domingo, 3 de noviembre de 2024

Esos alcaldes que tienen de adorno a sus paisanos (como el de Las Torres, a cuento de la planta de biogás)

 



Hay alcaldes que tienen un concepto peregrino de la relación con sus vecinos, con los que lo votan y con los que no. Y, por ejemplo, creen que una vez elegidos sus obligaciones en cuanto al buen gobierno de su municipio quedan en un limbo político que excluye la relación vecinal constante y la respuesta política adecuada ante lo que va surgiendo, tanto si está previsto como si aparece de forma sorpresiva; rigiendo el territorio que la democracia le ha adjudicado, y hasta la siguiente cita electoral, a su capricho y su santa voluntad. Y cuando se trata de proyectos industriales conflictivos que pretenden su municipio se sienten instintivamente alineados con los promotores y sus intereses declarados o espurios, y no quieren ni oír hablar de las críticas o sospechas de sus vecinos más inquietos, optando abiertamente por ningunearlos e incluso por declararse en contra de los intereses más generales. Tal, el alcalde de Las Torres de Cotillas, Pedro José Noguera, del PP.


El alcalde Noguera y su mayoría municipal de PP y Vox.

El ciudadano Noguera, en cuyo comportamiento parece pesar el estigma de no haber sido elegido directamente por los torreños, sino que está donde está como resultado de un incidente con “corrimiento” en la lista de su partido, se la está jugando con la deportividad que solo una incompetencia política de libro puede explicar, ya que está llevando con singular impericia y demostrada mala fe el asunto que le ha tocado lidiar: la proyectada planta de biogás, que tratará diversos residuos para producir metano.

La primera autoridad de Las Torres no parece estar en las condiciones idóneas para torear este astado sin afeitar, ciertamente peligroso, y está perdiendo su gran oportunidad para mostrarse como primer edil con redaños, que es lo que le gusta a la gente. Quizás contribuya a ello otra desventaja con la que se enfrenta al trance, y es que se trata de un alcalde absentista, que no vive en el pueblo y que, de esta forma, se pierde ese ejercicio, tan altamente recomendable, de pulsar el sentir de los suyos cuando estos mejor saben expresarlo, que es con el paseo del crepúsculo, el chateo callejero (chateo de vinos y tal, no de cháchara en las redes) y el descanso común y ordenado.


 Iglesia de Nuestra Señora de la Salceda, Las Torres.

Y como no está al loro y además tira un pelín a déspota y desmañado, está enfocando el problema con la peor de las ocurrencias, que es entregándose con armas y bagajes a la empresa y sus comerciales, que son los que le suministran los -imperfectos, interesados, pervertidos- argumentos para decidir sin más información, ayuda o resguardo, boicoteando los soberanos derechos del pueblo a saber y, en definitiva, jugándoselas al lacayuno modo.

Recordaremos que el proyecto del conflicto consiste en una planta de biogás que, propiedad de la sociedad Bioenergy Las Torres, filial de Enagás (que un día, ay, fuera pública), pretende instalarse en las Torres, junto con otras dos plantas, en Santomera y San Javier, y dentro de un abultado plan (exagerado, abusivo y digno de ser torpedeado oportunamente) que tiene en perspectiva, solo para la Región de Murcia, más de una docena de proyectos, con visible tendencia al aumento. El proceso tratará diversidad de residuos -purines de las granjas intensivas de cerdos, fangos de depuradora, residuos agrícolas, basura orgánica urbana...-, cada uno de ellos con sus características y dificultades de tratamiento, por lo que la tecnología a emplear, que se basa en una reacción anaerobia con ayuda de bacterias especiales y otros aditamentos de inquietantes mecanismos, queda lejos de la perfección que se le debe exigir, y es ajena a cualquier confianza ambiental. Del biogás producido, el objeto final es extraer metano, CH4, un gas de manejo peligroso y, por cierto, ferozmente agresivo en cuanto al efecto invernadero, multiplicando por 30/50 veces la “eficacia” del CO2 en el agravamiento del cambio climático.


Esquema del proceso de obtención de biogás . (La Verdad).

Cabe decir, y así lo quiere hacer constar este cronista, que no puede haber aprovechamiento limpio de una generación de residuos sucios y tóxicos como son, muy particularmente, los purines de cerdos estabulados y sometidos a una alimentación y unas condiciones de vida execrables. Aunque esto, que trasciende la lógica bioquímica de la producción industrial de carne de cerdo, alcanza sin duda a la reflexión filosófica, asunto al que hay que renunciar en un mundo de tan escasos contenidos metafísicos como es el negocio del cerdo. Ha de considerarse, por lo demás y si descendemos o profundizamos en el terreno mucho más manejable de la física y la termodinámica, que la operación industrial-energética que se nos presenta, resulta un insulto a la entropía y una mirada vejatoria a la naturaleza en general. O sea, que esas plantas que pretenden resolver problemas acuciantes, generan a su vez nuevos y a veces más graves impactos ambientales.

