domingo, 30 de mayo de 2010

USO UTÓPICO III: ESPAÑA, DERRAMA ANTE MÍ ESTA FARSA. Opinión de Cecilio Olivero Muñoz

USO UTÓPICO III


Por Cecilio Olivero Muñoz




ESPAÑA, DERRAMA ANTE MÍ ESTA FARSA

      Ser honesto significa tenerlo todo o casi todo bien claro, y significa dejar de engañarse uno mismo. Digo esto por muchas razones, pero las que veo más detestables las enumeraré en las líneas siguientes.

La razón de que me hiciera escritor/poeta es una razón para algunos vergonzosa, o también, por qué no decirlo, un tanto inconfesable; ya que, las razones por las que uno se hace escritor o poeta son extrañas a mi parecer, aunque tienen una lógica, por que ante todo somos personas y la lógica, a veces, está demasiado despersonalizada. La mía proviene desde mi adolescencia. Al ser un chaval poco dado a los estudios, y un desastre como chico malo, y debido a que he andado siempre entre estas dos aguas, he querido demostrarme a mí mismo que para algo he tenido que valer, y quise, también por frustración en estas dos etapas de mi vida, hacerme valer para algo que cuando empecé era un pobre pardillo y a lo mejor todavía lo sigo siendo. Me hice escritor (aficionado) debido a mi ignorancia, por que si hubiese conocido donde me metía, seguro no hubiera ni empezado. Empecé a escribir debido al flamenco, y cómo no llegué a nada, decidí al menos hacerme poeta y así, además de escribir mis letras, poder cantarlas, pero en ninguna de las dos facetas he tenido suerte. Todo aquel que se dedica a alguna vertiente artística quiere triunfar, quiere el éxito. Con el éxito llega la fama, y con la fama, llega a veces la gloria. Todos los escritores son artistas y por ende quieren el éxito. Todos lo quieren, y el que diga que no, miente. Desde el escritor más culto y deslumbrante al aficionado escritor  -como yo- quiere gloria para sus huesos. He visto a muchos escritores que cuando los entrevistan y les preguntan que qué opinan sobre la vanidad han contestado cosas tan infumables como que ellos ven a la vanidad como algo estúpido y reniegan de ella, pero ellos mismos son los que cuando les dan un premio o les hacen un homenaje adoptan posturas arrogantes y endiosadas unos, otros hacen de sus amistades famosas un coto vedado, donde sólo ellos eligen quienes entran y quienes no, o como en el juego de la patata, quienes juegan al juego y quienes no, que me parece lo más infantil del mundo. También los hay que repudian tanto de la vanidad que huyen hasta con oír la palabra en murmullos, y con las mismas, están deseando que les hagan entrevistas, y que les inviten a los saraos extraliterarios. También existen otros que cuando se hacen famosos se les sube a la cabeza el éxito, por eso es valioso darnos cuenta de que el éxito no es nada cuando de verdad se tiene, por que cuando se ignora lo que el éxito es en sí, se suelen hacer castillos en el aire, y tener ensoñaciones con él, como una obsesión incurable que padecen, pero cuando se consigue el triunfo y se logra el éxito te queda ese placer insatisfecho, esa insatisfacción como cuando consigues aquello por lo que llevabas tantas ilusiones puestas, y que cuando lo consigues piensas: ¿y esto era? Acabas comprendiendo que es cosa banal y es puramente superficial, por eso muchos lo ven como algo intrascendente y transitorio, banal e insatisfactorio; no es ni siquiera gas, es vacío entre vacío. Todos los que trabajamos o luchamos por algo queremos el éxito, ascender, que nos quieran. Respecto a esto diré que algunos escritores dicen eso de, yo escribo para que me quieran, pero ¿y si eso no ocurre? Puedes ser un perfecto escritor, y cómo persona no valer un carajo. También suele haber algunos escritores que optan por decir que son de izquierdas por el mero hecho de que si dicen que votan a la derecha los puedan calificar de fascistas, o como si el cielo de la gloria no fuera para los escritores de derechas. Les da como vergüenza decir que votan al PP. Suelen decir que son marxistas cuando realmente son de derechas. Considero que la política ha pasado por muchas derivaciones, y si nos ha enseñado algo la historia es que tanto el comunismo, como el fascismo han fracasado como teorías, y ni qué decir tiene llevadas a la práctica. Están tan caducas las dos, que lo mismo sería decir que eres castrista como decir que te gusta la tauromaquia, o decir que odias a Francisco Franco y odiar también que fumen puros en público, y ser en esto un fundamentalista en salud colectiva, ya que para algunos puedes gustarle, pero otros puede que te escupan en la cara.

