Mostrando entradas con la etiqueta Antonio Guerrero. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Antonio Guerrero. Mostrar todas las entradas

viernes, 8 de abril de 2011

Entrevista a Javier Calvo, autor de Soumenlinna. Antonio Guerrero

Entrevista a Javier Calvo, autor de Soumenlinna.
                                                                                   (Por Antonio Guerrero)








Javier Calvo,  nacido en Barcelona en 1973, es un autor actual que me ha causado muy buena impresión. Desde que leí su libro: Soumenlinna he sentido una gran curiosidad por conocerlo. Por suerte, y a distancia, así ha sido.  Ha tenido la amabilidad de ilustrarme respondiendo a mis preguntas, hecho que le agradezco enormemente. 
 
Han dicho de él que pertenece a la conocida “Generación Nocilla o Afterpop”, pero eso es mejor que lo aclare él mismo. Es licenciado en periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona y ha cursado estudios de literatura comparada en la Universidad de Pompeu Fabra. Ha escrito libros muy interesantes como: Risas enlatadas (Literatura Mondadori, 2001), El dios reflectante (literatura Mondadori, 2003), Los ríos perdido de Londres  (Mondadori, 2005), Un mundo maravilloso (Mondadori, 2007) y Soumenlinna (Alpha Decay, 2010).  Sus libros traducidos al inglés, francés, alemán e italiano, muestran elementos del cine, de la televisión, de la novela inglesa, entre otros.  Ha demostrado que es posible la narración abierta  para desarrollar un lenguaje puro y personal.

- ¿Cómo es la vida de Javier Calvo? El día a día.
No es nada interesante, créeme. Trabajar mucho y cuidar de mi familia.
  
- ¿En qué momento surgió la literatura en tu vida y por qué?

Tampoco es una historia particularmente interesante. En mi adolescencia iba para artista visual, pero en algún momento la cosa se torció. La culpa la tuvieron ciertas lecturas: Lovecraft, Dennis Wheatley, Joan Perucho, Colin Wilson. Y un poco más adelante, Juan Benet.

- ¿Cuál es el significado de Generación Nocilla  o Afterpost desde la visión de Javier Calvo?

Me parece un ardid publicitario tramado por una serie de escritores en un momento de ostracismo o por lo menos de marginalidad editorial, y difundido originalmente por un par de periodistas. Como reacción a dicha marginalidad, esos escritores construyen su relato épico, donde España y sus instituciones literarias son el villano y la fuerza regeneradora es la narrativa posmoderna americana, en la lectura que hace de ella en aquella época Eloy Fernández, que es el mentor de la generación Afterpop. En su origen, si no me falla la memoria, el grupo lo componen Eloy Fernández, Vicente Luis Mora, Germán Sierra, Juan Francisco Ferré y Carrión. Luego esos cinco despliegan su "relato generacional", por así llamarlo, que engloba a muchos más autores. Todo esto ya le he escrito en otros lados, y no siempre se ha entendido correctamente. No es un ataque, es simplemente mi versión de la historia.



- ¿Podría hacer breve recorrido por lo más destacado de otros miembros de esa generación?

La mejor novela del grupo me parece Providence de Ferré, con diferencia. También me gusta mucho Ladrón de morfina de Mario Cuenca. El mejor escritor de relatos es Manuel Vilas, claramente. España y Aire nuestro son dos libros geniales, de una energía inexplicable. Las obras de Mercedes Cebrián y Julián Rodríguez son extraordinarias como corpus literarios excéntricos y brillantes en toda regla. El gran edificio ensayístico, por supuesto, es la obra de Eloy. La poesía la conozco menos, pero me encantan Elena Medel y varios libros de Mora.

-  La idea de límite, experimentación ¿son necesarias o superfluas en la literatura?

Todo buen escritor experimenta, desde la estética que sea, incluso desde el realismo. La verdadera experimentación es el desarrollo de un idioma propio, de una individualidad suprema. Es lo que caracteriza a los buenos escritores, en mi opinión. 

- ¿Qué justificación le da Javier Calvo a la posibilidad de hibridación de lenguajes?

No es algo que me interese demasiado ahora mismo, aunque en mis dos primeros libros usé sistemáticamente el sampleado de obras audiovisuales y otros recursos parecidos. Ahora mismo me considero inmerso en una tradición estrictamente literaria, la de la literatura oculta o no canónica. Pese a todo, en los dos últimos años estoy desarrollando una noción de liturgia literaria, que se acerca a lo que se conoce internacionalmente como "spoken word" o performance literaria.

