viernes, 4 de abril de 2025

Economía sado-maso - Estética y erótica del capitalismo gore

 

      Escritor y filósofo italiano. Activista de la izquierda.




IMPERIO SADOMASOQUISTA


En el año 2025 nos encontramos en un punto de inflexión: la vida cotidiana, como el paisaje geopolítico, se convierte en el teatro de una guerra de todos contra todos.




     Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, viaja a El Salvador para ser filmada mientras amenaza con torturar y deportar a cualquiera que cruce las fronteras de su país. Detrás de él, tras los barrotes de una jaula, había hombres con el torso desnudo y la cabeza rapada, y el pecho cubierto de tatuajes.

Kristi Noem al frente de la jaula donde se mantiene a seres humanos semidesnudos.

Teatro de crueldad sadomasoquista: la figura femenina virilizada de forma agresivamente supremacista.

En los últimos treinta años ningún teórico marxista o liberal ha sido capaz de predecir la precipitación psicótica que estamos presenciando. Los conceptos con los que el pensamiento marxista analiza la sociedad parecen incapaces de comprender la guerra biopolítica global, el programa de genocidio sistemático, la cancelación de facto de derechos y leyes.

Tal vez sólo Sayak Valencia pensó en un concepto útil en la época de Kristi Noemi: el capitalismo sangriento.

Valencia sostiene que la violencia en sí misma se ha convertido en un producto del capitalismo neoliberal hiperconsumista, y que los cuerpos torturados y mutilados se han convertido en mercancías comercializables y utilizadas con fines de lucro en una era de impunidad y austeridad gubernamental.

Si buscamos destellos de imaginación sociológica, debemos ir a leer a los escritores de ciencia ficción distópica: Norman Spinrad, quien en Bug Jack Burton, imaginó una presidencia estadounidense que organiza el tráfico de niños cuya sangre es robada para restaurar la energía de los ancianos oligarcas depredadores.

Philip Dick, en El hombre en el castillo, cuenta que los nazis alemanes y japoneses han conquistado los Estados Unidos de América y tienen en sus manos el destino del mundo lanzando fichas del I Ching.

En Fahrenheit 451 Ray Bradbury había imaginado la prohibición de leer y poseer libros. Los tecno-oligarcas trumpistas atacan a las universidades y someten a los institutos de investigación poscoloniales a comités de supervisión gubernamental.


MAGA-Inquisición Sionista


Sin embargo, nadie como Octavia Butler había anticipado el nazismo ultralibertario de la guerra de todos contra todos que estamos presenciando en este siglo en el que el único programa de gobierno reconocible es el genocidio.




Octavia Butler es sin duda una escritora con unas antenas muy finas. En 1993 escribió La parábola del sembrador, que es su novela más conocida.

La historia contada por Butler tiene lugar en el año 2025. Hoy.

En los Estados Unidos de América, un hombre llamado Donner acaba de ganar las elecciones y promete devolver a Estados Unidos su antigua grandeza. Hagamos que Estados Unidos vuelva a ser grande.

La América de la que habla Butler es el teatro de una guerra de exterminio: miseria, terror, incendios que se multiplican en todos los rincones del país. Moverse de un punto a otro se ha vuelto peligroso porque por todas partes hay grupos de miserables hambrientos y harapientos, distorsionados por drogas que excitan el sadismo y la piromanía.

Nada podría ser más realista si pensamos en los días en que comienza la segunda presidencia de Trump. El país que ha llevado el culto a la violencia al extremo está arrastrando a todo el planeta al vórtice del exterminio. El pueblo estadounidense tiene una historia de crímenes contra la humanidad: no existiría sin el genocidio, la esclavitud y la violencia.

Para esas personas la única esperanza es prevalecer por la fuerza. Así nació ese pueblo, así se formó, así prevaleció.

Pero esta vez es diferente, porque Estados Unidos se está hundiendo en la senilidad, la demencia, la tristeza y el fentanilo.

Estados Unidos difícilmente podrá prevalecer porque nadie, ni siquiera la mayor potencia militar de todos los tiempos, puede revertir la flecha del tiempo.

