miércoles, 24 de febrero de 2010

Opinión. LA POESÍA COMO CRISIS, por Ester Astudillo

La poesía como crisis
En un breve artículo sobre poesía, leí ayer un titular que me soliviantó: ‘La poesía como bálsamo’. En él, como se adivina, la autora, académica docente –apuesto que no poeta-, define la poesía como ‘bálsamo’ para calmar en el lector emociones ‘nocivas’ y hacer resurgir en él otras agradables, y defiende el rol ‘clásico’ de la poesía como vía para despertar en el lector emociones ‘compartidas’ con el autor, prescindiendo necesariamente del ejercicio de la ‘razón’, elemento crítico en cambio –dice- para desentrañar textos filosóficos.
En efecto, ese es el papel, no sé si clásico pero seguro que sí tópico, que se le atribuye a la poesía, despojándola de cualquier otra función ‘reformista’ o, si se prefiere, ‘revolucionaria’ a nivel social y político. O más radicalmente aun, esa visión de la poesía encaja con la reducción típicamente burguesa del arte a un mero objeto estético: arte como instrumento de socialización y/o uniformización y, a lo sumo, divertimento para las clases más cultivadas.
No voy a extenderme sobre si tal reduccionismo esconde una cierta mala fe, ni a hacer un panfleto revolucionario –llegué tarde. Pero sí quiero denunciar la naiveté de dichos postulados. Primero porque quien escribe poesía, y yo lo hago, sabe que en primer lugar se escribe para uno mismo; la función primaria de la poesía entonces quizá sea la catarsis, y como es sabido, toda catarsis obedece a un proceso de ‘desorganización’ o de ‘crisis’; nada más lejos, pues, del concepto de ‘bálsamo’.
Noblesse oblige además a hacer hincapié en el error manifiesto de pretender que la poesía se deba leer sólo con el ‘corazón’ dejando la razón a un lado. Ese fue el error de Descartes, padre de la moderna concepción dual -y falsa- del ser humano: alma vs. cuerpo, razón vs. emoción. No es Damasio el único que ha desmontado ese mito, tan ingenuo como demostradamente nocivo, ni son sólo la medicina o la psicología los ámbitos que deben reinventarse, pues, al ser humano. Cualquiera que lea poesía, y yo lo hago, sabe que el conocimiento y la razón no solamente no son un estorbo para el disfrute poético, sino aliados imprescindibles para desentrañar las intencionadas imágenes y metáforas que el poeta ha colocado allí deliberadamente y para captar el mensaje último y deliberado del texto. Ester Astudillo es filóloga, lingüista, traductora y poeta (además de lectora voraz de los más variopintos textos).

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