-  Tras el inconformismo de la generación nocilla ante el exceso de simbolismo, ¿es posible un planteamiento ético del fenómeno literario? Es decir, ¿la implicación y acción social serían  buenos pilares de este fenómeno?

Personalmente, no creo que exista una literatura desprovista de ethos. Toda manifestación literaria tiene una ética, desde Manuel Vilas o Ferré hasta Rafael Chirbes o Belén Gopegui, por poner ejemplos supuestamente extremos. Toda obra relevante plantea (y resuelve) su propia implicación en el mundo. No hay ninguna "ética literaria" que me parezca mejor que otra.

-  Volviendo a lo concreto, Suomenlinna es una obra muy original. ¿Por qué pretendió Javier Calvo que la realidad fuese la metáfora de la historia y no al revés?

No creo en los relatos a los que se accede desde un manual de criptografía metafórica. No creo que la literatura se pueda "descodificar". El sentido del relato, en última instancia, siempre está oculto, en el sentido inglés de "occult", no de "hidden". De ahí la inversión. 

-  ¿De donde surgió la idea del libro y la del personaje principal?

Surgió principalmente de mi interés en el black metal noruego como sistema de creencias. Por un lado es un movimiento de vanguardia, en el sentido de que es un movimiento bárbaro, que destruye toda tradición pasada incluso la de la música metal. Por otro lado, su anticristianismo propugna un regreso a las raíces paganas de Escandinavia que resulta apasionante por varios motivos. Uno es la reinstauración del vínculo sagrado con el lugar, la patria, el bosque, etc, por oposición al cristianismo "foráneo" o impuesto. Por otro, porque permite crear una nueva mitología, una nueva estética híbrida (entre el vikingo y el zombi) y una nueva ética (el fuego como destructor de iglesias, el combate de sangre con los rivales, etc).

-  ¿Con qué personaje se siente Javier Calvo más identificado?

Con el autor, por supuesto. 

-  ¿Por qué tenía que ser allí, en Suomenlinna?

No tenía que ser exactamente allí, pero sí que el escenario tenía que reflejar el componente periférico y marginal de la cultura escandinava y del metal escandinavo. Oslo, el lugar de nacimiento del black metal, es completamente periférico respecto a todos los centros de creación musical (Londres, etc). Mirkka vive en un país (Finlandia) que a su vez es periférico dentro de Escandinavia, y en una isla suburbana que representa la periferia de Helsinki.

-  Al margen de todo esto, el libro de relatos en España ¿qué futuro tiene?  ¿Es posible una reivindicación de ese formato?

Por lo que yo sé, se publican muchos y se reivindica el formato continuamente. Hay incluso editoriales especializadas. 

-  ¿Qué medios de resistencia cuenta el libro de relatos ante los inevitables Sellers y libros digitales?

Sinceramente, no creo que el libro de relatos tenga que resistir ni defenderse de esos géneros ni formatos. El libro digital no es más que un soporte, y por tanto su aparición no es más que la irrupción de una tecnología más o menos cómoda o conveniente.  Cada libro tiene un público que es el suyo, y lo que menos importa es la cantidad de lectores. Importa que el libro llegue al lector que le corresponde naturalmente. 

-  ¿Cómo le gustaría a Javier Calvo que fuese el futuro más inmediato de la literatura Española?

No lo sé, no lo he pensado nunca. Me gusta como está, supongo.

Antonio Guerrero es Diplomado en Relaciones Laborales. (U.H.U.) y Estudiante de  Filosofía. UNED. Almería.  

martes, 5 de abril de 2011

Entrevista a Javier Calvo, autor de Soumenlinna. Antonio Guerrero

Entrevista a Javier Calvo, autor de Soumenlinna.
                                                                                   (Por Antonio Guerrero)








Javier Calvo,  nacido en Barcelona en 1973, es un autor actual que me ha causado muy buena impresión. Desde que leí su libro: Soumenlinna he sentido una gran curiosidad por conocerlo. Por suerte, y a distancia, así ha sido.  Ha tenido la amabilidad de ilustrarme respondiendo a mis preguntas, hecho que le agradezco enormemente. 
 