En ese país, el más desesperado de todos, cada ser humano es un peligro para su vecino. No puede haber amor, no puede haber amistad, porque cada uno sabe que está solo, como dice un cartel que leí en Via San Vitale, en Bolonia.


Visto en Via San Vitale, Bolonia.

Lo que Estados Unidos puede hacer es arrastrar a la raza humana a su vórtice suicida.

La parábola del sembrador es una novela que parece carente de cualquier atisbo de esperanza. Lauren Olamina es una niña que sufre de hiperempatía. Es decir, sufre cuando presencia el sufrimiento de otro ser humano, y este sentimiento se considera una enfermedad.

La hiperempatía es un ejemplo de lo que los médicos llaman trastorno delirante orgánico... Se supone que debo compartir el placer y el dolor de los demás. Pero hoy en día no hay mucho placer. (pág. 18)

La adaptación evolutiva ha llevado a los habitantes de ese país a desarrollar una total impermeabilidad al dolor ajeno. Pero Lauren sufre, no es impermeable.

Mientras todos están ocupados simplemente sobreviviendo, robando, matando, quemando, Lauren no ha dejado de pensar. Él entiende lo que está pasando. Él entiende lo que es el horror.

La empatía es conciencia. Y la conciencia es peligrosa, dice el padre de Lauren. Otros saben que la vida se ha convertido en un infierno, otros saben que no hay esperanza para el futuro, pero no hay nada que hacer más que sobrevivir.

Casi todos los adultos lo saben. No quieren saberlo, pero lo saben. (Página 69)

La realidad traumática está ahí y debería despertarnos para poder escapar de ella, pero por alguna razón esto no sucede: no tenemos salida”. (Zupancic: Disavowal, Meltemi, 2024).

Cuando no hay salida a una condición intolerable, ¿qué podemos hacer sino tolerarla? ¿Qué podemos hacer sino intentar no conocer la verdad, aun cuando la conocemos?

En la novela de Butler, la supervivencia consiste en defenderse continuamente de la agresión de quienes no tienen nada para comer y tratan desesperadamente de robártelo. Y de los ataques de aquellos que se han vuelto locos y quieren quemar tu casa, tu pueblo.

¡No podemos vivir así!” Cory gritó.

Y sin embargo, así es exactamente como vivimos, dijo papá. No había enojo en su voz, no era una reacción instintiva a los gritos de Cory. No había nada en absoluto. Cansancio. Tristeza…..

¿Qué haremos si mueres?” Le pregunté a mi padre.

¡Vivir!, respondió. Es lo único que podemos hacer ahora mismo: vivir, resistir, sobrevivir. No sé si vendrán tiempos mejores, pero sé que no importará si logramos sobrevivir a estos tiempos. (93)

No sé si vendrán tiempos mejores, le dice el padre a su hija. Pero ¿cómo podemos decirle esta verdad a alguien que trajimos al mundo?

Entonces el padre de Lauren desaparece, no regresa de un corto viaje, no hay noticias de él, su familia y amigos lo buscan, pero no hay nada que hacer. Al final lo dan por muerto. Lauren va sola y en su mente crece la idea de fundar una comunidad que sea como la semilla de la tierra.

Fue la semilla de la tierra la que me dio la fuerza para seguir adelante cuando mi padre falleció”. (321)

Luego, Lauren, de dieciocho años, conoce a Bokele, de cincuenta años, un hombre amable, inteligente y guapo. A ella le gusta ese hombre solitario, hablan entre ellos, hacen el amor.

Luego le cuenta sobre su plan de fundar una comunidad Semilla de la Tierra.

Pero él no lo compra. A él no le importa la esperanza. La esperanza es un autoengaño en el que Bokele no quiere quedar atrapado.

"Eres muy joven", dijo. Parece casi un crimen que vivas tan joven en estos tiempos horrendos. Ojalá hubieras conocido este país cuando aún era recuperable.

Ella quiere creer en un futuro mejor, él sabe que no lo habrá.

Sin embargo, Bokele elige, por amor, vivir con ella y con la comunidad que se ha reunido gradualmente alrededor de la semilla de la tierra, alrededor de las esperanzas ilusorias con las que Lauren permite a sus amigos seguir adelante.

