martes, 1 de febrero de 2011

Biutiful. Comentario cinematográfico de Emilio Pérez Martín

BIUTIFUL



  











Emilio Pérez Martín





Comentario cinematográfico de Emilio Pérez Martín .


Para mi gusto Javier Bardem sale por fin bien parado de su última película, después de bañado entre babas y cacas de sus anteriores películas (Huevos de oro, Carne trémula o Mar adentro) donde parecía que más que su propio carácter preponderara la carne que ofrecía (no es una crítica, sucede así con todos los actores de valía, también Penélope Cruz es así hasta que no se arroja a las llamas de Los abrazos rotos). Terminado de tallar en una película que nos ofrece muchas reflexiones en las que trataremos de centrarnos. Sin lugar a dudas el hispaninglish del título nos ciñe a una reflexión sobre qué es la belleza, si también se puede representar lo feo, etc. He de confesar que al principio de la película confundía las barriadas decrépitas con un Madrid suburbial, pero efectivamente enseguida te das cuenta que se trata de Barcelona, no la más fashion, cultural y estudiantil, sino en la que se desarrolla la crisis de la trama. Afán del director, sobre todo en la primera parte, de mostrar todo lo sórdido que encierra -y la sordidez la encierran en sí todas las grandes ciudades en que también se dan las mayores desigualdades-. En ese sentido todas las imágenes de prostitución, delincuencia y pobreza vienen al caso, de manera muy embelesada, estética. En ese sentido podríamos adivinar hasta una crítica social preconcebida, y por qué no, al propio concepto del "biutiful" extranjero cuando trata de englobar todo lo español en el mismo saco sin conocernos de dentro (así como nosotros hacemos con otros países) y sin tener en cuenta nuestro propio salto traumático del XX al XXI con el atraso consabido acarreado.


La trama, un hombre que trata de sacar adelante a su familia, durante la crisis, teniendo en cuenta que la falta de trabajo le lleva a traficar con drogas, mediante mafia china y recurriendo hasta el crimen. En ese sentido hay un nuevo realce dickensiano hacia la inocencia del criminal, que tiene su explicación en su propia necesidad. Dándole este tipo de papeles a Bardem estoy seguro que bordaría la obra teatral de Koltés "Roberto Zucco" por tratarle siempre como carne de cañón, si bien observamos que aflora su lado humano, por lo que termina de tallarse (y yo le retaría a hacer papeles cada vez más humanos, nadie encierra una bestia de por sí, para salero de los demás). Los ambientes : ese rastro donde bohemios venidos a menos, esas casas ínfimas y postindustriales, esa discoteca final a modo de paraíso, todas esa cosas, están muy bien elegidas. Sin embargo, lo que guarda de mensaje pesimista, esa Barcelona que no soporta su propio peso, esa belleza terrible y apocalíptica de toda gran ciudad vista desde arriba, nos invita a una reflexión. Para Rilke "Lo bello es el comienzo de lo terrible" (vid. Las elegías de Duino). Hay que ver cómo nos estremece esa sensación difusa, neorrománticamente sádica en que vemos la obra del hombre presa del tiempo (la ciudad) como si un viejo satán baudeleriano y una divinidad hambrienta pugnarán por devorarlo, en su propia orfandad. Platón creía que la belleza era un ideal a perseguir y Tolstoi en cambio advertía que para él solo lo bueno era bello (al revés que Platón) haciendo ambos con sus máximas hidropesía del arte. Para Kant, mucho más acertado, el juicio estético obedece a principios subjetivos, a gustos personales, y Freud seguramente nos pondría en solfa advirtiendo que no es lo mismo lo que nos parece bello por familiar como lo que transgrede a ese principio, que también lo puede ser y gira siempre en torno a lo sexual-afectivo. Hegel lucha por destronar a Kant y pide unos principios universales, algo que seguramente no existe, aunque lleguemos a acuerdos progresivamente. Para el arte por el arte incluso el arte no necesita de beneficistas filósofos, es la belleza por la belleza. Y dentro del arte, Goya, Rubens, Picasso, Bacon o el propio Velázquez en algunos de sus cuadros, advierten que no se ha de representar sólo lo bello en arte, que si no estaríamos negando parte de la realidad.
Trasplantado a la literatura en fin, más cercana a nuestro dominio, mientras Juan Ramón Jiménez persigue el instante hermoso, otros, los poetas sociales pongamos por caso, han de acordarse de lo que se le olvida al más laureado, aunque no le restemos confianza a todo lo que persigue, pasado el tiempo.
En fin, un aplauso a la última película protagonizada por Javier Bardem, sin restar poesía al asunto.


Emilio Pérez Martín es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Zaragoza. Ha colaborado con el Grupo Súcubo, de poesía, la Tertulia Mambrino y la revista cultural Eclipsados. Actualmente está elaborando una novela de la que esperemos dé a luz más pronto que tarde. En lo artístico ha formado parte de los grupos de teatro Chandrío y En penumbra. Le interesan también el cine y la música. En definitiva, todo lo relacionado con la cultura. Actualmente estudia Historia del Arte.

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