Han dicho de él que pertenece a la conocida “Generación Nocilla o Afterpop”, pero eso es mejor que lo aclare él mismo. Es licenciado en periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona y ha cursado estudios de literatura comparada en la Universidad de Pompeu Fabra. Ha escrito libros muy interesantes como: Risas enlatadas (Literatura Mondadori, 2001), El dios reflectante (literatura Mondadori, 2003), Los ríos perdido de Londres  (Mondadori, 2005), Un mundo maravilloso (Mondadori, 2007) y Soumenlinna (Alpha Decay, 2010).  Sus libros traducidos al inglés, francés, alemán e italiano, muestran elementos del cine, de la televisión, de la novela inglesa, entre otros.  Ha demostrado que es posible la narración abierta  para desarrollar un lenguaje puro y personal.

- ¿Cómo es la vida de Javier Calvo? El día a día.
No es nada interesante, créeme. Trabajar mucho y cuidar de mi familia.
  
- ¿En qué momento surgió la literatura en tu vida y por qué?

Tampoco es una historia particularmente interesante. En mi adolescencia iba para artista visual, pero en algún momento la cosa se torció. La culpa la tuvieron ciertas lecturas: Lovecraft, Dennis Wheatley, Joan Perucho, Colin Wilson. Y un poco más adelante, Juan Benet.

- ¿Cuál es el significado de Generación Nocilla  o Afterpost desde la visión de Javier Calvo?

Me parece un ardid publicitario tramado por una serie de escritores en un momento de ostracismo o por lo menos de marginalidad editorial, y difundido originalmente por un par de periodistas. Como reacción a dicha marginalidad, esos escritores construyen su relato épico, donde España y sus instituciones literarias son el villano y la fuerza regeneradora es la narrativa posmoderna americana, en la lectura que hace de ella en aquella época Eloy Fernández, que es el mentor de la generación Afterpop. En su origen, si no me falla la memoria, el grupo lo componen Eloy Fernández, Vicente Luis Mora, Germán Sierra, Juan Francisco Ferré y Carrión. Luego esos cinco despliegan su "relato generacional", por así llamarlo, que engloba a muchos más autores. Todo esto ya le he escrito en otros lados, y no siempre se ha entendido correctamente. No es un ataque, es simplemente mi versión de la historia.



- ¿Podría hacer breve recorrido por lo más destacado de otros miembros de esa generación?

La mejor novela del grupo me parece Providence de Ferré, con diferencia. También me gusta mucho Ladrón de morfina de Mario Cuenca. El mejor escritor de relatos es Manuel Vilas, claramente. España y Aire nuestro son dos libros geniales, de una energía inexplicable. Las obras de Mercedes Cebrián y Julián Rodríguez son extraordinarias como corpus literarios excéntricos y brillantes en toda regla. El gran edificio ensayístico, por supuesto, es la obra de Eloy. La poesía la conozco menos, pero me encantan Elena Medel y varios libros de Mora.

-  La idea de límite, experimentación ¿son necesarias o superfluas en la literatura?

Todo buen escritor experimenta, desde la estética que sea, incluso desde el realismo. La verdadera experimentación es el desarrollo de un idioma propio, de una individualidad suprema. Es lo que caracteriza a los buenos escritores, en mi opinión. 

- ¿Qué justificación le da Javier Calvo a la posibilidad de hibridación de lenguajes?

No es algo que me interese demasiado ahora mismo, aunque en mis dos primeros libros usé sistemáticamente el sampleado de obras audiovisuales y otros recursos parecidos. Ahora mismo me considero inmerso en una tradición estrictamente literaria, la de la literatura oculta o no canónica. Pese a todo, en los dos últimos años estoy desarrollando una noción de liturgia literaria, que se acerca a lo que se conoce internacionalmente como "spoken word" o performance literaria.

-  Tras el inconformismo de la generación nocilla ante el exceso de simbolismo, ¿es posible un planteamiento ético del fenómeno literario? Es decir, ¿la implicación y acción social serían  buenos pilares de este fenómeno?

Personalmente, no creo que exista una literatura desprovista de ethos. Toda manifestación literaria tiene una ética, desde Manuel Vilas o Ferré hasta Rafael Chirbes o Belén Gopegui, por poner ejemplos supuestamente extremos. Toda obra relevante plantea (y resuelve) su propia implicación en el mundo. No hay ninguna "ética literaria" que me parezca mejor que otra.

-  Volviendo a lo concreto, Suomenlinna es una obra muy original. ¿Por qué pretendió Javier Calvo que la realidad fuese la metáfora de la historia y no al revés?

No creo en los relatos a los que se accede desde un manual de criptografía metafórica. No creo que la literatura se pueda "descodificar". El sentido del relato, en última instancia, siempre está oculto, en el sentido inglés de "occult", no de "hidden". De ahí la inversión. 

