miércoles, 23 de junio de 2010

La generación sublime. No hay estética sin ética. Opinión de Bruno Jordán

La generación sublime. No hay estética sin ética

 Bruno Jordán es escritor y periodista.
       Abochornado más que desilusionado leí –y vi- el reportaje sobre jóvenes poetas actuales que previamente me había anunciado una de las reportadas que publicaría El País Semanal el pasado 13 de junio. Ante el espectáculo presentado y contemplado, sentí el impulso de escribir y publicar algo aquí que me distanciase diametralmente de todo aquello pero pronto lo frenó la probabilidad de que –de hacerlo- acaso posicionaría involuntaria e indirectamente a este periódico que coordino y a la revista Poe +. Ambas publicaciones se posicionan, claro está, pero lo hacen por la vía de los hechos, de sus contenidos y formatos.
Pulsa sobre las imágenes para ampliarlas
 

Ahora me brinda Jesús Belotto -de forma inesperada y gratificante- un Pisuerga que me conduce acogedoramente hasta donde quería llegar, a Valladolid. No solo porque coincido del todo con lo que dice y cómo lo dice; también porque me abre la puerta para expresar una reflexión que vengo madurando desde hace ya tiempo y que, en mi opinión, subyace como fondo real de lo acontecido: la ética de la estética.
Se cuenta –y a fe que debe ser verdad- que cuando Franco expulsó a Aranguren de su cátedra de Ética en Madrid, José María Valverde dimitió solidariamente de la suya de Estética en Barcelona con una carta al Caudillo en la que le decía escuetamente Mi general: no hay Estética sin Ética.
Y es eso. Ambas vertientes tienen que armonizar en las creaciones “artísticas”; “po-éticas”, en este caso. Hay quien ha pensado que el reportaje “armoniza” con bastante precisión las concepciones de los reportados sobre ambos aspectos. De ser así, creo que voy seguir intentando estar en sus antípodas.
El reportaje “ilustra” certeramente el terreno, digamos “clásico”, donde se ha venido moviendo ancestralmente “la poesía”. Uno de los peores papeles que ha desempeñado es el de servir de forma de expresión pretendidamente excelsa para las clases más cultas, poco accesible para quienes no podían conseguir esa cultura. Una manifestación de la segregación social que, retro-alimentariamente, la perpetuaba. Poetas excelsos excelsamente ataviados y retratados en bucólico ambiente (y eso que son claramente urbanos los poemas y se autoreconocen los poetas, me apuntaron) que prontamente se prestan sin más -bueno, sí, con su beneficio y su narcisismo incrementados- a ser fagocitados  funcionalmente por la supuesta estética sin ética (esto último, nada supuesto) que practican también funcionalmente los mass media para “la sociedad”. Me sorprende realmente que los poetas “report(r)ajeados” no repararan siquiera en el hecho de que alguna de las prendas que lucían podía haber sido fabricada realmente por una niña filipina o un niño pakistaní.

                                                     Pulsa sobre las imágenes para ampliarlas

“La sociedad es burda”, define Lorenzo Plana, “es grosera”, matiza con elegancia sublime Antonio Lucas. ¿La “sociedad”? ¿El “sistema”? ¿El “poder”? El orden bajo el que vivimos social, económica y mentalmente. Finura entomológica para los adjetivos, confusas abstracciones para los sustantivos. Dejaremos así que lo poético siga siendo acaso estéticamente calificativo, pero escasamente sustancial.


Como buenos poetas “con oficio” –queda mal eso de llamarle profesión- evidencian una nítida vocación generacional. “Por primera vez no hemos sentido necesidad de matar al padre (la poesía de la experiencia) o reivindicar al abuelo (los novísimos)”, manifiesta Javier Rodríguez Marcos. Está claro: si “alguienes” tienen padres y abuelos ergo… son una nueva generación. ¿Sutil silogismo? No, burdo, grosero... 
                                                           Pulsa sobre las imágenes ampliarlas

Con el reportaje se ha dejado bien alto el Panteón poético. Me apuntan también, a este propósito, que el Edén es la huida, el símbolo de haber sucumbido, representa la derrota sin paliativos; pero no, esta vez no; el Edén sigue siendo la morada a la que es condenada por la mayoría -el propio reportaje es muy ilustrativo y protagonista en esto- a los poemas, al "arte", a la cultura. Incluso al saber. Es la morada de los sublimes.




