periódicamente una columna sobre ciencia para el Monthly Review en los años cincuenta y principios de los sesenta. El comentarista de radio Walsh fue profesor de economía de Harvard y amigo de Sweezy, quien escribió para Monthly Review en la década de 1950.
John J. Simon, “Albert Einstein, radical”, Monthly Review 57, no. 1 (mayo de 2005): 1–2; “Una cafetería con historia”, ODEON Zurich, odeon.ch; Ronald W. Clark, Einstein: The Life and Times (Nueva York: Harry N. Abrams, 1984), 22.
? Simon, “Albert Einstein, radical”, 2.
? Einstein citado en Rowe y Schulmann, introducción a Einstein on Politics, 47.
Einstein citado en Lewis S. Feuer, Einstein and the Generations of Science (Nueva York: Basic Books, 1974), 25; Albert Einstein, “En el quinto aniversario de la muerte de Lenin (6 de enero de 1929)”, en Einstein on Politics, 413. Escribiendo a Hedwig y Max Born en 1920, Einstein había declarado: “Debo confesarles que los bolcheviques no parecen Malo para mí, por lo ridículas que son sus teorías”. Le había llamado especialmente la atención una obra de 1918 de Karl Radek, a quien consideraba una hábil figura política que sabía “lo suyo”. Albert Einstein a Hedwig y Max Born, el 27 de enero de 1920, en Einstein on Politics, 410. Radek murió más tarde durante las purgas de Joseph Stalin.
Albert Einstein, “El mundo como lo veo” en Ideas y Opiniones (Nueva York: Crown Publishing, 1954), 8.
? Otto Nathan y Heinz Norden, eds., Einstein on Peace (Nueva York: Schoken Books, 1960), 180; Rowe y Schulmann, comentario editorial en Einstein on Politics, 425–27; Albert Einstein a Victor Margueritte, 19 de octubre de 1932, en Einstein on Politics, 427–28.
? Albert Einstein, "¿Hay lugar para la libertad individual en un Estado socialista?" en Einstein sobre la política, 437.
Nathan y Norden, Introducción a Einstein sobre la paz, viii.
? Ronald D. Patkus, “The Morris and Adele Bergreen Albert Einstein Collection at Vassar College”, Vassar Encyclopedia (2005), Archives and Special Collection Library, Vassar College, Poughkeepsie, Nueva York; anuncio, Vassar Miscellany News, núm. 40, 24 de marzo de 1943; “Otto Nathan muere a los 93 años”, Agencia Telegráfica Judía, 3 de febrero de 1987; Otto Nathan, “Currículum del Dr. Otto Nathan, ca. 1936”, W. E. B. Du Bois Papers (MS 312), Serie 1A, Colecciones especiales y archivos universitarios de Robert S. Cox, Bibliotecas Amherst de la Universidad de Massachusetts; Fred Jerome, Einstein on Israel and Zionism (Nueva York: St. Martin's Press, 2009), 262. En una carta de 1953 de Einstein al presidente de Brandeis, Abram L. Sachar, citada por Silvan S. Schweber, Einstein se refiere al “amigo más cercano” que en contexto es claramente Nathan. Stephen S. Schweber, Einstein y Oppenheimer (Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 2008), 132. Véase también Jerome, The Einstein File, 311.
? Renee Walsh, “Primeros documentos de la formación de la Universidad de Brandeis”, Archivo y colecciones especiales de la Universidad Robert D. Farber, Biblioteca de la Universidad de Brandeis, sin fecha; Susan H. Greenberg, “Intelectuals at the Gate, entrevista con Mark Oppenheimer, Inside Higher Education, 21 de septiembre de 2022.
? Silvan S. Schweber, “Albert Einstein y la fundación de la Universidad Brandeis” en Revisión de los fundamentos de la física relativista, A. Ashtekar et al., eds. (Dordrecht: Kluwer Academic Publishers, 2003), 616.
? Schweber, Einstein y Oppenheimer, 112, 117-18.