Yo me considero demócrata, pero si miramos la política de manera estadounidense, ser demócrata sería la vertiente izquierdista del asunto, y decir que soy republicano sería la vertiente de derechas, aunque considere las posiciones políticas que considere, en las dos soy de derechas; osease, que mires por donde lo mires en Estados Unidos son de derechas la mayoría. Si miramos la política desde la perspectiva española, puedo decir que soy de izquierdas porque compro El País y voto al PSOE, pero si lo analizamos bien, estas políticas no son de izquierdas, salvo por la máscara que suelen ponerse, sino política centro-derechista. Así que yo me considero demócrata. Yo considero a la política como al servicio, o al gusto del consumidor; una legislatura votas a la izquierda y otras, si te viene bien, votas a la derecha; pero siempre desde el respeto a la democracia, y eso no quita que no seas o no puedas ser republicano. Sólo las democracias jóvenes tienen ese complejo, y sufren de esa vergüenza. Debemos olvidarnos de dictadores y de invasores, debemos olvidarnos ya de la guerra (in)civil, por que vamos camino o de otra guerra, o de seguir siempre con nuestros complejos, nuestras miserias espirituales, nuestras acusaciones inquisitoriales, y nuestros prejuicios sobre todo lo que atañe y lo que sembró la guerra de todos los españoles, por que ese es el germen de todo lo que aflige a la voluntad política española. Debemos olvidarnos del mayo del 68. Si queremos vivir cómo hasta ahora lo estamos haciendo, debemos olvidarnos ya de lo que pasó, de lo que pudo haber sido y no fue, de lo que vendrá con esto y con aquello; dejar a los políticos que discutan en las cortes, dejar a los jueces que juzguen lo que es (in)justo, dejar que nos sigan engañando, y nosotros dedicarnos a votarles cada cuatro años, y de acatar las leyes que los jueces dictaminen, y despreciar al bipartidismo cutre como yo hago cada cuatro años. Luego están aquellos que presumen de comunistas, aunque con la tarjeta del Corte Inglés en la cartera. Se ponen camisetas del Ché, se afilian a un sindicato, o en algún otro caso, se afilian a un partido. Los ves en las manifestaciones en primera fila, junto con la camarilla de jefes sindicalistas, o social-demócratas con ganas de foto, y ni qué decir tiene los actos en donde participa el PP. Aunque estos escritores, la mayoría, prefieren no salir en la foto, como si les diera vergüenza. Un ejemplo es Hemingway, iba de comunista, de literato comprometido, pero sin renunciar a su estatus de opulencia y excesos; venía por aquí de año en año, se emborrachaba, comía bien, buenos hoteles, de pesca, de Euskadi a Paris, y de Paris a Cuba, y mientras en España: miedo, hambre, miseria, persecución, ¿y él hacía algo? No. No se comprometía demasiado, ya que podía peligrar su tren de vida. Tenía cierta razón Truman Capote cuando decía que Ernesto no era honesto. También hay otros, como Pablo Neruda, comunista confeso, pero tenía dos o tres casas (no pequeñas), viajes aquí y allá, osease, que no estaba tieso. Es muy fácil decir que se es de izquierdas cuando se vive en un país rico, o se vive en un jardín de rosas opulentas; pregúntales a los disidentes cubanos qué opinan del comunismo. O a los chinos, o a los tibetanos. No pretendo ser demagogo, hablo desde mi perspectiva. Se dicen cosas sin meditarlas, por ejemplo, Borges. Decía que era un anarquista individualista, pero ¿qué es eso? ¿qué quiere decir con esto? O se es anarquista desde la colectividad o no se es. Osease, es anarquista, pero sin mojarse demasiado. Como diciendo:-Soy anarquista, pero ustedes no lo sean-, ¿y por qué? Por que su estatus es bueno, vive bien, y decir que uno es anarquista da cierto atractivo literario, por que el tópico lo exige. Decía Hemingway que el fascismo no podía dar buenos escritores, ¿y Cesare Pavese? ¿y Bertol Brecht? ¿y Nicanor Parra? No es la política lo que suele dar buenos o malos escritores, es las ganas de contar y decir cosas, y el talento y honestidad de la que cada uno disponga. También están los acusadores, el dedo acusador que te fulmina con su rayo redentor. Por ejemplo, Ismael Serrano, tiene una canción que dice: y el fiel votante del PP, Fernando Sánchez Dragó; pero ¿qué más te da a quién vote el hombre? ¿Acaso los de izquierdas son mejores personas? O ¿era que quedaba mejor parcheada la rima? No se debe tomar la palabra honestidad en vano.

También quisiera comentar sobre aquellos que dicen que no creen en Dios, por que en el mundo literario da mal efecto decir que crees en Dios, y es mejor decir, o auto-engañarse, diciendo que no existe Dios o diciendo que uno es ateo, o agnóstico, por lo mismo que lo de las ideas políticas. España tiene el estigma de la guerra (in)civil y hasta que no superemos esos obstáculos no podremos madurar ni cómo democracia, ni cómo país democrático, ni cómo personas libres que somos; sin prejuicios y sin miedos, sin complejos y sin obsesiones, sin tapujos y sin obsturaciones.

España, derrama ante mí esta farsa, que yo te diré la verdad, y si esa verdad es o está contrapuesta a otras ideas, a otros discursos, a otros pensamientos, tanto mejor, por que sólo es verdad lo que difiere de la verdad de los otros, ya que todo sufre de contradicción. No pretendo ser fundamentalista, ni heterodoxo, ni ortodoxo, ni irreverente, ni precursor, ni pretendo ser la única verdad, pretendo ser parte de la realidad, que es muchas realidades. Dicen que la verdad sólo tiene un camino, y también dicen que todos los caminos llevan a Roma; yo, ni quiero ir a Roma, ni quiero ser el único camino. Tengo mi propio Dios doméstico, aunque no domesticado. Tengo una verdad que puede ser distinta a otras verdades. Por que muchos caminos van a parar hacia todas las verdades. Y existen verdades que se encuentran andando por los caminos. Y existen andares que huyen de la verdad. Y existen Romas que no son verdad. Y existen verdades que son mentira. 


    

 Cecilio Olivero Muñoz es poeta y fotógrafo.

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