También en este caso la insolencia de los industriales -que en materia energética desde siempre vienen siendo cazados como embusteros y manipuladores- lanza sobre el pueblo, la opinión pública y los políticos ignorantes (como nuestro alcalde Noguera) especies que demuestran una inagotable capacidad del sector para la burla o el disparate. No puedo dejar en la sombra el brillante hallazgo que nada menos que nuestra primera autoridad política regional, Fernando López Miras, ha creído encontrar en esta operación energética de las tres plantas de Enagás: la “transformación de los biorresiduos del sector primario en un gas renovable”. Ese hallazgo, aparentemente murciano, pero mucho más probablemente alóctono, de que el biogás procedente de los purines incesantes ha de considerarse un recurso renovable, nos sitúa ante una especie de “cuadratura del metano”, ya que solo se entiende si aceptamos que la producción de purines de cerdo va a continuar ad infinitum y nuestra sociedad del desperdicio proseguirá su alocada producción de basuras. Pero ya digo que dudo mucho que ese descubrimiento haya surgido de los niveles intelectuales de un gobierno autonómico tan inepto y carente de imaginación en lo ambiental: se lo tienen que haber escrito los de Bioenergy/Enagás a nuestro presidente desprevenido.

(Nuestro presidente, en la creciente comparecencia pública en San Javier promocionando el negocio del biometano de Enagás, no ha dudado, ya puesto, en declarar que estas plantas “nos colocarán a la cabeza de España en sostenibilidad ambiental, en seguridad y en independencia energéticas... Hablamos de un claro ejemplo de economía circular en el que los residuos se convierten en recursos útiles”, entre otros pronunciamientos de género ridículo, entre los que no ha faltado alguna amenaza adicional: “Estamos comprometidos a mejorar aún más, y lo vamos a hacer continuando nuestra apuesta por la simplificación administrativa, por la reducción de la burocracia y por aplicar los máximos controles con la máxima celeridad”. Este discurso presidencial contiene todas las alusiones tópicas, falaces y aburridas a sostenibilidad, circularidad y renovabilidad, viniéndose arriba nuestro líder supremo desde la bien conocida ruina ambiental de nuestra tierra con un “estamos dando pasos hacia un futuro más sostenible, próspero e innovador”.)


Lluvia de plantas de biogás para la Región. (La Verdad).

Más llamativo que esa imprudente tontería del gas natural como recurso renovable (que incluso hay quien considera “combustible verde”) es que estas plantas indeseables contradicen nítidamente el discurso oficial sobre la sustitución de los combustibles fósiles cuya combustión genera CO2 y cuyos efectos en el clima son tremendos, de modo que sólo por poner en evidencia esa intención antiecológica cualquier ciudadano de a pie, mínimamente informado y suficientemente alarmado por la perspectiva climática, debiera sentirse obligado a decir que no, echando en cara a los responsables políticos aliados al estropicio (entre ellos, nuestro Pedro José de autos) su hipocresía y su proceder indigno.

El panorama que nos ofrece este plan súbito y traicionero de plantas de gas contaminante y peligroso, encomiado y bendecido por este hatajo de cínicos en el poder a quienes importa un pito el cambio climático y sus consecuencias, encaja perfectamente con la realidad atosigante (en gran medida recreada en los años de mando de López Miras) de las ya innumerables granjas porcinas erigidas en fuentes de una contaminación que se ha ido escapando de las manos de nuestros cantamañanas ambientales. La cínica “solución” de la generación de biogás desde esos purines tóxicos -prodigio de la “economía circular”- prevé extender por toda la región esos perjuicios al separar, en lo territorial y de forma oportunista y aviesa, las fuentes contaminantes y sus perjuicios ambientales y de salud pública.

Pues no. Aquí y ahora se trata, más bien, de una solución mucho más justa y equitativa, que obligue a los productores de (valiosa) carne de cerdo y de (apestosos y tóxicos) purines, a que pechen con su pecado ya que lo rentabilizan, instalando in situ las plantas correspondientes de tratamiento y neutralización, olvidándose del (conflictivo) negocio energético. Que a un problema convertido ya en intolerable, el de los purines de cerdo, se le quiera dar solución con el expediente de las plantas de biogás no deja de ser consistente tanto con la fechoría de consentir esa multitud de granjas odiosas como con el piadoso intento de liberar a las mismas de su obligación de resolver la intolerable contaminación que producen, dejando el aire tan limpio como estaba antes de su irrupción avasalladora. Esta solución que se quiere imponer conlleva la elusión de responsabilidades contaminantes de las granjas y, como es evidente, la extensión de problemas socioambientales por toda la región. Al igual que se planteó la negativa ecologista a rechazar un depósito de residuos radiactivos centralizado mientras no se fijase, y se cumpliera, un programa de cierre de las centrales nucleares en funcionamiento, la iniciativa de construir decenas de plantas de obtención de metano mientras las granjas intensivas de cerdos siguen invadiendo y atufando nuestra tierra, ha de rechazarse frontal y decididamente.