Paul M. Sweezy, La teoría del desarrollo capitalista (Nueva York: Monthly Review Press, 1942, 1972). Sobre Sweezy, véase John Bellamy Foster, “The Commitment of an Intellectual: Paul M. Sweezy (1910–2004)”, Monthly Review 56, no. 5 (octubre de 2004): 5–39.
? Paul M. Sweezy, entrevista de historia oral realizada por Andrew Skotnes, 1986–1987, Centro de Historia Oral de Columbia, Bibliotecas de la Universidad de Columbia, 5: 143–44. Harry Magdoff, que estuvo estrechamente asociado con Monthly Review casi desde el principio, también conocía bien a Nathan, quien lo visitó en su casa (Fred Magdoff, comunicación personal).
Paul M. Sweezy, A Plan for Brandeis University, enero de 1947, 2–10, 18, 44, 87, Albert Einstein Archives (40-461), Universidad Hebrea de Jerusalén, albert-einstein.huji.ac.il; Otto Nathan, An Outline of Policy for Brandeis University, 9 de noviembre de 1946, Albert Einstein Archives (40-427), Universidad Hebrea de Jerusalén; Schweber, Einstein y Oppenheimer, 345; Schweber, “Albert Einstein and the Founding of Brandeis University”, en Ashtekar et al., eds., Revising the Foundations of Relativistic Physics, 623; Thorstein Veblen, La educación superior en Estados Unidos (Nueva York: Augustus M. Kelley, 1965). El esquema de cinco páginas de Nathan estaba estrechamente relacionado con el plan de ochenta y siete páginas de Sweezy.
Schweber, Einstein y Oppenheimer, 119, 122; Leo Huberman y Paul M. Sweezy, “Harold J. Laski”, Monthly Review 2, no. 1 (mayo de 1950): 5–6.
? Harold J. Laski, “Por qué soy marxista”, Monthly Review 2, no. 3 (julio de 1950): 81.
? Schweber, Einstein y Oppenheimer, 122-24.
Albert Einstein a Harold J. Laski, 16 de abril de 1947, Harold Joseph Laski Papers, inventario núm. 26.4, Instituto Internacional de Historia Social, Ámsterdam. Al referirse en su carta a Laski a "no conocer discriminación a favor o en contra de nadie por motivos de sexo, color, credo, origen nacional u opinión política", Einstein estaba usando casi exactamente el mismo lenguaje empleado por Nathan en su An Outline of Policy. . para la Universidad Brandeis, mientras que el Plan Sweezy también fue casi idéntico en su formulación. Véase Nathan, Un esquema de política para la Universidad Brandeis, 1; Sweezy, Un plan para la Universidad Brandeis, 3.
? Schweber, Einstein y Oppenheimer, 123, 347.
? “Sesgo de izquierda acusado en University Row”, New York Times, 23 de junio de 1947; Schweber, Einstein y Oppenheimer, 125–32.
? “Grupo acusa a 76 profesores de tendencias rojas”, Harvard Crimson, 10 de marzo de 1949; Ben W. Heineman Jr., “La Universidad en la era McCarthy”, Harvard Crimson, 17 de junio de 1965.
? Einstein citado en Schweber, Einstein y Oppenheimer, 129.
? Schweber, Einstein y Oppenheimer, 128–30. Alpert y el primer presidente de Brandeis, Sachar, entraron en una lucha de poder sobre quién debería controlar la universidad poco después del nombramiento de Sachar, y Alpert fue expulsado de la junta. Schweber, Einstein y Oppenheimer, 130–31.
Fotos de Henry Wallace, Albert Einstein, Frank Kingdon y Paul Robeson, Wikimedia Commons, commons.wikimedia.org.
? Karl M. Schmidt, Henry A Wallace: Quixotic Crusade, 1948 (Syracuse, Nueva York: Syracuse University Press, 1960), 190–91. Harry Magdoff, quien se convertiría en coeditor de la revista tras la muerte de Huberman, escribió la sección de pequeñas empresas de la plataforma del Partido Progresista.