Son desertores que huyen, y las palabras de Lauren nos permiten imaginar un mundo mejor que un día podría germinar de esas palabras, como la semilla de la que habla el Evangelio de Lucas.

Un sembrador salió a sembrar; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue pisoteada, y las aves del cielo se la comieron. Otra parte cayó sobre la roca; y al brotar, se secó por falta de humedad. Otra parte cayó entre espinos, y la ahogaron. Otra parte cayó en tierra fértil; y al brotar, produjo el ciento por uno. (Lucas, 8, 5-8).

Bokele no cree en ese futuro, sabe que esa esperanza es ilusoria, pero comparte el camino de esa comunidad; Lo hace por amor, por amistad, lo hace porque el sonido de las palabras lo acompaña.

Yo también camino y escucho las palabras de un amigo que declama esperanzas y sonrío a mis amigos y compañeros. Con ellos abandoné el horror que desde hace algunas décadas parece devorar el mundo.

No tengo esperanza porque miré a mi alrededor, utilizando las herramientas cognitivas a mi disposición. No tengo otros.

Sé que lo inevitable generalmente no sucede porque lo inesperado prevalece.

Pero no puedo hablar de lo inesperado, ni puedo creer lo que no puedo hablar.

¿Sería mejor entonces permanecer en silencio y no decir lo que vemos? Me pregunto esto a veces, cuando el desánimo tiende a prevalecer.

Entonces me respondo con las palabras que escribió Simone Weil mientras Hitler tomaba el poder en Alemania:

Para nosotros la mayor desgracia sería morir impotentes tanto para conquistar como para comprender” (Simone Weil, 1933).

Así que continúo, esperando morir. Escucho las palabras de esperanza del sembrador, espero lo inesperado, pero describo el panorama que se me da a ver.


Humanos alineados contra una pared para el disfrute sádico de los nazis norteamericanos.


Fuente: Il disertori

jueves, 3 de abril de 2025

El 5 de abril, nueva fecha clave para que la vivienda deje de ser un negocio

 

 Por Martín Cúneo   
      Desde Diagonal en El Salto. Coautor del libro 'Crónicas del estallido'.


Más de 40 ciudades de todo el estado español salen a la calle este sábado para pedir a los gobiernos que salgan de su parálisis y garanticen el derecho a la vivienda.





     Este abril se cumple un año del inicio del ciclo de protestas que ha tenido como eje inseparable la denuncia de los efectos de la turistificación y la crisis de la vivienda. Una nueva gran manifestación, más de 40 en realidad, tendrá lugar de forma simultánea a lo largo de este 5 de abril y de todo el territorio español, todas con un mismo objetivo: “Acabar con el negocio de la vivienda”.


Carteles que llenan ciudades como Málaga convocando a la protesta del próximo sábado, 5 de abril.

Este ciclo de movilización comenzó el 10 de abril de 2024 con una huelga de hambre y con una multitudinaria manifestación en las Islas Canarias diez días después. Le siguieron la manifestación del 25 de mayo en Baleares —más de 20.000 personas en Palma de Mallorca— y protestas multitudinarias en buena parte de la ciudades y zonas tensionadas por los altos precios de la vivienda y la turistificación. En Cantabria, ese mismo mayo de 2024, más de 8.000 personas reclamaban que su tierra no se convirtiera en “la Ibiza del norte”. En Málaga, Madrid, San Sebastián o Valencia ya se habían producido movilizaciones antes del verano centradas en la presión turística y sus consecuencias en el territorio y en la crisis de vivienda.


Foto de David F.

Después del verano llegaron las grandes manifestaciones, esta vez más focalizadas en los altos precios de la vivienda, pero con la demanda de la regulación de los pisos turísticos de fondo. En Madrid y Barcelona, el 13 de octubre y el 23 de noviembre, se reunieron varios cientos de miles de personas; y en Málaga, el 9 de noviembre, se juntaron más de 30.000 personas. Después de un 9F en Madrid que consiguió mantener la tensión, este sábado llega un nuevo momento clave en la lucha para pinchar la crisis de vivienda.




