domingo, 9 de mayo de 2010

Niñas Poetas en el Festival Mundial de Poesía. Carora - Venezuela

Desde el año 2003, la Escuela Torres se incorporó al Programa de los Centros de Creación Literaria; hoy ya es una tradición. Todos están invitados para escuchar la lectura de poemas de 25 niñas Poetas de Carora en el marco del Festival Mundial de Poesía.



Lunes, 10 de mayo de 2010
15:00 - 16:30
Casa Chío - Carora
Venezuela.
Organiza:

La República de Guarimure

 

 

La República de Guarimure de Teódulo López Meléndez

La República de Guarimure no está en el cuerno de África. No es alguna nación retardada en su independencia de los poderes coloniales europeos. No se requiere pasaporte ni la obtención de una visa. No es necesario marchar hacia Maiquetía para tomar un largo vuelo. No se trata de una nación árabe o persa que ha patrocinado una fractura nacional, no son kurdos que han decidido proclamarse independientes o alguna parcialidad musulmana que ha decidido modificar el mapa.

Es Juan Páez Ávila quien me llama por teléfono para proponerme que viajemos a la República de Guarimure. Cuando me explica de que se trata no pasan dos segundos sin que esté haciendo una maleta. La República de Guarimure (voz indígena, achagua, que significa “el lugar de todos los lugares”) está situada en Carora, estado Lara, República de Venezuela (precisión geográfica para mis lectores del exterior).


La República de Guarimure no es un desafío a Platón, aunque casi. Guarimure es un proyecto de la palabra, es una república de niños poetas. Consiste en un proyecto de creación de Centros Literarios en las escuelas de Carora. Todo comienza con un desfile desde la Plaza de Cecilio Zubillaga Perera hasta la casa donde este habitó ejerciendo uno de los magisterios más trascendentes de la historia de Venezuela. Allí llegan y comienza la fiesta. Concierto del núcleo local del “sistema” (como se ha dado en nominar a esa maravillosa realidad que son las orquestas infantiles y juveniles). Al día siguiente recital de los niños poetas. Son 86, pero no todos pueden decirnos sus palabras, de manera que han hecho una selección previa. Después nos toca leer a los poetas que asistimos. No escogemos poemas para infantes, no hacemos una selección de lectura para imberbes. No, quienes leemos ante ellos tratamos de dar lo mejor de nuestros textos. En la mañana del viernes lo hacemos Jesús Enrique Barrios, este servidor, Orlando Pichardo y José Pulido. El poeta Barrios ya es ministro de esta República, pues toda debe tener un gobierno. Su título es Ministro de la Nada y demás Cosas Inútiles. Seguro que mis colegas ya también son Ministros. Los niños quieren autógrafos y nos miramos las caras después de 86 firmas sobre el afiche del encuentro. Nos duelen las manos de tanto firmar, pero cómo negárselos.


Llega un imberbe y se sienta en el presidium desierto. Apenas se le ven los ojos al filo de la mesa. Pienso inicialmente que es un niño que anda suelto en la casa de Chío, pero constato que es el encargado de cerrar el recital. Con una impresionante seguridad y una mejor dicción lee dos poemas extraordinarios. Es el hijo del poeta Jesús Enrique León y de su esposa Úrsula, los dos locos apasionados que dirigen el proyecto. Jesús Enrique comienza a reorganizar el despelote. Es que están tres señoras del Banco Central de Venezuela que deben dictarle a los niños una clase de economía (origen de la moneda, funcionamiento del BCV, principios básicos de economía). Se le debe a Armando León, economista caroreño vinculado hace años a nuestra principal institución financiera. Aprovecho para hojear al azar los poemas que la mano de Blanca Andueza, directora de la Casa de Chío patrocinada por la UCLA, ha ayudado a colgar de las paredes junto a los líderes de la República de Guarimure. Aquí descubro a Vallejo, más allá a Neruda, y a los poetas venezolanos. Son naturales influencias, comprensibles cuando uno descubre que los premios anuales de poesía tienen como premio 150 libros al ganador.