-  ¿De donde surgió la idea del libro y la del personaje principal?

Surgió principalmente de mi interés en el black metal noruego como sistema de creencias. Por un lado es un movimiento de vanguardia, en el sentido de que es un movimiento bárbaro, que destruye toda tradición pasada incluso la de la música metal. Por otro lado, su anticristianismo propugna un regreso a las raíces paganas de Escandinavia que resulta apasionante por varios motivos. Uno es la reinstauración del vínculo sagrado con el lugar, la patria, el bosque, etc, por oposición al cristianismo "foráneo" o impuesto. Por otro, porque permite crear una nueva mitología, una nueva estética híbrida (entre el vikingo y el zombi) y una nueva ética (el fuego como destructor de iglesias, el combate de sangre con los rivales, etc).

-  ¿Con qué personaje se siente Javier Calvo más identificado?

Con el autor, por supuesto. 

-  ¿Por qué tenía que ser allí, en Suomenlinna?

No tenía que ser exactamente allí, pero sí que el escenario tenía que reflejar el componente periférico y marginal de la cultura escandinava y del metal escandinavo. Oslo, el lugar de nacimiento del black metal, es completamente periférico respecto a todos los centros de creación musical (Londres, etc). Mirkka vive en un país (Finlandia) que a su vez es periférico dentro de Escandinavia, y en una isla suburbana que representa la periferia de Helsinki.

-  Al margen de todo esto, el libro de relatos en España ¿qué futuro tiene?  ¿Es posible una reivindicación de ese formato?

Por lo que yo sé, se publican muchos y se reivindica el formato continuamente. Hay incluso editoriales especializadas. 

-  ¿Qué medios de resistencia cuenta el libro de relatos ante los inevitables Sellers y libros digitales?

Sinceramente, no creo que el libro de relatos tenga que resistir ni defenderse de esos géneros ni formatos. El libro digital no es más que un soporte, y por tanto su aparición no es más que la irrupción de una tecnología más o menos cómoda o conveniente.  Cada libro tiene un público que es el suyo, y lo que menos importa es la cantidad de lectores. Importa que el libro llegue al lector que le corresponde naturalmente. 

-  ¿Cómo le gustaría a Javier Calvo que fuese el futuro más inmediato de la literatura Española?

No lo sé, no lo he pensado nunca. Me gusta como está, supongo.

Antonio Guerrero es Diplomado en Relaciones Laborales. (U.H.U.) y Estudiante de  Filosofía. UNED. Almería.  

domingo, 20 de marzo de 2011

"Nocilla Lab", de Agustín Fernández Mallo. Reseña literaria de Antonio Guerrero

Nocilla Lab





Debía leer el último libro de la trilogía, no podía dejarlo pasar. Un buen día me armé de valor y me dirigí a la librería de siempre. Manolo, Manolo – le dije a mi librero – esta vez busco algo muy especial.  Cuando Manolo regresó aprisioné aquella obra como si mi vida dependiera de ello. Compré el libro y me fui a casa. Nocilla Lab, de Agustín Fernández Mallo - Me relajé mientras hablaba en voz baja -.  Era lo que faltaba entre mis lecturas. Con él culminaba el deseo de conocer el origen de esa generación Nocilla que tanto me atrae. Y comencé a leer, por supuesto,  e insistí en involucrarme en aquellas palabras tan extrañas y atractivas.  Si debo decirlo todo, encontré y perdí muchas cosas por el camino. Como debe de ser, un libro, cada libro, debe suponer un antes y un después, si no la literatura no tendría sentido. 



Poco a poco, durante la lectura, fui apreciando un libro en el que la fragmentación hacía eco hasta las más últimas consecuencias. Era un trabajo tripartito en el que aparecía un párrafo de unas 60 páginas, unos personajes con algo pendiente y un experimento: la narrativa del comic. Allí aparecía Enrique Vila-Matas como personaje; mantenía un diálogo imposible con el autor. Desde luego la hibridación de lenguajes estaba en aquel trabajo. No solo en la parte final si no también a través de las fotografías aparecidas en otros fragmentos. Podría decirse que existía un juego con el lenguaje, como diría Wittgenstein, con planteamientos transcendentales.