Este problema, pues, ha de contemplarse en todas sus dimensiones, tanto energéticas y ambientales como sociales y políticas; y tanto a escala local como regional, e incluso nacional: demasiado, es evidente, para nuestro alcalde Pedro José Noguera, que demuestra cada día que el asunto lo sobrepasa. Pese a lo cual, y en lugar de pedir ayuda, convocar a los vecinos, etcétera, este político de carambola no se ha dignado recibir todavía a la plataforma “Stop Biogás de Las Torres”, creada ad hoc para rechazar la planta dichosa, que agrupa a muy responsables ciudadanos torreños y que tiene mucho que decir; y cree que es forma de tratarla remitiendo a sus dirigentes a la información de la empresa y sus comerciales... que de momento son su principal y, probablemente, única fuente de información. Así que queda de momento muy lejos la oportunidad de que el alcalde oiga a los críticos y no digamos el momento de que se produzca el debate necesario, en el que los dirigentes de la plataforma y sus asesores quieren enfrentar sus puntos de vista con el alcalde y sus asesores de la empresa, a lo que debiera seguir una consulta popular con la que Noguera se cubriría las espaldas y evitaría males mayores.

A cambio de estas previsiones, tan democráticas y recomendables, el primer edil ha inventado una figura impropia del debido respeto a los ciudadanos, que llama honorablemente “participación pública” pero que envenena con estas intenciones tramposas: “para valorar que la mayoría de los torreños tenemos la seguridad y convicción de que este proyecto es conveniente para nuestro pueblo y que nos permitirá avanzar a todos de forma conjunta”... que es la mejor definición que se puede hacer de un alcalde antidemocrático, inepto y, pese a ello, provocador, que considera medio tontos a sus vecinos. Expresada así, esta iniciativa define con nitidez desafiante la catadura sociopolítica del imprudente Noguera, cuya idea de la democracia local se resume en hacer participar a la gente en lo que él quiere y para lo que él quiere, a fin de que resulte lo que él quiere. Sí, señor.

Pues tome nota don Pedro José: empiece a enmendar su conflictiva conducta y vaya rechazando la petición de Declaración de Interés Público para la dichosa planta, ya que este trámite (que como abogado que es reconocerá que constituye tantas veces un típico producto de la perversidad intrínseca de las burocracias administrativas y de su mala fe) ni viene a cuento ni mejorará el ambiente social, encaminando a la administración autonómica por el pleito y a la municipal por la infamia.

Así que el pueblo de Las Torres tiene un problema con su alcalde, vaya que sí. Se trata de uno más de los casos en que inocentes (por necios) alcaldes de pueblo se convierten de la noche a la mañana, sin mediar reflexión inteligente alguna, en enemigos de su pueblo, de la tierra y de la humanidad. Y añaden a la historia desgraciada de esta tierra murciana continuos y en gran medida repetitivos conflictos socioambientales que acaban traduciéndose en crisis locales que pueden exacerbarse y romper la cohesión y la paz de la comunidad vecinal Y digo bien socioambientales, porque esta oleada de plantas industriales contra natura tiene que remover, necesariamente, los ánimos de los murcianos menos contentadizos e ingenuos, generalizando el rechazo, coordinando esfuerzos y obligando a su reconsideración por los (irresponsables) representantes políticos; y a la retirada de las (oportunistas) empresas que acuden, sin gran riesgo por su parte, al panal de rica subvención.

Ya que, una vez más, oponerse a este despliegue de agresiones y desatinos es contribuir a la sensatez ambiental y social en una región que se ha entregado a una economía agraria enloquecida, arrastrando como consecuencia una serie interminable de abusos, golpes y amenazas. En Las Torres se viene gestando una verdadera crisis social a cuenta de la planta de biogás y del empecinamiento del alcalde y su mayoría, del PP y de Vox que, de momento, forman una auténtica falange macedónica dispuesta a defenderse de cualquier asechanza enemiga... Y todo por consentir y alimentar un proyecto, y sus circunstancias, cuyos beneficios cacareados son en buena medida míticos y falseados, y sus perjuicios, netos y demostrables.

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