martes, 1 de junio de 2010

El Tejedor en...Madrid - Javier Seco y Eduardo Barbero

 

El Tejedor en...Madrid - Javier Seco y Eduardo Barbero

 

 

Pulsando aquí podéis conocer en detalle a los poemas y autores sobre los que se han trabajado las imágenes

 L.U.P.I. está muy agradecida por tener dos firmas de este calibre como ilustradores de este  "Tejedor en...MADRID".

Aquí nos encontramos con unos artistas de gran estilo, aunque con dos técnicas bien distintas en ejecución de la obra,  Javier Seco y Eduardo Barbero. Han trabajado mano a mano pasándose y ejecutando una a una las 16 imágenes que encontraremos en este libro.
Francamente, la obra final ejecutada a dos manos entre estos creadores ha sido la creacion de bellas, muy bellas imágenes. Os dejamos con las imágenes, con algunos de los poemas que las han inspirado, del "Tejedor en...MADRID" que las podréis ver también en:

Imagen de portada

  LA PERRA ABANDONADA
me quedé a vivir
durante siglos
atrapada
en la locura de otro
y quería escapar
pero un día vi
–fue en el espejo–
la terrible mirada de terror
del perro
que aún no sabe
pero sabe
que ha sido abandonado
y entonces me quedé
            Mada Alderete







CUCHICHEOS
para Escandar Algeet, Observador.
la calle. ¿sabes?.
andan hablando de ella
como a la vuelta de un lugar frío.
-me apena-
porque lo hacen en voz baja -al oído-
para que nadie se entere. nadie.
ni tan siquiera sus víctimas,
que transitan por ella, sin rumbo
ni destino
junto a sus verdugos.
                                  Gsús Bonilla



IV
Derribo mis huesos a golpe de maleza
hay gaviotas varadas en mis venas
malogradas reliquias de estambre.
Reordeno mis versos:
lento exterminio en la médula que sangra mi voz.
Nada se acopla a mis huesos
estúpido vientre de la hembra
mirada prostituida
oscura madre en asedio, madre voz.
                                      Bárbara Butragueño



EN PALABRAS DE MI MADRE
El día que murió tu padre
noté cómo algo
se me rompía por dentro.
Y el tiempo no lo cura porque,
como cuando se rompe un jarrón
y lo vuelves a pegar,
perfectamente puedes
distinguir las grietas.
                                Javier Das










ALFABETO DE CICATRICES
Con pulso de artificiero
escojo las palabras.
Manejo con tacto
la nitroglicerina de cada sílaba.
Por culpa de palabras mal usadas
a mi corazón lo cruza
un alfabeto de cicatrices.
             Ana Pérez Cañamares




PLAZA DE LAVAPIÉS
Llueve a mares y baja por la cuesta de Ave María
el líquido amniótico de los sueños.
Bajan las cicatrices, las llamadas perdidas,
la barbie abandonada y un árbol del amor,
los condones suicidas y los huesos de pollo,
el llanto de las razas, los mensajes borrados,
la belleza sin sitio, las fotos del eclipse…
Los juguetes enfermos, los dioses que no cambian,
los extractos del banco, las sillas de tres patas.
Sale la luna en Sombrerería y sale el sol en Olivar.
Un río ineludible de preguntas
desciende a la boca del Metro,
un ángel que volaba hacia atrás,
el alquitrán del miedo,
un corazón con brazos del Ikea,
frascos de jarabe caducado.
Pecados que no vieron amanecer,
belleza que no encuentra reposo.
Está lloviendo a mares en plaza de Lavapiés
y soy esa mujer que lleva escrito un No.
                                                Ángel Petisme






CAMBALACHE XXI
Hombres oscuros cruzan un mar de hule
en barcas de papel buscando a ciegas
la costa de un sueño que los niega.
Los pobres juegan a la bolsa contando las monedas
y los banqueros cenan cada jueves con dios
y sus gerentes.
Se prohíbe terminantemente
fumar a los dibujos animados
y los científicos se dedican a decidir si plutón es o no un planeta.
La gente llora vía satélite en cada aniversario de las torres gemelas
pero apenas suspira ante los videos de millones de africanos
igualados por el hambre.
Un puto cura septuagenario que
teóricamente
lleva sin follar más de 50 años
decide que el condón sigue siendo pecado
y condena a miles de ingenuos.
Las medicinas contra el sida siguen costando un huevo
y encima hasta tenemos que darle gracias a bill gates
por ahorrarse impuestos donando unos millones.
La desunión soviética ahora exporta mafiosos
y en algún rincón de lacandona
marcos empieza a dudar
y fuma en pipa
mientras los poetas laureados se observan el ombligo
esperando ver brotar una jodida orquídea
y ponen a parir a saramago porque protestar ya no se lleva.
El pelo te lo cortan desde dentro
y la arena de parís
bajo los adoquines
se canjea por coca o sucedáneos.
La esperanza de vida crece
te cuenta el telediario
pero se calla el decir que la esperanza de muerte
sigue ganando por goleada.
Las tropas de paz llevan las mismas armas
automáticas
que las tropas de guerra
y los oprimidos de ayer
ahora que son fuertes
oprimen
por si acaso.
Un ecologista entusiasmado sacude las rastas
mientras intenta convencerme de que la revolución
del nuevo siglo
pasa por la preservación
del escarabajo pelotero
y algún cabrón serigrafía
sin pudor
la cara del che en unos calzoncillos con relleno.
El agujero de la capa de ozono me mira como el ojo de un dios
tocapelotas
y ni siquiera puedo ahogarme
en la bañera
porque me acusarán de gastar agua en demasía.
Hombres oscuros cruzan un mar de hule en barcas de papel
buscando a ciegas
la costa de un sueño que los niega.
En algún lugar
está naciendo el niño
que hará saltar por los aires
toda esta mierda.
                                                                      Carlos Salem

Sobrevolando en paraguas
A las seis y cuarto he abierto la ventana del salón en pleno invierno
y, copiando el desequilibrio más típico, he permanecido desnuda;
sólo unos calcetines grandes que te iban bien a ti
y un paraguas feo y viejo sobre mi cabeza.
Parada en el quicio de la ventana, feliz de pensarte,
de descubrir hasta en la brisa tu boca soplándome,
de ver a lo lejos pájaros sin color que no saben de ti mientras se esconden del frío
y un sauce llorón que imita la forma de mi cuerpo pero sin paraguas;
un escalofrío galopante idéntico a tu puerta que se cierra
y una cama sin sábanas en la otra punta de la casa.
 
En primera línea no hay farolas, al fondo ya sí.
Por allí pasa el tren, ¿sabías?, un tren cada dos horas, uno de cada dos de mercancías,
y en el andén espera un perro de bigotes blancos que cree que ya no es mío
porque espera ese tren tuyo que parece de los viejos de antaño, de caldera,
de maletín y bombín chato, de ti en viejas fotos y sombrereras,
de ti en el rizar del pelillo de mi nuca aquí desnuda,
de ti en el borde de la acera sin luz,
en la base de mis pies y tu suelo frío,
de ti en el caballete de pintura,
en mi ropa tirada en el quicio de la bañera,   
de ti en este frío que me galopa y me encoge,
de ti en mí y en mi paraguas que no sirve para nada aquí dentro,
ni para volar si me lanzara en calcetines
por la ventana, entre estos pájaros que juegan
al escondite por si llegases de pronto.
                                  Estelle Talavera

y disfrutar de su obra en:    

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