Las manifestaciones de este 5 de abril están convocadas por cientos de colectivos y plataformas locales que forman parte del movimiento de vivienda. Aunque los grandes sindicatos estatales y otras organizaciones sociales han mostrado su apoyo a la convocatoria, el protagonismo lo tienen en esta ocasión las asambleas y organizaciones que trabajan de forma específica el tema de la vivienda.




Uno de los principales impulsores de esta movilización, además de las asambleas de vivienda locales, son los sindicatos de inquilinos. Para estas organizaciones, los “precios desorbitados” de los alquileres se han convertido en “la principal causa de empobrecimiento de la clase trabajadora y una barrera para acceder a una vivienda”. Una situación que es “aún más grave” en las ciudades turísticas, donde “los alquileres de temporada y el modelo turístico expulsan a las vecinas de sus barrios y precarizan a las trabajadoras del sector”.


Piquetes de los sindicatos de inquilinos.

La imposibilidad de “construir proyectos de vida” por los altos precios, así como el “enriquecimiento de una pequeña minoría rentista a costa de asfixiar económicamente a una gran parte de la sociedad” y “la impunidad con la que opera la patronal inmobiliaria” son las principales causas, según estos sindicatos, de la “indignación social” y el “consenso de que la vivienda debe dejar de ser un negocio para convertirse en un derecho”.




Entre las demandas para este 5A destacan una bajada del 50% de los alquileres, contratos de alquiler indefinidos, el fin de la vivienda especulativa, la desarticulación de los grupos de desokupación, el aumento del parque público y la recuperación de vivienda vacías, turísticas y en alquiler de temporada. Otra de las reivindicaciones es el fin de los procesos penales y de criminalización contra el movimiento de vivienda y contra las personas que no tienen otra opción que ocupar para tener un techo.


El 21 de noviembre, activistas por el derecho a la vivienda empapelan una oficina de Alquiler Seguro para denunciar que se está saltando la Ley de Vivienda.

En qué momento llega el 5A

Por cuarto mes consecutivo, este marzo la vivienda ha repetido como primer problema de la sociedad española, según el Barómetro del CIS. La respuesta del gobierno central y de las autoridades autonómicas y municipales ha estado muy por detrás de las demandas expresadas en las calles. La aplicación de los topes al alquiler que incluye la ley de vivienda solo se han implementado por ahora en Catalunya a pesar de los preparativos y anuncios de que se iban a comenzar a aplicar en Asturias, Navarra y País Vasco. Desde el 25 de enero pasado, Errentería (Gipuzkoa) es oficialmente zona tensionada —y hay otros municipios vascos que lo han solicitado o lo van a solicitar—, pero por ahora en ellos no se puede aplicar la regulación porque no está aprobado el índice de referencia que debe regular el precio de los alquileres. Este índice lo tiene que realizar el Gobierno central, pero necesita de datos fiscales y catastrales que deben suministrar las haciendas forales.




Frente a las demandas de las movilizaciones contra el desborde de los alquileres turísticos, de temporada y de habitaciones, el Ministerio de Vivienda liderado por Isabel Rodríguez se limitó a lanzar un registro único de alquileres de corta duración, que entrará en vigor en julio de 2025 y una prohibición de la Golden Visa inmobiliaria, que entra en vigor este 3 de abril, casi un año después de haber sido anunciada, permitiendo en este tiempo una explosión de compras por parte de capitales extranjeros.




Dos días antes de las manifestaciones, este 3 de abril, entran en vigor también otras dos medidas del Gobierno central en materia de vivienda, dos de las pocas iniciativas que se han llegado a concretar desde el lanzamiento de la fallida ley de vivienda en mayo de 2023. La primera es la modificación de la Ley de Propiedad Horizontal que obliga a los propietarios a tener el visto bueno del 60% de la comunidad de vecinos para abrir una vivienda de uso turístico. La segunda es la modificación de ley de la Ley de Enjuiciamiento Criminal para acelerar los procesos de desahucio en algunos casos de ocupación.




La reforma de la Ley de Propiedad Horizontal afectará solo a las nuevas licencias que se tramiten legalmente después de este 3 de abril. Es decir, no influirá en las miles de licencias ya concedidas ni en las decenas de miles de pisos que operan de forma ilegal. Aún así, desde la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM) consideran la medida como “todo un éxito del movimiento vecinal”. A partir de ahora, explican en un comunicado, el propietario que desee abrir un piso turístico está obligado a pedir el permiso de la comunidad de vecinos y a obtener la “aprobación expresa” de las tres quintas partes del total de los propietarios.




