Si tuviese que buscar un adjetivo para hacer con él un anillo para Faustina Bermejo, lo haría con perseverancia, y estoy convencido de que no equivocaría ni el número ni el modelo.
Estamos ante su cuarto poemario y en todos ellos el adjetivo sinónimo de permanencia, constancia, tenacidad o persistencia puede definirlos como ningún otro. Ella nos dice en la página quinta de "Realidad recobrada" que es una exploración del alma humana, un encuentro con uno mismo, que creo es con ella misma y con quien le rodea. No le importa verse rodeada de tiburones o de delfines, más aquellos que éstos, pero persiste en su empeño, creando cada día una poesía que le es muy personal. No sé si será por haber leído mucho de lo escrito por ella, al menos lo he hecho con sus cuatro libros publicados.
Podemos leer en la contraportada que "luz y sombra se citan en estos versos, desilusión y esperanza, abandono y entrega, soledad y encuentro, realidad desvanecida y realidad recobrada, lucidez y locura", o lo que es lo mismo, constancia pase cuanto pase, y las rosas no han adornado precisamente el camino que recorre la poeta.
Setenta y tres poemas, sin título alguno, numerados, en lo que se nos presenta como una continuidad, y cumplimentación, de aquella "Realidad desvanecida" con la que nos preparó, para ésta de hoy, hace ahora tres años.
No sé si el título es Realidad recobrada o ¡Realidad recobrada!, que de las dos formas está escrito, pero tanto sea dentro de los signos de exclamación como sin ellos, Faustina ha recobrado una realidad que quiere hacerse esquiva- como para tantos millones de personas lo es en esta España actual-, pero poema a poema sabe que, tras haberse visto cómo esa misma Realidad se le desvanecía, no va a dejar pasar ni un verso por recobrar su tono creativo, tan personal, tan íntimo muchas veces.
José María López Conesa lo dice en el prólogo: "es un canto a la vida, un bello poemario que nos hace reflexionar sobre los plúrimos temas que embellecen nuestro tránsito vital o lo amargan sañudamente".
Palabra de maestro.
Estamos ante su cuarto poemario y en todos ellos el adjetivo sinónimo de permanencia, constancia, tenacidad o persistencia puede definirlos como ningún otro. Ella nos dice en la página quinta de "Realidad recobrada" que es una exploración del alma humana, un encuentro con uno mismo, que creo es con ella misma y con quien le rodea. No le importa verse rodeada de tiburones o de delfines, más aquellos que éstos, pero persiste en su empeño, creando cada día una poesía que le es muy personal. No sé si será por haber leído mucho de lo escrito por ella, al menos lo he hecho con sus cuatro libros publicados.
Podemos leer en la contraportada que "luz y sombra se citan en estos versos, desilusión y esperanza, abandono y entrega, soledad y encuentro, realidad desvanecida y realidad recobrada, lucidez y locura", o lo que es lo mismo, constancia pase cuanto pase, y las rosas no han adornado precisamente el camino que recorre la poeta.
Setenta y tres poemas, sin título alguno, numerados, en lo que se nos presenta como una continuidad, y cumplimentación, de aquella "Realidad desvanecida" con la que nos preparó, para ésta de hoy, hace ahora tres años.
No sé si el título es Realidad recobrada o ¡Realidad recobrada!, que de las dos formas está escrito, pero tanto sea dentro de los signos de exclamación como sin ellos, Faustina ha recobrado una realidad que quiere hacerse esquiva- como para tantos millones de personas lo es en esta España actual-, pero poema a poema sabe que, tras haberse visto cómo esa misma Realidad se le desvanecía, no va a dejar pasar ni un verso por recobrar su tono creativo, tan personal, tan íntimo muchas veces.
José María López Conesa lo dice en el prólogo: "es un canto a la vida, un bello poemario que nos hace reflexionar sobre los plúrimos temas que embellecen nuestro tránsito vital o lo amargan sañudamente".
Palabra de maestro.
Francisco Javier Illán Vivas
Francisco Javier Illán Vivas
Isabel María Ortíz
Antonio Hernández Carrasco
José María López Conesa
Irel Faustina Bermejo Hernández
Estuvo perfectamente ensamblado el acto de presentación. Mucho público y sensación de bienestar. La vena poética de Irel encendió los corazones de sus admiradores.
ResponderEliminarEnhorabuena a Faustina y al coro que la circundó.