sábado, 13 de marzo de 2010

Entrevista al poeta Ferran Fernández



Ferran Fernández (Barcelona, 1956) es periodista, diseñador gráfico y profesor de Periodismo en la Universidad de Málaga, ciudad en la que reside desde 1998.
Ha sido director de Los Libros de la Frontera, editora de la colección de poesía El Bardo, y desde noviembre de 2009 es responsable de la editorial Luces de Gálibo.
Ha publicado cuatro libros de poemas: Lógica sentimental (1997), Sufrir en público (2007), Xeografía nocturna (2007, en gallego) y Peligro de vida (2008). 
Asimismo, ha realizado numerosas exposiciones y publicado varias plaquetas de poesía visual. 


Alteridad.– Con la edición simultánea de tres libros de poesía has puesto en marcha la editorial Luces de Gálibo. ¿Qué pretendes con este proyecto?

Ferran Fernández.–  Bueno, en realidad han sido cinco los libros que han salido a la vez y que han supuesto la aparición en las librerías de Luces de Gálibo. Efectivamente, de la colección de poesía han sido tres, pero la editorial no se va a limitar a publicar únicamente poesía, aunque ésta tenga una gran presencia en el catálogo, ya que de la docena de libros que tenemos previsto publicar al año ocho serán poemarios. Dicho esto, a nivel personal, me gustaría dedicarme algún día, de forma exclusiva, al mundo editorial y poder vivir —modestamente, no pido más— de esa actividad. El gobierno está dispuesto a echarme un cable atrasando la edad de jubilación...
A.– ¿Qué nuevos títulos tienes en preparación?

F. F.– Están en imprenta tres nuevos títulos de poesía: Homenaje a Chester Kallman, del chileno Cristián Gómez Olivares; Tablas de carnicero, de la riojana Nuria Ruiz de Viñaspre, y El espanto, modo de empleo, del malagueño Sergio R. Franco. Son tres poemarios muy diferentes entre sí, como ya ocurrió con los tres inaugurales, todos de un gran nivel, en mi opinión. En mayo saldrá la compilación que yo mismo estoy preparando sobre poesía y prostitución, que he titulado Puta poesía, y en la que participan unos 80 poetas, incluidos algunos latinoamericanos, y cuyos beneficios irán a parar al colectivo Hetaira, de Madrid, que lucha por los derechos de las y los trabajadores del sexo, tan estigmatizados. En septiembre, espero tener lista la primera edición bilingüe de la colección, un libro del gran revolucionario Victor Serge, muerto en 1947, que también escribió poesía.
A.– En la publicidad de la editorial que utilizas aparece el lema “algo más que una nueva colección de poesía”. ¿Qué intentas transmitir con ese lema?

F. F.– La verdad es que se trata simplemente de un reclamo, aunque creo que no engaña. Intento hacer unos libros que sean buenos y bellos en contenido y forma, no regateando en el papel y esforzándome en el diseño... Otra nota distintiva es que el uno por ciento de los beneficios de la venta de los libros lo dono a una ONG, Acción en Red, en el caso de la colección de poesía. No es mucho, ciertamente, pero si se les ocurriera hacer lo mismo a Planeta, Random House Mondadori, Santillana...
A.– La actual “Era Digital”, ¿puede aportar algo nuevo y diferente a la poesía?

F. F.– No sé si muy nuevo y diferente. Pero lo que sí facilita y mucho es la difusión. Las revistas y los blogs digitales son una poderosa herramienta para ello. Nadie que escriba algo que valga la pena se podrá quejar de que no tiene quien se lo publique. (El problema puede ser el contrario, el exceso de naderías, pero eso ya ocurre en la edición tradicional...) Confío en que el libro de papel bien hecho siga siendo valorado como algo bueno y necesario por la gente lectora de poesía.



A.– Siempre tienes proyectos nuevos. ¿Cuáles son los que te rondan por la cabeza ahora? ¿Has metido las manos en harina en alguno de ellos?

F. F.– Ahora mi cabeza sólo da vueltas en torno a los libros. Y no a lo míos, precisamente. Tengo tres o cuatro reclamándome el cierre. También me protestan los poemas visuales y los videopoemas, para que les dé cuerpo y los libere de los cuadernos de notas. Pero la tarea principal ahora es sacar adelante Luces de Gálibo, de lo contrario me veo encerrado unos cuantos años realizando un tesis doctoral para llegar a tiempo a jubilarme como profesor doctor en la Universidad.
 

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