Para garantizar el cumplimiento de esta ley, la FRAVM lanzó este 1 de abril la Red Stop Vivienda de Uso Turístico, una campaña para informar a las comunidades de vecinos de los nuevos derechos adquiridos y para exigir a las autoridades autonómicas y municipales el cumplimiento de la ley. Una colaboración que no hay que dar por hecho: el pasado 24 de marzo el Ministerio de Pablo Bustinduy entregó al Ayuntamiento una lista de los 15.000 pisos turísticos ilegales que operan en Madrid. La falta de respuesta y de compromiso por parte del Consistorio para acabar con los pisos turísticos ilegales ha llevado a Más Madrid a planear una denuncia contra José Luis Martínez Almeida por “inacción” y prevaricación. “Su empeño en gobernar para los fondos buitres, no puede estar por encima de la ley”, dicen desde el partido de la oposición.




Este 3 de abril también entra en vigor una reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal presentada por el PNV y aprobada el 14 de noviembre con el apoyo de PP, Junts, ERC, UPN y Coalición Canaria, y el voto accidental de Bildu, por el que pidió perdón poco después. Los portales inmobiliarios y los medios de derecha han augurado a partir de esta fecha “el fin de los okupas”, un “palo a los okupas” o “juicios express para desalojar okupas”. Titulares que no coinciden con la letra de la enmienda aprobada y que entra en vigor este jueves.

Esta enmienda del PNV modifica el artículo 795.1 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal para que los delitos de usurpación de morada (artículo 245 del Código Penal) y de allanamiento de morada (artículo 202 del Código Penal), que pasarán a tramitarse por el procedimiento abreviado de los procesos judiciales, lo que en teoría permitirá agilizar los desahucios.


Movilización masiva para impedir el desahucio de Josep de la Casa Orsona el pasado 31 de enero.

Sin embargo, tal como recuerda el abogado Diego Redondo García, cuando entre en vigor la nueva reforma, “solo habrá juicio rápido para los supuestos del apartado primero del artículo 245 del Código Penal que son los que se producen con violencia o intimidación sobre las personas”, unos casos completamente minoritarios en el total de ocupaciones que se producen en el Estado español. Según explica a El Salto, la mayoría de los casos de ocupación se realizan en pisos vacíos de bancos, fondos de inversión y grandes propietarios, que no son primera ni segunda residencia, por lo que no se verían afectados por esta reforma.

Más allá de la eficacia de esta medida, la entrada en vigor de una ley que focaliza el problema de la vivienda en la ocupación recuerda una vez más la composición de derecha del Parlamento que salió de las últimas elecciones generales. La entrada en el Congreso, esta vez con el voto favorable del PSOE, de la proposición de ley de Junts para convertir en cautelares buena parte de los desahucios en casos de ocupación vuelve a confirmarlo.




El próximo 5 de abril, cientos de miles de personas en más de 40 ciudades recordarán al PSOE y a los partidos de arco de la derecha que la culpa de la crisis de la vivienda no la tienen los pobres sino aquellos que han convertido la vivienda en un negocio.


En Lloret de Mar, uno de los municipios más turísticos del Estado español, la extrema derecha obtiene uno de cada cinco votos.

Fuente: El Salto

miércoles, 2 de abril de 2025

Uno de los objetivos de Israel en Gaza tiene un nombre: “Campos de concentración”

 

 Por Meron Rapoport   
      Periodista y escritor israelí, ganador del Premio Internacional de Periodismo de Nápoles por una investigación sobre el robo de olivos a sus propietarios palestinos.


Incapaz de expulsar de inmediato y en masa a los habitantes de Gaza, Israel parece decidido a obligarlos a permanecer en una zona confinada y dejar que el hambre y la desesperación hagan el resto.