Bruno Jordán es escritor, poeta y periodista, amén de otras muchas cosas (de la mayoría de ellas, incluídas las anteriores, solo pretende ser).

4 comentarios:

  1. Bruno Terribilis -aunque discreto. ¡Los periodistas y sus fuentes! Hay que hacer un cursillo antes para calarlos a ellos... y a sus cuernos!!!

    ¡Panteón poético! ¡El Edén es la huida! ¡Virgen del amor hermoso! Repararon los excelsos y excelsamente ataviados poetas en si los textiles que lucían fueron made in Pakistán o Thailandia? Y si en ello repararon, les importó lo más mínimo? Y si les importó lo más mínimo, hicieron de tripas corazón? O no lo necesitaron? Mojaron algo por la publi o fue gratuita, un acto de genuina 'generosidad'? Lo que es seguro es que al periódico en cuestión le salió barato publicar un report. sobre poesía en el Cultural (¿quién lo va a leer? ¡qué tontamente malgastadas esas páginas!), aunque sea (la poesía) -dicen- de aquí y de ahora. ¿Dónde es aquí? ¿España? ¿O aquí es el clásico locus amoenus poético? Que desde luego, no es de ahora, sino de los clásicos más clásicos, empezando por Homero.

    Sí, Bruno, la poesía es el Edén al que la condenan los que no la entienden o no la leen (o la leen pero no la entienden; no sé si la distinción es relevante). Pero de eso los poetas no tienen la culpa, así que no les carguemos un mochuelo que, en propiedad, no les corresponde. Sí se les puede cargar el mochuelo de haberse prestado al jueguecito del reportaje, pero probablemente era o lo tomas (todo) o lo dejas (todo). Y ellos lo tomaron, claro, porque tienen su vanidad (más siendo poetas). El mochuelo del que sí son responsables es que ese paraje bucólico como fondo en que graznaban sus versos no encaja para nada con sus contenidos poéticos. Son urbanos, sí, y beligerantes. Y eso no encuadra para nada con la reducción de la poesía a la estética, para más inri, a la estética más casposa, tradicional, blanda, convencional, tópica. Si la poesía es un cuchillo, o un puñal, ¿qué hacemos vistiéndonos de excelsos y de sublimes? Vamos de revolucionarios cuando 'toca' y de 'excelsos poetas' cuando toca también? Es eso coherencia? O reivindicación de que, al fin y al cabo, la coherencia es un viejo valor caduco de la ya caduca Modernidad?

    Poesía sí, pero envueltita en Hilfiger, como decía Jesús B. Porque si no, es intragable, indigerible. Eso piensa el periódico. Invendible. Eso piensan los poetas. Y aun así... Pero sus nombres, los nombres de los excelsos, aunque no por ello vayan a ser más vendidos -que no más leídos- al menos sonarán en todo el territorio del 'aquí', sea cual sea su referente, y del 'ahora', sea cual sea también su referente.

    Dame, dame, dame poesía. Y yo te pagaré con un beso de vampira.
    ;)

    ResponderEliminar
  2. Ya sabes, querida Ester, que soy un buen exponente de lo que César Reglero define acertadamente como "apropiacionismo" en cuanto a lo poético. Y sabiéndolo... ¿entonces de qué coño te sorprendes a estas alturas? ;P)

    ResponderEliminar
  3. Qué poéticamente poético te ha salido el ¡¡¡qué coño!!! Ahí, ahí querría yo ver a los excelsos susodichos.

    No me extraño, ya lo sabes. Te conozco como la palma de mi mano, jaja! Pero del revés, como un calcetín sucio caído de camino al cesto: turned inside out ;P)

    ResponderEliminar
  4. Bueno, ya sin coñas (ni coños), Ester. Discrepo de una parte sustancial de tu comentario. No culpo a "los poetas", así, en general, de que situen "la poesía" -los poemas, para ser más preciso y coherente con mi concepció- en ese sublime e indeseable Edén. Sí culpo a los poetas que se prestan a que eso suceda o que, incluso, la conducen directamente con sus poemas y otros espectáculos como este. Si son mayoría o no, no puedo saberlo. Pero sí creo saber que contribuyen notablemente -sobresalientemente en el caso que nos ocupa- a que siga "allí" "en este momento".

    ResponderEliminar