Hace casi un año, uno de mis principales planteos es que Israel había perdido su capacidad de disuadir a sus “enemigos” de atacarlo. Ya no regía, por ejemplo, la doctrina Dahiya de Gadi Eizenkot, ex Jefe de Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, que afirma que Israel “ debe usar una fuerza desproporcionada y abrumadora mientras ataca infraestructura civil y gubernamental para establecer la disuasión y obligar a la población civil a presionar a los grupos para que pongan fin a sus ataques”.
La doctrina había sido nombrada así por los bombardeos indiscriminados de Israel al barrio de Beirut que llevaba el mismo nombre. El barrio este jueves fue noticia de, nuevo, cuando 85 toneladas de bombas fueran lanzadas en seis edificios desde aviones estadounidenses F-15, según las propias autoridades israelíes.
Según las estimaciones de los funcionarios de defensa israelíes, unas 300 personas murieron en el ataque aéreo. Algunas de las víctimas se encontraban en edificios cercanos. El portavoz de las FDI, Daniel Hagari, dijo que la instalación atacada se encuentra debajo de edificios residenciales.
A pesar de las valoraciones israelíes, una fuente de Hezbolá dijo a Reuters que Nasrallah sobrevivió al ataque. Los medios saudíes, incluidos Al-Arabiya y Al-Hadath, también informaron que Nasrallah sobrevivió y que se encontraba "en un lugar seguro". A pesar de esto, el estamento de seguridad de Israel mantiene que Hezbolá estaba presente en la sede en el momento del ataque. Una fuente iraní dijo a Reuters que Teherán está tratando de determinar su condición.
El ataque, que incluyó el uso de armamento particularmente masivo, probablemente fue precedido por información precisa sobre la presencia de miembros de alto rango del grupo en la sede de Beirut.
Una fuente israelí afirmó que "los estadounidenses fueron informados unos minutos antes de la operación". Sin embargo, el Pentágono informó que Israel no informó a Estados Unidos del ataque con antelación y que el ministro de Defensa, Lloyd Austin, habló con el ministro de Defensa, Yoav Gallant, sólo una vez que el ataque había comenzado.
Según una fuente libanesa, se trata del ataque más importante desde el comienzo de la guerra. El canal de noticias saudí Al-Arabiya informó de que seis edificios se derrumbaron por completo como consecuencia de ello. El ministro de Sanidad libanés afirmó que los edificios estaban llenos de gente. Los hospitales de Beirut pidieron a la población que donara sangre.
Tras un retraso de más de una hora, la oficina del primer ministro, Benjamin Netanyahu, anunció que abandonaría Estados Unidos, donde habló el viernes en la Asamblea General de las Naciones Unidas, y que regresaría a Israel a las 3 de la madrugada, hora de Israel. Más temprano esa noche, Netanyahu interrumpió una conferencia de prensa cuando se publicaron los primeros informes sobre el ataque.
Benjamín Netanyahu publicó una foto en la oficina en Nueva York desde donde ordenó el ataque a una zona poblada por civiles, un crimen de guerra que, por el nivel de impunidad que maneja, pasará desapercibido al lado de otros episodios más horrorosos de su autoría. Algo que ha perdido Israel, en los últimos meses, es cualquier atisbo de superioridad moral. ¿Qué diferencia a un matón, un genocida como Netanyahu, del líder de Al Qaeda o el Estado Islámico?
Mientras planificaba el asesinato del líder de Hezbollah, Netanyahu regaló en la ONU otro de sus delirantes discurso en los que contrapuso un mapa de Medio Oriente con los países de la “maldición” (Irak, Siria, Irán) y los de la bendición (Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Jordania, Israel). El mapa de la “bendición” coincide con el corredor geopolítico asiático hacia Europa que Estados Unidos e Israel quieren construir desde la India.
El sábado, por la mañana, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, Herzi Halevi, anunció que el líder de Hezbollah había muerto. Nombró a la operación militar “Nuevo Orden”, una clara alusión a un intento de establecer el asesinato como una forma de disuadir a todos los “enemigos” de Israel. “Las herramientas de la caja de herramientas no se acaban. El mensaje es simple: sabremos cómo llegar a cualquiera que amenace a los ciudadanos del Estado de Israel”. También se reportó el supuesto asesinato del jefe del Frente Sur de Hezbollah, Ali Karchi, a cargo de gestionar el conflicto con Israel.
Como una forma de mostrar una imagen de victoria, los militares israelíes publicaron una foto de todos los líderes de Hezbollah que han asesinado en los últimos meses y años.
Yapir Lapid, líder de la oposición en Israel, festejó los asesinatos: “que sepan todos nuestros enemigos que cualquiera que ataque a Israel es hijo de muerte. Este es un logro importante para la disuasión y la seguridad del Estado de Israel”. Por ahora no hay ninguna información oficial de Hezbollah que confirme la información militar israelí. Tampoco se sabe cuál es el estado de Hashem Safieddine, el segundo al mando de la organización.