     Hace dos semanas, la periodista israelí de derecha Yinon Magal publicó lo siguiente en X: «Esta vez, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) pretenden evacuar a todos los residentes de la Franja de Gaza a una nueva zona humanitaria que se habilitará para estancias prolongadas, estará cerrada y cualquier persona que entre será revisada previamente para garantizar que no sea un terrorista. Las FDI no permitirán que una población rebelde se niegue a ser evacuada esta vez. Cualquiera que permanezca fuera de la zona humanitaria será implicado. Este plan cuenta con el apoyo de Estados Unidos».


  Un soldado israelí junto a la valla que rodea la Franja de Gaza, el 18 de marzo de 2025.

Ese mismo día, el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, publicó una declaración en video que insinuaba algo similar. «Residentes de Gaza, esta es su última advertencia», dijo. «El ataque de la Fuerza Aérea contra los terroristas de Hamás fue solo el primer paso. La siguiente fase será mucho más severa y pagarán el precio. Pronto se reanudará la evacuación de la población de las zonas de combate».


Campamento de tiendas de campaña para personas desplazadas sobre las ruinas del barrio de Zeitoun, en el este de la ciudad de Gaza, el 25 de febrero de 2025.

Si no se libera a todos los rehenes israelíes y no se expulsa a Hamás de Gaza, Israel actuará con una fuerza sin precedentes”, continuó Katz. “Sigan el consejo del presidente estadounidense: devuelvan a los rehenes y expulsen a Hamás, y se les abrirán otras opciones, incluyendo la reubicación en otros países para quienes lo deseen. La alternativa es la destrucción y la devastación totales”.

Los paralelismos entre ambas declaraciones no son, evidentemente, una coincidencia. Aunque Magal no se enteró del nuevo plan de guerra de Israel directamente de Katz ni del nuevo jefe del Estado Mayor del ejército, Eyal Zamir, es razonable suponer que lo escuchó de otras fuentes militares de alto rango.

En otro presagio, el periodista Yoav Zitun, del portal de noticias israelí Ynet, llamó la atención sobre las declaraciones del general de brigada Erez Wiener tras su reciente destitución del ejército por mal manejo de documentos clasificados. "Me entristece que, tras un año y medio de 'empujar el carro cuesta arriba', justo cuando parece que finalmente hemos llegado a la recta final y la lucha tomará el rumbo correcto (lo que debería haber sucedido hace un año), no estaré al mando", escribió Wiener en Facebook.

Como señaló Zitun, Wiener no es un oficial cualquiera. Antes de su despido, desempeñó un papel fundamental en la planificación de las operaciones del ejército en Gaza, donde presionó constantemente para imponer el control militar israelí total sobre el territorio. Si Wiener, quien supuestamente estuvo implicado en filtraciones al ministro de extrema derecha Bezalel Smotrich, afirma que "la lucha tomará el rumbo correcto", se puede inferir a qué tipo de giro se refiere. Esto también concuerda con los aparentes deseos del Jefe de Estado Mayor Zamir, así como con los detalles de un plan de ataque que supuestamente se filtraron al Wall Street Journal a principios del mes pasado.


Tanques israelíes cerca de la valla que rodea la Franja de Gaza, 18 de marzo de 2025.

Al conectar todos estos puntos, se llega a una conclusión bastante clara: Israel se prepara para desplazar por la fuerza a toda la población de Gaza —mediante una combinación de órdenes de evacuación y bombardeos intensos— a una zona cerrada y posiblemente vallada. Cualquiera que fuera sorprendido fuera de sus límites sería asesinado, y los edificios del resto del enclave probablemente serían arrasados.

Sin pelos en la lengua, esta "zona humanitaria", como tan amablemente la describió Magal, donde el ejército pretende acorralar a los dos millones de habitantes de Gaza, se puede resumir en dos palabras: campo de concentración. No es una exageración; es simplemente la definición más precisa para ayudarnos a comprender mejor a qué nos enfrentamos.

Un principio de todo o nada

Perversamente, el plan de establecer un campo de concentración dentro de Gaza puede reflejar la comprensión de los líderes israelíes de que la tan cacareada “salida voluntaria” de la población no es realista en las circunstancias actuales, tanto porque muy pocos habitantes de Gaza estarían dispuestos a irse, incluso bajo bombardeos continuos, como porque ningún país aceptaría una afluencia tan masiva de refugiados palestinos.

