lunes, 5 de julio de 2010

TRES MANERAS DE VOLCAR UN BARCO – CHRIS STEWART. Reseña de Eduardo Cruz Acillona

TRES MANERAS DE VOLCAR UN BARCO,  de CHRIS STEWART


EDITORIAL. Salamandra.
Nº DE PÁGINAS: 192.

 Reseña realizada por Eduardo Cruz Acillona.
     

     De todos es conocido que los británicos, a nada que tienen la menor oportunidad, emigran a nuestro país huyendo de la lluvia, de la niebla, de los “fish & chips” y de acostarse a las ocho de la tarde. Su querencia natural y nuestras estadísticas de población nos dicen que suelen asentarse en lugares como Benidorm, Mallorca, Maspalomas, Torrevieja o Marbella. Lugares, todos ellos, donde tienen garantizados el sol, la playa, la cerveza barata y los pubs con antena parabólica donde poder ver los partidos de fútbol de la liga inglesa.
     La excepción a esta regla la protagonizó, en 1920, el escritor Gerald Brenan, quien contó su experiencia en la Alpujarra granadina en el libro “Al sur de Granada”. Décadas más tarde, Chris Stewart vino a redundar aquella excepción levantando con sus propias manos el cortijo “El Valero” en el término municipal de Órgiva, también en las Alpujarras.

     Tras haber pasado por numerosas ocupaciones profesionales, se decidió a poner negro sobre blanco su experiencia granaína. Así surgieron “Entre limones” y “El loro en el limonero”, éxitos de ventas tanto en su país (un millón de ejemplares) como en el nuestro (cuatrocientos mil).
     “Si a la gente le gusta que le cuenta mi vida, rebusquemos en el pasado”, debió pensar Chris Stewart. Abrió el baúl de los recuerdos (que, según indica su biografía, debía estar a reventar) y extrajo los meses en los que decidió que lo suyo era surcar los mares a los mandos de un timón aun sin tener ni la más remota idea de cómo se hacía eso.
     Harto de mantener ordenado y esquilado un rebaño de ovejas, Stewart recibe el ofrecimiento de convertirse en el patrón de un velero propiedad de un matrimonio mayor que piensa pasar sus vacaciones en las islas griegas. Sin pensárselo dos veces, acepta entusiasmado el encargo. En ese momento, viendo que puede hacer realidad uno de sus sueños, no repara en que jamás ha pilotado un barco y en que, para él, “estribor” y “babor”, bien podrían ser los nombres de dos jugadores de un equipo de fútbol noruego.
     Lejos de arrepentirse, contacta con un viejo amigo para que, con su pequeño barco a motor, le dé las primeras lecciones de navegación o, como mínimo, de supervivencia a flote. Y lejos de alcanzar su objetivo, ahí está la primera manera de volcar un barco.
     Como si de un personaje de Tom Sharpe se tratara, Chris Stewart se aplica a sí mismo la teoría de “si algo puede ir mal, pongamos todos los medios a nuestro alcance para que pueda ir peor”, y lo consigue.
     Será mejor que, armados de una caja de biodraminas, se embarquen ustedes (si se atreven) de la mano del autor en relajantes (¿?) travesías por el Mediterráneo o, si han perdido ya toda su capacidad de discernimiento, en una odisea por el callejero plagado de olas como rascacielos del Atlántico Norte.

     Tras culminar la última página del libro, seguro que se quedan con las ganas de que Chris Stewart les siga contando sus vivencias. Eso sí, las que se refieren, únicamente, a tierra firme…



Eduardo Cruz Acillona es periodista. Lee cinco periódicos al día. No por estar bien informado, sino porque no se fía ni de la solución de los sudokus. Ha publicado dos libros de monólogos de humor: "Más claro, agua" (Ed. Lulú, 2007) y "Mejorando lo presente" (Ed. Bubok, 2008). Algunos de sus relatos también están publicados en antologías y revistas literarias. Diariamente actualiza su blog Más claro, agua y colabora en la web literaria Más que palabras.

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