MORANTE DE LA PUEBLA
TOREO PARA ESQUIZOFRÉNICOS, POETAS Y ARTISTAS Estas son sus palabras: “Mi búsqueda consiste en frenar la embestida. Con el capote lo he conseguido más veces que con la muleta. El temple es, en principio, ir a la velocidad que el toro requiere. Yo intento empujarlo p’atrás. Es como el que canta y no tiene oído. Puedes disponer de una voz muy bonita, pero sin oído es imposible tirar p’atrás”. Añade el periodista: “Así que la clave no está en parar el tiempo, sino en retrasarlo. Por tanto, la belleza del temple es imperfecta… Continúa Morante: Claro, a mí no me gusta el toreo perfecto. ¿Eso qué es? El toreo debe ser romanticismo regido por unas normas para que se concedan las mismas ventajas al hombre que al animal. Después entra la fantasía, el valor, la inspiración. El toreo es burlarse del toro, pero sin reírse de él. Le das la oportunidad de acabar contigo, aunque en el fondo puedes burlarle. Y continúa: Esto hay mucha gente que no lo entiende. Es que el toreo hay que sentirlo. Interrumpe el periodista: -¿Cree que los que no lo entienden tienen menos sensibilidad?- Contesta Morante:-Si. Hay mucha gente con muy poquita sensibilidad artística. El toreo no es la fiesta nacional, es un rito. Desde que tiene normas, se convierte en algo de mayor profesionalidad. Una capea es la fiesta; la lidia, no. Acaba preguntando el periodista: -¿Es consciente de que, si bien muchos le ven como a un artista, para otros no es más que un asesino?- Sentencia Morante: -Supongo que sí. Cuando me dicen: “Hay que defender…”. Yo respondo: “¿Cómo defiendo yo esto?”. Si yo fuera un animal, me gustaría ser un toro; con eso creo que digo muchas cosas. (…)
Verónica de Morante de la Puebla
Morante de la Puebla habla desde el corazón y desde lo que a sentimiento artístico se refiere. Parte hacia una lógica que sólo comprende el que al hacer pura expresividad su sentimiento logra encarnar lo plástico con lo palpable, la grandiosidad de lo etéreo con la sencillez de lo terrenal, lo mágico con la pureza inusual. El torero, el artista, el poeta, el esquizofrénico está solo ante una bestia. Está en lucha permanente con su diálogo eterno entre fiera y yo, entre luz y oscuridad, entre paz y guerra sin tregua. Este toreo de Morante es el toreo de los esquizofrénicos, los poetas y los artistas, no sólo por sus palabras, anteriormente citadas, sino por que al comprender ese toreo como un juego entre tiempo, espacio, toro y torero, está conjugando una visión dentro de una metáfora que hace evidente lo que un esquizofrénico es en sí. El esquizofrénico es un ser perdido en su atemporalidad. Entre la concepción de espacio + tiempo, entorno + realidad. Siempre está en lucha sin tregua entre su espacio y su entorno, su tiempo y su realidad; siempre lucha contra los infortunios que le deparan su mente, su realidad, su vida. El reloj del esquizofrénico es como si se hubiese sincronizado en un momento distinto que el resto de los seres que no padecen esta enfermedad. Digamos que el arte del esquizofrénico parte desde una lógica que es la misma que desde la que parte la lógica del toreo de Morante. Morante subraya en “echar p’atrás” al toro y es eso precisamente lo que el esquizofrénico padece debido a su concepción entre realidad y tiempo, y que no es la lógica que los demás comprenden, ya que su reloj está en sintonía con la percepción evidente entre entorno, espacio, tiempo y realidad. El esquizofrénico, desde su realidad, vive en un tiempo echado p’atrás y percibe una realidad bajo una impronta de lentitud que le generan esa confusión de ideas, malos pensamientos, el oír las voces, y todo lo demás; son nociones de un tiempo que no es el que los demás perciben. Porque el esquizofrénico percibe una realidad basada en una lentitud orgánica, en un tiempo en sintonía con otra realidad aparente; los esquizofrénicos confunden su azar, y este azar, se ralentiza hacia una perceptible irrealidad.
Morante de la Puebla también padece una enfermedad mental. Padece Trastorno de la despersonalización. Su enfermedad es una enfermedad disociativa, y como tal, crea o genera una confusión entre tiempo y realidad, o realidad y fantasía; enfermedad con cierto parecido a la esquizofrenia, aunque en este caso en vez de ser distorsión de temporalidad orgánica, es una amnesia o cierta confusión en la percepción del tiempo asociativo, que genera o desemboca hacia el olvido de la personalidad adoptando otras conductas o personalidades, o dentro de ese mismo olvido genera también hacia la huida del yo (o en algunos casos del hogar) sin percibir la realidad evidente, o también desemboca hacia la amnesia dentro de otra realidad aparente. En el caso de Morante la enfermedad se basa en que el yo se evapora, o la personalidad su vuelve volátil, es por esa razón que Morante lloraba de impotencia diciendo que era como si su alma se le volara del cuerpo, como si fuera otro, decía él. Aunque no se siente amilanado ante la enfermedad ni tampoco en su frente a frente ante el toro de la vida y el de las plazas.
Esa es la esencia y la lucha eterna de este artista y de tantos otros artistas que padecemos una enfermedad mental. La total lucha entre espacio, tiempo, realidad, olvido, entorno. La total lucha de Morante y su toro en la arena de la vida. Este es el toreo de los esquizofrénicos por que está perdido entre su percepción y entre su mundo-su espacio-su tiempo. Es el torero de los poetas por que hace poesía de su toreo lento, casi atemporal, metafísico, trascendental-ancestral, arte por los cuatro costados, finura y hondura desde la psicometamórfica apariencia, es lo atávico, lo imperioso, lo inusual, lo empírico, lo impío, lo mágico, lo magistral, lo apoteósico, lo impetuoso; el duende en definitiva. Morante es la breve gracia del símbolo que se asemeja a la eternidad del universo. Morante es la hondura hecha de carne y víscera de estrella. Es la metáfora que asocia el que nombra sin decir nombre alguno. Es el Adán que juega al espeso tiempo y el espacio abierto de la evidencia. Es magnánima virtud que profetiza a lo atípico. Juega con el tiempo como si el tiempo fuese anacrónico fluir de miradas que esperan la poesía de gas y fugaz sorpresa. Morante es el arte.
Cecilio Olivero Muñoz es poeta y fotógrafo.
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