De este libro han dicho muchas cosas: que es un road-movie inquietante, que parece creado en una mesa de mezclas, que trabaja de manera excelente la auto referencia.  Para mi es, como su nombre indica, un experimento: el final del proyecto Nocilla que tantas muescas elementales ha dejado en la literatura joven actual.  Al mismo tiempo es un viaje interior que termina en el autor,  en el mismo, como si se tratase de una trinidad gnóstica Agustín Fernández Mallo se hace creador, creado  e interpretado por si mismo. Examina su auto referencia con atisbos existencialistas, con silencios transcendentales y voces ulteriores. Se busca, se persigue con la tensión del thriller, y se encuentra en un plano superior. La meta final es una nueva forma de literatura y un contenido de vanguardia.

¿Y cuál es la excusa para este experimento literario?:  un argumento no menos inquietante. Una pareja que aún no dicho su última voluntad, una prisión llena de ausencias, unas extrañezas marginales de aquello normalmente llamado mundo, lo vacío y lleno del día a día y de cada momento, las indeterminaciones en las que nos encontramos a menudo sin saberlo.

Quiero terminar parafraseando a Agustín Fernández Mallo cuando dice que dos de los mayores genios de los últimos tiempos son: Wittgenstein  y  Andy Warhol.  Yo añadiría a su comentario que si sus ídolos pudieran apreciar su trabajo se sentirían muy orgullosos de él. Este libro es el ejemplo de que experimentar no solo es posible si no necesario y que la literatura no puede dejar la innovación al margen de su quehacer diario.

Antonio Guerrero es Diplomado en Relaciones Laborales. (U.H.U.) y Estudiante de  Filosofía. UNED. Almería.  

viernes, 11 de febrero de 2011

La Generación Nocilla. Opinión de Antonio Guerrero


La Generación Nocilla

 Por Antonio Guerrero



En junio del 2007 fueron convocados para un encuentro literario una serie de escritores españoles con características muy peculiares. Los organizadores del evento fueron Seix Barral y la fundación José Manuel Lara. Poco tiempo después apareció un artículo en Azancot que dio fe del grupo para el mundo literario. A continuación, varios medios, hicieron eco del nacimiento de una nueva forma de literatura, emparentada con  McOndo,  que resaltaba frente a la literatura comercial. Para entonces Helena Evia y Nuria Azancot ya habían designado el nombre que los caracterizaba: Generación Nocilla.  Para investirlos con ese palabra se habían dejado llevar por la trilogía Nocilla Proyect, del autor Agustín Fernández Mayo, inspirado a su vez en una de las canciones de Siniestro Total. No obstante, aquel alumbramiento tuvo más calificativos alternativos fruto del descontento de sus miembros: Luz nueva (Vicente Luis Mora) o Afterpop (Eloy Fernández Porta). Esta última denominación, según Porta, refería mejor a aquel movimiento literario constituido como una forma nueva de estética basada en la respuesta al exceso de simbolismo proveniente de los medios que dejaba abierta las puertas para emancipación ética a través del arte.





En todo caso, desde el punto de vista actual  y más allá de debates identificativos, esta generación de autores nacidos entre 1960 y 1976 tiene muchas características comunes que la separan de otras formas de literatura: recurren con frecuencia a la meta-literatura, a la cultura pop,  al collage, a la hibridación de lenguajes. Las obras de estos escritores no tienen una estructura tradicional. Son trabajos abiertos donde no hay principio ni final. La idea de fragmentación se hace eco en ellos con caracteres esenciales. Tal inconformismo con todo lo anterior plantea el merecido diálogo sobre la necesidad huir de los géneros en manos de una nueva generación que desea, sobre todas las cosas, experimentar. Y, realmente, sus trabajos en laboratorium  han creado monstruos atractivos nunca ante erigidos.
Si es verdad que los trabajos plantean críticas políticas y sociales; pero en el panorama estético actual, en el que el pensamiento artístico se ha abierto un hueco razonable, este tipo de reflexiones son apropiadas como argumentos de sus nuevas formas. Y es que, podemos decir, que la estética en general se ha ganado el derecho a ejercer el pensamiento filosófico a través del arte. Ya se superaron, afortunadamente, las fronteras Kantianas y Hegelianas sobre lo formal. También se sobrepasaron los límites de Greenberg sobre el arte moderno (el final del arte). Y lo dijo Danto: existe un después del fin del arte. En este momento en el que las intervenciones y acciones artísticas van más allá de lo mero conceptual, plantear que exista una Generación Nocilla en literatura no es algo posible sino necesario.
El autor debe comprometerse con la innovación, además. Y tiene que hacerlo como reacción al mundo en el que vive. El contexto en el que se mueve es hostil: es un mundo post-utópico lleno de la manipulación de los medios y de una crisis completa de identidad (Lacan). El escritor, por tanto, no puede quedarse postergado solo en la decepción de lo real.  Debe hacer una crítica contra la alienación y contra las normas comerciales que coartan las emancipaciones. Le incumbe reponer las fundamentaciones y argumentos causados por la era del vacío actual. (Lipovetsky)
Plantear en nuestra situación postmoderna una nueva forma de literatura basada en el inconformismo nos beneficia a todos. También a todos aquellos que están en contra del arte actual como un arte anestésico, que nos dirige hacia una razón cínica patológica. Había necesidad de inventar algo para salir de allí. La Generación Nocilla se escapa de todas esas dormideras. Tiene su espacio propio, minorista, auténtico, original, y sobre todo deja abierta la opción a la ética. Tal como dijo Ranciere: debemos emprender un viaje ético hacia la estética.