Sweezy, en virtud de su papel en la campaña de Wallace y también por una conferencia que había dado en la Universidad de New Hampshire, fue demandado por el fiscal general de New Hampshire en 1954 y acusado de desacato al tribunal cuando se negó a nombrar al miembros del Partido Progresista, del Partido Comunista, o para entregar las notas de su conferencia. Basó su defensa (al igual que Leo Huberman cuando fue llamado ante la comisión de McCarthy) en la Primera Enmienda, siguiendo una estrategia propuesta por Einstein en 1953. El caso de Sweezy, Sweezy contra New Hampshire, fue finalmente decidido por la Corte Suprema de Estados Unidos en un momento histórico. Sentencia de 1957. John J. Simon, “Sweezy v. New Hampshire”, Monthly Review 51, no. 11 (abril de 2000): 35–37.Peter Kuznick, “Deshacer el New Deal: La Guerra Fría de Truman entierra a Wallace y la izquierda”, The Real News Network, 7 de diciembre de 2017.
Albert Einstein a John Dudzic, 8 de marzo de 1948, en Einstein on Politics, 454. Einstein lamentó la dilución del concepto de liberalismo, que históricamente había tenido un significado bien definido en el discurso político europeo, pero se había convertido en todo y nada con el tiempo. el uso por parte de Roosevelt como etiqueta para el New Deal. Las dudas de Einstein fueron confirmadas más tarde por las declaraciones de Wallace sobre el “capitalismo progresista” y el “liberalismo” en dos artículos publicados en la Monthly Review en 1950: Henry A. Wallace, “What Is Progressive Capitalism?”, Revista mensual 1, n. 12 (abril de 1950): 390–94; Henry A. Wallace, “Necesario: cooperación entre los Estados Unidos y la URSS en una ONU fuerte”, Monthly Review 2, no. 1 (mayo de 1950): 7–10. Véase también IF Stone, “Problemas del Partido Progresista”, Monthly Review 1, no. 12 (abril de 1950): 379–89.
? Entrevista de historia oral de Sweezy Skotnes, 5: 143–44; “Entrevista a Paul M. Sweezy”, revista mensual 51, n. 1 (mayo de 1999): 32; John J. Simon, “Paul Sweezy”, Guardian, 4 de marzo de 2004.
? Christopher Phelps, “Introducción: una revista socialista en el siglo estadounidense”, Monthly Review 51, no. 1 (mayo de 1999): 2–3.
? Sweezy, Entrevista de historia oral, 5: 143–44; Simon, “Albert Einstein, Radical”, 8. Otto Nathan y Paul A. Baran, una figura central en la historia de MR, comenzaron una disputa personal que también afectó la relación de Nathan con Huberman, para su consternación, provocando un distanciamiento de Nathan. de la revista después de su fundación. Sweezy, entrevista de historia oral, 5: 144; Robert W. McChesney, “The Monthly Review Story: 1949–1984”, MR Online, 6 de mayo de 2007.
? Un ejemplo de esto es Scott Nearing, “Why I Believe in Socialismo”, Monthly Review 1, no. 2 (junio de 1949): 44-50.
? Como señaló John J. Simon, como resultado de estas conexiones, Einstein fue visto como “parte de la extensa familia MR [Monthly Review] ” (Simon, “Sweezy v. New Hampshire”, 36).
? Wright Mills, introducción a Thorstein Veblen, The Theory of the Leisure Class (Nueva York: Mentor, 1953), vi.
Albert Einstein, “Observaciones sobre la teoría del conocimiento de Bertrand Russell”, en La filosofía de Bertrand Russell, Paul A. Schilpp, ed. (Evanston, Illinois: Library of Living Philosophers, 1944), 279. El interés de Einstein en Thorstein Veblen probablemente fue provocado por su relación con el matemático Ostwald Veblen, que era colega suyo en la Universidad de Princeton y sobrino de Veblen. William T. Ganley, “Una nota sobre la conexión intelectual entre Albert Einstein y Thorstein Veblen”, Journal of Economic Issues 31, no. 1 (marzo de 1997): 245–51.
? Albert Einstein, “The Jewish Community” en Ideas and Opinions, 174. En otra declaración se refirió a Moisés, Spinoza y Marx. Véase Einstein, Ideas y Opiniones, 195.
