martes, 4 de marzo de 2025

Merz gana en una Alemania sin visión: cómo la UE juega el juego de Trump y se suicida lentamente

 

      Analista independiente italiano especializado en política internacional.


     Las elecciones alemanas terminaron más o menos como se esperaba. El partido de extrema derecha Alternative für Deutschland (AfD) logró su mejor resultado de su historia a escala nacional (20,8%), pero los conservadores cristianos de la CDU/CSU liderados por Friedrich Merz ganaron con un 28,5%. Los partidos de la coalición gobernante fueron duramente castigados: el Partido Socialdemócrata (SPD) del canciller Olaf Scholz obtuvo sólo el 16,4%. En la izquierda, Die Linke superó inesperadamente todas las encuestas con un 8,77% mientras que el partido de Sahra Wagenknecht (BSW) no logró entrar en el Parlamento por poco (4,97%).


Resultados finales de las últimas elecciones en Alemania.

Ante el alto nivel de descontento popular con el gobierno de Scholz, el conservador Merz y su partido no obtuvieron un mandato fuerte, habiendo ganado sólo 4 puntos porcentuales. Tras descartar una alianza con la AfD, la CDU/CSU probablemente se verá obligada a formar una coalición con el derrotado SPD, al que le espera una dura batalla. Una ampliación a los Verdes no parece estar en la agenda.


El líder de la CDU Friedrich Merz.

Alemania refleja una parte importante del panorama europeo. Las élites políticas tradicionales siguen retrocediendo y moviéndose hacia la derecha, pero no se dan por vencidas. La llamada “derecha populista” crece inexorablemente pero no logra abrirse paso, frenada por sus propias contradicciones internas. Mientras que las alternativas de izquierda son incapaces de salir de la irrelevancia, por su propia incapacidad y porque se enfrentan a toda la oposición del establishment. Prevalecen la desorientación y la fragmentación.

En el escenario internacional, una Alemania sin visión (como Europa) sigue sin actuar y simplemente reacciona apresuradamente a los acontecimientos que otros determinan. El caso de Rusia es emblemático. Cuando estalló el conflicto ucraniano, líderes europeos como Scholz y el presidente francés, Emmanuel Macron, se mostraron reacios a sumarse a la campaña de ayuda militar en apoyo de Ucrania promovida con todas sus fuerzas por las fuerzas estadounidenses del presidente Biden. Buscaron oportunidades de diálogo con Moscú, pero sin tener el coraje de salirse de la línea y desafiar abiertamente a Washington. Ahora, frente a la iniciativa negociadora de Trump, percibiendo la brecha ideológica que los separa del presidente estadounidense, estos mismos dirigentes están haciendo lo contrario, manteniéndose fieles a las orientaciones de la administración anterior.

En lugar de tomar la iniciativa abriendo una mesa europea con Rusia, algo que EEUU siempre ha prohibido, pretenden continuar el conflicto a toda costa, planteando el riesgo imaginario de una conquista rusa de Europa. La élite política alemana, representada por la CDU/CSU y los partidos del gobierno saliente, sigue anclada en el ideal atlantista que promueve la democracia y los valores liberales, condenando a Rusia sin apelación y apoyando al mismo tiempo la indescriptible masacre llevada a cabo por Israel en Gaza y la campaña israelí cada vez más violenta en Cisjordania.


Olaf Scholz junto a Benjamin Netanyahu en 2023.

Mientras tanto, la economía alemana sigue en caída libre, en gran medida debido a las sanciones contraproducentes impuestas a Rusia y al aumento de los precios de la energía que siguió al abandono por parte del país del gas barato procedente de Moscú. En lugar de intentar cerrar este desafortunado capítulo de la historia europea, Alemania y Europa parecen decididos a iniciar una carrera armamentista. Poco antes de las elecciones alemanas, la ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, había dejado escapar que la UE estaba dispuesta a lanzar un paquete exorbitante (700.000 millones de euros) para la “seguridad” de Europa justo después de las elecciones federales en Alemania.


Annalena Baerbock habla con la prensa a su llegada al Ministerio de Europa y de Asuntos Exteriores francés.

Merz, el probable sucesor de Scholz, parece apoyar el plan. Al día siguiente de su victoria electoral, el líder de la CDU declaró que "para mí la máxima prioridad será fortalecer Europa lo más rápidamente posible para que, paso a paso, podamos lograr realmente la independencia de los Estados Unidos". Queda por entender en qué consiste esta “independencia”, aparentemente entendida fundamentalmente en sentido militar.

Merz, gigante financiero estadounidense BlackRock, jugó un papel destacado a la hora de facilitar la compra de empresas alemanas por parte de inversores estadounidenses. A pesar de los intentos de reactivar la industria de defensa europea tras el estallido del conflicto ucraniano, según el informe sobre la competitividad europea elaborado por el ex presidente del BCE Mario Draghi, los países europeos siguen comprando el 78% de su material bélico fuera de la Unión (el 63% a EEUU). Sin olvidar el papel que desempeñan las industrias del complejo militar-industrial estadounidense en el sector de defensa de muchos países europeos. El 25% de las acciones de Rheinmetall, uno de los principales fabricantes de armamento alemanes, están en manos de grandes grupos financieros estadounidenses: BlackRock, Bank of America, Goldman Sachs, Capital Group y otros.




Merz, Macron y el primer ministro británico Keir Starmer, paradójicamente, juegan el juego de Trump al prometer asumir la carga económica y militar de la defensa de Ucrania, como quiere la Casa Blanca, y enriqueciendo la industria bélica y los gigantes financieros estadounidenses. Mientras tanto, la persistencia de la nueva Cortina de Hierro en Europa y la creciente desconfianza europea hacia China dejarán al viejo continente al margen del proceso de integración euroasiática y económicamente dependiente de Estados Unidos. Mientras tanto, el aumento del gasto militar se utilizará para justificar más recortes a los servicios públicos y al bienestar.


Fuente: lL Fatto Quotidiano

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