Para Hezbollah son semanas de grandes derrotas militares y, sobre todo, de inteligencia: la campaña de terror contra sus militantes y libaneses comunes iniciada con la explosión de los busca personas dio lugar al bombardeo a una supuesta oficina subterránea donde, se supone, estaba parte de su Estado Mayor. Pero queda la duda de si muerto Nasrallah, se “acaba la rabia”, como piensan los mandamás israelíes, quienes se han puesto como objetivo que Hezbollah desvincule su frente de apoyo a Gaza con el lanzamiento de cohetes al norte de Israel, que impide a 60 mil de sus ciudadanos regresar a sus localidades.
Leamos las palabras del último discurso de Nasrallah.
El jefe de Hezbolá se dirigió al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y al ministro de Defensa, Yoav Gallant.
“Le decimos a Gallant y a Netanyahu que el frente libanés no se detendrá hasta que cese la agresión contra Gaza. La resistencia en el Líbano no dejará de apoyar y ayudar a Gaza, Cisjordania y a los pueblos oprimidos en esas tierras santas”.
"No podrán 'devolver' a los colonos al norte y hacer lo que quieran. Este es un gran desafío entre nosotros y ustedes, y la única manera de hacerlo es detener la guerra en Gaza", añadió Sayyed Nasrallah, dirigiéndose al primer ministro y al ministro de Exteriores israelíes.
También dijo que el enemigo israelí pretendía agotar el ambiente de resistencia a través de estos ataques a gran escala, y agregó que el régimen sionista “trabajó para hacer que este ambiente alzara la voz contra el liderazgo de la resistencia”.
“Sin embargo, este objetivo también fracasó el martes y el miércoles. El enemigo también pretendía con las masacres atacar el sistema de mando y control de Hezbolá y difundir un estado de debilidad y confusión entre sus dirigentes, y esto nunca ha sucedido ni un solo momento”.
“Hoy puedo asegurar que la estructura organizativa de la resistencia no se ha tambaleado y que gracias a los sacrificios de nuestro pueblo esta estructura es suficientemente fuerte y cohesionada. Lo que ocurrió no afectó nuestra determinación, nuestro sistema de mando y control, nuestra preparación, ni nuestra presencia en los frentes, sino que aumentará nuestra fuerza y presencia.”
“Los colonos no volverán al norte”
Sayyed Nasrallah también citó una sugerencia del jefe del Comando Norte de Israel, quien pidió establecer una llamada zona de seguridad dentro del territorio libanés.
“Le digo que así lo esperamos. Los soldados sionistas recurren a procedimientos de ocultación en el frente norte y los estamos buscando a ellos y a sus tanques para atacarlos, pero si deciden moverse, les decimos que son bienvenidos”.
En este contexto, Sayyed Nasrallah subrayó que cualquier incursión israelí en territorio libanés es una oportunidad histórica para el grupo de resistencia.
“La zona de seguridad se convertirá en un infierno para su ejército, si quieren venir a nuestra tierra se encontrarán con cientos de los que resultaron heridos el martes y miércoles porque se volvieron más decididos”.
En las horas posteriores al ataque, Hezbollah lanzó cohetes al norte de Israel y, por primera vez, las colonias israelíes en Cisjordania. Lo que habla de que es posible que Israel deba embarcarse en un conflicto porque, sin Nasrallah, la rabia continuara hasta que Netanyahu resuelva su invasión a Gaza. Cuyas negociaciones están estancadas por la negativa del primer ministro israelí de retirarse de los corredores establecidos por el Ejército israelí para cortar al medio la Franja y controlar la frontera con Egipto.
Para Hezbollah, como para el resto del Eje de la Resistencia (Irán, Yemen, Siria y las milicias chiíes iraquíes), se plantea el dilema de dejarse arrastrar a una guerra directa con Israel o continuar por la senda del degaste de Israel en múltiples frentes, como el militar, económico, y sobre todo, el político. Netanyahu, en este último, puede haber logrado una victoria política para alargar los tiempos políticos y reunir una coalición de extrema derecha que le permita prepararse para unas nuevas elecciones donde tenga asegurado su triunfo. Su estrategia, cada vez más, parece clara: acelerar la escalada de confrontación contra Hezbollah e Irán para que en, una eventual, guerra Estados Unidos salga en su auxilio.
Es también una buena manera de que una guerra en Medio Oriente sirva para que Donald Trump llegué al poder mostrándose como el mejor aliado de Israel. Por eso, quizás, Netanyahu ha saboteado con tanto esmero todas las iniciativas de “paz” de la Administración Biden en El Líbano y Gaza. Y también ha mostrado claros signos de desespero porque se desencadene un ataque directo de Hezbollah que vuelva a victimizar al pueblo israelí como el más “agredido y indefenso” de Medio Oriente. El interrogante es si Hezbollah, o Irán, preferirán hacerle juego a Neyanyahu o continuar con su “paciencia estratégica” para que Israel siga hundiéndose en el pantano del desgaste.
Si los monstruos de la guerra se sueltan, todos saben que Israel es el único de los bandos que puede utilizar sus armas nucleares para establecer su tan ansiada disuasión. Un verdadero peligro para la humanidad.
Fuente: Bruno Sgarzini
No hay comentarios:
Publicar un comentario