Según el Dr. Dotan Halevy, investigador de Gaza y coeditor del libro "Gaza: Lugar e imagen en el espacio israelí", el concepto de "salida voluntaria" se basa en un principio de todo o nada. "Considere esta hipótesis", me dijo Halevy recientemente. "Pregúntele a Ofer Winter [el general militar que, en el momento de nuestra conversación, parecía estar a punto de ser designado para dirigir la "Dirección de Salida Voluntaria" del Ministerio de Defensa] si evacuar al 30%, al 40% o incluso al 50% de los residentes de Gaza se consideraría un éxito. ¿Realmente le importaría a Israel que Gaza tuviera 1,5 millones de palestinos en lugar de 2,2 millones? ¿Eso haría posibles las fantasías de anexión de Bezalel Smotrich y sus aliados? La respuesta es casi con toda seguridad no".

El libro de Halevy incluye un ensayo del Dr. Omri Shafer Raviv que expone los planes de Israel para fomentar la emigración palestina de Gaza tras la Guerra de 1967. El título, "Me gustaría esperar que se vayan", toma prestada una cita del entonces primer ministro Levi Eshkol. Publicado en enero de 2023, dos años antes de que el presidente Donald Trump anunciara su plan "Riviera de Gaza", refleja cuán profundamente arraigada está la idea de trasladar a la población de Gaza en el pensamiento estratégico israelí.

El artículo revela el doble enfoque de Israel para reducir el número de palestinos en Gaza: primero, alentarlos a mudarse a Cisjordania y, de allí, a Jordania; y segundo, buscar países en Sudamérica dispuestos a acoger a los refugiados palestinos. Si bien la primera estrategia tuvo cierto éxito, la segunda fracasó estrepitosamente.

Según Shafer Raviv, el plan resultó contraproducente para Israel. Aunque decenas de miles de palestinos abandonaron Gaza rumbo a Jordania después de que Israel redujera deliberadamente el nivel de vida en el enclave, la mayoría permaneció allí. Pero, lo que es más importante, el deterioro de las condiciones provocó disturbios y, como resultado, resistencia armada.


Soldados israelíes realizan una búsqueda en la Franja de Gaza, 1969.

Al darse cuenta de esto, Israel decidió a principios de 1969 aliviar la situación económica en la Franja permitiendo que los gazatíes trabajaran en Israel, aliviando así la presión para emigrar. Además, Jordania comenzó a cerrar sus fronteras, lo que frenó aún más la huida palestina de la Franja. Irónicamente, algunos gazatíes que se mudaron a Jordania como parte del plan de desplazamiento de Israel participaron posteriormente en la Batalla de Karameh en marzo de 1968, el primer enfrentamiento militar directo entre Israel y la naciente Organización para la Liberación de Palestina, lo que enfrió aún más el entusiasmo de Israel por fomentar la emigración desde Gaza.

Finalmente, el sistema de seguridad israelí llegó a la conclusión de que era preferible contener a los palestinos en Gaza, donde podían ser vigilados y controlados, que dispersarlos por la región. Según Halevy, esta percepción ha guiado la política israelí con respecto a Gaza hasta octubre de 2023 y explica por qué Israel no intentó expulsar a los residentes de la Franja durante sus 17 años de bloqueo. De hecho, hasta el comienzo de la guerra, abandonar Gaza era un proceso extremadamente difícil y costoso, disponible solo para palestinos con recursos y contactos que pudieran contactar con embajadas extranjeras en Jerusalén o El Cairo para obtener visados.

Hoy en día, el pensamiento israelí sobre Gaza aparentemente ha cambiado: del control externo y la contención al control total, la expulsión y la anexión.

En su ensayo, Shafer Raviv relata una entrevista de 2005 con el mayor general Shlomo Gazit, artífice de la política de ocupación israelí posterior a 1967 y primer jefe del Coordinador de Actividades Gubernamentales en los Territorios (COGAT) del ejército. Al preguntársele sobre el plan original de expulsión de Gaza, que él mismo contribuyó a formular 40 años antes, su respuesta fue: «Quienquiera que hable de esto debería ser ahorcado». Veinte años después, con el actual gobierno de derecha, la opinión predominante es que quien no hable de la «salida voluntaria» de los residentes de Gaza debería ser ahorcado.