La afirmación de Einstein de que no se podían encontrar sociedades fuera de la “fase depredadora” en ninguna parte era una admisión de que el socialismo pleno no existía en ninguna parte en ese momento.
Albert Einstein, “¿Por qué el socialismo?”, Revisión mensual 1, no. 1 (mayo de 1949): 9–10.
? Einstein, “¿Por qué el socialismo?”, 10.
? Einstein, “¿Por qué el socialismo?”, 10. Además de “¿Por qué el socialismo?”, Einstein también mencionó en “Sobre la libertad” en 1940 la visión de “alguien que aprueba, como objetivo, la extirpación de la raza humana de la tierra. Esto es algo, añadió, que “no puede ser refutado... por motivos racionales”, porque elimina la base para una discusión racional. Albert Einstein, “Sobre la libertad”, en Ideas y Opiniones, 31–32.
Einstein no nos dice qué entiende por impulsos sociales, pero hay amplias razones para suponer que estaba intrigado por el argumento de Veblen en El instinto de trabajo. Veblen subrayó que lo que a menudo se llamaba "instintos" eran en realidad impulsos "tropismáticos", derivados puramente de constituciones biológicas, que constituían una parte de la psicología humana, pero que, desde el punto de vista de la psicología social, eran en última instancia menos importantes que los instintos sociales. impulsos o “instintos” sociales. Veblen enfatizó tres impulsos sociales primarios, que constituyeron los elementos positivos de la evolución cultural humana, y que llamó “el instinto de trabajo” (que significa impulsos productivos), “la inclinación paternal” (impulsos reproductivos) y “curiosidad ociosa” (impulsos). vinculado a la búsqueda del conocimiento y la ciencia). En su opinión, estas pulsiones sociales estaban a menudo "contaminadas", en conflicto entre sí, dando lugar a formas contradictorias y finalmente insoportables, como las fases "depredadora" y "pecuniaria" de la cultura, que enfrentaban a los individuos con la sociedad acentuando "explotación", "emulación" y egoísmo. Thorstein Veblen, The Instinct of Workmanship (Nueva York: Augustus M. Kelley, 1914), 1–8, 42–44, 157, 175, 205; Thorstein Veblen, El lugar de la ciencia en la civilización moderna (Nueva York: Russell y Russell, 1961), 395; C. E. Ayres, “Reconsideración de la teoría de los instintos de Veblen”, en Thorstein Veblen: A Critical Reappraisal (Ithaca, Nueva York: Cornell University Press, 1958), 28–29.
? Einstein, “¿Por qué el socialismo?”, 12.
? Einstein, “¿Por qué el socialismo?”, 10-12.
Marx consideró la distinción entre trabajo y fuerza de trabajo, a la que Einstein se refiere aquí, como uno de los elementos clave de su crítica político-económica. Véase Karl Marx y Frederick Engels, Correspondencia seleccionada (Moscú: Progress Publishers, 1975), 180–81.
? Einstein, “¿Por qué el socialismo?”, 12-13. Véase también Albert Einstein, “Thoughts on the World Economic Crisis”, (ca. 1930) en Einstein on Politics, 415.
? Véase también Einstein, “¿Existe espacio para la libertad individual en un Estado socialista?” en Einstein sobre la política, 437.
El ejército de reserva de mano de obra, el papel de las revoluciones en la tecnología al reproducirla constantemente y la concentración y centralización del capital relacionadas (proposiciones en las que Einstein se basa aquí) son temas tratados por Marx en el capítulo 25 del primer volumen de El capital. Véase Karl Marx, El capital, vol. 1 (Londres: Penguin, 1976), 762–870.
? Einstein, “¿Por qué el socialismo?”, 14.
? Einstein, “¿Por qué el socialismo?”, 14-15.