Para finalizar -y justificar- la Generación Nocilla, citaré a algunos de los miembros de esta prole: Jorge Carrión, Ely Fernández Porta, Javier Calvo, Vicente Luis Mora, Gabi Martínez, Agustín Fernández Mallo, Mario Cuenca Sandoval, Álvaro Colomer, Germán Sierra, Lolita Bosch, y Manuel Vilas.



Antonio Guerrero es Diplomado en Relaciones Laborales. (U.H.U.) y Estudiante de  Filosofía. UNED. Almería.  

domingo, 16 de enero de 2011

"Soumenlinna", de Javier Calvo. Reseña literaria de Antonio Guerrero



Soumenlinna

 Antonio Guerrero




En esta ocasión, ha sido otro libro el motivo de mi realización. Y digo realización porque cada vez que cae en mis manos uno de los ejemplos literarios de la generación nocilla – o afterpost – siento una gran satisfacción personal. Cada uno de esas muestras ponen en juicio que la literatura es un experimento y que bajo ella debe haber un hilo profundo de eticidad.  La realidad, como dijo Lacan, es la suma de nuestras fantasías y del nuestros símbolos. Sería un desperdicio no entender el libro (el producto ) como un campo de trabajo intencionado en el que reconstruir no solo la realidad si no los conceptos mismos.  Y sería también otra desmejora no tratar de utilizar dicho esfuerzo para plantear algunas cuestiones éticas en un mundo sucumbido bajo la crisis de conciencia.



Creo que mi adicción a este tipo de libros vino con Agustín Fernández Mallo y con Vila-Matas. La trilogía Nocilla demostró que experimentar no solo era posible si no necesario. La carga de metaliteratura e incluso de hibridación de lenguajes supone elevar un grado más el arte de la escritura. Y como no, y como si,  no íbamos nosotros a seguir un rastro tan claro y emergente sobre las letras.

 En este caso ha sido Javier Calvo el responsable de mi indagación. Ha escrito un genial libro de relatos dignos de la generación nocilla de la que es miembro. Su obra es Soumenlinna. Un nombre interesante.  En su trabajo he encontrado a una adolescente problemática que ha cometido un crimen racista y que acaba de salir del correccional. En torno a ella aparece el entramado de su mundo. Si debo decirlo todo, un mundo lleno de entresijos. Las personas que la rodean tienen muchas peculiaridades tan cálidas como desagradables. Forman un laberinto psíquico lleno de síntomas y subterfugios. Y todo este universo está descrito con una genial traza de estilo. Javier Calvo ha ofrecido una marca narrativa que conduce muy bien hacia todas las concavidades. Además, tiene una excelente manera describir los escenarios. Sobre todo tiene  la vendible sensación de que lo dicho es muy coherente.
La localización de la historia me sorprende mucho, lo reconozco: la isla de Soumenlinna (se encuentra en algún lugar del Mar Báltico frente a la costa de Finlandia. O tal vez no, pienso.) Pero hay algo que me asombra aún más: su obra no es solo una historia. A mi juicio es otra cosa. No se dan elementos simbólicos en el libro, ni alegorías del mundo real. Es justo al contrario: lo real, el mundo, es la metáfora de la historia.  Esto es la paradoja hermosa que debéis descubrir. O no. Quizás lo mejor sea disfrutar a pesar de no comprenderlo.
Para finalizar, diré, que en el último momento de la lectura una imagen cierra el contenido: la hibridación de lenguajes certifica el desenlace final.

Antonio Guerrero es Diplomado en Relaciones Laborales. (U.H.U.) y Estudiante de  Filosofía. UNED. Almería.