Y, sin embargo, a pesar del drástico cambio de estrategia, Israel sigue firmemente atrapado en sus propias políticas. Para que la "salida voluntaria" tenga el éxito suficiente como para permitir la anexión y el restablecimiento de asentamientos judíos en la Franja, cabría pensar que al menos el 70 % de los residentes de Gaza tendrían que ser expulsados, es decir, más de 1,5 millones de personas. Este objetivo es totalmente irrealista dadas las circunstancias políticas actuales, tanto en Gaza como en el resto del mundo árabe.

Es más, como señala Halevy, incluso debatir una propuesta de este tipo podría reabrir la cuestión de la libertad de movimiento dentro y fuera de Gaza. Al fin y al cabo, si la salida es voluntaria, Israel estaría, en teoría, obligado a garantizar que quienes se vayan también puedan regresar. En un artículo publicado la semana pasada en el sitio web de noticias israelí Mako, que describía un programa piloto en el que 100 gazatíes abandonarían el enclave para trabajar en Indonesia, se afirmaba explícitamente que «según el derecho internacional, toda persona que salga de Gaza para trabajar debe poder regresar».

Independientemente de si Smotrich, Katz y Zamir han leído o no los artículos de Halevy y Shafer Raviv, probablemente entiendan que la "salida voluntaria" no es un plan de ejecución inmediata. Pero si realmente creen que la solución al "problema de Gaza" —o a la cuestión palestina en su conjunto— es que no queden palestinos en Gaza, entonces ciertamente no será posible de una sola vez.

En otras palabras, la idea parece ser: primero, encerrar a la población en uno o más enclaves cerrados; luego, dejar que el hambre, la desesperación y la desesperanza hagan el resto. Quienes se encuentren confinados verán que Gaza ha sido completamente destruida, que sus hogares han sido arrasados y que no tienen ni presente ni futuro en la Franja. En ese momento, según el pensamiento israelí, los propios palestinos comenzarán a impulsar la emigración, obligando a los países árabes a acogerlos.


Mujer palestinoa en el lugar de un ataque aéreo israelí en Khan Younis, al sur de la Franja de Gaza, el 1 de abril de 2025.

Obstáculos a la expulsión

Queda por ver si el ejército, o incluso el gobierno, está dispuesto a llevar a cabo un plan así hasta el final. Casi con toda seguridad, provocaría la muerte de todos los rehenes, con el potencial de graves consecuencias políticas. Además, Hamás se opondría ferozmente a él, ya que no ha perdido su capacidad militar y podría infligir graves pérdidas al ejército, como ya hizo en el norte de Gaza hasta los últimos días previos al alto el fuego.

Otros obstáculos para dicho plan incluyen el agotamiento de los reservistas del ejército israelí, con la creciente preocupación por la negativa tanto "silenciosa" como pública a servir; el malestar social generado por los agresivos esfuerzos del gobierno por debilitar el poder judicial solo intensificará este fenómeno. También cuenta con la firme oposición (al menos por ahora) de Egipto y Jordania, cuyos gobiernos podrían llegar incluso a suspender o cancelar sus acuerdos de paz con Israel. Finalmente, está la naturaleza impredecible de Donald Trump, quien un día amenaza con "abrir las puertas del infierno" sobre Hamás y al siguiente envía enviados para negociar directamente con el grupo, llamándolos "tipos bastante buenos".

Actualmente, el ejército israelí continúa bombardeando Gaza con ataques aéreos y tomando posesión de más territorio alrededor del perímetro de la Franja. El objetivo declarado de Israel con su renovado ataque es presionar a Hamás para que extienda la primera fase del acuerdo, es decir, la liberación de rehenes sin comprometerse a poner fin a la guerra. Hamás, consciente de las limitaciones estratégicas de Israel, se niega a ceder en su postura: cualquier acuerdo sobre rehenes debe estar vinculado al fin de la guerra. Mientras tanto, Zamir, quien quizás teme genuinamente no tener un ejército para conquistar Gaza, ha permanecido visiblemente callado, evitando declaraciones sustanciales sobre las intenciones militares.

Fuente: +972