? Einstein, “¿Por qué socialismo?”, 15. Los tres fundadores originales del Monthly Review, Sweezy, Huberman y Nathan, estuvieron involucrados en la inquisición macartista de la década de 1950. Además de la batalla de Sweezy, que lo llevó a la Corte Suprema de Estados Unidos, Huberman fue llamado ante el comité del Senado de McCarthy. A Nathan le revocaron su pasaporte estadounidense durante dos años y medio. También fue citado por el Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara de Representantes. Junto con otros, como Paul Robeson y Arthur Miller, fue acusado de desacato al tribunal por no cooperar. Los tres (Huberman, Sweezy y Nathan) invocaron la Primera Enmienda, como había recomendado Einstein, y se negaron a dar nombres. Leo Huberman, “Un desafío para los quemadores de libros (14 de julio de 1953)”, Monthly Review 5, no. 4 (agosto de 1953): 158–73; Geoffrey Ryan, “Actividades antiamericanas”, Índice de censura 2, no. 3 (septiembre de 1973): 90–91; Jerome, El expediente Einstein, 249.
Véase la conocida biografía de Ronald Clark, en la que la política de Einstein, aparte del sionismo, apenas es visible. Clark, Einstein: La vida y la época.
? Rowe y Schulmann, introducción a Einstein sobre política, 55; Fred Jerome y Rodger Taylor, Einstein sobre la raza y el racismo (New Brunswick, Nueva Jersey: Rutgers University Press, 2005), 8–10, 135–36; Maria Popova, “La poco conocida correspondencia de Albert Einstein con WEB Du Bois sobre igualdad y justicia radical”, The Marginalian, 6 de enero de 2015.
? Rowe y Schulmann, comentario editorial en Einstein on Politics, 479.
? Rowe y Schulmann, introducción a Einstein sobre política, 47–48, 50.
? Rowe y Schulmann, comentario editorial en Einstein on Politics, 408.
? Einstein, "¿Hay lugar para la libertad individual en un Estado socialista?" en Einstein on Politics, 437. Einstein siempre mantuvo que el socialismo completo, en el sentido en que él lo entendía, no se encontraba en ningún estado existente. Einstein a John Dudzic, 8 de marzo de 1948, en Einstein on Politics, 454.
? Rowe y Schulmann, introducción a Einstein sobre política, 48; Einstein, "¿Hay lugar para la libertad individual en un Estado socialista?" en Einstein sobre la política,
Rowe y Schulmann, Introducción a Einstein sobre política, 48–49.
? Rowe y Schulmann, introducción a Einstein sobre política, Las afirmaciones de que Einstein no tuvo contacto con la clase trabajadora pueden ser fácilmente exageradas. Véase su conferencia de 1930 en la Escuela Marxista de Trabajadores de Berlín. Albert Einstein, “'Causality': Lecture at the Marxist Workers School 1930 (Notas privadas de Karl Korsch)”, traducido por Sascha Freyberg y Joost Kircz, Marxism and the Sciences 3, no. 1 (invierno de 2024): 207–32.
Rowe y Schulmann, introducción a Einstein sobre política, 50, 407.
? Rowe y Schulmann, introducción a Einstein sobre política, 51.
? Identificación editorial del autor, Einstein, “¿Por qué socialismo?”, 9; Rowe y Schulmann, introducción a Einstein sobre política, 47.
? Rowe y Schulmann, comentario editorial en Einstein on Politics, 438.
? Un ejemplo de esto se encuentra en Arthur H. Reis Jr., “The Albert Einstein Involvement”, Brandeis Review: Fiftieth Anniversary Edition (1998), 60–61.
? Véase Walsh, "Early Documents of the Formation of Brandeis University".
? Gran parte de la visión general de Einstein sobre los Estados Unidos era indudablemente similar a la de Veblen en su libro The Higher Learning in America de 1918, con su fuerte crítica a los "consejos directivos" universitarios. Veblen, La educación superior en Estados Unidos, 59–84. Sin duda, Sweezy había incluido una referencia al trabajo de Veblen en su plan Brandeis para respaldar sus propias críticas a tales juntas. Véase Sweezy, Un plan para la Universidad Brandeis, 18.
Reis, “The Albert Einstein Involvement”, 61. Einstein se había opuesto inmediatamente al nombramiento de Sachar como presidente de Brandeis, impulsado en ese momento por Israel Goldstein, entonces presidente tanto de la Fundación Albert Einstein como de la Junta Directiva. Durante el transcurso de la controversia, Goldstein renunció a ambos cargos y fue reemplazado por Lazrus como presidente de la Fundación y Alpert como presidente del Patronato.