La República de Guarimure tiene su sede en una vieja casona colonial que está frente a la casa de Cecilio Zubillaga Perera. En la pared está pintado el letrero: “Esquina del poeta”. Uno cruza la angosta calle Ramón Pompilio Oropeza de un lado a otro. En la casa del insigne maestro caroreño está la biblioteca que fuera del poeta Alí Lameda (ningún lugar mejor para ella). No obstante hay que alimentar la otra, la de la casa de enfrente, pues no sólo libros en los estantes se requieren, también para darles sus premios a los ganadores de los concursos. Los escritores que me leen manden sus libros así: Jesús Enrique León, República de Guarimure, Calle Bolívar con calle Ramón Pompilio Oropeza, Carora, Estado Lara, Venezuela. Es imposible que se pierdan, todo el mundo sabe donde está. No sólo de poesía, cualquier texto. Páez Ávila y yo llevamos el auto lleno de nuestras donaciones. Él se ríe con la travesura: entre sus donaciones va “El Capital” de Carlos Marx.


La República de Guarimure excede a una simple aventura literaria. Es un proceso de integración social. Diría que poco importa la calidad de los poemas, aunque los hay muy buenos y ya con premios. Quien asume la palabra ha encontrado una nueva visión del mundo, una recompensa a los anhelos. No se trata de desafiar a Platón, pero de allí saldrán escritores –a nadie le quepa la menor duda- y aquellos que abandonen llevarán una marca indeleble, la del poder de la palabra y así cualquier cosa que hagan en la vida estará marcada por un respeto hacia el poder creativo. Si el sistema de “orquestas” produjo a un Gustavo Dudamel y a este chico de una barriada de Caracas que ha sido asumido por la Sinfónica de Berlín, uno puede imaginarse a uno de estos niños recibiendo un Nóbel o siendo editado por las principales editoriales del mundo.


Extenuante, el proceso. Llega una avioneta con el escritor Oscar Marcano y una delegación de Econoinvest. Los mecenas quieren ver de cerca el fenómeno de una nación de niños poetas (y uso con conciencia la palabra nación). Pasan horas escuchando a los más grandes (debería decir a las más grandes, porque las niñas son diez por cada varón) y su entusiasmo es inocultable. La idea es convertir a la República de Guarimure en un proyecto que abarque a todo el país. Hay que crear una Dirección Nacional de Talleres de Creación literaria que tenga su sede en Carora. Páez Ávila y yo abandonamos el territorio de lo posible, pero al día siguiente llegarán nuevos poetas desde Caracas y otras partes a leerles a esta especie de atenienses imberbes que salen de la ciudad visible a escuchar a quienes predican en el ágora.


La República de Guarimure hace honor a su nombre indígena, es realmente el lugar de todos los lugares. Es el lugar de la palabra y uno puede sentir a Cecilio Zubillaga Perera –maestro de una generación invalorable- escuchando a los dos de la madrugada Radio Moscú, la BBC de Londres, la Voz de América para producir un boletín de noticias internacionales (como lo relata Páez Ávila en una conferencia sobre el tema) para los escasos diarios locales de su época. Ahora Don Chío se sienta plácidamente a escuchar a los niños poetas de Carora, tranquilo y con una gran sonrisa en los labios. Allí en su cuarto cuelgan Marx, Lenin y Jesús, tal como el quería. Julio Bolívar presenta revistas y anuncia proyectos editoriales. El poeta Pichardo entrega “Principia”, la revista de la UCLA y relata como lo acaba de llamar al celular desde Bogotá el poeta Arbeláez para saludar a los poetas. Suena la República de Guarimure. Allí puede estar ocurriendo un milagro. Habría que peregrinar hasta allí como se peregrina a un santuario, uno sin imágenes religiosas, uno donde la palabra manda. Uno donde se va a escuchar o a decir, uno donde hay un templo a la imaginación creadora. José Pulido me observa que uno de los niños lloró mientras yo leía. Me preocupo, ¿será que lo asusté con mi vozarrón? pregunto un tanto angustiado. No poeta, contesta José, simplemente se emocionó. Basta y sobra, es la primera vez que leo para niños y uno siente como se le meten a uno en el alma.


No hay comentarios:

Publicar un comentario