Jerome y Taylor, Einstein sobre la raza y el racismo, 88–94, 139–42; Simon, “Albert Einstein, radical”, 6–7; Fred Jerome, El expediente Einstein, 79–85.
? Jerome y Taylor, Einstein sobre la raza y el racismo, 119-20.
? Sobre Marcantonio, véase John J. Simon, “Rebel in the House: The Life and Times of Vito Marcantonio”, Monthly Review 57, no. 11 (abril de 2006): 24–46; Richard Sasuly, “Vito Marcantonio: El político del pueblo”, en American Radicals, Harvey Goldberg, ed. (Nueva York: Monthly Review Press, 1957), 145–59.
? Shirley Graham Du Bois citada en Jerome y Taylor, Einstein on Race and Racism, 121.
? Jerome y Taylor, Einstein sobre la raza y el racismo, 119-21; Simon, “Albert Einstein, radical”, 10-11. Sobre las opiniones de WEB Du Bois sobre el capitalismo estadounidense en la década de 1950, véase WEB Du Bois, “Negroes and the Crisis of Capitalism in the US”, Monthly Review 4, no. 12 (abril de 1953): 478–85.
Albert Einstein a la Reina Madre de Bélgica, 2 de enero de 1955, en Einstein on Peace, 615–16; Albert Einstein a Eugene Rabinowitch, 5 de enero de 1951, en Einstein on Peace, 553. No hay duda de que Einstein estaba familiarizado con los principales análisis críticos de la Guerra de Corea. La Monthly Review publicó valoraciones de la guerra desde el principio. La historia oculta de la guerra de Corea de I. F. Stone, que lanzó la Monthly Review Press, se publicó en 1952. Al año siguiente, Einstein se convirtió en suscriptor del F. Stone Weekly de Stone . Simón, “Albert Einstein, radical”, 9.
Fred Jerome, Einstein sobre Israel y el sionismo. (Nueva York: St. Martin's Press, 2009), 225–32.
? Samuel Graydon, “La complicada relación de Einstein con el judaísmo”, Time, 19 de diciembre de 2023.
? Albert Einstein, “Nuestra deuda con el sionismo”, en Einstein on Politics, 301; Albert Einstein, “Testimonio en una audiencia del Comité de Investigación Angloamericano, 11 de enero de 1946”, en Einstein on Politics, 344–45; Jerome, Einstein sobre Israel y el sionismo, 4, 29–30.
? Yorgos Mitralis, “Cuando Einstein llamó 'fascistas' a quienes gobiernan Israel durante los últimos 44 años”, Comité para la Abolición de la Deuda Ilegítima, 31 de octubre de 2023; Isidore Abramowitz, Hannah Arendt, Abraham Brick, Jessurun Cardozo, Albert Einstein et al., Carta al New York Times, 4 de diciembre de 1948, marxists.org.
? “Guerra Israel-Gaza en mapas y gráficos: Live Tracker”, Al Jazeera, consultado el 5 de abril de 2024.
? Jerome, El expediente Einstein, 62–68; “Estimado profesor Einstein: El Comité de Emergencia de Científicos Atómicos en los Estados Unidos de la posguerra”, archivos de la Universidad Estatal de Oregón, scarc.library.oregonstate.edu.
? John Bellamy Foster, El regreso de la naturaleza (Nueva York: Monthly Review Press, 2020), 502–3; Einstein sobre la paz, 590, 593, 605.
? Bertrand Russell, Albert Einstein, et al., “Russell-Einstein Manifesto”, en Einstein on Peace, 632–35.
? Einstein, "¿Hay lugar para la libertad individual en un Estado socialista?" en Einstein sobre la política, 438; Einstein, “Human Rights (20 de febrero de 1954)”, en Einstein on Politics, 497.
? Steven Schultz, “Un diario recién descubierto narra los últimos años de Einstein”, Princeton Weekly Bulletin 93, no. 25, 26 de abril de 2004; Simon, “Albert Einstein, radical”, 12.
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